Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 16
Edward
Mantenía los labios apretados para no mencionar ninguna palabra. Todos continuaban ansiosos; primero por la llegada a México y segundo, cuando nos recogió una limusina, los niños y Bella tenían unas caras de sorpresa que rayaban en lo gracioso.
No había escatimado en gastos. Ellos merecían unas verdaderas vacaciones, lo cual no tenían idea de lo que se avecinaba, no obstante sus mandíbulas casi se desencajaron cuando la limusina se estacionó frente al hotel.
― Ahí dice Nickelodeon ―Benjamín, señaló confundido el letrero del hotel.
Las niñas y Bella asomaron sus rostros por los cristales de las ventanas.
― Edward, ¿a dónde nos trajiste? ―Mi mujer preguntó.
―¿¡Es la casa de Bob Esponja!? ―chillaron los niños cuando descendimos de la lujosa limusina.
Bella volteó a mirarme. Tenía una sonrisa en sus labios cuando supo perfectamente dónde estábamos.
Nickelodeon Hotels & Resorts Riviera Maya.
― ¡Guau! ―Benjamín tenía la boca abierta mientras avanzábamos al interior, pasábamos bajo una estructura de arcos rojos―. Ni mis sueños pudieron ser tan perfectos.
Debía reconocer que también era mi primera vez en un lugar así. Cuando busqué en Internet un sitio familiar que no fuese Disney, era la primera opción y no dudé en elegir vacacionar aquí.
El hotel era meramente alusivo a todo lo perteneciente a Nickelodeon, empezando por Bob Esponja, las tortugas ninja, Dora, Blue, Cosmo, entre muchos más.
Luego de hacer check-in. Caminar hacia la suite que había elegido era otra sorpresa.
Bella seguía prendada de mi brazo. Parecía con la intención de arrancarlo, le había preguntado varias veces si tenía dolor o alguna molestia y ella había negado. Intuía que era simplemente la emoción.
Al pasar la pulsera por la puerta y abrir The Pineapple Suite, todos me miraron.
― Es… es la casa de Bob Esponja, Edward ―Olivia decía.
― Y nos quedaremos aquí ―afirmé, con un leve alzamiento mis hombros.
Bree abrió mucho los ojos y antes de adentrarse me abrazó fuertemente. Miré cómo Bella, Olivia y Benjamín caminaron anonadados por la habitación.
― Edward ―murmuró entre sollozos, mi hermana, tenía su rostro en mi pecho― Quiero que me pellizques ―elevó su mirada y aprecié sus iris esmeralda.
― ¿¡Qué!? Desde luego que no voy a pellizcarte.
― Es que si no lo haces siento que despertaré ―sus lágrimas descendieron por sus pómulos― tengo miedo de estar soñando.
Froté mi mano por su espalda y la animé a caminar. Quería que apreciara la belleza del lugar, que viera con sus propios ojos que nos quedaríamos en la suite de Bob Esponja.
Suspiré al ver que siguió a Bella.
― Edward… ―Olivia tiró de mi mano llevándome con ella hacia una habitación― mira esto ―me mostró una pequeña bata de baño en color blanco y con las letras de Nickelodeon en el lado izquierdo. También señaló unas pantuflas― ¿esto es para mí?
― Lo es.
Ella cubrió su boca con ambas manos. La tomé en brazos, había ganado peso en estos meses y ahora era una pequeña regordeta con mejillas enrojecidas.
― Cuando quieran podemos ir afuera ―comenté― aún hay sorpresas.
― Te quiero ―murmuró abrazada a mi cuello.
Fue una sensación diferente la que sentí. Ella me quería y me lo hacía saber.
Dejé un beso en la parte superior de su cabeza y la apreté a mi torso. Era increíble la forma en la que ellos nos habían transformado.
Así empezaron nuestras vacaciones…
Recorriendo cada rincón del resort.
.
Bella se la pasó observando y cuidando de Olivia. Ella aún no estaba al cien con su cuerpo, no podía maniobrar para correr por el lugar. Se convirtió en nuestra vigilante y se volvió muy estricta con nuestras comidas, teníamos derecho a divertirnos siempre y cuando nos alimentemos bien.
El hotel tenía los más exquisitos desayunos. A decir verdad, toda la comida era deliciosa, pero nuestra hora favorita, se convirtió en las quince horas de cada día. En ese rato me volví otro niño más y salía corriendo detrás de mis hermanos, hacia la cascada de Slime.
Me llenaba de vida que esos chorros verdes me cubrieran por completo. Era una sensación divertida y relajante, era un niño de nuevo.
― Edward ―la voz de Benjamín me detuvo.
Ambos éramos unos seres verdes, unos mutantes. Reí por lo gracioso que se veía, apenas distinguía sus ojos y sus dientes blancos entre todo el slime.
― No eres tan amargado cómo creí ―añadió con una sonrisa―. Lamento haber sido grosero contigo.
― No hay problema. Sé que me vuelvo insoportable, me lo han dicho.
― ¿Puedo darte un abrazo?
― Nunca pidas un abrazo, solo dámelo ―extendí mis brazos mientras el slime escurría de mi cuerpo.
Benjamín se arrojó fuertemente, chocando su delgado cuerpo contra el mío. Me abrazó cariñosamente y susurro.
― Creo que eres el papá que siempre quise tener.
Después de su confección se echó a correr, dejándome con una sensación extraña en mi pecho.
.
Pedí un baño de slime familiar para que Bella pudiera estar incluida. Quería verla bajo toda esa cosa verde. Fue un deleite cuando apareció en ese bonito bikini y sin estar muy segura se puso a mi lado. Fue que los chorros de slime comenzaron a bañarnos por completo.
Ella no se quejó de dolor ni nada. Entre todos la cuidamos y tan solo la abrazamos para que no fuera a resbalar, ese instante quedó plasmado en una fotografía.
Nuestra primera foto familiar.
Luego de divertirnos y estar a la intemperie la mayor parte del día y bajo los rayos del sol, necesitábamos un masaje que nos relajara, decidimos que nos uniriamos a las chicas y también disfrutaríamos de un masaje.
Admitía que me sentí mejor al salir de ese lugar.
Todo estaba previsto y la reservación para cenar en el restaurante de las tortugas ninja, era otra sorpresa.
Me quité mi camiseta amarilla de Bob Esponja y usé una camisa más apropiada para visitar el restaurante.
Habíamos comprado todo tipo de souvenir y no dudé en comprar mi camisa conmemorativa de las tortugas ninja. También una gorra, unos tenis y algunas cosas más. Los niños y Bella habían hecho lo propio y arrasaron con la tienda y recuerdos.
Alegaban que eran nuestras primeras vacaciones juntos y debíamos tener muchos recuerdos.
― ¡Es el restaurante de las tortugas! ―exclamo Benjamín, dando de saltos.
El viaje había servido para que por fin se quitara el disfraz de adulto y disfrutara como un verdadero niño. Pero no sólo a él, sino a Bree, que fuera menos aprensiva y se desprendiera de su rol de mamá.
Era consciente que un viaje no resolvería del todo su forma de ser, era la manera que ellos funcionaban alrededor de Olivia, como sus padres. No obstante, me ilusionaba correr el riesgo y que solo el viaje fuera el principio de otro estilo de vida. Que pudieran sentir que los adultos éramos Bella y yo. Que ellos debían ser solo unos niños más junto con la más pequeña de casa.
Esperaba que no fuera complicado y si, sí lo era. Me volvería el hombre más paciente de este planeta.
Cuando estábamos en nuestra mesa les dije:
― Sabían que la pizza de pepperoni, jamón ahumado, piña y jalapeños es la favorita de Miguel Ángel. Él era mi tortuga ninja favorita.
Los niños me miraron. Por sus caras me hacían pensar que no creían que una vez fui niño.
― Edward de niño adoptó una tortuga que vio en el jardín de su madre ―contó Bella― le puso Miguel Ángel, así como su personaje favorito, cuando la tortuga desapareció del jardín, lloró por días, duró semanas buscándola y la tortuga jamás apareció.
Los niños arrugaron sus caras. Olivia apoyó su cabeza en mi costado.
― Lo siento mucho ―musitó, sus pequeños dedos frotándose en mi brazo.
― Oh, Edward ―murmuró Bree con pena.
― Es triste ―secundó Benjamín.
― Ah, no pasa nada ―respondí animado―. Ya lo superé.
― Nosotros nunca hemos tenido una mascota ―confesó Bree―. A menos que el tlacuache* que se metía a nuestra casa lo fuera.
Bella miró horrorizada. Su rostro era un verdadero poema, ella poco sabía de carencias, a decir verdad no tenía idea de nada.
― ¿Es eso posible? ―me preguntó en voz muy baja. Pasé mi mano por su muslo, tranquilizando su euforia porque era capaz de ponerse a gritar del miedo―. Esos animales tienen miles de infecciones.
― Tranquila, nena ―susurré, dejando un beso en su sien―. Es lo más normal cuando se vive de la forma que esa mujer vivía. Créeme que recuerdo lo desatendida que era, nunca fue capaz de sacudir su cama y mucho menos lavar las sábanas.
― Es cierto ―aseveró Benjamín―. Creo que nuestra única mascota, era ese tlacuache y lo llamábamos "Lupe tlacuache". Entraba a nuestra casa porque estaba hambriento, tan hambriento como nosotros mismos.
Ellos rieron inocentes.
Bella volteó a mirarme. No había ni una mueca de una leve sonrisa ni nada, a nosotros no nos causaba gracia, eran recuerdos dolorosos que debíamos borrar de sus mentes.
Quería que tuvieran una mejor infancia y así me costara todo el tiempo de mis días, sabía que era mi mayor objetivo. Lo iba a lograr, juntos íbamos a cambiar sus vidas.
― A mí no me engañas ―Bella cambió de tema, mirándome con una sonrisa―. Elegiste este lugar porque era recordar tu infancia ―ella se quedó callada unos segundos y recompuso su gesto, volviendo a sonreír― tus padres te decoraron la habitación con estos personajes, así que por eso estamos aquí.
― Bueno, me han descubierto ―admití.
Los chicos rieron. Sonrisas anchas y miradas brillosas. Quería que siempre fuera así y deseaba con mi vida, lograrlo.
Bella
Sonreí ante la sensación de sus dedos recorriendo mis pechos, suspiré hondo y abrí perezosamente los ojos. Era un bonito despertar, sintiendo las caricias de mi esposo, volteé un instante hacia la ventana y comprobé que era otro día soleado y seguramente caluroso.
Edward continuaba sin camisa y por sus caricias atrevidas sabía lo que quería.
― No podemos ―susurré, haciendo un puchero.
Y no era que realmente no quisiera, era nuestro último día de nuestras vacaciones y los niños dormían en la habitación contigua. Solo a unos pasos de nosotros.
Él protestó con un resoplido y se acomodó de costado, observándome. Sus largos dedos volvieron a hacer ese recorrido sobre una de mis tetas y de la nada empezó a pellizcar mi pezón, estimulándome. Sabiendo bien que eran mi parte más sensible.
― ¿Crees que llegando a casa ya podamos? Si quieres yo me muevo y tú te relajas.
Empecé a reír. Cerré los ojos y puse una almohada en mi rostro para reír con más ganas.
Edward nunca había tenido necesidad de rogar. Nuestra vida sexual era activa, ambos siempre estábamos disponibles y con ganas de amarnos. Solo que ahora era distinto, teníamos tres chicos curiosos que de la nada podían entrar a nuestra a habitación o simplemente tocar la puerta e interrumpirnos.
Una vez quité la almohada de mi rostro, lo miré. Mi chico estaba desesperado, lo intuía por su mirada llena de lujuria.
Besé sonoramente sus labios.
― Lo vamos a intentar ―estuve de acuerdo―. Así que sé paciente, señor Cullen.
Encajé mis dedos en su suave pelo, jugué un poco y arrugué la frente al ver que tenía rastros de slime en su cabeza.
― Edward, ¿no te duchaste bien? Tienes esa mezcla verde adherida a tu cuero cabelludo.
Él no le dio importancia y puso los ojos en blanco. Me rodeó la cintura con su pesado brazo.
― Me ducharé más tarde ―dijo sin mucho interés―. Ahora quiero que hablemos de otro tema.
― No tendremos sexo ahora ―le aclaré, aunque me estaba gustando su forma insistente.
― No me tientes, Isabella, sabes que soy capaz de meternos al baño y ahí terminar lo que ambos queremos.
Deslicé mis dedos por la incipiente barba que cubría su mandíbula.
― Me gusta esa amenaza ―reconocí, mordiendo mis labios.
Se acercó dejando un beso en la punta de mi nariz. Dio un largo suspiro.
― Te quiero proponer algo ―comentó―. No sé si estés de acuerdo. No me gustó tener que hablar con la trabajadora social para poder traer a los niños con nosotros, ¿no te pareció molesto?
― Sí. Me pareció innecesario.
― Por eso llevo días pensando y cree que lo mejor es que en lugar de que sea su tutor, ellos sean nuestros.
Arrugué el entrecejo sin entender.
― ¿Qué quieres decir, Edward?
― No quiero volver a andar rindiendo explicaciones de a dónde los llevaré, amor. ¿Si me entiendes? Fue incómodo decirle a la trabajadora social que pensaba sacarlos del país y encima explicar la razón, no estoy de acuerdo, nena.
― Por eso quieres…
― Me gustaría adoptarlos, qué tengan nuestro apellido. Quitar el Masen de sus registros y que sean Cullen, solo necesito saber tu opinión ¿qué piensas?
Pestañee. Estaba conmocionada e incrédula.
― Cómo si… fueran nuestros hijos ―logré pronunciar en pautas.
― Sé que tal vez, nunca nos vean de esa forma, sin embargo, considero que sería lo mejor, tanto para ellos como para nosotros ¿no crees?
Una sonrisa se formó en mis labios y pude sentir como mis ojos se empañaron.
Era la mejor idea. Me lancé a Edward dejando de lado la molestia que seguía sintiendo en mis costillas.
Sonreí feliz mientras me aferraba a los hombros de mi marido.
Los quería. Yo también los quería y añoraba que fueran parte de nosotros, que fueran Cullen y que juntos fuéramos una gran familia.
Hola, aquí estamos otro sábado más. Nos fuimos a México con la nueva familia, Edward sacó su niño interior y se divirtieron mucho, ahora quieren que lleven su apellido, así que no sé qué opinan.
*tlacuache, le conozco como opossum. intenté traducir al español y esa fue la palabra que me dio junto a otra, "zarigüeya", solo que esta última es muy difícil de escribir. Espero me comprendan lo que quiero decir.
Para la hermosa imagen de Edward con su camiseta de Bob Esponja, hecha por Li, pueden unirse al grupo de Facebook *
Aquí los nombres de quienes comentaron el capítulo anterior: NarMaVeg, Adriana Molina, Jimena, miop, VodkaKalhua, Estefania Rivera, Jade HSos, mrs puff, Rosemarie28, Smedina, Iza, Sindey Uchiha Hale Malfoy, LOQUIBELL, Mabelli Masen Grey, Pepita GY, Ary Cullen 85, Diannita Robles, Daniela Masen, Antonella Masen, Cassandra Cantu, yesenia tovar 17, patito feo, Flor McCarty-Cullen, Lore562, Adriu, kasslpz, Car Cullen Stewart Pattinson, solecitopucheta, rociolujan, saraipineda44, Verónica, Gabby352, marisolpattinson, Coni Salinas Ríos, ALBANIDIA, Lili Cullen-Swan, Lily Pattinson Stewart, sandy56, indii93, Lizzye Masen, Noriitha, Lothrine, Maryluna, Dulce Carolina, Valeria Sinai Cullen, Lizdayanna
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