En las profundidades de las instalaciones de la Sociedad de Almas, el prisionero más temido de los últimos tiempos alcanzó a escuchar unos pasos apresurados. Sonrió. Hacía bastante que no sentía la presencia de otro repugnante ser vivo miembro de los altos mandos. Continuó leyendo. La prisión donde actualmente se encontraba luego de ser sellado era amplia. Tenía incluso su propia biblioteca con libros que ya había releído miles de veces, pero que era su consuelo para matar el tiempo.

Levantó su vista una vez que una figura regordeta se posó del otro lado de la barrera. Aizen cerró el libro con fuerza, demostrando que tenía su atención.

-Aizen…. Imagino qué sabes por qué estoy aquí.

El castaño levantó la mirada.

-Me hago una idea. Sin embargo, en este lugar las noticias no suelen llegar muy rápido. - Respondió con fingida ignorancia.

-Ulquiorra se convirtió en el Rey de Hueco Mundo ahora que no estás. - Aizen sonrió. Eso lo veía venir. Era una variante que siempre tuvo presente en sus planes. - Y no solo eso… Tomó a Orihime Inoue como esposa y esperan un bastardo híbrido.

Oh, eso sí que lo tomó por sorpresa. Si bien fue un experimento que quiso llevar a cabo cuando secuestró a la mujer humana, al enterarse que Ulquiorra había sido derrotado desechó la idea. Eso sí, siempre quedó en él la intriga de lo que pasaría si los poderes del murciélago y la princesa humana se unieran; ya había tenido una ligera muestra cuando perdió sus poderes por unos minutos.

-Vaya, vaya… No perdieron el tiempo. - Soltó burlón.

-¡Déjate de tonterías! - Exclamó. Maldecía que la Sociedad aún mantuviera a ese traidor en sus dominios. - Estudiaste a los Hollow durante muchos años, ¿qué sabes sobre los híbridos? ¿Será un ser como Kurosaki Ichigo? - Interrogó.

Aizen tocó su mentón pensativo. Se tomó unos minutos analizado el probable contexto que actualmente se estaba desarrollando.

-No, definitivamente no será como Kurosaki Ichigo… - El anciano sonrió satisfecho. - Será un ser cuyo poder lo sobrepase desproporcionadamente. - La sonrisa se transformó en una mueca de miedo. - Si Ulquiorra regresó a la vida, significa que debe tener una evolución más. Los Hollow son una especie cuya alma evoluciona eternamente; si llegó a convertirse en el Rey de Hueco Mundo estoy seguro de que sus poderes podrían superar a los míos.

-¿Cómo es posible?... - Preguntó visiblemente nervioso. Lo que más turbó al anciano fue comprobar que las palabras de Aizen eran ciertas. Él mismo fue testigo de la pelea entre Ulquiorra Cifer e Ichigo Kurosaki, misma que terminó en un supuesto empate, pero que solo les demostró el nivel de poder superior que actualmente poseía el Hollow regente.

-Son una especie peligrosa. - Respondió sin darle mucha importancia. - Ahora… Si su riatsu y el de Orihime se mezclaron y están presentes en esa criatura, es seguro que podría destruir a la Sociedad de Almas. En una ocasión, incluso yo, el gran Aizen, me vi vulnerable ante la unión de esas energías.

El anciano cayó sentado en el suelo. Temblaba a más no poder ante el miedo. No podía ser posible que un ser así pudiera existir. Ellos… Las Sociedad de Almas debía exterminar a los Hollow, a Orihime Inoue y el bastardo que llevaba en su vientre antes de que éstos se volvieran en su contra e iniciaran un ataque.

Una vez que estuvo a solas, Aizen empezó a reír… A lo mejor su libertad estaba más cerca de lo que esperaba.

-Aunque… supongo que ahora deberé servir a ese interesante ser. - La idea no le desagradó.

. . .

Ichigo regresaba de entregar un informe cuando encontró en su escritorio una cita. Se convocaba a toda la población guerrera de la Sociedad de Almas: capitanes, miembros de escuadrones, guerreros y aprendices; a trasladarse hasta Hueco Mundo con el fin de llevar a cabo el exterminio de la "peligrosa raza hollow" y de la traidora Orihime Inoue ante supuestas pruebas de querer romper el acuerdo de paz.

-Esto no puede ser cierto. - Comentó Rukia sin poder creerlo. En su brazos, el hijo que procreó con Ichigo descansaba tranquilamente, ajeno a la tormenta de emociones por la que atravesaban sus padres.

-Estoy seguro que esas supuestas pruebas no existen. - Afirmó. - Pero, me parece extraño que quieran iniciar una guerra justo ahora.

-Sin lugar a dudas, algo debió ocurrir en Hueco Mundo. Algo que los hizo temer. - Razonó la pelinegra.

-Si, también pensé lo mismo.

-¿Acaso piensas ir? - Preguntó interesada. En su caso, estaba bajo una licencia de maternidad, así que no fue convocada.

-Iré. - Rukia lo miró mal de inmediato. - Sin embargo, iré a advertirles sobre esto. De todas maneras, también me negué a participar y la Sociedad me suspendió. - Reveló. Ichigo tomó la diminuta mano de su hijo de cabellos naranja oscuro y sonrió con ternura. - Esos dos son muy fuertes, pero si llegasen a necesitarnos nos convertirían en traidores también. Me preocupa que no pueda crecer a salvo. - Confesó refiriéndose a su hijo.

-Una amiga me contó de un lugar. "Aunque no lo parezca, Hueco Mundo es muy agradable y Las Noches es un lugar enorme" - Citó a Orihime. - Supongo que mi amiga podría alojarnos un tiempo.

Ichigo rió. ¿Vivir bajo el mismo techo que Ulquiorra? Eso sin duda era una locura, pero tampoco sonaba tan descabellado. En realidad, nunca odió al Hollow, pero si sentía cierta rivalidad hacia él por sus poderes.

Una vez que él y Rukia tomaron su decisión, Ichigo partió al desierto blanco.

. . .

Orihime observaba la blanca arena ser movida de un lado a otro por el viento. Sus orbes grises reflejaban preocupación. Dos días. En dos días la Sociedad planeaba invadir Hueco Mundo, lo que significaba que una guerra se libraría. Acarició su barriga abultada. Su bebé nacería en las próximas semanas según le informó Szayelaporro por lo que Ulquiorra le había ordenado permanecer en cama para evitar cualquier altercado. Orihime sintió una patada en su barriga. Sonrió con ternura.

-Lo siento, lo siento. Sé que a esta hora él debería estar aquí con nosotros, pero papá está en una reunión importante. Él se está esforzando mucho por protegernos, por protegerte a tí. - Le habló con tranquilidad.

Los últimos días, Ulquiorra y ella se sumergieron en una rutina donde el pelinegro, antes de dormir, la acompañaba y acariciaba su vientre abultado.

- "¿Qué haces?" - Le había preguntado curiosa al notar la interacción.

- "Sabe que soy su padre. A su manera, habla." - Reveló el pelinegro con tranquilidad. Orihime se incorporó emocionada.

- "¿Qué te dice?"

- "Quiere conocernos pronto." - Respondió escuetamente. Ulquiorra sabía de antemano que con esas simples palabras, su mujer saltaría de la felicidad y no es que le mintiera. En efecto su cría se comunicaba con él y le decía lo mucho que quería ver a sus progenitores, sin embargo, tenía un deseo aún mayor, uno relacionado a su naturaleza Hollow: Alimentarse de carne y almas.

Como cualquier Hollow en su etapa temprana, su cría buscaba alimentarse desesperadamente. Probar el sabor de la carne, de la sangre, de las almas. Por el bienestar mental de su mujer, decidió omitir esta información. Una vez que Orihime diera a luz, él se encargaría de llevar a su cría de caza. Desconocía a ciencia cierta si al ser un híbrido existiera un cambio notorio, pero las crías Hollow que nacían de aparearse eran feroces depredadores a las pocas horas de venir al mundo.

-Yo también me aseguraré de protegerte, cariño. Así que no seas tan impaciente. Ya veo que heredaste el carácter fuerte de tu padre. - Se rió mientras sentía las constantes patadas. Su bebé estaba haciendo todo un berrinche.

Los preparativos para enfrentar a la Sociedad de Almas terminó pasadas de la media noche. Ulquiorra se acercó a la enorme cama donde su mujer dormía plácidamente. Sonrió. Las únicas preocupaciones de su reina debían ser velar por su cría, él se encargaría de masacrar a los shinigamis para asegurar la continuidad de su raza. Ulquiorra sintió el llamado de su cría a través de una pequeña cantidad de riatsu que ésta liberó. Se acercó con cuidado y colocó su mano sobre la barriga.

-No puedes. - Negó contundente luego de unos segundos en los que recibió el mensaje. - Serás fuerte, puedo sentirlo, pero no te llevaré al campo de batalla. Eres muy joven. - Una patada fue la respuesta que recibió. - No te atrevas a cuestionar mi autoridad. Tú protegerás a tu madre. Exacto. Nadie fuera de tí o de mi puede tocarla, es nuestra reina.

Orihime se levantó minutos después al sentir un peso recostarse a su lado.

-Bienvenido, querido. - Saludó con dulzura. - Hizo un berrinche porque no estabas aquí. Me costó calmar a este bebé. - Le contó, ajena a la conversación entre padre e hijo que minutos antes se había desarrollado.Sí, su cría era un varón. Se enteró en uno de sus tantas interacciones, pero guardó el secreto por respeto al deseo de Orihime de saber su sexo hasta el día del alumbramiento. - Siento que será todo un desafío cuando crezca.

-No te preocupes, te obedecerá. Ahora relájate y duerme, debes descansar. - Contrario a la orden de su esposo, Orihime se incorporó. Posó sus labios sobre los masculinos e inició un beso lento y sensual. A decir verdad, ella también había estado deseosa de ver a Ulquiorra, sus hormonas las estaban volviendo loca. - Mujer… - Advirtió el pelinegro.

-Estás tenso por la batalla, puedo sentirlo… - La voz dulce de Orihime le causó un cosquilleo en la piel. - También necesitas relajarte y descansar.

Sus pechos, que habían crecido aún más producto del embarazo, se presionaron deliciosamente sobre su torso. Ulquiorra sintió a través de la delgada tela de dormir los pezones erectos de su mujer. Afortunadamente, Orihime fue una de esas mujeres a las que el embarazo le favoreció. Curvas más pronunciadas, caderas anchas, pechos grandes, incluso su trasero creció. El riatsu Hollow corriendo por sus venas enmarcó estas características en la Reina, haciéndola irresistible para más de un habitante de Hueco Mundo, pero especialmente un imán erótico para Ulquiorra.

El pelinegro no se hizo de rogar y la tomó hasta que la pelinaranja cayó dormida en su brazos. Perlada en sudor, con la respiración agitada, satisfecha. Él por su parte hizo lo propio y durmió. Estaba seguro de que en los días venideros no dormiría.

. . .

No fueron dos días como Ichigo había informado. El ejército adelantó su llegada a Hueco Mundo. Su fuerza se redujó considerablemente ya que varios capitanes importantes así como sus comandantes cercanos se negaron a participar. El mismísimo Ichigo se rehusó lo que causó que lo suspendieran, sin embargo, él se aseguraría de que tanto él como todos lo que se opusieron a la orden directa fueran tachados de traidores y asesinados en conjunto con la raza Hollow.

El anciano fungió como líder del ejército. Dividió a sus soldados en tres grupos: uno para atacar el frente y dos para los costados. Su intención era aprovechar el factor sorpresa, sacar a las Espadas de su fortaleza en Las Noches y asesinar al objetivo principal: Orihime Inoue. Mientras avanzaban cautelosos, les llamó la atención el hecho de que ningún ser vivo se alcanzaba a ver, ni siquiera la peligrosa fauna.

-Señor, siento que algo no anda bien. - Le dijo uno de los soldados quién estaba reemplazando el puesto de Rukia. -Durante los patrullajes perdimos hombres a los pocos días de enviarlos por las bestias salvajes, es extraño que no haya ninguna.

-Es imposible que supieran que veníamos. Incluso adelantamos la fecha de llegada. Deben estar tan confiados que ni siquiera montaron guardias. - Le respondió el anciano incrédulo, confiado en que su plan no tendría fallas.

Alcanzaron a ver el imponente castillo de Las Noches. La blancura cegadora del medio natural les impidió ver con claridad el cúmulo de Hollow, en diferentes etapas de evolución, rodeando la base inferior. Dormidos, en aparente calma, supuestamente ajenos a la invasión.

El retumbar de la arena rompió el silencio y el grito desgarrador de los soldados anunció el ataque por parte de la raza Hollow.

. . .

Orihime bajaba las escaleras despacio acompañada de Szayelaporro y dos doncellas más. Había sido orden expresa de Ulquiorra que la trasladaran a lo profundo del castillo. En cuanto Orihime despertó y notó a su marido ausente sospechó, pero una vez que las doncellas vinieron por ellas supo de inmediato que la guerra cayó sobre las tierras. Mientras caminaban Orihime sintió el retumbar de las tierras y su corazón se encogió ante la preocupación.

-Mi señora… - Habló el peli rosa al notar que Orihime se detuvo. - No se detenga. Pase lo que pase nuestra victoria depende de que usted esté a salvo. Tenemos poder suficiente para acabarlos.

-No dudo de nuestro poder. - Respondió de inmediato Orihime. - Pero ese hombre está al mando y sé que es un cobarde que recurre a artimañas.

-Ninguna artimaña será suficiente contra Ulquiorra-sama.

Orihime sonrió contagiándose del optimismo del científico. Afuera, una de las guerras más sangrientas jamás vistas en Hueco Mundo se desarrollaba. Por primera vez el espacio blanquecino se teñía de rojo ante la sangre derramada. Ulquiorra permanecía en la retaguardia cerca del castillo, protegiéndolo. Notó que el grupo del frente enemigo era muy pequeño; ningún estratega iniciaría una batalla con tan pocos soldados por lo que era seguro que las tropas fueran divididas para atacarlos desde diversos flancos.

Orihime detuvo su paso abruptamente. Con cada retumbar la criatura en su interior se removía intensamente. Un primer grito alertó a la Espada.

-¿Qué pasa? Aún no es tiempo. - Se quejó Orihime sostenida por las doncellas.

-Mi predicción solo era un aproximado, mi señora, pero es decisión de la criatura si se siente lista para salir. - Szayelaporro se excusó. La guerra… La sangre en el aire debía estar estimulando a la cría a salir. Eso significaba que la sangre Hollow era fuerte. Podía tratarse de un híbrido, pero era más Hollow que humano. Eso lo llenó de una alegría indescriptible. - ¡Vamos! La Reina está a punto de dar a luz. Traigan todo lo necesario para su alumbramiento. - El peli rosa alzó a Orihime. - ¡Tú! Ve y avisa al señor Ulquiorra.

-¡No! - Rebatió la peli naranja. - S-Si lo hacen… Podría distraerse y… ¡Ah! - Gritó de dolor.

-Le aseguro que será una motivación. Ahora le pido que no retenga más lo inevitable. Traiga a este mundo a nuestro heredero.

Cuando por fin había recostado a Orihime en la cama la ardua labor empezó. Afuera, el cielo se tornó negro. Los rayos azotaban las tierras y la lluvia torrencial lavó la sangre. Tal como lo predijo, dos legiones atacaron por los costados, pero Ulquiorra en compañía de Coyote Stark lograron acabar con ellos en pocos minutos. El pelinegro buscó con la mirada a su presa, ubicándolo al final de la tropa frontal. Ahí estaba; el anciano quien primero utilizó a Orihime como cebo para hacerlo luchar se presentaba en sus dominios con la intención de acabar con su Reina y su heredero.

-Serás una gran ofrenda para mi hijo… - Murmuró para sí mismo. - ¡Stark! Órdénales que retrocedan. Deja que se acerquen al palacio.

-La señora está dando a luz… - Comentó sin comprender. Quizá Ulquiorra no estaba enterado.

-Lo sé. Y mi hijo será quien dé el golpe final.

Gritos desgarradores, su frente perlada en sudor, su respiración agitada. Estaba siendo difícil para ella traer a su bebé al mundo. Aún con el riatsu Hollow en su sangre sentía que la destrozaría. Szayelaporro no dejaba de sonreír. Con solo ver la coronilla de la criatura descubrió que ésta venía en su forma Hollow, contrario a la forma humana que hace pocos meses les mostró.

-Falta poco mi señora. La cabeza está saliendo. Lo demás será sencillo. ¡Puje!

Obediente, Orihime pujó con todas sus fuerzas y cuando sintió que no podía más, un potente llanto inundó sus oídos. Sus preciosos ojos grises se llenaron de lágrimas y todo dolor desapareció. Su bebé llegó al mundo y con ello una energía poderosa se esparció por todo Hueco Mundo alcanzando a la legión de la Sociedad de Almas, las cuales perdieron sus poderes, lo que fue aprovechado por los Hollow para acabar de manera definitiva con el enemigo.

Szayelaporro observó maravillado al niño. Qué ser tan aterradoramente poderoso. En su diminuta cabeza se alzaban dos cuernos similares a los que tuvo su padre en sus fase salvaje; un par de alas y una cola blancas; su cabello negro como la más oscura noche y sus pequeños ojos grisáceos eran adornados por una pupila vertical, mientras que dos líneas negras bajaban desde su coronilla hasta su barbilla. Era una mezcla perfecta.

-Es un varón. - Informó entregando el niño a su madre.

Contrario a lo que el científico pensó, Orihime tomó a su pequeño y lo besó con amor genuino. A sus ojos, era lo más bello. Fruto del amor entre Ulquiorra y ella. Sonreía mientras acariciaba los diminutos cabellos negros.

-Cielos… Realmente eres tan parecido a tu padre, mi pequeño.

Cerca de media hora más tarde, Ulquiorra apareció en la habitación en su forma final. Orihime sonrió al verlo, agradecida de que estuviera bien y a salvo. El pelinegro pidió quedarse a solas con su mujer y su hijo. Los orbes esmeraldas detallaron al pequeño, quien era sostenido por su madre. Levantó la mano y acarició con delicadeza la piel infantil.

-Nuestro hijo… - Comentó. Orihime recostó su cabeza en el hombro de su esposo. - Crecerá fuerte y sano. Cesar… Ese es su nombre.

-Es precioso…- Orihime besó la frente de su pequeño.

-¿Lo has alimentado, mujer?

-No. Por más que lo he intentado no ha querido. Estoy preocupada.

-Lo hará pronto. Descansa, necesitas recuperar tus fuerzas, yo me haré cargo de él.

Esta vez, Ulquiorra tomó al niño en sus brazos y esperó a que Orihime se durmiera. Ordenó a las doncellas que llevaran a su mujer a la habitación principal mientras él se dirigía a los calabozos con su pequeño. Una pequeña risa infantil rompió el silencio. Ulquiorra dirigió su vista hacia su hijo y una diminuta sonrisa apareció en su rostro.

-Lo hiciste bien… Mi hijo. Ahora, te recompensaré por proteger a tu madre. Sin embargo, no te acostumbres, debes alimentarte de tu madre y obedecerla. - Ulquiorra abrió una puerta de acero. El anciano dirigente de la Sociedad de Almas se encontraba encadenado. El pelinegro cerró la puerta. - Ahí está tu presa, devorarla a tu gusto.

El anciano gritó asustado al notar al pequeño niño dejar los brazos de su padre. Ulquiorra observó con orgullo a su hijo mientras éste devoraba al anciano y se alimentaba. Debía calmar su naturaleza animal de previo a devolverlo con su madre.

En ese momento, empezaba la época gloriosa para los suyos.


Hellou! Reviví y aquí les traigo el capítulo final. Me gustó dejarle ese final abierto y aún más darle un tono más oscuro a la historia porque nunca estuvo en mis planes que fuese todo color de rosas, sí quería darle un toque más tétrico, especialmente al bebé. Aún así, creo que es adorable jaja.

Agradezco a quines se matuvieron fieles al fic. Lamento mucho la tardanza!

Espero que les guste y lo disfruten leyendo tanto como yo al crearlo. Me encantaría ver algún diseño del hijo de Ulquiorra y Orihime, es un pequeño deseo que adoraría ver cumplido. ¡Nos leemos!