TODOS LOS PERSONAJES DEL MUNDO CANDY CANDY, LE PERTENECEN A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKI E IGARASHI.

¿A QUIÉN AMAR?

Capítulo 16.

FUERZA, ANGUSTIA Y TEMOR.

¿Amor? – Patty volteó a verlo mientras secaba los platos que usaron en la cena viendo como se acercaba a ella regalándole apenas una sonrisa – ven a dormir – la envolvió con sus brazos por la cintura mientras besaba la curva de su cuello.

Stear... – se volteó secando sus manos y abrazándolo por el cuello, mientras lo observaba, delineaba con su mirada su hermoso rostro.

¿Qué pasa amor? – le preguntó mientras besaba sus labios, ella suspiró.

Me preocupa Candy… ¡Dios! No puedo creer todo lo que le está pasando… amor… tenemos que ayudarla… ella no puede… no debe vivir así… ¿Cómo es posible?

Amor… ven a la cama…

Pero Stear… ella necesita nuestro apoyo… no debimos habernos venido, ella necesita nuestra compañía…

Mi vida… – le tomó el rostro entre sus manos – ella necesita estar un momento a solas con su hijo, el que ella haya descubierto nuestro parentesco, lo cambia todo, se ha vuelto a llenar de miedo, pero es ella quien tiene que superarlo…

¿Por qué no regresamos? Ella necesita compañía… apoyo…

Y la tendrá amor – la cargó entre sus brazos llevándola hasta la recámara de ambos, la bajó poniéndola frente a él, tomó su rostro y besó sus labios, eran besos tiernos, apasionados, con hambre, Patty se dejó hacer mientras acariciaba con sus manos el fuerte torso de él sacándole la playera, no podía resistirse a él aunque quisiera.

Te amo tanto… – le decía mientras jugaba con su cabello, eran las promesas que se hacían cada día… cada noche.

Lo eres todo para mi… yo también te amo.

Ambos se desnudaron poco a poco, repartiendo besos a cada fracción de piel que descubrían, era demasiado lo que se daban, pero nada era suficiente, porque siempre había más para darse, Patty le entregaba todo, recibiendo y dando con todo el amor de lo que eran capaz de dar, ambos se complementaban cuando se trataba de unir sus cuerpos, eran todo lo que necesitaban, la acostó sobre la cama y yendo hacia ella, volvió a labrar caminos de besos por todo su cuerpo, sentía como su piel se erizaba disfrutando cada gemido que ella le regalaba, ella apretaba sus manos sobre cada músculo de su espalda, acariciando y acunando al mismo tiempo las nalgas de él.

Dios Patty… ¡me encantas!... – con sus rodillas abrió las piernas de ella, mientras su endurecido falo se adentraba en su hogar, ella era todo eso y más, era todo lo que él deseaba en la vida, comenzó a adentrarse primero despacio, disfrutando del rostro de ella, no podía dejar de besarla porque ahí es donde Stear sentía que se unificaban sus almas, no necesitaban tantas palabras para decirse lo que sus corazones sentían, cada latido estaba dedicado para complementar lo que eran… un absoluto e indisoluble amor, sus movimientos hacían uno entregando cada beso, cada suspiro, cada gemido, nada detenía la insaciable necesidad de tenerse, de acoplarse, los movimientos de entrada y salida hacían vibrar cada fibra de sus cuerpo, Stear levantó su torso y acunando el rostro de ella, la besó con una intensidad abrazadora, mientras Patty se entregaba por completo a él, ambos unificaron sus gritos con el canto de sus cuerpos cuando llegaron al clímax, Stear intentó apartarse de ella pero no se lo permitió.

Me encanta tenerte así… sentirte dentro de mi… sentir tu cuerpo encima del mío…

Y yo amo tenerte entre mis brazos… saber que eres mía – rodó sobre su espalda para tener a su esposa sobre él, mientras ella descansaba su cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, mientras recuperaban el aliento tras esa entrega que los dejó relajados.

Momentos después y ante la chimenea, Stear llenó la tina de cobre con agua y yendo hasta su esposa, se sentó junto a ella acariciando su rostro.

Amor… preparé la tina – le dijo acariciándole el brazo, no hubo respuesta – amor – la cargó entre sus brazos y aun adormilada se metió a la tina con ella acunándola entre sus piernas, mientras le acariciaba su piel y masajeando sus hombros, logrando que ella despertara del todo – Patty…

¿mmmm?

Necesito ir a Chicago… – Patty levantó su mirada hacia él, hacer el amor con él, la había dejado agotada, se sentó sobre las piernas de él para así darle toda su atención – yo también estoy preocupado por Candy, necesito saber que ha pasado y buscar la manera de ayudarla, pensaba hablar con Tom… pero no creo que sea prudente hacerlo.

Gracias mi vida…

¿Por qué? – mirándola con amor.

Por ser tan bueno… – él le sonrió con cariño.

Patty… ella es nuestra familia… y los días que estuvimos con ella pensé en lo que debíamos hacer para apoyarla… pero también debemos de ser prudentes, algo grave pasó y tengo la sensación de que ella desconoce muchas cosas de mi familia.

¿y cuando nos vamos a ir?

Mi vida… ésta vez iré yo solo… ¿te molestaría quedarte unos días con Candy y su hijo?

Amor… ¡por supuesto que no! Prométeme que tendrás cuidado… que no harás nada que te perjudique…

Amor…

Stear… te conozco… por favor mi amor…

Te lo prometo… – le dijo besándole los labios, abrazándola por la cintura hasta pegarla a él – solo iré donde mi familia y haré algunas indagaciones, no tienes nada de que preocuparte, aunque te soy sincero… necesito saber el porque Candy desconoce sobre la existencia de mis primos… de Albert y Alfred – negó con la cabeza pasando sus manos por su rostro – habla de Albert… y por sus palabras solo lo puedo relacionar con Alfred… en fin, amor – tomó sus mejillas entre sus manos – ¡Dios! Eres tan bella… te amo tanto… que estos días sin ti van a ser eternos.

Entonces llévame – le dijo con una sonrisa.

Te prometo que la próxima vez te llevaré… quiero que todos conozcan a mi esposa… Patricia Cornwell – ella se pegó más a él cubriendo con sus brazos el cuello, besó sus labios con descaro y demasiado amor.

Te esperaré entonces – le dijo mientras ambos lavaban sus cuerpos.

Después del baño, las horas que faltaban para el amanecer las tomaron para amarse, ambos se hacían el amor reafirmando con cada beso, cada caricia y cada entrega que todo lo que tenían le pertenecía al otro, cerca de las nueve de la mañana, ambos salieron de su hogar para ir al de Candy y mientras Stear manejaba, no la soltaba de la mano, sentir el calor de sus manos lo llenaba de fuerza, y saber por todo lo que ha pasado Candy lo hacía sentirse afortunado de tener a Patty a su lado, la distancia se les hizo corta que cuando llegaron, fue el pequeño Albert quien los recibió con entusiasmo.

¡tía Patty! ¡tío Stear! – él niño se lanzó a sus brazos haciendo que Stear lo elevara por los aires y provocar en el pequeño una risa incontenible, para después abrazarlo y darle un beso en la mejilla – ¡tía Patty!

Hola mi amor ¿y mami? – vió que el niño agachó la mirada.

Mami se ha vuelto a dormir…

Mi amor… ¿y que haces afuera? – alzó al niño dándole un abrazo mientras el pequeño escondía su carita en el cuello de ella mirando a Stear con un poco de molestia – pero ya estamos aquí y juntos haremos que mami sonría ¿te parece?

Si… – los tres entraron a la cabaña, aunque oscura, aún estaba caldeada por el calor de la chimenea.

Amor… ve con Candy… llevaré al niño a traer leña… ven campeón – le dijo al pequeño mientras Patty lo bajaba, lo tomó de la mano – ¿puedes cargar leña? – el niño asintió sin contestar, salieron al porche y se sentaron en la escalinata de la entrada – Albert… – el niño lo miró – ¿Qué pasa?

Los extrañé mucho… ya no se van a ir ¿verdad? – Stear se sintió un tanto incomodo pues comenzaba a sentir que el niño los necesitaba tanto como ellos necesitaban de Candy y de su hijo.

Albert… tu tía Patty se quedará unos días con ustedes ¿te parece?

¿y tú? – le preguntó el niño un tanto desilusionado.

Saldré a arreglar unas cosas del trabajo… pero te prometo que regresaré ¿sabes porqué? – el niño negó con su cabeza – porque tu me acompañaras a pescar truchas – él niño lo miró con sus ojos grandotes.

¿de verdad?

Hecho… pero tienes que portarte bien con mamá y tu tía Patty…

Yo las cuidaré tío…

Aun eres un niño para hacerlo campeón… solo tienes que obedecer ¿de acuerdo?

Si tío – se levantó y lo abrazó por el cuello.

Bien… hay que traer leña – él niño lo seguía a donde quiera que iba Stear.

Cuando llegó el momento de despedirse, Candy, Patty y Albert salieron junto con él, Candy se miraba de mejor ánimo, desde que llegaron todo cambió, dentro de ella tuvo que aceptar que los necesitaba, que a pesar de que apenas los conocía, su corazón le gritaba que debía de confiar en ellos, se sentía segura, se sentía protegida, en tan pocos días, ya no tenía esa sensación de estarse escondiendo, la plática que tuvo con Stear y Patty le hicieron ver que ella no tenía que esconderse de nadie, que solo ella tenía la libertad de dirigir sus pasos y acciones… y esa mañana, al sentir la mano de Patty en su hombro, tuvo la certeza de que así sería, se despidieron con entusiasmo deseándole pronto regreso.

ALBERT

El Dr. Silveira le facilitó todo lo que él le pidió, y desde ese lugar comenzó a leer lo que su hermano había hecho en su ausencia, utilizó una clave copia que le permitía poder rebobinar todo lo que Alfred había logrado obtener en su ausencia, sonrió por primera vez a favor de su hermano… pues por primera vez podían estar de acuerdo en algo sin saberlo, se sentía tentado a tomar el teléfono y hablarle a sus padres… a Alfred… a Candy, pero en su corazón sabía que no debía, ya no podía regresar al momento en el que se despidió de ella en el aeropuerto, cuando se despidió de su hijo, con la promesa de regresar y no separarse jamás, sus ojos se volvían a llenar de lágrimas, lágrimas de frustración por no poder hacer lo que deseaba, de enojo, por haber actuado tan precipitadamente, ahora Candy le pertenecía a su hermano, ella era la esposa de él, y él… Albert, ya no era nadie en su vida, o eso pensaba él.

A partir de hoy – se dijo Albert, sería quien movería los hilos, ahora tenía el completo control de todo lo que deseó arreglar, y una vez más se sentía en completa concordancia con su hermano, tenía que reconocer que Alfred había hecho un excelente trabajo, solo que ahora, tendría que labrar su propio camino lejos de ella, de su hijo… y pensó una y mil veces más, el error que había cometido, pero antes de dejar todo como debió de haber estado, necesitaba cerciorarse que Candy… su Candy, era feliz.

Constantemente y a partir de que recordó todo, sentía una desasosiego y tristeza en su corazón que no lograba saber el porque se sentía así, el miedo, la angustia, el enojo y la frustración decidió convertirlo en un acto de fe, era la necesidad de saberla plena, feliz… aunque no fuera con él.

Por momentos tomaba aquel archivo que hace tiempo le diera el Dr. Silveira y ojeaba cada documento, que por partes contribuyó a que él, lograra hacerse del control con el que había luchado en un inicio para salvaguardar la integridad física de sus padres, de la familia de Candy y de Eliza.

Todo comenzó ahí, con Eliza… se preguntaba una y otra vez ¿Cómo pudo confiar en esa persona? ¿Cómo es que no se dieron cuenta de sus intenciones? No podía creer que todo lo que tuviera que ver con dinero, el principal responsable fuera precisamente esa persona, era el responsable de que todo su mundo se viniera abajo, pero si era sincero, él se lo permitió así mismo, todo apuntaba a que como el padre de Candy manejaba la fortuna de los hermanos, pudo cerciorarse el fraude que se le venía encima, si ese imbécil se creía inteligente… que equivocado estaba, él lo era mucho más, lo superaba en todo, pero en lo único que no vió venir, fue el golpe bajo que estaría dirigido a él y solo por eso, haría que se arrepintiera por el resto de sus vidas, por todo el daño que provocó.

Los días pasaban con el peso constante de sus decisiones, pero el apoyo de ese hombre que lo salvó de una muerte segura, le permitió tener una seguridad como la que nunca había tenido, ahora más que nunca y por siempre, tenía que hacer que todo volviera a su cause, entre todo lo que estaba tratando de recomponer, había una línea que él sabía no debería de estar, se hizo de todo su conocimiento para lograr llegar pero siempre había un candado que no le permitía entrar y por lo poco que pudo descubrir, alguien estaba tratando de indagar sobre los flujos y fraudes a los que él se había enfrentado, hizo que todas las líneas estuvieran a su favor y nadie tuviera injerencia en ellos, al menos eso le permitía salvaguardar a todas las personas que amaba y apreciaba.

Pero sus noches le eran tan lastimeras, no había segundo, minuto u hora en los que Candy no apareciera en sus sueños, reclamando su lugar a lado de él, la zozobra que sentía le hacía preguntarse ¿Cómo estaría ella? En el silencio de su recámara y mirando el techo la imaginaba embarazada de su hijo, la veía como en tantas veces lo escuchó llamándolo, y eso ero lo que le escocía más a su corazón, ambos sin saberlo se anhelaban y se llamaban en sueños, a pesar de que trataba de hacerse a la idea de que Candy era feliz con su hermano, su corazón no podía aceptar esa realidad, y no la aceptaba porque sus sueños y anhelos le decían lo contrario y se dijo a sí mismo con determinación, su corazón le gritaba que tenía que volver, no sabía porque… pero lo haría.

Es hora de volver.

CANDY

Apenas pudo darse cuenta, cuando alguien le tapó la naríz y nuevamente la oscuridad la envolvió toda, y en esa fracción de minutos trató de resistirse pensando en su hijo.

Despertó toda aturdida y adolorida del cuerpo, se tocó la cabeza tratando de mitigar el dolor de cabeza que tenía ¿Qué hacía ahí?

Albert – pensó en su hijo – ¡Albert! – gritó su nombre al recordar que alguien la inmovilizaba, pero el grito solo fue para ella, se tocó la garganta sintiéndola rasposa, su lengua la sentía seca, miró alrededor y solo había un camastro, aunque había luz, dentro de esa habitación pudo oler la humedad, trataba de acostumbrar a sus ojos a esa falta de luz y se dio cuenta que estaba abandonada, se levantó y aun estaba en pijamas, con pasos lentos se dirigió tratando de abrir la puerta, pero del otro lado estaba atrancada, con toda la debilidad que sentía comenzó a golpear con sus puños, pero lo único que conseguía es sentirse más débil, volteó a mirar y había una jarra con agua y al llegar a ella la agarró acercándosela a los labios tomando el líquido con ansiedad, sintió como la refrescaba y se echó un poco en la cara para despabilarse y caminó de nueva cuenta hacia la puerta – ¡sáquenme de aquí! – gritó finalmente escuchando su voz – ¡Albert! – golpeó con más fuerza la puerta tratando de abrirla hasta que escuchó pasos – por favor…

¡hazte a un lado! – "esa voz" pensó Candy al escucharla regresando al camastro.

La poca luz que había en la habitación apenas le permitía distinguir la silueta del hombre que acababa de entrar, con pasos lentos y pesados se fue acercando hasta ella.

Hola Candy ¿acaso no me recuerdas? – volvió a hablarle.

¿Qué quieres? ¿Quién eres? – le preguntó tratando de envalentonarse.

Ha pasado mucho tiempo… estás más hermosa que nunca – alargó su mano para tocarle la mejilla, pero no lo hizo – ¿no me recuerdas? – el cerebro de Candy trabajaba a mil por hora tratando de buscar en su memoria esa voz.

¿Qué…que quiere? – ahora ya no se sentía tan segura, esa persona la conocía y muy bien, dio un paso para atrás hasta llegar a la pared, con sus manos se dio cuenta que era de madera – ¿Por qué me tienes aquí?

Vaya… es bueno saber que desconoces muchas cosas…

Mi hijo… ¿Dónde está? – le preguntó con apremio.

Un niño muy inteligente… es idéntico a su padre… él está bien, por hoy y mientras tu así lo decidas, él estará bien…

¡¿Qué quieres de mi?! – se atrevió a gritarle cuando se refirió de su hijo de esa manera, vió como el hombre tomaba su celular para llamar a alguien

Prepara el granero – dijo, colgó y nuevamente se dirigió a ella – por tu bien y el de tu hijo reza para que todo salga bien.

Candy vió como el hombre caminaba de vuelta dejándola con la pesadumbre de no saber de su hijo, llegó hasta él, y sacando las fuerzas de su corazón encerró con su brazo el cuello del hombre, que al no sentir el aire, sus rodillas le hicieron tambalear cayendo juntos al suelo.

En este momentos me vas a decir donde está mi hijo… o te mato – fue apenas una fracción de segundos, cuando unas fuertes manos la inmovilizaron para que soltara al hombre, que al sentirse liberado tomó aire a bocanadas tratando de recuperarse y cuando lo hubo logrado se levantó.

¡estúpida! – le dijo propinándole una cachetada tan fuerte que la hizo desvanecerse – llévala al granero y amárrala… no tardará mucho en venir ese imbécil.

Hola chicos, chicas… MIL GRACIAS y una disculpa por la tardanza, un ciclo escolar ha terminado y GRACIAS a Dios con bien, les ofrezco un nuevo capítulo esperando que sea del agrado de todas ustedes, y como siempre espero sus mensajes, criticas y opiniones.

Cla 1969.

Guets1.

Carol Aragón.

Susy Cch.

maríaGpe22.

Fabaguirre167.

Yanicasti0206.

Lili.

Guets2.

Nancy Reyes.

Guets3.

Ster star.

Delia.

Castro Karol.

Sincity12345.

Si Dios lo permite, nos leemos en el próximo capítulo, que pasen BUENAS NOCHES… MIL GRACIAS.

22072023.