¡Tengo algo que confesar! Siempre supe que debían ser 10 capítulos, pero quise acortar el final, lo que era una pésima idea, la verdad. Por ello volví a la planificación original y este es oficialmente el penúltimo capi, habrá uno más. Mis disculpas, la pereza intentó tomar control sobre mí, pero ya lo recuperé.


La última impresión

Capítulo IX

El fragor de la batalla quedó atrás. La meta entonces era eliminar a nuestro oponente o doblegarlo a aceptar nuestra noción de justicia, que era instaurar tiempos de paz para todos los seres humanos. La victoria de nuestra propia causa dio paso a un clima de estabilidad social y política tanto en la Tierra como en el espacio. La mirada general se fue a nuevos temas que resolver como el hambre mundial, el delito y la contaminación. Esto último ha permitido transparentar que nuestro ataque suicida continúa, ya no unos contra otros, sino contra la naturaleza de la Tierra. Ya no es la guerra la que tiene al mundo sumergido en la miseria, sino la falta de control en si los desechos del progreso tecnológico acabarán determinando cómo viviremos nosotros y el planeta, el que puede llegar a ser completamente destruido. A ese riesgo nadie es inmune, no hay que olvidar que, aunque las colonias espaciales han establecido una importante independencia política, no son autónomas, es decir, siempre estarán supeditadas a traer recursos del planeta tierra, incluso en lo más básico como metales y materiales para su propia mantención física. Ni siquiera el conocimiento ya público sobre el gundamio ha podido resolver esa necesidad.

El gundamio o gundamium es una aleación que se crea a partir de los minerales Lunar Titanium y GND, los cuales únicamente se pueden extraer de la luna. Este compuesto único sólo puede producirse en las condiciones de gravedad cero del espacio, pero a pesar de su increíble resistencia, el material es caro y difícil de fabricar, lo que lo hace inviable para su producción en masa. El día en que se pueda resolver su aplicación para el recubrimiento exterior de las colonias, quizás recién allí los ciudadanos del espacio podrán avanzar hacia una independencia absoluta. Ojalá que cuando ese día llegue no olviden jamás que la comunicación con la Tierra no debe ser dejada de lado y solo la sabiduría de sus líderes políticos podrá salvarlos de cometer un error como ese. Después de todo prescindir del aporte de los recursos que solo puede generar este planeta tendría un serio impacto en la calidad de vida de los colonos.

Ahora que lo pienso, también fue el costo extremadamente alto y sus dificultades de producción las que hicieron poco práctico el gundamio para uso militar durante la guerra, eso permitió que llegaran a existir contadas máquinas de este poderoso material. Fue en 175 AC cuando los cinco científicos que abandonaron el proyecto Tallgeese se llevaron consigo el conocimiento del gundanium, lo que les permitió crear los Gundams con los que más tarde seríamos la pesadilla de OZ, pero esa creación requirió décadas de trabajo a puerta cerrada, debido en parte al lento proceso de fabricación del gundamio. Esto es evidencia de cuán largo fue el proceso de la Operación Meteoro —al menos veinte años—, con los Gundams empezando a ser creados incluso antes de que naciéramos sus eventuales pilotos por el año 180 AC y estuvieran listos para ser piloteados directo a la Tierra recién en el 195 AC.

Aparte de los cinco gundams, debido a que sus científicos creadores fueron capturados y un puñado de gundams fueron puestos bajo custodia de OZ durante el conflicto armado, se crearon otras máquinas como el Mercurius, el Vayeate y otros menos dignos de nombrar. Al ser bastantes pocas unidades, no fue un problema hacerlos desaparecer cuando la guerra quedó atrás.

Pienso en todo esto mientras estoy sentado en el pasto, apoyado en un gran árbol desde donde se aprecian todos los remolques, las casas rodantes y la gran carpa del circo instalada en medio de esta pradera de vibrante verde que ha inspirado mis reflexiones sobre preservar el ecosistema único de la Tierra. Es esta tranquilidad reinante la que me permite apreciar el entorno y me hace reparar en que, desde la llegada de los tiempos de paz, nunca había descansado propiamente tal, en el sentido de no hacer nada.

Había buscado labores normales como asistir a la universidad o tener un trabajo que de un modo u otro se las arreglaban para ocupar mi tiempo, pero desde que arribé al circo, Catherine, la hermana de Trowa, me ha prohibido realizar ninguna actividad aparte de "dormir, comer, apreciar el paisaje o dormir". Palabras textuales.

Veo a Trowa dirigirse a mí con paso calmado.

—¿Te mueres de aburrimiento? —pregunta, parándose a mi lado.

—Nunca había estado tan quieto —confieso, aunque sé que sabe mi respuesta de antemano—. Se siente extraño.

—¿Extraño?

—Cada minuto dura un siglo —explico y no miento, el tiempo pasa realmente lento cuando no haces nada.

Me contengo en pedirle otra vez que hable con su hermana y me permita ser útil en las labores del circo, hasta me ofrecería para darle un baño a un león, pero recuerdo perfectamente su respuesta "Me sería más fácil destruir la Tierra y todas las colonias que hacer cambiar de parecer a Catherine, es imposible, mejor resígnate".

—No lo dudo —afirma y tras un breve silencio, agrega—: Hablé con Quatre.

—Envíale saludos —digo esquivo. Intuyo por qué me lo está diciendo. Quatre es el mejor amigo de Duo y no hay que ser adivino para suponer que está enterado de todo y, por ende, Trowa sabe más de lo que yo le he dicho. En más de una ocasión he estado recostado o leyendo un libro en el trailer de Trowa cuando estaba en videollamada con el rubio árabe y me quedó la clara impresión de que sus conversaciones eran frecuentes, diarias o incluso más. Sí, en realidad estoy seguro de que hablan varias veces al día y aunque en mi presencia jamás se nombró al trenzado, es una suposición legítima que eso no se mantiene así en mi ausencia mientras Trowa trabaja y a mí me obligan a vegetar en cualquier lugar siendo un inútil, en pro de una recuperación que ya he alcanzado.

—No has preguntado nada.

Levanto la mirada en su dirección. Trowa me la devuelve con sus ojos verdes llenos de tranquilidad y no logro leer su intención. ¿Quiere que hable de Duo? No es que no pueda hacerlo, la confianza entre nosotros lo hace probablemente el único ser humano a quién podría decirle todo, sin excepciones. El problema es que estoy cansado de pensar en el trenzado todo el tiempo y de forma burda he estado intentado evitar que mi mente vague a él.

—No hay nada que preguntar —devuelvo, intento no sonar a la defensiva y en gran parte lo consigo. ¿Qué debería consultar? ¿Cómo está Quatre? No somos cercanos como para ello. Y prefiero morir que preguntar algo sobre Duo.

No replica nada. Vuelvo mi atención a los remolques y las casas rodantes, pero no logro contener mi curiosidad sobre qué está cruzando por su cabeza.

—¿Cuál es tu impresión? —pregunto y puntualizo enseguida—: Sobre mi situación.

—Te ves más destrozado que la última vez que te recuperaste aquí.

Me ha respondido con su honestidad habitual, no por eso deja de sorprenderme.

—¿Tanto? —cuestiono con incredulidad. La última vez que estuve aquí fue tras detonarme con mi gundam, así que mi cuerpo estaba literalmente destrozado y lo único que pude sentir por meses fue dolor.

—Me refiero a lo emocional —aclara—. Físicamente no me preocupas, te recuperas rápido. Ya lo vi entonces.

Le dedico una media sonrisa ofendida. En serio no recuerdo otro momento en mi vida en que haya sentido más dolor, cada fibra de mi ser fue azotada por la violencia de la explosión, dejándome severamente lastimado. La sola idea de que Duo me haya dañado más que eso, es un gran salto. Una exageración. Después de todo terminé en el suelo recostado en un charco de mi propia sangre y en completo shock, no por resultar tan lastimado, sino porque me sorprendió seguir con vida.

Ahora que lo recuerdo, cualquiera que viera esa escena me habría dado por muerto, tal como lo hicieron los enemigos, incluso los aliados como Duo y Quatre se alejaron del campo de batalla en sus máquinas dándome por acabado. ¿Por qué con Trowa fue diferente?

—Siempre me pregunté cómo supiste que estaba vivo.

—No lo sabía.

Con una mirada de reojo le pido que elabore más.

—Me llevé tu cuerpo porque merecías un entierro adecuado.

Eso derechamente me hace sonreír, que me tuviera la consideración suficiente para no dejarme pudrir en el campo de batalla, incluso antes de que nos volviéramos amigos, solo habla de la nobleza de Trowa como ser humano. Porque fue el tiempo que compartimos mientras cuidó de mí, el viaje a visitar a los familiares de Silvia Noventa y las otras personas que asesiné por error y la ida a la Antártida a luchar con Zechs, lo que nos volvió tan cercanos. Antes de eso no existía ni el más mínimo vínculo que lo llevara a hacer algo así, aparte del hecho de que éramos parte de la misma operación militar y compartíamos los mismos enemigos.

—Pagaría por ver tu cara cuando te diste cuenta de que estaba vivo.

Eso lo hace sonreír a él y comienza a dar un par de pasos alejándose.

—Avísame si necesitas algo —dice sin mirarme—. Debo volver al trabajo.

—Necesito algo que hacer —suplico, traicionando mi propia decisión de no insistir en ello.

—Olvídalo, Catherine no te dejará trabajar ni vendiendo entradas.

Suspiro profundo. Es cierto, pero ya he leído todos los libros que Trowa tiene y no tengo nada más con qué llenar mi mente, lo que me deja desprovisto de protección y Duo se filtra como un virus en mi sistema. Me duele el pecho al respirar y me encantaría decir que es una secuela de la neumonía, pero es demasiada casualidad que ocurra precisamente al recordarlo. ¿Qué es esto? ¿Angustia? No sería raro, en el tiempo que llevo aquí, he pasado por muchos estados.

Primero incredulidad, al repasar los eventos desde que nos conocimos en batalla, jamás había imaginado este final en nuestra historia, aunque reconozco que enamorarme no fue tanto una sorpresa como ser correspondido.

Segundo, enojo por la relación fallida, por lo que pudimos ser juntos. Hubiera sido más fácil de aceptar que me hubiese rechazado por no sentir lo mismo que yo, pero como ese no era el caso, lo único que nos había hecho fracasar así fue su propia estupidez.

En tercer lugar, evasión, entré en un estado en que me negaba a pensar, hablar o sentir algo respecto a él, lo que había sido justo la razón por la no he hablado con Trowa sobre lo sucedido, pese a que me ha dado bastantes oportunidades para hacerlo. Es sin duda el estado en que más tiempo me mantuve. Ahora que no he podido evitar pensar en él llego a uno nuevo: la muerte de la esperanza.

Eso es, no es angustia. Durante todo este tiempo, quizás una parte no tan ínfima de mí esperaba verlo aparecer en cualquier momento, tal como me había seguido con tanto ahínco de país en país, literal por todo el planeta Tierra, pero casi tres meses aquí es suficiente evidencia para saber qué no vendrá, que de hecho cumplirá su palabra. La certeza de que renunció a mí es más dolorosa que gratificante.

Ni siquiera saber que es lo mejor para mí, lo más saludable, hace que duela menos. Es el empuje que me da esa pena lo que me lleva a pensar que ya es hora de irme de aquí. Estoy físicamente recuperado y la vida apacible del circo está más cercana a volverme loco que a tranquilizarme.

Quizás fue ese cambio de estado lo que hizo que no evitara hablar de ello más tarde.

Ya de noche, estamos en silencio bebiendo una taza de café en torno a una fogata fuera de su remolque. Capto la mirada de Trowa, esa que siempre dice mucho más que su boca.

—¿Qué quieres saber?

Él no desaprovecha ni por un segundo la oportunidad.

—Maxwell y tú.

—Sí —confirmo y procedo a contarle todo desde que Duo me encontró en Japón. Demoro menos de lo que hubiera imaginado, lo que me lleva a una obvia conclusión—. ¿Sabes cuánto tiempo hemos pasado juntos desde que esto comenzó? Setenta y dos horas. Ni siquiera una semana o un mes. ¿Sabes cuánto lo he extrañado? Miles de horas.

No deja de ser cierto. Estoy sufriendo por setenta y dos horas que pasé con él. Ni siquiera hemos estado juntos un mes.

—Un amor corto con un largo olvido —resume y no sé si fue mi idea, pero sentí que era Quatre hablando a través de él. Mal que mal su comunicación es tan constante que creo que están conectados a otro nivel, aparate de estar juntos como una pareja romántica.

—Es ridículo, toda esta historia lo es. —Es la primera vez que lo digo en voz alta—. Incluso ahora no debo, pero quisiera saber dónde está.

—Eso es fácil.

—¿Lo sabes?

—Sí.

No dice nada más, me obliga a solicitarlo directamente.

—¿Me contarás?

—Claro —dice Trowa sirviéndonos más café—, si es lo que quieres.

Yo sé lo que quiero, lo que no sabía es si debería permitirme querer saber, qué tan saludable sería eso para mí. Por suerte Trowa no me obliga a insistir más allá.

—Está con Quatre desde el día del juicio. Le pidió que lo encerrara. Ha sido un caos en la mansión desde entonces, todos los Managuacs se dedican día y noche a intentar contenerlo porque ha intentado fugarse en varias ocasiones.

Ahora entiendo por qué siempre me decía "Hablé con Quatre", debí suponer que Duo estaba con él. Contra mi voluntad, saber que le está costando cumplir su promesa de alejarse de mí me hace sonreír y repara algo dentro de mí.

—No te has rendido, ¿verdad?

Trowa ataca directo con su inesperada pregunta. Su apreciación tiene la sutileza de un balazo en la frente.

—Debo cuidar de mí mismo —elaboro, desistiendo de explicarle lo complejo que es aplastar mis sentimientos y velar por mi propio autocuidado—. No puedo seguir enganchado a él sin llegar a ninguna parte.

—Entiendo.

—Ya es hora de que me vaya —aprovecho de informar. Ya he abusado suficiente de su hospitalidad y quizás mi presencia aquí ha hecho que Quatre no venga a visitarlo, aunque eso también puede ser culpa de Duo. Imagino que les es difícil una relación a distancia, considerando que Quatre maneja las empresas de su familia y Trowa viaja entre la Tierra y el espacio todo el tiempo gracias a la movilidad que tiene el circo, por lo que escasamente pueden visitarse el uno al otro. No quiero interrumpirlos más.

—¿Estás seguro?

—Sí, gracias por todo.

—Siempre eres bienvenido.

Nos quedamos otro rato en silencio cuando alguien se acerca a nosotros y avanza directo al centro, donde está el termo de café junto a la hoguera, se sirve en un tazón que ya traía y se sienta entre nosotros. Es Wufei.

Lo que me deja con la boca abierta no es su presencia aquí, sino que antes de acomodarse saluda a Trowa con un beso. Mi mirada busca los ojos verdes y veo confirmación en ellos. ¿Qué tanto sé de Trowa? Nada al parecer, mi teoría de que tenía una relación con Quatre explota ante mis ojos y se convierte en cenizas.

—Yuy —saluda Wufei formal, soplando su café.

—¿Ustedes? —quise que fuera una confirmación, pero salió con más incredulidad de la que pretendí.

—Desde la guerra —confirma Wufei—, ¿no le habías dicho?

—No —confirma Trowa y veo carcajadas en sus ojos verdes. Seguro fue muy entretenido guardar tal secreto, pero eso no evita que me dé cuenta de que Trowa siempre ha estado para mí, ¿cuándo he estado para él? Él sabe todo sobre mí y yo nada. Si estuviera más presente en su vida, lo habría sabido. Debí haber sabido con quién estaba mi mejor amigo y hace cuánto.

Wufei no tarda en comenzar a despotricar sobre el proceso judicial en que me vi envuelto. La palabra "idiota" se repite en varias ocasiones, pero los epítetos más grandes los reserva para Duo.

—Maxwell es el idiota supremo. No solo arriesgó su libertad violando así la seguridad de Preventers, sino que arriesgó mi carrera pidiéndome ayuda para entrar —reclama poniéndose rojo de ira—. No le importa nada ni nadie si se trata de ti. Maldito trenzado egoísta.

—¿Por qué le ayudaste? —cuestiono sin comprender.

—Porque yo detecté su intrusión y ¿cuál era la otra alternativa? —gruñe molesto—, ¿entregarlo? Le habrían dado más cantidad de años a la sombra de lo que duró la guerra.

Es fácil comprender que Duo no pidió su ayuda antes de su plan, sino que fue sorprendido por él durante la ejecución. El trenzado puede ser muchas cosas, pero no habría arriesgado su carrera de forma premeditada. Debió ser una sorpresa que Wufei lo interceptara esa noche.

—Además ya había derribado a los guardias cuando yo llegué. No había forma de evitar su delito.

—Pudiste entregarlo —le digo, solo por fastidiar—, después de todo esa era la responsabilidad de tu uniforme.

—Tú pudiste evitar acabar en esa celda para empezar —devuelve insidioso—. Incluso me molesté en advertirte.

Antes de que pueda replicar, Trowa se larga a reír de pronto y hace que los dos lo miremos con incomprensión.

—Es difícil cuidar a los amigos —explica, insinuando un vínculo más fuerte entre Wufei y Duo, pero también entre Wufei y yo, uno que ninguno de los dos está dispuesto a reconocer, así que el silencio cae sobre nosotros nuevamente. No pasa mucho antes de que recuerde que he estado durmiendo con Trowa en su amplia cama, ocupando un lugar que claramente reclamará Wufei hoy. No es eso lo que me molesta, sino el presentimiento de lo que pasará entre ellos porque me consta que no se han visto desde el día del juicio.

Cuando llega la hora de dormir, Trowa prepara el sofá para mí, el que está paralelo a la cama. Me acuesto de mala gana dándoles la espalda y el sonido de besos no tarda en llegar a mí. Debí irme antes, hoy en la mañana habría estado bien. Escucho a Wufei susurrar que no, que estoy yo aquí y no me queda dudas de que es Trowa quien está intentando avanzar más. Muy amigo mío es y lo precio como tal, pero la incomodidad que siento se traduce en ganas de darle un tiro justo en este momento.

Estoy tan quieto que me sobresalto cuando alguien toca mi brazo. Miro por sobre mi hombro y es Trowa, extendiéndome un reproductor de audio con audífonos. Su mirada es de disculpa mezclada con diversión, yo le pongo los ojos en blanco antes de recibirlo y volver a mi posición original. Pero no desprecio la ayuda para evadirme, me coloco los audífonos y busco rápidamente una canción no demasiado estridente que me permita dormir. Cuando los gemidos se alzan por sobre la melodía, aumento más el volumen.

A la mañana siguiente Wufei no puede mirarme a la cara. Me despido de él con un apretón de manos y no digo nada para avergonzarlo —más porque Trowa me lo está pidiendo con la mirada que por él—, aunque varias alternativas cruzan por mi mente. De todas formas, su rostro está demasiado rojo por su cuenta y de por sí es gracioso de ver.

Catherine se despide de mí con un abrazo y me desea un buen viaje, justo después de darme un largo discurso sobre el autocuidado personal y la salud. "Quiero verte llegar sano la próxima vez", exige.

—Mantente en contacto —pide Trowa.

—Lo haré —aseguro—, lo suficiente para no perderme más novedades.

Sus ojos destellan divertidos. Sabe que me refiero a que no supe nada de su relación con Wufei hasta ahora.

—Podrías visitarme más seguido —propone.

—Solo si Catherine me deja trabajar.

—Si vienes en buenas condiciones, ¡por supuesto! —exclama ella—, pero las últimas dos veces que has estado aquí… ay, mejor no quiero ni recordar la primera, tanta sangre...

—Entendido —acepto, como si fuera una misión. Así emprendo el viaje en una moto que Trowa me facilitó y que según él no tengo que molestarme en devolver, ya que se trata de chatarra vieja que reparó solo como entretención personal.

Me quedo varias semanas vagando en esta colonia, la vida aquí es como en cualquier otra, pero inevitablemente me recuerda mi colonia natal. No es que la extrañe particularmente ni que me llene de nostalgia, pues el tiempo que crecí allí estuvo cruzado por la violencia que se desató tras la muerte del pacifista Heero Yuy. Es la vida en el espacio la que extrañaba después de tanto tiempo en la Tierra.

Eventualmente salgo de aquí y aprovechando que estoy en el punto L3, visito X- 18999. La última vez que estuve en este lugar fue durante el conflicto de AC 196, donde Dekim Barton manipuló a Mariemaia, la hija de Treize Khushrenada, para llevar a cabo la Operación Meteoro original. En mi camino para detener esa rebelión y rescatar a Relena, me crucé nuevamente con Duo. Todos los expilotos habían notado los movimientos extraños de una u otra manera, pero fue con él con quien me encontré primero y compartimos información. Puedo recordar cada palabra que nos dijimos entonces, aunque no hubiera nada personal en ellas. ¿Acaso ya me gustaba entonces? No lo sé, Duo no es tan fácil de leer como se espera de él en una primera impresión, pero fue pocos meses después de que yo destruyera el refugio de la fundación Burton en esta colonia que él vino a mí por primera vez. Quizás era yo quien le gustaba entonces, pero no pude ver nada de eso, cegado por la misión de rescatar a Relena y preservar con ella la paz.

Cuando me inundan los recuerdos de aquella vez en Japón, donde un sencillo beso nos lanzó a esta historia con final insatisfactorio que roza el desastre, vuelvo a moverme a otra colonia. Cambio del punto L3 a L1, paso por mi colonia natal donde los recuerdos de los primeros levantamientos se mezclan con la paz reinante en la actualidad, destacando más las diferencias. Luego recorro varias colonias del punto L2 y mentiría si dijera que no aterricé en V-08744, la colonia de la que Duo es originario. Donde antes estaban las ruinas de la Iglesia Maxwell, hay una nueva iglesia en pie, pero junto a su puerta hay un memorial que recuerda a las 245 víctimas que dejó el ataque de la Alianza que buscaba aplacar a los rebeldes que se oponían a su poder de conquista.

Muy lejos de la fe religiosa, agradezco silenciosamente que Duo no hubiese sido uno de esos nombres y que en cambio hubiese salido con vida de ahí. A pesar de todo lo que pasó entre nosotros, no cambiaría el haberlo conocido. Es un hombre impresionante, desde niño lo ha sido, según lo que leí aquel día que me permitió leer su expediente.

Esa misma noche el extrañarlo me traiciona con más fuerza, quizás por la sensación vívida de que Duo pudo de hecho morir en ese desastre, y accedo a la copia que tengo en la nube de mi notebook anterior. Por alguna razón termino repasando los accesos externos a mi red, pues el que hubiera podido rastrearme tan fácilmente solo se podía explicar con que mi primer sistema hubiese estado intervenido por él. Aunque eso no explicaba cómo pudo hacerlo desde que realicé un cambio de computadora. Ese misterio sigue vigente, pero pierde fuerza ante lo que encuentro allí.

Duo tenía una impresionante presencia en mi computadora, de la que jamás me di por enterado, lo que confirma que sus habilidades informáticas son superiores a las mías. No solo eso, la forma en la que se las había arreglado para no hacer saltar mis alarmas ni topar con mi seguridad, era simplemente magistral.

¿Todo ese esfuerzo para qué? Para mirarme en vivo y en directo. Duo podía verme a través de la cámara web, la que podía activar sin que encendiera la luz. Prácticamente no había día en que no se hubiera conectado a verme.

—Mierda, Duo…

Ante esta evidencia olvido por completo mi objetivo de revisar si podía rastrearme o no por un largo rato. Cierro los ojos con dolor, Duo es un idiota, un psicópata obsesionado. De verdad no había existido día en que estuviéramos separados en que no se acordara de mí. Por supuesto resultó que sí me había rastreado por ese medio, al menos hasta que me di cuenta y cambié de equipo, lo que me lleva nuevamente a Relena. ¿Sería posible que me hubiese traicionado? Había llegado a consultarle sobre ello, pero su respuesta, ahora a la luz del recuerdo, no sonaba tan contundente como hubiera esperado.

No puedo analizar nada con frialdad. Lo que he descubierto me hace doler el pecho como si tuviera una herida enorme y abierta. Es demasiado lo que me hace sentir este estúpido trenzado, por lo que me pongo en movimiento otra vez. Voy de colonia en colonia por meses, cansándome de visitar lugares turísticos, caminar sin rumbo por las calles de las colonias, visito memoriales de víctimas civiles de la guerra, prácticamente en todas las colonias existen decenas. Las únicas excepciones son las colonias que se construyeron post conflictos armados, esas sí están limpias de baños de sangre.

Avanzo implacable en un extenuante viaje que tiene como único fin aplastar estos sentimientos rebeldes. No me detengo ningún día hasta que el cansancio me derrota lo suficiente como caer dormido de inmediato, sin pensamientos molestos.

Poco más de un año alcanzo a viajar a este ritmo hasta que una llamada me frena. Es la alerta de seguridad que me notifica que Relena está en peligro. Dejo pasar la comunicación y su rostro aparece en pantalla.

—¡Estoy bien! —es lo primero que dice enérgica —, discúlpame por usar este medio, pero no has respondido mis emails y no tenía cómo llegar a ti.

—No hay problema —respondo, sin dejar traslucir mi alivio. Realmente pensé que podría haber sido una emergencia—. ¿Qué sucede?

—¿Tú estás bien? —acerca su cara a la pantalla, está intentando verme mejor. Estoy en una semioscuridad solo iluminado por el mismo equipo y prendo una lámpara de escritorio que le permite verme mejor—. Por dios, Heero, estás muy delgado. ¿Cómo puedes lucir peor que la última vez que nos vimos? ¡Estás en libertad!

No tengo respuesta para eso. Me he estado sometiendo a un ejercicio constante, no hablo solo de recorrer, sino que cuando eso no es suficiente para aplastar el nombre de Duo en mi cabeza, me he ejercitado físicamente con la misma dureza que en mi entrenamiento militar. Y ahora que ella me lo hace notar, he descuido bastante mi alimentación.

—No he sabido de ti desde el día del juicio —reclama, sin perder tiempo—, lo poco que he podido obtener es porque interrogué a Quatre, que por Trowa sabe que estás bien, al menos vivo. ¿Por qué has mantenido comunicación con él y no conmigo?

Su pregunta es inesperada y no tengo una respuesta tampoco para ello. No me di cuenta cómo había pasado tanto tiempo. Es cierto que con Trowa me comunico una vez al mes. No sé por qué no la contacté a ella. Era algo más instintivo que planeado.

—Bueno, no te presionaré al respecto —dice ante mi silencio—, pero te necesito aquí, Heero.

Eso llama mi atención, en especial su tono serio.

—¿A qué te refieres?

—¿Estás en la Tierra?

—En el espacio —aclaro.

Hace un puchero ante esa información.

—Vas a tener que ir planificando tu regreso a la Tierra porque voy casarme —informa—. Y luego de mi futuro esposo, tú eres el hombre más importante en mi vida. Me gustaría que fueras mi padrino de bodas, Heero, ¿podrías concederme ese honor?

Se queda expectante, sus ojos brillan con súplica y cierto remanente de enojo por mi "no contacto" y mi condición física. Aún así noto que está feliz y me gusta eso. Relena se merece lo mejor.

—Será un placer.

—¡Oh, por dios! Tenía tanto miedo de que me dijeras que no —reconoce a la carrera y eleva los brazos en señal de victoria—. Te lo agradezco tanto, no sabes lo mucho que significa para mí.

Sonrío, el afecto que nació por ella en la guerra sigue en mí tan anidado como el primer día. Haría lo que fuera por ella.

Al menos una hora demora en contarme los detalles, fechas, pruebas de vestuario y cuándo será el evento final. De pronto se calla de golpe.

—Sabes que tendrás que llevarme al altar, ¿verdad?

—Lo imaginé.

Vuelve a sonreír.

—Eres lo máximo, Heero. Te espero entonces en tres semanas más, pero si quieres venir antes, no hay problema, siempre eres bienvenido en la mansión Peacecraft.

Continuará…


Gracias a Arodnas y al Guest (perdón, no está tu nombre para agradecerte más directamente, pero supongo que eres Ashii) por darme un necesario empujón para continuar esta historia, sus impresiones son pura gasolina para seguir. El próximo es con toda seguridad el último capítulo. En unos dos meses dense otra vuelta por aquí, trataré de tenerlo subido para entonces. Ojalá pudiera prometerlo antes, pero ya conocen mis tiempos de actualización. Para qué vamos a engañarnos, ¿verdad?