Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener. Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia o referencia.
Se que creyeron que ya no continuaría con esta historia, pero mientras siga viva y con posibilidad, no la abandonaré, me gusta mucho y hay tanto que quiero poner. Muchísimas gracias por sus mensajes.
18. Espera.
Touga e Izayoi entraron a su casa y les extrañó ver todas las cortinas cerradas, no se preocuparon por algún intruso, Inuyasha estaba de visita y seguramente él era el responsable. Lo que si les extrañó fue que en la sala estaba su hijo y Kagome. Ya sabían que ellos dos eran amigos y salían en ocaciones, pero ambos se notaban diferentes.
—Inuyasha, Kagome— saludó Izayoi.
—¿Por qué esta todo cerrado?— preguntó Touga, esperaba que no fuese por los paparazzis que habían vuelto y los habían acosado.
—Tenemos que hablar, siéntense— pidió Inuyasha.
—Bien, ¿Qué ocurre?— Touga fue el primero en hablar luego de sentarse en el sofá, enfrente de los jóvenes que ocupaban el de dos plazas—. ¿No me digas que la embarazaste?
—¡¿Qué?! ¡No!— no podía creer que su padre lo tuviese en ese concepto—. Kagome y yo vamos a comenzar a salir, le pedí ser mi novia y ella aceptó— Izayoi se llevó las manos a la boca para ahogar un grito de emoción.
—Ya era hora que se lo pidieras, me preguntaba por qué tardabas tanto— desde que los vio juntos en el trabajo, su intuición de madre le dijo que esos dos estaban destinados a estar juntos.
—Comenzaba a creer que mi hijo era muy lento.
—Padre— estaba ofendido, solo se estaba tomando su tiempo.
—Kagome, si llega a portarse mal contigo nos dices.
La chica le sonrió a su jefe y ahora ¿suegro?, era tan nuevo todo esto para ella, el señor Taisho era tan diferente en el trabajo, claro que siempre era respetuoso, pero su semblante era estoico, y ahora en esa situación estaba tan relajado, bromeando y sonriendo.
—¿Qué te gusta de comer? Lo haré para ti para festejar.
—Lo que tenían planeado para comer está bien— comenzaba a sentirse agobiada por las atenciones.
—A ella le gusta el katsudon— Inuyasha le sonrió a Kagome, sabía que ella no quería molestar, pero debía acostumbrándose a esas atenciones, sus padres la adoraban y él no podía estar más feliz.
—Perfecto, pero primero, abramos las cortinas esto está muy oscuro.
—Madre, hay algo más— Izayoi y Touga voltearon a ver extrañados a su hijo—. Solo ustedes y la familia de ella sabrán que salimos.
—¿Por qué?— Izayoi ya quería presumir a su preciosa nuera.
—Yo no estoy acostumbrada a la vida que lleva Inuyasha, llena de reporteros y no quiero que en la escuela me molesten por ese tema— explicó Kagome.
—Entiendo, pueden contar con nosotros, ¿cierto Touga?
—Si así lo han decidido, esta bien, tienen nuestro apoyo.
Inuyasha le ayudaba a su padre archivando pedidos en la constructora, se estiró en su silla, definitivamente prefería hacer trabajo duro, pero Touga había decidió que mantuviese un perfil bajo, muchos iban a querer saber sobre la novia misteriosa. Aprovechando su hora de comida le llamó a Miroku, hace dos horas se lo había pedido y por estar ocupado lo pospuso. Sus amigos, ya había regresado de Puerto Rico y se relajaban en el rancho de la familia de Sango, los primeros minutos platicaron sobre viaje, los lugares que visitaron y la comida que degustaron. Pero Sango ya quería contarle la brillante idea que tuvieron en el avión.
—Se notaba que hicieron muchas cosas, pero no están bronceados ¿Seguro fueron a la playa?
—Hay algo que se llama "Protector solar".
—Miroku, cuéntale de la idea que tuvimos— Sango estaba muy entusiasmada.
—Cierto, escucha bien, no te dijeron nada respecto a no dar likes a fotos en Instagram ¿Cierto?— Inuyasha sintió—. Digamos que te aburres y ves fotos, por ejemplo, una de comida, a ti te gusta la comida y le pones el corazón.
—No te entiendo.
—Ya te pongo un ejemplo— Sango buscaba algo en su celular—. Aquí hay una hamburguesa de un food truck de YokoStar— le mostró la pantalla—. No te prohibieron seguir y darle corazones a YokoStar ¿Verdad?
—No, pero ¿Y si se enteran?
—Nadie sabe que es ella— dijo Sango.
—Rin y nosotros ya la seguimos.
—Es buena con sus fotos, ya tiene tres mil seguidores.
—Solo piénsalo, no puedes solo entrar y ver lo que pone— Miroku sabia que la cabeza de su amigo estaba hecha un lío.
—Lo voy a pensar, le aseguré a Sesshoumaru que no haría nada tonto.
—C'mon!, ¡Arriba el ánimo!, ya falta menos para que la veas.
—Miroku tiene razón, quita esa cara afligida o la preocuparas.
—Los dejó, ya se acabó el descanso y debo seguir organizando esto— les mostró los papeles que había en el escritorio.
—Nos hablamos luego.
Sango y Miroku colgaron, Inuyasha tomó una foto del montón de papeles y se los mandó a Kagome con el texto "Esto sería más fácil contigo".
Eran más de las nueve de la noche en Nueva York, Kagome estaba sentada en la cama ya con el pijama y la laptop enfrente, Inuyasha se encontraba en el patio jugando con los perros, aprovechando la mañana. A la chica le divertía que cada vez que ella decía el nombre de las mascotas, los perros saltarán sobre Inuyasha, buscándola.
—Ryuurin, siéntate— el golden no le obedecía—. No es gracioso— se quejó al escuchar las risas de su novia.
—Son adorables, los tres— claro que contaba a Inuyasha.
—Cuando regreses debes estar preparada porque en cuanto te vean saltarán sobre ti.
—¿Igual que tú?— le dió una sonrisa pícara.
—Eso tenlo por seguro, pero ya dímelo ¿Qué quieres decirme? Y no me digas "nada", te has mordido el labio solo del lado izquierdo.
Kagome tenía tres estilos para morderse los labios, si era en medio era porque estaba estresada, del izquierdo porque quería decirle algo y no se atrevía, finalmente el que más le gustaba a Inuyasha, cuando era del lado derecho, para seducirlo.
—Los organizadores planearon tres días más para mostrarnos la ciudad.
—Es genial, te va a gustar.
—Si, pero…— los toquidos en la puerta interrumpieron.
—¿No vas a abrir?
—Ya vengo.
Inuyasha dejó el teléfono a un lado y se entretuvo lanzando la pelota a sus perros. Kagome se asomó por la mirilla de la puerta, eran dos de sus compañeras de curso, Lizzie y Holly.
—¡Kagome! ¿Con quién hablabas? Te escuchamos.
—Yo… platicaba con mi hermano menor— dijo lo más normal posible, esperaba que solo hubiesen escuchado murmullos, ella no creyó hablar tan fuerte.
—Creí habías traído a ese chico lindo moreno de la tienda de waffles, si tú no lo quieres puedes presentármelo— le guiñó el ojo.
—Déjala Lizzie— intervino Holly, quien para alegría de Kagome, no era de meterse en la vida de los demás. Lizzie no le desagradaba, pero tenía como maña intentar saber todo de todos.
—Holly, solo digo la verdad.
—Iremos al bar que esta a dos cuadras, ¿vienes?
—Ya me iba a dormir, la verdad es que estoy muy cansada.
—Lástima, nos vemos mañana— Holly tomó del brazo a Lizzie y se la llevó antes de que intentase obligar a Kagome a ir con ellas.
—Ya volví— dijo a la pantalla que por ahora mostraba el cielo, la imagen de Inuyasha no tardó en aparecer.
—¿Qué era todo eso de que escondes a alguien?— claro que había escuchado todo.
—Están exagerado, me recomendaron un lugar de waffles y fui a desayunar, el lugar estaba lleno y en mi mesa estaba libre la otra silla, este chico me preguntó si podía sentase y le dije que si.
—¿No fue con maña para invitarte a salir?
—Si fue eso, se arrepintió porque no me dijo nada, terminé mi desayuno y me fui. Holly, Lizzie y otras personas del curso iban pasando por afuera y me vieron sentada con él, es obvio que imaginen cosas porque no saben que ya tengo un lindo novio.
—¿Lindo?
—Y algo bruto, pero así lo quiero.
—¿Irás al recorrido por la ciudad?
—El museo me dio cinco días libres al finalizar el curso, para acostumbrarme de nuevo al horario, arreglar pendientes, pero yo los quería pasarlos contigo.
—Cuando vuelvas ya estaré en la casa, deberías ir— algún día llevaría a Kagome a conocer el lugar que ella quisiera, sin tener que esconderse.
—¿Seguro?
—Come langosta por mi, te mandaré la ubicación de una tienda de donas a la que debes ir.
Aquel día era cumpleaños de Izayoi, una fiesta pequeña en la casa, únicamente la familia, solo esperaban a Sesshoumaru y Rin que avisaron llegarán en una media hora, entonces Inuyasha aprovechó para darse una ducha.
Se secaba el cabello con una toalla antes de ponerse la playera, tan concentrado estaba en la tarea que no notó que la puerta de su dormitorio era abierta.
—¡Sorpresa!— Inuyasha se sobresaltó al escuchar la voz de Kagome.
—¡Estas aquí!— inmediatamente la abrazó y alzó para quedar más a la altura, la chica por pura costumbre se aferró a la cintura de él con las piernas—. Creí llegarías hasta mañana por la tarde.
—No me podía perder el cumpleaños de tu madre— dijo traviesamente.
—No me importa, estás aquí.
—¿Qué haces?— preguntó al sentir besos en su cuello.
—Te extrañe mucho— dijo luego de caer en la cama, con ella abajo.
—Puedo notarlo— claro que podía sentir la erección dentro el pantalón de su novio—. Pero nos esperan abajo y van a escuchar.
—Entonces no hagamos ruido— le abrió la blusa y le besó entre sus senos.
—Inu… en verdad no deberíamos— dijo riendo.
Definitivamente, Kagome quería continuar, pero su lado racional le decía que no era el momento. Cosa que se confirmó cuando escucharon pasos afuera de la habitación, voltearon a la puerta y no tenía seguro, esperaron unos segundos más deseando que nadie entrara. Vieron nerviosos cómo la perilla giraba, la persona que entrase iba a ver a Inuyasha sin playera y con el pantalón desabrochado, y a Kagome sin blusa y con el pantalón a las rodillas. La puerta se abrió un poco, se escuchó el timbre de la entrada y la puerta volvió a cerrarse.
—¡Mierda!— estaba frustrado—. Debemos volver a casa donde no tenemos interrupciones— Inuyasha se levantó y ayudó a Kagome a hacer lo mismo.
—Estoy segura que le podemos sacar provecho a nuestro día y medio.
—Es un hecho.
—Iré a bañarme— comenzó a desvestirse—. ¿Me prestas una toalla? La mía sigue en la maleta y no quiero sacar todo.
—Ya te la llevo.
—¿Aún tienes mi ropa para las emergencias?— preguntó Kagome desde la puerta del baño.
—Ya ve a bañarte, yo te paso todo.
—Gracias.
Inuyasha buscaba en el closet la ropa de Kagome, tomó una toalla, un mallón negro, la ropa interior y un suéter verde militar, fue al baño a dejarle las cosas y al salir, su madre iba entrando al dormitorio.
—Hijo, ¿Y Kagome?— preguntó Izayoi.
—Bañándose.
—Ya llegaron Sesshoumaru y Rin, comemos en diez minutos, el udon de Kagome, sin huevo ¿verdad?
—Exacto, pero yo me lo como.
—Bendito metabolismo que tienes.
—Ya bajamos.
—Me gusta tanto verte así de feliz, los esperamos abajo, por cierto, tu padre busca una carpeta de pagos ¿La tienes tu?
—Está en el librero del estudio.
Ahora Inuyasha ya sabía que quien iba a entrar era su padre y no lo hizo por la llegada de Sesshoumaru y Rin, estaba seguro de que si hubiese terminado de entrar, su viejo no lo dejaría de molestar nunca con el tema.
¿Y si se dio cuenta y por respeto para con Kagome no entró? No sabía si quería saber la respuesta.
02/09/2020
Katsudon: cuenco de arroz cubierto con una chuleta de cerdo, huevo revuelto y condimentos.
Udon: fideos gruesos en caldo, se sirve con verduras huevo cocido, tofu y carne.
