ALGUNOS DE LOS PERSONAJES DE ÉSTA HISTORIA, NO TIENEN NADA QUE VER CON LOS QUE SUS AUTORAS Y CREADORAS PENSARON PARA LA HISTORIA DE CANDY CANDY.

¿A QUIÉN AMAR?

Capítulo 12.

VIDAS PARALELAS.

Estaba acostada en su cama, el insomnio y el miedo de tener otra vez esas pesadillas no la dejaban conciliar el sueño, tomó un libro y lo abrió en la página en la que había quedado, y mientras lo hacía suspiraba y sonreía una y otra vez, se imaginaba una vida así, de repente una y otra vez pensaba ¿Qué pasó con su promesa de no dejarla nunca más? "estúpido trabajo… lo has alejado de mi" eran pasadas de la media noche cuando sintió un pequeño dolor punzante en su intimidad, de repente comenzó a sentir demasiado calor, se levantó poniéndose una bata sobre su camisón, abrió la ventana de su recámara y el frío de la noche la abrazó, caminó hacia la puerta y salió mientras acariciaba su vientre tratando de amortiguar el dolor que sentía en sus caderas, bajó las escaleras y sin hacer ruido salió al jardín, el aire fresco de la noche salió a su encuentro, su cabello largo y rizado ondeaba a su alrededor jugando con el viento, mientras caminaba, su pensamiento y corazón se encontraban con él, con sus hermosos ojos azules que eran la constante guía de su amor, las llamadas frecuentes de él la tranquilizaban cada día, pero aun así, los angustiantes momentos de saberlo lejos no la dejaban tranquila.

Mi amor… ojalá estuvieras aquí – era el deseo continuo que su corazón añoraba – papi te ama mi amor… aunque él no pueda estar con nosotros… – y las lágrimas nublaron sus bellos ojos verdes, sus pies descalzos se humedecían con el rocío del cielo, no dejaba de caminar pues sentía que sus caderas se relajaban, el fresco de la noche la ayudaba a no sentirse nerviosa, caminó hacia un claro y se recostó sobre el pasto, miró las estrellas que titilaban, regalándole un espectáculo único, eran de las cosas que extrañaba hacer con Albert, y aun en esos momentos no podía evitar caer en la tentación de sentirse cobijada por la negrura de la noche, perdió la noción del tiempo y con cuidado se levantó sintiéndose humedecida de la ropa, recordó lo que pasó hace escasos unas semanas y por ningún motivo deseaba sumar una preocupación más a sus padres, entró a la mansión y mientras subía las escaleras, otro dolor la hizo detenerse, respiró hondo mientras pasaba el dolor, quiso regresar al jardín pero otro dolor más fuerte la paralizó, quiso quitar pero comenzó a respirar hondo y a contar el intervalo de tiempo entre una contracción y otra tratando de tranquilizarse, seguía haciendo los ejercicios de respiración que tomó no hace mucho, con pasos lentos llegó hasta la recámara de sus padres, tocó y sin que le permitieran entrar abrió la puerta y en ese momento George prendió la lámpara del buró.

Papi…

Mi ángel ¿Qué pasa? ¡María! – la sacudió suavemente del hombro, miró a Candy y supo que ya era el momento, se levantó de un brinco, fue hasta donde estaba su hija y la sostuvo para que no cayera – ¿ya es hora? – Candy solo asintió.

Respira mi amor ¿quieres sentarte? – llegó hasta ella María – cariño, tienes la ropa húmeda.

No… no mami… me siento mejor de pie… salí a caminar… – miró hacia abajo y un pequeño charco se formó bajo sus pies

Por favor amor… cámbiate y saca la camioneta, nuestra hija estará de parto en cualquier momento – mirando con urgencia a su esposo – ¿ya pasó? – le preguntó a Candy.

Si mami… llámale a Rose…

Si mi amor, pero primero… – George llegó hasta ellas y acompañó a su hija mientras María se cambiaba de ropa, salió apresurada hacia la recámara de su hija, tomó la pañalera, una pequeña maleta, otro camisón y salió con prisa y llegó de nueva cuenta hasta ellos – mi amor… tienes que quitarte ese camisón – George salió para darles privacidad mientras la ayudaba a cambiarse – cariño… ¿puedes caminar? George por favor – él llegó hasta ellas y solo asintió tomando en brazos a su hija y bajando con precaución las escaleras, mientras María tomaba los celulares y lo que pudieran necesitar.

Mami…

Acá estoy mi amor – tomando su mano.

George la colocó en el asiento trasero con cuidado mientras María se subía del otro lado para estar junto a ella, posó la mano sobre el vientre de Candy y sintió el movimiento del bebé, sus ojos se llenaron de lágrimas, en cualquier momento se convertirían en abuelos, se acercó más a su hija y la cubrió en un abrazo amoroso besando su cabeza, mientras otras dos contracciones llegaban a ella.

Respira mi vida… ya vamos a llegar – tomó su celular y llamó al hospital al que iban a llegar y cuando por fin lo hicieron, un enfermero ya la esperaba, la cargó depositándola en la silla de ruedas, mientras el Dr. Martin esperaba por ella, y la llevaron a una suite privada, sus padres estuvieron a su lado en todo momento, George la sostenía de la mano mientras ella dormitaba por momentos.

Dr…

Pronto tendrán a su nieto entre sus brazos, aún no ha dilatado lo suficiente, es muy valiente su hija al no pedir la epidural, no se preocupen… mientras ella descansa… háganlo ustedes también, las enfermeras estarán monitoreándola en todo momento.

Gracias Dr. Martin – exhaló el aire que tenía contenido en sus pulmones.

Cuatro horas después como a las cinco de la mañana, la familia Andley se hizo presente en la suite del hospital, Rose y Pauna llegaron hasta ella besando su frente.

Ya pasará pronto hija – le dijo con determinación y ternura.

Y aproximadamente treinta y cinco minutos después, el momento llegó, Candy fue trasladada a la sala de partos, estaba en el constante trabajo de traer a su niño al mundo, sentía que su corazón palpitaba con más fuerza cuando las contracciones se hicieron más fuertes y ahí junto a ella, María, Pauna y Rose la animaban, las mujeres mayores la sostenían de las manos, ayudándola a inclinarse para pujar y Rose la sostenía de una de sus piernas, por ser familiares cercanos les permitieron estar durante el parto.

Ya está su cabecita afuera… hija, dos pujidos más y tendrás a tu hijo en tus brazos – y así como dijo el Dr. Martin, Candy entre lágrimas tomó aire y pujó con más fuerza, su frente estaba perlada por el sudor que no dejaba de mojarla a causa del esfuerzo que había hecho, el médico tomó al bebé que con un fuerte llanto tomó su primera bocanada de aire y se lo pasó a la enfermera y ésta poniéndoselo en el pecho a Candy, ella se sentía inmensamente feliz, mientras María besaba su frente.

Mi amor… ya eres madre de un hermoso bebé – Candy besaba con inmenso amor las manitas y piecitos de su bebé, era un niño hermoso, con una mata de pelo rubio como la de su papá, abrió sus ojitos y eran tan azules como los de él, parecía un pequeño querubín sacado se alguna pintura renacentista de Bailleul.

Mi amor… soy mamá – una enfermera se acercó para llevarse al niño – por… ¿Por qué se lo llevan? – la joven enfermera la miró comprensiva.

Lo llevaré para bañarlo y ponerle ropita, y usted necesita hacer otro esfuerzo para expulsar la placenta – Candy asintió, mientras veía como pesaban y le sacaban los fluidos a su niño.

¿lista hija? – Candy asintió haciendo un nuevo esfuerzo, el Dr. Martin hasta que terminaron, se quitó lo guantes y se dirigió a las enfermeras para darles algunas instrucciones y volvió a ella – las enfermeras te asearán y serás trasladada a cuidados intermedios, todo salió bien… felicidades.

Gracias Dr… – el Dr se retiró dejándola en compañía de la pediatra y enfermeras para que se hicieran cargo de ella y de su bebé.

Y bajo las instrucciones del médico la trasladaron a una suite, donde podía estar con toda la comodidad ella y su familia – una enfermera entró con una gran canasta de regalos cortesía del hospital.

Sra. Andley, en un momento traerán a su hijo para que lo alimente, el Dr. Martin vendrá a darle algunas recomendaciones e informes sobre el estado salud de su hijo… compermiso y felicidades.

Gracias – le contestó Candy sonriente – mami… ¿Cómo me veo?

Mi amor… estás muy bella… pronto recuperarás el color de tus mejillas – se lo decía mientras la peinaba y le ponía dos broches en su cabello despejándole el rostro – es tan bello… tan hermoso… gracias mi ángel – George y William entraron en ese momento, ambos se acercaron a la nueva mamá, y por turnos se acercaron a ella besando su frente, Candy observó y notó los ojos llorosos de su suegro, le era tan difícil imaginarse a un hombre como él con sus sentimientos a flor de piel.

Gracias hija… gracias por permitirnos estar contigo… por permitir… – su voz se ahogó en un sollozo – por permitir conocer a nuestro nieto.

Mi hijo es un Andley señor William… y estoy muy feliz de tenerlos a mi lado – Rose se acercó y tomó a su padre del brazo llevándoselo hasta donde se encontraba Pauna a uno de los amplios sillones que habían en la suite, regresó a Candy muy sonriente.

¿Cómo te sientes? – le preguntó tomando su mano.

Tenías razón… ahora solo quiero que me lo traigan y no soltarlo nunca – le contestó emocionada.

¿tomaste el curso de lactancia?

Si… mamá insistió en que lo tomara – apretando la mano de María.

Y es lo mejor que pudiste haber hecho – en ese momento la puerta se abrió estrepitosamente… era Annie con una gran sonrisa acercándose a su amiga, Rose se hizo a un lado para darle espacio.

Hola Rose… – saludándola con un beso en la mejilla – Candy… – y casi casi se abalanzó a ella deteniéndose a tiempo – ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Dónde está el bebé? – volteando a todos lados, Candy embozó una sonrisa.

Respondiendo al orden de tus preguntas… feliz, espléndida y esperando a que traigan a mi bebito.

Ojalá hubiera podido venir a tiempo – le dijo un poco apesumbrada.

Lo importante es que estás aquí… están las personas que amo… solo falta Albert y Eliza… – Annie le dio un beso en la mejilla soltándose de ella, fue hasta donde estaba María y con un abrazo la saludó.

Me da gusto que estés aquí hija… aprecio mucho el apoyo y cariño que le dan a mi Candy.

No podría ser de otra manera, ustedes son una familia para mi… ella es mi hermana… gracias por avisarme.

Mi conciencia y mis oídos no podrían vivir con los constantes reproches de mi ángel – y todos rieron – Annie volteó y vio a los padres de Albert y a George se acercó para saludarlos, aunque no efusivamente con el par de rubios, se acercó a George y lo abrazó.

Gracias Annie… estamos casi completos… – en esos momentos una enfermera entraba con el bebé de Candy en brazos y todos se levantaron para rodearla, Candy se sentó con ayuda de otra enfermera y de su madre, no paraba de llorar de la alegría y emoción, tener entre sus brazos a su niño, era tan indescriptible… tan único… lo puso sobre sus piernas y le quitó la frazada, tomó una de sus manitas y besó sus deditos.

Mi amor… – el bebé dormía plácidamente, pero al sentirse sin el abrigo de la frazada se estremeció un poco, Candy lo arropó y lo acunó entre sus brazos, nadie existía en ese momento, solo eran ella y su bebé…

Albert – susurró para ella su nombre y besó su cabecita.

Los hombres se salieron de la habitación para darle privacidad a la nueva mamá, momentos después el bebé se removió incómodo llorando muy fuerte, Candy miró asustada a su mamá.

Tranquila mi amor… ofrécele tu pecho, ha de tener hambre – y así lo hizo, y casi inmediatamente el bebé dejó de llorar, Candy se mordía el labio sintiendo como el bebé succionaba el pezón, la enfermera se acercó a ella y la instruyó para que tomara de manera correcta a su niño.

No se preocupe… no es lo mismo practicar con un muñeco… levántelo un poquito mas para que su bebé tome todo su pezón… bien ¿le duele? El dolor va a pasar mientras su bebé tome de forma correcta su pezón, la lactancia no tiene porque doler.

No… pero tiene muy pegada su nariz a mi pecho…

No se preocupe… su bebé respira perfectamente bien… si necesita ayuda, solo apriete el botón rojo…

Gracias – la joven enfermera se retiró dejando a las mujeres custodiando a Candy – mami ¿Por cuánto tiempo debo darle de comer?

Mi amor… él dejará de succionar… y eso quiere decir que está satisfecho – Candy solo asintió volviendo a observar su pequeño tesoro.

Una hora después la misma enfermera se llevó al bebé a los cuneros, prometiéndole que cuando el niño tuviera hambre regresaría, Le aconsejó a que aprovechara a dormir mientras su hijo lo hacía y ni bien le habían dicho eso cuando Candy cayó privada como piedra.

María ¿Por qué no descansas tu también? La suite está completamente equipada para que lo hagas… anda, descansa… Candy tardará mucho tiempo en despertar, velaré junto con Annie el sueño de tu hija mientras Rose sale a atender a su hijo – Annie solo asentía.

Gracias Pauna.

Pero como cualquier bebé recién nacido, el tiempo pasa volando o así lo sintió Candy, volvió a darle de comer, a cambiar de pañal y de ropa, era algo que comenzaba a dominar, y le encantaba, era su pequeño muñeco de carne y hueso, una enfermera que no conocía le llevó una cunita para que dejara a su hijo en ella.

Prefiero tenerlo entre mis brazos – de repente su instinto de protección se puso en alerta hasta que llegó el Dr. Martin.

Enfermera Jameson, el bebé de la señora Andley estará junto a ella.

Claro Dr… como usted ordene

¿Qué pasa Candy? – Le preguntó el médico extrañado

Es que… no conocía a esa enfermera…

No te preocupes… todo el personal del hospital cubren todos los estándares de eficiencia, confianza y seguridad para nuestros pacientes – le dijo con paciencia y bondad en sus palabras.

Gracias Dr…

¿ya comiste? – Candy negó con la cabeza – es necesario que lo hagas, de ahí depende que produzcas leche para alimentar a tu hijo, mientras más succione tu hijo el pecho, no habrá necesidad de que uses formula para alimentarlo ¿de acuerdo? – en ese instante una joven, personal de cocina le llevó sus alimentos mientras salía de nuevo empujando otro carrito.

Dr… aquí esté el servicio para la familia de la paciente.

Gracias Evelyn, puedes retirarte.

Ambas familias comieron junto con Candy, George se aseguró de que su hija, su esposa, Annie y la familia de su yerno recibieran la mejor de las atenciones, ya estaba anocheciendo cuando William decidió que ya era hora de darle privacidad a su nuera, se despidieron con afecto con la promesa de que se verían al otro día, todos se despidieron con un beso de Candy.

Nos retiramos… pero prometemos que mañana y todos los días estaremos para ustedes – besaron su frente y tomó de la mano a su esposa y se retiraron.

BRASIL.

Esa misma noche, pero a miles de kilómetros hacia el sur, Albert, en medio de la oscuridad, en el inmenso calor de una celda, sentía una dicha y alegría en su corazón, una felicidad que se reflejaba en lo que quedaba de su hermoso rostro, una felicidad que no comprendía, en la neblina que había en su memoria no encontraba la razón por la que se sintiera tan dichoso, y solo por ese momento se abrigó en esa transparente felicidad que lo envolvía como si de unos brazos se tratara, se recostó en el catre de piedra que había en la celda y se entregó a esa sensación de tranquilidad que se estaba permitiendo sentir.

Los días pasados habían sido una constante desesperación, tenía la urgencia de salir de ese lugar, pero al mismo tiempo no sabía a donde dirigirse si es que lograba salir de ese infierno, cada noche los guardias que se apostaban afuera de su celda lo procuraban con apenas con lo que podían, pero no era suficiente, constantemente sentía hambre y mucha sed, pero nada se comparaba al desasosiego y desesperanza que sentía, era como si sus sentidos estuvieran en alerta pero no sabía porque.

Como en ninguna otra noche que llevaba desde el día que conoció el infierno de esa celda, descansó, y en medio de la bruma de sus recuerdos, un rostro se desdibujaba como humo… era hermosa… muy hermosa, su cabello rubio como el sol iluminaba su soledad, y en una pequeña fracción de esa imagen un pequeño corazón latía con fuerza y su felicidad lo envolvió como un aura.

Ya no importaba cuánto dolor sintiera en su cuerpo, cuanta soledad tendría que pasar… ese destello de los rizos dorados eran su fortaleza… un par de esmeraldas lo veían con alegría, esperanza y dicha, no había recuerdos de una vida pasada en su mente… no habían nombres… solo la luminosidad de esas hebras de oro y sus hermosos ojos verdes.

Pero esa noche, sería la última en la que experimentaría todas las calamidades que el encierro ofrece, a la primera hora de esa mañana, unos brazos lo colocaron en una camilla, y al salir de esa oscuridad, la claridad de la luz del cielo lastimó sus ojos, los cubrió con sus brazos dejándose llevar a donde fuera que lo llevaran, su energía había desaparecido, y a decir verdad, mover cualquiera de sus extremidades le resultaba una labor titánica.

ALGUNAS HORAS ANTES.

Ambos hombres estaban enfrascados en una discusión, en donde no se podía siquiera apreciar quien de los dos tenía la razón o quién está en contra de quién… todavía era de madrugada cuando recibió el mensaje con calidad de urgente para que se personara en la prisión.

Silveira, te lo advierto…

¡tú no me adviertes ni mierda! ¡soy médico! Y nada de lo que me pidas haré… con gusto me llevaré a ese joven… pero no caeré tan bajo con lo que propones… haz tenido demasiado tiempo para tomar tu mismo la decisión ¿Qué escondes?

Es demasiado comprometedor… júrame… júrame que si algo me pasa… protegerás a mi familia.

¿Qué diablos estás diciendo? ¡y en éste preciso momento me lo vas a decir!

Fue un error… hay muchas personas involucradas… y lo mejor es darlo por muerto… aquí… – sacó un portafolios – con éste dinero puedes…

Ni siquiera lo intentes… Si algo puedo hacer por ese joven, lo haré bajo mis propios recursos y medios ¿Qué pasó contigo?

Me dijeron que solo sería por un par de semanas… todo se salió de control cuando comenzaron a torturarlo, alguien con mucho poder quiere desaparecerlo, u obtener algo de él… no lo sé… pero no pude… todo lo que veo en ese joven es inocencia… nadie se imaginó que se perdería, es como si él mismo se protegiera y se haya olvidado incluso de él mismo.

¿Cuando me permitirás sacarlo?

Hoy mismo… hay un intervalo de veinte minutos…

¡¿y hasta hoy me estás diciendo?! – era un hombre muy paciente, pero sabía que era una locura.

No habrá otra oportunidad… vienen superiores… tienen que ser hoy.

¿a plena luz del día? – preguntó con duda el médico.

Créeme Dr… todo el personal… absolutamente todos… los guardias, personal en general, estaremos en la plaza principal, los dos guardias que lo custodian ya están sobre aviso.

¿Qué garantía tengo de que nadie saldrá lastimado?

Ninguna… es hoy o nunca… aquí tienes una hoja de cambio… haz sido transferido al hospital psiquiátrico de Brasilia… un auto esperará por ustedes… y ahí se separan…

¿Cómo? Pensé que estaría bajo mis cuidados…

No, estoy borrando rastros… datos ¡lo que sea! ese hombre irá a un psiquiátrico, y tu iras a otro, estoy tratando de remediar toda ésta porquería que yo mismo permití…alguien esperará por ustedes para hacer el traslado… son veinte minutos… más que suficientes para sacar a ese hombre – le decía con desesperación.

Todo lo que se hizo después de esa discusión fue acción reacción, los jóvenes guardias que cuidaron de él por meses, salieron con trajes blancos, todo lo que hicieron fue a tiempo record, llevar a cuestas sobre sus hombros les estaba costando un esfuerzo doble, lo colocaron en una camilla y el rostro de Albert se llenó de la claridad del sol, que por un momento ofendió a sus ojos tapándolos con su antebrazo, la distancia entre la entrada y la salida se les antojó abismal y cuando por fin vislumbraron la salida una ambulancia esperaba por ellos, el Dr. Silveira esperaba adentro y comenzó a auscultarlo, preparó una jeringa con una solución y se la administro haciendo que Albert se perdiera en la negrura de la inconciencia.

¿Cómo se sienten? – les preguntó a ambos hombres, ellos se quedaron viendo, aun se sentían confundidos de como se habían dado las cosas en la penitenciaría.

¿Qué ha pasado? – señalando hacia lo que había pasado hace unos momentos.

Estoy en la misma situación que ustedes, estoy tratando de procesar lo que está pasando, me propusieron todo en tiempo record y acepté, solo les pido que no me dejen solo en esto – sostuvo su cabeza entre sus manos que estaban apoyadas en las rodillas – nos van a separar, esto… – sacó un frasco y se lo entregó a uno de los guardias – tienen que seguir suministrándolo, son efervescentes, se disolverán en su boca, solo tienen que colocárselo debajo de la lengua, y el medicamento hará su trabajo – abrió su portafolio y sacó dos carpetas, estas son sus nuevas identidades, cargué siempre con ellas esperando una oportunidad como ésta, por sus familias no se preocupen, ellos recibirán el primero de cada mes una pensión que los ayudará a solventar todo… ustedes tienen la oportunidad de mejorar su futuro, entrarán como enfermeros de cuidados y eso les permitirá estar en constante capacitación, en las carpetas hay un documento que les permite estar en el área donde éste hombre se encuentre – tomó aire – hay un número de enlace, solo pueden comunicarse conmigo, si lo hacen cada mes, mejor… – la ambulancia se paró y el médico solo alcanzó a darles un apretón de manos – no lo olviden, este hombre dependerá de sus cuidados, y de la prudencia que estén dispuestos a dar, ambos hombres asintieron y le dieron la mano rápidamente.

A partir de ahí se separaron y no supo más de ellos, una lágrima humedeció un camino hacia su mejilla, se la limpió y se dejó dirigir a otro automóvil, no hubieron palabras, solo fueron amables al dirigirse a él, y a partir de ese momento, tendría el tiempo suficiente para comenzar a realizar sus propias pesquisas, algo turbio había y él lo iba a investigar.

Hola chicas, una vez más con un capítulo nuevo, MIL GRACIAS por sus mensajes, me han servido para tomar en cuenta los huecos que sin querer he dejado en la historia.

Carol Aragón.

MaríaGpe22.

Guets1.

Lili.

Nancy Reyes.

Reeka21.

PattyLu.

Sincity12345.

Si Dios lo permite, nos seguimos leyendo hasta el próximo capítulo, GRACIAS por el apoyo que ha recibido la historia, actualizando, es la única manera en la que puedo corresponder.

08032023.