Hetalia: Axis Powers (y sus derivados) son propiedad intelectual de Hidekaz Himaruya. Yo no tengo propiedad de los personajes y el propósito de este fanfiction es solo de entretenimiento. No está permitida su comercialización.
Capítulo 8
Cross versión
La condesa sangrienta
Reino de Hungría
Las horas se sentía eternas mientras Hungría escuchaba las acusaciones de los nobles, una tras otra, describiendo un monstruoso ser, la decadencia en forma humana; un terrible individuo sin corazón y alma con la capacidad y poderío para cometer los actos más atroces a otro ser humano. No otra más que su querida amiga la condesa Erzsebeth Bathory.
Desde un principio, a la nación le parecieron solo maliciosas acusaciones lanzada contra una noble de buena cuna; pero Jorge Thurzó, el más acérrimo rival, primo de la condesa y príncipe de Transilvania, estaba empeñado en la tarea ante los mandatos de su majestad, el rey Hungría, Matías II.*
Inclusive, había sido el mismo rey el que exigió presencia de su nación en tal juicio como testigo de carácter de las acciones de la condesa, a pesar de la problemática más importante que atender en aquella época, la fuerte amenaza que resultaba el imperio Otomano sobre su territorio.* Por ello, Hungría lucía su poderosa armadura y su espada en la cintura, a pesar de las exigencias de la corte de presentarse ante ellos con las ropas femeninas que le correspondían ante género.
Pero tales requerimientos nunca fueron prioridad para los cortesanos cuando requerían de ella en batalla o en su juventud, cuando le hicieron creer por años que era un muchacho de lento desarrollo. En la época clásica, a los nobles y la realeza siempre les resultaba problemático una mujer por nación; pero para Hungría sus quejas eran sin importancia, al final de cuentas ella no era un ser humano.
Pero el que tenía la última palabra, siempre era el rey. Y si su rey se lo exigía, ella debía obedecer.
–¿Eres una divinidad? –la mente de Hungría divagó nuevamente como lo había hecho por horas durante el largo juicio, recordando a una joven muchacha de rizos, hermosas facciones y una sonrisa encantadora. Una joven Erzsebeth Bathory de doce años que conoció en el palacio de la familia Nadasdy.
La doncella había sido comprometida desde su infancia con Ferenc Nadasdy quien con los años sería conocido como el caballero negro de Hungría; pero mucho antes de que se efectuara la boda, ella ya vivía en el castillo Cachtice de la familia de su prometido ante los deseos de su futura suegra Úrsula.
Hungría recordó haberse perdido en aquellos ojos oscuros, profundos como lagos, pero llenos de vida como estanque cristalino. En aquella ocasión, había acudido a conocerla en persona, a la descendiente directa de Vlad Tepes, príncipe Transilvano que con sus sangrientas técnicas de empalamiento había mantenido alejado a los otomanos por mucho tiempo de sus tierras.
Rumania presumía cada vez que podía de la belleza de la joven transilvana, de su riqueza y linaje, algo que Hungría vio prudente comprobar ella misma, en el especial, si estaba destinada a casarse con miembro de la familia Nadasdy y convertirse en una condesa húngara.*
–¿Has visto divinidad antes? –le preguntó ella con una picara sonrisa. A lo que la joven respondió negando con la cabeza –. Entonces ¿Cómo aseguras que sea una?
–Eres hermosa.
–Gracias, y tú también.
La sonrisa de Erzsebeth resplandecía más que miles de estrellas en el cielo y su belleza solo intensificaba más esos hermosos rasgos. Pero la doncella Bathory resultaba ser más que su pura imagen, ya que sabía leer y escribir en húngaro, latín y alemán a la perfección. Su educación había sido excepcional, mucho mayor que el mismo príncipe de Transilvania y sorprendía a Hungría con su mente brillante y su picardía natural.
En aquellos tiempos una mujer tan letrada como Erzsebeth era impresionante, poco común e inclusive de admirar. Pronto, se volvió el pasatiempo favorito de la nación visitar el castillo de los Nadasdy para convivir con la futura condesa, fuera para escucharla recitar poemas, tocar un instrumento musical o cabalgar por los territorios de la familia.*
El tiempo junto a ella se volvió significativo para Hungría, otra fémina de increíbles capacidades, maravillosos atributos, pero relegada siempre a un lado por ser una mujer. La nación después de años de incomprensión de sus pares y de luchas sangrientas, finalmente encontraba en aquella mortal alguien que podía comprender, aunque fuera un poco, su predicamento y la admiraba por quien era.
Juntas, reían como jovencitas picaras mientras sus caballos cabreaban por los caminos casi sin control. La vida parecía llena de alegría eterna para ambas, que fácilmente olvidaban el tiempo y sus alrededores. En una ocasión, su distracción fue tal que Ezrsebeth casi deja a una anciana bajo los cascos de su caballo ante su descuido.
–¡Largo de aquí, saco pestilente, viejo y horrible! ¡Tu sola presencia indigna a mi corcel! –le había escupido con repentino despreció la joven a la pobre mujer que apenas podía mantenerse en pie.
–Perdone… perdone… su señoría.
–No hay cabida en estas tierras para seres tan horripilantes como tú –espetó Ezrsebeth de ultimo antes de continuar su camino sin mirar atrás, dejando a Hungría incrédula, incapaz de hacer algo de momento más que escuchar los deseos mal sanos de la anciana hacia la futura condesa.
–Un día… también usted será fea y vieja como yo, su señoría…
–… la condesa Bathory siempre tuvo una obsesión con la belleza y la juventud… –las palabras de un testigo traído por Thurzó regresaron a Hungría a la realidad y el juicio que se efectuaba en la corte.
Era cierto, los humanos solían envejecer y morir. Las naciones no lo hacían, al menos, no como las personas. Después de tantos años siendo la representación de esas tierras, le habían enseñado a Hungría que el apego a seres mortales como los humanos era solo temporal, todos tarde o temprano morían, y envejecer era un proceso intermedió antes de llegar a tal desenlace.
–¡Pero tú no! –le espetó la condesa Bathory muchos años después de su matrimonio con Ferenc y de la llegada varios hijos de ambos. La dama que una vez había conocido en aspecto jovial y rebosante, había cambiado y sido remplazado por una mujer madura, hermosa, pero no tan resplandeciente como en sus mejores años.
Pero Ezrsebeth seguía teniendo la misma personalidad alegre y llena de vida, pero más sabía en pensamiento y costumbres. Aún era la mejor amiga de Hungría, y la cual nunca dejo de visitar a pesar de las guerras contra los otomanos y alemanes.
–Tú sigues siendo tan hermosa como el día en que nos conocimos –objetó la condesa desesperada mientras examinaba sus arrugas en su espejo y una sirvienta hacía lo posible por desenredar su cabellera –. Ni un día ha pasado por tu rostro, como los años por mi cuerpo.
–La condición de mi existencia no es una bendición, ya te lo he dicho antes –le aseguró una vez más Hungría con una sonrisa. Era un tema que había tomado fuerza entre ambas con el pasar de los años, algo que, en su juventud, la condesa veía lejos e imposible.
–Lo que haría, por tener el secreto de tu belleza eterna.
–Este cuerpo no es una congratulación, es una carga y un peso –insistió Hungría, pero sus palabras parecían caer en oídos sordos.
–Una carga que estaría dispuesta llevar con tal de no seguir marchitándome.
–No sabes lo que dices.
–Mi querida, nunca he pronunciado palabras más seguras en mi vida.
Pero la conversación terminó ahí abruptamente ante el descuido de la desdichada criada, quien sin intención dio un tirón bastante fuerte a los cabellos de la condesa haciéndola gemir de dolor. Ezrsebeth se volvió de inmediato como rayo y le propinó una fuerte y sonora bofetada a la pobre joven hasta hacerla llorar.
–¡Inservible inepta! –la insultó con furia mientras la pobre sirviente se sujetaba el rostro magullado. Ezrsebeth sin intención, le había cortado una mejilla con su anillo y algo de la sangre de la muchacha le salpicó el rostro.
–…al día siguiente, su señoría acudió a mí exigiendo que llevara a Ana a sus habitaciones. Al parecer había hecho un descubrimiento con la sangre de la joven –acusó Ficzkó, mayordomo leal de la condesa por años, temeroso en la corte ante Thurzó, los nobles, el rey y Hungría.
En aquellas épocas era común que los cortesanos trataran de formas despreciables a sus sirvientes, especialmente que los castigaran de formas terribles ante actos de traición, robo y engaño. Bathory nunca fue la excepción, en más de una ocasión Hungría tuvo que intervenir para evitar que se excediera en sus acciones sobre una pobre que había arruinado el dobladillo de su vestido.
–Es la hija de un criador de cerdos, solo de esa manera aprenden a respetar –era la respuesta rutinaria de la condesa ante las réplicas de la nación.
Era casi una costumbre familiar ser crueles con la servidumbre y dales castigos extremos. El mayor pasatiempo de Ezrsebeth y su marido siempre fue encontrar mejores castigos para los criados mal agradecidos. De eso, Hungría no tenía la menor duda.
Pero ante la información que traía Thurzó a la luz del juicio, las acciones de la condesa fueron mucho más que crueles que simples castigos, y con las más terribles intenciones. Testigos, el pastor protestante de la región y el mismo Ficzkó (mayordomo y hombre de confianza de la condesa) pasaron uno a uno a dar sus atemorizantes declaraciones de como Bathory no solo torturaba en las mazmorras del castillo de Cachtice a las sirvientas, sino también como las asesinaba dolorosamente y recolectaba su sangre para actos profanos con la intención de retener su juventud.
Ellos juraban que la condesa tomaba bajo su tutela a jovencitas de las aldeas vecinas al castillo con el ignorante apoyo del pastor, quien terminaba sentenciándola a los más terribles horrores y muerte; mientras a sus familias se les informaba de su perecimiento inespecífico que ocasionaban la muerte repentina de sus hijas. En un principio, los cuerpos eran enterrados en campos santos con las gratificaciones de la condesa, pero con el paso del tiempo y la suma de cuerpos, esto pasaron a amontonarse y pudrirse en el sótano del castillo.
Fue el mayordomo el que relató las más terribles acciones, desde descuartizamientos, desmembramientos, baños de sangre, la utilización de herramientas de tortura, profanación, lujuria y brujería todo en un intento desesperado de la condesa de obtener la juventud y belleza eterna. Pronto el nombre de las tres principales amigas de la condesa salió a la luz, Dorotea, Helena y Pisoska, reconocidas brujas que por igual serían enjuiciadas.
Pero sería la falta de nuevas víctimas, lo que llevaría a la Bathory a cometer su peor error, el acabar con la vida de doncellas cortesanas a las cuales les había prometido protección y educación. Sus misteriosas muertes habían llamado la atención de los miembros de la corte, que pronto pidieron la intervención de la su majestad el rey.
Jorge Thurzó fue encargado a investigar las acusaciones, pero lo que encontró en el castillo de la condesa fueron los horrores de una mujer sádica y sin corazón dignos de alguna pesadilla. Victimas muertas y otras aún con vida, desangradas y torturadas en la agonía mortífera del dolor.*
Ante aquellas declaraciones, Hungría no pudo evitar sentirse horrorizada con lo que había escuchado. Ante su larga vida y actos en batalla, no era ignorante de la crueldad y sed de sangre que cargaban consigo los seres humanos, pero los relatos de horror sobre Ezrsebeth eran sacados del mismo infierno y efectuados por el demonio mismo.
Su cuerpo convulsionó en un acto reflejo de repugnancia ante aquellas palabras. No podía ser posible, su buena amiga, la mujer más hermosa e inteligente que hubiera conocido en su existencia, podría llevar a cabo tales terribles actos. Nunca lo habría creído posible… sino fuera que nombres, individuos y fechas, concordaban con comportamientos de su amiga, personas con las que había visto socializar y los años sin visitar el palacio Cachtice ante la insistencia de la condesa.
–Estoy harta de las paredes de mi hogar ¿visitemos Bitcse? Es hermoso esta época del año… El castillo de recuerda a mi difunto Ferenc… Dorotea me ha sugerido ver a mis hijos y deseo hacerlo… Helena me dio una estupenda idea… Deseo que más jovencitas de la región aprendan a leer y escribir como yo… Ana no se ha sentido bien últimamente, espero que no enferme como las demás…
Las palabras de Ezrsebeth retumbaron en la cabeza de la nación como si las hubiera escuchado por primera vez.
Al final, las dudas de Hungría fueron inútiles, ya que las sentencias fueron claras. A las burguesas y ayudantes de la condesa recibieron cien latigazos en público; Fikzó por conspirador de los crímenes fue decapitado y su cadáver quemado, pero a Helena, Dorotea y Pisoka les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo y murieron en la hoguera.
La condesa Ezrsebeth Bathory, quien por su posición de aristócrata la protegía de la persecución e inclusive de estar presente en su propio juicio, al final no fue suficiente para protegerla de recibir el castigo designado por Matías II.
–No puede creer que tú de entre todas las personas creas tan sucias mentiras sobre mí –le lloró la condesa a Hungría por los barrotes de la gruesa puerta de roble que la mantenía atrapada por el resto de su vida en sus aposentos.
–¿Cómo no hacerlo cuando hay muchas verdades en ellas? –le soltó nación con desesperación.
–Crees que soy capaz de tales atrocidades?
–¿Lo eres? ¿Puedes torturar inocentes solo con tal de satisfacer tu vanidad?
–¡No lo entiendes! ¡Son mentiras de mi primo! –continuó Ezrsebeth con su llanto –. Thurzó siempre me ha tenido malas intenciones.
–Eso no disculpa las declaraciones…
–¡Matías II ambiciona mis tierras y mi fortuna! ¡Con encerrarme aquí las obtiene sin dificultades! –sentenció la condesa con vehemencia –. ¡Mis hijos quedaran a su merced! ¡Sin nada!*
Había cierta veracidad en sus palabras, Matías II tenía un imperio amenazado por las invasiones otomanas y la condesa Bathory tenía una frondosa herencia que quedaría a disposición de sus hijos ante su encierro.
–¡Las acusaciones en mi contra son falsas! ¡Fabricada para condenarme y despojarme de todo!
–Es difícil de creer eso con el destino que sufrieron los declarantes de tus actos –objetó Hungría. Ella misma fue testigo de cada uno de los castigos a los involucrados, nadie en su sano juicio confesaría tales actos solo por coerción ante el terrible destino que les deparaba con sus palabras.
–¿De verdad me crees culpable, mi querida amiga? –el rostro hermoso de Ezrsebeth se contorsiono con el llanto y el ceño fruncido. Por primera vez, Hungría vio la vejez en el semblante de su querida amiga –. Porque sí es así, ya no hay futuro para mí.
–Deseo… poder creerte –dijo la nación con dolor.
–No lo digas… solo hazlo –la mujer sacó su brazo entre los barrotes en un intento de sujetar el ropaje de la nación –. Ya que todo ese juicio en mi contra fue fabricado solo para perjudicarme y arrebatarme lo que por derecho me pertenece.
Pero Hungría no podía sostenerle la mirada. Aquellos ojos tan llenos de vida, se había convertido en dos pozos de negrura sin vida y alma.
–Perdona Ezsrebeth, pero… no puedo –dijo ella de ultimo arrancando de sus ropas los dedos delgados y huesudos de su amiga.
–¿Por qué? ¿Por qué alguien con tu inmortalidad no puede tener piedad de una pobre y marchita mujer que consideraba su amiga?
–Porque… – susurró Hungría dándole la espalda – la amiga marchita y vieja atrapada en esta celda, es mucho más libre que yo. Lo siento, Ezrsebeth, lo siento tanto – y sin más, comenzó alejarse por el corredor sin mirar atrás.
–¿Huny?... ¡Hungría! –la llamó la condesa casi a gritos –. ¡Hungría!
Gritos que retumbaría en sus oídos por los días siguientes.
Pero sería lo último que escucharía de su más querida amiga, quien pasaría los últimos años de su vida en aquella habitación en soledad y sería recordada por muchos como una asesina sádica peor que su antepasado Vlad Tepes. Su nombre se llenaría de leyendas e historias de horror. Pero para la pobre nación, la duda sobre la culpabilidad o inocencia de su amiga viviría por la eternidad en su mente.
Ya como Ezrsebeth lo había predicho, Matías II persiguió por igual a los hijos de la condesa, enjuiciándolos y quedándose con todas sus riquezas para financiar su guerra con los otomanos. *
*Matías de Habsburgo,hijo de Maximiliano II de Habsburgo y de María de Austria y Portugal. Archiduque de Austria, fue gobernador de Austria desde 1593, rey de Hungría desde 1608 y de Bohemia desde 1611 por la incapacidad mental de su hermano, asumiendo el título imperial a la muerte de este, el 13 de junio de 1612.
*La región de la Gran Llanura Húngara (excepto las partes noreste) y el Transdanubio meridional había sido invadido y anexionado al Imperio otomano por el sultán Solimán el Magnífico entre 1521 y 1541.
*El reyMaximiliano firmó en 1570 el Acuerdo de Espira donde se declaraba la independencia de la región de Transilvania, ascendiéndola al rango de Principado. Ezrsebeth Bathory fue nieta de Esteban Báthory de Somlyó y su tío materno fue Esteban I Báthory, príncipe de Transilvania. Perteneciente a una de las familias más poderosas y ricas de Hungría, su esposo Ferenc adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo.
*Ezrsebeth Bathorya los once años fue prometida con su primo Ferenc Nádasdy, conde (anteriormente barón), de dieciséis años. A los doce años pasó a residir en el castillo de su prometido y nunca tuvo buena relación con su suegra, Úrsula.
*Según la investigación del conde Thurzó, hallaron en el castillo numerosas muchachas torturadas en distintos estados de desangrado, y un montón de cadáveres por los alrededores. La condesa se negó a declararse inocente o culpable, y no compareció, acogiéndose a sus derechos nobiliarios. Quienes sí lo hicieron, por la fuerza, fueron sus colaboradores. Juan Ujváry, el mayordomo (conocido como Ficzkó), testificó que en su presencia se había asesinado como mínimo a 37 «mujeres solteras» de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo.
*Erzsebeth era una señora feudal de un importante condado de Transilvania, metida en todas las intrigas políticas de aquellos tiempos convulsos, pero sin ejército con que proteger su poderío. Esto la ponía en peligro de ser acusada de traición por el rey Matías II de Hungría. Viuda como era, se vio más vulnerable y aislada que nunca.
*Fue encerrada en su castillo. Tras introducirla en sus aposentos, los albañiles sellaron puertas y ventanas, dejando tan sólo un pequeño orificio para pasar la comida. Así es que la condenaron a cadena perpetua en confinamiento solitario. Esta pena implicaba también la confiscación de todas sus propiedades, lo que Matías venía ambicionando desde tiempo atrás. Dos años después, las hijas y el hijo de Elizabeth fueron finalmente acusados de traición por el apoyo de su madre a la guerra contra los alemanes.
Hola a todos.
Creo que se volvió costumbre mía disculparme por la tardanza de los capítulos, pero por desgracia de nuevo tuve problemas de salud. Nada serio, una gripa, pero me dejo decida varios días. Además, este ha sido el capítulo más ambicioso hasta el momento y espero que lo disfrutaran.
Aquí muestro parte de mis headcanons sobre las interacciones de las naciones con personajes famosos históricos y como presenciaron o fueron participes de la construcción de la historia. Además de la percepción de los humanos de la presencia y la inmortalidad de las naciones.
También como en las épocas antiguas era difícil para las naciones femeninas ante las percepciones hacia las mujeres en esos tiempos. Cosas que cambio con el paso del tiempo.
Bueno, eso sería todo por ahora. Tengo pensado otro capitulo similar para la siguiente publicación, si le gustó este enfoque compártanlo en los comentarios.
Saludos.
