®The Witch and the Beast es propiedad de Kousuke Satake.
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Guideau golpeaba el suelo con la punta del tacón. Considerando que el suelo era de cerámica, y que su zapato era de un buen material —un material pesado—, y que estaban encerrados en un ascensor, el sonido resultaba bastante audible.
Ashaf también se sentía impaciente, pero por razones diferentes. Quería encender un cigarrillo, pero aquello estaba prohibido en el ascensor. En su lugar, se ocupó de tener lista la propina, y la guardó en su bolsillo izquierdo. Luego, le puso la mano en el hombro a Guideau, instándola a quedarse quieta. Entre el viaje largo que habían tenido que soportar —y sin poder fumar, de paso—, y las preguntas constantes de Guideau de "¿ya llegamos?", sentía una jaqueca instalándose en sus sienes.
—¿Por qué este viaje tiene que ser tan condenadamente largo? —murmuró en voz baja.
—Paciencia, ¿sí? —concilió él a pesar de su propia impaciencia. Ashaf era un experto en mantener la calma—. Ya vamos a llegar.
Guideau lo agarró de la corbata, y acercó su rostro al de ella.
—Dijiste eso hace media hora —siseó entre dientes—. ¿Cuándo voy a ver a la bruja?
Aquello lo articuló más que pronunciarlo. Ashaf le dirigió una sonrisa tranquilizadora, y la escena no pasó desapercibida para el botones desde la puerta de vidrio. El muchacho desvió la mirada, encontrando muy interesante de repente la superficie pulida del carrito. Guideau dejó ir la corbata de Ashaf, y se reclinó sobre la pared de metal. El ascensor se detuvo, y el muchacho se hizo a un lado para dejarlos salir.
—Primero tenemos que asegurarnos de no ponerla sobre aviso preguntado cuándo vamos a verla, ¿sí? —Ashaf se inclinó para susurrarle.
—No lo dije en voz alta —se defendió Guideau mientras Ashaf abría la puerta de la habitación.
La cerradura hizo click, y Ashaf abrió la puerta para dejar pasar a Guideau. Esta de inmediato se quitó el pesado abrigo y lo arrojó sobre un sofá cercano, y luego se instaló junto a la puerta. Ashaf entró detrás de ella, con el saco en el brazo, pero Guideau lo atajó del brazo antes de que avanzara más.
—Dile que se vaya.
—Primero tiene que dejar nuestro equipaje —le recordó.
—No lo necesitas y lo sabes. Eso puedes hacerlo tú.
El pobre muchacho luchaba bajando el ataúd, fingiendo no oír nada, y Ashaf se soltó del agarre de Guideau para ayudarlo.
—Está bien —dijo con gentileza—. Deja las maletas ahí.
El muchacho se incorporó y empujó el carrito fuera de la habitación. Ashaf metió la mano en su bolsillo, y le entregó su propina.
—Pon el aviso de no molestar, Ashaf —fue lo último que el joven escuchó, antes de que la puerta se cerrara tras él.
—Recién casados —murmuró, sacudiendo la cabeza, llevando el carrito vacío de vuelta al ascensor.
¿Por qué presiento que Ashaf y Guideau han tenido una conversación como esta varias veces...?
