CAPITULO 13:

CORAZONES ENTRELAZADOS

Entre los árboles imponentes, surgió ante Kenji un majestuoso templo, cuyas estructuras se alzaban en armonía con la naturaleza circundante. En la entrada, el anciano ermitaño estaba sentado en profunda meditación, como si hubiera estado esperando la llegada del joven guerrero.

Kenji se acercó con respeto, se arrodilló ante él y de su traje sacó una especie de pergamino de madera el cual tenía unas escrituras. El anciano que aún permanecía en su posición de meditación y, sin abrir los ojos, habló con una voz serena que resonaba en la quietud del bosque.

Bienvenido, Kenji. — saludó el anciano, sin abrir los ojos. — Has llegado al lugar donde tu destino se entrelaza con los misterios de la montaña, y veo que vienes en búsqueda de respuestas.

El joven guerrero, intrigado pero determinado, extendió aquel extraño pergamino y se lo entregó a Musashi quien lo recibió y comenzó leer el pergamino con tan solo pasarle sus dedos.

Con que el monje Benkei me ha enviado este mensaje — dijo el ermitaño — Me pide que te entrene, y entiendo el porque de su petición. Veo que en tu interior reside cierto poder divino.

Vine hasta aquí para poder entender sobre este poder que se oculta en mi interior. Por favor, le suplico que me ayude a que pueda dominar estos poderes. — respondió Kenji haciendo una reverencia.

El anciano ermitaño abrió los ojos, revelando una mirada llena de conocimiento.

He visto en ti un potencial divino, un poder que emana de lo más profundo. Pero para alcanzar su pleno dominio, debes fortalecer no solo tu cuerpo, sino también tu mente. — dijo Mushashi — Dime algo ¿Para que deseas dominar esos poderes? ¿Tienes a alguien a quien proteger?

Deseo dominar este poder para poder derrotar a Naraku y destruir la perla de Shikon de este mundo.

El anciano ermitaño asintió con sabiduría ante la respuesta de Kenji.

— Tus motivos son nobles, joven guerrero. La perla de Shikon y Naraku representan una amenaza para este mundo, y tu destino está entrelazado con la misión de erradicar esa oscuridad. Pero recuerda, el verdadero poder no solo reside en la fuerza física, sino también en el corazón. — advirtió el anciano con solemnidad.

Musashi se puso de pie, indicando a Kenji que lo siguiera. Ambos se adentraron en el majestuoso templo, donde el joven guerrero sería sometido a un entrenamiento riguroso que desafiaría no solo su resistencia física, sino también su voluntad y determinación.

Kenji tu entrenamiento comienza ahora, y será un entrenamiento duro. Muy, muy duro. El camino de la iluminación es largo y difícil. Nuestras vidas en este mundo son un viaje a través del cual descubrimos nuestra verdadera alma. No se los giros que dará tu camino, así como tú no conoces los del mío. Al final todos debemos ser nuestro propio maestro. Es la tarea de cada alma de encontrar su propio camino y de encontrar su verdad, para lograr esto debemos ver dentro de nosotros mismos y encontrar la raíz de nuestro sufrimiento. Solo así podemos comenzar a eliminar la causa de nuestro sufrimiento. El mundo que crees conocer es solo una ilusión, una imagen reflejada del mundo verdadero que solo existe dentro de ti.

Días y noches se sucedieron en el templo, donde Kenji enfrentó pruebas físicas y espirituales. Bajo la tutela del anciano ermitaño, comenzaba a aprender a controlar su energía espiritual, a fortalecer su cuerpo y a meditar para encontrar la armonía interna. Cada desafío era una lección, y cada lección acercaba a Kenji al dominio de sus poderes.

Mientras Kenji se encontraba incrementando sus fuerzas arrastrando objetos muy pesados a lo largo de la montaña, y para aumentar la dificultad tenia entre sus brazos y piernas unos objetos que incrementaban aun más el peso, lo que hacía el entrenamiento de Mushashi más riguroso de lo esperado. En ese momento mientras Kenji pasaba por un lugar de la montaña, Kikyo se encontraba muy cerca de ahí. Los caminos de ambos convergieron en el frondoso bosque, aunque ninguno era consciente de la proximidad del otro. Kenji, absorto en su entrenamiento, continuaba con su entrenamiento ignorante de la presencia que se aproximaba. Kikyo, con determinación en sus pasos, buscaba el reencuentro que el destino les tenía preparado.

En los momentos de meditación, Kenji experimentaba una extraña sensación, como si su mente estuviera conectada con algo más allá de su comprensión. Mientras realizaba su entrenamiento, Kenji empezó a tener visiones de Kikyo, a su mente venia el rostro de la hermosa sacerdotisa y de aquella tarde cuando la observó en la aldea. Pero de pronto en otra visión, observaba como Naraku acababa con la vida de la sacerdotisa, esto hizo que la mente del joven quedara perturbada y su meditación fuese interrumpida. El ermitaño, con sus habilidades místicas, percibió la intranquilidad de Kenji y decidió abordar el asunto.

Veo que tu corazón está lleno de preocupación por alguien. — dijo el anciano, como si leyera los pensamientos de Kenji. — ¿Hay alguien a quien deseas proteger con estos poderes?

Kenji vaciló por un momento, sintiendo la carga de sus pensamientos pesar sobre él. Decidió confiar en el anciano y compartió la historia de su viaje con Kikyo. Habló sobre los desafíos que enfrentaron juntos, la conexión que sentía con ella y la extraña sensación que lo invadía en los momentos de meditación.

Por más que intento estar concentrado en el entrenamiento no he dejado de pensar en ella, maestro. En ocasiones siento que su vida corre peligro, y no puedo ignorar esa sensación — confesó Kenji, su voz cargada de preocupación.

El anciano ermitaño escuchó atentamente reconociendo la profundidad de los sentimientos del joven guerrero y, al finalizar la historia, sonrió con complicidad.

El amor puede presentarse de formas muy misteriosas, joven Kenji. — afirmó Musashi. — A veces, el corazón encuentra a alguien incluso en medio de la oscuridad y la batalla.

La verdad es que no estoy seguro de si se trata de amor, maestro. — confesó Kenji, con dudas en su voz —. Pero no puedo ignorar esta sensación de que su vida corre peligro.

El amor y la preocupación a menudo van de la mano, joven Kenji —respondió Musashi con una sonrisa enigmática. — A veces, el destino nos lleva a personas que se convierten en el centro de nuestras preocupaciones y esperanzas. El tiempo se encargará de revelarte la verdad. Ahora dejémonos de platicas, ve a continuar tu meditación bajo la cascada, el camino hacia el dominio de tus poderes aún está por delante.

Kenji asintió, agradeciendo las palabras de sabiduría del anciano. Con determinación, se dirigió hacia la cascada, donde la fuerza del agua rugía como un recordatorio de la naturaleza indomable de su propio poder interior. Se posicionó frente a la caída de agua, dejando que el rocío lo envolviera por completo.

Una vez frente a la cascada comenzó a levitar en el aire y se introdujo en ella, con los ojos cerrados, se sumergió en un estado meditativo, buscando el centro de su ser. Poco a poco, empezó a sentir la energía fluyendo a través de él, como un río vigoroso que buscaba su camino hacia la paz interior. Con cada respiración, se sentía más conectado con el universo que lo rodeaba, más en sintonía con su propósito y destino y dejó que el sonido ensordecedor de la cascada lo envolviera, buscando encontrar la calma interior que tanto necesitaba para dominar su ki.

De pronto una especie de aura comenzó a formarse alrededor de Kenji y el torrente de empezó a cambiar de dirección como si alguna especie de fuerza estuviese yendo en contra. Musashi observaba desde lo alto de la montaña como el joven guerrero comenzaba a dominar su energía.

Continua así Kenji — dijo Musashi pensando para sí mismo — dentro de muy poco descubrirás el secreto para dominar esos poderes.

Sin embargo, en medio de su meditación, la imagen de Kikyo vino a su mente irrumpiendo su meditación. En aquella visión veía a la hermosa sacerdotisa como la vio aquella vez en el puente de la aldea. Su larga cabellera agitándose por la suave brisa. Pero había algo de diferente, la mirada que transmitía, no era esa mirada de melancolía que solía tener Kikyo. Era una mirada que transmitía felicidad, junto a una cálida y gentil sonrisa. En su visión la sacerdotisa extendió su mano llamando a Kenji. Su voz retumbó como en un eco en su mente y corazón, tal visión ocasiono que perdiera su concentración.

Aquella aura que lo rodeaba desapareció por completo y la enorme cascada continuó caída natural. Kenji abrió los ojos, desconcertado por la intensidad de sus sentimientos. ¿Por qué Kikyo ocupaba tanto espacio en su mente y en su corazón? ¿Qué significaba todo esto?

Antes de que pudiera encontrar respuestas, observo una figura que se formaba a través de la caída de la cascada. Aquella figura coincidía totalmente con la apariencia de Kikyo. Kenji salió rápidamente de la cascada sorprendido y al ver hacia un sendero cercano pudo ver a la sacerdotisa parada en él. Y sin pensarlo dos veces el joven fue hacia ese lugar a toda velocidad llegando casi al instante, pero al llegar se percató de que no había nadie.

¿Qué significa esto? — dijo Kenji para sí mismo — ¿Qué es lo que me ocurre? ¿Acaso era una ilusión?

Kenji se quedó mirando hacia el horizonte mientras reflexionaba hacia las preguntas que acaba de hacerse y lanzando un suspiro de frustración decidió regresar hacia la cascada, de pronto en su retorno se encontró con Kikyo, ambos estaban frente a frente, sus ojos se encontraron en un instante, como dos almas que reconocían su conexión más allá de las palabras.

Kikyo... — murmuró Kenji, sus ojos revelando la mezcla de emociones que lo embargaba.

Kikyo, con una expresión más suave de lo habitual, avanzó hacia Kenji, dejando entrever una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Desde que nos separamos, no he podido sacarte de mi mente — confesó Kikyo, su voz llevando consigo una carga de sinceridad — He reflexionado mucho sobre lo que ocurrió entre nosotros, y me he dado cuenta de que tal vez fui demasiado dura contigo.

Kenji la miró con atención, absorbiendo cada palabra con una mezcla de asombro y gratitud.

Yo también he pensado mucho en ti, Kikyo. Tu presencia ha significado mucho para mí en este viaje. — admitió Kenji, sus ojos reflejando una determinación renovada. —Ambos llevamos nuestras cargas y heridas del pasado. Pero, quizás, juntos podemos hallar una manera de sanar.

El silencio entre ellos se tornó cómplice, como si el universo mismo estuviera conspirando para unir sus destinos una vez más. En ese momento, una brisa suave agitó los mechones de cabello de Kikyo, añadiendo un toque de magia al encuentro.

¿Qué significa todo esto, Kenji? — preguntó Kikyo, buscando respuestas en los ojos del joven guerrero.

Kenji la miró fijamente, encontrando en sus ojos la misma pregunta que se formulaba a sí mismo una y otra vez. En ese momento, las palabras del anciano ermitaño resonaron en su mente, recordándole la sabiduría que había compartido con él.

El amor puede presentarse de formas muy misteriosas — murmuró Kenji para sí mismo, recordando las palabras del anciano — No lo sé con certeza, Kikyo. Pero lo que sí sé es que nuestro encuentro no es una coincidencia. Hay algo más grande en juego aquí, algo que va más allá de nuestra comprensión en este momento. — respondió Kenji, su voz cargada de convicción.

El atardecer pintaba un paisaje de belleza indescriptible a su alrededor, pero para Kenji y Kikyo, la verdadera belleza residía en el vínculo que habían forjado a través de sus experiencias compartidas.

Quizás el destino nos ha unido por alguna razón que aún no comprendemos del todo. Pero estoy dispuesta a descubrirlo contigo, Kenji. — dijo Kikyo, su voz llena de determinación.

Con el sol despidiéndose en el horizonte, Kenji y Kikyo comenzaron a caminar a través del sendero, y mientras caminaban sin darse cuenta poco a poco sus manos se encontraron con suavidad, entrelazando sus dedos en un gesto intimo y significativo, sintiendo una corriente de energía que fluía entre ellos, una conexión que unía sus corazones en un vínculo que trascendía el tiempo y el espacio, listos para enfrentar juntos los desafíos que les aguardaban en su camino.