The Witch and the Beast es propiedad de Kousuke Satake.
Atención: Mención de algunos eventos posteriores del manga que pueden ser spoilers. Incluso, de los capítulos sin traducir del volumen 11.
Spoilers también en la nota final.
3
Lucha
Guideau no está contenta.
Atrapados en aquella habitación, solo puede hacer una cosa, la que más detesta, y es esperar.
Guideau odia esperar. Prefiere golpear primero y preguntar después. Pero Ashaf le ha indicado guardar la calma, y esperar que el ladrón aparezca. Actuar antes solo lo pondrá bajo alerta, y la misión se irá al traste. Así pues, Ashaf se encuentra sintonizando la radio, intentando interceptar la señal de la policía. Se ha quitado el abrigo, y enrollado las mangas. Hace calor en esa época del año, así que solo se ha dejado el chaleco puesto. Está fumando en una esquina de la habitación doble, inclinado sobre la mesa de caoba, concentrado en el aparato.
El constante chirrido de la señal que va y viene irrita a Guideau. Siendo más sensible a los estímulos, especialmente después de aquel desafortunado encuentro con Angela, apenas puede soportar el irritante sonido, y Guideau casi deseó estar atrapada en el apartamento soportando las chillonas intervenciones de la muñeca en lugar de esta tortura.
Exhala un gruñido bajo de irritación, creyendo que Ashaf captaría la indirecta. Guideau no era de dar indirectas, pero a veces una advertencia precedía a un estallido de su voluble temperamento. El hombre no pareció escucharla, o quizá, decidió ignorarla. Guideau trató de concentrarse una vez más en el libro que leía, un tomo sobre heroínas y héroes que lograron romper la maldición de una bruja. Más estática siguió a continuación, seguida por el vaivén distante y entrecortado de las estaciones de radio, y Guideau ya no lo pudo soportar más.
—¡Apaga esa porquería ya, Ashaf! —exige, en vano.
Piensa que lo hace para molestarla. Ashaf deja salir un suave murmullo de victoria cuando logra dar con la estación, pero su triunfo pronto se ve interrumpido por la impetuosidad de su compañera.
—Te dije que apagaras eso.
Guideau había cruzado la habitación en dos zancadas, y ahora estaba a su lado.
Ashaf levanta la mirada, inmutable ante la amenaza que se cernía sobre él. Sus ojos reflejaban aquella calma usual, como un tranquilo lago del más profundo azul. Aquello solo la irritó aún más.
—¿Sabes, Guideau? La paciencia es una virtud —remarcó casualmente, exhalando un hilillo de humo.
Guideau tensó la mandíbula. Mala señal.
—Sabes muy bien que no tengo paciencia para estos trabajitos de porquería —replicó con tono cortante, subiendo la voz unas cuantas octavas—. Quiero cazar brujas, no perseguir ladronzuelos de segunda clase.
Ashaf sonrió suavemente, sin inmutarse por su arrebato, o sus puños cerrados.
—A veces, en la vida no siempre obtenemos lo que deseamos. Y por ahora, debemos cumplir pacientemente con las exigencias que se nos imponen, si queremos tener cosas básicas como ropa y sustento.
Dijo aquello con indiferencia, pero Guideau sabía muy bien que la estaba amenazando, usando palabra suaves y veladas. Resopló con frustración, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su interior, a punto de estallar. Las paredes parecían cernirse sobre ella, amenazando con aplastarla, y la creciente tensión entre ellos seguía acumulándose, como chispas de electricidad que le erizaban la piel y amenazaban con incendiar todo.
—A la mierda con tu ladrón —replicó Guideau, estrellando el libro en su pecho con un golpe seco—. Me voy a dormir.
Se dio la vuelta para irse, pero Ashaf fue más rápido y la agarró de la muñeca.
—Nuestro trabajo no ha terminado.
El humo le cosquilleó el rostro. Ashaf tenía aquella expresión de alguien que no estaba jugando, y Guideau se enfureció. Se giró hacia él bruscamente empuñando su mano libre, pero el mago atrapó su muñeca con un movimiento ágil, del que Guideau no pudo zafarse. Debía estar usando magia para poder dominarla —lo había hecho antes, como cuando evitó que se fuera encima de Helga—, y Guideau sabía que en esta forma frágil, no podría liberarse. Lo que más le enfurecía era aquella mirada azul e imperturbable, y el humo intoxicando sus sentidos, y el cigarrillo colgando de sus labios como si nada pasara.
—Suéltame, bastardo —ordenó, en vano.
—Me temo que si lo hago, romperás mis costillas de nuevo.
—Te lo tenías merecido.
—En eso tal vez tienes razón —su agarre se aflojó y su mirada se suavizó—. En verdad lamento lo que sucedió esa vez. Nunca imaginé que te encontrarías con ella. De haberlo sabido, jamás habría usado ese hechizo. Nunca haría nada para perjudicarte, Guideau.
La furia de la bestia pareció disminuir con aquello. Ashaf pareció notarlo, y acabó por soltarla.
Guideau se quedó quieta por un segundo, y luego, tomándolo con la guardia baja, cargó contra él. Cayeron al suelo al mismo tiempo con un golpe seco que resonó en la habitación. La cabeza de Ashaf golpeó la pata frontal de la mesita, lo que envió el radio al piso, el cual aterrizó junto a su rostro, dejándole un corte en la sien. El golpe al aparato presionó un botón que cambió la estación, y la música resonó a todo volumen en la recámara, llenándola de una mezcla de rock y blues. Guideau no perdió tiempo y se aseguró de inmovilizarlo usando su peso, fuerza y muslos. De inmediato fue por sus manos, pero Ashaf ya estaba familiarizado con sus estrategias, y le apresó las muñecas en su lugar. La magia fluyó de inmediato, y Guideau supo que esta vez no la soltaría. Podía sentir su firmes dedos envolviendo sus muñecas, y el cosquilleo de las ataduras mágicas recorriendo su piel, impidiéndole moverlas. No habían luchado así en años. Guideau pensó que si no hacía algo al respecto, lo siguiente que sabría es que terminaría atada por un hechizo de contención como el que había usado cuando se conocieron.
Anticipándose a aquel escenario, le clavó la rodilla en las costillas, y Ashaf hizo una mueca de dolor. Guideau sonrió en anticipación. Quizá podría ganar este encuentro. Lucharon por quién tenía el control, Ashaf tratando de mantener sus manos lejos de su cuerpo, y Guideau luchando a la vez por soltarse. Lo que esta no notó, es que a pesar del firme agarre, él no la estaba lastimando, ni había presionado más. Al cabo de unos momentos la bestia logró girar las muñecas lo suficiente para clavarle las uñas en la piel, pero eso fue todo lo que pudo hacer. Viéndose derrotada por este lado, Guideau lanzó su rostro al de él, buscando morderle en el cuello o por lo menos darle un cabezazo. Ashaf evitó el ataque, rodando en el suelo hacia la derecha hasta quedar encima. Golpearon la mesa de nuevo, y un florero cayó haciéndose pedazos justo al lado del rostro de Guideau. El agua le empapó el rostro y el pelo, y algunos pedazos de cerámica volaron a su ropa, haciéndola enfurecer aun más.
Ahora él estaba encima de ella, y Guideau nada podía hacer para ganar. Pateó el suelo tratando de liberarse, haciendo que sus suelas rechinaran contra la madera. Con cada arremetida empujaba uno de los muebles de la salita que tenía al frente, hasta que este cayó de frente, llevándose una mesita que tenía al frente en el proceso. La mesa —que era de vidrio— se hizo pedazos con un estruendo que ahogó la música por un momento, y Ashaf temió que estuvieran llamando demasiado la atención. Guideau luchó, pataleó, y trató de empujarlo, o al menos deslizarse fuera de su alcance, pero no podía alcanzarlo. Al final, todo lo que logró la mujer fue hacer que la camisa se le saliera del pantalón y se le enrollara hasta la mitad de su torso, enviando los fragmentos de cerámica a su piel desnuda, y clavándose algunos otros en la espalda.
—¿Qué, vas a atarme ahora con uno de tus truquitos de magia? —escupió enfurecida por su derrota, mirándolo de forma desafiante.
Una emoción desconocida cruzó la mirada del hombre. De haber estado más versada en el mundo humano, Guideau habría descubierto que había dolor en su mirada. Ashaf exhaló un hondo suspiro. Hacía rato había perdido el cigarrillo.
—Deberías saberlo ya —suspiró—. No intento dañarte.
Hubo algo en sus palabras que envió una especie de calma a sus sentidos. Una sensación desconocida se asentó en la boca de su estómago, y de pronto, descubrió que Ashaf había liberado sus muñecas. Se quedaron así, mirándose por unos segundos y respirando pesadamente, la música de fondo de repente quedando olvidada al fondo de sus mentes. El corazón de Guideau latía con fuerza, y mientras permanecían allí, con sus cuerpos enredados y sin aliento, se dio cuenta de que tenía razón, y de pronto, ya no estaba tan enojada con él.
Él la había salvado en múltiples ocasiones, aun a costa de su propia vida. Mientras estuviera en ese cuerpo menudo y frágil, era vulnerable ante su poder. Ni siquiera su fuerza bruta podría con un escudo suyo de tres capas. Era capaz de mucho más de lo que hubiera imaginado, y la reciente batalla para salvar al instrumento prohibido era prueba fehaciente de ello. Al chasquido de sus dedos, Ashaf podría hacer lo que quisiese. Atarla, encerrarla, restringir sus movimientos. Guideau lo respetaba, obedecía sus instrucciones, aun en las raras ocasiones que volvía a poseer su cuerpo verdadero. Aquella maniobra, —el arrojarlo al piso y atacarlo— había sido solo otro estallido de su temperamento, similar al de la vez que descargó su furia contra él por lo de Angela.
Lentamente dirigió sus manos a sus anchos hombros, con un último empujón, considerablemente suave para las circunstancias, lo empujó y se incorporó lentamente, evadiendo su mirada. Su pecho subía y bajaba, regulando su respiración. Ashaf la imitó y se incorporó, dándole espacio para moverse. Guideau desvió la mirada y recogió sus rodillas, abrazándose a ellas. Ya no tenía nada que decir, y solo deseaba que Ashaf la dejara sola, y que esos ojos índigo e inquietantes dejaran de mirarla.
Ashaf respiró hondo, y sentándose a su lado, encendió otro cigarrillo. Echó la cabeza hacia atrás y exhaló un largo suspiro. Su cabello oscuro se había soltado de su cuidadoso peinado, enmarcando su rostro, confiriéndole un atractivo distinto. Tenía también un fino hilo de sangre en la sien, del lado izquierdo, donde el radio le había golpeado. Su chaleco se había arrugado, y tenía marcas de las uñas de Guideau en las muñecas. Guideau, por su parte, no se veía tan distinta. Tenía el bonito cabello rubio despeinado y mojado del lado derecho, y el flequillo empapado se pegaba a su frente. También exhibía furiosas marcas rojas en las muñecas donde los dedos de Ashaf habían hecho presión. La blanca camisa se había arrugado y salido del pantalón, formando un pequeño montón de tela que se atoró en el broche de su brasier, y e consecuencia, tenía marcas en la espalda donde los fragmentos de cerámica se habían incrustado.
Ashaf examinó la escena, observando cada detalle del caos que su lucha dejó. El radio se había abollado, aunque aún funcionaba, y la canción de blues llegaba a su fin. El florero estaba hecho pedazos, la mesa que lo había sostenido tenía una pata doblada, a punto de romperse. El sillón estaba volcado en el piso, rodeado de un mar de vidrio roto y madera astillada. El mago dio una profunda calada a su cigarrillo, dejando escapar una larga y lenta exhalación.
—Bueno, parece que hemos montado un buen lío —dijo secamente, esbozando una sonrisa irónica.
Guideau le miró por primera vez desde la pelea, sin decir nada. Ashaf se inclinó para recoger el radio sin hacer más comentarios. Sostenía el cigarrillo con una mano, y con la otra, manipulaba los botones. Guideau le observó trabajar en silencio. Sus ojos ambarinos siguieron con detalle la forma en que sus dedos largos y delgados manipulaban hábilmente los botones del aparato. Rápidamente Ashaf dio con la estación, y las voces lejanas y entrecortadas llenaron el silencio que se había creado entre ellos, y pronto, una voz salió del parlante portando la noticia que venían esperando. El ladrón parecía haber aparecido.
El mago sonrió suavemente, y poniéndose de pie con torpeza, devolvió el radio a su lugar.
—Bien, parece que finalmente tendremos algo de acción, Guideau.
La rubia se puso de pie, y Ashaf le hizo señas para que se arreglara la ropa y el cabello. Cogió su abrigo, y apagando el cigarrillo, se dirigió hacia la puerta. Ambos salieron en silencio, alisándose las ropas lo mejor que podían, la camisa arrugada y rota de Guideau oculta por un abrigo ligero. Una mucama que venía del pasillo contrario con un carrito de cosas de limpieza hizo contacto visual con ellos, y de inmediato, desvió la mirada y apresuró el paso. Ashaf la observó irse, preguntándose qué había sido aquella reacción. Continuaron la caminata sin más eventualidades, con Guideau apresurando el paso.
Cayó en la cuenta cuando llegaron al ascensor.
—Ah, es por eso —se dijo, llevándose la mano a la frente, riendo para sí en voz baja.
Guideau le lanzó una mirada inquisitiva. Él sacudió la cabeza diciéndole que lo olvidara. Ella no lo entendería.
Había publicado el documento sin editar y tuve que borrar el capítulo y volver a resubirlo.
Spoilers a continuación. Tengo que ponerlos para explicar algunas cosas que se mencionan en la historia.
Recordé esta escena de la película Man from U.N.C.L.E, donde Ilya y Gaby tienen una pequeña lucha en el cuarto de hotel, y pensé en escribir algo similar para este fandom.
Esta historia estaría ubicada luego del arco actual del manga, que por desgracia está en hiatus. Durante este arco, Guideau adquiere una muñeca maldecida por una bruja, que es capaz de comunicarse. Aunque habla muy bajo, para Guideau, el tono de su voz resulta muy alto, y se queja varias veces de ello. De hecho, durante el arco anterior Guideau menciona que ha estado mejorando sus sentidos, así que supongo que ahora sus oídos son más sensibles. Este arco está en proceso, y trata básicamente de Guideau protegiendo una herramienta prohibida mientras la Orden busca donde ubicarla.
También hay una referencia a lo que estamos por ver en el anime. Guideau se encuentra con cierta bruja, pero es incapaz de luchar porque Ashaf le puso un hechizo para restringir sus movimientos mientras la curaba, sin conocimiento de Guideau. Creo que temía que Guideau hiciera algo estúpido en su ausencia, así que por eso tomó esas medidas. Luego de todo el caos y darse cuenta de lo que Ashaf le hizo, se pone furiosa y lo ataca, dejándolo bastante herido.
En lo personal, no creo que Guideau hubiera actuado como lo describe este fi, atacando a Ashaf y negándose a cumplir con su trabajo, especialmente después de amenazarla con quitarle sus privilegios. Ashaf ya hizo eso una vez, y bastó para que Guideau se controlara y lo obedeciera. Además, a pesar de su naturaleza impetuosa, Guideau siempre sigue las instrucciones y órdenes de Ashaf. Por otro lado, hasta el momento actual del manga han vivido muchas cosas juntos, y vemos implícitamente que Guideau confía en él. Ashaf ha hecho cosas muy radicales, poniendo su propia vida en peligro para salvarla, y Guideau lo sabe. Dicho esto, creo que Guideau mostraría un poco más de disposición a sus peticiones.
Pero bueno, si me mantuviera estrictamente apegada al canon, no podría escribir esta historia, y de verdad tenía muchas ganas de escribirla. Así que si Guideau parece un poco occ, I can't help it.
Por cierto, la canción que se supone que suena cuando el radio cae es "Cry to me" de Solomon Burke.
