Disclaimer: no soy dueña de los personajes deNanatsu ni del anime y manga. Estos son propiedad de su creador Nakaba Suzuki. Tampoco soy dueña de el Manga y Anime de Inuyasha, son propiedad de su creadora Rumiko Takahashi.

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Capítulo 4: Alianzas.

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-Se podría decir que la razón es simplemente pura curiosidad -respondió repentinamente Merlin con toda calma, rompiendo el tenso silencio.

-¿Curiosidad? -inquirió Kagome centrando su mirada en la bella maga.

-Así es -dijo la ambarina-. ¿Y puedes culparnos? -argumentó-. No cualquiera se enfrenta a los Diez Mandamientos, asesina a uno de ellos y hace huir al resto gravemente heridos -alegó con una mirada evaluadora hacia las dos mujeres, las cuales ni se inmutaron.

-Ya veo -dijo Kagome con un leve asentimiento de cabeza-. En fin, es un placer conocerlos -dijo Kagome con un tono más amable.

Los Pecados, Elizabeth y Hawk le devolvieron el saludo, aunque todavía se podía sentir una ligera tención entre ellos y las dos mujeres.

-Si les parece, los invito a nuestra residencia. Es un palacio en el bosque, no muy lejos de aquí. Allí podremos hablar más cómodamente -ofreció la sacerdotisa.

-¿Estás segura, Kagome? ¿No será peligroso? -preguntó Shiori en voz baja, preocupada.

-No te preocupes, Shiori. No creo que nos ataquen. Y si lo hacen, sabremos defendernos -dijo la bella sacerdotisa.

-Está bien. Confío en tu decisión, hermana mayor -dijo la ojilila.

-Gracias -le respondió ésta con una cálida sonrisa.

-¿Qué dicen ustedes? ¿Aceptan mi invitación? -les preguntó Kagome, mirando al grupo.

-Estoy de acuerdo -aceptó Meliodas despreocupado.

Ban, Diane, Merlin, Escanor y Gowther tampoco vieron ningún problema y aceptaron.

-Yo... yo acepto -dijo King, después de dudar un momento.

-Yo también -dijo Elizabeth sin pensarlo tanto, pues no sentía ninguna mala intención proveniente de las dos mujeres.

-Muy bien -Kagome creó una pequeña brecha en la barrera lo suficientemente grande para que Meliodas y compañía pudiesen pasar. Todos cruzaron la barrera sin problemas, sin embargo, al instante pudieron percibir el nada pequeño nivel de poder que poseían Kagome y Shiori.

-Por aquí por favor -Kagome se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el bosque. Shiori la siguió de cerca.

Los Pecados, Hawk y Elizabeth se miraron y, seguidamente, las siguieron manteniéndose alerta, por cualquier situación que se llegase a presentar, ya que podían detectar dos individuos más con grandes niveles de poder, uno de ellos siendo algo más poderoso que el primero.

A unos ocho metros de la barrera se hallaba el bosque. El sol se filtraba entre las ramas de los árboles, creando un juego de luces y sombras. El aire olía a flores y a tierra húmeda. Los pájaros cantaban y algunos de los animales que habitaban la zona se asomaban curiosos a ver a los visitantes.

Después de caminar un rato más, Meliodas y compañía pudieron vislumbrar un alto muro de piedra algo oculto entre los árboles. Llegaron a una gran puerta de madera que se abrió al acercarse. Al otro lado, había un hermoso jardín con un estanque, un puente y una fuente. Al fondo, se alzaba un majestuoso palacio de estilo japonés, con tejados curvos y paredes de papel.

-Bienvenidos a nuestra residencia -dijo Kagome con orgullo.

-Es un lugar precioso -dijo la princesa Elizabeth, maravillada-. Nunca había visto nada igual.

-Muchas gracias -le sonrió Kagome a la joven de cabellos platinados.

"La arquitectura es muy diferente, nunca había visto un palacio así", pensó intrigada Merlin.

Kagome y Shiori condujeron al grupo por el jardín, pasando por el estanque que contenía hermosos peces de colores. Llegaron a la entrada principal del palacio y entraron.

El palacio era tan hermoso por dentro como por fuera. Los pasillos estaban iluminados por lámparas de papel y adornados con pinturas y caligrafías. El suelo era de madera pulida y las puertas estaban hechas de la misma madera, así como de papel de arroz correderas.

-Disculpe señorita Kagome, ¿solo ustedes dos viven en este palacio? -preguntó Diane, al no ver a nadie más por los alrededores.

-No, también viven aquí varios sirvientes y mis dos hijos -le dijo ésta.

-¿Sus dos hijos? -se sorprendieron los chicos, ya que Kagome se veía bastante joven como para ya ser madre, y de dos niños además.

-así es -asintió Kagome divertida.

-De hecho, aquí vienen -dijo Shiori, señalando a dos figuras que aparecieron por una puerta lateral.

Los Pecados, la princesa y Hawk se volvieron y vieron a un joven adolescente y a un adorable niño. Ambos se acercaban a ellos a paso tranquilo.

-El joven de cabello rojo se llama Shippo y el niño de cabello blanco es el pequeño Shiro -les informó Shiori.

Shippo aparentaba unos dieciséis años, de cabello largo y rojo, el cual llevaba recogido con una cinta de seda y un fleco alborotado que le caía sobre la frente. Tenía unos bonitos ojos verde jade, y una piel clara y lisa. Vestía un kimono masculino azul y blanco, con un obi negro. Su expresión era tranquila y calculadora.

El pequeño Shiro tenía cabello blanco y largo, recogido en una coleta. Tenía ojos azules, y una piel pálida y suave. Vestía un kimono verde y blanco, con un obi amarillo.

-¡Mamá, has vuelto! -exclamó Shiro, saltando al cuello de Kagome.

-Sí, mi amor, he vuelto. Y como puedes ver, he traído visitas -dijo Kagome, sonriendo y acariciando el pelo de su hijo.

-Hola, madre. ¿Quiénes son estos? -cuestionó el mayor con curiosidad.

-Ellos son los caballeros conocidos como los Siete Pecados Capitales, y esta joven es la princesa Elizabeth del reino de Liones -los presentó la azabache.

-Encantado de conocerlos -dijo Shippo con una voz tranquila y educada, haciendo una reverencia-. Espero que se sientan cómodos en nuestra casa.

-H-hola -los saludó el pequeño Shiro con una voz tímida y dulce, escondiéndose detrás de Kagome-. Bienvenidos.

Elizabeth y Diane arrullaron ante lo tierno del adorable albino, haciéndolo sonrojar y esconderse detrás de una divertida Kagome.

-Gracias, lo estamos -les dijo Merlin, con una educada sonrisa.

Los dos recién llegados le devolvieron la sonrisa.

-En fin, vamos - dijo Kagome con una señal de su mano.

La sacerdotisa y la joven mitad demonio reanudaron el camino a la sala de reuniones, seguidas de Elizabeth, Hawk y los Pecados. Shippō y Shiro se quedaron atrás, mirando intrigados a los extraños visitantes.

-¿Qué crees que querrán? -preguntó Shiro con inocente curiosidad.

-No lo sé -respondió Shippō con cautela-. Pero me parece que tiene algo que ver con la demoneza que asesinó Sesshomaru.

-¿La demoneza que asesinó Lord Sesshomaru? -repitió Shiro con sorpresa.

-Sí -asintió Shippo-. En fin, estoy seguro que podremos manejar cualquier situación que se pueda presentar debido a esto.

-Yo también -le dijo el pequeño con una sonrisa-. Todos ustedes son muy fuertes -afirmó.

-Gracias por el voto de confianza -Shippo rió divertido, alborotando los blancos cabellos del pequeño kitsune, quien se quejó haciendo un adorable puchero-. Vamos, no nos quedemos atrás. Sigamos a los demás.

-Sí, vamos -dijo Shiro.

No hubo más charla entre el grupo el resto del camino. -Estamos aquí -anunció de pronto Kagome, mientras empujaba las puertas de una elegante sala con una fina mesa de madera en el centro rodeada de varias sillas de aspecto cómodo. Debido a que la pared de la izquierda de la sala poseía unos enormes ventanales, estaba bien iluminada.

Kagome les indicó a los Pecados, y a Elizabeth que se sentaran en el lado opuesto de la mesa, para poder hablar frente a frente.

En breves minutos, todos se hallaban en sus lugares. El ambiente era ligeramente tenso y silencioso, solo interrumpido por el sonido de las tazas de té que se servían por una joven sirvienta que había aparecido de repente por una puerta lateral.

-Gracias, Sophie. Ya puedes irte -le dijo la azabache con una suave sonrisa.

-Sí, Lady Kagome. -La joven hizo una reverencia y se retiró en silencio.

-Bien, hablemos -dijo la bella sacerdotisa, rompiendo el silencio-. Sé que tienen muchas preguntas sobre nosotros, y nosotros también tenemos algunas sobre ustedes. Pero antes de eso, quiero dejar algo claro: nosotros no somos sus enemigos, ni tampoco sus aliados. Somos viajeros de tierras muy lejanas. Hemos llegado aquí por accidente, y lo único que queremos es volver a casa.

-Es comprensible -la curiosidad de Merlin iba creciendo cuanto más sabía de estos extraños, además ya se había dado cuenta que uno de los individuos de gran poder que habían detectado en cuanto cruzaron la barrera aparte de Kagome y Shiori era ese joven llamado Shippō-. ¿Cómo llegaron hasta aquí? -no pudo evitar preguntar la maga.

-Por medio del pozo Devorador de Huesos -respondió Kagome, tras tomar un poco de té.

-¿El Pozo Devorador de Huesos? -repitió King-. ¿Qué es eso?

-Es una especie de portal, y como su nombre lo dice, es un Pozo. A simple vista no parece la gran cosa y en él se suelen arrojar los restos de demonios y monstruos -explicó la joven azabache-. Aunque esa es la función que se le da en donde nosotros vivimos. Aquí tengo entendido que era un pozo abandonado, ya que está seco y los pobladores no le ven utilidad alguna. Hemos intentado volver a casa por medio del pozo, pero está sellado por una barrera mágica. No sabemos quién la ha puesto ni cómo romperla.

-En pocas palabras, están atrapados aquí -se compadeció King.

-Parece que sí -dijo Kagome-. Pero no nos rendimos. Seguimos buscando una forma de volver a casa. Mientras tanto, tratamos de adaptarnos a este lugar y de ayudar a los que lo necesitan, y vaya que las personas de estas tierras lo hacen, con aquellos demonios atacando las diversas regiones del continente.

-Desafortunadamente estás en lo cierto. La situación general es esta: estamos en medio de una guerra contra los Diez Mandamientos, los representantes del Clan de los Demonios -explicó Merlin-. Dicha guerra lleva siglos librándose entre los diferentes clanes de Britannia: los humanos, los gigantes, las hadas, el Clan de la Diosa y los demonios. Los Diez Mandamientos son los comandantes del ejército de los demonios, y buscan destruir a los demás clanes y someter al mundo bajo su voluntad.

-Ya veo -dijo Kagome, archivando toda esta información en su mente para más adelante.

-Nosotros habíamos sido los únicos capaces de hacerles frente -dijo Escanor, elPecado del Orgullo del León-. Por eso fue grande nuestra sorpresa cuando nos enteramos de lo sucedido con Melascula de la Fe y el resto de los Mandamientos.

-De hecho, pude darme cuenta que cada uno de ellos posee un gran poder -le dio la razón la sacerdotisa.

-Su gran poder no es todo lo que tienen a su favor, al igual que sus números, ellos también cuentan con habilidades especiales llamadas mandamientos, que afectan a cualquiera que los desafíe o que viole sus decretos -les dio a saber Gowther.

-¿Qué tipo de decretos? -preguntó Shiori, intrigada. La joven había estado escuchando la conversación junto con Shippo y Shiro en silencio, prestando completa atención a cada pepita de información dada, ya pensando en crear una segunda barrera, a fin de proporcionar una capa más de seguridad para ellos y los habitantes de la región que protegían.

-Verán -tomó la palabra Meliodas-. Está el de Derieri, el Mandamiento de la Pureza, el cual consiste en que cualquiera que realice actos impuros en su presencia se enferme. El de Estarossa, el Mandamiento del Amor, y su Mandamiento consiste en que cualquiera que sienta odio en su interior ante su presencia perderá todo su poder, volviéndose incapaz de dañar a otros, igual está el de Zeldris, el Mandamiento de la Piedad, cuyo Mandamiento consiste en que si alguien le da la espalda, es considerado como un acto de traición e infidelidad no sólo al mismo Zeldris sino también al Rey Demonio que es representado por él y por lo tanto son sometidos a un estado completo de sumisión y obediencia. -El rubio consideraba que aunque ellos no terminaran siendo sus aliados, si los Mandamientos buscaran pelear contra ellos nuevamente, esta información les sería útil para eliminarlos y eso igual sería beneficioso para él y sus amigos, pues significaría la posible derrota de sus antiguos camaradas. Sabía que lamentaría profundamente el perder a sus hermanos, ya que cabía la muy probable posibilidad de que ellos pudiesen ser asesinados a manos de Kagome y sus compañeros, sin embargo, la guerra era guerra, no obstante, si llegase a presentarse alguna oportunidad en la que pudiese salvar a sus hermanos de todo esto, el ojiesmeralda la aprovecharía sin dudarlo. Ya demasiado les había fallado como su hermano mayor, no habría una segunda vez-. Tenemos el Mandamiento de Monspeet de la Reticencia que consiste en que aquellos que expresen emociones o sentimientos ocultos, quedarán maldecidos y, por último están Gloxinia del Reposo y Drole de la Paciencia. El Mandamiento del primero consiste en que sellará la magia de quien luche por más de veinticuatro horas los siete días de la semana. Y el del segundo consiste en que quien exprese dolor en su presencia se le aumentará el dolor. Como ya se han de haber dado cuenta, solo les dije de seis. Esto se debe a que tres de los Mandamientos ya fueron derrotados por nosotros y ustedes se encargaron de Melascula -se encogió de hombros Meliodas. La mirada del Pecado de la Ira cambió repentinamente a una más seria-. Por esa razón me gustaría proponerles una alianza -declaró.

-¿Una alianza? -dijo Shippo, levantando una ceja.

-Sí -afirmó Meliodas-. Una alianza, con el fin de brindar ayuda en caso de ser necesario, contra los demonios.

-Por supuesto -estuvo de acuerdo Kagome.

-¿Madre/Kagome? -exclamaron atónitos Shippō y Shiori, ante la respuesta de la azabache.

-Tranquilos -dijo la ojiazul, con una suave sonrisa-. Sé lo que hago -les dijo, calmando un poco las preocupaciones de los antes mencionados, a continuación, Kagome fijó su mirada sobre Meliodas-. Acepto la alianza. Espero que podamos trabajar bien entre nosotros. Mucho depende de ello -alegó ésta.

-Así es -dijo alegremente Meliodas, satisfecho de por como estaban saliendo las cosas.

-Je. Será interesante -dijo con una sonrisa Ban, hablando por primera vez durante toda la reunión. El Pecado de la Codicia confiaba en las decisiones de su capitán. realmente no les vendría mal una ayuda extra contra los demonios. La pelea que tuvieron contra ellos en Liones dejó claro la diferencia de poder entre ambos bandos y, los demonios tenían la ventaja, en especial si atacaban por la noche, debido a que Escanor no podría utilizar su poder al máximo y únicamente estarían contando con Merlin y el capitán para lograr hacerles frente. Era molesto contar con la ayuda de completos desconocidos, pero lamentablemente no tenían de otra.

Los pensamientos de los demás iban casi por el mismo rumbo, concluyendo que Meliodas había tomado, en este caso, la mejor decisión dadas las circunstancias.

Con el acuerdo hecho y todo dicho, los Pecados, Hawk y Elizabeth se despidieron por ese día de Kagome y compañía, regresando a la taberna. Ambos grupos reflexionaban sobre todo lo dicho en la reunión, esperando lo mejor de todo aquello, inconscientes de que en unas horas el mal caería sobre todo el este de Britannia.

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Una leve brisa mecía suavemente las copas de los árboles del bosque. El sol lentamente se iba ocultando en el horizonte, pintando el cielo de un tono rojizo.

Repentinamente un pequeño pájaro de papel aterrisó en las manos de Sesshomaru. El peliplata con calma leyó el mensaje que venía escrito en la hoja de pergamino con la que estaba formado el pájaro.

Al terminar de leer, los labios del poderoso lord demonio se curvaron ligeramente en leve disgusto. Éste procedió a derretir la hoja de pergamino con el veneno de sus garras hasta que no quedó nada y prosiguió su camino, reflexionando sobre lo escrito en el pergamino.

"La sacerdotisa a veces podía llegar a ser un verdadero dolor de cabeza. En fin, le permitiría salirse con la suya por esta vez, ya que el bienestar de la manada también estaba en juego. Se hallaban en tierras extrañas, con una guerra en la que ya estaban involucrados, para su total disgusto. No tenía dudas de que aquellos demonios volverían a atacar y sabía que las cosas no serían tan fáciles como en su encuentro anterior. Vería si alguno de ellos era digno de enfrentarse contra Este Sesshomaru, si no, tal y como le dijo a la sacerdotisa, todos ellos se encontrarían con su muerte".

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-Ya todo está listo, mi señor -dijo un demonio postrado ante Zeldris, en la sala del trono.

-Excelente. -El joven verdugo se puso de pie y le indicó a los dos poderosos demonios que se encontraban a ambos lados de él que lo siguieran. Los tres caminaron en silencio por los pasillos del castillo y llegaron a unas enormes puertas que daban al exterior. Sin perder tiempo, Zeldris abrió dichas puertas y observó al gran número de demonios de diferentes clases que se hallaban formados con los restantes cinco mandamientos a la cabeza de cada grupo.

-¡Bien, es hora! -dijo éste en voz alta, siendo escuchado por todos-. ¡Aniquilaremos a todas aquellas molestias que son un obstáculo para el reinado de nuestro Rey Demonio! ¡Y esta noche comenzaremos con la maldita sacerdotisa del este y todo lo que aprecia! ¡Desataremos muerte y desesperación sobre esos insignificantes humanos y todo aquel que se interponga en el camino!

-¡Sí! -todos los demonios exclamaron con ansias de venganza.

-¡Por el Rey Demonio! -Exclamó Zeldris.

-¡Por el Rey Demonio! -Gritaron todos con clara sed de sangre. En cuestión de segundos, todos los demonios desplegaron sus oscuras alas y emprendieron el vuelo siendo encabezados por sus líderes esa fría noche sin luna, sintiendo como sus poderes iban creciendo gracias a la lúgubre oscuridad de la noche.

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Fin del Capítulo.