Keep the Happy New Year spirit on!
"Boda"
A pesar de que el cielo estaba despejado, la luna no brillaba del todo aquella noche. Oculta en tinieblas, la silueta del paisaje estaba cubierta de sombras. Todo estaba en calma, sin embargo, el tiempo seguía fluyendo mientras las creaturas de la noche se estiraban y respiraban vida.
Kenshin, recargado sobre el marco del ventanal de su habitación, miraba sin mirar la escena tras el cristal. Su mirada estaba plagada de tormentas. Pronto el sol saldría, y el momento tan añorado desde el día del compromiso tendría lugar. La boda se llevaría a cabo al atardecer y una vez el lazo se formara no habría forma de romperlo.
El pelirrojo volvió a superar con angustia...
Incluso si siempre lo había sabido, mientras el día estaba lejano era fácil creer que éste no llegaría. No era que no quisiese aquella unión. Política y económicamente la requería; sus riquezas y dominios aún eran insuficientes y su nación demasiado joven para sobrevivir sin el apoyo de una casa grande... El problema radicaba en su prometida.
La contraparte de su alma.
Quedaba claro que era hasta cierto punto su igual... pero era todavía muy joven. Y tras conocerla no podía evitar sentir que le estaba haciendo una injusticia. Durante los años anteriores le había tomado cariño al punto de llegar a quererla sinceramente; pero muy lejos de llegar a ser algo más.
-Himura, no seas necio -se dijo así mismo, el vaso que sostenía ya estaba vacío. -No eres ni de cerca el primero con una novia infanta -se recriminó.
Hubo un golpe a la puerta y al instante siguiente entró Aoshi, serio como siempre pero visiblemente preocupado por su señor.
Kenshin ni siquiera le miró.
-Los elementos para la ceremonia de lazo han sido completados -le informó su líder de susurros.
Silencio.
-Un sacerdote de la casa Kamiya te visitará a la hora del gallo para el ritual de purificación.
Silencio.
-Kenshin -presionó Aoshi.
El aludido suspiró.
-Lo tengo claro, Aoshi. Ya me he preparado también.
El moreno afiló la mirada, analizándo a su general.
-¿Por qué dudas? -Cuestionó. -Es más que obvio para todos que es la contraparte de tu elemento. Independientemente de las circunstancias, es una unión ideal, básicamente un milagro. No entiendo a qué es a lo que le temes.
Kenshin cerró los ojos y se irguió separándose de la ventana, cuando volvió a abrir los ojos su mirada afilada tenía un brillo dorado. Aoshi tuvo a bien verse contrito; hizo una reverencia y se marchó.
El pelirrojo dejó entonces el vaso vacío sobre el escritorio, dispuesto a marcharse a intentar dormir cuando un pequeño resplandor le llamó la atención. Dentro del cajón de enmedio salían pequeños destellos de luz. El joven era capaz de escuchar el llanto que reverberaba en cada listón. Sin tener el corazón para prolongar aquello, abrió y sacó del cajón el memento que antaño Kaoru le regalara, una gema en forma de dije el cual contenía una mota del elemento de la misma Kaoru.
-Mi padre tenía razón -dijo Kenshin a nadie en particular -soy un tonto.
Tras un instante más de dudas, finalmente consiguió dormirse aferrado a aquella perla. Durante el resto de la noche, ésta emitió un halo de luz cálida que le mantuvo alejado de las pesadillas.
Durante todo el mes de marzo el castillo Kamiya estuvo envuelto en constante ajetreo. Muy a pesar de todo lo dicho y lo discutido durante los años anteriores, al final, era la misma Megumi la que estuvo a cargo de que todo fuese perfecto y no menos que perfecto.
-No, no. Las flores de azafran van en la recepción, en cada una de las mesas dispuestas para el banquete. -Indicó la joven mientras instruía a los empleados del castillo. -¡¿Es que nadie presta atención!? -Volvió a quejarse.
-Vaya, sin duda es un cambio agradable -expresó Sanosuke, llegando justo en ese momento en compañía de otros miembros de la comitiva Himura. -Por una vez es bueno verte en favor del compromiso.
Megumi rumió por lo bajo, lamentando terriblemente el tener que cruzarse con tan triste espécimen masculino.
-Que esté en contra de este enlace no significa que sabotee a mi propia hermana -refutó molesta, manos en la cintura.
-Awe vamos, estás emocionada igual que el resto -Bromeó el castaño convencido de sus propias palabras.
-Serás idiota.
Por lo que fue toda una sorpresa cuando el suelo a sus pies se movió hasta hacerlo caer.
-¡Oye! Kitsune, no tenías que hacer eso! -Se quejó.
Megumi sonrió por detrás de su abanico, el cual convenientemente había aparecido.
-Primero aprende reglas de etiqueta antes de dirigirte a mí, cabeza de gallo.
-Mujeres -gruñó por lo bajo, mirando cómo la morena se alejaba y teniendo que soportar las burlas de sus compañeros.
Tenía que darle crédito, se dijo Sanosuke, después de todo seguido olvidaba que la joven era una usuaria elemental de tierra.
-Cuando menos Kenshin no me vio esta vez -murmuró.
...
Lejos y a salvo de oídos indeseados, Megumi se dio un momento para volver a desahogar en un profundo suspiro la tristeza de tener que vivir aquel evento. Era consciente además, de que Kaoru estaba más que dispuesta a llevar a cabo aquella unión por gusto propio, lo cual la conflictuaba más si era honesta. Durante el año anterior - y con las constantes visitas de Sanosuke para llevar noticias de Kenshin a Kaoru - Megumi no había tenido opción que reconocer que aquella unión ocurriría sí o sí. Sin mencionar que había estado al tanto de los conflictos por el trono en la capital y, tras ver el poder de Kaoru crecer día con día, había reconocido que el único con el poder necesario para cobijar a su hermana era nada menos que Battosai.
Este último le enervaba por demás a Megumi. Odiaba que no fuese nada parecido a los rumores que se decían de él, tan sólo porque de haberlo sido quizá hubiera podido haber disuadido a su padre de aquella unión. Otra parte agradecía el que no fuese un sanguinario... Y otra parte más soñaba con matarlo mientras dormía.
"Tendrá que ser en otra vida" Pensó para sí. -Será mejor que vaya a preparar a Kaoru. -Se dijo a sí misma. -¡Qué les costaba esperar a que cumpliese los doce! ¡¿por qué demonios tenían que pedir una boda en primavera!? -se quejó.
Y se fue rumiando hacia los aposentos de Kaoru.
-¡Te ves hermosa! -Exclamó Shura al mirar a Kaoru.
Sin duda, la menor de los Kamiya era toda una visión celestial. Su vestido aperlado tenía un reflejo tornasol de color rojo, combinando con los colores que su prometido usaría. La falda en el clásico corte princesa, era más corta al frente y se alargaba en la parte de atrás. Las mangas del vestido eran largas y se ampliaban en su caída. La tela tenía intrincados tejidos que resaltaban la belleza de la prenda. El cabello de Kaoru iba suelto, con una corona de jazmines sosteniendo un pequeño velo.
-¿Tú crees? -Preguntó Kaoru con las mejillas sonrosadas.
Shura asintió del mismo modo en que lo hicieron el resto de las doncellas.
-Mi dama es la más hermosa de todas -dijo una de ellas.
-Me da algo de tristeza el tener que despedirte -le dijo Shura con lágrimas asomándose a sus ojos.
Kaoru habría llorado también, mas se sentía demasiado emocionada, su poder había estado bailando desde la noche anterior.
-Oh por los dioses -Escucharon de pronto a Megumi, quien estaba a la entrada de la habitación, ella sí lloraba. -Mira nada más cómo has crecido.
Un acuerdo silencioso hubo en las presentes, quienes abandonaron la habitación para dejar a las dos hermanas solas. Tan pronto las puertas se cerraron, Megumi se acercó a Kaoru y la admiró a detalle, tratando de recordar cada línea y expresión. Su hermana menor había crecido lo suficiente para ser apenas una cabeza más baja que Megumi, pero seguía siendo tan pequeña a sus ojos...
-Si madre te viera, seguro es que rompería en llanto -murmuró Megumi.
Kaoru sonrió con ternura.
-Hermana, no es del todo una despedida -le dijo.
La mayor asintió mientras derramaba lágrimas.
-Lo sé, Kaoru. Lo sé -sollozó. -Pero aunque ya no eres tan pequeña, todavía estás lejos de entender la gravedad de lo que estás por vivir; el cómo y en qué medida tu vida ha de cambiar. Siempre temeré por ti. Rezaré porque estés bien allá a donde vayas.
-Megumi...
Pronto ambas jóvenes se abrazaron compartiendo el mismo sentimiento.
-Ten fe Kaoru. Y recuerda, no importa lo que pase, este siempre será tu hogar.
Con los invitados dispuestos en sus lugares, el sacerdote en el altar, y el novio al frente; la música cobró vida tan pronto la novia se hizo presente. Escoltada por su padre a la derecha y su hermana a la izquierda, la pequeña avanzó hasta encontrarse con su prometido.
Kenshin la recibió siguiendo el rito como era indicado, pronunciando las palabras de reclamo nupcial tan pronto tomó la mano de su prometida en la suya propia. De pie el uno frente del otro la ceremonia dio inicio. Siguiendo el rito, pronto las manos de ambos fueron atadas con la cinta ceremonial, un lazo hecho de energía divina proveniente de la misma diosa.
El novio y la novia dijeron sus votos. Y para sorpresa de los presentes el lazo que los unió brillo hasta deslumbrarlos a todos; su energía se fucionó con los portadores y pronto solo quedaron las dos manos sujetadas la una a la otra.
Elemental de Luz y Elemental de Oscuridad quedaron unidos entonces. Aunque únicamente los altos de cada clan estaban al tanto del verdad tras dicha unión.
...
Tras la ceremonia el festejo comenzó.
Y aunque Kaoru había estado contenta con todo el evento, no pudo evitar sentir cierta duda en el pulso de su compañero. Kenshin, sonriente y comprensivo, se mantuvo atento de ella durante toda la velada, mas quedaba claro que había algo que le causaba preocupación.
Decidiéndose a obviar cualquier problema, la menor de los Kamiya, ahora Himura, elevó una plegaria al cielo.
"Por favor. Que nuestro camino esté lleno de flores."
En el firmamento las estrellas resplandecieron en una silenciosa respuesta.
A/N: ¿Cuántos capítulos más deberá tener esta historia?
