Disclaimer: Saint Seiya es propiedad de Masami Kurumada.

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Sus miradas se cruzaron y el tiempo se detuvo para ellos. Poco a poco las lágrimas en los ojos del caballero de Andrómeda se fueron acumulando, mientras que la mirada de la antigua amazona de Camaleón se mantuvo impasible. De repente, una mano masculina se posó en la mejilla de la etíope, obligándola a que volviera su atención a quien ella atendía en ese momento; el hombre en cuestión, un tipo fornido, de piel bronceada, cabello castaño y laceo hasta los hombros, plantó un beso agresivo en los labios de June. Shun desvió la mirada, las ganas de ir y partirle el alma a ese sujeto invadían su ser, pero lo mejor era contenerse si no quería ser expulsado del templo.

No obstante, por vulnerabilidad, volvió su vista en aquella dirección, sólo para ver como ese desgraciado llevaba una de sus manos hacía el trasero de June y lo apretaba, mientras profundizaba el beso introduciendo su lengua en la cavidad bucal de la chica, habiendo deslizado la mano que sujetaba el rostro femenino hasta su nuca y ella… parecía no molestarle aun sabiendo que él estaba allí; las lágrimas que amenazaban con resbalar hace un momento se habían secado, ahora sus ojos estaban llenos de impotencia ante tan desagradable panorama.

¿Pero qué diantres estaba haciendo allí, parado como un perfecto imbécil observando aquello?, lo mejor era marcharse y no regresar. El sujeto había empezado a mover su pelvis, buscando hacer fricción con la zona íntima de June, pese a llevar puesto un pantalón gris, pero justo cuando Shun iba a dar la media vuelta, June cortó el beso con aquel cliente poniéndose de pie como si el contacto le quemara. Otra vez se encontraron sus miradas, ahora la de ella denotaba vergüenza mientras la de él se mantenía expectante.

-¿Qué te pasa, muñeca? No me vas a dejar así, ¿o sí?- el tipo se quedó observándola con gesto de no entender lo que estaba pasando mientras señalaba su entrepierna con ambas manos. June regresó su vista hacia Shun, la expresión en los ojos de la chica cambió mostrando tristeza y algo de rabia; por su parte, el hombre desconocido se volteó a ver al santo de Athena, notando por fin su presencia.

-¿Y tú quién eres?- preguntó poniéndose de pie -¿qué haces aquí? ¡¿qué no ves que June está conmigo ahora?! ¡tendrás que esperar tu turno!- sentenció esto último señalando a Shun con el índice de su mano izquierda.

-Será mejor que tú te retires, Ioannes- mencionó June.

-¡¿Qué?!- el tal Ioannes posó sus ojos grises en ella -¡de ninguna manera! ¡yo no me voy a quedar con estas ganas, primero te acuestas conmigo!-.

El hombre sujetó a June por los hombros, con brusquedad - No me importa que seas la favorita del señor Hímeros, ¡tú no me vas a hacer esto!, ¡te tendré así sea por la fuerza!-.

Bastó con oír esa amenaza para que Shun pudiese entrar en escena y enseñarle a ese patán cómo se debe tratar a una mujer; sin embargo sólo logró dar un par de pasos, pues se quedó estático al ver, en una especie de cámara lenta, cómo June se soltaba del agarre para después clavar su puño en la entrepierna de Ioannes. Lo siguiente que vio fue al pobre hombre que yacía en el piso en posición fetal, sujetando su parte violentada y con una expresión de dolor, que Shun no tuvo más remedio que sentir compasión por él.

No supo en qué momento ni de dónde salieron otras siete heteras a atender al desdichado; tal vez hasta ahora se percataba de ellas. -¡Ay, June! Esto no va a complacer al señor, ni un poco-. Sentenció una hetera de cabellos castaños, ojos verdes y piel canela.

-Tenía intenciones de forzarme, yo sólo me defendí- June se cruzó de brazos y miró en otra dirección. Aquella hetera rodó los ojos.

-Anda ya, es obvio que necesitas un descanso, ve a tu habitación-.

June miró a Shun de soslayo y obedeció a esa orden sin mediar palabra, mientras tanto él aprovechó el alboroto para ir tras ella. Cruzó el umbral de una puerta de tamaño mediano que conducía por un pasillo amplio y largo, allí pudo observar a la antigua amazona caminar con paso acelerado al tiempo que contoneaba sus caderas, como si se tratara de una modelo de pasarela.

-¡June, espera!- llamó él, pero ella no detuvo su andar, así que Shun optó también por acelerar el paso; al verse perseguida, June comenzó a caminar aún más rápido –June…- llamó de nuevo, esta vez con voz profunda e imitando el ritmo que llevaba la etíope hasta que, por inercia, ambos empezaron a correr como si se tratara del juego la lleva* que les tomó lo que quedaba del camino. June azotó la puerta de su habitación en cuanto logró entrar en ésta, pero Shun impidió que se cerrara, atajándola con la palma de su mano.

Por fin se encontraban a solas en los aposentos de la ahora hetera favorita del dios Hímeros; aquella era una habitación considerablemente grande, más que la del santo de Andrómeda en la mansión Kido, de amplias ventanas que daban desde el suelo hasta el techo, cubiertas por cortinas de terciopelo rojas, dos sillones del mismo material de las cortinas una cama en la cual podrían caber hasta cinco personas, cubierta por las más finas sedas, y en el ambiente se percibía un agradable olor a vainilla. June se mantuvo de espaldas a Shun mientras él permanecía en el umbral.

-¿Por qué huyes de mí?- preguntó el caballero. En su expresión había una mezcla de molestia y desconcierto. June suspiró.

-¿A qué viniste, Shun?- respondió ella con otra pregunta, aún sin darse la vuelta -¿qué es lo que quieres?-.

Eso desconcertó aún más al santo. Para ser honesto, esperaba una recepción más afable, aunque sabiendo las condiciones en las que ahora se encontraba June… quizás era entendible el porqué de su actitud. Él quiso decir algo, pero las palabras se atoraron en su garganta. June se dio media vuelta, encarándolo al fin, y así Shun pudo detallar las ojeras en los ojos de su amiga, a pesar del intenso delineador que los maquillaba, su ceño estaba fruncido.

Sí, era claro que ella no deseaba su presencia, pero él también quería una explicación, necesitaba saber qué la empujó a cambiarse de bando y por qué precisamente a ser una hetera del dios Hímeros.

-June… no sé cuál sea el motivo por el que estés aquí, ni tengo idea por lo que hayas pasado, pero…-.

-¡Exacto! ¡No tienes idea!- respondió con brusquedad, señalándolo con el índice de su mano izquierda -¡toda mi maldita vida ha sido un infierno desde que se supo que mi rostro fue descubierto ante ti!-.

Shun abrió mucho los ojos ante esa revelación, ¿cómo fue eso posible? Se supone que en ninguna de las dos veces en que eso paso hubo testigos… ¿verdad? –Así como me lo advirtió el maestro Daidalos una vez, si una amazona de Athena revelaba su rostro a un hombre, no importa si este fuese santo o civil, si no lo podía matar o amar ésta debía pasar el resto de sus días como una meretriz, y ese fue mi destino-.

Shun tragó saliva y dio dos pasos al frente tratando de acortar la distancia entre ellos, pero ella retrocedió dos pasos por igual. ¿Acaso ella estaría pensando que él…? –June, juro que no tuve que ver con eso, yo jamás haría algo para arruinar tu vida de esta forma, de ninguna manera, créeme, si hubiese estado en mis manos hubiese hecho todo para protegerte…-.

-Calla Shun, haya sido quien haya sido, esto es lo que soy ahora- la joven elevó los brazos a sus costados, como en acción de demostrar, bajándolos después de unos segundos –cuando se supo que mi rostro había sido descubierto me regresaron a Etiopía, en donde fui forzada a prostituirme, mi virginidad fue subastada, fui violada, incluso han tenido que drogarme para pasar la noche con esas bestias -sus ojos azules se habían cristalizado por las lágrimas, él sólo callaba, cada frase que ella mencionaba se sentían como navajas que se clavaban en lo más profundo de su ser.

-No tienes que permanecer en este lugar- habló él después de unos minutos de silencio y tensión-si he venido hasta aquí es para llevarte conmigo-.

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Que tal, que tal queridos lectores, acá actualizando la historia, espero haya sido de su total agrado. A pesar de que he estado actualizando el fic en muy pocos días no puedo comprometerme a que siga siendo así, ya saben, no es fácil mantener el ritmo.

Líneas aparte, agradecimientos a quienes me dejaron sus reviews: Mel Gothic de Cáncer, darkacuario y Usagi de Andrómeda.

Nada más que decir, pásenla bien.