Los cuerpos gozaban de estar juntos con cada roce que éstos tenían, la pasión nos inundaba y la adrenalina subía un escalón más, con cada beso dado era como si fuese el último; La tina nos salía un tanto chica para aquello que queríamos hacer, pero no nos queríamos detener; era simplemente relajante, sus manos jugueteaban sobre mi desnuda piel y las mías imitaban todo aquello que ella hacía con las suyas, a veces se ponían rebeldes y bajaban con curiosidad hasta su intimidad para provocarle, me fascinaba ver cómo reaccionaba con cada roce de mis dedos a su intimidad, sus dulces gemidos me indicaban que estaba en el lugar correcto y que ella estaba dispuesta a disfrutarlo sin ningún problema. Besé con intensidad sus labios y seguí jugueteando con mi mano para ver cómo su cuerpo se hacía más receptivo a mis caricias, ¡wow! Realmente el escuchar cómo mi mujer se enciende con el mínimo roce a su intimidad me enciende a mí también, ¡cielos! Realmente ya me estoy poniendo en mi límite.
-¡Espera! ¡Michiru espera! Me destuve lentamente y con las respiración agitada.
-¿Qué sucede amor? Me preguntó un tanto confundida.
-Nada grae amor, es sólo que… bueno, quiero estar más cómoda, tú sabes a lo que me refiero.
-¡Oh sí claro! Te iba a decir lo mismo. Sonrió.
-Además si nos quedamos toda la noche aquí vamos a parecer pasas de lo arrugadas. Solté una carcajada a la par de mi bella ninfa.
-¡Tú ganas! Siempre me haces reír con tus ocurrencias. Me regaló un beso en los labios y salió de la tina.
-Bueno preciosa, esa es una de mis tantas habilidades… Hice un ademán sobervio y acto seguido sonreí.
-Ok señora Tenoh, ¡Qué haría yo sin tus grandiosas habilidades! Sonrió mientras yo besaba su precioso cuello y ponía su bata de baño sobre sus exquisitos hombros.
-Ya amor, vamos a la habitación, ¿Te parece?
-Me parece más que perfecto preciosa. Robé un último beso a su cuello y la tomé de la mano para ir a la recámara.
Allí tomamos asiento en un bello y comodísimo sofá y me dispuse a destapar un finísimo y delicioso Chardonnay, de exquisito aroma, de exquisito cuerpo, exquisito como mi bella ninfa, bebimos unas copas entre aquel plácido y confidente silencio que sólo nosotras dos solemos tener, un beso por allí y otro por allá de vez en cuando interrumpían aquel hermoso ausente sonido, pero con cada beso dado a su cuello, la tensión sexual se acrecentaba, podía sentir cómo el cuerpo de mi ninfa temblaba al contacto de mis labios, cómo su cuerpo llamaba desesperadamente el mío y un calor ya bastante conocido comenzaba a abrazarnos. Quería más, la deseaba más. Quería sentir su cuerpo entero fusionándose junto al mío. La deseaba demasiado; eso sumado el licor del chardonnay y las noches son ella a mi lado, creo que no iba a poder aguantar mucho más. Tomé el último trago de mi copa y la dejé a un lado junto a la de ella; sujeté su cabello en una coleta y despejé su delicado cuello para poder así dejar un corto caminillo de besos desde el lóbulo de su oreja derecha hasta su hombro, yo sólo quería que se desatara esa amazona salvaje y apasionada que Michiru suele llevar dentro suyo.
-Haru…
-Shhh… Dejame… Puse un dedo dentro de su boca para que lo succionara, mientras seguía dejando aquel caminillo de besos, ya podía sentir cómo su cuerpo se desesperaba por más, y una leve sonrida se dibujó en mi rostro.
-¿Huh? ¿Pasa algo contigo Sra. Tenoh? Sonreí malisiosamente mientras entre sonidos inentendibles le oía protestar algo. –Mmm… Veo que no hay lío alguno. Bajé mi otra mano libre hasta sus pechos y masajee para estimular un poco más sus ya erectos pezones, ya no oía protestas, su cuerpo comenzaba a moverse involuntariamente y de sus dulces labios unos cortos pero deliciosos gemidos comenzaban a salir… ¡Bien! Parecía que estaba haciendo muy bien mi trabajo. -¡Oh veo que esto también te gusta! Susurré a su oído mientras que un dedo traviesamente bajaba por medio de sus pechos hacia el cordón de su bata de baño.
-Haruka…. No… no… eso… ah… trataba de decir entre suspiros y protestas.
-Esto te gustará mucho más preciosa, mordí un poco mas fuerte su cuello mientras desataba su bata y la deslizaba lentamente dejando su precioso cuerpo al descubierto.
-¿Te estorba? Me pregunta casi sin aliento.
-¡Oh preciosa, no sabes cuánto! Di una rápida lamida a su cuello y me acomodé detrás suyo, ahora, ella era mi presa; la llené de besos por toda su espalda mientras mis manos exploraban cada centrímetro de su cuerpo cómo si fuera de nuevo la primera vez. En cada caricia que se daba podía sentir cómo su delicada piel se erizaba, cómo su cuerpo comenzaba a desatar esa furia indomable del mar, su intimidad se humedecía con cada caricia que daba a su cuerpo, ya pronto podría hacerla mía y ella a mí, me detuve por un momento y me separé de ella para hacerla recostar en el sillón mientras con una mirada cómplice bajaba lentamente y besaba sus labios, su cuello, sus exquisitos pechos, hice una estación breve en su ombligo mientras mis manos abrían lentamente sus piernas; la respiración de mi ninfa se podía sentir cada vez más rápida y desesperada, una sonrisa se dibujó en mi rostro, y nuevamente retomé mi tarea, seguí bajando por su vientre dejando un caminillo de besos, mientras que entre risas y suspiros mi bella esposa me daba pase libre a su delicada intimidad.
-Haruka…. Michiru me miró con un toque de desesperación.
-¿Qué pasa amor mío? Le miré tiernamente.
-Te necesito. Susurró. –Te necesito ahora mismo.
-Paciencia mi querida dama, paciencia… tú sabes que lo que más amo es torturarte lenta y placenteramente. Le dije mientras mi lengua recorrían sus ingles y un dedo pasaba suavemente entre su intimidad, el gemido no se hizo esperar y eso recargó mi cuerpo de adrenalina, mis hormonas también hacían de las suyas y próximamente yo querré que su cuerpo se funda con el mío.
-Haru… Gimió lentamente. – ¡No seas así! Protestaba mientras tiraba de mis cabellos.
-¡Ya voy amor! ¡Ya voy! La miré con pasión y le regalé un acaloradísimo beso. –Ya es hora de que dejes de sufrir. Sonreí.
-Entonces… Alivia mi sufrimiento, susurró mientras dirigía mi cabeza hasta su intimidad, -Has lo que mejor sabes hacer en mí amor mío… Su cuerpo buscaba misericordia y un alivio permanente.
-Ok, tu ganas. Cerré mis ojos por un instante y me deleité lentamente con el sabor de su piel, mi lengua comenzaba a juguetear allí y allá, mi ninfa gemía placentera e involuntariamente y el sólo hecho de escucharla, mi cuerpo me ponía en mi límite de la cordura.
-¡Oh Haruka! Gemía y suspiraba mientras se aferraba al sofá.
-¿Sucede algo? Respondí un poco burlona.
-¡Sí sucede algo! Su voz era entrecortada y casi desesperada.
-¿Qué cosa amor? Nuevamente respondí con ese toque de sorna y picardía.
-¡Haruka! Tú… tú… tú… ¡Ah! Gemía. -¡Tú me vuelves completamente loca! Se aferraba a mi cuello mientras su convulso cuerpo clamaba más de mí.
-Lo sé preciosa, no te preocupes, que te haré mía muy pronto, y también sabes que soy solo tuya; hoy, mañana y siempre, mi cuerpo es sólo para ti. Besé sus enrojecidos labios y la giré de espaldas hacia mí, me deleité un poco en su nuca y espalda, mientras mis manos recorrían sus hombros y pechos.
Cada vez que mis labios tocaban su delicada piel, podía percatarme de que toda ella se erizaba, que su cuerpo entero temblaba levemente; me detuve en sus pechos para masajearlos mientras mi desnudo cuerpo se juntaba con el suyo, esto hizo que su ser completo enloqueciera por más, bajé una de mis manos hacia su húmeda intimidad y de nuevo comencé a juguetear al punto de hacerla perder el control, su cuerpose movía involuntariamente y cada vez con más fuerza; bajé un poco más e introduje un dedo delicadamente, esta acción fue el punto de quiebre, sus gemidos eran fuertes, su respiración agitada como las olas del mar cuando hay tempestad; yo disfrutaba de aquel delicioso y primitivo momento, mi cuerpo también la deseaba y no me podía aguantar por mucho tiempo. Introduje un dedo más mientras mi otra mano masajeaba sus pechos, sus gemidos eran mucho más fuertes y mi bocaa duras penas podían ahogarlos.
-Haruka… Ah… mi amor… Haruka, quiero sentirte más. Me dijo entre gemidos.
-Yo también preciosa. Le susurré mientras la tomaba de la cintura y la llevaba hacia la cama; allí la tiré suavemente mientras reíamos y nos comíamos a besos. Nuevamente jugueteé con mi lengua en su intimidad sólo para sacarla de quisio, es que realmente me gusta verla tan loca y desatada, tan deshinibida de todo el resto de la humanidad, la amo también por eso. Sus gemidos no se hicieron esperar y sus movimientos involuntarios tampoco.
Subí dejando un camino de besos por su vientre, lamí un poco sus pechos y llegué a su preciada boca; la miré seductoramente y la besé de nuevo juntando nuestros cuerpos con suavidad, sus piernas se abrieron un poco más para poder sentirme más cerca suyo, una mano exploraba aquella intimidad húmeda y deseosa de más sensaciones placenteras, me detuve por un momento, la tomé por las caderas y en una sonrisa cómplice la embestí suavemente con mi cuerpo, los gemidos y protestas no se hicieron esperar, yo solo la ignoraba y a cambio la ahogaba en un mar de besos desesperados solamente para hacerla enloquecer aún más, su intimidad rozaba con la mía y ¡Oh cielos! la sensación producida era como estar llegando al cielo; mi cuerpo también exigía más del suyo y locamente comenzábamos a movernos sincronizadamente. Los cuerpos convulsos gozaban entré sí, las embestidas se hacían más fuertes a petición de mi amada esposa; sin decirnos nada más nos dimos una mirada que claramente sabíamos qué cosa decía, cruzamos nuestras entrepiernas para poder terner lo más cerca posible nuestras intimidades; ¡Oh por Kamisama! Realmente iba a enloquecer de placer, mi cuerpo tenía todos los sentidos a flor de piel y el sentir el suyo en las mismas condiciones, hacía que nuestra pasión soltara la rienda y nos entregáramos sin reservas, sin tabúes, sin preocupaciones, nuestras húmedas y palpitantes intimidades rozaban entre si ¡Por todos los dioses! ¡No creo poder aguantar un instante más!
-Haru… Haruka… Haruka… Jadeó mi bella ninfa. –Haruka… estoy en mi límite… Gimió retosándose entre las sábanas.
-Yo tambi…. En… Susurré entre sus labios mientras aprisionaba un poco sus pechos. –Me estoy volviendo loca… Gruñí excitada mientras aumentaba el ritmo; mi cuerpo ahora era el que tenía el control y el de mi ninfa estaba en la misma situación, una sensación ya muy conocida comenzaba a recorrer todo mi cuerpo y mi intimidad. –Michiru… yo… Mi bella ninfa se aferró a mi cuello mientras arqueaba su cuerpo.
-¡Ah!... Haruka… Me… me… ¡Ah!... Un muy sonoro gemido se escuchó por toda la habitación, bien secundado por el mío.
Los cuerpos seguían moviéndose descontroladamente y nuestro orgasmo se extendió un poco más de lo habitual; creo que el hecho de saber que el amor de toda tu vida ahora si estará por siempre a tu lado y que ese amor es realmente puro, desata hasta el más salvaje y primitivo de los sentimientos y sensaciones.
-Haruka… Susurró agitadamente mi bella esposa.
-Dime preciosa. Mi voz era casi inaudible.
-Te amo… besó mi cuello dejándose caer lentamente a la cama aún temblando.
-Yo también preciosa… Le sususrré antes de dejarme tumbar también junto a mi ninfa a los brazos de Morfeo. Creo que hace mucho tiempo no dormía tan plácidamente junto a mi amada, y los más importante; Feliz. Feliz de que todo lo que hasta ahora nos habíamos propuesto nos había salido como queríamos, e inclusive, mucho mejor.
Realmente éste día en general lo recordaré en mi mente y en mi ser como si fuese el mejor de toda mi vida, sé que vendrán momentos que puedan superar éste, más sin embargo, éste día en especial siempre lo recordaré como si fuese el sabor de una dulce miel.
