Capítulo 13. Mañana será un día mejor II.

Desde que Sakura volvió a casa no había dejado de pensar en el tierno beso con Shaoran, pero los golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos.

–Siento venir tan tarde. –dijo Yue. –¿Te ocurre algo?

–No. –dijo Sakura dejándolo entrar hasta que subieron a la parte de arriba. –Creo que Kaho Mizuki y mi padre trabajaron juntos en el Departamento de Pediatría. Me dijo que lo respetaba y lo apreciaba.

–¿Entonces cómo acabó colaborando con Hien Li? –preguntó Yue al aire.

–Su marido esta inconsciente y en estado vegetativo. Este hospital deriva a este tipo de pacientes denegándoles el servicio escudándose en que ya no pueden hacer nada por no tener el equipamiento adecuado. A consecuencia, muchos de ellos tienen que recibir el tratamiento en casa. –explicó Sakura.

–Pero para Mizuki, que no tiene familia, cuidar de su marido mientras trabajaba era imposible, ¿verdad?

–Exacto. Hien Li se aprovechó de su situación. –concluyó Sakura.

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Cuando Sakura y el hijo de Hien se marcharon, Kaho volvió a tumbarse en el futón para descansar, pero la conversación con Sakura la hizo recordar. De hecho era un recuerdo que estaba muy presente en su mente desde hacía demasiado tiempo.

Flashback.

He oído que el hospital quiere darle el alta a tu marido. –dijo Hien Li a Kaho Mizuki, apareciendo en la habitación de un inmóvil e inconsciente Touya. –Pero eso va a suponer tiempos muy difíciles para ti. Es muy difícil encontrar un sitio que se haga cargo de él. Al final, tus ahorros se verán mermados y comenzarás a tener pensamientos negativos que te pueden llevar a cometer una locura.

¿Y qué hago? –preguntó Kaho.

Tengo una idea. –dijo Hien.

Fin del flashback.

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–No le quedó otra opción que obedecer a Hien. –dijo Sakura.

–Mientras su marido siga en ese estado, probablemente ella no hable. –dijo Yue. –Pero para llegar hasta Hien necesitamos su testimonio. Estamos en una vía muerta.

–La posibilidad sigue estando ahí. –dijo Sakura pensativa. –Me dio la impresión de que confiaba en mi padre.

–¿Qué?¿No estarás pensando en decirle que eres su hija? –pero para Yue el silencio de Sakura valió más que mil palabras. –Esa mujer está atada a Hien. Si descubre que eres la hija de Fujitaka Kinomoto…

–No tengo que decirle necesariamente que soy su hija.

–¡Venga ya!¿Desde cuándo te has vuelto tan confiada? –preguntó Yue. –Puede que parezca buena persona, pero al final sólo mirará por ella misma. Es más, Hien tiene a su marido de rehén. No hay manera de que ayude a una completa extraña como tú.

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–Buenos días. –la saludó Shaoran cuando coincidieron de camino llegando al hospital.

–Buenos días. –saludó Sakura.

–Ayer, después de que habláramos, estuve pensando en algo toda la noche. Lo cierto es que, hasta ahora no tenía confianza sobre muchas cosas. Ni como médico, ni como hombre. –confesó Shaoran. –Pero gracias a ti, quizás sea capaz de cambiarlo. Por eso yo también quiero que confíes en mí. Voy a intentar ser una persona fuerte para poder protegerte pase lo que pase.

Sakura no se esperaba aquella declaración de intenciones por parte del castaño.

–Será mejor que entremos o llegaremos tarde.

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Gracias al beneplácito de Hien, Meiling pudo tener acceso a los archivos de recursos humanos del hospital. Tras ojear varios archivadores, encontró el expediente de Sakura. Al ver que no había nada anormal, salvo el hecho de que estudió en una universidad no asociada al hospital, decidió llamar a la universidad en la que estudió.

–Hola, ¿es la Facultad de Medicina de la Universidad de Toto? –preguntó Meiling. –Me llamo Meiling, del Hospital Universitario de Tomoeda. Estoy buscando a una graduada de vuestra universidad: Sakura Asumi. Verá, es que hemos tenido algunos problemas con ella y nos gustaría saber si hubo algún percance con ella cuando estudiaba.

–¿Puede repetirnos el nombre? –preguntó el telefonista.

–Sí, Sakura Asumi.

–Esa persona no existe en nuestra base de datos. –dijo el telefonista tras realizar la búsqueda.

–¿No existe?

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En un descanso, Kaho Mizuki se sentó en un banco del patio mientras miraba un reloj de bolsillo. En cuanto vio que Sakura se dirigía hacia ella, guardó el reloj en el bolso y siguió fumando.

–Sra. Mizuki.

–Perdona por haberte causado molestias ayer. –dijo Kaho.

–Hay algo que me gustaría preguntarte. –dijo Sakura. –Hace quince años trabajaste en el Departamento de Pediatría, ¿verdad? Y allí conociste a un pediatra llamado Fujitaka Kinomoto.

Era más una afirmación que una pregunta, pero Kaho no entendía cómo esa joven sabía todo aquello.

–No. –negó Kaho apagando el cigarro en un cenicero. Cogió el bolso y se dio la vuelta para marcharse. Pero Sakura la agarró del brazo para detenerla, cayendo el bolso en el transcurso.

–Estoy segura de que es así. –dijo Sakura mirándola a los ojos. –Es el pediatra que murió por una causa de lo más cuestionable. Sé que lo sabes.

Kaho sonrió de forma irónica y se agachó para coger su bolso.

–¿Quién te crees que eres?¿Una detective?¿O una justiciera? –una vez que recogió su bolso, miró fijamente a Sakura. –No vuelvas a hablarme en la vida.

Tras decir aquello, Kaho se marchó. Fue entonces que Sakura se percató de que había algo bajo el banco en el que Kaho había estado sentada. Al cogerlo, se dio cuenta de que era un reloj de bolsillo que debía de haber caído del bolso. Pero al abrirlo, no podía creer lo que veía.

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Cuando Meiling vio a Sakura pasar por el descansillo de una escalera, decidió enfrentarla. En cuanto a Sakura, ver el rostro de Meiling no le auguraba nada bueno, puesto que no llevaba la sonrisa que siempre solía mostrar.

–Dime Sakura, ¿disfrutas engañando a la gente? –preguntó Meiling de manera hostil y directa.

–¿De qué hablas?

–De Shaoran, por supuesto. ¿Pensabas que no me daría cuenta? Me has estado mintiendo. Sabías cómo me sentía y aún así me traicionaste. –dijo Meiling acercándose cual fiera a su presa. Entonces sonrió irónicamente. –Ya entiendo. Me miras por encima del hombro por ser enfermera.

Tras decir aquello, le dio un bofetón a Sakura.

–Yo también tengo orgullo. ¿Sabes? He indagado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Toto, ¿y sabes lo que descubrí? Que no existía ninguna alumna llamada Sakura Asumi. ¿Puede ser que hayas falsificado tu título? Me parece que tienes un pasado interesante.

Tras decir eso, se marchó. A Sakura se le complicaba todo cada vez más. Meiling se había convertido en una persona peligrosa al manejar aquella información tan sensible para ella. Pero era especialmente peligrosa al ser una mujer despechada. Por eso debía conseguir el testimonio de Kaho Mizuki cuanto antes.

Sakura bajó al patio para pensar mientras observaba el cerezo. Quizás mirarlo le proporcionara tranquilidad, porque intentaba decidir si contarle la verdad a Kaho para conseguir su testimonio. Yue era partidario de no hacerlo. Si lo hacía, no habría vuelta atrás. Se arriesgaba a que se lo dijera a Hien Li. Pero por otra parte, Sakura estaba convencida de que esa mujer sentía y seguía sintiendo un profundo respeto por su padre. Y aquel reloj se lo confirmó. Entonces, abrió el reloj, y al verlo, pudo leer lo que su padre solía decir: mañana será un día mejor.

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Mientras Kaho le cortaba las uñas a su marido, las palabras de la Dra. Asumi se le agolpaban en la cabeza, hasta que el Profesor Li entró en la habitación.

–¿Ha ocurrido algo fuera de lo normal? –preguntó Hien.

–No. –mintió Kaho.

–Asegúrate de no decir ninguna tontería. –dijo él.

–Lo sé. –respondió ella. Hien se acercó al tubo que mantenía con vida a Touya y lo sostuvo en su mano.

–¿No es fantástico como una persona puede mantenerse con vida con un tubo? –dijo Hien, pero para Kaho no fue un comentario aislado, sino una advertencia en toda regla. De vez en cuando se pasaba por allí para recordarle que dependía de él.

Tras la desagradable visita de Hien, Kaho se sentó al lado de su marido y le cogió de la mano.

–Tengo que permanecer en silencio para protegerte. –le dijo Kaho a su marido. –No tengo otra opción.

Entonces, alguien entró al cuarto. Parecía que Sakura no iba a darse por vencida. Entonces se levantó y se puso a recoger la mesa portátil por tener algo que hacer y calmar los nervios.

–Quiero que oigas algo. –dijo Sakura.

–Te dije que no volvieras a hablarme. –dijo Kaho. Pero Sakura había ido dispuesta a que la escuchara e hizo caso omiso.

–Mi apellido es Asumi. Escrito en kanji "Asu" significa mañana y "mi" significa bonito o mejor. Tengo este apellido por mi padre. Mañana será un día mejor. Esa era la frase favorita de mi padre.

Al escuchar aquello, Kaho dejó de recoger.

–¿Qué?

–Soy la hija de Fujitaka Kinomoto. Poco después de la muerte de mi padre recibí un sobre anónimo que contenía este informe. –dijo Sakura mostrándole la versión falsa y verdadera del informe de la cirugía. –Aún no sé quién me lo envió, pero gracias a esa persona sé que la muerte de mi padre fue causa de una negligencia médica que han ocultado convenientemente. Desde hace quince años sólo he vivido pensando en vengarme. Por eso estudié medicina y falsifiqué mi apellido de Kinomoto a Asumi.

Kaho no daba crédito de lo que estaba escuchando.

–En el transcurso de mi investigación descubrí que mi padre no sólo murió por una negligencia médica, sino que fue asesinado. La pista la obtuve por este trocito de papel. –dijo Sakura mostrándole el pequeño papel resguardado en la bolsita de plástico. –Esta nota la dejó el abogado Eriol HIragizawa. En resumen, mi padre murió por el fármaco que Hien Li te pidió que le consiguieras. Es lo que quiero probar.

–¿Tienes idea de lo que estás diciendo? Si el Profesor Li se entera de esto…

–Lo sé. –la interrumpió Sakura.

–En el peor de los casos podrías acabar como tu padre o como Eriol.

–Soy muy consciente de las consecuencias que esto puede acarrearme. –dijo Sakura.

–Márchate. –le pidió Kaho, a pesar de admirar la valentía y el riesgo que Sakura estaba corriendo por hacerle justicia a su padre.

–Necesito tu testimonio. –dijo Sakura. Kaho se giró para coger su teléfono móvil.

–Si no te marchas, llamaré a Hien ahora mismo. –amenazó Kaho.

–No lo llamarás. No lo harás porque no te has olvidado de mi padre.

–¿De qué estás hablando?¿Cómo puedes estar tan segura de eso?

–Por el reloj de bolsillo que siempre estás mirando. –Sakura introdujo su mano en el bolsillo y sacó el reloj dorado. –Siempre que estás a solas te pones a mirarlo. Pero en realidad no miras la hora, sino la inscripción que tiene grabada: Mañana será un día mejor. Durante estos quince años, lo que te ha mantenido con fuerza para seguir cuidando de tu marido han sido las palabras de mi padre.

Flashback.

Kaho Mizuki estaba destrozada. Su marido acababa de sufrir un nefasto accidente de ascensor por salvarla a ella. El sentimiento de culpa no la dejaba vivir. Además, era poco probable que su marido despertara y no sabía cómo se las arreglaría para trabajar y cuidar a su marido sin ninguna clase de apoyo.

Kaho, quédate este reloj. –le dijo Fujitaka al visitar a su compañera en la habitación donde yacía su marido mientras le ofrecía un reloj de bolsillo dorado. –No importa lo desesperante que la situación pueda llegar a parecer, estoy seguro de que algo cambiará con el tiempo. Ten paciencia. Encuentra algo que te haga feliz cada día, aunque sea algo pequeño, y vive día a día. Si puedes hacer eso, mañana será un día mejor.

Kaho se emocionó con aquellas palabras.

Fin del flashback.

Al igual que aquel día de hacía quince años, Kaho volvió a emocionarse al recordar aquel momento y las lágrimas amenazaban con caer. En aquel entonces, Fujitaka fue la única persona que le transmitió algo de apoyo y esperanza, y con ese reloj con la inscripción, el padre de Sakura se aseguró de que aquella esperanza permaneciera en el tiempo.

–Hazlo por la memoria de mi padre. Ayúdame. –dijo Sakura haciendo una inclinación.

Kaho miró a su marido con los ojos llorosos y después le pidió a Sakura salir al patio. Kaho accedió a darle una explicación. De todas formas ya lo sabía todo.

–El día después de que se supiera que Touya sería un paciente de larga duración, el Profesor Li contactó conmigo por medio de un correo electrónico. En él me pedía que le consiguiera catecolamina para el día siguiente y que me asegurara de no dejar registros. Yo sólo hice lo que me pidió. Estaba demasiado asustada como para preguntarle para qué la quería. Al día siguiente, Fujitaka murió. Cuando vi que se lo llevaban sangrando en una camilla hacia el quirófano me di cuenta para qué la quería y que cometí un error irreparable. Pero no se lo podía decir a nadie. Estaba aterrorizada por perder a mi marido.

–¿Tienes algo que pruebe lo que me acabas de contar? –preguntó Sakura.

–Sí. El correo electrónico que me envió Hien fue enviado desde un ordenador del hospital. Lo guardé en una tarjeta SD. Ven a verme frente a mi apartamento mañana a las seis de la mañana. Te la daré para que la uses como quieras.

–Muchas gracias. –agradeció Sakura. Después sacó el reloj de bolsillo. –Esto es tuyo.

–¡Espera! –la llamó Kaho cuando Sakura emprendió el camino de vuelta. –Todo este tiempo ha habido algo que quería decirte. Me prometí a mí misma que si alguna vez conocía a la hija de Fujitaka Kinomoto, debía disculparme con ella. Así que te pido perdón por haberte arrebatado a tu maravilloso padre. Lo siento.

Sakura volvió la mirada y vio a Kaho con la cabeza gacha por la reverencia.

–Cuida de ese reloj, por favor. Creo que es lo que mi padre hubiera querido. –dijo Sakura. Kaho abrió el reloj y volvió a ver la inscripción. Luego miró a Sakura, cuyo rostro le devolvía una sonrisa amable que le recordó a las que alguna vez le ofrecía Fujitaka. Entonces supo que estaba perdonada.

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Meiling estaba decidida a investigar más a Sakura. Según le dijeron por teléfono, no constaba ninguna Sakura Asumi entre los alumnos egresados, por lo que decidió personarse directamente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Toto y pedir el anuario de antiguos alumnos de la promoción de Sakura. Tras revisar durante un rato el anuario, por fin vio su fotografía, pero la foto no correspondía con el nombre que ella conocía. Acababa de descubrir que el verdadero apellido de Sakura no era Asumi, sino Kinomoto.

Tras ese gran descubrimiento, llamó por teléfono.

–¿Profesor Li?

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Sakura acudió puntual al apartamento de Kaho Mizuki, pero diez minutos habían pasado y Kaho no dio señales de vida. Al ver que no salía, decidió tocar el timbre, pero tampoco abría nadie. La castaña probó suerte y vio que la puerta estaba abierta, pero el apartamento estaba completamente vacío.

Ante aquel panorama, salió corriendo hacia el hospital y se dirigió directamente hacia la habitación de Touya Mizuki temiéndose lo peor. El mundo se le vino abajo al ver que la habitación estaba libre y recogida. Se había expuesto para nada.

–Kaho ya no está en este hospital. –dijo Hien. –Tanto ella como su marido han sido trasladados a un hospital en una zona más rural. Qué pena, ¿no? ¿Sakura Kinomoto?

Entonces le mostró una tarjeta SD que rompió ante sus ojos.

–En cuanto a tu futuro, ya hablaremos.

Continuará…