Otra batalla titánica concluida y ellos nuevamente salieron victoriosos, con una que otra secuela en sus físicos y también en sus espíritus, sin embargo, esto les hacía mucho más fuertes que antes. De regreso, ya en casa, tuvieron una pequeña reunión en el gran salón de la mansión Kido, realizaron un sencillo brindis celebrando el estar vivos y poder compartir una vez más. Sonrisas y abrazos iban y venían, el ambiente era totalmente festivo. Por su puesto, también recordaron a los camaradas quienes tristemente perdieron la vida en esta última batalla, alzando sus copas una vez más en nombre de ellos.

Pese a la alegría de estar juntos de nuevo, se retiraron temprano a sus respectivas habitaciones, pues a pesar de todo necesitaban estar a solas, preferiblemente descansando. Ese era el caso del caballero de Andrómeda, quien yacía acostado boca abajo en su cama, con la vista perdida en algún punto inexistente. Su mente estaba totalmente en blanco, sin preocupaciones por alguna guerra venidera, pues ya por fin reinaba la paz en la tierra, además de eso tenía a todos sus seres queridos con él, especialmente a su hermano Ikki. Pero aun así, sentía que faltaba alguien. Fue entonces que a su mente llegó el rostro de June, como si se hubiese tratado de un relámpago, recordando que la última vez que la vio la había dejado bajo el cuidado de la fundación Graude. Shun se removió en su lecho quedando boca arriba, ahora que lo pensaba, desde ese entonces no supo más de ella. ¿Dónde estará June? ¿Habría regresado a la Isla Andrómeda?

Las preguntas comenzaron a bombardear su cabeza. Inquieto, el santo se había erguido quedando sentado sobre su cama, recordó entonces la promesa de reconstruir la Isla Andrómeda para que así ambos pudiesen vivir allí. ¿Acaso se las habría arreglado para hacerlo ella misma por su cuenta? Sonrió de medio lado, conocía muy bien a su amiga y sabía que era una mujer autosuficiente, no dudaba que pudo haber sido así… pero entonces ¿por qué no volvió a comunicarse con él? ¿Y qué tal si no regresó a la isla sino que más bien le sucedió algo malo? El corazón de Shun se aceleró y su respiración se volvió agitada. Más vale que no haya sido eso último que pensó, aunque algo le decía que así fue. Ansioso, empezó a mirar a su alrededor como si buscara algo desesperadamente.

June ¿dónde estás?

Sin perder tiempo, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta, necesitaba respuestas cuanto antes.

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El guerrero de Athena miraba a su alrededor, un buen número de mujeres hermosas se encontraban en aquel sitio, pero no reconocía el rostro de quien fuera la amazona de Camaleón. Definitivamente ella no estaba en aquel lugar. A prisa salió de allí, ya era el tercer templo al que acudía buscando a June pero aún no daba con ella.

Flashback…

-¿Qué es lo que sabes de June?- Shun había encuellado a aquel sujeto de armadura carmesí, quien de la nada apareció ante él buscando pelea -¡dime, ¿dónde está?!-.

El oponente curvó sus labios en una sonrisa burlona –vaya, parece que esa chica te interesa demasiado, aunque dudo que ella tenga el mismo interés en ti-. Andrómeda apretó aún más el agarre sacudiendo al tipo, provocando que éste se golpeara la cabeza contra el muro.

-¡Respóndeme!- exigió Shun enfadándose mucho esta vez, era un hombre pacífico, pero la búsqueda de June se había vuelto una tarea casi imposible, y él no estaba para jueguitos tontos de tipos recién aparecidos -¿dónde está?, ¿le hiciste algo?-.

-Calma muchacho, una pregunta a la vez- el hombre, algo mayor que él, sonrió de nuevo, el cinismo en su voz era irritante –a ver, empezaré desde la última, no le hice nada que ella no quisiera, para eso se habrá metido a la orden de mi dios, ¿que dónde está?, seguramente en algún templo consagrado a él, y todo lo que sé de ella es que es una hetera más de mi señor Hímeros-.

-¿Hímeros?- la ira del caballero de Andrómeda se disipó casi al instante. Shun desvió la mirada, como cavilando acerca de ese nombre en particular – ¿hablas del dios del deseo sexual?- esta vez, expectante, volvió su mirada turquesa a los ojos violáceos de su rival.

-Pero, qué niño tan inteligente- se mofó aquel guerrero –efectivamente, estamos hablando del mismo dios, y una cosa sí te puedo asegurar acerca de June… -la frialdad en la mirada del oponente se tornó lasciva -…nunca he estado con una hetera que llegue a su nivel, sin duda es la mejor prostituta que jamás haya existido en esta orden, no por nada es la favorita de mi señor-.

La respiración de Shun se cortó a la vez que sintió como si la sangre en sus venas se congelara al oír aquella revelación. Eso no podía ser cierto. La expresión de su rostro se empezó a contraer, era como si cada musculo facial hubiese adquirido vida propia. Ese bastardo debía estar mintiendo. La dulzura que siempre había en su mirada desapareció por completo, dando paso a unos ojos endurecidos que se mantenían firmes ante los ojos retadores de aquel desdichado.

-¿Cómo te atreves…?- fue todo lo que el santo de Athena dijo entre dientes antes de asestar un golpe en la boca del estómago de ese malnacido, dejándolo sin aire. Pero Shun no se detuvo ahí, iracundo por lo que había escuchado, dio otros dos puñetazos en el mismo lugar para después golpear el rostro de ese hombre y, enseguida dar un remate con su mano izquierda, logrando que el sujeto callera al piso. Shun respiraba a bocanadas, podía sentir su barbilla temblar, sus puños estaban tan cerrados que los nudillos estaban blancos, el desprecio en su mirada no se iba.

-¿Es tan difícil de asimilar?- pese a la paliza, el hombre de Hímeros se rió burlonamente –debes aceptar que la chica, aunque tiene un rostro de ángel, ya probó del fruto prohibido, y sí que le ha quedado gustando, te lo puedo asegurar de primera fuente-.

Ya había escuchado suficiente, lo único que Shun deseaba en ese momento, era que esa pista fuera una mentira, tan repugnante como ese hombre. Se inclinó un poco para tomarlo de los cabellos y, una vez lo tuvo a la altura de su cadera, estampó su rodilla derecha en la cara del canalla, provocando una herida en su ceja y que éste quedara inconsciente. Después de eso, el santo de Andrómeda se apartó de allí.

Fin Flashback

Sintió que alguien lo sujetaba del brazo, dio media vuelta encontrándose con el rostro de una hetera que se encontraba en aquel templo. Era pelirroja, de cabellos ondulados y unas curvas exuberantes, labios carnosos, unos preciosos ojos avellana que parecían tener unas leves ojeras y un intenso aroma a violetas.

-¿Cómo es que ingresas a este templo y sales de aquí sin haberte divertido?- preguntó aquella mujer en un tono provocativo. Shun suspiró, ya había pasado por eso en los templos anteriores. La hetera comenzó a pasar su mano por el pecho masculino. -Eres muy apuesto-.

El guerrero detuvo la mano de la mujer, que avanzaba hacia su falo sin titubear, retirándola con delicadeza. –La razón por la que vine a este sitio es porque estoy buscando a alguien-.

La hetera frunció levemente el ceño, extrañada, para luego abrir los ojos como entendiendo algo, a la vez que su rostro adquiría una expresión de fastidio.

-Si vienes buscando a una mujer, de seguro ha de tratarse de June- bufó. Shun clavó su mirada en ella ante la mención de ese nombre.

-¿Conoces a June? Dime en qué templo está, por favor-.

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Que tal mis queridos lectores, acá apareciendo de casualidad con esta historia que ya había subido anteriormente pero por alguna razón eliminé. Seré franca, la inspiración no ha sido mi aliada en estos últimos años, pero afortunadamente ya me estoy sintiendo mejor mental y anímicamente, así que espero poder concluir esta historia e ir actualizando periódicamente.

Sin más que decir, espero haya sido de su agrado leer este primer capítulo, y si ya lo habías leído pues ojalá lo hayas vuelto a disfrutar :p

Pásenla bien