CAPITULO 14:
SENDERO DE DOS ALMAS
En el corazón de las montañas, donde el tiempo parecía detenerse y la naturaleza misma hablaba en susurros antiguos, Kenji y Kikyo continuaron caminando por el sendero que los conducía al templo anciano ermitaño. En su camino el joven y la sacerdotisa tuvieron una conversación sincera y profunda. Kikyo, mostrando un lado más afectivo y abierto, reveló aspectos de su ser que Kenji no había visto antes.
Mientras llegaban al templo de Musashi este los observo con una gran sonrisa.
Me alegra ver que han resuelto sus diferencias, y ahora están más conectados que antes. — dijo Musashi al observar a Kenji y Kikyo tomados de la mano.
Al notar que estaban tomados de la mano, un rubor sutil tiñó las mejillas de Kikyo, mientras que Kenji desviaba la mirada, sintiéndose un tanto avergonzado por la situación. Decidieron soltar sus manos, y Kenji compartió con el ermitaño lo que había sucedido durante su meditación en la cascada.
Sentí una gran energía fluyendo por todo mi cuerpo, como si finalmente estuviera comenzando a comprender el verdadero dominio de mis poderes. — explicó Kenji, buscando las palabras adecuadas para describir su experiencia.
Musashi escuchó atentamente, asintiendo con entendimiento.
Estas más cerca de dominar esos poderes, más de lo que crees, joven Kenji. La verdadera maestría no solo radica en el dominio de tus habilidades, sino también en la comprensión de tu propósito y el equilibrio de tu ser interior. — respondió el anciano, sus ojos brillando con una luz sabia.
Kenji asintió, absorbiendo las palabras del ermitaño con reverencia. Sabía que su entrenamiento aún estaba lejos de terminar, pero cada paso que daba lo acercaba un poco más a su destino final. De pronto se volvió hacia Kikyo, ya que tal vez pensaría que continuarían el viaje de inmediato.
Kikyo… — dijo Kenji mientras se acercaba a ella con cierta ternura. — Se que debemos continuar nuestro viaje, pero…
Kenji, está bien. — lo interrumpió Kikyo con suavidad, poniendo una mano reconfortante sobre su hombro — Estoy dispuesta a esperar todo el tiempo que sea necesario para que completes tu entrenamiento y alcances tu máximo potencial. Siempre estaré aquí para ti.
Las palabras de Kikyo resonaron en el corazón de Kenji, llenándolo de gratitud y renovando su determinación. Sabía que tenía en ella a una aliada inquebrantable, lista para apoyarlo en cada paso del camino.
Te lo agradezco mucho. — murmuró Kenji, su voz llena de sinceridad mientras le devolvía la mirada con un brillo de determinación en los ojos. — Te prometo que obtendré el dominio de estos poderes para poder continuar con nuestro objetivo.
Nuevamente los días comenzaron a transcurrir, mientras el entrenamiento era cada vez más riguroso. Pero esta vez había algo diferente, Kenji se encontraba entrenando con una motivación renovada, Musashi se había percatado de ello y sonreía al ver la determinación del joven guerrero. Una tarde apareció otro anciano misterioso en compañía de Musashi, para ayudar con el entrenamiento de Kenji.
Maestro ¿Y quién es él? — pregunto Kenji ante la presencia de aquel extraño anciano.
Te presento a Dokuro — respondió Musashi — Dokuro es un viejo amigo, es uno de los demonios más antiguos que existe en el mundo y posee uno de los venenos más poderosos entre todos los demonios, inclusive más poderoso que el miasma de Naraku.
Joven Kenji ¿Te encuentras listo para la siguiente fase de tu entrenamiento? — preguntó Dokuro acercándose lentamente hacia el joven.
Si, me encuentro listo ¿Qué es lo que tengo que hacer?
Entra ahí — dijo Dokuro señalando una especie de cúpula con varios orificios que funcionaban como respiraderos, de los cuales salían un vapor de un color morado muy oscuro.
¿Por qué? — preguntó Kenji un tanto desafiante mientras observaba el vapor saliendo de aquel lugar. — ¿Acaso quiere matarme? Eso es miasma.
Es para tu entrenamiento — replicó Musashi — Vamos, no estes perdiendo entra de una vez.
Una vez adentro de aquel lugar, este se cerró herméticamente, dejando solo los respiraderos por donde salía el vapor del miasma. Kenji junto con los dos ancianos permanecían sentados en posición de meditación. Dokuro rociaba un poco de liquido a una especie de fogata que estaba en el centro, para ayudar a esparcir más el vapor, la temperatura de aquel lugar se estaba incrementando cada vez más y más, lo que le ocasionaba a Kenji dificultad para respirar y por si fuera poco el miasma se incrementaba junto a la temperatura.
Está demasiado caliente — dijo Kenji con cierta dificultad — No puedo respirar… los veré afuera.
¡Kenji! — exclamó Dokuro con seriedad — Naraku se quedaría, aún si eso significase la muerte.
Kenji asintió y volvió a su posición de meditación.
Si quieres ser inmune al miasma debes concentrar tu ki. — dijo Dokuro — Esto es un templo, el calor elevara la temperatura de tu cuerpo a niveles inimaginables. Aquí es donde debes fortalecer tu mente. Es probable que experimentes visiones, mensajes de los espíritus.
Kenji asintió, preparándose mentalmente para el desafío que se avecinaba. Cerró los ojos y se sumergió en un profundo estado de concentración, sintiendo cómo su ki fluía a través de él, formando una barrera protectora contra el miasma y el calor abrasador.
Los días comenzaron a transcurrir, con cada respiración, Kenji se sentía más conectado con su interior, explorando los rincones más oscuros de su mente en busca de la fuerza necesaria para resistir. De pronto comenzó a tener visiones en donde Naraku le atravesaba el cuerpo con sus extremidades y luego asesinaba a Kikyo, aquellos mensajes se agolpaban en su conciencia, desafiando su voluntad y su determinación.
Por otro lado, Kikyo observaba el riguroso entrenamiento de Kenji, y en cada día que transcurría podía observar que el joven obtenía cada vez más un dominio casi perfecto de su ki, sintiendo así una gran admiración y satisfacción por su progreso, lo que a su vez aumentaba la conexión entre ambos.
Cierto día, mientras Kenji meditaba para alcanzar el dominio total de su ki sentía que algo hacia falta para poder alcanzar esa última etapa de control, ya que justo cuando faltaba poco para alcanzarlo su ki se desvanecía repentinamente, lo que lo llevo a un estado de frustración.
¡Maldición! — exclamó Kenji intentando mantener el control de su ki. — Siempre ocurre lo mismo.
De pronto Kenji observa a Kikyo quien se encontraba dormida bajo uno de los arboles con una expresión de tranquilidad que rara vez se le podía ver en su rostro. El joven se acerco lentamente hacia ella y se agacho para observarla.
¿Por qué será que cuando estoy cerca de ti me siento más valiente, más fuerte y más sabio? — se preguntó Kenji entre susurros. — ¿Realmente tendrás este efecto sobre cualquier persona?
Al momento de susurrar esas palabras Kenji aprecio lo que pareció ser una ligera sonrisa en el rostro de la sacerdotisa.
Solo eso me faltaba — susurró nuevamente para si mismo — haberme enamorado de ti.
En ese momento una brisa muy ligera comenzó a rodear a Kenji, comenzando a sentir una poderosa energía, cerró sus ojos y repentinamente un aura muy poderosa empezó a rodearlo acompañado de pequeños rayos y destellos. El suelo comenzaba a temblar, el joven intentaba mantener aquel flujo de energía estable y de pronto comenzó a tener visiones sobre su batalla con el ogro Shuten, justo en el momento que el regresó aquella bola de fuego para evitar que destruyera la aldea y también cuando evitó que Naraku asesinara a Kikyo durante su encuentro. En ese instante la voz de Musashi comenzó a resonar en su mente.
¿Hay alguien a quien desees proteger? El amor puede presentarse de formas muy misteriosas.
¿Qué si hay alguien a quien desee proteger? — se preguntó Kenji mientras hacia un esfuerzo por tratar de mantener el dominio de ese gran poder que estaba desplegando.
Kikyo despertó sorprendida al ver aquella imponente energía y no salía de su asombro. En ese momento Musashi quien observaba expectante aquella escena se dijo para si mismo.
Confía en tu corazón muchacho, y obtendrás el verdadero poder.
En ese instante el corazón de Kenji emitió un fuerte latido y la imagen de la hermosa sacerdotisa vino a su mente.
Pues mi corazón desea protegerte a ti… mi querida Kikyo. — susurró Kenji
De pronto un gran destello cubrió la montaña, acompañado del despliegue impetuoso de una poderosa energía, la cual generó una fuerte ventisca haciendo volar rocas por los aires. Una vez que desapareció el resplandor y se disipo el polvo, Musashi y Kikyo observaron a Kenji rodeado por un aura de color blanco azulado.
¡Que energía tan impresionante! — exclamó Kikyo maravillada ante la escena que se desarrollaba ante sus ojos — Puedo sentir como su energía irradia una gran cantidad de calor.
Me alegra ver que lo has conseguido muchacho — dijo Musashi al acercarse a Kenji — Tu ki está ahora en un estado imperturbable y has logrado dominarlo por completo.
Kenji quien mantenía los ojos cerrados, los abrió lentamente y miró al anciano de pronto aquella aura dejó de rodearlo y desapareció de su cuerpo dejando así una sensación de tranquilidad en su lugar.
Esto es fascinante — dijo Kenji observando sus manos — Con que así se siente tener dominio sobre el ki.
Me alegra ver que lo has conseguido Kenji — dijo Kikyo mientras tomaba gentilmente la mano del joven.
No lo habría podido conseguir sin ti, Kikyo — respondió Kenji dándole una mirada profunda que transmitía el cariño que sentía hacia ella.
Lamento interrumpir el momento — dijo Musashi esclareciéndose la garganta — Pero me temo que el entrenamiento aún no termina, hay una última prueba que debes completar.
Esta bien maestro — respondió Kenji — ¿Y cual será esa última prueba?
Kikyo, ven conmigo — dijo Musashi
La sacerdotisa se dirigió hacia el ermitaño y se detuvo a su lado.
Kenji tu prueba inicia ahora, tienes que derrotar a tu oponente.
De pronto una extraña silueta se paro frente a Kenji de manera desafiante y al breve instante lo atacó, pero el guerrero evadió el ataque con mucha facilidad. En ese momento un arduo combate se comenzó a generar entre esa silueta y Kenji. Mientras eso ocurría, Musashi se dirigió hacia una roca y se sentó sobre ella.
Kenji es un muchacho muy especial ¿No lo crees así? — preguntó Musashi dirigiéndose a Kikyo.
Si… sin duda que es alguien muy especial — respondió Kikyo, dejando entrever la complejidad de sus sentimientos.
Puedo ver que se ha formado un vinculo muy especial entre ustedes y de alguna manera ha podido ir sanando el dolor que llevas en tu alma.
Es extraño, pero desde que nos conocimos, Kenji ha sido una luz en mi camino y un consuelo para mi alma herida. — confesó Kikyo, permitiendo que sus emociones se expresaran a través de sus palabras.
¿Qué planeas hacer una vez que termines tu enfrentamiento con Naraku y la Perla de Shikon? — preguntó el anciano ermitaño, con voz que resonaba sabiduría ancestral.
Kikyo, con una mezcla de melancolía y determinación, respondió con sinceridad.
Cuando llegue ese momento, sé que mi deber será regresar al descanso eterno. Se supone que yo ya no pertenezco a este mundo. Pero en una vida anterior, anhelaba la oportunidad de ser una mujer normal. — confesó Kikyo, sus palabras cargadas de nostalgia y anhelo.
Musashi, con una sonrisa sabia, le ofreció una perspectiva reconfortante.
Todos tenemos una nueva oportunidad, ya sea en esta vida o en la siguiente. Tal vez esta vez, se te otorgue lo que tanto deseas. — dijo el anciano, su voz llena de esperanza y comprensión.
Con esas palabras resonando en su corazón, Kikyo miró hacia el horizonte, sintiendo una renovada determinación y un destello de esperanza en su alma. En ese sendero de dos almas, cada paso era una oportunidad para descubrir nuevos horizontes y encontrar la plenitud que tanto anhelaban.
