Capítulo 7

Una semana despues

Los rayos del sol se filtraban tímidamente entre las hojas de los árboles del Campamento Mestizo, dibujando un mosaico dorado en el suelo de la cabaña de Poseidón. Percy, con el rostro aún marcado por el sueño y una sonrisa traviesa en sus labios, se despertó bajo la cálida caricia del sol. Un leve gruñido escapó de su garganta, no por la luz en sí, sino por la certeza de que Apolo había sido el responsable de tan peculiar despertar.

"¡Despertarse con un rayo de sol en la cara cortesía del dios del rencor! ¡Qué detalle!", pensó Percy con sarcasmo. A pesar de la molestia y de la reciente decisión del dios del sol de aprobar la relación con su hermana en el Consejo, aún está el recuerdo fresco en su mente.

Percy no se inmutó. Su mente aún estaba nublada por los recuerdos de su cita con Artemisa, que se había extendido por cuatro días. Una sonrisa se dibujó en sus labios al recordar las risas, sus paseos y citas que habían compartido en la isla de Cefalonia. "Cuatro días de sol, arena y la diosa más hermosa del Olimpo. Ni Apolo con su arco y flechas podría haberme quitado esa sonrisa", se dijo con ironía.

Habían pasado tres días desde que él y Artemisa regresaron de su viaje a la isla de Cefalonia en Grecia, y todavía podía sentir el calor de su abrazo de despedida de esa misma madrugada antes de que saliera el sol. A pesar de estar ocupada con sus deberes como cazadora, Artemisa se las había arreglado para visitarlo en la cabaña 3. Cada noche, se acurrucaba a su lado bajo las mantas, y conversaban hasta que el sol asomaba por el horizonte.

En esos momentos, Percy se sintió completo, como si la diosa de la luna llenara un vacío que ni él mismo sabía que existía. "La luna atrae las mareas, y ella atrajo mi corazón", reflexionó con una mezcla de ternura y sarcasmo.

Sin embargo, no todo era perfecto. La sombra de Zeus se cernía sobre ellos, una amenaza constante que teñía su felicidad de un tono agridulce. La decisión de Zeus de mantener a Artemisa bajo su control era un recordatorio constante de la fragilidad de su relación. "Zeus, el rey de los dioses, jugando a ser el padre celoso. ¡Qué cliché!", pensó Percy con amargura.

En ese preciso instante, Nico irrumpió en la cabaña, como un huracán de sarcasmo y humor negro, disipando los pensamientos de Percy.

"¿Qué está pasando?", preguntó Percy en voz alta, con un tono entre dramático y cómico.

"¡Buenos días, perezoso!", saludó Nico con una sonrisa burlona. "¿Qué tal la cita interminable? ¿Te convertiste en jackalope por error?"

"No me molestas, Nico", gruñó Percy mientras se dirigía al baño, con el ceño fruncido. "Estoy tratando de recordar si dije o hice alguna estupidez en las últimas 72 horas desde que regresó al campamento".

"Tranquilo, Percy", dijo Nico con una sonrisa traviesa. "Estabas tan embobado con Artemisa que dudo que ella haya notado algo más allá de tu sonrisa de bobo enamorado. Aunque, con la cara de tomate que tienes ahora, seguro no pudo evitarlo."

Percy se sonrojó tanto que su rostro se asemejó a un tomate a punto de explotar. La sonrisa de Nico se expandió como una pizza familiar, y su ácido humor era tan picante como una salsa habanero.

"Pero hablando en serio", continuó Nico, con un tono más serio, "deberías tener cuidado. Apolo no estará nada contento con la extensión de la cita. Ya sabes cómo se pone cuando le quitan su juguete favorito".

"Lo sé", dijo Percy con un suspiro. "Pero no me importa. Me he enamorado de Artemisa y no voy a renunciar a ella por nada ni por nadie. Ni por Apolo, ni por Zeus, ni por el mismísimo Hades."

Nico se quedó en silencio, pensativo. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en las repercusiones de la relación de Percy con Artemisa.

"Sal, me quiero bañar", dijo Percy, sintiéndose incómodo por el silencio sepulcral que se había apoderado de la cabaña. Al oír esas palabras, Nico salió de la habitación, riéndose entre dientes, dejando a Percy solos con sus pensamientos.

Se levantó de su cama y se dirigió al baño, tarareando "It's My Life" de Bon Jovi a todo pulmón. La canción resonaba en su cabeza, mezclándose con las dudas que lo atormentaba.

Mientras se duchaba, una ola de sensaciones extrañas lo recorrió. Su piel se sentía más firme, como si estuviera hecha de acero. Sus músculos se definían bajo la espuma, como si estuvieran esculpidos por la mano de un artista divino. Y cuando se miró en el espejo, lo que vio lo dejó sin aliento. Sus ojos verde mar brillaban con una intensidad inusual, como si reflejaran la luz de una luna llena.

"¿Qué me está pasando?", se preguntó en voz alta, con una mezcla de asombro.

Salió de su cabaña con la velocidad del rayo, impulsado por la necesidad de respuestas. En el camino al comedor, se encontró con Nico, quien lo observó con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

"¡Oye, Percy!", saludó Nico con entusiasmo. "¿Qué te pasa? Pareces... ¿confundido?"

"No lo sé", respondió Percy, frunciendo el ceño. "Me siento más fuerte, más rápido. Y mis ojos..."

"Tus ojos se ven increíbles", lo interrumpió Nico, con un tono de admiración en su voz. "Brillan como la luna en el mar. Y tu piel... parece más firme, más radiante."

Las palabras de Nico resonaron en la mente de Percy como un eco de su propia duda. La luna. Artemisa. La diosa de la caza y la luna. Y él, hijo de Poseidón, dios del mar.

¿Podría ser que Artemisa lo hubiera bendecido con un toque de su poder divino? ¿O dormir a su lado lo había impregnado con su aura divina? ¿O tal vez su padre, Poseidón, había intervenido para protegerlo después de la tormenta en el Consejo?

"No lo sé", pensó Percy, con la incertidumbre nublando su mente. "Lo único que sé es que necesito respuestas. Y las tendré esta noche, cuando Artemisa llegue."

Comedor del Campamento Mestizo:

Ambos llegaron al comedor y se sentaron junto a Nico, en una mesa apartada del bullicio general. Los campistas aún murmuraban sobre el regreso de Percy, algunos con admiración, otros con recelo. El brillo plateado que lo había sacado del campamento y su regreso envuelto en misterio seguían frescos en la memoria de todos.

"Percy, necesito hablar contigo", le dijo Nico con urgencia, su voz apenas un susurro por encima del ruido del comedor.

"Es sobre Thalía, ¿no es verdad?", respondió Percy, con una mezcla de intuición y preocupación en su mirada. Nico ascendiendo, con la expresión sombría.

"Es complicado", comenzó Nico, jugando nerviosamente con su tenedor. "Ella está dispuesta a dejar la caza para salir conmigo. No sé cómo Artemisa se lo tomará cuando su teniente abandone la cacería."

Percy frunció el ceño, pensativo. La noticia lo llenó de una mezcla de emociones: sorpresa, alegría por Nico, pero también una pizca de tristeza por Artemisa en la posible pérdida de Thalía en la cacería.

"Por más que quiera ayudarte, no puedo meterme ahí, ¿lo sabes?", dijo Percy con seriedad. "Tienen que resolverlo ustedes dos. Además, Zeus se pondrá más furioso de lo que ya está.

Un hijo de Poseidón saliendo con Artemisa es suficiente para él. Lo que menos quiere ahora es un hijo de Hades saliendo con su otra hija."

Nico se rio a carcajadas, un sonido que contrastaba con la tensión del momento.

"¡Por supuesto! Tal vez debía hacer un plan para robar a una hija de Zeus del campamento de las cazadoras y llevarla al dominio de mi padre", dijo con sarcasmo.

"De tal padre tal hijo", replicó Percy con una sonrisa divertida, "pero no cuentes conmigo para eso. No quiero que Artemisa se enoje conmigo".

Ambos terminaron su desayuno en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

En ese preciso momento, irrumpiendo en la burbuja de pensamientos de los dos primos, Annabeth hizo su entrada estelar, lanzando a ambos una mirada que desprendía cálculos, estrategias y una pizca de rencor.

Estaba al tanto de los acontecimientos recientes en el campamento, gracias a sus omnipresentes hermanos, y estaba dispuesta a obtener algunas respuestas, incluso si eso significaba pisotear algunos sentimientos.

"Jackson, ¿dónde se ha metido tu querida novia? Tengo unas cuantas cosas que decirle desde la última vez que nos cruzamos", espetó Annabeth con un tono que bordeaba el gruñido, como si fuera la reina de las abejas dirigiéndose a un zángano descarriado. .

Percy, con el corazón latiendo con una mezcla de aprensión y desdén, tragó saliva antes de responder. "Ella... está visitando a su madre", mintió, evadiendo su mirada penetrante. Su relación con Annabeth era un laberinto de complicaciones; un pasado que había sido pareja y amigos, un vínculo que se había quebrado tras una ruptura unilateral por parte de ella.

A pesar de todo lo que había hecho por ella, Percy había enterrado sus sentimientos hacia Annabeth después de sus hirientes palabras: "Yo no era suficiente para ella". La indiferencia en su voz había llenado el vacío dejado por el dolor; La vida de Annabeth le resultaba indiferente tras lo sucedido.

Si no fuera por Luna, quien había curado su corazón herido con su cariño y comprensión, Percy dudaba de su propia supervivencia. La dinámica entre Annabeth y Luna era como mezclar agua con aceite: conflictiva e inflamable.

Desde el momento en que Luna descubrió quién le había roto el corazón a Percy, no dudó en perseguir a Annabeth por todo el campamento, armada con arco y flechas y armada con dagas y un arsenal de sarcasmo punzante. Sus encuentros siempre terminaban en disputas, ya fueran verbales o físicas, destacando por el sarcasmo punzante de Luna frente a la arrogancia inquebrantable de Annabeth.

"Me pregunto si Artemisa recuerda esos momentos", pensó Percy con un suspiro cargado de resignación y una punzada de dolor al ver a Annabeth, intentando desviar la conversación. "¿No estabas en Nueva Roma estudiando arquitectura?"

"Lo estaba, pero mi madre me ha llamado al Olimpo", respondió Annabeth, su voz teñida de un orgullo indiscutible, como si su presencia en el Olimpo fuera un asunto de vital importancia para el destino del mundo.

"Si tu 'querida novia' no está aquí, entonces me marcho. No tengo tiempo que perder con ustedes, par de tontos." Con esas palabras, Annabeth se dio media vuelta, dejando tras de sí un aire tenso, cargada de palabras no dichas, heridas aún abiertas y el eco de su arrogancia resonando en los oídos de Percy y Nico.

"¿Estás bien?", preguntó Nico con genuina preocupación, observando la evidente inquietud de Percy.

"Lo estoy", respondió Percy con una sonrisa forzada, tratando de ocultar la tormenta que se arremolinaba en su interior. Nico, con su perspicacia habitual, no se tragó la mentira. Ambos tenían sus propios problemas en los que pensar, sin necesidad de añadir más preocupaciones.

A lo largo del día, Percy luchó por concentrarse en las actividades del campamento. Su mente era un torbellino de dudas, preguntas y nuevas sensaciones. Las habilidades que había descubierto después de su despertar lo inquietaban. ¿Era una bendición de Artemisa? ¿Un efecto del aura divina de Luna? ¿O una intervención de su padre, Poseidón?

Mientras grababa la conversación con Annabeth, una nueva teoría se formó en su mente. "Quizás se fue tan rápido porque vio el cambio en mis ojos", pensó Percy mientras entrenaba "O tal vez estoy pensando demasiado".

En las actividades de entrenamiento y las clases de combate, Percy notó una diferencia notable en sus habilidades. Sus movimientos eran más precisos, sus reflejos más rápidos, como si estuvieran en perfecta sincronía con el flujo del mar y la luna. Se sintió más fuerte, más ágil, como si hubiera despertado un poder dormido en su interior.

Buscando un poco de paz, Percy decidió dar un paseo por el campamento después de la cena. La luz de las antorchas creaba un ambiente cálido y acogedor. De repente, se encontró con Artemisa, con la apariencia de Luna, quien lo saludó con una sonrisa radiante que iluminó la noche.

"Nota del Autor: Este capítulo puede que sea una versión preliminar. La trama de este no cambia, solo se arreglarán los errores ortográficos que pude dejar. Me disculpo por los errores ortográficos que puedan haber encontrado al leerlo.

Estoy en busca de lectores beta dispuestos a colaborar conmigo. Tengo escrito hasta el capítulo 9, pero necesitan ser revisados antes de ser subidos. Preferentemente, busco hablantes nativos del español. Sé que hay gente que habla otros idiomas que está leyendo mi fanfic. No es por discriminar ni nada, pero mis borradores pueden ser algo confusos para alguien que no sabe español de forma nativa. Estoy escribiendo a lo loco, hacía tiempo que no me inspiraba tanto.

Si estás interesado, por favor envíame un mensaje privado con tus ideas y recomendaciones en la sección de comentarios.

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