—A—
2 de septiembre de 1993
Aurora llegó a toda prisa a la enfermería después de la cena sin importarle quién la vio o qué tenían que decir al respecto. Podía sentir sus rizos chispeando y contorsionándose, casi una copia de los rizos de Hermione Granger cuando no estaba enojada. Los ojos de Aurora se entrecerraron, el marrón oscuro se volvió negro como los de su padre. Y el ceño fruncido en su rostro era una combinación tan perfecta de ambos padres que incluso los de séptimo año se hicieron a un lado cuando ella pasó.
Sin dudarlo, entró en la enfermería y se dirigió directamente a la cama de Draco. El idiota estaba despierto, un libro abierto en su regazo, una pierna apoyada para ayudar a mantenerlo abierto. Estaba inclinado de tal manera que no podía ver quién entraba.
"Ya era hora de que llegara la cena", comenzó a decir con esa mueca de Malfoy. "Esperen a que mi padre..."
No llegó a terminar la frase. En el mismo instante en que giró la cabeza, Aurora lanzó un puñetazo lo suficientemente fuerte como para que Draco cayera al otro lado de la cama.
"Eres un idiota estúpido y arrogante" —escupió, y Draco trató de levantarse lo mejor que pudo con un brazo, el dolor se mezclaba con la sorpresa mientras hacía todo lo posible por enfrentarla. "¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¿Te has golpeado tanto la cabeza que ya no te queda sentido común, ni decencia humana?"
"¿De qué estás hablando, Rory?" preguntó Draco, logrando finalmente ponerse de pie. Era la primera vez que se refería a ella de manera familiar desde la petrificación de Colin Creevey el año anterior. Había sido Snape o Aurora hasta ese momento.
"Estoy hablando de tu creencia de que eres superior a todos y a todo porque eres un maldito Malfoy. Sé que sabes cómo inclinarte ante un Hipogrifo por esa vez que nos encontramos con uno en la naturaleza. ¿Recuerdas? ¿Con mamá? Y sé que ella te advirtió muy, muy claramente el tipo de daño que puede causar si no le muestras el respeto que se merece. Pero no. No, el poderoso Draco Malfoy tuvo que arriesgar su cuello, que Buckbeak podría haber roto fácilmente, todo para lucirse frente Harry Potter. O tal vez lucirse para él, porque, francamente, estoy empezando a preguntarme algunas cosas". Draco palideció ante la implicación, y mientras lo registraba, Aurora continuó: "Y fanfarronear ante tus imbéciles compañeros de Casa sobre cómo pudiste hacer que despidieran a Hagrid..."
"¿Qué te importa el maldito zoquete?" exigió Draco.
"¡Me importa porque Hagrid ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria! Pasé los primeros cinco años de mi vida viviendo en Hogwarts. He caminado por estos terrenos más que cualquier estudiante de séptimo año y Hagrid es prácticamente un tío para mí".
"Es un mestizo", se burló Malfoy, escupiendo las palabras.
"¡Yo también!" gritó Aurora.
Se sintió como si todo el aire dejara sus pulmones y su corazón se detuviera. Ella no había querido decirlo. Sabía su estatus de sangre desde que tenía cuatro años y había escuchado las temidas palabras con doble 'S' lanzadas por el tío Lu cuando no se había dado cuenta de que ella podía escuchar.
Sin embargo, su padre se había dado cuenta. La había visto en las sombras del pasillo que se dirigía a los baños desde la sala de juegos que se encontraba al final del mismo. Actuó como si nada hubiera pasado, sin dar ni la más mínima pista de que ella estaba ahí. Le había explicado después lo que significaban esas palabras. "Es algo terrible para personas como tu madre", dijo. "Los nacidos de muggles. Las personas que usan esas palabras son típicamente de solo sangre mágica y creen que son mejores por eso. Papá tiene que fingir que le agradan y que está de acuerdo con ellos. Pero no es así."
"¿Por qué tienes que fingir que odias a mamá?" preguntó, confundida y un poco herida.
"No lo hago", dijo, tocándole la nariz. "Mamá finge que solo tiene padres mágicos, para que nadie intente lastimarla. Pero no debemos contarlo. ¿Recuerdas lo que te dije sobre los secretos?" Aurora asintió. "Soy un mestizo".
"¿Por Nana?"
"Sí. Mi padre era muggle. La madre y el padre de mamá eran muggles. Ella es nacida de muggles y tú eres una mestiza, porque tienes sangre mágica y muggle", explicó. "Pero no debemos decirlo".
Nunca tuvo que decir que era sangre pura, siempre se había asumido. En realidad, ni siquiera se le había ocurrido que su estatus de sangre importaba hasta el año pasado, y tenía la intención de mantenerlo en secreto.
Pero ahora ella lo había dicho.
Draco estaba completamente confundido, tartamudeando y balbuceando mientras Aurora temblaba de miedo y adrenalina.
"¿Cómo?" Draco finalmente preguntó. "Sé que el tío es un mestizo, pero renunció a su sucia ascendencia muggle. Y además, para ser mestiza, la tía H. tendría que ser...". Las piezas finalmente cayeron en su lugar. "Ella es una sangre sucia".
"¿Lo es?" preguntó Aurora con voz temblorosa. "¿Lo es realmente? Porque hasta hace dos minutos era tu tía sangre pura con un gran linaje. Una bruja a la que admirabas y respetabas." Draco frunció el ceño, apartando la mirada como si tratara de reconciliar la idea al mismo tiempo que trataba de separar a su tía en dos personas distintas. "Te dejaré que pienses en eso", dijo en un tono cortante mientras intentaba mantener la compostura.
La Aurora Snape que se abrió camino desde la enfermería hasta las habitaciones de su padre era mucho menos aterradora. Nadie le prestó atención mientras bajaba a las mazmorras.
Abrió la puerta de la oficina de su padre y la encontró vacía, pero la puerta a sus habitaciones apareció y se entreabrió. Risas se oían a través de ella, pero no les prestó atención mientras se acercó a la puerta y la abrió. Conducía inmediatamente a la sala de estar.
Su cerebro le dijo que debería sorprenderse al ver al profesor Lupin sentado en el sillón, un plato vacío cerca de él en la mesa de café y una copa de vino en la mano. También se dio cuenta de que debería estar sorprendida de que su madre estuviera en el sofá junto a su padre; ella nunca los visitaba cuando apenas empezaba el año escolar. Ella notó vagamente a Leo leyendo en la esquina.
"¿Rory?" la voz profunda de su padre cortó su ensimismamiento, y el ver su mirada dulce e inquisitiva sobre ella y la preocupación en el rostro de su madre, hizo que el rostro de Aurora se arrugara.
"Cometí un terrible error", se atragantó cuando las lágrimas brotaron.
"¿Qué pasó, muñeca?" preguntó su madre suavemente, y vio la imagen borrosa de su madre acercándose a través de sus lágrimas. "Cualquier cosa que haya pasado, puedes decirla frente a Remus", dijo su madre suavemente mientras envolvía sus brazos alrededor de la forma temblorosa de Aurora. "Es un amigo y sabe que estoy aquí en Hogwarts como estudiante. Estoy segura de que está bien que él también lo escuche".
Así les contó Aurora, lo más que pudo entre sollozos. Y aunque no era una larga historia de ninguna manera, se sentía como si lo fuera.
"Lo s-lo siento mucho", hipó. "N-n-no quise decir... es solo..."
"Tranquila, Aurora", dijo su padre, con firmeza pero no sin amabilidad. Aurora trató de tomar una respiración profunda que se convirtió en un estremecimiento. "Hermione, creo que es hora de que...".
"¿Por qué no le dices, amor?", sugirió su madre. "Ella debería escucharlo de ti sin nosotros".
"Puedo irme si se trata de un asunto familiar", ofreció el profesor Lupin.
"Quédate. Tú y H. tienen mucho de que ponerse al día, estoy seguro. Y me temo que Leonidas todavía es demasiado joven para escuchar esto."
"¡Tengo ocho!" Leo declaró indignado.
"Y tu hermana es mayor, y esta es la primera vez que lo escucha", lo reprendió su madre con un dejo de diversión, mientras Aurora sentía que su padre le pasaba el brazo por los hombros y la guiaba al laboratorio.
Cerró la puerta detrás de ellos y la guió hasta un taburete. Su padre se sentó a su lado, frente a ella. Lo primero que hizo fue sacar un pañuelo y entregárselo para que se secara los ojos.
Con un suspiro de resignación, colocó su brazo izquierdo sobre el banco de trabajo con la palma de la mano hacia arriba. Abrió primero su levita y luego el puño de la camisa que llevaba debajo. Sabía lo que se avecinaba cuando él se subió la manga, pero aun así se estremeció al ver la calavera en su piel.
"Eres una chica muy inteligente y valiente", dijo. "Pero al igual que tu madre, tus emociones se llevan lo mejor de ti. Es humano. Es normal. Tú, creo, tienes algo de mi habilidad innata para contener las cosas, pero incluso yo estallo de vez en cuando, así que no te culpes por lo que pasó."
"Pero ahora es más importante que nunca que entiendas por qué tu madre escondió su ascendencia muggle cuando viajó en el tiempo, por qué todavía es necesario que finjas que eres de sangre pura y por qué realmente deberías intentar influir en las opiniones de Draco mientras está lejos de la influencia de su padre y antes de que Hermione Granger desaparezca de Hogwarts."
"¿Qué tiene eso que ver con tu tatuaje?" Aurora preguntó en voz baja y tranquila.
"Esta es la Marca Tenebrosa, Rory. Es el símbolo del Señor Oscuro y una señal de que soy uno de sus mortífagos más valiosos y miembro de su círculo íntimo. Es la marca de un hombre que creía en la supremacía de sangre y la Magia Oscura".
"Entonces, ¿por qué la tienes?"
"Porque yo era, soy, un espía. Porque cuando solo tenía unos años más que tú, llamé la atención de todas las personas equivocadas, y alguien buscó usar eso para un bien mayor. Estuve muy tentado a unirme a ellos, solo para poder tener un lugar al que pertenecer, al inicio de mi cuarto año. No todo lo que voy a decirte es bueno, pero no todo es malo tampoco. ¿Estás lista?"
Aurora asintió.
—H—
9 de septiembre de 1975
"Snape, Granger, quédense un momento," ladró Moody cuando los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas al terminar la clase.
Lily frunció el ceño brevemente antes de que sus labios se curvaran en una sonrisa. "Picnic junto al árbol", dijo, tocando el brazo de Severus brevemente antes de saludar a Hermione y seguir al resto de la clase hacia la puerta. Moody los observó hasta que el último salió corriendo de la habitación, luego un giro de su muñeca cerró la puerta de golpe.
"¿Leyeron el libro?" preguntó en su típico tono brusco. Hermione y Severus asintieron. "Bien. Nos reuniremos después de la cena, pasillo del séptimo piso."
"¿Profesor?" preguntó Hermione, con el rostro arrugado por la confusión.
"Y asegúrense de que nadie los vea", dijo enérgicamente, luego hizo un gesto hacia la puerta. "Váyase."
Se fueron.
"¿Por qué me suena el corredor del séptimo piso?" preguntó Hermione, hablando consigo misma y preguntándole a Severus.
"Seguro que en algún momento leíste algo al respecto. Ahora ese índice mental tuyo está recorriendo la biblioteca que sin duda has absorbido y retenido, tratando de encontrar la respuesta". Severus la miró, una leve sonrisa en sus labios.
Hermione le devolvió la sonrisa, a punto de decir algo igualmente ingenioso cuando de repente se encontró cayendo al suelo. Su bolso, abierto sin que ella se diera cuenta, lanzó sus libros por el suelo de piedra, sus tinteros y plumas siguieron después.
Sintió que la magia la rodeaba un momento antes de sentir la mano de Severus en su hombro. Girando la cabeza y moviéndose ligeramente, notó que él tenía su varita apuntando de tal manera que le hizo pensar que lanzaría un hechizo defensivo. Estaba a punto de preguntarle qué estaba haciendo cuando un destello de luz se dispersó frente a Severus como si...
"Un escudo", susurró ella, moviéndose y encontrando sus piernas pegadas. Sacando su varita, susurró el contra-hechizo antes de arrodillarse junto a Severus. "¿Dónde están?"
Indicó en la dirección de la que venían justo antes de que otra ráfaga de luz los iluminara.
"Quejicus está siendo un maldito cobarde", se rió Peter. "Escondiéndose detrás de un escudo."
"Vamos, Quejicus. Sabemos que estás ansioso por contraatacar", se burló Sirius.
"Oh no, se ha vuelto blando". James se unió a las burlas, todos ellos aún invisibles. "¿Túnicas nuevas, cabello realmente limpio? Creo que está tratando de asimilarse a la sociedad humana".
Hermione disparó su varita, enviando el primer maleficio que le vino a la mente en dirección a la voz de James. Golpeó la pared, haciendo un fuerte crujido al impactar.
"¿Qué está pasando aquí?" La voz de Remus vino detrás de ellos, y Hermione miró por encima del hombro para ver su confusión mientras miraba hacia donde ella y Severus estaban agazapados.
"¡Ay! ¡Lunático!" Sirius vitoreó. "Justo a tiempo para unirte a la diversión".
La confusión de Remus se desvaneció, reemplazada por la vergüenza cuando se adelantó y se paró frente a Severus.
"¿En qué tipo de diversión estabas pensando, Canuto?" preguntó, cruzándose de brazos y mirando alrededor del corredor.
Al ver una oportunidad para irse, Hermione tomó la mano de Severus y tiró de ella ligeramente. Con los ojos aún fijos en dónde estaban Remus y los otros Merodeadores, asintió una vez. Se pusieron de pie lentamente, retrocediendo un par de pasos antes de girar.
"¡Remus, se están escapando!" Peter se quejó.
"Bien" —dijo Remus, y luego añadió justo antes de que doblaran la esquina—, "espérenme fuera de clase. Le explicaré a la Profesora Babbling por qué se retrasaron".
Una vez fuera de la vista de los Merodeadores, Hermione siseó de dolor. La adrenalina y estar en el suelo le habían impedido darse cuenta de lo fuerte que se golpeó la rodilla izquierda cuando la alcanzó el Maleficio de las Piernas Unidas. Ahora, tratando de apoyarse sobre ella, cojeaba dolorosamente.
Sin una palabra, Severus tomó su mochila para buscar y sacar algo. Hermione lo tomó.
"No creo que necesite tu analgésico extra fuerte", respondió ella.
"Estás apretando mi mano violentamente con cada paso. Por débil que sea tu rodilla, no cojearías tanto si no sientieras dolor", dijo, señalando la botella. "Tómalo."
De mala gana soltó su mano, Hermione hizo una pausa y se apoyó contra la pared para poder destapar la poción y tragarla. Como tantas pociones, sabía asqueroso.
"¿Modificaste la fórmula pero no pudiste hacerla más apetecible?" preguntó con una mueca.
"Agregar cualquier cosa para que sepa mejor comprometería su efectividad", respondió, tomando la botella. "Bob nunca se quejó".
Hermione resopló, a punto de replicar, cuando Remus dobló la esquina. Observó la escena, mirando entre Severus y Hermione, luego la botella en la mano de Severus y la forma en que Hermione sostenía su pierna.
Con las manos apretadas en puños, Remus dijo: "Debería haber hecho algo más que quitarles puntos".
Severus resopló. "Sí, bueno, no creo que haya tanto poder detrás de una insignia de prefecto", se burló, ofreciéndole su brazo a Hermione para que pudieran llegar a Runas Antiguas. Ella lo tomó, ignorando la sacudida de felicidad que dió su corazón cuando deslizó su mano en el codo de él.
"Debería hablar con ellos" —dijo Remus, siguiéndoles el paso. "Decirles que necesitan parar. Y no solo contigo, con todos. Pero especialmente contigo".
"Eso pudo haber sido útil hace cinco años," dijo Severus. "Pero estabas demasiado ocupado siguiéndolos en silencio y lanzando uno o dos hechizos".
Remus no tuvo tiempo de responder, ya que llegaron a la puerta del salón en ese momento.
Mientras Severus escoltaba a Hermione a sus asientos, Remus cumplió su palabra de explicarle a la Profesora Babbling lo que había sucedido. Además, su molestia no se había desvanecido en su tono mientras hablaba, causando un murmullo de interés en la clase de quinto año. No eran solo Gryffindors y Slytherins, sino también Hufflepuffs y Ravenclaws. Y como los Merodeadores se habían metido con gente de todas las casas, uno de ellos desertando de sus filas era algo que llamaba la atención.
—H—
Mientras James, Peter y Sirius todavía estaban ocupados interrogando a Remus sobre su supuesto paso en falso ese mismo día, Hermione y Severus salieron del Gran Comedor y se dirigieron al pasillo del séptimo piso.
"¿Cómo está tu rodilla?" le preguntó mientras subían las escaleras a un ritmo que probablemente era más lento de lo que le gustaría.
"Bueno, todavía no siento ningún dolor", respondió ella con una sonrisa irónica. "Pero puedo sentir que está debilitada y magullada".
"¿Y no has ido con Pomfrey porque...?"
"¿Exactamente cuándo lo habría hecho? Nuestro día no ha sido precisamente tranquilo. Runas, Pociones y Transformaciones después del almuerzo. Aunque supongo que podría haber ido a la enfermería durante ese descanso, no es como si Lily me habría extrañado".
"No, no creo que lo hubiera hecho", respondió Severus, y Hermione no supo por su tono si estaba complacido o molesto por eso.
Continuaron subiendo las escaleras, y el silencio continuó cómodamente hasta llegar al séptimo piso. Hicieron una pausa y miraron a su alrededor antes de avanzar un poco más.
"No veo a Moody por ninguna parte", señaló Severus. "Y dudo que quiera que hagamos estas 'lecciones' al aire libre, por así decirlo".
"¡Te juro que sé algo sobre el corredor del séptimo piso!" dijo Hermione, molesta con su propio cerebro por no sacar la información que quería cuando importaba.
"Eso ya lo establecimos antes," dijo Severus, mirando hacia arriba y examinando los tapices. Lo hizo con una mirada escrutadora. Hermione se dio la vuelta lo mejor que pudo, golpeándose la frente con el puño en un patético intento de sacar el conocimiento a la superficie. Caminó, lentamente, y solo por un corto tiempo mientras sentía que su rodilla se doblaba.
Levantó la vista y vio una puerta que no había estado allí antes.
"Severus", llamó ella, mirando hacia la puerta mientras una sonrisa aparecía en sus labios y la respuesta se precipitaba al frente de su mente. "¿Cómo he podido ser tan estúpida?" preguntó con un movimiento de cabeza mientras él se acercaba a ella. "Hogwarts: Una Historia. Lo he leído más veces de las que puedo contar, y aún así me olvidé de la Sala que Viene y Va".
"¿La qué?"
"La Sala que Viene y Va", repitió. "También conocida como la Sala de los Menesteres. Se supone que la sala aparece donde más se necesita y proporciona a la persona o personas necesitadas exactamente lo que necesitan. Un dormitorio si está exhausto, una sala médica si está herido".
"Un retrete cuando uno tomó demasiado jugo de calabaza en el desayuno", agregó Severus en un tono ligeramente burlón. "¿Puedes explicar algo sin sonar como una completa empollona?"
"Insufrible sabelotodo, ¿recuerdas?"
Su sonrisa hizo que su pecho se apretara. "Haces que sea imposible olvidarlo". Volvió su atención a la puerta. "Entonces, ¿crees que Moody está detrás de esta puerta, o crees que la habitación simplemente decidió que necesitamos algo?"
"Yo digo que lo averigüemos", dijo Hermione, alcanzando la puerta.
"Sí, simplemente entremos en una habitación que apareció de la nada y podría reaparecer en otro lugar, si es que reaparece", se quejó Severus.
"¿No quieres quedarte atrapado en una habitación a solas conmigo, Severus?" Hermione dijo sin pensar. Su mano estaba en el pomo de la puerta, girandolo y empujandola para abrirla antes de que se diera cuenta de sus palabras, se sonrojó terriblemente al darse cuenta de cómo podría malinterpretarse. Estaba increíblemente agradecida, entonces, de que Severus no respondiera cuando vieron al profesor Moody, luciendo bastante molesto.
"Se tardaron mucho", dijo bruscamente.
"Fue un poco difícil encontrar una habitación que aparentemente aparece donde quiere", respondió Severus, firme pero sin ser irrespetuoso.
"Eso es un mito", dijo, y el rostro de Hermione se arrugó. "La Sala de los Menesteres siempre está aquí, en el séptimo piso. Mientras estemos aquí, nadie puede encontrarnos a menos que nosotros lo deseemos. Somos indetectables. Luego señaló dos sillas que aparecieron, cada una girada para mirar a Moody. "Siéntense." Hizo un gesto, y ambos lo hicieron. "Leyeron el libro, no necesito decirles los detalles del 'qué' o 'por qué'".
"En realidad, profesor Moody, me gustaría saber el por qué", interrumpió Severus suavemente. "Hermione tiene una razón. Pero, ¿por qué enseñarme tal habilidad?"
"Eres un natural. Sería estúpido desperdiciarlo. Y eres amigo de ella, ella confía en ti. Puedes ayudarla si tiene problemas", respondió Moody casualmente. "Ahora, ustedes dos, despejen su mente. Imaginen una pared. No me dejen romperla".
Sin previo aviso, Moody movió su muñeca y su mirada cayó sobre Hermione.
Sintió ese empujón en su mente, el mismo que tuvo el primer día de clase, pero mucho, mucho más fuerte. Estaba al borde de lo doloroso mientras él devoraba el débil intento de pared que ella había levantado. Como un dique que se rompe, todos sus pensamientos y emociones de las últimas veinticuatro horas estaban allí para que Moody los examinara.
"Sabía que esos bastardos estaban mintiendo", se quejó antes de mirar a Severus.
Hermione parpadeó, el dolor se alivió lentamente mientras observaba la batalla mental de Severus y Moody. Había una ligera arruga entre los ojos y los nudillos de Severus estaban apretados con fuerza. Sus mejillas comenzaron a enrojecerse antes de gruñir y darse la vuelta.
Moody se rió entre dientes. "Básicamente lo tienes, pero ese muro debe ser impenetrable".
"¿Por qué necesito uno para empezar?" Severus preguntó con los dientes apretados.
"Acabo de estar en tu cabeza, muchacho", respondió Moody. "Sabes tan bien como yo por qué sería prudente mantener bajo llave lo que sabes."
Hermione frunció el ceño, mirando entre Severus, que se negaba a mirarla, y Moody, que parecía demasiado complacido consigo mismo.
"No voy a entrar a tu mente otra vez esta noche", dijo. "Lo mejor que puedes hacer es meditar. No te burles, muchacho. Los magos deberían aprender a sentarse en silencio y concentrados en lo que hay dentro. Te enfocas en tu mente, te enfocas en construir algo, y sucede". Se levantó. Hubo crujidos y chasquidos cuando su cuerpo se movió. "Quédense aquí, concéntrense, sin charlas". Cojeó rígidamente hasta la puerta.
"¿Se está yendo?" preguntó Hermione, mirando a Severus para ver un ceño fruncido a juego.
"Dumbledore se preguntará dónde he estado". Y sin otra palabra, Moody salió por la puerta.
Ambos permanecieron en silencio durante un largo rato antes de que Severus dijera: "Él no quiere que Dumbledore lo sepa".
"Mmm".
"¿Por qué?" Severus la observó, su mirada clavándose en sus ojos como lo había hecho Moody, aunque no había molestias en su mente. "¿Por qué esconder esto del director? Especialmente si te involucra a ti. No negó que sintiera que tenías una razón para querer ocultar lo que sea que tengas en tu mente, pero ¿por qué no involucrar al director? ¿Por qué llevarnos a una habitación imposible de rastrear cuando iba a dejarnos?"
La boca de Hermione se abrió cuando su garganta amenazó con cerrarse. No, no podía mencionar el Mapa del Merodeador. Ni siquiera quería probar la verdad. Entonces, al final, sus hombros se hundieron mientras negaba con la cabeza. Los ojos de Severus se entrecerraron mientras giraba la cabeza con una inclinación pensativa.
"Se supone que debemos estar meditando", dijo, moviéndose en su silla.
Severus se burló. "¿Lo ves aquí para asegurarse de que lo hagamos?"
"Severus" —advirtió ella.
Pero él no la escuchó. Poniéndose de pie, se acercó a un escritorio que había aparecido, una pila de periódicos en una esquina y una pequeña colección de libros en otra. "Medita todo lo que quieras", dijo mientras revisaba los papeles.
"Severus, ¿qué estás-?"
"La habitación les da a los ocupantes lo que necesitan, por lo que debería haberme proporcionado respuestas cuando apareció este escritorio".
Hermione se tragó el pánico que amenazaba con apoderarse de ella al pensar en qué tipo de respuestas proporcionaría la habitación. Se sentó, cerró los ojos y deseó que su ritmo cardíaco disminuyera antes de concentrarse en tratar de construir algunas defensas mentales.
No tenía idea de cuánto tiempo había estado en su propia mente antes de sentir un suave toque en su hombro. Abriendo los ojos, vio al frustrado y pensativo Severus frente a ella. Su corbata estaba torcida, su cabello estaba brilloso y estaba completamente despeinado.
"Deberíamos irnos. Son casi las nueve".
"¿Tanto tiempo pasó?" preguntó mientras tomaba la mano que él le ofrecía y dejaba que él la pusiera de pie. "¿Encontraste alguna respuesta?"
"No particularmente", respondió él, dejando caer su mano.
"¿Y bien?" ella exigió cuando él no ofreció nada más.
Él se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza. "No, creo que guardaré lo que aprendí para mí por un tiempo".
Con un resoplido, Hermione se acercó al escritorio, mirando los papeles esparcidos allí. Un vistazo rápido a las fechas que pudo ver reveló que ninguna era del futuro. Había bastantes del pasado, de los años veinte y treinta, e incluso algunos de los cincuenta, pero la mayoría eran recientes.
"¿Estás dispuesta a arriesgarte a perder puntos de Casa y ser castigada por quedarte a leer algunos artículos viejos de El Profeta?" preguntó Severus con voz burlona, y la frustración de Hermione aumentó.
Alcanzó a ver una foto de un Dumbledore mucho más joven y un hombre en la portada de un periódico, su nombre saltando a ella desde el pie de foto parcialmente cubierto debajo. Quería leer detenidamente las páginas, leer lo que Severus había leído, pero la idea de ganarse una detención con Filch por estar fuera más allá del toque de queda la disuadía.
Con un gruñido irritado, se giró y salió por la puerta, sabiendo que Severus estaba cerca detrás de ella. No importaba que su pierna izquierda doliera con cada paso cuando apoyaba el peso sobre su rodilla, todavía atravesaba la puerta y bajaba por el pasillo mientras irradiaba frustración.
Severus siguió su ritmo, sin decir nada y sin tratar de calmarla. Pero él estaba allí, revoloteando cerca de ella, y Hermione apreciaba eso incluso si estaba un poco enfadada con él. ¿Qué tan difícil hubiera sido decírselo? ¿Decir lo que leyó en lugar de guardárselo para sí mismo? ¿Era tan importante? ¿Y por qué no se había llevado los malditos periódicos con ella?
Eso la hizo detenerse, resoplando de frustración consigo misma esta vez al darse cuenta de que él la había distraído con la posibilidad de recibir detención.
Se detuvo frente a ella y Hermione tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo. Tenía esa mirada calculadora en sus ojos, eso trajo una imagen fugaz del profesor Snape a su mente antes de que se esta se desvaneciera.
"Lo que aprendí..." comenzó a decir, pausando un momento para mirar a su alrededor. Sus ojos se entrecerraron en algo al pie de las escaleras y a la izquierda, y sacó su varita. "Muffliato", susurró. Un ligero zumbido los rodeó antes de que volviera a hablar. "Lo que aprendí es una razón por la que Moody no quiere que Dumbledore sepa que nos está entrenando, aunque creo que soy yo en particular quien podría ser el problema. Dada mi Casa y el ritmo con el que los Slytherin encuentran compañía cuestionable después de Hogwarts, creo que entiendo por qué Moody preferiría que no supiera más de lo que debería. No estoy seguro de tener la respuesta de por qué Moody quiere entrenarme. Lo que sí sé es que el director está tirando piedras desde una casa de cristal cuando debería mimar menos a los Gryffindors y ofrecerle más apoyo a los Slytherins".
"Eso no tiene mucho sentido", admitió ella, y él curvó los labios.
"No estaba tratando de que lo tuviera". Cuando ella le golpeó el brazo, él le dio una sonrisa genuina. "Sé esto: cualquier razón que Moody tenga para pensar que necesitas aprender Oclumancia, creo que tiene razón".
"¿Y qué idea es esa?"
"Nunca doy una respuesta de la que no estoy cien por ciento seguro", replicó.
"Y tú me llamas insufrible", se quejó ella.
Severus se rió entre dientes, y con un movimiento de su varita, el zumbido se desvaneció. Se movió lentamente delante de ella y luego la condujo de regreso a la Torre de Gryffindor, donde se detuvo con ella fuera del retrato. Hermione ignoró a la mujer pintada mientras los miraba boquiabierta como un pez.
"Te veré en Pociones mañana por la mañana", dijo con una inclinación de cabeza antes de irse.
Hermione lo observó, incapaz de apartar los ojos de él hasta que dobló la esquina. Ella suspiró involuntariamente.
"Él no es lo que uno llamaría atractivo", comentó la Dama Gorda. "Sin mencionar que estoy bastante segura de que le gusta la pelirroja bonita".
"Yo también", suspiró Hermione, mirando a la mujer que la miraba con simpatía. "Incipit Matura".
19 de septiembre de 1975
Es solo un día, solo un día normal. No hay nada especial al respecto. Es viernes, acaba de pasar la mitad de septiembre. Es un día normal. Eres un poco mayor ahora, eso es todo.
Hermione había estado repitiendo el monólogo en su cabeza desde el momento en que se despertó. La normalidad del último par de semanas casi la había hecho olvidar. Mientras que el primer día de clases había traído una oleada de tristeza, la repetición de las clases, las comidas y el tiempo pasado con Severus y Lily la habían alejado. Incluso el día anterior había sido normal y casi había olvidado lo que traería la mañana.
Pero una vez que sus ojos se abrieron a la luz del sol que entraba por la ventana, a los sonidos de Lily, Marlene y Alice preparándose para el día, tuvo que recordarse a sí misma que no debía sentirse demasiado triste. Se levantó de la cama, recogió sus cosas y se dirigió al baño de chicas. Se duchó mecánicamente, se vistió con su promedio de cuidado y recogió sus cosas para dirigirse al Gran Comedor. Las chicas la alcanzaron y la rodearon, Lily se mantuvo firme en que la incluyeran en su séquito incluso si no hablaba y a Marlene todavía no le agradaba mucho.
Se sentaron a desayunar y Hermione escogió su tostada y fruta con un profundo suspiro que pasó relativamente desapercibido. Lily miró y frunció el ceño, pero se distrajo con los Merodeadores que entraban.
Hermione, entonces, hizo lo que siempre había hecho en las comidas cuando el odioso trío y su amistoso y tímido amigo hombre lobo intentaban llamar la atención: sacó un libro y leyó.
Quería leer un clásico como solía hacer para consentirse a sí misma, pero manteniendo las apariencias como una sangre pura, no estaba segura de si Austen sería un material aceptable. Así que leyó su texto de Herbología.
Las lechuzas recorrieron el pasillo, y Hermione escuchó los chillidos y las risitas de sus compañeras de Casa cuando se entregó la edición más reciente de Corazón de Bruja, y la charla ligeramente elevada de los compañeros de estudios que recibían cartas; pasó la página.
"Hermione", dijo Remus, y ella levantó la vista para ver qué quería. Señaló a un pequeño búho familiar posado justo en frente de su plato junto a un búho rojizo parado sobre un pequeño paquete rectangular.
Su estómago se retorció mientras trataba de domar su emoción, la necesidad de sonreír apenas reprimida. Nadie lo sabía el año pasado, y ella no había dicho nada. Entonces, ¿por qué debería esperar algo este año?
Tomó el sobre de la lechuza de los McGonagalls antes de darle una tostada, y luego le dio otra pieza al buho rojizo que ululó alegremente antes de despegar. Justo cuando despegaba, otro sobre aterrizó encima del pequeño paquete, pero ninguna lechuza aterrizó para buscar su premio.
"¿Cuál es la ocasión especial?" preguntó Lily.
"Nada especial", respondió Hermione, abriendo la carta de los McGonagall. Una caja pequeña y delgada cayó sobre la mesa, esquivando por poco su fruta.
Hermione,
Mi querida, dulce niña. Ojalá tuviera todas las excusas del mundo por no haberme enterado a tiempo de tu cumpleaños el año pasado. No fue hasta que regresaste con nosotros para el verano que a Bob y a mí se nos ocurrió que el día tendría que llegar pronto o que ya había pasado. Minerva tuvo que buscar en los registros escolares, y no puedo decirte la vergüenza que todos sentimos por dejarlo pasar por alto, especialmente dado el poco tiempo que había pasado después de perder a tu familia.
Como te criaron en los Estados Unidos, soy consciente de que los dieciséis años son una edad fundamental allá, como los diecisiete lo son aquí. Sin saber cuál habría sido celebrado como tal por tus padres, no queríamos fallarte en la posibilidad de que este cumpleaños fuera el importante para ti. La tradición, me dijeron, es un anillo. Decidimos hacer algo un poco diferente.
Feliz cumpleaños, Hermione. Nos ha encantado tenerte en nuestras vidas y contamos con ansias los días que faltan para estar juntos.
Mis mejores deseos,
Delia
PD. Bob se sintió terriblemente excluido y manda a decir que él también te adora.
Hermione estaba tratando con todas sus fuerzas de no dejar que una lágrima resbalara por su mejilla mientras terminaba la carta y la dejaba a un lado. Con una respiración profunda, recogió la caja y la abrió. Dentro había un par de aretes en forma de lágrima, plateados en el broche y dorados en el resto.
"Oh, son hermosos", dijo Marlene, inclinándose sobre la mesa para ver mejor. "No demasiado caros ni nada, diría yo. ¿Tienes novio?"
Lily parecía bastante interesada en la respuesta y Hermione se sonrojó y sacudió la cabeza con vehemencia. "No, es mi, er, cumpleaños", apenas pronunció la última palabra en voz alta.
"¡Oh! Eso es... guau, eso te convertiría en la mayor de la Casa en nuestro año".
"Creo que la convierte en la mayor de nuestro año, punto", agregó Alice en voz baja.
"¿Quién te envió los aretes?" preguntó Lily sospechosamente.
"Delia y Bob", respondió Hermione automáticamente. Ante sus miradas confundidas, agregó: "Mis padres adoptivos".
Lily suspiró con alivio mientras Hermione pasaba a la carta del paquete.
Hermione,
Perdóname por no encontrar la información antes, no solo como tu tía, sino como tu Jefa de Casa. Septiembre siempre es una época ocupada con tantas cosas que suceden mientras todos se acomodan. No fue hasta que Delia me preguntó si sabía cuándo fue que descubrí que me lo perdí por completo. Lo sabía, porque me quedó grabado en la mente que solo por poco te habías perdido de iniciar Hogwarts una generación antes.
No puedo compensar mis errores del año pasado, pero me gustaría hacerlo este año. Ven a tomar el té conmigo esta noche en mi oficina, si quieres. Trae a Severus y a la señorita Evans contigo, si deseas extenderles la invitación. Puedes simplemente avisarme después de la clase de Transformaciones de hoy.
Que tengas un feliz cumpleaños,
Profesora M. McGonagall.
Hermione soltó una risita acuosa mientras terminaba la carta. Miró a la mesa principal y captó la mirada de su Jefa de Casa. Ella sonrió y asintió con entusiasmo, lo que provocó que la expresión severa de la profesora McGonagall vacilara por un momento cuando sus labios se curvaron hacia arriba.
Finalmente, Hermione tomó el paquete que estaba sobre la mesa.
Al quitar el papel, se reveló una copia bellamente encuadernada y ligeramente desgastada de Jane Eyre. Pasó sus dedos amorosamente sobre el cuero azul oscuro donde el título estaba repujado en plata, antes de abrir la tapa. Un pequeño trozo de papel estaba metido en la encuadernación, apenas lo suficientemente grande para contener los garabatos puntiagudos de la escritura familiar.
Las hermanas Bronte eran brujas promedio, excepto cuando se trataba de palabras.
Hojeando el libro, notó que estaba lleno de garabatos de Severus. Señalaba pasajes que le gustaban, hacía comentarios sobre partes que le parecían graciosas o tontas y, de vez en cuando, había una hierba o una flor entre las páginas. Un pequeño tallo de lila, una ramita de menta, una vaina de vainilla, algunos otros pedacitos que no eran venenosos o que no mancharían las páginas pero que añadían una fragancia sutil y encantadora que envolvía su corazón y se mantenía firme. De una manera extraña, era muy Severus. Acercó la nariz a las páginas y respiró hondo, su pulgar acarició suavemente el borde de la página donde descansaba su escritura.
"¿Alguien te regaló un libro usado por tu cumpleaños?" preguntó Sirius con un leve desagrado. Luego resopló. "Estoy seguro de saber quién. Pero, de nuevo, no hay marcas de grasa en las páginas".
"Cállate, Sirius", dijo Hermione sin mirarlo.
"Bueno, supongo que es apropiado para ti", dijo Lily pensativa. "Para mi cumpleaños, encantó un lirio de papel para que oliera y se sintiera como uno de verdad. Bueno, un ramo de ellos".
"Qué corriente", comentó James. "Pero supongo que cualquiera que use túnicas viejas y andrajosas probablemente no pensaría que una chica tan hermosa como tú merece más que papel, ¿verdad Evans?"
"Severus tiene túnicas nuevas"- comentó Remus, sonando aburrido. "No es que importe de cualquier manera". Luego levantó la vista cuando Hermione comenzó a levantarse de la mesa. Dio una sonrisa tímida. "Feliz cumpleaños."
"Gracias, Remus," respondió ella mientras metía sus cartas y aretes en su bolso. Una vez que lo tuvo al hombro, abrazó su libro contra su pecho. "Te veré en Herbología". Y con eso, salió del Gran Comedor.
Abrumada, miró a su alrededor, preguntándose si tal vez debería haber visto si Severus estaba en la mesa de Slytherin antes de irse. Pero si no era así, no tenía idea de dónde buscarlo. ¿La biblioteca, tal vez? ¿O su aula de elaboración de pociones? Todavía no había estado allí este año, que ella supiera de todos modos, y no podía imaginar que estaría allí antes de las clases.
Caminó, unos pocos pasos cortos, luego un par de pasos largos, y repitió esto tres veces hasta que lo vio salir solo del Gran Comedor justo cuando se volvía hacia la puerta. Parecía malhumorado, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha con el pelo cubriendo su rostro.
Sin detenerse a pensar por qué o cuáles serían las repercusiones de hacer lo que estaba a punto de hacer, se movió rápidamente hacia él. Chocando con él, envolvió sus brazos tan fuerte como pudo alrededor de sus hombros, sosteniéndolo contra su cuerpo ferozmente.
"Gracias", dijo suavemente, sus dedos acariciando los mechones de su cabello en su nuca. "Muchas gracias, no puedo decirte lo que significa para mí".
"Es solo un libro", se burló Severus, y ella se apartó para mirarlo. Sus ojos eran duros, fríos, con un dejo de dolor.
"No, es... es más de lo que puedo explicar", dijo, sin saber por qué parecía tan distante. "¿Los aretes de Bob y Delia? Un gesto encantador si alguna vez encontrara la ocasión para usarlos. Pero el libro... Es uno de mis favoritos que perdí. Y lo que es más, lo leíste y me has dado un... bueno, seguro que está plagado de comentarios dignos de tu disposición. Y sí, escribiste en él, y eso normalmente me vuelve loca, pero sé por qué lo hiciste y es maravilloso, y... —Lo abrazó de nuevo—. "Gracias."
No se había dado cuenta de que él no le había devuelto el abrazo hasta que sintió que sus brazos la rodeaban, ligeros al principio y temblando, como si fuera a retirarse en cualquier momento. Pero después de un momento, Severus se relajó, sus brazos se apretaron un poco más y dijo en voz muy baja: "Feliz cumpleaños".
"Ni siquiera sé cómo te enteraste", dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
"Le pregunté a Delia una mañana. Sospecho que ella misma no lo supo por mucho tiempo, dada la forma en que se sonrojó" —respondió, y Hermione se rió entre dientes contra su hombro.
No quería alejarse, disfrutando de la sensación de estar en sus brazos por primera y posiblemente única vez. Esto en sí mismo, la reciprocidad del afecto físico, incluso si no significaba tanto para él como para ella, era lo mejor que podía haber recibido por su cumpleaños. Porque Hermione se había conocido a sí misma demasiado bien desde una edad muy temprana y lo sabía con absoluta certeza: estaba enamorada de Severus.
No fue un encandilamiento como con Ron. Ron había sido juvenilmente encantador y uno de sus primeros amigos. Severus era cáustico, malhumorado, a veces cruel en el presente y en el futuro. No era lo que uno llamaría guapo, aunque para Hermione se había convertido en algo hermoso. Y era leal, más ferozmente de lo que nunca lo fue Ron. Era inteligente, era su igual y era la persona más querida para ella.
Hermione lo amaba y estaba preparada para las consecuencias de ello.
Cuando dio un paso atrás, Hermione sonrió genuinamente, aunque no con un poco de tristeza. Severus le devolvió la sonrisa, limpiando las lágrimas de sus mejillas con una caricia de su pulgar, sus ojos recorriendo su rostro.
"La tía Min quiere que tome el té con ella esta noche. Ella dijo que te invitara. Y a Lily, que me imagino es lo que querrías" —dijo, acariciando con los dedos las páginas del libro que aún tenía en la mano—.
Severus se encogió de hombros. "Depende completamente de ti. Personalmente, creo que las cosas podrían ponerse un poco incomodas, con la forma en que se nos permite llamarla por su nombre de pila, y Lily no tiene el mismo privilegio. Pero, de nuevo, ella es nuestra amiga. No creo que sería demasiado bueno excluirla".
"Probablemente no", coincidió Hermione.
Quería lanzar sus brazos alrededor de él otra vez, besarlo profundamente, pero no lo hizo. "¿Nos vemos después de que termines con Encantamientos y yo termine con Herbología? Te veré en las puertas, con Lily." Severus asintió. Pareció, por un brevísimo segundo, como si quisiera decir algo más. Pero dio media vuelta y se dirigió rápidamente a Encantamientos, con la cabeza en alto y los hombros rectos.
—H—
"¿Por qué vamos a la oficina de la profesora McGonagall cuando podemos tener una celebración perfecta en la sala común?" preguntó Lily desde el otro lado de Severus mientras los tres se dirigían al ala de la Maestra de Transformaciones.
"Sí, me darían una calurosa bienvenida en la Torre de Gryffindor, me tratarían como si fuera un león", dijo Severus con sarcasmo.
"Bien. Entonces podríamos haber tenido una tranquila celebración en la biblioteca o colarnos en ese salón de clases cerca del ala del hospital que tú..." Lily se detuvo, mirando alrededor de Severus justo cuando Hermione miraba por encima.
Puso los ojos en blanco ante el brillo de conocimiento en los ojos de Lily y la forma exagerada en que cerró la boca.
"Claro", dijo Hermione. "Porque Severus querría que estuviéramos cerca de sus experimentos".
La mandíbula de Lily cayó. "¡Lo sabes!"
"Por supuesto que lo sabe, Lily," suspiró Severus con aburrimiento mientras doblaban la esquina. "Ella es mi amiga tanto como lo es tuya. Quizás más." Lily entrecerró los ojos ante esto. "Ella puede ser tu compañera de Casa, pero pasas más tiempo con Twiddledee y Twiddledum que con ella".
"¿Cómo acabas de llamar a Alice y Marlene?" Lily resopló.
Hermione resopló. "Eso es, honestamente, bastante brillante, especialmente dado el nombre del segundo".
Severus parecía complacido consigo mismo mientras Lily resoplaba y negaba con la cabeza.
"Bien, en lugar de encontrar un salón de clases diferente sin usar, porque estoy segura de que en realidad hay bastantes en el castillo, vamos a la oficina de una maestra. Sí, esto será bastante divertido. ¿Estaremos haciendo la tarea mientras estamos allí? ¿Convirtiendo tortugas en teteras?"
Las quejas de Lily hicieron poco para desalentar el estado de ánimo de Hermione. Llevaba sus pendientes nuevos como novedad del día y no había tomado un té de cumpleaños desde antes de empezar Hogwarts. Todavía aferraba su copia de Jane Eyre en la mano. No se había separado de él desde que lo recibió esa mañana, solo lo dejó durante las clases y cuando se cambió el uniforme escolar por un vestido sencillo. Lo había leído durante las comidas, siempre moviendo las plantas que Severus había incluido a la página anterior para no perderlas. Incluso lo leyó después de la cena cuando los tres se encontraron junto al Lago Negro. Había leído con la cabeza apoyada en la pierna de Severus, como lo habían hecho justo antes de que comenzara el verano. Habría sido perfecto si Lily no hubiera insistido en copiar su posición en su otra pierna.
"Si es algo como las cenas de los domingos..." Severus comenzó con una ligera curva en sus labios, que solo creció cuando Hermione lo golpeó.
"Dudo mucho que esto sea como las cenas de los domingos", respondió ella mientras llegaban a la puerta. Llamó y cuando McGonagall le indicó que entrara fue la primera en hacerlo.
"¡Sorpresa!" llegó la voz de Bob y Delia junto con la de la profesora McGonagall, y el corazón de Hermione se detuvo por un momento. Notó los vasos de whisky de fuego en las manos de Minerva y Bob.
"No como las cenas de los domingos en absoluto", murmuró Severus en voz baja, y Hermione le dio un segundo golpe antes de correr y abrazar a sus padres adoptivos.
"Que demonios ...?" preguntó después de darle a Bob un rápido abrazo antes de pasar a Delia.
"Puede que los haya invitado después de que aceptaras mi invitación", dijo Minerva mientras abría los brazos y le daba la bienvenida a Hermione. "Habría invitado a todo el clan, pero estoy segura de que incluso Albus tiene sus límites".
"Es más de lo que esperaba", respondió Hermione mientras retrocedía.
"Probablemente sea mejor para la oficina que no lo hayas hecho" —comentó Severus, moviéndose hacia la pequeña mesa a un lado y tomando dos copas de lo que parecía vino, pero probablemente solo era sidra espumosa—.
"Oi, cuida tu lengua, muchacho," Minerva bromeó antes de sonreír.
Severus le entregó a Hermione una copa, luego miró a Lily. Dudó por un momento antes de dársela a su amiga, dándose la vuelta y regresando a la mesa para agarrar una tercera.
"¡Oh!" dijo Hermione, espabilandose a sí misma. "Lo siento mucho, estoy siendo terriblemente grosera. Bob, Delia, esta es Lily Evans". Tomó el brazo de Lily suavemente y la acercó a ellos.
"Es un placer", saludó cálidamente Delia, tomando la mano libre de Lily. "Hermione ha hablado bien de ti. Severus también, cuando toma parte en la conversación".
"¿Hablas de mí, Sev?" preguntó Lily con una sonrisa, tocandolo suavemente cuando se acercó a ella.
"Cuando eres el tema de conversación", respondió.
La puerta de la oficina se abrió y todos se giraron para ver quién entraba.
"Mín. Me he estado preguntando si tal vez podríamos..." El profesor Moody se detuvo abruptamente, sus ojos escaneando la habitación. "¿Qué es esto?" Luego miró a Bob. "¿Qué clase de problema estás tratando de causar?"
"¿No puede un hombre venir y darle felicitaciones de cumpleaños a su..." Bob se detuvo y frunció el ceño.
Antes de que pudiera pensar en qué decir, Moody miró a Hermione. "Tu cumpleaños, ¿verdad?"
"Sí, señor."
"Explica que la maestra beba frente a los estudiantes", dijo, señalando a Minerva.
"Justo en este momento, Alastor, yo soy su tía, no su profesora."
"Y aún así no pensaste en invitarme, ¿verdad?"
"Bueno, ya estás aquí. Whisky escocés y de fuego en sus lugares habituales, sírvete tú mismo", dijo, señalando un gabinete simple en la esquina.
"No traje un regalo", dijo Moody mientras cojeaba hacia el gabinete.
"No era necesario," respondió Minerva. "Le dimos los nuestros esta mañana".
Fue entonces cuando un suave pop anunció que la mesa ahora estaba cubierta con comida, la mayoría de los favoritos de Hermione.
Moody miró a la mesa, echó un vistazo rápido a la cocina en su mayoría francesa y resopló. "¿Pensaba que eras inglesa?"
"Oh, cállate, Al", bromeó Bob. "Hay más en la vida que salchichas y puré".
Minerva rápidamente transformó su escritorio en una mesa de comedor y varios objetos para la mesa, entre ellos las cómodas sillas de comedor que Delia y Bob tenían en su casa. Hermione se sentó en un extremo, Severus a su derecha y Lily a la de él. Bob y Delia eligieron su izquierda, intercalando a Moody cerca del final con Minerva.
La cena fue, para diversión de Hermione, como las cenas de los domingos. El profesor Moody tomó el lugar de Malcom en las bromas entre los hermanos McGonagall. Se habló de varias políticas en el mundo mágico, aunque hubo más conversación sobre la Oficina de Aurores de lo que habría normalmente.
"Es el hecho de que el Ministerio no hará nada con respecto a estos ataques cuando todos sabemos quién los está causando y por qué", se quejó Moody.
"Siempre han tenido un palo en el culo y lo sabes," dijo Minerva con un gesto desdeñoso. "El hecho de que sigas volviendo por más..."
"Simplemente no pudiste soportar la presión, ¿verdad?" Moody bromeó. "¿O tal vez fue Urquart quien te mantuvo alejada todo este tiempo?"
"Oh, no hablemos de eso", se quejó Bob entre bocado y bocado de su pato a la naranja.
"Lo que no entiendo es qué quieren estos 'mortífagos'", dijo Delia, arrugando el ceño. "Y por qué siguen haciendo un espectáculo de sí mismos".
"Creen en la supremacía de la sangre", dijo Severus, y Hermione miró nerviosamente mientras Lily se mordía el labio y Moody fruncía el ceño a Severus. Él, por su parte, siguió hablando con calma. "Piensan que no debemos ocultar nuestra naturaleza, que los muggles deberían temernos. Creen que cualquiera que no sea de sangre pura es débil y necesita ser dominado. Una ideología podrida, la verdad."
"¿No estás de acuerdo?" Moody preguntó sombríamente.
"¿Cree que lo estaría solo por mi Casa?" preguntó Severus.
"Eres el único que no es Gryffindor aquí y pareces saber mucho sobre ellos."
"Usted es el único sangre pura y lo mismo podría decirse de usted, profesor", respondió Severus. "Sin embargo, mi conocimiento, como el suyo, proviene de las circunstancias de mi vida. Es un Auror, aunque sea un maestro ahora, y entiendes sus motivos por eso. Soy un Slytherin; vivo con aquellos que desean unirse al Señor Oscuro. Yo también he adquirido mi conocimiento a través de mi posición. Difícilmente significa que estoy más de acuerdo con ellos de lo que lo está usted."
Moody lo estudió severamente por un momento antes de que una sonrisa rompiera la severidad. "Bien jugado, muchacho".
"Entonces, ¿cambiamos de tema?" preguntó Delia después de un momento de tensión.
"Me di cuenta de que no has bebido", dijo Severus con indiferencia mientras regresaba a su plato.
Hermione y Minerva miraron a Delia mientras se sonrojaba casi tanto como su cabello. "No había querido decir nada, dado el día".
"¡Estas...!" Minerva dijo, con más dureza de lo que probablemente pretendía.
Una sonrisa tímida se apoderó de Delia, y Bob sonrió mientras la miraba con amor. "Serán tres meses en dos días. Yo no-, es el más largo que hemos-, si algo sucediera..."
Hermione ahogó un sollozo, las manos volando hacia su boca para tratar de contener la alegría que amenazaba con estallar, pero ni un momento después estaba fuera de su silla y corriendo alrededor de la mesa. Abrazó a Delia al mismo tiempo que lo hacía Minerva, ambas sosteniéndola delicadamente como si tuvieran miedo de lastimarla.
"Espero que no pienses que esto significa que no serás bienvenida durante las vacaciones y las Fiestas", dijo Delia mientras comenzaba a sollozar.
"Por supuesto", dijo Hermione, girándose hacia Bob y abrazándolo mucho más fuerte. "Estoy tan increíblemente feliz por ustedes dos".
"Gracias, Hermione. Significa el mundo para nosotros". Él se apartó, sonriéndole antes de volverse hacia Severus. "Y tú, chico," dijo, sobresaltando a Severus. "Tendremos una discusión, tú y yo".
Las mejillas de Severus se pusieron rojas, pero asintió una vez antes de regresar a su plato. Lily se inclinó hacia él y comenzó a susurrar. Su conversación fue tranquila y por mucho que Hermione quisiera saber qué estaba pasando, estaba demasiado distraída con la conversación que estaban teniendo los McGonagall. Cuando la conversación giró hacia el trabajo, ella desvió su atención hacia sus amigos.
"Son su familia, Lily", escuchó a Severus sisear en voz baja.
"No realmente", respondió Lily en tono igualmente silencioso.
"No digas eso", advirtió.
"Pero esto es aburrido. Y me siento incómoda" —protestó Lily.
"Entonces vete," contestó Severus.
"¿Qué? ¿Me estás diciendo honestamente que no quieres volver corriendo a las mazmorras? ¿De verdad quieres quedarte aquí?"
"Me agradan Bob y Delia", respondió. "Y no sería tan grosero como para irme cuando él quiere hablar conmigo. Independientemente del tema".
"Bueno sí. ¿Pero no puedes simplemente, ya sabes, llevarlo a un lado y preguntarle qué quiere para que puedas irte? ¿De verdad quieres quedarte aquí toda la noche? Podríamos salir al lago y pasar el rato junto al árbol o escabullirnos a la Torre de Astronomía".
"No me importa", intervino Hermione. Ambas partes parecían un poco culpables por haber sido atrapadas, aunque Lily se recuperó rápidamente y parecía muy satisfecha consigo misma. "Puedo entender si quieres ir, de verdad. Ninguno de ustedes tiene que quedarse aquí por mí."
"Me estoy divirtiendo", dijo Severus, recostándose en su silla y pasando un largo dedo sobre la tapa de la Jane Eyre en la mesa. Lo miró mientras hablaba. "Y estoy seguro de que Minerva todavía planea servir postre. Odiaría perderme eso."
"Estás especialmente descarado esta noche, ¿no?" Minerva le dijo mientras Lily se sonrojaba ante la forma casual de Severus de dirigirse a una maestra. "Lo dejaré pasar por hoy, dado que esto es un evento familiar".
"Entonces, ¿qué diablos estoy haciendo aquí?" Moody dijo mientras se ponía de pie.
"¿No te pensaras ir antes del pastel, cierto?" Minerva se cruzó de brazos mientras se giraba hacia su colega.
Moody hizo una mueca de absoluto disgusto antes de volverse hacia Severus y Hermione. "Ustedes dos, en el mismo lugar de antes, mañana a las once."
"Sí, señor", respondieron simultáneamente. Él asintió y salió cojeando por la puerta.
"En caso de que te vayas, Severus, deberíamos tener esa conversación ahora", dijo Bob, haciéndole señas a Severus para que se uniera a él al otro lado de la habitación.
Severus se levantó, tratando de mantener un exterior calmado aunque su rostro traicionó lo nervioso que estaba.
Hermione medio esperaba que Lily pusiera excusas para irse, pero se mantuvo firme, observando a Severus como un halcón. Hermione se sentó en la silla que él abandonó, retorciéndose los dedos. "Lo siento", dijo, captando apenas la atención de Lily. "Severus no pensó que te divertirías, pero tampoco quería excluirte".
"¿Sev dijo eso?" preguntó con tanta esperanza que el corazón de Hermione se apretó.
"Sí", dijo, incapaz de mirar la alegría en los ojos de Lily. Su mirada se posó en su libro, lo recogió y lo sostuvo contra su pecho como un escudo.
"El pastel está aquí", anunció Minerva, y Hermione se levantó del asiento de Severus y volvió al suyo.
Se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo, sonriendo y agradeciéndoles después de que le cantaron "Feliz cumpleaños", su oído captó la voz profunda y melodiosa de Severus incluso cuando él trató de ser el más silencioso del grupo. La conversación seguía siendo fácil, aunque Lily se hizo cargo de esta mientras Hermione estaba en silencio, hablando mucho con los antiguos Gryffindors sobre lo que pasaba en su equipo de Quidditch y cualquier otra cosa que pudiera captar su interés.
Cuando la noche llegó a su fin, los tres estudiantes se despidieron y se fueron después de que Hermione recibiera otra ronda de abrazos.
"Entonces, ¿qué, er... ya sabes?" preguntó Lily, haciendo círculos con sus manos mientras levantaba una ceja hacia Severus.
Él la miró a ella, luego a Hermione. "Preferiría no decirlo ahora".
"Oh", dijo Lily, mirando a Hermione por un momento. "¿Qué tal si te veo en nuestro lugar?" preguntó, deteniéndose. "Puedes llevar a Hermione a la torre y reunirte conmigo en quince minutos."
Severus levantó una ceja y Lily sonrió antes de darse la vuelta abruptamente y salir corriendo. Hicieron una pausa y la observaron hasta que desapareció por la esquina.
"Ella va a terminar en detención", dijo mientras continuaba hacia el Gran Comedor.
"¿Por qué? ¿Dónde está su lugar?" preguntó Hermione.
"Es el árbol al que todos vamos cuando hace buen tiempo. Sin embargo, son casi las nueve. Ella romperá el toque de queda solo tratando de llegar allí."
"Tal vez se dé cuenta y te pida que te reúnas con ella mañana", sugirió Hermione, apretando su libro con más fuerza.
Severus resopló. "Aún así no se lo diré. No planeo decírselo a ninguna de ustedes, todavía no de todos modos." Se movió nerviosamente. "Es una oportunidad con la que un estudiante no se encuentra a menudo, y sería completamente tonto de mi parte no aceptar la oferta de Bob. Sin embargo, no diré qué es hasta que esté seguro de que sucederá".
"Te encanta ser críptico, ¿no?" Hermione no pudo evitar curvar sus labios, ya que incluso en un estado de ánimo un tanto sombrío, no podía evitar disfrutar de las bromas con su mejor amigo.
"Tiene sus buenos momentos", dijo cuando llegaron a la parte superior de las escaleras que conducían a la mazmorra. "Te acompañaría a tu dormitorio, pero no quiero un encuentro con Filch."
"Todo está bien." Hermione se encogió de hombros.
Él la examinó. "Estabas más feliz antes, ¿qué cambió?"
"Nada", respondió ella rápidamente.
"Eres una terrible mentirosa", replicó.
"Solo fue algo que dijo Lily, eso es todo. Ella no lo hizo con mala intención. De hecho, en realidad era algo completamente inocente. Simplemente me recordó algo".
Severus asintió sombríamente. Luego extendió la mano la puso sobre su hombro y le dio un apretón. Parecía como si quisiera decir algo pero no sabía qué. Se giró, y la pérdida de él hizo que Hermione entrara en pánico.
"¡Severus!" Se detuvo y se dio la vuelta. Mordiéndose el labio, dio los tres pasos necesarios para cerrar la mayor distancia posible. "¿Sería... quiero decir, sería posible... un abrazo. ¿Puedo abrazarte de nuevo?"
Él tragó, y ella realmente no se había dado cuenta de que su nuez de Adán era tan prominente hasta que observó el movimiento de la misma. Él se movió y luego se acercó más.
Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y colocó su nariz tan cerca de su piel como pensó que podía hacerlo. Los cítricos del pato permanecían, casi cubriendo todos esos maravillosos aromas de Severus que normalmente se aferraban a él: pergamino y tinta, hierbas de la clase de pociones. También estaba su pelo, que podía volverse grasiento a medida que avanzaba el día, pero tenía un aroma masculino que hacía que su corazón palpitara y suspirara de satisfacción.
Sus brazos no dudaron en rodearla esta vez y la sujetaron exactamente con la misma ferocidad con la que ella lo sujetaba a él en ese momento. Hubo un tirón suave, apenas perceptible en sus rizos y se dio cuenta que significaba que él estaba jugando con ellos. Eso le despertó todos los sentidos y la entumeció al mismo tiempo.
Se separaron al escuchar ruido de las mazmorras, los prefectos se dirigían a hacer su ronda. Ninguno de los dos dijo nada, pero se despidieron con la mano. Hermione miraba por encima del hombro cada tercer paso, aunque él se había ido después del primero. No estaba segura de si estaba tratando de ver si él se arriesgaría a que lo atrapara Filch con tal de encontrarse con Lily o simplemente estaba tratando de echarle un vistazo.
Lily no había tardado en regresar a la torre después de Hermione y los Merodeadores la siguieron rápidamente. No le dijo nada a Hermione más que buenas noches y un último "feliz cumpleaños" antes de irse a dormir, ofreciéndole una sonrisa genuina antes de cerrar las cortinas.
Hermione se estiró en la cama, leyendo un poco de su libro antes de decidir hojearlo. Ella sonrió ante los comentarios más mordaces de Severus, así como ante sus divertidas observaciones, hasta que se encontró con una de sus partes favoritas.
"¿Cree que, porque soy pobre, oscura, simple y pequeña, no tengo alma ni corazón? ¡Piensa mal! — ¡Tengo tanta alma como usted — y tengo el mismo corazón! Y si Dios me hubiera regalado algo de belleza y mucha riqueza, a usted se le habría hecho tan difícil dejarme como lo es ahora para mí dejarle".
El pasaje estaba subrayado, las gotas de tinta salpicaban y casi borraban las palabras del borde de la página. Hermione hojeó el resto del capítulo, seguro de encontrar un comentario sarcástico sobre cómo Jane debería haber sabido lo que ocultaba Rochester. Estaba segura de que él se burlaría del extraño romanticismo. Y, sin embargo, no había nada en toda la propuesta, nada sobre la incredulidad de Jane por la extraña reacción de Rochester ante su aceptación. De hecho, la única nota para el resto del capítulo estaba al final.
¿La mocosa la saca de la cama porque le cayó un rayo a un árbol? Eso le enseña a no cerrar la puerta.
Nota de la autora: Pido disculpas a los que les gusta Aurora por dejarla donde la deje en este capítulo. Tendrá más partes próximamente, pero sus padres son más fundamentales en este momento.
Nota de la traductora: díganme que ese regalo no es uno de los más bellos que han visto en un fanfic. Y Sirius, el hecho de que ni siquiera puedas entender la belleza de un libro viejo es una de las 150,000 razones por las que Hermione no te da bola. Y como vimos, el gato está fuera de la bolsa para Draco, a ver si tiene los pantalones para deconstruir sus creencias, lo cual es una de las cosas más difíciles de hacer en la vida pero vale mucho la pena. Remus me hace sentir orgullosa, James y Lily me dan entre coraje y pena ajena.
