¡Hola a todas! Espero estén teniendo un lindo sábado. Aquí les traigo un capítulo más. La historia avanza. Como les he comentado, este es un Anthonyfic, una adaptación de mi autoría, sin fines de lucro, hecha con el único propósito de hacerle justicia a la pareja más inspiradora de nuestra niñez. ¡Un abrazo!

"UNA VISIÓN DE AMOR"

CAPÍTULO XL

William Albert esperaba una reacción de la joven mucama frente a él. La expresión de Dorothy se había vuelto pensativa al observar la fotografía en sus manos, y luego de unos pocos momentos, levantó su vista hacia él.

"Jamás la había visto, señor." Le dijo con su mirada serena. "Reconozco que talvez se parece a la joven que vi por lo claro del cabello y su edad… pero no me parece que sea la misma.", dijo la joven pelirroja. "La joven que yo vi no era tan… sofisticada."

"Lo sé. Pero… sus rasgos.", insistió el alto rubio.

Ella vio la foto otra vez, y luego de unos momentos, negó una vez más. "Lo siento." Le dijo devolviéndole la fotografía. William bajó su vista a la foto en sus manos y la contempló también. Una belleza.

"Señor.", dijo entonces Dorothy… "¿Acaso… usted cree que esa joven sea la madre de Hope?"

William la miró a los ojos estudiándola. "¿Te parece que lo es?"

Dorothy se cohibió. "No.", dijo con suavidad.

"Entonces no lo es.", le dijo el patriarca guardando la foto nuevamente en el bolsillo externo de su chaqueta. "Por favor, te recuerdo no mencionar esto a nadie. Es importante."

"Sí, señor", dijo Dorothy bajando la mirada.

William Albert miró una última vez a su ahijada dormir dentro de su cuna, sonriéndole con cariño y buscando en su pequeño rostro algún parecido con la foto o con los rasgos de su amigo. El joven exhaló con cansancio y luego, salió de la habitación. Dorothy fue hacia la puerta y la cerró tras él, y luego regresando, se sentó en la silla junto a la cuna nuevamente, sintiéndose abrumada por lo sucedido.

Una puerta al final del pasillo se cerró discretamente al salir William Albert de la guardería y caminar por el pasillo decorado con macetas y muebles estilo francés, alejándose él hacia la escalinata para regresar junto a los suyos.

Cinco minutos después, la pequeña comenzó a inquietarse y Dorothy se puso de pie y levantó a la pequeña rápidamente para arrullarla. "Calma, Hope. No pasa nada…", le dijo. "No te preocupes, todo estará bien. Tu papi y tu mami te quieren mucho.", le dijo suavemente. "No te inquietes… nadie te hará daño."

La calmaba con cariño la mucama, caminando por la habitación, cuando la puerta se abrió nuevamente, la joven mucama dejó de arrullar a la pequeña y se le quedó viendo a quien había entrado, sin saber qué esperar luego de ver su expresión.

Abajo, en la mansión, la actividad continuaba.

"¿Dónde estabas?", dijo la tía abuela tras ver regresar al patriarca, ella misma había regresado hace solo unos minutos de una breve siesta en la habitación que los rubios tenían para ella en el segundo piso de la mansión.

William la miró con seriedad. "Fui a ver a mi ahijada un momento, y luego estuve conversando con el doctor Miller en el despacho."

"¿Por qué?", se extrañó. "¿Te sientes mal?"

William consideró su respuesta. "No. Pero… quería preguntarle si Anthony podría viajar hasta Chicago en julio para la boda."

"Yo tenía entendido que sí.", dijo la matriarca confundida.

"Sí. Eso mismo me aclaró." Le dijo con seriedad.

"¿Te pasa algo?", le dijo entonces. "Te veo extraño."

"No, tía. Es que estoy un poco cansado. Eso es todo.", se disculpó. En realidad, tenía una incipiente jaqueca. La tía abuela asintió.

"William, nosotros ya nos vamos.", dijo Charlotte acercándose a ambos.

"Claro, amor.", le dijo William sonriéndole. "Vamos, te acompaño.", le dijo, ofreciéndole su brazo. Ya se habían despedido de todos, así que llegaron a la entrada donde el señor Stewart terminaba de despedirse de sus anfitriones. Candy y Anthony le deseaban muy feliz regreso a casa y Charlotte se aproximó a abrazar a Candy y despedirse con un besito de ella y luego acarició con cariño su pancita, despidiéndose de su futuro ahijado, haciendo sonreír a la pecosa. Con discreción, William besó la mano de su prometida, y se despidió luego de su futuro suegro con un apretón de manos, y los vieron marchar entonces en su propio vehículo conducido por uno de sus choferes de la casa Stewart.

El doctor Miller y su esposa se despidieron inmediatamente después, habiendo Anthony ordenado a uno de los choferes de la mansión Brower que le llevaran de vuelta a su residencia en el pueblo de Lakewood. "Te espero el jueves para tu chequeo mensual.", le dijo el doctor al rubio al despedirse.

"Allí estaré, doctor. Y gracias por venir.", le dijo. Y el segundo vehículo también partió.

Stear y Archie junto a sus novias, comenzaban a despedirse también. No querían los padres de las jóvenes que los muchachos pernoctaran en la misma casa donde lo hacían ellas, a pesar de su presencia como padres en la residencia. La noche comenzaba a caer, y Anthony y Candy despidieron a los muchachos también. Solo la tía abuela y William se quedarían a pasar la noche en la Mansión Brower, para no extenuar más a la anciana, marchándose ambos temprano, a la mañana siguiente.

"Si me disculpan," dijo Candy tras regresar a la sala luego de que se fueran los Cornwell, "me retiro.", dijo. "Ha sido un día largo y prefiero cenar arriba en la habitación. Espero me disculpen."

"Claro, hija, no faltaba más. Descansa." Le dijo comprensiva la tía abuela, dándole Candy un beso de buenas noches, pasando donde ella estaba sentada. Luego se despidió de los padres de sus amigas y de Annie y Patty, y de sus propios padres. Y al llegar con William que se puso de pie, la pecosa se mareó de pronto, yéndose de frente, sujetándola el joven patriarca para que no cayera.

"¡Candy!", dijeron todos en la habitación, Anthony más asustado que todos corrió hacia ella. William ya la había sujetado y sentado en el sillón tras él.

"¡Candy, amor! ¡¿Estás bien?!", dijo Anthony hincándose a su lado, tomando su mano.

Candy miró a su alrededor… "Lo siento…", dijo confusa. "Es que… creo que solo fue un mareo."

"No es algo simple un mareo, Candy.", dijo Anthony de inmediato. "¡Roger!", dijo llamando al mayordomo más cercano, "Vea que le pidan al doctor Miller que vuelva a la mansión por favor, que la señora se sintió mal."

"Vamos, amor, ya estoy mejor.", dijo Candy tratando de tranquilizarlo. "El doctor ha de estar cansado como para regresar."

"Olvídalo, Candy.", protestó su padre, también más asustado que la mayoría. "Deja que Anthony se encargue de esto, hija", le dijo el señor Britter.

"Fue mucho trajín hoy.", dijo la señora Caroline Britter, ya sentada junto a su hija en el sillón, sobando sus manos. "Será mejor que te recuestes, cariño."

Candy asintió.

"Mientras tanto, Wilber, tráigale un vaso de agua a la señora", ordenó la tía abuela, preocupada también.

"Sí, madame.", dijo el mayordomo principal quien había llegado tras haber escuchado el barullo en la sala, saliendo a pedir a una de las mucamas lo trajera de inmediato.

Tras tomar el vaso de agua la pecosa, escoltada por su madre, Anthony y sus dos preocupadas amigas, Candy subió a recostarse. El doctor Miller regresó media hora después y tras revisarla, dijo que todo ya había pasado, que de seguro había sido solo un bajón de presión. Que se mantuviera hidratada y que descansara al día siguiente. Ya todos más tranquilos, Anthony acompañó al doctor a la puerta, al marcharse.

El auto de los Brower lo esperaba nuevamente al pie de la puerta de ingreso de la iluminada mansión. Ya era de noche.

"Le agradezco muchísimo que haya regresado, doctor Miller. Candy dijo que se sentía mejor, pero no quise correr riesgos.", le dijo.

"Hiciste bien, Anthony.", dijo el galeno de cabello canoso con seriedad.

"Mi chofer lo llevará de vuelta a su hogar."

"Anthony-"

"¿Sí, doctor Miller?"

El médico se le quedó viendo.

"¿Sucede algo?", insistió el joven Brower.

El galeno miró hacia la casa. Estaban solos. El médico lo dudó, pero viendo el rostro expectante del muchacho, el cariño le ganó a la discreción. "Anthony… hijo, tengo que decirte algo antes de marcharme."

"¿De qué se trata, doctor? Candy sí está bien, ¿verdad?", se preocupó.

"Sí, muchacho, descuida. Aunque no es sobre ella de lo que quiero hablarte, sí es algo que le atañe a ella también."

"No comprendo.", le dijo el joven Brower confundido.

"Anthony,", se aproximó más el doctor a él bajando la voz, convidándolo con una mirada a irse junto con él a uno de los extremos de la amplia entrada de la casa, fuera del perímetro de audición del chofer que acababa de bajarse del vehículo para abrir la puerta del vehículo para él. Al verlos subir la escalinata de vuelta y alejarse, el empleado cerró la portezuela del vehículo otra vez y, discreto, regresó a su lugar dentro del vehículo para darles su espacio.

"¿Qué sucede, doctor Miller?", dijo el rubio extrañado de que lo apartara así. Casi que escondidos tras una de las columnas decorativas del frente de la casa.

El galeno suspiró, viéndole preocupado. "Anthony, me temo que alguien está haciendo averiguaciones sobre la identidad de la madre de tu pequeña."

"¡¿Qué?!", dijo Anthony sorprendido. "Pero ¿qué dice?, ¿quién?", preguntó consternado de pronto.

Dentro de la casa, sentada con la ayuda de varios almohadones a su espalda, recostada en la cama principal, la pecosa fingía quedarse dormida después de unos pocos minutos de haber salido el galeno de la habitación junto a su esposo.

"Creo que ya se durmió.", dijo suavemente Annie que junto con Patty se habían quedado haciéndole compañía a su amiga en la habitación.

"Ven, Annie, dejémosla descansar.", dijo Patty y tratando de no hacer ruido, ambas jóvenes salieron del recinto, cerrando la puerta con suavidad tras de sí, dejándola solo con una lámpara encendida para iluminarla.

Pasaron unos momentos más en la quietud de la habitación y tras escuchar la pecosa que nadie más regresaba, abrió sus verdes ojos, suspirando, y viendo a su alrededor que sí estaba sola, metió su mano en el bolsillo de su vestido de maternidad de gala que aún utilizaba bajo la frazada, habiéndose negado a cambiarse tras sugerirlo Annie aduciendo ella estar cansada.

Le daba pena a Candy todo el revuelo que había provocado en la casa, pero no se le había ocurrido nada más para podérsela quitar a William. Tras escuchar la conversación con Dorothy más temprano en la tarde al ella ir a revisar si la pequeña ya había despertado, y ver la puerta de la guardería entreabierta, escuchando lo extraño de su conversación con Dorothy, la joven señora Brower ya no había hecho notar su presencia en aquel momento, ante la sorpresa de lo dicho por William. Tras salir de su asombro y ver al patriarca guardar la foto en el bolsillo derecho de su saco, desde la puerta entreabierta, no queriendo que la encontrara espiando, ella había corrido a su habitación al final del pasillo para ocultarse, y luego lo escuchó salir de la guardería y alejarse. Tardó varios minutos en asimilar lo escuchado - esta vez sin quererlo -, y luego regresar junto a Dorothy en la guardería, y confirmar lo escuchado del patriarca, pero esta vez de labios de su doncella. A quien pidió su discreción.

En su mano ahora contempló finalmente la foto adquirida del bolsillo del patriarca. Se trataba de una joven de cabello claro y largo, con un traje extraño, siendo la joven notablemente hermosa y de expresión conmovida, como si fuera una representación de algo. No la conocía en realidad. ¿Por qué William estaría preguntado por ella? ¿Y por qué sospecharía que se trataba de la madre real de Hope? ¿De dónde habría sacado William semejante foto?, se preguntó Candy confundida. Y al darle vuelta a la foto por reflejo, su corazón se detuvo por un momento al encontrar una inscripción hecha con letra estilizada en la parte de atrás.

"¡No puede ser…!", dijo Candy de pronto, llevando su otra mano a sus labios para acallar su grito de sorpresa y horror tras leerla.

La inscripción leía…

Para que no me olvides, como yo nunca te olvidaré a ti. Siempre tuya, Terry querido, con todo mi amor.

Susana Marlowe M. (firma)

Broadway, Nueva York, junio de 1917

"Terry…", su voz se ahogó en su garganta al leerlo. Luego susurró, sacudiendo su cabeza, "¡No puede ser! ¡No puede ser…!", dijo para sí la pecosa con total dolor. "¡No puede ser!", repitió. "Mi Hope…"

Continuará…

¡Gracias por leer!

Nuestra pecosa pobrecita, ya se enteró. A ver qué hace ahora. Gracias por sus comentarios queridas Julie-Andley-00, Cla1969, Anguie, Sharick, Mayely león y Guest 1. Muchas gracias por sus comentarios. ¡Les deseo un feliz fin de semana!

¡Bendiciones!

lemh2001

P.D. Se actualizará el martes 19.