"Esto es absurdo" vociferó molesto Eustass Kidd

"Tiene que ser una broma" se llevó las manos a la cabeza Trafalgar Law

"Lo que pasa es que sabéis que voy a ganar, cobardes"

Todas las miradas se posaron sobre Luffy, quien se mostraba atrevido y convencido de sus palabras. Con aquella nefasta selección de palabras, los dos capitanes lo siguieron a donde estaban las tres chicas, quienes sonrieron victoriosas de lograr encontrar una forma de hacer que los capitanes dejaran de discutir y se enfrascaran en un juego que los mantuviera entretenidos por un largo tiempo.

En aquel puerto, mientras se abastecían, una vez más las tres tripulaciones se encontraban y compartían un opulento festín de Sanji, los tres capitanes no dejaban de discutir, molestando a todos. Nuevamente empezaba una absurda e infantil pelea con la que comer se volvía incómodo. Pero, claro, para ellos se volvía una primera necesidad quedar primero en una competición al que a nadie más le interesaba.

Solo entonces, Nico Robin tuvo una idea. Aprovechando como los capitanes no le hacían caso y con ayuda de las tres tripulaciones, lo prepararon todo. Con sumo cuidado, fueron colocando todo aprovechando cada espacio y, puestos a que sobraba, algo también para su diversión. Una vez terminado, llamaron la atención de los tres capitanes y explicaron que habían preparado.

"Robin ha tenido una muy buena idea y, así por hoy, zanjáis el asunto" explicó Nami "con una cuerda, hemos delimitado la zona en la que buscaréis huevos de chocolate. Para vosotros solo contarán las que tengan pintadas la línea roja, el resto buscara la línea azul. Quien más tenga, es el mejor capitán. Así de simple"

"Y para hacerlo una competición más limpia, llevaréis estos anillos" con aquel comentario, los nakamas agarraron a los capitanes para poder colocarles unos finos anillos de kairouseki

"¿Y cómo es que no llevas ninguno, Nico-ya?" preguntó Law

"Porque las chicas vamos a vigilar que no hagáis trampas" las tres asintieron en una perfecta sincronía "no podéis robar los huevos de las cestas de otra persona, comerlos o coger los huevos de los capitanes. Tampoco nada de haki, habilidades, herramientas o cosas que os puedan dar ventaja. Tendréis que pagar una penalización y tres os sacamos del juego" dijo con una terrorífica sonrisa con la que se congelo hasta el infierno

"¿Y qué pasará con el perdedor?" preguntó con una sonrisa burlona el pelirrojo

"Vuestro problema" sentenció la ingeniera

Terminaron por acceder al juego. Entregaron pequeñas cestas de mimbre con el que cada nakama debía guardar los huevos que encontraba. Todos detrás de una línea, esperaron a que Robin tocara el silbato para poder salir corriendo a la caza. Las chicas se miraron por un momento, listas para poder seguir a sus compañeros a evitar que rompieran las normas.


Law suspiró, cansado de absolutamente todo.

En muy poco tiempo, se había hecho con once huevos con la dichosa línea roja. Aquel maldito anillo molestaba en su dedo anular, pero no había sido un problema para encontrar los chocolates. En más de una vez se había topado con alguna de las chicas, quienes lo miraban de forma sospechosa al ver que ya contaba varias con el mínimo esfuerzo. También había visto a Eustass, quien solo llevaba tres y Luffy, de forma sorpresiva, cinco. Estaba seguro de que alguno se lo había comido, pero al como aquello no era su problema, simplemente siguió recolectando con sumo cuidado.

No terminaba de encontrar la correlación entre ser un buen capitán y coger huevos de chocolate, pero ver a su tripulación pasarla bien cogiendo los de la línea azul lo reconfortaba de una forma que jamás lo diría en voz alta. Podía escuchar las risas, los ánimos, las peleas y la macabra voz de las chicas al detectar a un tramposo.

Sin querer, encontró otro huevo a los pies de un árbol. Sin ganas, se agachó para recogerlo. Lo guardó nuevamente en su cesta y los contó. Doce, como los aun largos minutos que quedaban. Se fijó que estaba al lado de la cuerda del límite. A penas se escuchaba a la gente, por lo que podía quedarse sentado a esperar a la señal que lo llevaría a tener que reencontrarse con la gente. A los pies de ese árbol, la sombra era reconfortante y no parecía que nadie se había fijado en él. Podría recargar sus baterías sociales en calma.

"Deberías estar buscando más, Torao" escuchó una voz detrás de él antes de poder siquiera cerrar los ojos.

"Ya tengo muchos, Nami-ya" suspiró, cansado "vete a mirar si tu capitán no se los está comiendo…"

"Eres un aguafiestas, Torao… por eso estás solo" le sacó la lengua Nami, molesta

Law le dedicó una molesta mirada. Solo ahí, se quedó por un momento observando a la peli naranja. Su mirada indignada no se despegaba de él y supo que no podía perder la ocasión para bromear. Aquella extraña y tirante relación entre ambos se hacía divertida, más cuando la molestaba de sobremanera.

"¿Y qué harás, obligarme a jugar, señorita?" preguntó con una sonrisilla juguetona, a lo que Nami se molestó "Claramente no puedes"

"Pude descalificar a Bepo por comerse tres y darle una falta a Chopper, claro que puedo contigo… si solo eres un perro ladrador, no muerdes"

"¿Segura?" preguntó molesto por la forma en la que se había referido a él

Al levantarse, se fijó en como ella trago seco, consciente de lo que había provocado. El cirujano dibujó una media sonrisa. Se fijó en la impotencia dibujada en su rostro, en como mordía su lengua, nerviosa. Bajó la mirada y se encontró con su gran escote. El pecho le subía y bajaba de forma lenta, hipnótica, era imposible no fijarse más con aquella ceñida camisa entreabierta y anudada de tal forma que podía ver su plano vientre, al cual le había puesto una decorativa cadena que conectaba con unos shorts vaqueros desgastados. Podía ver la línea del bikini negro, queriendo mimetizarse con aquellos shorts sin éxito.

Zoro tenía razón, aquella peli naranja era una bruja. En un solo segundo, lo había hechizado.

"Tendré que cobrarte por mirar lo que no debes, Torao" dijo con un tono serio poco creíble, llevándose las manos a la cadera.

Aquella pose solo acentuaba más sus peligrosas curvas. Sin medir palabra, alargó su brazo y tiró de ella para quedar ambos ocultos detrás del árbol del límite. Ella se removía, molesta e indignada de su súbita acción, pero Law solo sabía mantenerse con aquella media sonrisa, divertido por las acciones de la peli naranja. Completamente hechizado, sus manos iban abrazando aquella fina cintura y bajando de a poco.

"¡Esas manos, Torao!" se indignó Nami "Nos pueden ver"

"¿Es lo único que te molesta, Nami-ya?"

Aquella pregunta iba con un fuerte agarre, que le sacó a la peli naranja una queja en un tono que se asemejaba al de un pequeño hámster pillado por sorpresa. Con un terrible sonrojo que ya no había forma de ocultar, Nami intentó quitar sus manos, pero no había forma. Este se inclinó para poder susurrarle palabras que solo hacía subirle los colores a la navegante.

"¿Quieres que juguemos?" uso un tono grave y calmado, seductor, antes de inhalar un poco del embriagador aroma a mandarinas tan característico de Nami

"No juego con niños, Law" respondió ella queriendo sonar como la orgullosa navegante rival que era "¿o te recuerdo como es que tienes huevos de chocolate en una cestita?"

El tono jocoso y pícaro de su contestación encendió más al capitán. Aquella chica miedosa de la tripulación enemiga parecía querer manejar el timón de la situación, mostrando un carácter que en muy contadas ocasiones tenía, dando alas para seguir en ese extraño juego entre ambos. No quería ser menos y aprovechando su posición, mordió el lóbulo de su oreja. El suave y fino gemido que se escapó de su garganta rompió con la poca cordura que le quedaba, comenzando a devorar aquel fino cuello y dejando alguna que otra marca entre suaves lamidas. El sabor de la navegante era algo único, al igual que aquellos ruiditos que no podía reprimir.

Notó como Nami temblaba ante sus atenciones, entre el placer y el coraje de la situación. Sus delicadas manos acariciaban su espalda, algo que no terminaba de complacer al cirujano. ¿Dónde estaba la diversión?

"Nami-ya ¿Así de rápido te tienen los hombres?" le preguntó con el ánimo de enfurecerla, a lo que ella tiró de una de sus orejas

"Ten cuidado con lo que insinúas, Torao" le respondió con aquella inquina que tanto le gustaba de ella. Aquel gesto lo obligó a encararla. Se fijó en su orbes de chocolate, brillantes con ese deseo al que quería sucumbir en plena naturaleza.

"Demuéstrame lo contrario" le retó con cierto tono pícaro

"¿Qué pretendes?"

"Cinco minutos, si consigo que grites mi nombre, te espero en mi camarote vestida de conejita. Si no, te dejo que te lleves la mitad de mi oro"

"Y comerás entero un sándwich de huevo" añadió a la apuesta

Ante esa respuesta, Law quiso provocarla más, decir alguno de esos comentarios con los que sabía que solo iba a enojarla, pero ante esa distancia, sintiendo su respiración de cerca y el brillo de sus ojos, decidió dar inicio con un apasionado beso. A pesar del sorpresivo movimiento del peli negro, ella no tardó en corresponder. El sabor era algo adictivo, una mezcla de su cítrico con el amargo café.

Sin perder aquella batalla de lenguas al que debía llamar beso, su mano fue subiendo hasta poder acariciar por encima de la tela uno de sus grandes senos. Notó como ella temblaba, afirmando que iba por buen camino. Con esa misma mano, soltó aquel agarre, liberando la camisa y mostrando un muy justo bikini. Por encima de la tela, siguió sus caricias, cada vez centrándose más en sus ya endurecidos pezones.

¿Fue por la mordida a su cuello o por las caricias por encima de la tela?

Law lo necesitaba saber si quería lograr que ella gritara cuanto antes su nombre.

Hizo a un lado la fina tela restante y pellizcó sin cuidado alguno aquel necesitado pezón. Ella dio un pequeño brinco, divirtiendo al doctor. Fue lentamente abandonando el beso, repartiendo pequeños pero húmedos besos hasta su cuello. Pellizcó más fuerte mientras que nuevamente marcaba ese fino cuello como suyo.

"Sin marcas" intentó balbucear con poco éxito la navegante

"Demasiado tarde"

"…idiota" llegó a pronunciar con una tortuosa dificultad

A pesar de que se veía que sus atenciones la estaban derritiendo como un polo al sol, notaba que no era suficiente. Solo alcanzaba a soltar largos suspiros y jadeos, unos ruiditos que tan solo lo entretenían. Era una forma silenciosa con la que confirmaba que también se estaba divirtiendo en ese rato a solas.

Al no notar una nueva reacción o ánimos de decir su nombre, decidió que su mano liberara por completo el seno antes de bajar y colarse dentro de sus pantalones. Notaba el suave poliéster del bañador y lo hizo a un lado para poder tocar mejor. Nami dio un pequeño bote, a lo que Law se rio en sus adentros mientras que sus grandes dedos hacían a un lado la molesta tela antes de entrar. Se sorprendió de la facilidad, ya que estaba mucho más húmeda de lo que se imaginaba en un principio. Sin cuidado sus dedos jugaban en su estrecho interior, con el pulgar el clit queriendo estimular hasta el límite a la peli naranja

Nami no pudo reprimir un sonoro gemido, el cual aun no llevaba su nombre. Estaba cansado de su terquedad.

"No sabía que esta sucia gata se mojara tan rápido… ¿Tanto necesitabas que te tocara?"

Vio en su mirada que ella quería responder algo, pero simplemente no podía articular ninguna palabra, solo jadeos y vocales que salían de forma complemente involuntaria. Aunque con aquel sonrojo, podía ver como a ella le gustaba que le hablaran así.

"Esta noche te pienso destrozar desde dentro, Nami-ya"

"…No" llegó a pronunciar

"Entonces mejorar parar"

Sin previo aviso, sacó su mano de su interior, indignando a la peli naranja. Solo ahí se fijó en su entreabierta boca, en la mirada perdida en la lujuria del momento y entrecortada respiración, agitada por la intensidad del momento. Sonrió y arqueó la ceja, instando de forma silenciosa a que gritara. Vio como su gesto, enfadado, accedía finalmente.

"¡Law! ¡Hazlo, joder!"

No fue un grito muy alto, pero suficiente para él.

Unió ambas bocas en un largo y sediento beso, entrelazando nuevamente sus lenguas en un baile ansioso por ganar, mientras que sus dedos nuevamente jugaban con su húmedo y necesitado sexo. Con avidez y una maestría que Nami agradecía, no necesito de grandes juegos para hacerla llegar, en una primera ola de placer que reprimió por ese intenso cambio de besos. Temblando, calló derrotada al suelo, sabiendo que eso solo era el principio de algo mucho más intenso.

Law sonrió, victorioso. Con la respiración agitada, vio el desastre al que se había reducido Nami: derrumbada sobre las raíces de aquel árbol, con la camisa abierta mostrando sus senos salidos del ceñido bikini, los pantalones bajados y aquellos muslos mojados de si misma. Deseaba seguir, obligarla a que aquella malhablada boca no pudiera insultarlo más por tener su erección rozando su campanilla, llegar hasta el final y pintarla de su blanco.

Se contuvo, tendrían toda la noche para ello. Ahí, simplemente no tendría piedad con ella.

"Han sido más de cinco minutos, tramposo" se quejó ella

"Pero bien que los has disfrutado… y lo que pienso hacerte esta noche lo va a escuchar hasta tu tripulación desde su navío"

"Iré cuando todos estén dormidos… no te prometo el disfraz" respondió mientras se acomodaba la ropa con cuidado y soltaba su cabello para disimular las marcas de Law "y nada de marcas o avergonzarme"

"Estamos en Ostereiersuche" respondió con una sonrisa socarrona mientras la ayudaba a ponerse de pie "necesitaré de una amable conejita que me ayude con mis…"

"¡Cállate, Law!" le cortó de inmediato

"Las órdenes te las doy yo, Nami-ya. Y esta noche irás disfrazada, si no, tendrás una deuda conmigo difícil de pagar" uso su voz autoritaria y grave, afirmando su dominio sobre ella.

"Maldita sea… hecho" A pesar de su negativa, aquella ligera sonrisilla delataba sus verdaderas emociones. Estaba igual que él, contando las horas hasta su nocturno encuentro.

"Ni se te ocurra taparte" le advirtió antes de que ella siguiera su camino campo a través "que todos sepan que he sido yo"

Esperó al rayo de Zeus para regresar. Se quedó pensativo, observando la mano con la que le había dado tanto placer a Nami. Enumero cada una de las cosas que le haría esa noche. Sabía de algunos de sus puntos débiles y, honestamente, quería llevar esa diversión hasta el final.

Al regresar, vio que ella ya estaba ahí, calmada, como si hubiera ocurrido nada hacía solo unos instantes a pesar de las visibles marcas del cuello a los que Nico Robin hacía burla. Ni reaccionó a su llegada. Estaban contando los huevos de chocolate y, podía ver, que su tripulación, a pesar de ser tantos, se estaban quedando cortos contra los sombreros de paja. Además, Luffy, con la boca completamente manchada de chocolate discutía con Eustass de una forma bastante absurda, otra vez.

¿Quién había ganado la competición al final?

Law le restó importancia a la estúpida búsqueda de los huevos de chocolate, ya había ganado el primer premio de la noche en su cuarto con una linda conejita de cabellos naranja.


NA. ¡Felices pascuas! Si puedo, subo segunda, si no... que disfruten en su intimidad!