La verdad, Remus va a ABRAZARLE del todo en solo unos cuantos minutos.
Supongo que después de un rato se va a relajar lo suficiente. Aunque puede que despierte en mitad de la noche gritando.
¿Así como en el cartel?
Sí. Metiéndole a Remus UN SUSTO.
Él mismo está súper asustado, respirando como si viniera de correr.
—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! —pregunta Remus con la varita en alto.
Sirius está todo sudoroso y agitado, mira alrededor nervioso sin saber ni dónde está.
—¡Sirius! ¿¡Qué… qué tienes?!
—E-Están... estoy...
—¡¿Qué?! ¡¿Quién?! —Remus es que ni siquiera se acordaba del todo que Sirius estaba ahí.
—Estás aquí —le mira un poco desencajado y le toma de la mano.
—Sí, sí estoy aquí…. No grites.
—Perdona... pesadillas —Sirius respira un poco más y le abraza haciendo que se tumben otra vez.
—¡Por Merlin! ¿Las tienes con frecuencia? —Remus lo hace, temblando un poco.
Asiente.
—Debí ser pocionista —protesta acariciándole la espalda.
—¿Por?
—Podría hacerme a mí la poción que me hace Snivellus. Podría hacerte a ti una poción para no soñar.
—De hecho, no se te daba mal. No se te daba mal nada.
—Tampoco se me daba tan bien. Y hace años que no hago pociones… la tuya es más simple que la mía.
—Claro que sí.
—Lo dices como si tú fueras malo.
—Pues más que tú... Yo era mejor en Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Tú eras muy bueno en muchas cosas —le da un beso en la mejilla.
Sirius se acurruca para dormir de nuevo, sonriendo.
—Mañana… conseguiré poción… —susurra Remus.
Asiente, pero bueno, ya gruñirá por la mañana.
El despertador de Remus los va a despertar después de lo que parecen dos segundos.
Y GRUÑE.
—Ugh… ugh. Vale…. Ugh…. Voy, voy.
Y le abraza sin dejarle irse.
—Sirius… —sonríe, porque es que mira quién está aquiiiií.
—Ugh, cállate.
—Buenos días.
—Nada de "buenos días", duérmete.
—Nooo, tengo que levantarme.
—Que le den a eso.
—Tengo que ir al gran comedor.
—Que le den al gran comedor.
—Pero ahora soy profe…
—Pues que le den a Minnie.
—Sirius!
Bufa, pero le suelta.
—Te… traigo desayuno en unos minutos, ¿vale?
Sirius se da la vuelta, todo enfadado con eso.
—¿Q-Qué?
No contesta.
—¿Tienes hambre?
—¡No!
—¿Te has enfadado?
—¡No, vete!
—No te enfadeeees —le abraza.
Protesta porque quiere dormir y le da un beso en la cabeza.
—Sirius… ¿te encierro?
—¿Por?
—No, no porque… no por ti obviamente. Es decir, yo suelo cerrar normalmente mi cuarto, pero aún no tienes varita… así que lo dejaría abierto. No pasa nada, solo…
—Será mejor que me vaya y vuelva en la noche.
—¿Pero a dónde vas a ir?
—Pues a Hogsmeade, he estado viviendo ahí unos días desde que empezó el curso.
—Vale, vale… deja… al menos pido desayuno para ti.
—Entonces se quedara tu despacho abierto. Da igual, ya comeré por ahí.
—Prefiero que se quede abierto. Sirius, no quiero que vayas por ahí sin varita.
—Llevo días yendo por ahí sin varita.
—Ya… pero ahora yo lo sé y me da miedo que vayas por ahí así.
—No me va a pasar nada... pero vale, ¿a qué hora sales hoy? Recógeme en la casa de los gritos y vamos a Londres. Si tuviéramos la capa de James podríamos ir a robarle poción multijugos a Snivellus... pero si no, podemos comprar un poco en el callejón Diagón.
—Sirius… ¡no podemos comprar tantas cosas! Esa poción es cara.
—¿Y cómo quieres que pruebe la varita? Además, cuando recuperemos el dinero de la herencia... si no, seguro se puede vender alguna reliquia familiar.
—Lo primordial es la varita.
—¿Entonces pasas por mí?
—Sí. Le diré a Dumbledore que tengo que ir a Hogsmeade para que no me espere a la cena.
—Bien —sonríe y se levanta entonces.
—¿Seguro que te vas sin desayuno? Espera… tengo un poco de chocolate por aquí.
Frunce el ceño.
—¿Qué?
—No estarás intentando envenenarte lentamente otra vez porque es venenoso para los cánidos.
—¿Se te olvida que yo también soy medio cánido? No pasa nada por un poquito, venga… —Remus se ríe con eso.
—Por eso digo si TÚ estás intentando envenenarte a ti mismo —Sirius no se ríe.
—No… no. Hombre, Sirius, es… solo es chocolate. Es bueno —Remus le mira a los ojos.
Sirius le mira entrecerrando los ojos e igual toma un pedacito.
—Vengaaaaa, es para los dementores.
—Ya, ya he tomado un poco.
Remus le mira… y vacila un poco porque ha tenido una idea pero… no. Aprieta los ojos y le da la espalda moviendo la varita y poniéndose su ropa de profe.
Sirius se convierte en perro y mira a la puerta esperando que le abra.
—Ten un buen día —Remus se gira a la puerta y le sonríe a Sirius de perro.
Le mueve la cola un poco y luego saca la cabeza a mirar el pasillo para salir corriendo.
—Y ten MUCHO cuidado...
Eso no lo va a oír.
Meh.
Bueno... es hasta la tarde que Remus se... aventura a los jardines mirando a su alrededor con cuidado, dirigiéndose hacia el sauce boxeador.
Ah, ahora es cuando echamos de menos a Peter, ¿no?
Pues un poco, sí. Aunque Remus no solía usar a Peter al principio. Lo que solía pasarle es lo mismo que le pasa ahora que es que se lleva un porrazo... y luego... conseguía abrirlo.
Pues como le ha pasado a Sirius. Pero bueno, Sirius esta tumbado como perro, panza arriba, al sol que entra por unas lamas a las que les falta revestimiento de la fachada.
—Bloody hell, la vida de perro...—Remus se ríe.
Le despierta de golpe y sin darse la vuelta mueve la cola limpiando el pedacito de suelo.
Remus mueve la varita y limpia todo bastante con un solo movimiento fluido.
Sirius se incorpora y se vuelve humano.
—¡Hola!
—¡Hola! Has tardado.
—Buff... es que hoy tengo clases con casi todos los años —se echa en lo que queda de lo que era la butaca en la que él se sentaba, sonriendo un poco y mirando alrededor—. No había venido aquí hace AÑOS.
—No le ha venido nada bien a este sitio la falta de uso...
—¿Siempre fue así de pequeño?
—A mí también me lo pareció —sonríe.
—Pff... Aun así, tengo un montón de buenos recuerdos aquí.
—¿Vamos a venir aquí en las lunas llenas?
—No, ahora Snivellus me hace una poción que hace que solo me sienta como el CULO pero... no me convierta en lobo.
—Pues a lo mejor podrías no tomarla.
—Claro, porque eso es lo que le falta a esta historia...
—Pues ya puestos... Seguro Snivellus hace la poción mal a propósito para que te sientas PEOR.
—Pues créeme que si hace eso, le sale de puta madre.
—Es que no lo dudo ni por un segundo.
—Bueno, por a hora no hay luna llena así que... Vamos, vamos por tu varita. He traído el dinero que tengo —que no es naaaaada.
—Ay, tenemos que resolver esa mierda —aprieta los ojos, levantándose del suelo.
—No es lo más urgente.
—Lo será pronto, ya me imagino lo que va costar comprarlo todo.
—Pues… por ahora, la varita y la poción.
—¿Nos aparecemos en Londres? —sonríe—. Igual debería ir desde aquí como perro hasta que tome la poción.
—Sí, sí… buff
—Sabes dónde ir por ella, ¿no? Tengo aquí pelo de la persona perfecta.
—Ah, espera… ¡Yo también conseguí! Hice todo el día una investigación.
—¿Una investigación?
—Sí, para ver cómo qué alumno podrías ir y encontré a una alumna de segundo.
Sirius le mira, levantando una ceja.
—Que tiene una varita muy parecida a la tuya, estuve preguntando las varitas de todos los alumnos.
—¿No te parece raro y hasta sospechoso que vayas solo con un alumno menor y de segundo al callejón Diagón?
—Ohh. Uhm… eso no lo había pensado.
—Déjame a mí, tengo a la persona perfecta.
—¿Quién?
—Ah, ya lo verás —la sonrisita de lado y le tiende la mano para aparecerse.
—No... Perro.
—¿Quieres una correa hoy también? —Ojos en blancoooo.
—Ya que estamos.
Ahí va a hacerse perro, pero la correa se la tendrás que poner tú.
Remus mueve la varita y le intenta poner correa y collar pero Sirius salta un poco de un lado a otro para no dejarle ponérsela.
—Sirius!
Mueve la cola y salta un poco más jugando, pero acaba por dejarse. Remus le jala un poco la oreja, riéndose.
—¡Vas a tener que portarte mejor cuando estemos en Londres!
Le mira y tira hacia el otro lado.
—Nooo! ¡Venga! Canuto.
Ojos en blanco, pero vaaale se acerca. Remus le acaricia detrás de las orejas y mueve un poco la cola, ¡maldita sea!
Es inevitableeeeee
Ugh. Bueno, ya.
Le rasca un poco más donde saaaabe bien que le gusta.
—Venga, ¡vámonos! —le toma bien del cuello y... ahí van, próxima parada, Londres.
Yey! Es difícil abrazarle como perro así que solo le salta en brazos y seguro cae de culo con el perro encima cuando aparecen en el callejón Diagón.
Gracias por no llamar la atención.
—Eso de pasar desapercibidos no se te da, eh!?
Se sacude y da unos saltitos por ahí yendo a oler algo y a mear, seguro. Pos también, porque todo esto huele a meados que te cagas.
—Venga, vamos Canuto —Remus se levaaaantaaaa.
Ahí va a seguirle tan feliz... tirando un poco de él.
—Eres fatal con la correa... —medio protesta Remus, viendo a ver dónde es esta tienda que le han dicho que venden... pociones complejas.
Sirius se paaaara un poco.
—Me han dicho que es... entrando por la segunda a la izquierda.
Huele un poco y luego asiente. Pues ahí van a meterse a la calle que le han dicho a Remus a buscar la pocionería...
Sirius sigue oliendo el suelo y tirando de él. Remus deja que le tire a ver a dónde le lleva.
A la tienda de pociones, que es lo que huele más raro de toda la calle.
—No sé si me dejen entrar contigo, pero vamos a intentarlo… ¿crees que me alcance con el dinero que traigo? Debe ser una poción CARA.
Le mira y pone los ojos en blanco.
—Vaaaaale, vaaaale. Pues desearemos que sí —ahí abre la puerta y entra. Sirius detrás.
Remus todo nerviosito, mirando lo que hay por aquí y por allá y acercándose al mostrador.
—Buenas tardes, ¿puedo ayudarle?
—Ahh… ehh… yes. Yes. Necesito comprar poción multijugos. ¿Tienen?
—Multijugos —repite—. Sí, por supuesto.
—¿Cuánto cuesta?
Sirius sigue dando vueltas por ahí oliéndolo todo.
—Depende de cuanta quiera.
—No necesito mucha, en realidad. Solo una dosis para… un par de horas.
—Más o menos son tres galeones la hora.
Remus palidece un poquito, porque es un MONTÓN.
—Ahh… vale. Vale. Sí, dos horas creo que sí podré pagar
Pues es que es difícil esta poción y eso que no has pedido felix felicis. O la poción del hombre lobo.
—Perfecto. ¿Las quiere en el mismo envase o en dos?
—Ehhh…. Pues… mire, mejor en dos.
—Bien, ahora le traigo el libro de registros.
—Libro… de registros.
—Hay que apuntar el nombre, el día y la cantidad que se lleva. Es para el ministerio. Con esto de Black fugado temen que podría intentar usar una poción para quién sabe qué.
—Ohh… claro. Claro. Desde luego. ¿Hay que poner para que la quiere uno? —pregunta… todo casual.
—Pues eso ayudaría, sí. Aunque si es para alguna cosa sexual ponga solamente "experimento social" —le trae el libro.
—Pfffff
—What?
—¿Les compran mucho esta poción para… eso?
—Sobre todo para eso. En general nadie la usa para... atracar el banco o algo así, ¿sabe? De hecho, la gente suele comprarlas en mercados ilegales para eso, por eso es estúpido tener un registro, pero el ministerio insiste.
—Ya, ya, Justo por eso pensaba. Es decir, yo la quiero para dar clases en el colegio… pero si la quisiera para fines sexuales…
—De verdad, no le juzgo.
—No… no. O sea… no tiene que juzgarme.
—Ni tiene que explicarme nada, solo ponga lo que le he dicho —el hombre se va a la trastienda y Sirius le lame una mano.
Remus se sonroja un poquito.
—Ahora me creen un pervertido… —anota con cuidado lo que le han pedido.
Sirius mueve la cola y se sube dos patas al mostrador a ver lo que pone.
"Remus Lupin" Le mira de reojo mientras pone la fecha. "Dos horas. Clases Hogwarts."
Le vuelve a lamer la mano y Remus le acaricia la cabeza otra vez.
—¡No empieces a molestarme con lo sexual!
Y ahí es que vuelve el tendero mientras el perro parece que se ríe.
—Que animal más bonito, parece muy inteligente —levanta las cejas al verlo.
—No se crea.
—¿Cómo se llama? ¿Le puedo dar un premio?
—Canutillo. Sí, sí que puede.
El tendero busca debajo del mostrador un botecito y le tiende la galletita a Sirius que la huele no muy seguro.
—¿De qué es?
—Pues para perro.
—Es que… el es alérgico a varias cosas. No se ofenda si no la come.
—Oh... a los míos les encantan. Las hago yo mismo. Bueno, aquí tiene la poción, ¿algo más que necesite?
—Nada más… —saca las monedas.
—Bien, muchas gracias. Recuerde, procure usar algo limpio de la persona en quien va a transformarse, échelo justo antes de tomarla y asegúrese de que es de una PERSONA.
—Vale, sí, sí. Lo haré así. ¡Buen día!
El tendero asiente.
Remus llama a Sirius con un gesto y abre la puerta, dejando que pase primero y respirando un poco porque… ¡No ha sido tan difícil! Sirius sale dando saltitos.
—Miraaaaa ¡la compramos!
Asiente y mueve la cola.
—Vamos… vamos a… vamos a un baño.
Mira alrededor a ver dónde... Remus le hace un gesto con la cabeza yendo hacia el caldero chorreante.
Y ahí va él, aunque piensa que alguien podría verles entrar y luego salir y sería raro.
Remus, que está pensando que NO quiere que les atrapen, vacila un poco antes de…. Decidir qué mejor no. Toca a Sirius y hace que desaparezcan de golpe, otra vez a la casa de los gritos.
Sirius parpadea un poco sin haberse esperado eso. Se vuelve humano.
—No… no quiero que nos atrapen —explica Remus.
—Pero... hemos vuelto. ¿Ya no quieres hacer esto?
—Sí que quiero… ahora que tomes esto y te transformes y no haya forma de que nos atrapen, vamos otra vez.
—Oh... vale. A ver, dame.
—¿Estás bien?
—¿Eh?, sí, sí.
—¿Cómo quién vas a ir?
—Ahora lo verás... te va a encantar.
—¿Seguro que es un PELO de humano? ¿De dónde lo has sacado?
—Del bosque.
—Sirius, ¿Cómo sabes que es de humano? ¡No hay humanos en el bosque!
—Porque lo sé, venga, confía en mí.
—Vale, vale… ufff. A ver —saca los botes—. Tenemos una hora.
—Será suficiente siempre que no te embobes demasiado —le tiende la mano para que le dé uno.
—¿Perdona? —se lo da, frunciendo el ceño.
—Me has oído.
—¿Embobarme con quién? ¿Vas a ir de Sirius Black?
—Exacto —saca un pelo largo y negro del bolsillo y lo echa dentro de la poción con un borbotón verde.
Remus lo mira con curiosidad y ahí va a tomársela de un trago, haciendo los evidentes cambios en su fisonomía hasta convertirse en Minerva McGonagall.
Remus levanta las cejas, mirándole y dando varios pasos atrás
—M-M-Mi… Minerva!
Ella sonríe.
—P-Pero… pero! Sirius B-Black!
—Señor Lupin... —pequeño gesto con la cabeza.
—¡Por Merlin!
—¿Le parece que al final esto si va a ser un poco más sexual?
—¡NO!
—Anda, vamos que igual y hasta hay tiempo luego —las risas.
—No. ¡No! ¡Ugh! Como se te ocurre… ¡Sirius! ¡¿De dónde sacaste un PELO de ella!? ¡Y no podemos ir a Londres así!
—¿Por qué no? Eres profe aquí, soy tu compañera de trabajo, podría habérseme roto la varita haciendo... un encantamiento raro para Albus Dumbledore.
—Ughhhh
—Además, con lo que ha costado la poción... ahora ya está hecho. A no ser que quieras quedarte a aquí aprovechar la hora para algunas fantasías de juventud y usar el pelo de la niña que decías.
—Vamos. Y c-c-c… guarda silencio.
Minerva sonríe y le toma del brazo. Remus se sonroja.
—No te puedo creer que estés haciendo esto… es un… u-ultraje! —igualmente saca la varita y… ahí van, bang! A Londres otra vez.
Minerva le toma un poco más fuerte del brazo.
—Ha valido la pena solo por todo lo que estás balbuceando.
—Ugh, collate.
Más risas. Es que lucha por no abrazarla y la verdad le suelta un poco el brazo cuando llegan a Londres.
Ella le suelta y lo que hace es meterle mano al culo.
Remus... es que pega EL SALTO que le haría poseedor de record olímpico y mundial.
—Tiene usted unas notables posaderas, Sr. Lupin —Vuelve a reírse—. Por no decir excelentes.
—¡No hagas eso!
—¿No iba de eso la fantasía? — Cejas, cejas—. De que se propasara un poco contigo sin que tú pudieras hacer nada...
—¡No hay tal fantasía! —Remus está por empujar a... Minerva. Y desde luego se detiene.
—Ya, claro... cinco puntos menos a Gryffindor por decir mentiras, Sr. Lupin.
—¿Qué coj...? esto... no... sabes... —saca la varita y le hace un encantamiento para que se CALLE y pues claro... se calla. Remus aprieta los ojos y... se lo quita.
—¿Estamos tensos por algo, Lunático?
—¿A-A ti qué te parece...? idiota.
—Anda vamos, que como te vea alguien echarle maleficios a Minie... —vuelve a reírse.
—Pues no tendría que echárselos si no estuvieras... portándote así de mal.
—Literalmente solo estoy existiendo. Hacia muchísimo que no me reía así.
—¡No me chantajees!
—Nooo, lo digo en serio —igual se ríe.
—Pues... ¡ahora me alegra que te rías!
Sonríe porque... siempre funciona. Remus hace una mueca
—¿Así es como andas con ella? —Minerva vuelve a acercarse para tomarle del brazo.
—No.
—¿Mejor así? —mano a la cintura.
—¡No! ¡Suelta! —se pone TIESO como una tabla.
—Si llego a saber que esto era tan divertido lo habríamos hecho mucho antes —vuelve a reírse y la mano vuelve a bajar un poquito.
—¡Cállate! Y pórtate bien que como nos vea alguien... Dumbledore me CORRE.
—Estoy siendo discreta... y a lo mejor hace que Dumbledore se espabile y haga... lo que tiene que hacer con el verbo correr.
—Uuuuuugh! Siii... nerva.
—Pues... A lo mejor cuando acabe contigo puedo ir a echarle a él un par de besos en la distancia —lanza uno.
—¡Venga ya! No seas GUARRO.
—Pues no creo que él piense que es guarro... o sea, probablemente todos pensamos que ojalá lo pensara de una vez.
—Yo creo que ya sé... ya... ha pasado.
—¿Sí?
—Sí, Minerva parece más... no sé.
—No serás tú que le ves...
—No soy yo que le veo Nada, S... Minerva McGonagall.
—¿Te atreves a demostrarlo?
—Desde luego —Ojos en blanco.
—Ah, ¿sí? —le mira intensamente.
—M-Minerva es una mujer... mayor.
—Aja... —Baja un poco las gafas y le mira por encima de ellas, acercándosele más.
—T-Tengo respeto y admiración por ella... nada más —pasito atrás.
—Claro... —le mira los labios y da un pasito más hacia él.
—No. No. NO.
—Cobarde —se echa para atrás y se ríe.
—¡Estamos a medio bloody LONDRES!—mira alrededor que no sabe ni donde los ha traído.
—Muggle. Nadie te conoce.
—Eso... noto. Igualmente, Si... ¡Señor!
—Señorita —le muestra el dedo anular—. Que bastante cuesta el mantenerlo así —la imita como la oyo decir miles de veces cuando eran alumnos.
—No, hombre... mientras tú estabas jugando a Azkabán, ella estuvo... casada.
—El ACOSADOR. Y te aseguro que no fue un juego —igual tira de él para empezar a andar, tomado de su brazo como ella hace con Albus.
—¡No es por acosador! Es... me lo ha contado Poppy Pomfrey. Me contó además que el marido se murió de un accidente.
—Entonces el chismoso que se... ah, ¿no se casó con Dumbledore?
—Nooo
—Oh, tío!
—Tío? ¿Estabas en Azkabán o en Alcatraz? —Remus... parpadea.
—Pues teníamos a un... ¡¿vas a contarme esto o no!?
—Sí, ¡sí! Pues se casó con un tipo escocés. Y se murió envenenado...
—Y a mí me mandaron a prisión sin juicio, o sea... —tan indignado.
—Ya, ya... no creas que no lo pensé.
—¡No sé cómo no lo pensó todo el mundo! Quiero decir… ¿Hola?
—Pues... nadie parece siquiera preocupado de pensar que haya sido ella, pero...
—No ella, ¡él!
—¿Él?
—Pues Dumbledore.
—Pues no sé cómo lo permitió, no.
—Pues planeando matarle, claro está.
—¡No me vengas! No pudo haber sido Albus… Él podría haberle matado así... —chasquea los dedos.
—Pues supongo que no es tan cínico para eso, tenía que parecer un accidente.
—Pero Minerva... hubiera protestado.
—A saber si ella no se casó con él para llamar su atención. ¿Ves porque no podías ser tú?
—Pues ¡yo nunca quise ser yo!
Le pasa los dedos por el pecho dibujando unas eses.
—N-No seas tonto... S-Sir... nerva. Bloody hell —Remus traga saliva.
—¿Me vas a llamar... Minerva o Profesora McGongall? ¿Qué te pone más?
—Sir. us.
—Sir. Us? —le toma de la solapa.
—E-Esto es... raaaaaro.
—¿Por?
—Porque nunca en mi vida he... he tenido a McGonagall así...
—¿Así cómo? "Le voy a sacar cincuenta puntos a Gryffindor si no se quita ahora mismo los pantalones, Sr. Lupin"
—¿Qué coj...? a-así de cerca —Remus aprieta los ojos.
—¿Y bien? ¿Ha decidido usted rebelarse? ¿O acaso quiere un... castigo? —le toca los labios con el pulgar y le hace pegar otro salto—. ¿Estás bien? —Sonríe un poco.
—Sirius…
—Uhm... perdona —se separa completamente.
—Ehh... No, no... ¿Qué pasa? —Remus abre los ojos.
—Nada. Vamos —responde seria.
—No me gusta tanto McGonagall —Remus parpadea un poco más y se sonroja—. Me-Me gustas más tú.
—Uhm... ya. Ella. O sea. Lo que sea —Minerva vacila.
—Venga, ¿qué pasa? Solo... me has puesto nervioso.
—Nada, nada. Venga, vamos —Minerva no le mira, nerviosa.
—¿La idea es llegar muy enfadado y parecerte más a ella? —aprieta los ojos y ahí va, detrás.
—¿Qué?
—¿Qué ha pasado? —la toma ahora él del brazo.
—N-Nada. Nada. No quiero que se pierda el efecto de la poción.
—Yo tampoco. Pero estábamos jugando y paraste de golpe.
—¿Eh? No, no, claro que no —miente y sonríe.
Remus entrecierra los ojos, no muy seguro.
—¿Qué? —Minerva le mira. Él se le acerca y le da un besito en la mejilla haciéndole sonrojarse—. ¿Q-Qué?
—No seas tonto—le susurra, acariciándole la mejilla.
—O-Olvídalo —gira la cara.
—Cuando se acabe la poción, hablaremos de esto —le pone la mano en la cara y se la gira un poquito hacia él, mirándole a los ojos—. ¿Vale?
—Ehm... S-Sí. Sí. Tal vez —Minerva le mira a los ojos y carraspea un poquito.
—Es que no puedes hacerme esto como McGonagall e interpretar no-sé-qué.
—No, no, lo sé, es culpa mía, perdona. No estoy interpretando nada —suspira y sonríe un poquito—. Igualmente te ves muy guapo todo sonrojadito y nervioso. No sé cómo ELLA no te COME.
—Y-Yo preferiría que… t-tú m-me comieras —Remus se sonroja.
—Vas a tener que ir a hacer el paseíto de la vergüenza a por más poción para esos fetiches sexuales —le mira de reojo.
Remus aprieta los ojos porque sabe que es IDIOTA aun… seguir detrás de él después de DOCE años, siendo un adulto, habiendo sido el amor adolescente y joven que además en teoría les había traicionado. Era súper patético no haberle superado AUN. Se sonroja más porque además Sirius cree que… todo esto es mucho más por Minerva que por él.
—Se nos va a terminar el tiempo —señala tenso.
—Sí, sí, perdona, vamos —asiente ella.
Remus respira un poquito… y luego sonríe medio nostálgicamente.
Minerva se apresura pensando que... pues se ha dejado llevar un poco por el asunto de ser Minerva y molestarle y... se ha sentido todo súper natural y bien otra vez. Hubiera querido besarle y volver al punto exacto en donde todo se había quedado, pero no quería hacer eso como Minerva, aunque pareciera ser más fácil.
—Había olvidado… lo que era sentirse un adolescente otra vez.
—Yo lo mucho que te gusta ella. O sea, lo sabía pero... no deja de... —vuelve a meterle mano.
—¡Es RARO esto con ella! —El salto de nuevo.
—Que va, es súper divertido.
—Ugh! —protesta un poco y es que le ha metido mucha más mano como Minerva que como Sirius Black—. ¿Te afloja las manos estar como ella?
—Sí.
—Que inconveniente.
—A mí no me lo parece —sigue riéndose.
—Pues… ¡Pues! ¡Pareces mucho más cómodo siendo ella!
—Vengaaa, no te enfades. Un poco sí.
—Me estás metiendo más mano como ella que como tú. Lo cual…
—Es que es más fácil... y mira como saltas, es maravilloso.
—Uuuugh! Es de lo más raaaaaro.
—¿Qué quisieras que ella hiciera?
—Portarse como siempre sería útil.
—"Es usted el mejor alumno que he tenido nunca, Sr. Lupin, si no le hicimos HeadBoy fue porque pensamos que el Sr. Potter podría ayudarle a mantener el orden y la autoridad para controlar al Sr. Black" —le imita el acento escocés, deteniéndose en el caldero chorreante.
—Eso no es como siempre pero… Ugh, funciona —Se sonroja un poquito con eso y sonríe.
—Qué no va a ser como siempre si por eso la adorabas. "Estoy súper orgullosa de usted, Sr. Lupin". "Muy bien hecho, Sr. Lupin". "Es usted brillante, Sr. Lupin". "¡Ya podrían ustedes tres aprender de su amigo!"
Remus se ríe, entrando y Minerva se tensa, sin seguirle.
—Exageras… —Remus responde al aire, parpadea y… vuelve un poco.
Minerva le mira un poco asustada porque... pues... uhm... lleva un poco de tiempo escondiéndose de todo el mundo y aun un poco más de tiempo bastante aislado en general.
—¿Estás bien?
—Sí, sí... es solo... —aprieta los ojos, toma aire y vuelve a agarrársele del brazo con fuerza.
—No van a reconocerte —asegura Remus pensando que es eso y haciéndole pat pat en la mano.
—Eso espero —murmura e igual entra apretando los ojos, queriendo ir rápido hacia el muro de atrás.
Es que además, más de alguno desde luego, la reconoce. El tendero el primero.
—Profesora McGonagall!
Ni le mira, sin reconocer que la llaman a ella, tirando de Remus con fuerza para seguir andando rápido.
—Tenemos prisa… asunto oficial del colegio —murmura Remus mirando al hombre y tratando de sonreír, nervioso.
Y en un instante ya están fuera. Ella se paraliza frente al cartel de "Have you seen this wizard" que grita como loco.
Remus traga saliva mirando el cartel que ha tenido que aprender a ignorar porque a él le representó también un impacto… menor que a Sirius, seguro, no se imagina lo que debe ser. Le aprieta el brazo.
—Venga, ignóralo.
—Es que mira la puta foto HORRIBLE que han elegido. Parece que esté yo loco y como no iba a gritar así si nadie me estaba haciendo puto caso.
—Es bastante… Sí, no, no te favorece.
—Vamos —aprieta los ojos.
—Venga, vamos —le aprieta de nuevo del brazo un poquito, queriendo abrazarle.
—Ugh—protesta igual un poco y ahí van a cruzar el muro.
Remus toca los ladrillos correctos mirándole de reojo.
Ella espera, ojos cerrados.
—Venga —tira de él hacia Ollivanders y le sigue, en silencio ahora—. ¿Estás bien, Canuto?
Asiente toda seria.
—No parece…
—Estaba pensando que... ¿crees que el mapa siga en Hogwarts?
—Ohhh… no lo sé. Sería sumamente útil.
—Tal vez deberías preguntar a Flich. Eres profesor... si lo consiguiéramos podríamos acorralar a esa rata con más facilidad.
—Vale, lo preguntaré, aunque… luego él es demasiado chismoso con Dumbledore
—No quiero que parezcas sospechoso —le mira de reojo.
—El mapa es importante.
—Y a lo mejor no sabe nada, a lo mejor lo tiene alguien o sigue escondido en algún sitio. No en los pasadizos, eso ya lo revisé.
—Pero nadie puede tenerlo y saber usarlo. A menos que Peter… es que no me puedo creer que esté vivo —se detiene frente a Olivanders.
—Tal vez sea él quien lo tiene, si lleva doce años viniendo a Hogwarts como mascota de algún alumno...
—Ugh, ¿sabes lo que implicaría que lo tuviera él?
—Que sabría que yo... ugh. A lo mejor aún no me ha visto. A lo mejor no lo tiene.
—Más vale.
—A lo mejor sería mejor que me quedara en la casa de los gritos.
—Ugh… no, Ssss… nerva.
—Pues ¿qué tal que te denuncia?
—¡Lo denunció yo a él!
—Ahí tienes un punto... —admite, porque no había pensado eso.
—No va a pasar. Hay que conseguirte una varita.
Asiente y entra al fin a la tienda porque llevan como cinco minutos hablando en la puerta como pasmarotes. Remus traga saliva y ahí va detrás. Minerva se acercar al mostrador.
—Ohh... Profesora McGonagall!
—Buenas tardes —sonríe un poquito más de lo que debería.
—Qué gusto verla por aquí —el hombre sonríe un poco en espejo.
—Ah, sí... —responde un poco ida y mira a Remus de reojo.
—Señor Olivander… —saluda Remus, bajito, bajando un poco la cabeza.
—Estamos aquí por una varita nueva.
Olivander arruga la nariz al notar a Remus, tensándose un poco
—Ohh, ¿para el Señor Lupin? M-Merlín, no sé si… creo que tengo que consultar con el Ministerio de Magia.
—No, para mí. ¿Por qué tiene que consultar con el ministerio para él?
—Ohh, ¡Para usted! En ese caso no será necesario. ¿Ha tenido un accidente? Me parece que aún tenía la original que le vendió mi padre… ¿abeto? Y fibra de corazón de dragón, creo yo…
—Disculpe, ¿por qué para mí no es necesario escribir al ministerio?
—Ahh… bueno, es… la condición del Señor Lupin. No es nada personal…
Remus traga saliva casi abrazando su varita.
—¿Insinúa que es un mago tan excepcional que no se le permite romper una varita?
—No, no… es solo para pedir autorización en caso de que se le considere… peligroso. S-Son las regulaciones.
—¿Insinúa que le ha vendido una varita a alguien peligroso?
—Bueno, en su momento no sabíamos que le vendíamos una varita a un hombre… lobo.
—Y en cambio el ministerio sí lo sabía. Le tenían registrado cómo tal y yo me encargué de todo el papeleo para que supieran también que lo tendríamos en la escuela.
—Ya… ya… pero en su momento yo no lo sabía y es práctica general el pedir autorización para este tipo de bestias…
—¡BESTIAS! —chilla indignada. Olivanders pega un saltito.
—Quizás pueda esperar afuera… —Remus carraspea. Todo sonrojado e incómodo.
—Quizás pueda buscarme otra tienda —asegura ella.
—No, no… Ehm… profesora McGonagall —pide Remus poniéndose además nervioso por la hora—. De verdad, no hay problema.
—Ehm… disculpe Señor Lupin, no… es mi intención ofenderle.
—Pues a mí sí me ha ofendido —sigue Minerva.
—Disculpe, profesora… De verdad, no era ni intención ofenderles. Es solo la clasificación que le da el ministerio, yo… no es mi intención dañar al Señor Lupin, él sabe muy bien que yo lo sé y no he difundido el secreto, por supuesto…
—Es que no sé qué le hace pensar que puede usar las palabras "peligroso" y "Bestia" de esta manera.
—Es la clasificación oficial… —él la mira, agobiado
—Ciertas horas, ciertos días del mes. Que claramente no son este momento.
—Lo entiendo… le ofrezco disculpas Señor Lupin.
Minerva mira a Remus de reojo.
—Está bien, le-le agradezco mucho. A-Ahora puede enfocarse en… venderle a la Profesora McGonagall una varita, por favor.
—S-Seguro. Seguro. Deme un minuto…
Minerva le mira de reojo esperando a que Olivanders se vaya dentro a buscar las cajas y a eso va el hombre, todo nervioso.
—¿Estás bien?
—Sí, sí… estoy habituado.
—No deberías —frunce el ceño.
—Es normal, Sir… erva… de hecho, él ha sido bastante bueno conmigo pese a todo.
Es que... la indignación.
—Me dio trabajo, me dio dinero, compró mis cosas…
La mirada. Remus le pone una mano en el pecho y la quita porque… esa ha sido mala idea.
—L-Lo… m-me refiero a…
—Uuuh —Parpadea con eso.
—Ugh, cállate. Me refiero, Si… Canuto, a que él no es uno de los REALMENTE desagradables. No ha dicho NADA de mí.
Ahora está sonriendo de esa manera por este otro tema.
—¡Cállate! —protesta.
Cejas cejas.
—¡No!
—¿Seguro? —es ella la que le pone la mano al estómago a él.
—¡P-Pon atención! —Remus se sonroja más.
Baja más la mano.
—Bueno, he traído unas cuantas varitas para usted… —ahí viene Olivander haciendo que Remus de un SALTO.
Olivanders, no la mano, ya, claro.
Cállense.
Ejem. Minerva se gira hacia él.
—Le he traído varías opciones, espero que alguna les guste.
—Veremos —se acerca.
Remus de acomoda la ropa y Minerva mira a Olivanders para que le muestre.
—Tengo esta de nogal, que creo no le parecerá lo bastante poco flexible. El corazón es de unicornio.
—Dígame, Señor Olivanders... ¿Es muy difícil conseguir... cazar un unicornio?
—Oh, sí, sí que lo es.
Remus mira a McGonagall de reojo, tensándose un poco porque LE CONOCE.
—¿De verdad? Pensaba que eran bestias bastante mansas y amigables.
—Es difícil atraparles.
—Oh. Entiendo, entiendo. Supongo que requiere cierto talento e inteligencia. ¿Los captura usted mismo?
—No, no… Ohh —Olivander mira a Remus de reojo—. Ehm… hace tiempo el Señor Lupin me vendió una buena cantidad.
—¿De verdad? —finge sorprenderse.
—Ugh. Prueba la varita S… Minerva.
Ella lo hace y la varita no sirve.
—A lo mejor deberíamos probar con alguna de... pelo de hombre lobo. ¿O tal vez colmillos?
—Ohh… Mmmm no tengo varitas con esos núcleos, profesora…
—Oh... ¿El Sr. Lupin no le vendía esos también? Uno pensaría que tiene bastante fácil la... fuente proveedora.
—P-Pues nunca me ofreció… y no suelen ser núcleos que pida la gente.
—Ofrecerle —repite.
—Pues… es que suelen ser varitas… un poco oscuras, profesora.
—Podrías probar otra varita, Minerva —presiona Remus.
—Sí, sí. Me sorprende que haga negocios sobre unicornios pero no sobre hombres lobo, quiero decir... —se gira y le arranca un pelo a Remus.
Olivander carraspea incómodo con todo esto. Minerva lo pone sobre el mostrador y mira a Olivanders.
—Y-Yo… bueno, ¿quisiera que le hiciera una varita con este pelo?
—Profesora McGonagall… —susurra Remus
—¿No es suficiente? Permíteme, querido, ¿te importaría morderme un instante? —le tiende la mano a Remus.
—¿Q-Qué?
—El Señor Olivanders parece disconforme con tu cabello, tal vez si me muerdes y le doy del mío le parezca mejor.
—No, no Profesora McGonagall. Me parece que este pelo es suficiente —asegura Olivanders escandalizado.
—Por favor… ¿Nos puede dar unos segundos, por favor? —pide Remus, tenso.
Es que Minerva parece que va a hacerle un maleficio. Toma otra varita de las que hay por ahí.
—S-Sí. Sí. Ahora… vuelvo… me llevo esto —asegura sobre el pelo.
Minerva da una palmada sobre el pelo en el mostrador.
Olivander pega un SALTO y ella le mira con furia, porque no, no se lo va a llevar.
—¿N-No? V-Vale.
Hace un gesto con los ojos para que se vaya y ahí se va casi corriendo.
Minerva tira el pelo al suelo y mira a Remus.
—¿E-Estas bien?
—¡No! ¿Qué le pasa? ¡Ni siquiera sabe que tiene que ser pelo del puto lobo y no tuyo!
—Creo que no está… pensando. Das MIEDO.
—Pues claro que lo hago, ¿qué hace diciendo estas cosas? Nadie sabe nada de putos hombres lobos, pero se atreven a juzgar, tendría que escribir un... ah! —protesta porque el cerebro le da una punzada con esa idea.
—¿Qué?
—Me... ugh, algo me... larguémonos de aquí.
—¡Elige una varita!
Empieza a probarlas todas hasta que una lanza las chispitas.
—Vale, vale… esta. Venga, pagamos y nos vamos.
—No voy a pagar. Vámonos.
—¿Qué? ¡No! No, no… tenemos que pagar.
—¡No después de las cosas que ha dicho!
—No soy lo que él cree que soy. Sí voy a pagar.
—Señor Olivanders —le llama Minerva.
—¿Sí? Sí… dígame.
—Me llevaré esta. Por favor, mándeme la factura a Hogwarts a nombre de Albus Dumbledore.
—Oh… vale. Sí, vale. Desde luego.
—Vámonos —Minerva toma a Remus de los hombros y le empuja hacia fuera.
—Buen día… —se despide Remus todo agobiado.
Minerva sigue empujándole hasta que están fuera.
—Esto… ha sido un desastre —protesta Remus una vez afuera.
—A mí me parece que no. Tengo una varita que va a pagar Minie y él parece haber aprendido alguna lección valiosa que necesitaba aprender. No puedo creer que trabajaras para ese tío.
—Yo… creo que no mides cómo funcionan las cosas.
—¿Cómo no?
—Esto es habitual.
—No debería.
—Eso ya lo sabemos hace años, Sir… Ugh.
—Y aun así. Anda vamos a... hacer algo. Vamos por un helado.
—Vamos… ¿qué hora es? —sonríe un poco.
—No tengo ni idea.
Remus saca su reloj, que es herencia de su padre y lo mira con cuidado.
—Nos quedan veinte minutos… creo da tiempo a un helado.
—Pues vamos al Londres Muggle.
—Vale, vamos… aunque si te veo que te conviertes vamos a desaparecer.
—Vale, vale... Vamos, que si no soy Minnie, fin de la cita.
—Desgraciadamente… ¡Y pórtate bien! —protesta un poco, sonriendo, yendo hacia el caldero chorreante de nuevo.
—¡No puedo creer que le hayas tocado una teta!
—¡Fue accidental!
—Y un cuerno, hasta he tenido que decir que mande la factura a nombre de Dumbledore para que no piense que ahora ella te prefiere a ti... Bueno, y porque seguro que hará menos preguntas si va a su nombre.
—¡Venga YA! No es una cuestión de… Dumbledore. Ugh, como se entere sí que va a echarme.
—Pues es que le has tocado una teta.
—¡Te estaba tocando A TI EL PECHO!
Es que se ríe porque las protestas.
—¡Que no es un pecho a ella!
—Aunque... —mira alrededor para salir de ahí.
—¿Ajá?
—Vamos, vamos fuera —Tira de él.
—Vamos, si estaba yendo al Caldero Chorreante para salir caminando.
—Creo que podría cambiarle un poco la ropa, pero no quiero hacerlo aquí donde alguien podría reconocerla.
—Creo que deberías. Venga, ahora estamos ya —se acerca a la pared de ladrillos.
Sonríe esperando y mira de reojo otra vez uno de los carteles de si mismo. Ojos en blanco.
—Listo.
Sonríe y toma a Remus de la mano, sacando la varita. Remus sonríe también al verla contenta.
Y va a intentar... transfigurar su ropa como si fuera... una dominatrix. Todo de cuero, mini falda de tubo, botas de cordones hasta el muslo un complicado corsé de charol brillante...con un montón de cuerdas y cadenas y tiras de cuero por todos lados.
—Qué… es… qué... WTF!? ¡Estás loco!
—Te va este rollo... —le acusa, mirándole. Si lo que querías es que nadie te mirara...
—¡No puedes… ir vestido así! Minerva no es una mujer… joven.
—Esto no es solo para mujeres jóvenes...
—¡Pero hay que ser DISCRETOS! Ugh… ¡Ugh! ¡Lo haces solo para ponerme nervioso! —no la mira intentando alejarse todo lo que puede del Caldero Chorreante hacia el Londres muggle.
—Y lo consigo... —sonríe más, siguiéndole.
—¡Es que mírate! Es… Minerva nos MATA.
Ella le mira por encima de las gafas intensamente y se lleva las manos a la cremallera en el escote.
—Tú deberías estar deprimido y traumatizado… ¡No ser todo lo bloody travieso del mundo! —Remus aprieta los ojos.
—Y tú deberías estar viendo esto, ella no va a hacer esto para ti...
—Cosa que agradecemos infinitamente.
—Esa no te la cree nadie —le sigue mirando fijamente a ver si la mira o sigue con los ojos cerrados.
Le mira de reojo, así que ella baaaaja un poquiiiito la cremallera.
—Sir…. Uuuughh! Voy a… ¡Amarrarte las manos!
Le mete mano a él cuando cierra los ojos con ese "ugh" y es que otro SALTO. A lo que ella se acerca para abrazarlo de la cintura.
—Ni siquiera puedo regañarte correctamente.
—¿No puedes?
—¡No gritando tu nombre!
—¿Y sabes qué?
—¿Qué?
Se acerca a su oído a susurrarle, él le mira de reojo.
—No llevo bragas, Señor Lupin.
—No llevas… ¡Ugh!
—¿Vas a comprobarlo?
—¡Por supuesto que no!
Le toma una mano para llevarla a...
—Nooooo! ¡No! ¡Sirius! —pelea con él.
Minerva le suelta riéndose y hace shhhh.
—No quiero tocar NADA de McGonagall.
—Que mentira...
—¡No es mentira!
—Estás HISTERICO.
—¡Porque estás intentando que te toque AHÍ!
—Porque te va este rollo...
—E-Es… una buena fantasía —Remus se sonroja.
—¿Que... le castigue, Sr. Lupin?
—Cualquier cosa con McGonagall es una interesante FANTASÍA.
—Uuuuh...
—¡Ugh! Pero es que es RARÍSIMO en la vida real.
—Pero esto no es la vida real —la verdad, es que su pelo empieza a rizarse naturalmente y a tener un poco menos de canas, aun y atado con el moño.
—¡Es muy parecido a la vida real! ¡Es su cuerpo igual!
—Nah, es una poción.
—¡Pero!
Le mira y empieza a salirle la barbita.
—¡Es su cuerpo! Es… ohhh, ¡Espera! —le mira del todo ahora si notándolo.
—¿Qué?
—Abrázame.
Sirius parpadea, lo hace y luego hunde un poco la cara en él, culpablemente. Remus mira alrededor y cuando siente que no les ve nadie, ¡pop! Desaparece.
Tras unos segundos, aparecen en la casa de los gritos, que no es por nada pero sabiendo que tiene un PASADIZO SECRETO A LA ESCUELA, alguien ya podría ponerle un hechizo para que no pudieran entrar. Pero vale, Albus, vale… ignora las cosas que sabes.
—Oh... ¿y mi helado?
—¡Eres SIRIUS BLACK!
—Bueno, ya lo sé...
—No, no, no… Te VES como Sirius Black.
—Eh? —se lleva una mano a la cara y luego pega un gritito porque sigue vestido de Dominatrix. Sacando su varita y cambiando sus ropas... mira que rápido se ha acostumbrado a volver a usar la varita en mitad del pánico.
Sí, sí, ya le vemos.
Remus sonríe un poco porque se veía mejor… con el atuendo sexual. De hecho mueve la varita y se lo vuelve a poner.
—¿¡Que haces?!
—Lo que sí me gusta.
—No, hombre, ¡Al menos ponme uno de hombre!
—Justo tiene la gracia tu HISTERIA.
Frunce el ceño y ahora va a ir a intentar quitárselo. Buena suerte con todas esas cuerdas, a lo mejor acabas mañana.
Remus le mira unos instantes, sonriendo.
—Fuck!
Remus de le acerca un poquito y levanta una mano para tocarle la mejilla.
—Oh, ¡venga ya! —sigue protestando tirando de correas y dando vueltas sobre si mismo. Se detiene un instante y mira a Remus cuando hace eso.
Remus hace una pausa y le mira a los ojos.
Es que Sirius se sonroja porque no quiere verse así.
Remus… no está ni viendo como se ve. Se acerca a él y le da un beso en los labios.
¡No! Lo va a apartar y de forma violenta. Esto es importante para él.
Remus… no esperaba eso.
—¿Pero qué te pasa? —protesta enfadado y vuelve a cambiar su ropa.
—Ehm… —Remus parpadea y se sonroja.
—Fuck! —vuelve a protestar y tienes suerte que no se convierte en perro y se larga, lo estoy deteniendo.
—Lo siento.
—Lo que sea.
—Estaba jugando… —Remus se guarda las manos en los bolsillos.
—¿Jugando a puto qué? A mí no me hace gracia.
—Ya veo. Solo te puse un disfraz… te estaba molestando un poquito.
—¿Y? Yo no te besé como McGonagall, joder. Y podría haberlo hecho.
Remus traga saliva y le mira, bajando los hombros.
—Solo quería besarte a ti… —susurra en defensa.
—No mientras estoy puto vestido de payaso, joder —bufa tomando aire intentando calmarse un poco.
—Lo siento, Sirius. Metí la pata. No estaba pensando… me dejé llevar —explica Remus levantando las manos.
—Va, volvamos al castillo, tengo hambre.
Remus le mira unos segundos y sonríe un poquito, sinceramente. Se va hacia la salida del pasadizo secreto.
—Oye, tengo otra cosa para ti… —se busca en la ropa y saca un vial pequeño.
—¿Qué? ¿El resto de la poción? —Inclina un poco la cabeza.
—No. Es lo de los dientes. Me lo dio Poppy. Mañana en la mañana tendrás tu preciosa dentadura al cien por ciento.
—Ah... —sonríe un poco.
—Y en dos días ni siquiera vas a acordarte de mí, seguro tendrás quince novias.
—Seguro, porque como no soy el hombre más buscado del puto país...
—Solo por eso, darling… es lo ÚNICO que lo impide.
—Oye...
—¿Qué?
—Estaba pensando, ahora que has dicho esto de las novias...
—¿A-Aja?
—Andy...
—Andy?
—A lo mejor e-ella...
—¿Quién es Andy?
—Pues... Andy. A-Andromeda, mi prima.
—Ahora que he dicho esto de las novias —repite Remus.
—Ya sabes cómo funciona eso en la familia Black— protesta porque bastante criticó a sus padres por eso y él es igual—. Ehm... ¿crees que ella...?
—N-No sé si está soltera.
—Ah, no, no... No digo eso.
Remus se cruza de brazos, haciéndose una película.
—O sea, me refiero... Ella podría... Tal vez, reclamar la herencia de mi madre. No sé sí la mía, tengo aun lo que me dejó mi tío Alphard, pero quizás podría decir que la necesita para... comprar una casa o algo así. Lo que no sé es si ella me creería.
Remus se humedece los labios.
—Creo que… es un riesgo que… no sé si queremos correr.
—Necesitamos dinero, Remus. Es... podría depositarlo en tu cuenta. Hacerte una transferencia en concepto de pago por... algún trabajo. No tendría nada que ver conmigo, es el dinero de la familia.
—Si tan solo tuviera yo dinero… no tendrías que hacer esto —Remus aprieta los ojos.
—Pero lo tiene mi familia, así que igualmente...
—Ella… te quería, ¿no?
Sirius se sonroja un poco y asiente. Remus entrecierra los ojos.
—Ya… —los celooooooos (Tú qué, además, vas a casarte con su hija….)
—Pero no sé si vaya a creerme. O sea... hace MUCHO que no sé nada de ella y no sé qué haya oído de todo esto.
—Vas a ir ahí a decirle la verdad hasta que te crea.
—¿Y si... Y si me denuncia? ¿Y si ella también cree que yo...? Es que James y Lily, Remus —se lleva la mano al hombro donde tiene los tatuajes el muy dramas.
—Si yo te puedo creer, ella también.
—Tú sí sabes que Peter podía convertirse en rata y aun así no tengo ninguna prueba para demostrar que esa rata es él.
—Mmmm… es que es un riesgo.
—Tal vez debería conseguir la foto del periódico. Me colaré en la biblioteca esta noche. Así sabrás cual es el chaval que le tiene.
Remus suspira.
—Hay que pensar bien esto de… "Andy".
—Y mañana me quedaré en tu cuarto todo el dia durmiendo mientras me crecen los dientes, prometido —levanta la mano y sonríe con su casi sonrisa de chico fatal.
Remus eeeees queeeee…
—Y podrás pensar todo el día que tienes un mago peligroso en tu cama... —cejas cejas. Se detiene antes de salir por el árbol.
—Preferiría tenerlo en la noche en mi cama —refunfuña.
—Pues... Bueno, esperaba que vinieras conmigo a la biblioteca, pero entiendo que tengas clase mañana. De todos modos no planeo pasar ahí toda la noche, solo hay que revisar algunos periódicos.
—No es que tenga clases mañana… es que quizás preferirías que "Andy" fuera contigo —Remus le mira.
—¿De qué hablas? Andy no está en Hogwarts.
—¡Desgraciadamente!
Sirius parpadea sin entender y se convierte en perro para poder ir hacia dentro.
—¡Ugh! —ahí va por la puerta el otro.
Sirius va delante y un par de alumnos de Hufflepuff van a cruzárselos y a saludar a Remus, que les sonríe un poquito igual, saludándoles de vuelta.
Sirius intenta pasar lo más desapercibido posible, escondiéndose bastante bien entre arbustos o detrás de una piedra o...
Entre los arbustos como el Grim.
Sí. Y cuando entran al castillo se mete tras un tapiz.
Remus carraspea un poco nervioso pero medianamente entrenado a mentir con esto. Tanta práctica por tantos años.
Sirius va a ir por dentro de quien sabe que pasadizos hasta lo más cerca posible del despacho de Remus y a esperarle ahí.
Va a llegar bastante antes que Remus que además viene con el ceño medio fruncido.
Igualmente le espera hasta que abre la puerta y no se vuelve humano hasta que está dentro.
Remus cierra la puerta tras ellos con un hechizo.
—Estaba pensando que quizás no sea necesario ir hoy, podemos ir... ¿Qué día es hoy? Podemos ir el sábado que no tengas clase al día siguiente.
—Ohhh —A Remus de le relajan las facciones.
—Porque además sí planeo ir de madrugada, no quiero encontrarme a alguien haciendo la ronda o algo. Esto sería más fácil con la capa de Cornamenta.
—Ya sé… sí que lo sería. Ya nos arriesgamos hoy lo bastante.
—¿Cenita y baño?
—Cenita y baño —Remus sonríe.
Estira los brazos desperezándose y se deja caer en la cama, echando por ahí volando los zapatos. Remus se sienta en la cama y… se deja caer de espaldas con cuidado.
Sirius se gira hacia su lado y Remus le mira de reojo y se sonroja un poco.
—Hey…
—Hola —sonríe.
—¿Estás bien? ¿Ya no estás enfadado?
—Ya no.
—Menos mal —Remus sonríe un poco con eso.
—¿Tú estás bien?
—Lo siento, he reaccionado mal en la casa de los gritos —se muerde el labio y asiente.
—Seguramente yo también —suspira.
—Aún siento que… no sé dónde estamos.
—En tu despacho. En tu cama. ¿No es eso?
—No del todo —estira la mano hacia él y se ríe un poco.
—Mira —tira de su mano hasta acercársele a él y que con ella toque la pared a su espalda... abrazándole un poco—. Este es un castillo medieval.
—Lo… s-sé.
—Se llama Hogwarts. Como el nombre más estúpido que podría tener un lugar así de bonito.
—No es tan feo el nombre —Remus se ríe.
—Lo es. Podría contarte más cosas de él, pero no era yo el encargado de releer Historia de Hogwarts mil veces. A mí me tocaba lo de entrar por las paredes a lugares sospechosos.
—¿Has entrado a lugares sospechosos?
—Sabes que sí.
—Que va, si cuando yo venía a la escuela me portaba súper bien.
—A mí me parece que el culo de un lobo es bastante... sospechoso.
—¿¡Qué?!
Sirius se encoge de hombros, riéndose.
—Era un alumno modelo —insiste Remus, ignorándole.
—¿Tú? Sí, ya lo sé, ¿A qué viene eso?
—A que nada de que tenía amigos que tan mala influencia como tú.
—Pues por eso te hicieron prefecto... y de lo que sirvió.
—McGonagall me preguntó el otro día en la cena, así muy sospechosamente… Si me habías contactado.
—¿Y empezaste a sudar como un cerdo?
—Pues… un poco —admite apretando los ojos.
—¿Y qué le dijiste?
—Pues que desde luego que no.
—"Todavía" —se ríe un poquito, Sirius.
—Esa parte no la aclaré.
—Ya me imagino... ¿pensaste que lo haría?
—No… —murmura.
—¿No? ¿Qué pensaste cuando oíste la noticia?
Remus aprieta los ojos.
—O sea... ¿dónde estabas? ¿Cómo te enteraste?
—Estaba por venir aquí. Dumbledore ya me había contratado, fui a Diagon Alley a comprar algunas cosas y todo mundo estaba hablando de ti.
—¿Y qué pensaste?
—Que ojalá te fueras LEJOS y consiguieras ser feliz.
Sirius sonríe de lado y suspira porque eso es tan... Remus.
—Estaba seguro de que al último lugar al que vendrías sería a este.
—¿No pensaste que querría matar a Harry como todos decían?
—… —le mira—. No.
—¿Entonces?
—Me sentía culpable por no creer lo que todos. ¿Y quién sería lo bastante idiota para venir aquí a matar a Harry en las narices de Dumbledore? —como si le hiciera tanto caso y estuviera tan pendiente.
—Tampoco creo que le guste que mate a Peter y...
—O sea, eres idiota.
—No, es que me da lo mismo.
—Ugh, Sirius.
—Igualmente no es negociable.
—Ya… ya.
—Y no era de lo que hablábamos. ¿Qué hiciste entonces?
—Comprar el periódico, desde luego y… empezar a ver perros negros por todas partes.
—¡Me buscabas!
Remus se sonroja sin quererle decir que por años le ha "buscado" en todos lados todo el tiempo creyendo verle.
—Es que no me creo que no pensaras que esto era posible. He visto los periódicos, todos creen que estoy justo aquí porque me pasé el verano murmurando que está en Hogwarts.
—No estás entendiendo. Claro que pensé que podías venir… deseaba que vinieras y era ABSURDO. Así que me reñía cada vez que lo esperaba…
—¿Y qué esperabas? —Sirius levanta las cejas y sonríe un poquito—. ¿Encontrarme aquí dormido al volver de clase? Por eso tu contraseña es "Canuto".
—Pues… pensé que si esto pasaba necesitarías un lugar seguro y se te ocurriría esa contraseña y…
—Pensaría que has estado pensando en miiiií —canturrea.
—No es en lo único que he pensado tampoco, ni te sientas tanto —Remus aprieta los ojos y Sirius se ríe un poquito.
—¿No? ¿En quién más has pensado? —le hace un cariñito en la cara.
—N-Nada ha sido… muy bueno desde entonces.
—¿Has... estado con alguien en este tiempo? ¿Aunque sea así solo... de rollitos de una noche o de una sola cita?
—Yo no soy tú… —Remus suspira —. ¿Cuántos rollitos de una noche me conoces?
—Pues por eso te pregunto. Tú... estabas aquí y cualquier buena chica o chico disfrutaría de tu compañía.
—¿Tú crees? No me da a mí esa impresión.
—Eso me juega a mí a favor —se acerca a él un poco más y Remus se sonroja.
—Yo debí ir a prisión, no tú.
—¡Anda ya! —protesta y frunce el ceño, incorporándose un poco.
—Piénsalo bien. Si uno de los dos iba a ir injustamente… Tu vida afuera no sería el desperdicio que ha sido la mía.
—No me jodas, tu vida no es un desperdicio. Y no te imaginas lo que habría hecho Azkabán contigo.
—Seguramente cosas terribles, pero tú SÍ tendrías una vida afuera. Y una mujer y pequeños Sirius.
—Si tú no los has tenido es porque no has querido.
—Quizás. Pero tú lo hubieras hecho bien.
—Y a ti te hubiera matado.
—Muy probablemente, sí.
—De este modo, ambos seguimos vivos.
—Sí…
—Solo un poco magullados y podemos comer cuanto queramos, venga, ¡pide a los elfos!
—Vale… ¿qué te apetece? —Remus le mira y asiente un poquito.
—De todo, hoy he comido fatal. Estoy tan limpio que todos pensaban que tenía familia y no me han dado casi nada.
—Ugh, no podemos ir así por la vida… Comiendo mal —Remus aprieta los ojos.
—No voy a comer mal ahora —se encoge de hombros.
—Menos mal. Venga, conviértete en perro —pide antes de llamar a los elfos.
Este lo hace y Remus pide todo lo que se le antoja porque él también tiene bastante hambre, con Sirius moviendo la cola en el armario. Hasta se escucha, clac clac clac.
Los elfos se van y casi de manera inmediata aparece la comida en el cuarto de Remus. Una cantidad bastante gigantesca.
Y Sirius va a saltar sobre ella como perro, lo cual nunca es una buena idea.
—No, no. ¡PARA! ¡Ugh! ¡Sirius!
Es que salta por ahí moviendo la cola y devorándolo todo.
—¡Hazte humano!
Le salta encima, le lame la cara y vuelve a comerse no sé qué.
—Ughhhh ¡Sirius! —Remus se ríe.
Se vuelve a girar a lamerle a él y luego a comer algo más.
—Ughhh! —saca la varita y… advierte, riendo—. ¡Sirius, no me obligues a convertirte en humano!
Se va a ir a lamerle ooootra vez. Es que Remus se muere de risa y le laaaaaaame y lame.
—Te voy... te voy a hacer... te voy a convertir en personaaaaa!
Mueeeeve y mueve la cola y le impide hablar a base de lametazos todo lo que puede.
—Ughhhh! Waaah! —es que ni siquiera puede decir la frase del hechizo con la lengua dentro de la boca. Iugh.
Y siiiigue moviendo la cola y hasta le ladra.
—Canutooooo!
Más lametazos porque es que mira cómo se ríe.
Es queeeee ¡Mira que tonto es!
Sirius se detiene un poco y le mira, lengua fuera, cola yendo de un lado a otro.
Remus no para de reírse... debo decirlo.
Espera un poco para que se calme.
Remus le mira, sonriendo después de unos segundos de respirar y Sirius se vuelve humano entonces, sobre él mirándole sonriendo también.
—A-Al fin.
Y se acerca a besarle ahora sí.
¡Al fin también! Ya quería un besooooo...
Él también.
Remus le abraza, mente en blanco del todo y Sirius lo aplasta contra la cama.
Es que absoluta concentración en el beso 100%
Para Sirius es uno de esos besos todo lo contrario al de los dementores, porque te devuelven el alma al cuerpo. Tras un poco es que decide separarse.
Remus se relame el estúpido bigote de manera evidente y Sirius sonríe con sus dientes de mierda.
Nadie le está viendo los dientes, la verdad.
Igualmente tiene su vial para arreglarlos, así que... Mañana estarán en su sitio.
—Te he echado de menos —Remus le acaricia el pelo y le mira a los ojos.
—Lo sé —ay, sí, claro. Ahora tan creidito.
Levanta las cejas y se sonroja, haciéndole reírse.
—Cállate —Remus le besa otra vez.
Le devuelve el beso sin dejar de reírse.
¡Le besa más para ver si se calla!
Vaaaale, vale.
¡Pues es importante!
Ya se calla, ya se calla.
Gracias.
—Tú también me has echado de menos —Remus se separa un poquito unos segundos más tarde.
—Naaah —vuelve a sonreír.
—No te creo. Por razones diferentes, pero estoy SEGURO que lo has hecho.
—¿Cuáles razones?
—Estabas encerrado en Azkabán. Puedo apostar a que extrañaste hasta a tu madre —sonríe de lado.
—A esa harpía ni de broma. Tengo que ir a bailar sobre su tumba.
—¿Ni un solo segundo?
—Nunca.
—Bueno, quizás lo de tu madre es un poco exagerado.
Sirius suspira y se incorpora a comer más porque tiene hambre aun.
—Puedo acompañarte a bailar en su tumba si quieres —Remus le acaricia un poco la espalda cuando se gira para comer.
—Eso, sí tendría gracia —le mira de reojo.
—Ah ¿Sí?
—¿No? Si tú vienes quizás no SOLO sería un baile.
—Ohh… ¡Hombre!
—¿No? —Le mira y sonríe.
—¡Sería un poco sacrílego!
—Exacto.
—Y te hace ilusión.
—Pues no es exactamente "ilusión" —igualmente se sonroja.
—Quizás… podríamos —Remus se sonroja también—. Siempre y cuando antes… Pase en otro sitio.
—¿En otro sitio? —le mira de reojo.
—Pues de ser posible en uno más cómodo.
—¿Alguna idea?
—Una cama —dijo el cínico.
—¡Una cama! ¡Vaya por donde!
—¡Pues es lo habitual!
—¿Y dónde... se te ocurra que podamos encontrar una?
—La verdad… Pensaba en esta.
—¡Está! —chilla fingiéndose escandalizado como si acabara de aparecérsele.
—¡Pues a menos que tengas una idea mejor! —aprieta los ojos y se sonroja, riendo un poco.
—¿Está usted insinuando algo, Sr. Lupin?
—N-No lo suficiente por lo visto.
—¿Es esta una propuesta INDECOROSA?
—Probablemente, Señor Black.
—Pero ¿cómo se le ocurre? En una cama del COLEGIO.
—No sería la primera vez.
Sirius se ríe con eso.
—Y probablemente tampoco la última…
—Aquí tienes, Minerva McGonagall, a tu prefecto. Que pretende tirarse al hombre más buscado de Inglaterra por la noche y luego irse por la mañana a dar clase a los niños. Y luego me hablan a mí de mal comportamiento.
—¡Ugh! Si lo pones así, suena terrible.
—Pues así es como lo estás diciendo.
—Pero eres injustamente el hombre más buscado de Reino Unido.
—¿ESA es la parte que te chirria?
—Pues… No le veo nada malo a todo lo demás. Seguramente ella se tira al mago más poderoso de Reino Unido y luego va a dar clase por la mañana sin que nadie la critique.
—Oh, ya veo. El problema es que no esté ella en esta cama entonces...
—El problema es que no me besas —Remus hace los ojos en blanco.
Sirius se ríe otra vez y Remus le da un golpecito en el pecho.
—Auu —protesta pero no para.
—Que llorón.
—Y sigue... "Sirius, hazme cositaaas"
—¡Cállate!
—"Dame placer en esta cama"
—¡No he dicho eso!
—¡Dámelo fuerte y rápido porque no voy a poder soportar ni un minuto más esperando! ¡Oh!
—Ay, por Merlin —Otro golpe, esté bastante más fuerte.
Sirius se echa en la cama otra vez, muerto de la risa.
—¡Ven acá! —Remus es quien le besa.
Sirius se lo devuelve igualmente, de buen humor por estarle molestando.
—Cállate… —sigue protestando.
—Por favor, rápido... —le imita el acento y hasta gime un poco.
—¡No estoy diciendo eso así! ¡Ni que estuviera desesperado!
—Estoy completamente desesperado por sentir... tu cuerpo junto al mío.
Remus pone los ojos en blanco y es que a Sirius tooodas las caras le dan risa.
—¡No te rías! —protesta un poco frustrado, aunque… la verdad, verle reír le hace sonreír aunque no quiera.
—¿Tampoco te la has meneado en doce años?
—Eres insoportable —Remus hace más los ojos en blanco aún.
Sirius va a ir a besarle otra vez con eso. Él le besa con renuencia todo ofendidooooo.
Le persigueee y Remus refunfuña en el beso pero no puede tampoco negarse mucho. Malditasea. Sirius le mira con su sonrisita molesta.
—Quizás sí deberían regresarte a Azkabán.
—Ñiñiñiñi.
—¡Pues mira lo molesto que resultaste!
—¡Anda ya! ¿Qué molesto?
—Todo lo posible.
—Pues es que tu...
—¿Yo?
—Estás aquí pidiendo... marcha.
—Olvídate de que pedí ALGO.
—¿Por?
—¡Porque no lo hice!
—Sí lo hicisteeeee —canta todo burlón.
—¡No! Tú eres el que pidió eso sobre la tumba de tu madre, ¡yo solo puse condiciones!
—Yo pedí bailar. Tú pediste cochinadas en esta cama.
—No pediste bailar, ¡Dijiste que para eso mejor otra cosa!
—Pues... tiene cierto morbo hacerte eso sobre la tumba de mi madre sin que ella pueda protestar.
—Pues ¿ves cómo lo pediste tú?
—Yo dije bailar.
Remus parpadea porque...
—Me acabas de decir que dijiste... ¡"hacerme eso sobre la tumba de tu madre"!
Sirius se ríe porque está liándole expresamente.
—¡Me lo acabas de decir! —insiste todo confundido y le da un golpecito.
Se ríe más. Remus le pica las costillas y se mueve para echarle de espaldas al colchón y aplastarle ahora él. Este se deja, sonriendo.
—Sinceramente... lo que mereces...
—¿Aja? —Cejas cejas.
—E-E-Es… —Remus se sonroja y se le acerca a besarle.
Vueeeeelve a devolvérselo y a reírse.
—¡Ugh!
—Merecer algunos besos no está mal.
—¿Y yo que merezco?
—¿Un... baño?
—¿Tan mal huelo? —se ríe.
—No, pero...
—Terminemos de cenar... y vamos.
—Venga.
Remus le da un besito en los labios y se sienta para empezar a comer. Él ni siquiera ha probado bocado aún.
Sirius se sienta a su lado dispuesto a molestarle para que no pueda comer. Quitándole las manos y picándole las costillas.
—¡Sirius!
Se ríe y vueeeelve a molestarle el bully.
—Eres tontoooo
Y va a intentar comerse lo que él se está comiendo. Remus le empuja tratando de mantenerle a raya.
Nah, va a pelearse con él muerto de la risa retozando por todos lados.
—¡Siriuuuus! —se ríe, "riñéndole" como suele reñir a los alumnos...
—Remuuuuus —le imita de vuelta.
—Es que desde cuando te portas TAN mal.
—Llevo mucho tiempo encerrado, tengo que sacarlo todo.
Remus le mira y... piensa que quizás está siendo muy duro con él.
—Vaaaale, ¡vaaaale!
—¿Vale?
—Sigue.
—¿Ahora resulta que esto te gusta?
—¡No he dicho que me guste!
—Has dicho que siga.
—Pues... es que si necesitas hacer esto…
—¿Necesitar? —parpadea sin entender
—Pues para sacarlo todo —Remus le mira—. ¡Tú dijiste que pasaste muchos años encerrado!
—Pues lo hice.
—¿Y-Y esto te hace sentir mejor?
—TODO me hace sentir mejor que estar encerrado.
—La barra está baja entonces —Remus sonríe un poquito.
—Sí.
—Ya tendremos que levantarla... ¿quieres comer algo más?
Niega.
—¿Estás bien?
—Seh.
—Venga, vamos a bañarnos.
—Uuuuh
—Ugh, ¡calla! ¡No me molestesssss!
—Pues ¿Cómo no? —se vuelve a reír con las protestas—. ¿Qué estás pensando que va a pasar en el baño?
—¡Nada!
—¿Nada?
—Nada de lo que insinúas… necesariamente.
—¿Ah, no?
—P-Pues... o sí. Canuto, ¿intentas colapsarme a propósito?
—Estoy... jugando.
—¡Así que sí! —le acusa.
—Pues un poco —se encoge de hombros, sonriendo. Remus se ríe un poco.
—Hace mucho tiempo que no hay nadie a mí alrededor que quiera jugar. Te echaba de menos —Remus le sonríe.
—¿Lo hacías? —suspira porque eso suena un poco triste.
—Sí. A ti y a la lata que das.
—Anda, vámonos —sonríe.
Remus asiente terminando de comerse una tostada.
Sirius se la quita y se la mete él a la boca y le mira con cara de "ven y quítamela"
—Ehh! Ohhh… —sonrojo—. Ohh
Cejas, cejas.
Más sonrojo aún, pero ahí va. Sirius se echa para atrás hasta la puerta.
Remus le caza como si fuera una presa, ojos muy fijos. Él le sostiene la mirada con la tostada en la boca.
—¿Crees que no quiero? ¿Crees que puedes escapar?
Sirius sonríe más. Remus le intenta aprisionar contra la puerta. Él se deja, mirando una mano y luego la otra.
—¿V-Ves?
Se quita la tostada de la boca y le mira otra vez.
—Te tengo —se la muerde de la mano, riendo.
Sirius le abraza de la cintura y muerde la tostada mientras la tiene en la boca.
Remus cierra los ojos haciendo un sonidito de satisfacción. Sirius le quita lo que queda de tostada tirándola no sé dónde o comiéndosela o quien sabe qué y volviendo a besarle.
Remus… "protesta". Y le besa de vuelta, concentrándose al instante y... le gira presionándole contra la puerta.
Uuuhhh. Vale, hemos perdido toda noción de dónde estamos casi de manera instantánea. Remus respira pesadamente y mira a Sirius con un brillo peligroso en los ojos.
Sirius hace una sonrisita de lado y Remus… pelea un poquito para darle un beso, pero no le deja alcanzarle.
Remus protesta un poco, tragando saliva y mirando a Sirius con cierta carita peligrosa.
Este se ríe.
Remus podría hacer fuerza contra Sirius, pero… esta considerablemente más enfocado en… Sirius teniéndole en esta posición.
Sirius se acerca hacia él otra vez y Remus trata de besarle pero no le deja.
—¡Ugh! ¿Qué haces?
Se encoge de hombros y se acerca a besarle él, porque solo jugaba.
Remus se come a Sirius en la medida de lo posible.
Ahora sí le deja hacer.
Gracias, Merlín, por dejarle hacer esto.
Es que tiene ganitassssss y estrellarle contra la puerta.
Ya, no sé si vaya a ser tan fácil.
¡Siempre tan pesimistas!
Bueno...
¿Aún le tiene sostenido contra la puerta?
Sí.
Remus pelea un poco intentando salir de ahí para tocarle un poco y Sirius pega un salto de tres metros.
—¿Q-Qué?
—Ehm... í-Íbamos a... íbamos... —Traga saliva, nervioso.
—¿Qué pasa, Sirius? ¿Estás bien?
—Ehm. S-Sí, claro —La verdad es que no le mira.
—Sirius… sí qué pasa —Remus frunce el ceño un poco y se acomoda ahí abajo.
—¿Qué?
—Pues… Ugh. ¿Hay algo que quieras decirme?
—Ehm... ¿D-de qué?
—De lo que pasa por tu cabeza.
—Eeeh...
—Estábamos a-a punto… y…
—Estábamos pasándolo bien —Aprieta los ojos.
—¿Y… qué pasó?
—Ehm... nada.
—Mmm... Háblame, dime qué piensas.
—Es que... —Vacila y trata de reírse un poco, nervioso.
—¿Ajá?
Sirius le mira porque no sabe cómo contarle esto. Remus vacila un poco, leyendo el ambiente y… se sienta en su cama.
—Venga…
—¿Q-Qué?
—No lo sé, dime lo que sea que estés pensando.
—Es que no sé si... puedo hacer esto —mira al suelo nervioso.
—¿Hacer… qué? —Remus le mira unos cuantos segundos en silencio.
—Esto.
—¿S-Soy yo? —Traga saliva.
Sirius niega.
—¿Entonces?
—Es... feo. He... He estado en la cárcel, Remus. MUCHOS años.
—¿Y qué ha pasado en la cárcel?
—¿Tú qué crees que pasa en la cárcel, Remus?
—¿Te han… violado en prisión? —Remus le mira… y parpadea.
—Todo funciona al revés en prisión —suspira Sirius—. Los hombres... No tienen escrúpulos, son malos o no estarían ahí. Y lo que fuera es algo a lo que aspirar... Un milagro de la endogamia, pero me veo bien, Lunático. Y más me lo veía cuando me llevaron ahí. No lo digo con arrogancia, en ese momento fue una maldición —Un milagro de la endogamia o tu madre se tiró a otro y nunca se lo contó a nadie. Ejem.
—¿Qué me estás queriendo decir? —Parpadea… y parpadea otra vez.
—Tuve que inventarme... cosas. Les dije que era un hombre lobo. Algunos sabían de ti y lo corroboraron, pero llegado el momento no fue suficiente. Le mordí la polla a más de uno... y llegado el momento ni siquiera eso fue suficiente.
—Sirius… Voy a ir a morder a TODO quien te ha tocado. ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Cómo?
—No vas a ir a morder a nadie —ojos en blanco.
—Voy a irles a MATAR.
—Centrémonos en Peter.
Remus bufa, apretando los puños.
—Hace ya años de esto. Al principio fue lo peor. Luego se me estropeó el pelo y los dientes, me hice los tatuajes y me volví más... gris. Más parecido a todos ellos. Entraron otros hombres y a mí me dejaron en paz.
—Aun así… bloody hell. No. No… no. ¡No!
—Remus...
—¡Sirius! Es que tú eres… ¡No mereces nada de esto!
—Hace ya años de esto, pero aun así... he tenido un flash así feo cuando has... —se muerde el labio, nervioso.
—No… No vuelvo a tocarte si eso… —Remus aprieta los ojos.
—¡No es eso! No sé si es eso...
—No me importa si… no puedes.
—¡Sí que puedo!
—No importa si no… Te gusta ya ESO.
—¡Lunático! —protesta porque...
—Quizás hay que… hacer que te acostumbres de nuevo.
—Pues yo qué sé —sigue protestando porque esto también tiene implicaciones con su virilidad y masculinidad. Refunfuña algo inteligible.
—Lo siento, lo siento. ¡No quiero hacerte sentir mal!
—Lo sé, pero...
—Iremos poco a poco —Remus aprieta los ojos.
—Ugh. Odio esto.
—Yo no odio nada que tenga que ver contigo.
—Pues odio tener que ir lento o... Lo que sea por culpa de esto.
—Ya… pero si hay que hacerlo, no pasa nada —Remus le sonríe.
—Ugh. ¡Sí que pasa, Remus! ¡Soy yo! ¿Cómo no va a pasar nada? James... ¡James estaría comiéndoseme vivo con sus mierdas!
—No creo, hombre, estaría preocupado. Como yo.
—¡Claro que no!
—¿Preferirías que no?
—Pues claro que preferiría que nadie me estuviera diciendo...
—¡Nadie te está diciendo nada! Me preocupas.
—¡No quiero preocuparte! —Frunce más el ceño.
—¿Cómo no vas a preocuparme? —Remus le sonríe un poquito—. ¿No te preocupo yo a ti?
—¡No!
—¿No?
—Pues... ¿Debería?
—Pues mi condición de hombre lobo siempre es preocupante.
—¿Y qué tiene que ver eso con esto?
—¡Pues son cosas preocupantes! No que determinen todo en nuestras vidas, pero… nos hacen Sirius y Remus.
Le mira con la boca un poco abierta y es que FRUNCE MÁS EL CEÑO porque no quiere que esto le defina.
—Esto no está saliendo de mi boca como quisiera que saliera… —Remus suspira y cierra los ojos.
Y lo va a empotrar otra vez contra la pared con un beso a la mitad de la frase porque tú no le dices a Sirius Black que NO PUEDE algo sexual.
Ok… ok. Ok. INESPERADO.
¡Que inesperado si lo estabas haciendo expresamente!
Ehm… No. Para nada.
Nadie te cree.
Remus cierra los ojos y le responde el beso, desde luego.
¡Y aún más le confirma que lo hacía expresamente!
¡No! Pero es irresistible, Sirius.
¡No es irresistible! O sea, sí lo es, pero no es por eso.
Pues… ¡es el paquete completo!
Sirius se separa mirándole así todo agresivo y Remus es que… ¡No le mires así! Intenta besarle.
—A mí no me dices que no puedo.
—¿Y sí puedes?
—Pues sí.
Remus le sonríe y golpean la puerta ya que no se mueven.
