Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de Lavender-Long-Stories.
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Hinata se estiró, entrecerrando los ojos ante la luz que entraba por la ventana. Había demasiada luz. Se acurrucó bajo las sábanas.
—¿Hmm? —murmuró Sasuke entre dientes, claramente sin despertarse. Se giró y le rodeó la espalda con el brazo, atrayéndola contra su pecho.
Lo había hecho sin pensarlo. Eso respondía a su pregunta sobre la comodidad. Frotó la nariz contra el hombro de su marido y volvió a dormirse.
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—Estaré fuera por misiones durante un tiempo. Por favor, come e intenta no ser tan imprudente —le dijo Hinata mientras abastecía su cocina.
—Me esconderé aquí —mencionó Sasuke desde su asiento—. Y comeré —añadió cuando ella lo miró.
Hinata esbozó una sonrisa.
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—Pero entonces fue cuando todo empeoró —explicó Sasuke.
Hinata se ató el cabello para que no entrara en el agua de la bañera.
—Me quedaba en casa y no me cuidaba. Comía cuando tenía hambre, pero no lo suficiente. Cuando salía, era solo para recordar lo que ellos creían de mí. No me importa lo que la gente opiné de mí, pero sin la distracción de alguien que no fuera completamente hostil, me volví... Mentalmente inestable —Sasuke se puso rígido. No era fácil para él hablar de esto—. Empecé de nuevo con las peleas solo para tener algo que hacer. Ignoré a mi cuerpo y me quedé mirando el techo hasta que empecé a volverme loco. Y comencé a preguntarme por qué seguía intentándolo y...
Hinata se tapó la boca.
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Hinata abrió la puerta cuando él no contestó, dejando la olla en la encimera. Lo encontró en el sofá mientras él la miraba a medias antes de darse la vuelta.
—¿Sasuke-san? ¿Estás bien? —Sasuke pudo oír sus pasos acercándose. Ella le puso la mano en la frente. Él le dio un manotazo. Ella no se inmutó, solo retrocedió.
—Vete —Sasuke enterró el rostro en el cojín del sofá.
Sasuke podía sentir su preocupación. No tenía energía para eso. El aire se movía mientras ella se inquietaba antes de finalmente cubrirlo con una manta y marcharse.
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Sin embargo, Hinata no dejó de ir. Sabía que se estaba desmoronando. Le hizo comer al menos un tazón delante de ella antes de seguir su camino. Él sabía que, si ella estaba cerca, lo arrastraría y comería, pero con sus misiones, ella no estaba allí para obligarlo a vivir. Entonces, ¿para qué vivir? Lo único que lo mantenía vivo era una mujer que era demasiado amable para dejarlo morir.
Sasuke sabía que se estaba matando. Iba a ser lento y agonizante, pero ¿tenía algo mejor que hacer?
—¿Sasuke-san? —Hinata tiró de él para que se sentara—. Por favor, te estás enfermando. Tienes que levantarte y moverte —Hinata le entregó un tazón.
—¿Por qué sigues viniendo? Esto no te beneficia —Sasuke comió perezosamente lo que pudo digerir.
—Solo te traigo comida —señaló Hinata.
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Su mujer dejó que las lágrimas se derramaran por su rostro, escuchando en silencio, mirándolo con el corazón roto. La misma mirada que ella le dirigió entonces. Sasuke se sentía mal contándole sobre esta parte de su vida, pero ella necesitaba oírlo.
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Luego estuvo la vez en que Hinata estuvo fuera casi tres semanas. Tal vez fueron tres semanas. Los días eran borrosos. Sasuke no la oyó entrar. Ni siquiera se despertó hasta que ella lo sacudió.
Sasuke estaba confundido acerca de por qué ella estaba llorando. ¿Cuántas sacudidas necesitó para despertarse?
—¡¿Sasuke-san?! Te llevaré al hospital.
Sasuke intentó luchar contra ella, pero apenas le empujó el hombro y ella lo levantó como si nada. Claro, ella era una ninja, ¿pero había perdido tanto peso?
—No —Sasuke luchó por soltarse.
—Estás enfermo. A este paso vas a morir —Hinata cedió, colocándolo de nuevo en el sofá, sosteniéndole la cabeza, para poder examinarlo.
—Déjame —los ojos de Sasuke apenas se deslizaron hacia arriba para ver su rostro bañado en lágrimas—. ¿Por qué te importa?
—No puedes tirar tu vida por la borda tan fácilmente —Hinata gimoteó.
—¿Tan fácilmente? ¡Crees que esto es fácil! —Sasuke sonaba débil. Él pudo notarlo.
—¿Rendirse? Sí. Es fácil. Estás tirando lo que te queda porque te hicieron daño. Viviste una guerra, pudiste rivalizar en poder con el próximo Hokage y cumpliste tu objetivo. No te rindas porque no hay nada más que hacer. Proponte algo nuevo. No puedes rendirte sin más —Hinata gimoteó con firmeza, tratando de mantenerlo concentrado.
—Mírame —Sasuke cerró los ojos.
Hinata le dio una ligera palmada en un lado del rostro para mantenerlo despierto.
—Come, date un baño y luego dime que estás listo para rendirte.
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Sasuke acurrucó un brazo alrededor de su llorosa esposa envuelta en una toalla y ella hundió el rostro en su hombro.
—Ya casi terminamos.
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—Si sigues dándome de comer, voy a estallar —refunfuñó Sasuke mientras ella le entregaba otro cuenco. Hinata no dijo nada. Lo obligó a meterse en la ducha y se aseguró de que no se ahogara, luego lo hizo afeitarse. Lo sentó, le cortó el cabello y lo peino. Se lo dejo más corto de lo usual, pero era práctico. Ya tenía un aspecto mucho más saludable—. ¿Por qué demonios estás tan insistente hoy?
Hinata se dio la vuelta, dirigiéndole una mirada severa, pero suave, pero no dijo nada.
—Estás perdiendo tu posición —recordó Sasuke, echándose hacia atrás.
—Llevo años luchando por mi derecho de nacimiento, solo para que me digan que no iba a conservar mi puesto. Tengo que dimitir pronto o perderé mi visión por completo —Hinata se miró las manos.
—¿Cómo pueden hacer eso? —Sasuke estaba confuso y furioso. ¿Podría realmente ese clan de locos cegar a su heredera, no solo sellarla, sino dejarla ciega?
—No soy lo suficientemente fuerte como para luchar contra ellos o huir. De cualquier forma, tomaré el sello. Si tienen que ponerlo a la fuerza, me quitarán el límite de sangre y la vista —los ojos de Hinata rebosaban lágrimas—. Me amenazaron antes de ir a mi misión.
—Qué clase de bastardos... —Sasuke gruñó.
—Están hartos de esperar a su poderosa heredera —susurró Hinata—. Yo solo estorbo —bufó y luego su tono se volvió más áspero—. ¡Pero no voy a rendirme! Tomaré el sello y ayudaré a mi hermana a formar una nueva y mejor generación. Tal vez ella pueda hacer un mejor futuro para el clan.
El tazón de Sasuke estaba medio vacío y olvidado. Él estaba más que lleno. El rostro de Hinata estaba lleno de lágrimas y se veía miserable. Sasuke se frotó el rostro. Ella era tontamente desinteresada. Ella no podía darse por vencida y tampoco podía dejarlo a él.
Ella sería la única que lo echaría de menos.
Hinata jugueteaba con las manos. Sasuke volvió a fijarse en los callos y tuvo un recuerdo fugaz de una niña de su edad golpeando un árbol hasta que las manos le sangraban y las lágrimas le nublaban la vista. Ni siquiera había pensado en ella en aquel momento. Se inclinó hacia delante, tomando una de sus manos, volteándola con la palma hacia arriba, para mirar las cicatrices autoinfligidas.
Hinata tenía razón. No era el único que se sentía desgraciado, pero sí el único que se había rendido. Puede que solo fuera el azúcar que le recorría el cuerpo después de su primera comida en una semana, pero se sentía enfermo de sí mismo.
Hinata no dijo nada, solo miró fijamente sus dedos maltratados.
—No vas a rendirte conmigo, ¿verdad? —preguntó Sasuke.
Hinata se mordió el labio antes de mirarlo a los ojos.
—Lo haré si me dices que me vaya ahora mismo.
Sasuke le devolvió la mirada, le molestaba la pureza que ella tenía en sus pálidos ojos. Ella se rendiría si él se lo pedía, dándole la única opción que su "mejor amigo" no le daría.
Él podría morir en paz.
—Quédate.
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Notas: Jejejeje, aquí estoy, aprovechando el insomnio para actualizar.
Naoko Ichigo
