Capítulo 1: El Descubrimiento
En un pueblo pequeño y tranquilo, entre la bruma de los bosques, vivía Jane, una joven humana con un don especial. Practicante de la magia blanca y la curación, Jane dedicaba sus días a ayudar a aquellos que más lo necesitaban. A su lado, en cada paso que daba, caminaba Jowin, su amada novia. Juntas, compartían un amor puro y sincero que desafiaba las normas impuestas por la sociedad conservadora que las rodeaba.
Jane y Jowin recorrían las calles del pueblo, ofreciendo sus servicios a los enfermos y necesitados. Sin embargo, la bondad de Jane pronto sería descubierta, y el velo de la tolerancia se desgarraría para mostrar la cruda realidad de la intolerancia y el miedo.
Un día, mientras atendían a una anciana enferma, un grito desgarrador resonó por las calles. La noticia se propagó como un reguero de pólvora: Jane era una bruja. Los ojos de los aldeanos se llenaron de temor y repudio, y en sus corazones nació un odio irracional hacia la joven sanadora.
El miedo y la ira se apoderaron del pueblo, y las acusaciones de brujería cayeron sobre Jane como una lluvia de fuego. Jowin, presa del pánico y la impotencia, se aferraba a la mano de su amada, jurando protegerla contra viento y marea.
Ante la amenaza inminente de muerte y persecución, Jowin y Jane buscaron refugio en el único lugar donde sabían que estarían a salvo: la casa de Owel, el hermano de Jowin. Con el corazón en un puño, las jóvenes golpearon la puerta, rogando por protección y ayuda.
Owel, con un gesto de determinación en su rostro, prometió no dejar que nada les ocurriera. Sabía que su hermana y su amada estaban en peligro, y estaba dispuesto a enfrentarse a cualquier adversidad para protegerlas.
Sin embargo, lo que ninguno de ellos podía imaginar era que un ser oscuro y siniestro acechaba en las sombras, observando cada movimiento de Jane con ojos hambrientos y malevolentes. Edrok, un miembro de la raza de los ad tenebras, se había fijado en la joven hechicera, anhelando su poder y su pureza.
Con una apariencia engañosa de belleza y encanto, Edrok se mueve entre los humanos como un lobo camuflado entre ovejas. Pero su verdadera naturaleza, retorcida y perversa, buscaba únicamente saciar su sede de energía vital y deseos oscuros.
Mientras tanto, Gemstone, la hermana de Jane, rezaba fervientemente a la diosa Mera, pidiendo protección y ayuda para su amada hermana. En lo más profundo de su ser, sabía que algo terrible se cernía sobre Jane, algo que ni siquiera la magia más poderosa podría detener.
El destino de Jane estaba sellado, su camino entrelazado con el mal ancestral de los ad tenebras y la oscuridad que los rodeaba. Y aunque la diosa Mera acudió en su ayuda, el tiempo de la joven sanadora estaba por agotarse, llevándola a un abismo de sufrimiento y dolor del cual quizás no podría regresar ileso. Edrok, con una sonrisa burlona y sus ojos carmesí brillando en la oscuridad. , extendiendo su mano hacia Jane, esperando a que el momento perfecto para su ataque llegara.
En un principio, Edrok había buscado a Jane por simple diversión. Sin embargo, su interés había crecido hasta convertirse en un deseo ardiente y despiadado. Por mucho tiempo, Jane había permanecido lejos de su alcance, pero eso había cambiado hace pocos días, cuando su magia se había descontrolado.
A pesar de sus precauciones, su descubierto había resultado en un efecto inesperado: Jane había quedado expuesta a Edrok. Con el paso de los días, su interés había aumentado y sus sentimientos se habían profundizado, llegando al punto en que la deseaba con toda su alma.
La idea de poseerla y romperla se hacía cada vez más irresistible. Poco importaba si los aldeanos sabían lo que hacía o no; nadie podría detenerlo, porque estaba a salvo gracias a su disfraz.
Para los humanos, Edrok solo era un amigo alegre y divertido, sin ninguna mala intención. Pero la verdadera naturaleza de su persona oscura esconde un monstruo que estaba listo para devorar a Jane. Los acontecimientos comenzaban a acelerarse, llevándose a todos a un mundo de misterios, miedo y oscuridad. Pero lo peor no era el peligro a la vista, sino la traición y el dolor de cabeza.
Edrok, el ad tenebrae, se había infiltrado en el pueblo, y ahora todo el mundo era su víctima. Su apariencia seductora era solo una fachada, ocultando su verdadera naturaleza oscura, retorcida y maligna. Sus ojos brillaban con malicia y su sonrisa era engañosamente encantadora, pero sus intenciones eran siniestras.
Jane era el objetivo de su ataque, pero los demás no estaban a salvo. Si los aldeanos sabían la verdadera identidad de Edrok, serían masacrados en el acto. Nadie podría detenerlo, pues sus poderes se basaban en la manipulación del miedo, el caos y la confusión.
En una situación tan tensa, cualquier movimiento equivocado podría costarle la vida. Pero Edrok era un experto en el arte de la seducción y el engaño, y sus planos siempre salían a la perfección. Con el corazón palpitante, Jane preparó todas sus defensas, sabiendo que nada de lo que haría podría ser suficiente para detener a Edrok.
Edrok se había colado en el pueblo bajo el manto de la oscuridad, disfrazado de un ser gentil y bondadoso. Pero debajo de esa apariencia se ocultaba un monstruo que tenía una semilla incontrolable de sangre y violación. Su deseo se había acrecentado hasta volverse insoportable, y sus ojos brillaban de pura lujuria.
Edrok observó a Jane con hambre y sed, sabiendo que su objetivo estaba más cerca que nunca. A pesar de la advertencia de Gemstone, la joven hechicera aún se aferraba a la idea de que podía ayudar a los habitantes del pueblo con sus habilidades. Pero esa determinación no duraría mucho más, pues el infierno de la violación estaba a punto de explotar en su cara.
Edrok se acercó a Jane con pasos sigilosos, disfrutando del aroma de su piel. El deseo de poseerla y destrozarla iba creciendo con cada segundo que pasaba, y era solo cuestión de tiempo antes de que él hiciera su movimiento.
Jane no tenía idea de que el mal que acechaba en la oscuridad apenas se encontraba a su alcance. Con un escalofrío, ella continuó ayudando a los aldeanos, no dándose cuenta de que Edrok, uno de los ad tenebrae, la perseguía en su espalda.
Poco a poco, Jane se encontró sola, abandonada en las profundidades de la oscuridad, siendo observada por aquel que la acechaba. La presencia de Edrok era tan inestable como una tormenta, y su sede de sangre solo aumentaba con cada segundo.
Sus ojos brillaron con lujuria cuando vio a Jane, y una sonrisa malévola se formó en sus labios. A medida que avanzaba, sintió la necesidad de tomar a Jane en sus brazos y reclamarla como suya, pero tenía que contenerse. No podía dar a conocer su verdadera naturaleza antes de obtener lo que realmente quería.
Sus intenciones no se veían, pues a simple vista era solo una persona bondadosa, con una sed de venganza justa. Pero la verdadera naturaleza de él estaba oculta bajo una apariencia de bondad. Jane aún no podía ver lo que se escondía tras su sonrisa.
Edrok sabía que la violación sería inevitable, y que Jane no podría resistirse a sus ataques. Pero, por ahora, no era el momento adecuado. Tenía que ser paciente y jugar su parte hasta el final.
