Reitero que esta es sólo una historia de desahogo, por lo que no me enfocaré demasiado en escenas de acción o de política a menos que sea estrictamente necesario (sí, claro). Así que tendrán que lidear con los párrafos narrativos xD

Disclaimer: Sólo la historia es mía.


"Etiquetas"

La oscuridad se movió en listones densos de energía pura hasta volverse tangible. Moviéndose como tentáculos, se estiraron hasta atrapar, sujetar y envolver a su enemigo. El espectro gimió al sentir el calor de aquella energía, y en cuestión de segundos todo su ser se vio absorbido hasta desaparecer.

Tras la muerte de éste, sólo un montículo de arena quedó como evidencia de su anterior existencia. El resto de los caballeros presentes permanecieron sin embargo, en postura defensiva; después de todo, aquel enfrentamiento había durado más de lo normalmente necesario.

-¿Es el último? -Cuestionó el General Himura, rodeado como siempre de sus dos tenientes más leales, Aoshi y Sanosuke.

El primero avanzó hasta analizar el área usando su poder elemental de tierra.

-Parece que sí. -Contestó.

Kenshin afiló la mirada.

-¿Y el rastro? -Cuestionó.

Sanosuke se acercó entonces a la zona donde había quedado los restos del anterior espectro, tomó en sus manos la sustancia que había quedado detrás analizándola entre sus dedos.

-Resina roja, sangre de demonio. -Informó. -No lo entiendo. Se suponía que habíamos limpiado este camino. -Se quejó.

No habían pasado ni tres meses desde su último paso, y sin duda entonces el camino no había estado siendo asechado por criaturas de la nada.

-Lo cual sólo significa que o bien uno sobrevivió para después multiplicarse, o que una entrada se forjó desde antes. -Concluyó Kenshin dando la orden a su batallón de descansar.

-Pero en estos tiempos, éso significaría serios problemas Kenshin. -Volvió a quejarse Sanosuke, jugueteaba a ratos con la arena roja.

Nadie dijo nada más, pues todos entendían la amenaza de la que hablaba el castaño. Una década atrás un oráculo había sido dicho, éste había empezado con la caída del clan Himura, y todo parecía indicar que los eventos se sucederían tal cual se habían dicho.

-¿Acamparemos aquí? -Cuestionó Aoshi, esperando órdenes y distrayendo con éxito a su General de sus preocupaciones.

Kenshin lo consideró. No estaban tan lejos de la recién formada aldea, y el resto de la compañía podía resistir sin problemas el resto del viaje aún a pesar del reciente enfrentamiento. Por otro lado, dejar a Kaoru expuesta era un no definitivo.

-No. Es muy peligroso. -Dijo. -Sigamos hasta la siguiente aldea, apresurando el paso llegaremos a lo mucho en una hora.

Aoshi asintió. Sanosuke gimió.

-Odio tener que ir a marchas forzadas.

-Valdrá la pena una vez consigas una ducha caliente. -Le animó Kenshin sonriendo.

Sano se recompuso casi al instante.

-Bueno, cuando lo pones así... -Rió. Y luego se quedó mudo al ver el espectáculo de luces que tomaba lugar entonces.

No fue el único que admiró aquella escena. Desde el carruaje de la futura duquesa surgían listones perlados de luz, los cuales se elevaban hacia el firmamento y luego caían como esferas que daban la ilusión de ser luciérnagas. La noche había caído y aquella luz sería sin duda de mucha más ayuda que las antorchas que llevaban los carruajes.

-¡Fiu! -Silbó Sanosuke sonriendo, luego miró a Kenshin con intención -Se nota el cariño que te tiene. -Rió. Kenshin sin embargo, frunció el gesto. -¿Qué? ¡No dije nada malo! -Se defendió el castaño, y por una vez tuvo a bien responder con la misma molestia. -Será mejor que te relajes o terminarás por hacerla miserable. Lo digo enserio Kenshin. -Le advirtió antes de retirarse hacia su caballo.

El pelirrojo desvió la mirada todavía algo conflictuado. Aoshi se acercó entonces.

-Aunque es poco común, por esta vez estoy de acuerdo con él. -Le dijo.

El General parpadeó abrumado.

-Lo sé -contestó.

No había sido fácil después de todo. Sin importar los tiempos en los que vivían, las costumbres y la tradición de los matrimonios arreglados, Kenshin era diferente del resto de la nobleza sencillamente por el tiempo que había crecido lejos de ésta. Había ciertas cosas que todavía le resultaban adversas. Pero ahora Kaoru era suya... su responsabilidad y su elegida compañera.

Así que dejó de lado sus preocupaciones.

...

Dentro del carruaje Kaoru se aseguró de que las últimas luces prevalecieran, antes de cerrar la ventana y volver a acomodarse en el mullido asiento.

-Qué hermoso... -Exclamó Shura sentada al frente de ella. Se había dispuesto que ella fuera la dama de compañía de Kaoru, por lo que había terminado siguiéndola hasta el norte. -Se ha vuelto algo rutinario para tí, ¿cierto?

Kaoru asintió.

-Me es más natural si es a lo que te refieres. -Le dijo. -Considerando todo lo que hacen por nosotros, esto es lo menos que puedo hacer. -Explicó.

Llevaba meses planeando cómo debía y quería comportarse como la nueva duquesa del país de Akai en el territorio Norte del imperio, que se había decidido a ser lo más útil posible.

-Pues yo creo que es bastante. -Aportó Shura con suficiencia. -Estoy tan contenta de poder ser tu dama de compañía.

-Yo también.

Hubo un golpe en la ventana seguido de la voz de Kenshin.

-Kaoru. -Le llamó éste.

La niña fue pronta a descorrer la cortina otra vez y abrir la ventana.

-Kenshin. -Le saludó sonriendo, por detrás de ella Shura dejó salir una risilla.

-Seguiremos avanzando hasta llegar a la siguiente aldea, es peligroso quedarnos a la interperie con el clima tan cambiante. Por favor, resiste un poco más. -Le pidió Kenshin.

Ella asintió.

-Claro. Seguiré iluminándo el camino hasta llegar.

El muchacho arrugó el gesto.

-Sólo recuerda detenerte tan pronto estemos en el borde. -Le pidió con preocupación. -Todavía debes permanecer en secreto.

-Sí. Lo tendré en cuenta.

Tras un gesto con la cabeza Kenshin se retiró. Kaoru lo siguió con la mirada observando como él daba órdenes y dirigía al resto de la compañía, hasta que el carruaje echó a andar nuevamente. Kaoru volvió a cerrar la ventana, Shura la veía sonriendo.

-Me alegra que estés contenta. -Le dijo.

A lo que Kaoru sonrió más ampliamente.

Llevaban cerca de un mes viajando hacia el Norte, y cada día había estado lleno de momentos divertidos. Cierto era que la mayor parte del tiempo Kaoru estaba sola en la compañía de Shura dentro del carruaje; mas había tenido tiempo de pasar tiempo tanto con Kenshin como con el resto de la guardia del Norte, volviéndose cercana a la que ella consideraba ahora su gente. Estaba procurando seguir las enseñanzas de su hermana Megumi y su maestra de etiqueta, y sentía que estaba haciendo un buen trabajo.

Incluso en los pequeños momentos en los que Kenshin se volvía distante, meditabundo, perdido en pensamientos que le llenaban los ojos de tormentas. Pues entonces, únicamente tenía que buscarle con su elemento de luz y él reaccionaría por inercia a ella. Se liberaría con esos pequeños gestos de cualquier pesadilla que le asechara y volvería a sonreirle hasta compartir un momento en su compañía.

Amigos.

Eran amigos, se recordó. Y quizá en el futuro...


Lograron llegar con tiempo de sobra. Se instalaron en una posada que contaba con un establo grande para los caballos y un área abierta para los carromatos y los carruajes. Tras una pequeña negociación, Aoshi consiguió disponer de todo el lugar exclusivamente para la compañía del Norte, sólo unos pocos tuvieron que levantar campaña.

Tan pronto las habitaciones estuvieron dispuestas, Kenshin guió a Kaoru y Shura hacia el segundo piso.

-Esta será tu habitación, la mía está cruzando el pasillo. -Le dijo tan pronto llegaron a la alcoba, y permitiendo el que su compañera entrase en ésta y la admirara a su gusto. -Cualquier cosa que necesites, llámame y vendré en seguida.

-Sí. -Asintió ella sonriendo. -Gracias por tus atenciones, Kenshin.

Él le sonrió.

-Buenas noches. -Le dijo.

-Buenas noches. -Respondió ella.

Después la puerta se cerró tras la partida de él y las dos niñas quedaron solas para reír en complicidad tras dedicarse una mirada significativa.

-¿Por cuánto tiempo permanecerán durmiendo en cuartos separados? -Cuestionó Shura sentándose a una de las dos camas para luego dejarse caer de espaldas.

Kaoru la imitó y se sentó en la cama contigua.

-Hasta que haya cumplido la edad permitida. -Contestó.

-Hmmm... Es bueno ver que todavía queden caballeros que la respeten. -Señaló. -Tuve una prima que a sus quince se caso con un hombre cerca de sus cincuentas y apenas y esperó a la noche de bodas.

Kaoru se horrorizó.

-Lo sé. Sé lo fortunada que soy. -Dijo, dejó caer su peso en sus brazos por detrás de su espalda, mientras sopesaba aquel pensamiento. -Pero, ¿qué se hace exactamente en la noche de bodas?

Shura la miró con la misma expresión de duda.

-No lo sé. Quiero decir, nos lo explicaron pero no queda del todo muy claro. -Le dijo.

-Lo sé. No estoy segura de que quedarse quieta sea algo cruel.

-Lo es si eres loca para dormir como tú. -Bromeó Shura.

-¡Oye!

Y al instante siguiente estaban sumidas en una pelea de almohadas.

...

En la habitación contigua, Kenshin disfrutaba de un vaso de whiskey, mientras veía sonriendo las motas de luz que se filtraban por debajo de la puerta, su propio poder comenzó a jugar con éstas.

"Sigue brillando incluso si no se da cuenta". Pensó para sí.

Durante el último mes, el brillo de Kaoru había sido una constante al punto de hacer despertar su oscuridad como si ésta tuviese vida propia. Y Kenshin, por vez primera, comenzó a disfrutar aquellos intercambios.

Su rostro se enserió de pronto.

Era precisamente por esos momentos que deseaba proteger, que el enfrentamiento anterior le preocupaba sobre manera.


A la mañana siguiente se llevó a cabo una reunión del consejo. Kenshin junto con sus dos tenientes, su secretario y mayordomo particular, se reunieron en una sala adyacente para discutir lo investigado durante las horas anteriores.

Al parecer, la zona llevaba cerca de dos semanas recibiendo pequeños ataques, encuentros con espectros que afortunadamente no habían tenido la fuerza suficiente para causar verdadero daño. Los pocos enfrentamientos habían terminado en favor de los aldeanos; pero sin duda resultaba un problema serio y aún más si se consideraba la intención de hacer crecer esa zona como área comercial.

-Nos han pedido apoyo en cuanto a los recientes ataques. -Informó su secretario.

-Incluso aunque no lo hubiesen pedido tendríamos que intervenir. -Señaló Kenshin, y luego se dirigió a Aoshi. -¿Encontraste la fuente?

El moreno asintió.

-Directo al oeste, en el borde cerca de la presa.

Kenshin lo consideró.

-Tendremos que ir hacia allá. -Dijo.

-¿Que hay de la pequeña dama? -Cuestionó Sanosuke.

-Lo mejor será ir con la compañía completa. -Contestó Kenshin para sorpresa de los presentes. -Sé que está entrenada, además... Si lo peor ocurre, su elemento nos sería de ayuda, aunque preferiría no tener que usarlo.

Considerando el secreto de su poder, era mejor mantenerla cerca.

...

Tras disponer el plan a seguir, cada quien se dispuso a hacer lo suyo. Kaoru despertó momentos después y se hizo presente en el comedor junto con Shura, en donde tomó los alimentos con Kenshin. Éste, sin perder tiempo, le informó de la situación y lo que esperaba de ella.

Kaoru sorprendida pero contenta de que su compañero la hiciera parte de sus planes, accedió a seguir sus instrucciones.

-Te apoyaré en lo que sea necesario -le dijo sonriendo.

Él sintió que el corazón se le apretujaba en el pecho.

-No pretendo ponerte en peligro, pero considero peor dejarte atrás -Se excusó.

-No tienes qué explicarte, lo entiendo. En todo caso, agradezco el que me permitas permanecer cerca. Normalmente las esposas deben quedarse atrás mientras sus esposos se dedican a la guerra.

Kenshin parpadeó un tanto confuso.

-Ya veo -dijo, sin saber qué más decir. Todavía le resultaba extraño el vivir con esas etiquetas. -Partiremos antes del medio día para asegurar horas de luz en nuestro favor. Te pido estés lista para entonces.

-Lo estaré. -Prometió.

La sonrisa que ella le dedicó fue suficiente para calmar su corazón.


Partiendo de acuerdo a lo dispuesto, levantaron campamento a una distancia segura de la presa. Les sorprendió ver la cantidad de casas que estaban habitadas tan cerca de la periferia. Mas la escena de destrozos que vieron en la zona de la presa los descolocó aún más.

Quedaba claro que había un nido de demonios dentro de la estructura. El aroma rancio junto con los rastros de arena roja evidenciaban el tiempo de deterioro que llevaba la tierra. Los habitantes de aquella zona les advirtieron sobre las amenazas que encontrarían, basándose en sus propias experiencias. Tan pronto el sol comenzó a descender más evidente fue la zona de origen de aquella invasión. Kenshin al frente junto con Sanosuke y Aoshi, lideraron la batalla que se desató entonces. El resto de la comitiva se dedicó a destruir a los espectros que deambulaban por la zona y contaminaban el agua de la presa, mientras que los tres primeros se dedicaban a atacar la zona de origen.

La lucha duró cerca de dos horas, mucho más del tiempo originalmente considerado - tomando en cuenta el tiempo de búsqueda - lo más difícil fue cerrar y erradicar la fisura hecha; aquel punto donde el mundo espiritual había conseguido colarse en el de los humanos. Y, aún a pesar de estar en contra, el General terminó pidiendo la ayuda de su compañera tan pronto las amenazas fueran erradicadas.

Kaoru - contenta de ser partícipe - caminó con Kenshin hasta donde la fisura se encontraba, usando su poder combinado con el de su compañero cerraron aquella fractura con éxito. El general agradeció aquella ayuda sonriendo, mas su sonrisa se deshizo al ver el estado de su compañera, quien lucía evidentemente cansada y a punto de perder el conocimiento. El muchacho dispuso entonces el que se le diese atención en la zona donde acampaban, y no abandonó su lado sino hasta que Kaoru estuvo estable.

...

El sol ya estaba poniéndose. Pronto el atardecer tomaría lugar. Kenshin recién se había permitido un momento de descanso cuando una pequeña comitiva de los lugareños llegó a su campamento.

Una pareja mayor y tres adolescentes, dos jovencitas y un chico. Esta familia era quien estaba a cargo de aquella aldea, le informaron. Y tras enterarse de la ayuda recibida, habían ido a expresar su gratitud. El General los recibió en su tienda.

-Les estamos muy agradecidos -dijo el hombre. -Sin su apoyo, habríamos estado perdidos. -Señaló con una reverencia, el resto de su familia le imitaba.

Kenshin sonrió un tanto avergonzado, un tanto incómodo.

-No hay que agradecer, es parte de nuestro trabajo. -Les aseguró.

-Por favor, permítanos pagarles con hospitalidad. -Volvió a contestar el hombre, su mujer asintió con él. -Atenderemos sus necesidades hasta que se recuperen.

El pelirrojo dudó un instante, lo cierto es que tenía su propia agenda, y si bien planeaba permanecer una noche más para asegurar la recuperación de Kaoru, no estaba seguro de querer demorarse más. Miró a Aoshi esperando el que le refutara pero éste más bien se inclinó en favor de la oferta.

-Todavía tenemos algo de tiempo extra. -Le dijo. -Podemos alcanzar la siguiente zona de cruce en dos noches.

Kenshin suspiró. Sin duda Aoshi seguía velando porque su señor se concentrase por una vez en ser un Lord de su gente.

-Bien. -Dijo. -Estamos en su cargo.

La familia entera celebró.

...

Fue así que se dispuso el traslado a la posada que la familia poseía en esa zona. Kenshin y su consejo fueron por delante, Kaoru se integraría tan pronto despertara. Las atenciones fueron bastante claras, sin embargo, y Sanosuke no podía parar de reír por lo bajo, tanto, que si no fuera por dónde estaban, su general ya lo habría asesinado tres veces en lo que llevaban en aquella posada.

Y es que si bien sus carros de viaje llevaban el escudo del clan, lo mismo que las banderas y banderines de la comitiva, dos años eran en realidad poco para la restauración de un clan caído, sin importar lo rápido que corren los rumores. Por lo que no era de extrañar que más de uno lo confundieran con un noble lord y no con el duque dueño del territorio del Norte.

Por tanto, aquellos intentos de esa familia, líder de la aldea, por emparejar al General con la mayor de las hijas no pasaban desapercibidos.

¿Cómo negar tanta hospitalidad ahora? ¿Cuando ya era demasiado tarde?

...

-Más vale que rechaces ahora, galán. -Le susurró Sanosuke, justo en el momento en el que les disponían las habitaciones.

-Por cierto, pronto tendremos un pequeño festival de cosecha -les informó la madre. -Si permanecen una noche más podrán ser partícipes del evento. Les aseguró que valdrá la pena. Oh, y no se preocupen por asistir sin pareja, mis dos hijas podrán ser buenas anfitrionas -rió con ganas.

Las jovenes - aunque sonrojadas - se veían contentas. Y es que había que decirlo, los miembros del Norte eran en su mayoría atractivos...

Sanosuke siguió riendo por lo bajo.

Kenshin - teniendo suficiente - le lanzó un listón de oscuridad que acabó por hacerlo tropezar y caer al suelo.

-Oh, por los dioses, ¿se encuentra bien? -Preguntó la mujer, la menor de sus hijas ayudó a Sanosuke a levantarse.

-Aunque agradezco la invitación -Empezó Kenshin, ignorando a su herido teniente -Me temo que no será posible quedarnos. Por otro lado, yo ya tengo compañera.

El aire de decepción se hizo notar. Sin embargo, aquellas mujeres se recuperaron bastante rápido, para desgracia de Kenshin. Para su fortuna, el carruaje de Kaoru llegó entonces. Aoshi informó a su General y éste se apresuró a salir a su encuentro, todavía estaba algo preocupado por el estado de ella.

Los presentes escucharon por encima las voces de la aparente pareja "¿Cómo te encuentras?" "Estoy bien, no debes preocuparte." "¿Cómo no podría hacerlo?" "Pues yo me preocupé más cuando no te encontré a mi lado" "Lo lamento, tuve que atender cuestiones de etiqueta"

Con la curiosidad levantada, resultó normal el que todos estuviesen al pendiente de la recién llegada cuando Kenshin descendió de vuelta el pequeño escalón y abrió de lleno la puerta, ofreciendo su mano que la niña tomó para descender después.

-¡Oh! -Fue el eco de todos los presentes, tanto los miembros de la familia como de los sirvientes de la posada.

Y es que la niña que recién descendía parecía un ángel.

-¡Pero qué preciosa! -Exclamaron.

-Ya entiendo, ¿es ella tu compañera? -Cuestionó la madre.

Kenshin asintió sonriendo.

-Lo es.

-Es una niña preciosa. -Dijo el padre, sus hijos asintieron con ella.

-Divina.

Kaoru, llevaba un vestido perla estilo toga, con un grueso listón rosa palo alrededor de la cintura amarrado en moño en la espalda baja, una segunda túnica cubría su espalda y sus hombros y descendía por sus brazos, amarrada a éstos por pequeños botones dorados. Su cabello amarrado en una trenza baja gruesa y adornado con flores de sakura. No llevaba maquillaje, pues no lo necesitaba, tenían tanto sus labios como sus mejillas un tono rosado natural. Su sonrisa era tímida al recibir tales halagos.

-Buenas tardes -saludó, posicionándose al lado de Kenshin.

Los demás respondieron al saludo.

-¿Es tu hermana menor? -Preguntó la hija menor, un comentario inocente que a Kaoru lamentablemente no le cayó nada bien.

Kenshin sonrió incómodo.

-Eh, no, ella...

-¿O quizá tu prima? -Le interrumpió el hijo con interés. -Es raro verte viajar con una niña pequeña.

-Tal vez es una noble a la que resguarda -inquirió un trabajador.

Lejanamente Kenshin podía por igual escuchar la risa de Sano y la molestia de Kaoru crecer si la manera en la que apretujaba su mano era señal de esto.

-No creo que sea su hija, no es tan grande. -Refutó el chico.

-Seguro es que la escolta con sus padres, ¿no es cierto? -Inquirió coquetamente la mayor de las hijas, un ligero coqueteo que para mala suerte de Kenshin no pasó desapercibido para su compañera.

A punto estuvo de detenerla antes de que ésta le brincara encima a la pobre chica, cuando finalmente Sano se decidió a ser útil por una vez en su vida - a todo esto, ¿dónde estaba Aoshi? - .

-La pequeña dama es nuestra duquesa. -Declaró el castaño, manos detrás de su cuello.

Silencio.

Un parpadeo y dos parpadeos después...

-¿Eh? ¡EEEEEH! -Exclamaron todos.

Y el resto de los comentarios únicamente avivaron el fuego.

"¡Pero si es una niña!" "¡¿Cómo puede estar casada!?" "¿Dijiste duquesa?" "Entonces él es...!"

Kenshin por fin más cómodo - y hasta cierto punto orillado - se presentó al fin.

-Permítanme presentarme soy Himura Kenshin, el Duque de Akai. Y ella es Himura Kaoru...

-Soy. Su. Esposa. -Le interrumpió la morena, gruñendo cada una de sus palabras.

-Orororo... -Exclamo su esposo.

...

Tras tal terrible revelación no fue sorpresa el que Kaoru permaneciese molesta con Kenshin, ni el que lo ignorara durante todo el día siguiente, incluso después de haberse despedido de aquella rara familia y vuelto al viaje.

Cerca del siguiente punto donde acamparían, el pelirrojo decidió que ya le había dado suficiente espacio y se dedicó a acercarse a su compañera.

...

El corazón se le encogió al verla tan deprimida. La niña estaba sentada cerca del borde de un alcantilado, un mirador cuya valla era lo suficientemente alta para evitar accidentes, pero que igualmente puso nervioso al pelirrojo. Kaoru abrazaba sus piernas mientras su rostro descansaba en sus rodillas. Su mirada perdida en el horizonte.

Kenshin suspiró.

-Kaoru -Le llamó.

Y entonces observó el milagro de cómo las emociones de la menor pasaban de la tristeza al evidente enojo.

-No quiero hablar. -Gruñó ésta.

Kenshin volvió a suspirar.

-Está bien. Podemos quedarnos sentados un rato, pronto caerá el atardecer. -Le dijo, sentándose a un lado de ella, a menos de un metro de distancia. -Seguro que será una hermosa vista.

Y era sin duda una hermosa vista. Estaban ya a mitad de camino al territorio Himura, y el paisaje se iba de a poco tornando a uno un tanto más frío pero no menos lleno. Incluso si el atardecer aún no empezaba, la vista era ya de por sí hermosa con amplios prados y montañas heladas en la distancia.

-No te quiero aquí conmigo. -Gruñó por lo bajo Kaoru. "Kenshin no baka" Pensó para sí, todavía molesta.

Aunque no podía decir en claro lo que verdaderamente le molestaba. Sabía que no era del todo culpa de Kenshin lo que los demás pensasen de su relación con él; pero igualmente notaba la incomodidad que tenía su compañero de usar la palabra "esposa" y eso de algún modo la hería...

-¿Prefieres que me vaya? -Ofreció él.

Ella lo miró al instante, descolocada. Y en sus ojos vio que no mentía, aquello la hizo enrabietar más.

-¡Cómo es que te rindes tan fácil! -Reclamó.

Y entonces no pudo evitar el que las lágrimas salieran.

A Kenshin el corazón se le estrujó en el pecho.

-No era mi intención lastimarte. -Confesó con pena.

Durante un breve instante únicamente se escucharon los suaves lamentos de Kaoru. Al final, Kenshin no pudo resistirlo más y usando su propio poder la atrajo hacia él hasta conseguir abrazarla.

-Perdóname... -Le pidió. -Sé por qué estás molesta.

-No es justo -sollozó ella. -Dejé mi hogar, mi famili y mis amigos, dejé todo lo que conocía para venir contigo... Incluso cuando me sentía triste, me consolé diciendo que estaría contigo... Pero puedo sentir que no estás del todo contento conmigo.

-No -Le interrumpió. -No es éso. Kaoru...

Kenshin se ahogó con las palabras... porque sin importar lo madura que pudiese ella ser o lo bien que la hubiesen instruido, no dejaba de ser una niña en comparación con él... Había cosas que incluso si conseguía explicárselas de la forma correcta, con las palabras correctas, no podría hacerse verdaderamente a entender.

Y eso lo frustraba.

Mas debía intentarlo.

-Todavía estás cambiando, tu cuerpo quiero decir, y tu mente también. -Empezó, algo inseguro. -Contrario a mí que he forjado la persona que quiero ser, tú estás apenas empezando el camino a descubrirlo, y eso me hace sentir que te he robado de una experiencia... Desearía estar contigo en igualdad de condiciones e ir descubriendo de a poco el uno al otro... Pero no puedo...

-No siempre seré una niña... -Murmuró ella escondiendo todavía el rostro en sus manos.

-Lo sé. Créeme que lo sé... Pero, no deseo que aceleres tu crecimiento... Kaoru...

Un latido.

-Te quiero.

Dos latidos.

Kaoru descubrió su rostro, sus ojos parpadearon en asombro y esperanza, más permaneció oculta todavía en el pecho de él.

Kenshin respiró hondo.

Kaoru lo miró.

Él sonreía.

-Y es porque te quiero que toda esta situación me resulta abrumadora. Lamento haberte lastimado con mis inseguridades. Pero ten por seguro que no hay nada más que anhele que el compartir mi vida contigo. Deseo que crezcas libre y contenta, que experimentes mientras creces y decides quién quieres ser... y que me encuentres al final de ese camino, porque ten por seguro que estaré esperándote.

El sol se puso.

El atardecer empezó con la muerte del sol en su esplendor escarlata. Tal como había dicho Kenshin era una escena hermosa. Pero aún más por las estelas de luz que comenzaron a bailar alrededor de ambos, por las sombras que cobraron vida bajo tales brillos. Por el resplandor en la mirada de ambos.

Kaoru finalmente lo miraba de frente y correspondía al sentimiento que él le transmitía.

-¿Lo prometes? -Inquirió esperanzada.

-Lo prometo. -Le juró.

El aire sopló removiéndoles las ropas y el cabello.

-Ok. -Aceptó ella.

-Ok. -Confirmó él.

-Pero...! -Saltó de pronto ella, todavía en sus brazos.

-¿Pero? -Le preguntó él con interés, su sonrisa aún puesta.

Un suspiro. Una duda.

-Igualmente deben reconocerme como tu esposa. -Le ordenó con un puchero.

Kenshin rió con ganas.

-Hai, hai.

Aquel fue el primer abrazo que compartieron de muchos. Esta vez, Kenshin procuró ser honesto en cuanto a sus dudas y miedos, Kaoru procuró ser el doble de honesta por ambos. El cambio fue evidente. Aquel trato "propio" desapareció, y en su lugar quedaron dos compañeros que parecían haber sido siempre los mejores amigos.

Y en las noches en que Kaoru extrañaba su hogar, Kenshin permanecía con ella hasta que se quedaba dormida.

"Siempre cuidaré de ti" Pensó él.

Las estrellas en el cielo parpadearon contentas.


A/N: Planeaba desde ayer continuar subiendo capítulos, aprovechando que la tos no me deja dormir por la noche, pero al final caí rendida y hoy desperté muy tarde. Mañana regreso a trabajar a pesar de mi condición, así que probablemente esté ausente otro periodo... snif...