Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J. K. Rowling. La historia es de Inadaze22.

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Capítulo treinta y tres: Cuando no hay palabras

Primera parte: Algo que arruinar

25 de mayo

La lluvia golpeó el frágil paraguas que compartían.

Y para Draco, sonaba como si hubiera cientos de abejas enojadas tratando de romper el nailon y picarlos. Pero sostuvo el gran paraguas sobre ellos, firme, solo mirando. Ambos estaban observando, pero estaban viendo cosas completamente diferentes. Draco estaba mirando la parte de atrás de la cabeza de Hermione mientras su cabello se encrespaba más por la humedad. Y Granger estaba mirando las puertas de El Profeta, esperando a que Patil saliera.

Draco miró su reloj. Tenían al menos otros cinco minutos antes de que eso sucediera. Luego se movió un poco, solo para descubrir que la parte inferior de sus pantalones estaba mojada.

Maravilloso, hizo una mueca de molestia.

Había sido idea suya quedarse allí. Hubiera preferido esperar en el restaurante al otro lado de la calle. De esa forma, hubieran estado más seco, pero la vista era terrible. Este, para su consternación, era el mejor lugar. Aunque hubiera sido mejor si no estuviera lloviendo, pero el clima no fue del todo sorprendente. La lluvia parecía ser, no solo la historia de la semana, sino la historia de todo su viaje. Draco pensaría que sería extraño si no estuviera al menos lloviznando.

También le parecería extraño que Hermione estuviera tranquila y serena, pero no lo estaba.

Aunque estaba haciendo un trabajo fantástico fingiendo, había pequeñas cosas que la delataban.

Su sospecha había comenzado durante el enorme desayuno que ella había preparado, pero se distrajo por la compañía de Blaise y Pansy. La sospecha había crecido cuando ella se presentó en su oficina, sin previo aviso, y pasó casi una hora caminando mientras él leía los archivos del caso, o al menos lo intentaba. Perdió la paciencia, la sentó cerca de su escritorio y la besuqueó en un intento de aliviar sus ansiedades, bueno, eso fue hasta que Shannon llamó a su puerta para entregarle las actas de la reunión del personal. No era exactamente raro que Granger estuviera en su oficina, pero su rostro ruborizado casi los había delatado. Y luego empezó a caminar de nuevo. Él había asumido que estaba así por muchas razones y la llevó a almorzar, donde ella castigó su comida apuñalándola con un tenedor hasta que él movió el plato fuera de su alcance.

Y luego el tenedor.

Fue hace cinco minutos cuando empezaron la "Observación a Parvati", que fue donde finalmente confirmó sus sospechas. Y todo lo que hizo fue tomarla de la mano. Pero no se trataba de un agarrarse que aplastaba los huesos y cortaba el flujo sanguíneo, era más del tipo... Extraño, incluso necesitado.

Temeroso.

Draco no podía decir que compartía su aprensión. Solo quería que todo esto terminara y haría su parte para asegurarse de que sucediera. Pero esto no era sobre él. Se trataba de que ella tuviera la oportunidad de enfrentarse a la chica Weasley. Y el día de hoy se trataba de que ella hiciera algo que él acababa de empezar a comprender por completo.

Ser una mejor persona.

Granger había argumentado que había llegado demasiado lejos y subido demasiado alto para dejar que algo como la venganza la derribara. Supuso que tenía bastante sentido. También creyó que, a pesar de que había estado inmerso en este lío durante meses, todavía no era su lugar cuestionarla o resistirse. Quería hacerlo, pero si todo lo que Granger quería hacer era confrontarla, Draco iba a asegurarse de que ella tuviera esa oportunidad.

—Esto está tardando una eternidad.

—¿Qué? —apenas la había oído por sobre la lluvia y sus pensamientos rugientes.

—Dije que esto está tardando una eternidad.

Cierto. Draco agarró el paraguas con más fuerza. Este era el punto en el que se suponía que debía pronunciar algunas palabras tranquilizadoras. Draco nunca había sido de palabras o el que daba consuelo; no tenía idea de qué decir que no agravara aún más una mala situación. Entonces, hizo lo único que podía hacer. Se quedó allí, luego le apretó la mano y murmuró "Solo espera" en voz baja.

Hermione lo miró por encima del hombro.

—¿Qué?

El momento fue perfecto.

Justo cuando la palabra salió de su boca, una mancha de color rosa y púrpura llamó su atención.

—Solo espera —repitió Draco mientras miraba su reloj y sonreía. La lluvia empezaba a decaer y allí estaba Patil, justo a tiempo. Sus ojos nunca dejaron a la bruja mientras cruzaba la calle y se dirigía hacia El Caldero Chorreante, donde se suponía que debía encontrarse con Hermione para su entrevista. Hermione estaba moviendo sus labios para interrogarlo de nuevo, cuando él la interrumpió—. ¿Cómo dice ese dicho? ¿Le pasan cosas buenas a los que esperan? Bueno, ahí va...

Si pensaba que ver a Patil ir al lugar haría algo para alivianar los nervios de Granger, estaba muy equivocado. En todo caso, los aumentó.

—Ahí va ella.

Draco no dijo nada. Empezó a contar en su mente. Cinco, cuatro, tres, dos, uno

—Dioses —dijo Hermione de repente, con ansiedad—. ¿Estás absolutamente seguro de que esto va a funcionar? —no le sorprendió que ella lo cuestionara. Solo eran nervios por la confrontación—. Tal vez necesitemos más tiempo para planificar las cosas. Solo para asegurarnos de que todo sea perfecto…

Draco la interrumpió para entregar su respuesta preparada.

Es perfecto, y no hay vuelta atrás. Es ahora o nunca. Hemos repasado esto unas cien veces. Voy a reunirme con Parvati para hacer desaparecer ese artículo y tú te encontrarás la chica Weasley, para que puedas confrontarla.

—Conozco el plan al revés y al derecho. Yo solo...

—¿Estás preocupada? —ofreció incómodo, pero ya sabía la respuesta. Podía sentirlo. Y no solo eso, Draco todavía tenía esa loca urgencia de hacer algo que calmara sus preocupaciones, a pesar de que era una mierda en eso. Cuando Hermione asintió con rigidez, de alguna manera se las arregló para mantener la voz tranquila y firme—. Va a funcionar.

Bueno, eso fue bastante convincente.

De repente, dejó de llover y Hermione tomó el paraguas, lo dejó caer y lo sacudió para secarlo antes de ponerlo en su bolso de cuentas.

—¿No deberías seguirla ahora?

—No —Draco ya había decidido que le iba a dar exactamente diez minutos antes de comenzar a caminar hacia el Caldero Chorreante. Diez minutos sería la cantidad perfecta de tiempo—. Si entro justo detrás de ella, sabrá que es una trampa, especialmente cuando no te vea conmigo. ¿Y qué crees que hará Parvati entonces? Y como ella claramente no es la idiota que yo originalmente pensaba que era, saldrá y volverá a su oficina para averiguar qué sucedió. Y el plan que he trazado tan meticulosamente se arruinará. Así que, diez minutos es todo lo que voy a darle.

—¿Por qué diez minutos?

Oh, había dos razones para eso. Primero, necesitaba tiempo para prepararse, pero no le diría eso. En cambio, le explicaría la segunda razón, que era la "más importante".

—Bueno, es una cosa psicológica, diez minutos le darán tiempo para prepararse para la "entrevista" y disfrutar de la falsa euforia del logro. Es lo suficiente para que Patil crea que ha jugado con éxito su juego y ahora tiene el control total sobre la situación... Cuando, de hecho, no lo hace —explicó Draco.

—Ese no parece tu estilo —respondió Hermione—. Eres observador, y tú, bueno, por lo que recuerdo, esperas ese momento crítico para dar vuelta la situación y acabar con la otra persona por completo.

Ella había estado prestando atención. Draco estaba impresionado. Decidió que más tarde iba a reflexionar sobre eso.

—Tienes razón. No prefiero el elemento sorpresa, es demasiado Gryffindor para mi gusto. Pero este es un caso especial... Ya que estoy tratando con uno, después de todo. Mi padre siempre decía, conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo... —se interrumpió, haciendo todo lo posible por ignorar la punzada en su pecho.

—Draco —la preocupación estaba grabada en su voz y eso hizo que su estómago se revolviera un poco—. Nosotros…

—Hoy no —le dijo ásperamente mientras miraba su reloj—. La peor sensación del mundo es que te quiten la alfombra, por así decirlo —lo sabía demasiado bien, pero apartó ese pensamiento—. Cuando entre por esa puerta, ella no sabrá qué la golpeó.

—Has pensado mucho en esto... Quizás demasiado.

—No hay tal cosa —Draco golpeó el aire—. Especialmente en este caso.

Ella arqueó una ceja, pero no discutió.

Como era de esperar, estaba ansioso por aplastar a Patil como el bicho que era... De una vez por todas, pero no iba a verbalizar eso. Lo último que necesitaba era que Hermione le extendiera un gesto de nobleza a ella también y le sugiriera algo absurdo como que hablara con ella. Aunque... Espera. Las posibilidades de que eso sucediera eran escasas o nulas. Ni una sola vez había cuestionado sus métodos o sus planes.

—Yo… —comenzó Hermione, pero nunca terminó.

—Solo haz lo que tengas que hacer y yo haré lo mismo. No te preocupes.

Su confianza en él siempre había sido una mera nota al pie de página que guardaba en el fondo de su mente para protegerla. Draco realmente no entendía lo que significaba; no hasta entonces. Se volvió mil veces más evidente, y más importante, cuando ella no discutió con él. Y, Merlín, todavía era tan... Extraño.

Su confianza en él. Su nuevo arreglo, definición y estatus en la vida del otro.

Todo era todavía tan nuevo, y… Draco frunció el ceño cuando palideció un poco. Angustioso.

Ella no pareció darse cuenta, estaba demasiado ocupada dándose otra auto charla de ánimo.

—Está bien —dijo con determinación—. Yo lo haré.

Y en ese momento, allí mismo, en el borde exterior del callejón entre un restaurante y una tienda de Quidditch, Draco se dio cuenta de que la razón por la que había estado tan jodidamente agitado por todos los cambios en su relación no era por su actitud o su incertidumbre. Esto tenía todo que ver con ella. No con él. No había nada nuevo allí, pero también era diferente. Estaba aterrorizado de hacer algo, cualquier cosa, que pudiera lastimarla.

Draco no era un santo; era imposible en el mejor de los casos y... Se quedó paralizado. Esto no había sido fácil para ninguno de los dos. Llegar a este punto también había supuesto mucha angustia de su parte, pero había una parte de él que solo pensaba en sí mismo. Tenía sus propias preocupaciones y miedos. Era un rasgo egoísta del que no podía deshacerse del todo, pero en ese loco momento, Draco se dio cuenta de que quería hacerlo porque ella había hecho lo mismo por él.

Después de todo, era justo.

Hermione había renunciado a lo que él se había aferrado firmemente. Confianza. Sí, Draco confiaba en ella, pero aun así luchaba por dejarlo ir y aceptarlo; y confiaba en que podrían resolverlo. Pero ella había hecho todo eso y mucho más. Los había ayudado y parecía cautelosamente determinada con cada pequeño avance que lograban. Su primera cita para comprar alfombras y su primera cena doble con Blaise y Pansy. Y... Maldita sea. Todo lo que tenía que dejar de actuar como usualmente y hacer algún tipo de esfuerzo, tal vez, realmente podrían resolver todos sus problemas juntos sin implosionar o desmoronarse.

Después de todo, había algo allí para que él arruinara.

—Debería ir a la oficina de Parvati y esperar a Ginny —anunció Hermione, metiendo la mano en su bolso de cuentas y sacando la infame capa de invisibilidad de Potter. Draco se encontró a sí mismo, no celoso, pero sí curioso. No tenía idea de cómo lucía. Granger debió haber leído la expresión de su rostro porque comenzó a explicarle—. Fui a comprar muebles con Pansy ayer y cuando llegué a casa, Harry llamó y preguntó si podía pasar a la casa. Dije que sí y... —hizo una pausa y frunció el ceño—. No luzcas así.

—¿Como qué? —dijo arrastrando las palabras.

—Suspicaz.

Draco quería decirle que siempre sospecharía un poco de Potter, pero no lo hizo. No era algo en lo que fuese experto, pero los sentimientos, según había aprendido, siempre perduraban y por eso siempre tendría a Potter en su radar. Se pasó una mano por el cabello antes de medio murmurar.

—Yo... Confío en ti —tendría que trabajar en la parte de "complementarse".

Lo que sea que estuviera buscando en su bolso, quedo olvidado. Hermione lo miró con los ojos muy abiertos, pero no dijo nada. Gracias a Merlín por eso. Él había dicho las palabras y había sido honesto, pero no quería responder ninguna pregunta ni escuchar sus comentarios.

—Yo... solo hablamos, bebimos chocolate caliente y vimos videos de Matthew —ella pareció inquieta por un segundo—. Me dijo que estaba pensando en hacer un cambio en su vida, pero no comentó qué cosa, cuándo ni por qué.

Draco memorizó sus palabras. Cuando tuviera tiempo, reflexionaría sobre el próximo movimiento de Potter. Simplemente no hoy. Tenía suficiente para reflexionar para agregarlo a la mezcla.

—Bueno.

Hermione estaba ansiosa.

—Hablaremos de eso más tarde…

—Hoy no —Draco dudaba que ella estuviera de humor para hablar esa noche—. Blaise va a participar en un concurso de trivias y quiere que juegues para su equipo. Solo iré por apoyo moral... Y para verte destruir a todos los seres vivos con el poder de tu mente.

Ella mostró una pequeña sonrisa.

—Suena como un plan.

Y así fue.

—Realmente debería continuar. Su reunión programada comenzará en quince minutos y necesito tiempo para aclarar mi mente y ensayar lo que voy a decirle.

—Claro.

Hermione comenzó a envolverse con la capa de invisibilidad, pero se detuvo.

—Oh, ¿cuánto tiempo tengo antes de que Parvati regrese?

—Todo el tiempo que necesites —respondió un tanto críptica.

Ella lo miró críticamente. Podía decir que ella quería preguntarle exactamente qué quería decir con esa declaración, pero se sintió aliviado cuando no lo hizo. Cuanto menos supiera, mejor.

—Está bien... —Hermione se calló mientras cambiaba su peso del pie derecho al izquierdo—. Pansy me dijo que Blaise tenía asuntos privados que atender hoy, así que canceló la cena. Yo estaba…

—Postergándolo —dijo inexpresivo.

Sus mejillas comenzaron a sonrojarse.

—Lo sé.

Y luego empezó a caminar. Dos pasos a la izquierda, dos a la derecha.

Draco tuvo que agarrarla del brazo antes de que los volviera locos a ambos.

—Quiero que esto termine, pero no puedo obligarme a entrar allí. Sería muy fácil dejar que la enterraras junto con Parvati. Sé que quieres y crees que ella se lo merece, pero… —se rio secamente—. ¿Cuándo he tomado el camino fácil? —Hermione no le dejó responder—. Esto es algo que tengo que hacer. Sola. Creo, no, sé que tengo miedo de lo que pueda pasar cuando entre allí. ¿Qué pasa si salgo y nada cambia? ¿Qué pasa si no puedo hacerla cambiar de opinión y que renuncie a todo esto? ¿Y si...?

—¿No dijiste que habías erradicado esa frase de tu vocabulario?

Ella lo miró.

—Lo hice. Tienes razón.

—Solo… —Draco miró a su alrededor incómodo y luego se pasó una mano por el cabello. Luego apoyó ambas manos suavemente sobre sus hombros y la miró—. Si algo sale mal allí, lo resolveremos... Juntos —esperaba no haber sonado estúpido.

Pero cuando Hermione se relajó un poco, se dio cuenta de que tal vez, por una vez, había dicho lo correcto.

—Juntos.

Le dio un beso en la frente, esa era su primera muestra de afecto público. Su cuerpo se quedó quieto.

—Estoy seguro de que no pasará nada que un hechizo de memoria rápida no pueda arreglar.

La escuchó reír.

Eso fue lo suficientemente bueno para él.

Draco la soltó y miró su reloj. Habían pasado casi ocho minutos desde que Patil se había ido a El Caldero Chorreante, y en seis minutos Ginny vendría para su reunión programada con Parvarti. Hermione necesitaba irse.

—Debieras…

—Vamos —dio un paso atrás lentamente—. Y acaba con esto —Hermione desdobló la capa y la envolvió alrededor de sus hombros, haciendo que la parte inferior de su cuerpo desapareciera de la vista. Draco parpadeó, primero para acostumbrarse a la vista de la cabeza flotante de Hermione. Él pestañeó de nuevo cuando ella le dio un beso en la mejilla y le susurró "Gracias" al oído antes de que ella se cubriera la cabeza y desapareciera por completo de la vista.

Draco observó que la puerta del Diario El Profeta se abriera y cerrara antes de moverse.

Sacudió la parte inferior de sus pantalones para secarlas y miró a su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie, porque Draco Malfoy saliendo de un callejón era, al menos, digno de un chisme. Después de asegurarse de que todo estaba despejado, salió y comenzó a caminar en dirección al Caldero Chorreante.

El Callejón Diagon estaba comenzando a llenarse de clientes y vendedores, por igual, todos los que habían abandonado las calles durante la fuerte lluvia volvían. El sol había comenzado a asomarse detrás de las nubes de tormenta y, por un segundo, se preguntó si esto era una señal de lo que vendría. Draco forzó hábilmente ese pensamiento en los recovecos de su mente y se obligó a sí mismo a concentrarse en la tarea que tenía entre manos cuando llegó a la salida del Callejón Diagon.

Oh, no tenía ninguna duda de que sabía exactamente cómo se desarrollaría todo; Draco había trabajado en los detalles minuciosamente y tenía un plan de respaldo, en caso de que surgiera alguna situación.

Estaba listo, pero su mente no lo estaba. Entraría allí.

Draco se sacó de la cabeza. No había espacio en su mente para ello. Entonces, dejó de pensar en Hermione, el futuro y el egoísmo; desapareció cada pensamiento y cada pequeña revelación que había hecho hoy, todas las cosas que podrían salir mal y las preocupaciones que hacían que su estómago se retorciera y se revolviera. Se estaba preparando para la batalla, una pelea que sabía que ganaría, pero sería una batalla de todos modos. Y mientras Draco caminaba el resto del camino hacia el Caldero Chorreante, endureció su rostro y su mente, llenándose la cabeza con palabras, estrategias y planes.

Puso el tablero de ajedrez, planeo y trazo los movimientos de apertura, y todos los jugadores estaban en sus respectivos lugares.

Draco atravesó las puertas e hizo el primer movimiento.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Segunda parte: Según el plan

Hermione se acostumbró a no crearse nunca una rutina en el trabajo.

La belleza y la maldición de tener una rutina era que, en algún momento, estaba destinada a convertirse en una segunda naturaleza tuya. Cuando eso le sucedía a alguien, su trabajo ya no era una profesión que involucraba una habilidad; era algo que hacían sin pensar para pasar el tiempo y cobrar dinero. El trabajo y la productividad sufrían, así como la capacidad para notar cuando algo estaba ligeramente diferente.

Como una puerta de un ascensor abriéndose y cerrándose misteriosamente... Cuando no había nadie dentro.

Faltaban cuatro horas para la fecha límite de impresión de la edición vespertina de El Profeta, pero el caos aún no se había apoderado de todo el piso. Sin embargo, era solo cuestión de tiempo. Quizás en una hora más. Pero en ese momento, estaba completamente en silencio y todos parecían estar trabajando, pero ella podía ver el aburrimiento en sus ojos. Su inconsciencia había hecho que entrar a escondidas fuera tan fácil, demasiado fácil. Y aunque Hermione no estaba acostumbrada a que nada fuera sencillo, aprovechó la oportunidad que se le dio.

Después de hacer a un lado a dos empleados que no estaban prestando atención a su entorno y un encuentro cercano con un memo, Hermione encontró el camino a la oficina de Parvati.

No fue exactamente difícil de encontrar.

Había una nota verde neón en su puerta.

Volveré en una hora - P.P.

Momentos después de arrebatar la nota de la puerta, Hermione se detuvo y recorrió la habitación. Había una bruja mirando en su dirección. Y por un segundo, el pulso de Hermione se aceleró con el temor de haber sido descubierta. Pero luego la bruja se sacudió, apoyó el codo en su escritorio y comenzó a mirar de nuevo. Había estado dormida... Con los ojos abiertos.

Hermione esperó un minuto antes de quitar rápidamente la nota de la puerta.

Definitivamente, no necesitaba que nadie viera esa nota.

A continuación, rompió las protecciones de Parvarti rápidamente y sin ningún ruido. Hermione había esperado poner a prueba sus habilidades, pero parecía que Parvati no era particularmente paranoica. No podía creer su suerte, o el hecho de que Parvarti la había subestimado. Pero no importa. Hermione usaría su ignorancia para su propio beneficio. Y con un Alohamora casi silencioso, abrió la oficina de Parvati, lo suficiente para deslizarse, sin que nadie se diera cuenta.

Se quitó la capucha de la capa de invisibilidad, lanzó un hechizo silenciador, instaló algunas barreras de privacidad y miró a su alrededor. La oficina de Parvati era pequeña, bueno, más pequeña de lo que había imaginado. Y más colorida también.

Las paredes estaban desnudas, aburridas y pintadas de un extraño color albaricoque que hizo que Hermione se estremeciera.

Hermione se aventuró más en la oficina. Era una mezcolanza de muebles rococó tratando de mezclarse con el estilo mágico y paredes feas. No había efectos personales, pero sí muchos pergaminos. Cubrían el escritorio, junto con algunas tazas, fotografías y cajas vacías de comida para llevar.

Obviamente, Parvati pasó demasiado tiempo en esta oficina; eso fue casi inquietante.

Algo más escalofriante, las fotografías.

Estaban esparcidas sobre su escritorio, separadas de las tazas, pergaminos y cajas. Hermione no se molestó porque las fotografías fueran de ella y Draco; lo había esperado. Parvati parecía estar feliz de seguirlos desde el baile en la Mansión Malfoy. Sin embargo, a diferencia de algunas de esas fotografías, estas eran reales. Hermione podía decirlo. Incluso pudo identificar los días en las que se habían tomado. Por supuesto, había algunas de la noche en que Parvati se les acercó, pero también otras de ellos en diversas etapas de unión que parecían relatar las últimas semanas de sus vidas.

Pero luego vio la copia de la foto de Matthew.

Se lo había dado a Harry como recuerdo hace semanas.

La secuencia de dos golpes en la puerta hizo que todo volviera a enfocarse, pero ya era demasiado tarde.

Hermione no tuvo tiempo de esconderse o cubrirse con la capa; todo lo que pudo hacer fue ver como la puerta se abría y Ginny Weasley asomaba la cabeza.

—¿Parvati? —ella miró a la izquierda—. Estoy aquí para... —miró a la derecha... Y sus ojos se encontraron. La sorpresa brilló en sus rasgos, pero desapareció rápidamente cuando su rostro se convirtió en piedra.

Tensión.

Era del tipo que Hermione siempre había sentido cerca de Ginny, y no la había sentido desde esa tarde en el techo de San Mungo. Era el tipo de tensión que resultaba lo suficientemente familiar como para sentirse habitual. Hizo que Hermione cuadrara sus hombros y cruzara rígidamente los brazos sobre su pecho a la defensiva. El concurso de miradas no duró mucho porque Ginny dio un pequeño paso hacia atrás, como si se estuviera girando para irse, y Hermione la detuvo.

—Yo no haría eso si fuera tú.

La esquina de la boca de Ginny se crispó; una sombra fugaz de una mueca. Su voz era anormalmente baja.

—No tienes idea de lo que estoy a punto de hacer.

—Te ibas, ¿no? Tal vez para volver con los de seguridad...

Ginny cambió su peso de un pie al otro.

—¿Cuál es tu punto? Estás allanando. No es exactamente un hábito nuevo, pero no importa.

—Para cuando regreses, me habré ido y no habrá rastro de que estuve aquí —respondió Hermione con total naturalidad—. Nadie me vio entrar y nadie me verá salir. No te creerán.

Lo que sucedió a continuación fue algo que había anticipado e incluso planeado. Ginny fue por su varita, probablemente para encarcelarla, pero Hermione fue más rápida. Un hechizo de desarme después, la varita de Ginny estaba en su mano. Hermione puso ambas varitas en el desordenado escritorio de Parvati.

—¡Devuélveme mi varita! —ordenó con vehemencia.

—Lo recuperarás cuando terminemos aquí, no antes —hizo un gesto hacia la silla al otro lado del escritorio—. Deberías tomar asiento —cuando Ginny se quedó allí, desafiante y enojada, Hermione murmuró para sí misma—. O no —miró a su alrededor antes de dirigirse a ella—. Mira…

—Deja esa mierda, Hermione. ¿Por qué estás aquí?

—Estoy aquí por ti.

Esa claramente no era la respuesta que esperaba Ginny.

—¿Por mí?

—Sí. No quiero ningún drama. Solo quiero hablar…

—¿Hablar? —Ginny se resistió—. ¿Quieres hablar conmigo? —luego soltó un bufido—. Es gracioso, ya que eres la última persona en la Tierra con la que quiero tener una conversación. No es que tengamos nada que discutir en primer lugar.

—¿Dónde diablos has estado durante los últimos dos meses? Puedo pensar en un millón de cosas que finalmente debemos discutir.

Los ojos de Ginny se abrieron primero con claridad, luego se entrecerraron en desafío.

Testarudez.

Estaba en los ojos de Ginny y en su naturaleza, tanto como en los suyos. No la dejaría retirarse, rendirse o aceptar la derrota, pero, muchas veces, la terquedad de Ginny la empujaba a hacer cosas que rayaban en la estupidez.

—Parvati me tendió una trampa, ¿no es así? —Ginny hizo una mueca.

—Esto es una trampa, pero Parvati no está moviendo los hilos. Ella, obviamente, no tiene ni idea de que estoy aquí o de lo contrario estaría aquí también. De hecho, ella está en el Caldero Chorreante ahora mismo, esperándome. Me imagino que actualmente está recibiendo el impacto de su vida...

—Espera —levantó la mano antes de lanzar una pregunta tras otra a una tranquila Hermione—. ¿Qué quieres decir con que te está esperando? ¿Por qué lo haría? Se supone que tendríamos una reunión ahora mismo.

—Oh, lo sé, pero eso no cambia el hecho de que ella programó una entrevista conmigo hoy —Hermione se movió para mirar dentro de los cajones de su escritorio. El primero estaba lleno de plumas, el segundo estaba repleto de dulces y el tercero contenía lo que necesitaba... Una pequeña agenda morada. Hermione la tomo, la abrió con la fecha de ese día y se lo entregó a Ginny—. Revisa su agenda. Compruébalo tú misma.

Ella lo agarró y escaneó la página en busca de alguna prueba de que Hermione estuviera mintiendo y sus cejas fruncidas se relajaron lentamente cuando la comprensión se apoderó de ella. Ginny levantó la vista de repente.

—Pero, pero ¿por qué querría reunirse contigo?

—Quiere una entrevista sobre mi hijo.

Hermione había pasado las semanas después de que Parvarti interrumpiera su cena, enojada con Ginny. También había una multitud de otras emociones involucradas, pero ahora era diferente. Cada parte de ella quería romper cristales, hacer temblar la tierra. Quería tormenta y truenos. Deseaba gritarle como lo había hecho la noche en que se enteró de Matthew. Había estado esperando este día durante las últimas dos semanas solo para poder mostrar su furia.

Esta era la hora perfecta.

Este era el momento perfecto.

Pero ella no pudo.

—No vine aquí esperando nada de ti, Ginny. Solo quiero que me escuches, por una vez. Vine aquí para decirte la verdad. Toda. Y puedes desconectarte, ignorarme, pero no saldré por esa puerta hasta que termine de hablar. No me iré hasta que decida hacerlo.

Ginny se cruzó de brazos y escupió amargamente.

—¿Y bien? Continúa. ¿Cuál es esta "verdad" que quieres contar...?

Fue un extraño momento de… Bueno, no pudo pensar en la palabra perfecta, por una vez. Pero el hecho de que Ginny le estuviera dando la oportunidad de hablar la había dejado temporalmente desconcertada y sin habla. ¿Por dónde empezar? ¿Por qué empezar? ¿Con quién empezar? Había planeado esta conversación y hasta el momento nada sucedió de acuerdo con el plan. Pero eso era de esperarse.

Hermione tomó la capa de la silla y la sostuvo en su mano. Cuando Ginny jadeó momentos después, se dio cuenta de que había cometido un error. Maldición. Y luego intentó decir algo, pero no tuvo la oportunidad.

Su voz era baja y Hermione escuchó la ira apenas disimulada.

—¿Cómo…? —ella negó con la cabeza como si la respuesta potencial le doliera físicamente— ¿Por qué tienes eso? Es de Harry —Hermione abrió la boca para responder, pero nuevamente no tuvo oportunidad—. Dime que irrumpiste en nuestro apartamento y la robaste.

Maldita la verdad, maldita la mentira. Era una situación muy mala, pero estaba en un momento de su vida en el que podía manejar las consecuencias.

—Sí —respondió Hermione lo más uniformemente que pudo—. Esto es de Harry, pero…

—Dime cómo la conseguiste —exigió con vehemencia.

Hermione se mordió el interior de la mejilla antes de responder.

—No entré en tu apartamento, para empezar. Harry me la presto. Él...

—¿Harry te la presto? Él… ¡Él apenas me deja mirarla! —el enojo estridente en la pregunta de Ginny la hizo estremecerse por dentro y dejó caer la capa en el asiento—. ¿Harry sabía que vendrías aquí? Él… —hubo una dolorosa y abrupta pausa—. Me ocultó esto —la furia de su voz fue reemplazada por una especie de fría resignación—. Harry está involucrado en esto —fue una declaración. No es una pregunta. Y miró a Hermione en busca de confirmación.

Había tenido suficiente experiencia con Ginny para saber que estaba a solo unos segundos de la detonación, pero eso no la detuvo.

—¿Qué esperabas? No lo escuchas. No lo haces…

—¡No puedo creer esto! No puedo creer… —se detuvo de repente, notando el cambio de expresión del rostro de Hermione—. Tú ... Eres . Dioses, siempre fuiste tú, ¿no? Sabía que algo andaba mal, lo note hace semanas. Harry ha cambiado. Ha estado distante, de mal humor y enojado. Me ha estado tratando como si fuera una extraña con la que se acaba de mudar. Pensé que era por el estrés, que era porque me enteré de... —hizo una pausa, sin atreverse a hablar sobre el elefante en la habitación—. Ahora veo que fuiste . Lo hiciste. Lo cambiaste. Eres...

Hermione retrocedió.

—Yo no hice que Harry hiciera nada. Él tomó la decisión y…

—¿Por qué no dejas de mentir? ¡No tiene sentido! Puedo ver a través de tu mierda. Tú...

—¡Abre los ojos, Ginny! —ella respondió con fiereza—. ¿Alguna vez se te ocurrió que tal vez no soy yo, tal vez eres ? Quizás tú eres la razón por la que Harry está tan distante, que eres la razón por la que parece tan enojado, tal vez…

—Obvio que dirías eso, ¿no? Nada es tu culpa. Eres tan inocente en todo.

—Nunca dije que fuese inocente, pero no asumiré la culpa por lo que sea que esté pasando entre tú y Harry. ¡Ni siquiera soy parte de eso!

—¡Sí lo eres! —Ginny gritó mientras golpeaba el escritorio con el puño. El dolor en su voz hizo que el estómago de Hermione se revolviera de culpa—. ¡Siempre has sido parte de nuestra relación porque yo siempre he sido su segunda opción!

Hermione miró hacia abajo, mordiéndose el interior de la mejilla, de nuevo. Ella sintió... Bueno, era difícil expresarlo. ¿Qué podía decir ante eso? Después de todo, era la verdad salida directamente de la boca de Harry, él le dijo cómo se sentía dos meses atrás. Y Hermione recordó la primera vez que los vio juntos después de regresar de Italia. Se veían felices, pero las cosas no siempre eran lo que aparecían. Harry y Ginny eran solo un espejismo, una ilusión de sus mentes, causada por una cantidad ridícula de exageración, deshonestidad por parte de Harry, inseguridades mutuas y las expectativas de Ginny.

—No tengo ningún problema en aceptar mi parte en todo esto. Puedo admitir mis errores y faltas. Reconoceré todo. Quizás desempeñe un papel en tu relación, pero no solo es mi culpa. Debes dejar de culparme —Hermione comenzó con fuerza—. Cometimos un error. Nosotros. No solo yo.

—Harry no lo ve como un error —ella sonaba tan amargada.

—Pero yo lo veo así —Hermione le dijo con seriedad—. No puedo volver atrás y cambiarlo, tengo que vivir con los resultados, pero sigue siendo un error. Puedo disculparme por eso. Y lo hago —Ginny rápidamente abrió la boca para replicar, pero Hermione la interrumpió—. Sé que Harry y yo hemos pasado por muchas cosas juntos, tuvimos un hijo juntos, pero no es lo que piensas. Estamos tratando de superar todo eso por el bien de...

—Lo sabía —interrumpió Ginny. Y Hermione, por primera vez, quiso golpearla—. ¿Dijiste que estabas aquí para decirme la verdad? ¿Cuál es la verdad, Hermione? Que te las arreglaste para robarme a mi novio, otra vez. Estás aquí para decirme que ahora que ustedes dos han resuelto sus diferencias, van a huir a Escocia, casarse y criar ese... Hijo que tienen juntos, ¿eh?

Hermione estaba completamente confundida.

—¿Qué?

Hablar con Ginny siempre había sido como lanzar una pelota contra una pared. Las palabras de Hermione siempre regresaban sin dejar ninguna impresión en ella. No tenía sentido intentarlo, pero ella no se rendiría.

—Estás completamente equivocada, Ginny. Yo…

—Oh, no te quedes ahí y trates de negarlo, Hermione. ¡Sé que me va a dejar! —volvió a gritar—. Lo supe antes de ver los anuncios de viviendas en la mesita de noche. Puede que sea muchas cosas, pero no soy estúpida —parpadeó para contener las lágrimas de enojo—. La única forma de que Harry me deje, es si tú decides que lo quieres.

—No lo quiero.

—¡Me estás mintiendo!

—Todo este tiempo me he convencido a mí misma de que no eres estúpida, que solo estás terriblemente mal informada y herida, pero ahora estoy empezando a pensar...

—Solo dímelo. ¿Es por eso que estás aquí? Para…

—Lo que sea que estés pensando, no es...

—… ¿Pedido permiso para hacerme a un lado para que ustedes dos puedan estar juntos?

Hermione apretó los labios, interiormente puso los ojos en blanco con frustración.

—¿Es eso lo que quieres que haga? —preguntó Ginny enojada. Le temblaban las manos.

Ella no respondió, porque necesitaba elegir sabiamente sus palabras.

—No.

Mentirosa —escupió con odio—. Te espera la sorpresa de tu vida si crees que voy a jugar limpio y dejar que me lo quites.

Hermione cambió su peso de un pie al otro, pero no dijo nada. Claramente, era fácil para Ginny culparla por su relación fallida, en lugar de aceptar el hecho de que ella había contribuido a alejar a Harry. Ella consideró decirle eso, pero tenía la sensación de que solo necesitaba quedarse allí y dejar que Ginny lo dijera todo antes de que finalmente lo aclarara. Esto no estaba en su plan de "yo hablo, tú escuchas", pero ¿desde cuándo algo le había salido según el plan?

—Permíteme ser perfectamente clara. He estado con él durante seis años. Lo amé, lo cuidé, lo recogí después de que lo abandonaras, y no voy a caer sin pelear —el puro poder detrás de sus palabras casi la hizo retroceder. Hermione no podía creer que todavía no le creyera—. No me voy a marchar. Ni me voy a rendir. No daré marcha atrás. No me importa que hayas tenido a su hijo, ni que él todavía te quiera, no me importa nada de eso...

—¡Es tuyo, Ginny! —Hermione finalmente exclamó, solo para callarla—. Es tuyo —repitió más tranquila—. Cualquier idea o noción que tengas sobre mi relación con Harry no es verdad. Sí, me prestó su capa de invisibilidad. Sabía que venía aquí. Y también sabía que quería hablar contigo, pero toda esta teoría conspirativa que elaboraste sobre nosotros huyendo juntos, es una completa y absoluta basura.

—Sé que estás mintiendo. Me has mentido antes.

—¡Les he mentido a todos, Ginny! ¡Pero eso no me hace incapaz de decir la verdad! —Ginny abrió la boca para discutir, pero Hermione no se lo permitió—. Puedes quedarte ahí y señalarme con el dedo, dime mentirosa, puedes culparme de todo, pero la verdad es que todos hemos mentido y nuestras mentiras, tus mentiras también, son la razón por lo que estamos aquí hoy.

El desafío estaba escrito en cada línea de su rostro.

—¿Mis mentiras? ¿Qué sabes de mis mentiras?

Ah, finalmente el lugar donde deberían estar. Ella se regocijó interiormente.

—Todo —respondió Hermione de manera uniforme—. La sutileza nunca ha sido tu especialidad. Cuando quieres que se haga algo, simplemente lo haces. No piensas en ninguna de las consecuencias y ni siquiera buscas la verdad. La verdad real. Simplemente, reaccionas —le dijo la verdad—. En el momento en que me enteré del artículo que Parvati esta, o estaba, planeando publicar acerca de que mi hijo es de Draco, casi no tuve ninguna duda de que tú tenías algo que ver con eso.

Ginny tuvo la decencia de permitir que sus mejillas se sonrojaran levemente.

—No se suponía que lo averiguaras. No hasta que saliera —luego su rostro se endureció—. ¿Por qué es que incluso cuando utilizo todos los recursos disponibles, todavía se te las arreglas para...?

—Es asombroso, ¿no? Cómo planeas y proyectas, y crees que has previsto hasta el último detalle. Pero cuando llega el momento de llevar a cabo tu plan, siempre hay una variable en la que no pensaste. Generalmente es pequeña. Una que se pasa por alto fácilmente, pero al final, termina siendo importante —Hermione abrió los brazos—. Siempre debes tener cuidado de con quién trabajas, Ginny.

Fue su turno de parecer perpleja.

—¿De qué estás hablando?

Ella ignoró su pregunta y continuó.

—Sabía sobre tu artículo porque Lavender encontró el registro de nacimiento de Matthew donde Parvarti y se lo envió a Ron como una advertencia… —Ginny pareció sinceramente sorprendida y Hermione se dio cuenta de que Ron le había ocultado un secreto a su hermana. Y ella también se dio cuenta—. Pero si no fuese por eso, igual me habría enterado cuando Parvati se acercó a Draco y ya mi para decirnos que sabía que Matthew no era de él ni de Ron.

Hermione inhaló dramáticamente, solo para darle a la otra bruja algo de tiempo para que comenzara a asimilar la información.

—Ella sabe que Harry es el padre de Matthew.

Por una vez, Ginny finalmente se quedó sin habla.

—Pero ¿cómo?

—Matemáticas y deducción. Le diste todo lo que necesitaba saber, cuando le entregaste nuestras cartas. Y la foto que le robaste a Harry —tomo la copia y se la mostró.

Ginny no miró, físicamente volteó la cabeza hasta que Hermione volvió a dejar la fotografía en el escritorio.

—Yo…

—¿Qué esperabas lograr haciendo todo eso? —preguntó—. Matthew se parece a Harry en esa foto. Por eso se la di.

—Ella dijo que necesitaba una fotografía y Harry se durmió en el sofá con ella en su mano. No la miré. Yo…

Pudo ver como las piezas encajaban lentamente en la cabeza de Ginny.

Hermione no se detuvo ahora que tenía toda la atención de Ginny.

—Tenía la idea de qué harías algo después de descubrir lo de Matthew. No pensé que sería algo tan cruel —le resultaba difícil mantener la voz tranquila—. Aunque tienes tendencia a subestimar a quienes te rodean y, sin embargo, solo escuchaste a medias las cosas.

—No tienes idea de quién soy, Hermione, así que detente. No tienes idea de todo lo que he pasado todos estos años bajo tu sombra en la vida de Harry —ante la mirada de sorpresa en su rostro, Ginny se burló—. Todo seguía girando en torno a ti después de que te fuiste. Harry. Ron. Mamá. Papá. Todo el maldito mundo mágico estuvo obsesionado contigo por un tiempo. No podía ir a ningún lado sin que alguien me preguntara por ti, a dónde fuiste, por qué te fuiste… —Ginny se detuvo abruptamente y frunció el ceño con amargura—. Estaba harta de escuchar tu nombre.

—Eso no es mi culpa.

—¡Es duro!

—¡Eso no te da ningún derecho a actuar de la manera en que lo has hecho! —Hermione le disparó—. Dije esto antes y lo diré de nuevo, madura Ginny. El mundo es más amplio que el estrecho círculo en el que te enfocas.

Ginny no dijo nada, pero la ira prácticamente irradiaba de ella.

—Y por esa razón, no te lo estoy ordenando, te estoy pidiendo que dejes de concentrarte en mí. Puedo merecer muchas cosas, pero no merezco esto.

—Ahí es donde te equivocas —respondió secamente—. El karma es una perra, ¿verdad?

—No sabes la primera cosa sobre el karma. Todo lo que haces, se te regresa de inmediato. Y si crees que estás absuelta, estás equivocada —Hermione le dijo lacónicamente—. En cuanto a la ridícula idea de que merezco todo lo que me pasó... Quizás así sea, pero ¿quién te hizo juez y jurado de mi vida? ¿Quién te dio ese derecho? —Hermione cuestionó con dureza—. Dices que no te conozco, bueno, no sabes nada sobre mí. He visto y hecho cosas que ni siquiera imaginas. Perdí a mis padres y cuestiono mi humanidad en ocasiones, así que no pienses ni por un segundo que puedes simplemente...

—Esto no cambia lo que pasó entre tú y Harry. No cambia el hecho de que…

—Puede que no cambie nada, pero no soy la única que debería sentir tu ira. Sí, me acosté con Harry. Y tuvimos un hijo. Sí, sí, sí. Cometí errores, yo le he mentido a todo el mundo y no soy una buena persona. Pero he hecho todo lo posible para reparar mi actuar de mierda. Puede que yo sea parte de la cuestión, pero no soy el problema.

—¡¿De qué estás hablando?! ¡Siempre has sido el problema, y siempre lo serás!

—No concebí a Matthew por mi cuenta, Ginny —Hermione respiró hondo para calmarse—. Había... Había otra persona conmigo —algo cambió en el rostro de Ginny y Hermione continuó—. Harry también estaba allí, y no puedes ocultar eso con una historia falsa sobre Draco y yo teniendo un hijo al final de la guerra. No puedes cambiar la historia; ni deshacer lo que ya se hizo. Lo único que se puede hacer es aprender de ellos. Todo lo que puedo hacer es repararlos. Todo lo que puedes hacer es seguir adelante.

Los ojos de Ginny no eran más que dos rendijas.

—Y hacerme pagar no es la solución a tus problemas. Hacerme pagar no va a responder a las preguntas que sé que tienes. Únicamente empeorará las cosas, no solo para mí, también para ti —hizo una pausa y eligió sabiamente sus siguientes palabras—. Ya lo ha hecho.

Ella vaciló por un momento.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

Hermione la miró y le respondió tan francamente como pudo.

—Harry lo sabe... Todo.

La transformación de Ginny fue gradual. De hecho, si Hermione no la hubiera conocido, inicialmente habría pensado que no había comprendido lo que estaba diciendo. Pero ese no fue el caso. Primero, sus ojos entrecerrados se suavizaron. Luego, su respiración y postura cambiaron cuando comenzó a mirar de un lado a otro entre Hermione y la fea pared detrás de ella. Estaba pensando y entrando en pánico. Finalmente, se congeló y su piel, que había estado sonrojada por la ira, había comenzado a palidecer. Ginny estaba casi sin aliento.

—¿Todo?

Dejó que la pregunta flotara en el aire antes de repetir con seriedad.

—Todo. El artículo falso sobre Draco como el padre de Matthew, las cartas entre tú y Parvarti coordinándolo, la carta que no me enviaste después de que me fui. Todo.

El terror continuó rodando por los rasgos de Ginny mientras comenzaba a darse cuenta de lo que quería decir.

Hermione quería dejar de hablar, pero no pudo. Había tanto que quería decir y ahora que Ginny estaba callada, tenía algo de tiempo para trabajar realmente en sus pensamientos y sentimientos… Era el momento de obtener algunas respuestas.

—¿Qué esperabas ganar?

Ginny la miró a los ojos.

—Sé que quieres castigarme, pero al hacerlo, entregaste la verdad a la última persona que necesitaba saberlo. El karma siempre tiene una forma de castigarte y lo ha hecho —trató de controlar su respiración, pero descubrió que no era una tarea fácil—. Sé que un artículo como el que planeaste que publicara Parvarti causaría mucho drama innecesario en mi vida y haría que la gente cuestionara mi condición de heroína de guerra. Pero no me importa lo que la gente piense de mí —Hermione le dijo, con la cabeza en alto.

Ella dejó caer los brazos a los lados.

—Draco lo negará y yo también, ¿y adivina qué hará la gente? Buscarán la verdad.

Observó los puños de Ginny apretarse.

—Y si tenemos que hacerlo, Harry y yo diremos la verdad, juntos. No tengo miedo de eso. Nunca lo tuve. Solo he tenido miedo del daño que causara. Y duele. Y dolerá. Porque si tenemos que hacerlo, diremos la verdad sobre cómo nació…

Ginny respiró temblorosamente.

—De cómo vivió.

Ella miró a Hermione.

—Y cómo murió.

Y cuando los últimos trozos de color desaparecieron del rostro de Ginny, Hermione quiso hablar de nuevo, pero descubrió que no tenía palabras.

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Notas: Y… Absolutamente todo salió a la luz. Ya era hora, ¿verdad?

Guest Guest: Me alegra mucho que te este gustando la historia. ¿Verdad que si? Esperaron tanto tiempo por el miedo que ahora, solo tienen que lanzarse y no mirar hacia atrás.

Link historia original: www . fanfiction s/4172243/1/Broken

Naoko Ichigo