Gracias a Tamashihimura, Marucardoso y Natalie san por sus comentarios.

Afortunadamente he estado mejorando en mi situación de salud. Estoy bajo un nuevo tratamiento que parece rendir mejores frutos. Y pues esperemos todo sea cuesta arriba a partir de ahora.


"En edad de merecer"

El castillo de Akai estaba sumido en caos...

Un caos controlado en sí.


Cuando la diosa decidió bendecir a Himura Kaoru con el regalo de la sangre - apenas ocho meses después de su llegada al Norte, a su nueva nación de Akai - había sido un día tranquilo y el evento había pasado sin mayor drama. Sumergida en su baño vespertido, Kaoru se había sorprendido de ver el color rojo de su sangre deslizarse en el agua cual tinta, justo antes de salir por completo de la tina. Sobra decir que se hubo quedado un rato más tras esto.

Shura, que había ya pasado por lo mismo tres meses atrás, fue pronto a ayudar a su dama en compañía de las demás doncellas. La noticia, como era de esperarse, viajó con prisa hasta los oídos de Okami; quien se encargó de guiarla y cobijarla en esta nueva etapa que la menor iniciaba.

Kaoru, extrañamente se sentía tranquila. Quizá había sido la experiencia de las enseñanzas en la casa de las cortesanas, los libros que había leído con respecto al tema, y las conversaciones con su hermana a través de cartas - si bien Megumi no había querido ser tan explícita, terminaba dando más información por su naturaleza de sanadora - pero salvo la presencia de la sangre no había cambio alguno.

-Tuviste suerte -le dijo Shura.

Kaoru parpadeó confundida, sentada en su cama en donde le habían ordenado el descansar tras su ducha y la plática con Okami, se preguntó qué tenía que ver la suerte en todo esto.

Shura se rió antes de responder la obvia pregunta en la expresión de su compañera y amiga.

-La mayoría de las doncellas sufren mucho de dolores menstruales -le explicó. -Pero parece que no es tu caso, y tampoco te ves como que vayas a tener un desvalance emocional.

-¿Eso pasa? -Cuestionó temerosa.

Shura sacudió los hombros.

-¿Recuerdas lo temperamental que estuve cuando me pasó a mí?

Kaoru sintió escalofríos. El castillo había padecido de repentinas fuentes y cascadas cada que su compañera tenía un cambio de humor.

-Cuando lo pones así, creo que sí tuve suerte.

Shura sonrió.

-A lo mejor también se deba a tu poder. Después de todo el calor ayuda aliviar los dolores; quizá lo estés usando sin darte cuenta.

La morena lo pensó un instante.

-No siento que esté ocurriendo nada -refutó confusa.

Shura rió otra vez, justo acababa de pelar la fruta de la canasta.

-Tal vez estás tan acostumbrada que no te das cuenta -señaló Shura- después de todo, cada que estás con el Duque tu luz mengua. Pero ya en serio, el calor ayuda incluso a que baje mejor la sangre. ¿Recuerdas cuando en la casa de las cortesanas nos hablaron sobre las formas de reducir el tiempo de sangrado?

Kaoru asintió, tomando el plato de fruta que Shura le ofrecía.

-Lo recuerdo. Frío para cortarla de tajo, calor para que fluya. ¿Significa eso, que mi sangrado durará menos?

Shura parpadeó confusa.

-¡A saber! Tendrías que intentarlo para ver si funciona, pero no te lo recomiendo, es apenas tu primer día y no sabes si de verdad no tendrás dolores o llegarán más tarde. Mejor espera a ver cómo reaccionas.

Kaoru sonrió al escucharla, sintió calor en el pecho.

-Sonaste igual que mi hermana. -Le dijo animada.

-¡Oh! ¡Es verdad!

Y ambas jovencitas estallaron en risas.

...

Pronto la noche siguió al atardecer y el día terminó sin mayor problema. Kenshin había estado fuera en una visita a las delegaciones cercanas; un chequeo clave para asegurar la prosperidad de su joven nación, y no volvería sino hasta después del medio día del día siguiente.

El problema había sido justamente aquella soledad tras vivir un evento tan abrumador, uno que no se había presentado como tal sino hasta que Kaoru se hubo encontrado sola. Las dudas le saturaron la cabeza y pronto terminó despierta revisando libros y textos sobre el sangrado femenino. Aquello había sido un graso error, pues la ansiedad comenzó a comerla viva tras leer sobre transtornos y problemas de salud relacionados con.

Tan grave fue su sentir que terminó deseando el que su sangrado terminase pronto.

"¿Y si lo corto?" Se había preguntado, de vuelta en la cama sin poder dormir. "No. Es mi primer sangrado y quizá no debería" Se refutó a sí misma.

Mas luego, pensar en los posibles dolores tras sentir un espasmo en su vientre la llenó de renovada preocupación.

"Tal vez, si uso calor..." Pensó.

Ingenuamente pensó que si calentaba de más su vientre con el poder de su luz, quizá el proceso se aceleraría lo suficiente para terminar de sangrar incluso antes de que Kenshin regresase. ¿Por qué de pronto quería ocultárselo? No lo sabía. Pero en ese momento, insegura y temerosa, tomó una decisión.

...

A la mañana siguiente, cuando Shura ingresó a la habitación a despertar a su señora y amiga, el corazón se le cayó al suelo y su gritó acabó por despertar al castillo entero.

-¡AAAHH! -Gritó con fuerza -¡KAORU! ¡KAORU!

La joven duquesa estaba inconsciente a la orilla de su cama con el camisón y las sábanas salpicadas de sangre.

...

Durante toda la mañana los miembros del castillo estuvieron corriendo de un lado a otro. Llevando recados tanto al doctor del ducado como a sanadores, y una misiva a la comitiva del Duque, esperando el que éste se apresurase en su camino de vuelta.

Tan pronto Kenshin recibió la misiva, se desvaneció en su poder hasta materializarse en el castillo en cuestión de minutos.

...

De eso hacían ya varias horas... Cerca del medio día Kaoru había recuperado la conciencia, y tras un largo chequeo por parte del médico y sus sanadores - así como un exhaustivo interrogatorio hacia la menor -, se determinó el que ésta estaba fuera de peligro y en buenas condiciones; si acaso débil debido a la pérdida de sangre pero nada más que pudiese ser de gravedad.

Sobra decir lo tenso del ambiente y el silencio que se cernió en la habitación tan pronto Kenshin ordenó el que los dejasen solos. Nadie refutó.

Kaoru apretó la tela de las sábanas con fuerza, y pasó saliva con dificultad.

Kenshin respiró hondo y dejó salir el aire en un forzado suspiro, parecía estarse conteniendo. Avanzó hasta la silla a un lado de la cama de su joven esposa, y se sentó en ésta. Recargó los brazos en las piernas, y se tomó un instante antes de decidir mirarla.

-¿Cómo te encuentras? -Le preguntó.

Kaoru dudó un segundo.

-Aún me duele el vientre, pero por lo demás estoy bien. -Respondió. Contrario a Kenshin, su mirada estaba fija en sus propias manos, mientras permanecía sentada en su cama respaldada por montones de esponjados almohadones.

Kenshin la miró. Kaoru se resistió a devolverle la mirada.

Kenshin afiló la mirada, manos en puño.

-Lo que hiciste fue peligroso y estúpido -La regañó. La joven se encogió al escucharlo-; espero que hayas reflexionado y que no lo vuelvas a hacer.

-No tienes razón para estar molesto. -Murmuró Kaoru por lo bajo, casi como un gruñido.

Kenshin estalló.

-¡Claro que la tengo! -Refutó elevando la voz una octava. -¡Pusiste en riesgo tu vida! Y considerando que soy-

-¡No tienes idea de cómo es! -Le cortó ella, con los ojos cerrados y derramando lágrimas.

-¡Kaoru!

-¡Estaba aterrada! -Confesó mirándolo al fin.

Con el rostro lleno de lágrimas y la expresión más clara y honesta que Kenshin haya visto jamás, Kaoru había conseguido dejarlo mudo por primera vez en su vida. El poder de ambos parecía rehuir a un punto interno de sus dueños. La joven, motivada por el silencio y la atención de su compañero, se animó a confesar entre lágrimas.

-Aparte de Shura no hay nadie más, nadie más con quien sienta la confianza de refugiarme en ellos. Eres hombre, no lo entenderías... -Señaló con la voz temblando, su rostro volvió a rehuirle la mirada. -Si tan sólo Megumi estuviera aquí...

De pronto la tensión previa acabó por difuminarse en el ambiente hasta desaparecer, y en su lugar quedó un silencio frío y sofocante.

El poder de Kenshin pareció desprenderse de pronto, manifestándose como un ente propio que lo envolvió hasta subir a su pecho, para luego anclarse con fuerza como si le presionara a responder; a moverse hacia su compañera hasta volver a armar las piezas que la conformaban.

El pelirrojo suspiró.

-¿Te gustaría que la llamara? -Dijo al fin.

-¿Eh? -Kaoru brincó y le miró estupefacta.

La sonrisa de su compañero la recibió.

-Tienes razón. De todo lo que dijiste, Kaoru. -Aceptó él, llevándose con esas palabras el sentimiento que la agobiaba. -Desearía que pudieras refugiarte en mí, pero entiendo que no te he hecho las cosas fáciles, además sobre un tema tan delicado... -Su voz se perdió un instante, como si debatiera qué era lo que debía decir. Al final optó por poner su mano sobre la de ella. -Lo único que puedo hacer es apoyarte. Si traer a tu hermana te hará sentir mejor, entonces haré los arreglos necesarios. Pero también entiéndeme. -Le pidió, su voz pareció temblar. -Yo me asusté también.

Los ojos de ella se abrieron en asombro, porque lo cierto había sido que no había considerado los sentimientos de Kenshin ni el cómo él se hubiese podido sentir al enterarse de lo sucedido. Si ella hubiese estado en su lugar, seguro que también se habría enojado ante el miedo que debió haber sentido.

-¿Podrías considerar mis sentimientos la próxima vez que sientas deseos de hacer algo que podría lastimarte? -Le pidió él. -No me gusta ver a la gente que quiero sufrir. Mucho menos sentir que puedo perderlos en cualquier momento, sin que pueda hacer nada para evitarlo.

Kaoru sintió que tenía un nudo en la garganta; las lágrimas volvieron a resbalar por sus mejillas esta vez de forma silenciosa.

-Kenshin... -Sollozó. -Lo siento...

Con el corazón aliviado de aquél susto, Kenshin se levantó de su asiento para sentarse a la cama con Kaoru, y la envolvió en sus brazos, reafirmándose a sí mismo el que ella estaba sana y salva, aquí y ahora, y que todo estaría bien pronto. Ella se refugió en él, sintiendo que por fin algo había cambiado en su relación aunque no estaba aún segura de qué.

Luz y Oscuridad recuperaron su balance.


De eso hacían ya casi dos semanas, once días para ser exactos, y el castillo de nuevo estaba en frenético movimiento.

-¿Tendremos alguna visita el día de hoy? -Preguntó Kaoru, quien no podía evitar mirar confusa tanto movimiento. -No recuerdo que hubiese nada planeado para estas fechas, aunque es cierto que Kenshin no ha retomado las inspecciones.

Shura por su parte, parecía satisfecha de sí misma; tenía una amplia sonrisa de su suficiencia en su rostro mientras ambas avanzaban por el pasillo en dirección al comedor.

-La única visita que ocurrirá hoy será nocturna -informó sonriente.

Kaoru se detuvo de pronto e igualmente lo hicieron sus doncellas. La duquesa miró a su dama de compañía.

-¿Tendremos un banquete? -Cuestionó preocupada, después de todo organizar un evento a esa escala efectivamente requiriría de tiempo, esfuerzo e insumos; y más si no sabía el estatus del posible invitado.

Shura sin embargo, mantuvo la sonrisa; tomando las manos de su señora le dijo en tono de ensueño.

-Eso es lo que la mayoría de los sirvientes esperan, por el bien del Norte si sabes a lo que me refieron -Contestó con intención.

Kaoru parpadeó aún más confusa.

-¿De qué hablas?

-Kaoru -le regañó Shura todavía sonriendo -Es la noche de la visita conyugal.

La morena la miró un instante, luego otro, y luego estalló en carcajadas.

-¿Por qué te estás riendo? -Se quejó Shura, manos en la cintura; el resto de las doncellas se veían igual de preocupadas.

-Oh vamos, Shura -refutó Kaoru, limpiándose una lagrimilla -Todavía falta para tal evento. Que haya recibido la sangre no significa que ya esté en edad.

Ahora la preocupación de sus doncellas se podía sentir en el aire, y de pronto la joven duquesa ya no se veía tan confiada.

-¿De qué hablas tú, Kaoru? -Le refutó Shura. -Ya tienes la edad oficial.

Un latido.

-Alcanzaste la edad oficial en Junio. Si se esperó hasta que el regalo de la sangre llegara, fue precisamente para concederte más tiempo por petición del Duque Himura.

Los ojos se le abrieron en sorpresa, el corazón parecía brincar de forma irregular. El mundo parecía de pronto demasiado brillante, tanto que apenas y podía ver.

-Kaoru, ya tienes 13. -Declaró Shura. -Y de acuerdo a la ley del imperio, eres una novia en toda regla. La noche de bodas se celebrará hoy según lo dispuesto. Y a partir de ahora, incluso si deciden seguir en habitaciones separadas, una vez al mes compartirán cama en espera de un heredero.

Los ojos de Kaoru se distrajeron en el azul del cielo tras la ventana.

Al menos éso era lo último que ella recordaba haber visto antes de perder el conocimiento.

...

El castillo de Akai estaba sumido en caos...

Un caos controlado en sí.

Pero un caos al fin.


A/N: ¿Deberemos hacer otro salto atemporal? ¿O quizá mandar lejos a Kenshin? muahahahaha