Esos reviews que recibí me motivaron a escribir otro cap =D Así que mil gracias! Pero igualmente como éste es un fic de "desahogo" no trabajaré mucho la trama, so, deal with me!
Por otro lado, sigo trabajando en el siguiente capi de Innocence, Innocence Tales, Mi novia es una chica mayor, y Faded (brinco de uno a otro confirme la inspiración salta), así que paciencia. Y ... Necesito recomendaciones de música con urgencia! En especial para Innocence! T_T
Por otro lado, Kenshin y Kaoru siempre han sido mis "amantes de Junio", por lo que -aunque Watsuki cambió la fecha de cumpleaños de Kaoru a Octubre, me niego a aceptarla- seguiré con la fecha 28 de junio para Kaoru como su cumpleaños.
Disclaimer: The story is mine! The characters are from Watsuki.
"Presentación"
La capital entera estalló en vitores.
-¡Que vivan los héroes del imperio!
-¡Que vivan!
Dos meses habían pasado tras el final de la guerra; y aunque se esperaba que el ejército tardara un mes más en su llegada, lejos de representar un problema, aquello se vio como un buen augurio pues, durante las festividades, no se podían llevar a cabo ejecuciones. El pueblo descansaría de las andadas del segundo príncipe al menos de momento.
Shishio miraba con aburrimiento la procesión militar, el desfile que la plebe admiraba, incluidos muy a su pesar los miembros de la aristocracia, aquella facción que decía le apoyaba. Desde la habitación de su castillo podía observar el avance de los héroes de la nación.
"Patético" Pensó. Aunque incluso él no negaría la envidia que sentía de aquellos hombres. Deseaba combatir, pero todavía le faltaba un año para empezar su camino como hombre.
-No se le ve contento, príncipe Shishio -Inquirió uno de sus guardias, Raijuta, un mercenario que había conseguido permiso para presentar el examen de caballero, y que gustaba de fastidiar a su señor. -Seguro que está molesto de que no se le haya invitado al festejo.
El muchacho a penas y le dedicó una mirada antes de volver la vista hacia el paisaje fuera de la ventana.
-Te equivocas -le dijo. -Me repulsan este tipo de eventos, por mí mejor que me dejen fuera; así podré dedicarme a entrenar.
Y tras dicho esto, se levantó y avanzó hasta salir de la habitación. Raijuta lo siguió hacia el patio de armas, donde el joven se dedicaba a intentar dominar el poder de fuego que había despertado. Esto último había sido la razón de que chico consiguiera entrar al palacio hacía ya dos años. Su poder estaba a la par de la princesa imperial Sayo, y había quien apostaba porque seguiría creciendo hasta superar el del príncipe heredero, en especial porque era más joven que este último.
"Les demostraré que mi poder está por encima" Pensó el muchacho.
En el patio de armas, las víctimas que fungirían de alimento para el príncipe ya habían sido dispuestas.
A pesar del acalorado recibimiento, ninguno de los héroes de guerra estaba acostumbrado a tal escena, por lo que sus expresiones serias eran más de incomodidad que de orgullo; excepto quizá Sanosuke quien no paraba de saludar a la gente y mandar incluso uno que otro beso en el aire a las jovencitas que gritaban su nombre.
-Parece que lo disfrutas demasiado -se quejó su general, Himura Kenshin.
Sano rio con más ganas avanzando por detrás del pelirrojo.
-¿Y por qué no debería? -Refutó el castaño -Hoy soy famoso, mañana puede que vuelva a caer en mis anteriores deudas, mejor gozarlo mientras dure, ¿no?
Kenshin arrugó el gesto.
-Me debato entre la pena y la envidia hacia ti.
Sano casi se cae de su caballo.
-¡Kenshin! ¿Cómo puedes sen tan...?!
-Ni siquiera lo digas -le interrumpió el pelirrojo con gesto de aburrimiento, y el castaño no pudo más que callarse en el acto.
-Che! -se quejó. -Te tendré consideración tan solo porque sé que estás nervioso. -Dijo.
Aunque era cierto que el general se sumía en ansiedad, también era cierto que Sanosuke sentía cierto temor del enojo de su superior; a pesar de que éste fuese de complexión más delgada que el luchador, el poder que poseía estaba muy por encima del suyo. A la fecha, Sano no había conocido a nadie que pudiese siquiera igualar el poder elemental que tenía Kenshin, ni siquiera el mismo príncipe heredero Shogo Amakusa tenía tal nivel.
La comitiva por fin llegó a la explanada del castillo blanco, donde residía la familia real y donde las fiestas subsecuentes se llevarían a cabo. El emperador y sus hijos legítimos se encontraban a cada lado de él. Estaban además, presentes tanto el primer ministro como miembros del consejo y la nobleza. Entre ellos, Kenshin fue capaz de distinguir al líder del clan Kamiya, Koishijirou. Éste le miraba con intención, pero a la vez mantenía una actitud desinteresada.
Kenshin sintió aún más curiosidad por la plática que habrían de tener. Tenía la esperanza de haber encontrado la respuesta a su problema...
Tras llegar al límite de las escaleras de acceso, la comitiva se paró; abandonando sus corceles, los representantes avanzaron a pie hasta quedar frente a sus majestades. La muchedumbre se quedó en silencio cuando dicho encuentro se llevó a cabo.
-¡Bienvenidos! -Habló el emperador Sozo Amakusa -¡El imperio les da la bienvenida a los héroes de nuestra nación! -Exclamó.
La muchedumbre se soltó en vitores.
Kenshin y sus hombres se inclinaron en respeto frente al emperador.
El discurso siguió, pero el general apenas si podía entender algo de lo que se decía. Su interés estaba fijo en Kamiya Koishijirou y en lo que debía asegurarse si aquella alianza habría de ser forjada. Todo, desde incluido el reconocimiento por parte del emperador hacia su persona y los alabos a sus proesas, hasta su entrada al castillo, donde fueron redirijidos hacia la mansión en la que residirían durante su estadía, Kenshin la pasó en una especie de trance.
El muchacho sabía que no podría hablar de inmediato con el líder del clan, mas se sentía desesperado. Quizá habría podido arrojarse a la cama y disfrutar de un merecido descanso, aprovechar los lujos otorgados y quizá hasta animarse a pasear en sus nuevos aposentos. Mas tenía asuntos que resolver.
Se dirigió hacia el escritorio que se encontraba en su habitación y dispuso de todo para escribir una nota.
"Debo saber cuáles son mis cartas, antes de recibir cualquier propuesta por parte del emperador" Pensó. Debido a su ansiedad su poder se vio liberado.
La habitación se llenó entonces de una profunda oscuridad...
Kaoru odió con ganas aquel baño.
"Bien podrían desollarme viva" Pensó la niña mientras su piel era tallada por enésima vez.
Era la primera vez que entraba al castillo de su majestad la princesa Sayo, por lo que no estaba acostumbrada a tener un montón de doncellas lavándole el cuerpo. Sin mencionar que encontraba algo repulsivo el que la bañaran en leche y aceites.
"Sopórtalo" Le había dicho Megumi. "Demuestra que eres samurai."
Así que la niña no se quejó ni siquiera cuando dichas doncellas la atabiaron con el pesado traje ceremonial, ni cuando jalaron su cabello para dar forma a tan intrincado peinado. Bajo el peso de tanta gema, Kaoru pensó que la cabeza se le terminaría por caer.
"¿Cómo se supone que baile con todo ésto?" Se quejó.
Luego vino el maquillaje y la niña casi pierde de lleno la paciencia.
-Hemos terminado, princesa -Le dijieron.
"Princesa" Al ser hija de un ducado así es como los de menor estatus se debían dirigir a ella, pero resultaba tedioso cuando el imperio tenía una princesa legítima. Una diferencia más con su hogar, se dijo con amargura.
-Vaya, hasta pareces otra
Kaoru se giró casi al instante para mirar a su hermana. La mujer la miraba con una sonrisa de suficiencia, mas había orgullo en el brillo de sus ojos.
-Me siento ridícula -refutó la niña con un puchero.
Y aunque Megumi soltó una risa cantarina, la pequeña había sido capaz de ver el sentimiento que bailó en las irises de su hermana por un escaso segundo.
"Ah" Se dijo. "Ahí está ese sentimiento de pena. Mi hermana, otra vez, se compadece de mí."
-Es de esperarse ya que nunca habías usado un traje tan fino e intrincado. -Le dijo la mayor. -Tus gustos siempre han sido más sobrios.
Megumi se acercó a su hermana y se arrodilló frente a ella para admirarla y consolarla.
-Pero tras tu despertar es inconcebible que sigas sin vestir de acuerdo a tu posición -le explicó mientras acariciaba el rostro de la pequeña, aprovechando para arreglarle algunos mechones rebeldes. -Ésta es además, tu presentación frente a la sociedad como futura usuaria. Debes sentirte orgullosa, heredarás después de todo la espada de padre.
Kaoru arrugó el gesto.
-¿Incluso si he de casarme en una nueva familia? -cuestionó con recelo.
Megumi sintió una opresión en el pecho. Enojo y decepción se debatieron en duelo con su tristeza.
-Incluso entonces -le aseguró. -Además Kaoru, hablamos que quizá tal acuerdo pueda llegar a romperse.
Durante los últimos meses, y aunque su hermana la había estado preparando para convertirse en una novia, Megumi no había cesado en sus intentos por hallar una solución diferente a la situación de Kaoru. Y había constantemente remarcado a la niña, su derecho a divorciarse una vez alcanzara la edad adulta. Su padre además, había asegurado que su acuerdo con Himura Battosai -de aceptar éste el trato- consentiría a no tocar a su futura novia hasta que la misma cumpliese la edad permitida de acuerdo a la ley para tener relaciones sexuales, y únicamente si la misma consentía al acto.
Pero, si ella permanecía sin consumar el matrimonio como Megumi la orientó a decidir, podría pedir la anulación tan pronto alcansase la edad en la que podía valerse por sí misma ante la sociedad. Y para entonces, su hermana habría dispuesto el camino para que su hermana pudiese regresar a su clan.
Esto último no lo había discutido con el padre de ambas por supuesto, mas la joven sentía que era su deber el proteger a Kaoru de un destino indeseado; después de todo, tras la muerte de la madre de ambas, había sido Megumi quien se había encargado de criar a Kaoru.
No iba a entregarla a nadie que no la mereciera, se dijo a sí misma; y ante sus ojos, no existiría jamás tal persona.
-¿Qué pasará si me agrada? -Cuestionó inocentemente la pequeña, rompiendo la burbuja de los pensamientos de su hermana.
Megumi arrugó el gesto.
-Eso no sucederá. -Declaró con certeza.
-Pero-
-Confía en mí, Kaoru -Presionó la mayor interrumpiéndola. -Tu naturaleza no se mezcla con la de un asesino -Sentenció.
Esta vez fue el corazón de la menor el que se acongojó. Pues, a pesar de su corta edad, la niña estaba consciente de que hallar a una pareja que hiciera par con su poder era básicamente imposible.
-Entiendo, hermana -asintió.
Megumi sonrió al fin.
-Ahora vamos. No debemos llegar tarde a tu presentación.
Ambas salieron rumbo a la sala de eventos, en el castillo principal del emperador donde la celebración de victoria se llevaría a cabo.
Durante toda festividad se acostumbraban las fiestas de palacio y las fiestas del pueblo. Se dispuso que el Genral Himura Battousai y sus soldados más allegados participarían en la fiesta de palacio, mientras que el resto del ejército sería parte de una recepción en la mansión en la que residían como huéspedes, pero tendrían la opción de prescindir de ésta y ser parte de las fiestas del pueblo si así lo querían.
Era la primera vez tras la caída de su clan que Kenshin disfrutaba de tales atenciones, y se descubrió que aunque eran ciertamente un lujo, prefería la simpleza de la vida de campo que había llevado ya durante diez años.
De modo que fue una sorpresa el ver a sus dos tenientes tan contentos con aquel agasajo. Siendo Sanosuke el más expresivo de ambos.
-Ése fue el mejor baño que he tenido en meses. -Exclamó mientras se estiraba.
Al igual que el general, sus dos tenientes habían sido vestidos con trajes ceremoniales, de toga, pantalón y finos cinturones con intrincados bordados; el color rojo para Kenshin, el negro para Aoshi y el blanco para Sano, resaltaban sobre el beige de la tela principal.
-Esperemos no sea el último -Se burló el pelirrojo comenzando a andar hacia la sala de baile, los demás lo siguieron.
-¡No sales mi suerte, Kenshin! -Se quejó Sano, haciendo una mueca.
Kenshin estiró la sonrisa de medio lado.
-Creía que era parte de tu filosofía. -Le dijo, recordando sus anteriores palabras durante la entrada a la capital.
-Cheh! -Se quejó. -Lo dejaré estar por ahora, cuando menos tienes mejor humor.
Aoshi apenas si se inmutó, miraba al frente como aburrido. Tan pronto los vio el oficial de la entrada del salón, se apresuró a abrir las puertas e informar al vocero sobre su llegada, éste los presentó formalmente.
-Himura Kenshin, Sanosuke Sagara, y Aoshi Shinomori, héroes de la nación. -Declaró.
El resto de la sala prestó atención a los recién llegados. Mientras avanzaban dentro del salón, la mayoría de los nobles presentes murmuraban a su paso.
-No me desagrada el recibimiento -dijo Sanosuke, manos por detrás de su cuello.
-Habla por ti. -Respondió Aoshi, con el ceño igual de serio.
Kenshin por su parte se mantuvo alerta; no prestaba atención a los murmullos a su alrededor sobre su persona, aunque registraba sus palabras como información al fondo de su mente, su atención estaba concentrada en encontrar a Kamiya Koishijiro; sin embargo, no tuvo suerte, y en más de tres intentos por dedicarse a la búsqueda fue interceptado por otros nobles que buscaban saciar su curiosidad sobre el héroe de guerra, el sanguinario Battousai como se le conocía en el campo de batalla.
Al final se resignó de su búsqueda, y se mantuvo cordial ante los acercamientos de la nobleza y la aristocracia.
...
La noche siguió y pronto llegó el momento del evento principal. El emperador se hizo presente al fin en compañía de sus dos hijos legítimos, y el silencio se hizo en la sala. Toda la atención estaba puesta en el soberano. Éste orientó a sus guardias y secretarios principales para dar paso al evento de comemoración del héroe de guerra.
Pronto Himura Kenshin estaba frente al emperador, de rodillas y con la frente baja, tras haber sido mencionados todos sus logros y la lista larga de tesoros con los que se le condecoraría.
-En honor a las proezas realizadas durante la guerra, le otorgo el título de marqués. -Declaró el emperador.
Al final, no se le había otorgado el ducado, maldijo Sano para sí mismo, aunque el título de marqués era bastante alto y sin duda los tesoros recibidos podrían ser un buen aliciente en el plan que tenían para levantar el clan... de momento tendrían que conformarse, pensó.
Kenshin apenas si mostró emoción. Tanto Sano como Aoshi, sin embargo, supieron entender que el pelirrojo se sentía igual que ellos.
"Tendrá que ser suficiente por ahora." Sentenció Kenshin para sí. "Es mejor concentrarme en la posible alianza con el clan Kamiya. Ésa tendrá que ser la solución."
...
Media hora después la cena se sirvió, el banquete principal dejó atrás a los aperitivos anteriores, y pronto todos estaban dispuestos en sus respectivas mesas. Dada la ocasión la mesa de Kenshin quedaba a la izquierda de la mesa del emperador. Frente a la suya, cruzando el salón se encontraba la de la nobleza principal, y en medio de ambas las de la aristocracia.
Pero aun no había señales del líder del clan Kamiya.
El general se impacientó.
-No sé decir si fue realmente bueno o malo el que te entregaran la zona de Myr junto con las tierras circundantes -se quejó Sano a su derecha, a medio camino de comer su cena.
Kenshin suspiró.
-Era de esperarse considerando mis orígenes. -Le recordó.
El clan Himura había sido magnífico hacia poco más de una década, mas debido a un complot político habían caído en la desgracia. Su territorio original había estado al Norte del imperio; mas ahora tras años de descuido, había caído presas de la nada.
-Pero según entiendo, el ducado lleva casi una década abandonado -Remarcó Sano-. Incluso con los tesoros que recibiste no será suficiente para levantar si quiera la ciudad de Myr. Hasta donde sé, es un territorio de exiliados.
-Es el lugar que se convertirá en el hogar de mi gente, Sano. -Refutó Kenshin, quien ya no pudo seguir comiendo. -Lo único que debo hacer es enfocarme en levantarlo.
Sano iba a decir algo más cuando la música cambió de pronto. Las voces disminuyeron hasta reducirse a susurros y varios encargados comenzaron a llenar la sala. El área de baile que quedaba justo en el centro del comedor se preparó con distintos ornamentos: flores, guirnaldas, inciensos, lámpara e instrumentos musicales.
-¿Y ahora? - Cuestionó Sano con interés.
-Es momento de la ceremonia. -Contestó Aoshi sin prestar verdadera atención, concentrado en terminar de comer.
-¿Ceremonia? -Volvió a preguntar Sano aún más confundido.
Un grupo de persona entró y se colocó alrededor de la zona de baile, algunos tomaban los instrumentos dispuestos, entonces el castaño identificó que se trataban de sacerdotes.
-Este banquete tiene doble propósito -le dijo Aoshi-, igual que los bailes de debutantes para el matrimonio, ésta presentación es de los futuros usuarios de elementales.
Lo que significaba que aquel grupo de jóvenes que estaba al fondo serían presentados por primera vez frente a la alta sociedad, reconociendo y pronunciándose como usuarios.
La sonrisa de Sano creció de medio lado.
-Entonces deberías de estar ahí, Kenshin -Le picó, después de todo el pelirrojo jamás había hecho tal presentación.
Mas más tardó en molestarlo que en que el poder del mismo se activase, ondas oscuras salían del pelirrojo, sumado a que Kenshin levantase entonces su katana en amenaza de desenfundarla.
-¡No dije nada! -Exclamó Sano al instante, manos al frente. Kenshin se serenó tras una respiración y un leve suspiro. La oscuridad volvió a él y la katana volvió a descansar a su lado. -¿No se suponía que no debías traer espada?
-Tal regla no aplica para mí -sentenció.
Sano funció el cejo. Si bien era cierto que las armas estaban prohibidas en tales eventos, había unos cuantos que tenían permitido portarla, aunque en su mayoría eran guardias. Sin embargo, al haber sido condecorado, Kenshin podía llevar la suya sin problemas.
Aoshi terminó de comer entonces y se limpió los labios. Luego se dirigió a su general, su voz bajó casi un susurro captando la atención de Kenshin de inmediato.
-Dentro de este baile, la menor de los Kamiya postula como usuaria y es también la más joven de los cinco debutantes de este año.
-¿Kamiya? -Preguntó Kenshin, sorprendido.
Sano volvió a reír.
-Tu futura cuñada -Exclamó divertido. -Una buena oportunidad para que conozcas a tu futura familia, ne, Kenshin.
-Sanosuke -Gruñó el pelirrojo.
El castaño tragó saliva.
-Ya, me callo. -Se rindió.
Kenshin volvió la atención a Aoshi, mientras los jóvenes a presentarse tomaban sus lugares en el salón.
-¿Cuál es su elemento? -Preguntó.
-Aún no ha sido registrado -contestó Aoshi-, pero se rumora que es una elemental de aire.
-Una rareza, según entiendo en estos tiempos. -Consideró Sano.
-Pero sin duda de gran fuerza. -Asintió Kenshin, su mirada rápidamente identificó a la menor de los Kamiya, sus facciones la delataban. -¿Qué hay de la mayor?
-Es una elemental de tierra.
-¿Cómo? ¿No son iguales? -Cuestionó Sano.
-El clan Kamiya es uno de los más antiguos, sino es que el más antiguo. -Le dijo Aoshi. -Se dice que de las ramas de su clan surgieron las líneas de elementales, la razón por la que permanece tan cercano al emperador es debido precisamente a que poseen elementales de todas las clases.
-¿Incluido el de Kenshin? -Volvió a preguntar el castaño.
Aoshi asintió.
-Aunque hay pocos registros al respecto, incluso una vez hubo un usuario en la línea principal. -Les dijo. -No en vano, además, ha sido uno de los mayores generadores de reinas consortes.
-Lo que remarca la pregunta por qué el líder del clan desea entregar a su hija a un sin nombre. -Señaló Kenshin. Pero al notar el silencio de Aoshi no pudo evitar emocionarse. -Tienes una teoría.
Aoshi no lo negó.
-Me faltan pruebas para presentarla. Por lo que seguiré investigando; tan pronto corrobore mis sospechas, te las haré saber.
Kenshin asintió, pero ya sonreía.
-Quizá no haya necesidad. -Dijo.
Las luces de las lámparas disminuyeron entonces. La habitación se quedó sumergida en una luz ocre; la música comenzó hasta crecerse.
-Hush! Va a empezar. -Señaló Sano en un susurro, se le veía emocionado.
...
La pequeña Kaoru apretó la rama de Momiji* que llevaba en las manos, su hoja todavía conservaba su color verde, pero igualmente habría de cambiar durante la ceremonia. Su rostro denotaba nerviosismo e inseguridad. No era que no estuviese lista, sino el hech de tener que cambiar los planes dispuestos por su hermana y lo que ello representaría.
Momentos atrás su padre le había abordado, justo antes de salir. La había tomado por los hombros y la había mirado a los ojos cuando le habló.
-Escucha Kaoru. Debes de recordar la importancia que tiene este baile.
La niña había brincado al instante.
-Jamás podría olvidarla, padre. Pero, mi hermana Megumi dijo que-
-Sé lo que tu hermana te dijo. -Le interrumpió el mayor. -Sin embargo, tú eres especial Kaoru; tu poder conlleva una responsabilidad por encima de los sentimientos de tu hermana, e incluso los tuyos.
Su padre no mentía; aunque ya había dispuesto un elemento, todavía no se entregaba de lleno, y sin embargo...
-Pero, los demás.
Su padre sonrió.
-Ellos responderán de acuerdo a tus movimientos. -Le dijo. Y la niña supo que sería así. Sus compañeros sabrían identificar el cambio en la danza, y siendo ella quien dirigía, no la cuestionarían. -Debes confiar, Kaoru.
Así que ahora la menor se entregó a aquel cambio tras dar una profunda respiración y comenzó a bailar, tan pronto el emperador terminó de presentarlos.
...
Distintas estelas de luz se dibujaron en el aire mientras los jóvenes bailaban y hacían uso de sus dones. La gente alrededor miraba conmovida tal presentación de colores, un color por cada don.
-Parece que tu cuñadita es la única elemental de aire. -Señaló Sanosuke con interés.
Tras determinar quién era la importante se habían concentrado en la niña e ignorado el resto.
-Lo cual ya es un logro en sí mismo. -Señaló Aoshi.
Pues si bien había elementales de todo tipo, los elementales de aire eran escazos, aunque no se sabía muy bien la razón se pensaba que tenía relación a la diosa que veneraban; esto hacía que fuesen muy codiciados.
El general por su parte, miraba a la niña con pensamientos diferentes. Lejos de admirar su poder y analizar sus habilidades, su atención estaba concentrada en admirarla por completo, por su persona y la imagen que proyectaba.
"Es adorable." Pensó dentro de sí, sin imaginar la manera en la que su corazón estaba siendo capturado de a poco.
...
Kaoru se preparó, tras de que cada uno de sus compañeros se fuese presentando uno a uno, había finalmente llegado su turno. Aquí debía hacer el cambio.
-Padre... ¿Esto también servirá para los propósitos del clan? ¿Para la boda que tienes planeada para mí? -Le había preguntado momentos atrás, todavía en conflicto por tener que ir en contra de los deseos de su hermana de protegerla, pero si podía tener una razón de peso, quizá no se sintiese tan culpable.
-Es algo más que eso, mi pequeña. -Su padre le sonrió. -Sé que no tengo modo de probártelo, pero te prometo que sólo busco protegerlas a ti y a tu hermana.
-Y al clan. -Completó Kaoru infantilmente.
-Y al clan. -Asintió su padre riendo la osadía de su hija. -Aunque he de confesar que sólo tengo interés en la felicidad de ustedes dos.
-Padre, no debes decir éso.
-No te preocupes por mí, y concéntrate en lo que debes hacer.
El baile cambió, su respiración fue diferente, la estela de color que su poder proyectaba comenzó a decolorarse hasta casi desvanecerse...
...
Kenshin se llevó la mano al pecho al sentir calor en su centro, una sensación que le incomodó momentáneamente.
-¿Sucede algo? -Le cuestionó Aoshi al notar su incomodidad.
-No. -Negó el general y de inmediato volvió a acomodarse en su asiento. -Nada importante. Debe ser sólo cansancio.
-¿Seguro? -Cuestionó esta vez Sano. -Te ves pálido.
-Si necesitas retirarte... -Presionó Aoshi.
-Estoy bien. -Declaró con fuerza el pelirrojo.
Hubo un breve silencio tras aquella pequeña explosión, era evidente que algo pasaba pero el pelirrojo no daría oportunidad a que le cuestionaran.
-Si tú lo dices. -Dijo Sano, y volvió su atención al baile.
Kenshin, igualmente, volvió la vista al frente. La respiración comenzó a sentirse forzada, como si el aire se hubiese tornado denso. Sus ojos, sin embargo, volvieron a seguir la figura de la menor de los Kamiya. Cuando lo hizo, notó que de pronto su cuerpo volvía a relajarse, a pesar de que el ambiente a su alrededor seguía sintiéndose pesado.
El baile había cambiado, notaron los presentes. Kaoru dio un paso al frente y se presentó delante de su público, sus compañeros fueron rápidos en rodearla a pesar de que debían permanecer en línea por detrás de ella, y todos levantaron las hojas de Momiji en señal de respeto.
La voz del padre de Kaoru reverberó en su mente con cada paso que dio.
"Sé cuidadosa de tus pasos, hija mía."
Un paso al frente, manos separadas y levantadas hacia los lados, dibujó un círculo dando un suave giro sobre el pie derecho. La estela comenzó a pintarse otra vez hasta tomar un nuevo color.
"Pues aunque has de revelarte..."
Los presentes miraron con asombro aquel cambio, embelesados por los movimientos de la joven y la energía que despedía.
"Ésa postura es...!" Pensó en alarma Megumi al identificar el cambio, e intentó salir a detenerla -¡No! ¡Kaoru no debes-!
Mas su padre la detuvo.
-Será mejor que no causes una escena, Megumi. -Le advirtió.
-Padre, ¿pero qué has hecho? -Cuestionó alterada.
-Lo necesario para el éxito del futuro de Kaoru. -Sentenció su padre. Y tras dar una última mirada a su hija, se llevó a Megumi fuera del salón.
"No debes evidenciar que eres una usuaria de la luz"
Las ropas ceremoniales de Kaoru cambiaron del color verde al dorado; el destello fue subiendo desde la base, tiñendo primero las faldas, luego el torso y después las holgadas mangas y el velo que cubría su cabeza.
Sanosuke se levantó de su silla en asombro, e igual que lo hicieron otros.
-¡Éso es! -Excalmó Aoshi, quien también se miraba sorprendido.
-¡Kenshin! -Le habló Sano a su lado, sin despegar la vista del espectáculo. -¿Estás viendo lo que yo?
El pelirrojo apenas y escuchó las palabras de su teniente; su ser seguía presa de aquella imagen. Kaoru estaba envuelta en una luz blanca con destellos dorados. Era una figura que parecía hecha enteramente de una flata pura, etérea; ya no se distinguían sus facciones, únicamente su silueta.
-Imposible... -Murmuró Kenshin.
La niña levantó las manos hacia el techo y de entre el espacio de éstas, motas de luz dorada comenzaron a formarse; se creaban con prisa elevándose a todo lo alto y repartiéndose por toda la sala al momento de caer.
Expresiones de asombro se escucharon por toda la sala "¡Qué hermoso!" decían unos. "¡Es un milagro!" decían otros. El mismo emperador y sus hijos estaban completamente atrapados y confundidos por tal escena, admirando en awe tal belleza.
-Creí que habías dicho que era una elemental de aire -Señaló Sano, mientras recibía en sus manos una de las motas de luz que la niña seguía produciendo como si fuese una fuente incansable.
La luz bailó antes de disiparse en montones de chispas que parecían estrellas en miniatura.
-Dije que se rumoraba que lo fuera, jamás lo declaré como tal -Refutó Aoshi con cierta molestia. En su caso se negaba a tocar aquellas luces.
-Para el caso es lo mismo -Bramó Sanosuke.
Aoshi iba a refutar, mas Kenshin los detuvo.
-Basta. -Declaró con fuerza.
Sus dos tenientes le miraron entonces, ambos conscientes de lo que aquello significaba para su general. Éste mantenía fija la mirada en la menor de los Kamiya; sus ojos brillaban con añoranza y un sentimiento parecido a la tristeza.
La oscuridad dentro de él parecía celebrar tal encuentro, como si bailase alrededor de la luz en medio de un festín. Y aquello lo asustó...
...
-¿¡Cómo pudiste?! -Bramó Megumi.
Su padre la había llevado a una sala de espera lateral al salón de eventos en el que la presentación continuaba. Para entonces, Megumi volvía a tener los ojos llenos de lágrimas, su corazón acongojado sentía que estaba por perder definitivamente a la niña que consideraba como suya.
-Dijiste querer protegerla, pero en realidad la has puesto bajo la mira de todos. -Reclamó.
Su padre no lo negó.
-Si no lo hacía de esta manera, no podríamos conseguir una bendición. -Le dijo.
Entonces la morena entendió las intenciones de su padre.
-¡No estarás pensando...!
-No puedo confiar en que el emperador mismo y el resto de las facciones no vean la unión que pretendo como una amenaza -le cortó el hombre-; sin embargo, si la hago evidente a los ojos de todos, nadie podrá refutarla.
Al haberlo hecho tan evidente delante de toda la nobleza y la aristocracia del imperio, nadie podría negar que la lógica de la alianza por la que estaba pujando; y por el contrario, sería más sospechoso el que alguien buscase negarla.
-¡El don de Kaoru no puede unirse con el de ese monstruo! -Refutó Megumi con fuerza. -¿Acaso no lo has escuchado? Por mucha nobleza que pueda aparentar es un asesino despiadado. ¡El brillo de Kaoru morirá ahogado bajo su oscuridad!
Koishijirou arrugó el gesto, por una vez viendo a su hija como la amenaza a sus planes que era.
-Veo que has estado investigándolo.
-No me dejaste alternativa.
-Entonces, ¿has encontrado tú una solución diferente? -Le retó. Megumi brincó atrapada en su propia trampa, no tuvo palabras para refutar. -No vuelvas a intentar interferir, Megumi. O me veré obligado a cortar el vínculo que tienes con tu elemento.
-¿Tan grande es tu ambición?
Su padre suspiró con tristeza.
-Lo entenderás una vez tomes mi lugar. -Le dijo.
...
En la sala de eventos, las luces se disiparon hasta estallar en montones de chispas doradas, una suave lluvia que asombró aun más a los presentes, dejándoles a todos una sonrisa en los labios y la sensación cálida de felicidad en sus personas.
La joven usuaria dio un último giro mientras su luz se apagaba, y la hacía regresar a su anterior imagen. Mas las ropas no recuperaron los tonos verde esmeralda de antes, sino que el dorado permaneció sobre la tela, las costuras además, se habían tornado rojas, un tono escarlata demasiado similar al que vestía el general Himura Battousai. Fueron pocos los que notaron este detalle tan importante.
Sanosuke se volvió a dejar caer en su silla, se veía algo desilusionado.
-Demonios Kenshin -dijo. -Si no fuese por la evidente diferencia de edad, ella bien podría haber sido tu compañera.
-Podría... -Murmuró el pelirrojo, quien seguía pendiente de la pequeña usuaria.
Sería demasiado osado declararla como usuaria de luz, pero quedaba claro que aunque su elemento pudiese ser otro, el poder estaba ahí. Y dado su linaje, resultaba fácil pensar el que bien podría transformarse a gusto.
Kenshin se encontró a sí mismo deseando el que su futura novia fuese la pequeña danzarina.
...
Por lo que fue un alivio y una confusa dicha escuchar aquellas palabras de boca de la pequeña...
"¿Eres tú mi futuro esposo?"
A/N: Vamos a ubicar está historia en la época medieval pero con ciertos artefactos mágico - científico D:
Y no. No pienso trabajar en el plot político. Como dije ya es una historia para mí, meramente para satisfacer mi deseo de soñar con una historia así entre estos dos personajes.
