CORONAS Y ENGAÑOS
LA BASTARDA
Aquella noche de tormenta, Lita corría con todas sus fuerzas hacía la puerta de salida del Castillo, la cual a cada paso que daba parecía alejarse de ella, mientras que los pasos de quien la quería atacar se escuchaban cada vez más cerca, tanto que podía sentir su respiración en la nuca.
De pronto, frente a sus ojos apareció aquel abominable ser de cuyos brazos salieron enredaderas que atraparon su cuerpo dejándola sin escapatoria, así que sabiéndose indefensa dejó escapar un grito de auxilio, hasta que entonces sintió una suave caricia en la mejilla que la despertó, dándose cuenta de que acababa de salir el alba, pues los primeros rayos de luz le permitieron ver a Thorakar que extendió sus alas y con una de ellas le acarició el cabello.
De inmediato, Lita volteó a la mesita de noche a su derecha donde descansaba su daga, y después a la puerta de sus aposentos, la cual además de tener doble cerradura estaba bloqueada por un largo sofá, un baúl pesado en color rosa pastel, así como la mesita redonda frente a la que se sentaba a tomar el té antes de dormir.
Lita entonces volvió a mirar a Thorakar que se había acostado a su lado, acarició los cuernos de aquel dragón que si bien era el terror de la mayoría de Jovianos de Clorokinesis por los mitos alrededor de los dragones y aquella espeluznante apariencia, lograba tranquilizarla y consolarla cuando lo necesitaba.
—¡Gracias!— Susurró Lita—¿Qué haría sin ti, eh?
El ding dong del reloj se escuchó sonar, así que Lita de inmediato se puso de pie. Quedarse en la cama era algo que no tenía permitido pese a ser hija del Rey Cedrick de Júpiter, así que de inmediato se puso de pie, se vistió con aquel largo vestido negro y delantal blanco como el que llevaban las sirvientas del castillo, removió los muebles que bloqueaban la puerta de sus aposentos y salió de prisa para dirigirse a la cocina y encargarse de preparar el copioso desayuno para la familia real que se ponía de pie dentro de una o dos horas.
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—El parlamento ha dado su aceptación al futuro matrimonio, así que este jueves el primer ministro vendrá acompañado de su familia para que su hijo pida formalmente tu mano, Wanda— Escuchó Lita que decía su padre el Rey a su hija legítima cuando ella llegó al comedor acompañada de una de las sirvientas que empujaba el carrito de servicios donde transportaban los alimentos para el desayuno de la familia real.
—¿Ya este jueves?— preguntó Wanda, quien a diferencia de Lita , por ser hija legítima tenía derecho a sentarse en el elegante comedor del Castillo Ios, y justo a la izquierda de él, que era el lugar que correspondía al príncipe o princesa heredera al trono de Júpiter.
—Sí, este jueves— Respondió el Rey a la princesa heredera—Y en dos semanas se hará un baile para anunciar el compromiso y la boda será fijada para dentro de un año.
—¿En un año?— Cuestionó Wanda en un susurro.
—Más rápido no es posible— Respondió el rey— Una boda tan apresurada daría mal qué pensar.
—Y además tienes que darle un título nobiliario al futuro esposo de tu hija, Cedrick— Comentó la reina consorte— Digo, nuestra hija no puede casarse con un Joviano de Júpiter Interior que encima de todo no tiene un título nobiliario.
—¡Eso es obvio, Cleissy!— Respondió el rey con desdén a su mujer— Y por favor, delante de otras personas no vuelvas a hacer mención de Júpiter Interior y Júpiter exterior. No sería bien visto por el primer ministro ni los miembros del parlamento.
—¡No soy tonta como para decirlo en público!—Se quejó la Reina.
Mientras servía los alimentos en la mesa, Lita contuvo las ganas de reírse; pues bien sabía que en el fondo los reyes habrían deseado que su adorada hija se casara con un Joviano de Cloroquinesis que además tuviera un título nobiliario trasmitido durante muchas generaciones; pues en la religión de los Jovianos de lo que había sido Júpiter Exterior se creía que eran descendientes de la diosa Deméter y que por ello poseían poderes de Cloroquinesis; a su vez que miraban con desprecio a los Jovianos cuya raza les hacía poseer poderes de trueno, pues creían que estos eran descendientes de Zeus, el dios que según las escrituras sagradas había ultrajado a la sagrada Diosa.
Sin embargo, el prometido elegido para la princesa heredera era Andrew Hansford, un joven perteneciente a la raza predominante en lo que antes de la unificación había sido Júpiter Interior, y que aunque no adoraba al dios Zeus, eran despreciados por muchos Jovianos con poderes de Cloroquinesis.
Además, como si el detalle racial fuera poco; después de la unificación de Júpiter Interior y Júpiter exterior en uno solo, se había establecido un sistema de monarquía parlamentaria, por lo que muchos nobles de lo que fue Júpiter Exterior vieron reducida su fortuna, pues en la Declaración de los derechos de los Jovianos, no solamente se estableció que ante la ley los Jovianos de trueno y los Jovianos de Cloroquinesis tenían los mismos derechos, sino que también se acordó que los miembros de la nobleza debían pagar impuestos al igual que los plebeyos, y que además debían pagar una renta anual por mantener sus título nobiliario.
En cuanto al monarca en turno, este más que gobernar se había convertido en un símbolo de la nación para actos ceremoniales y diplomáticos, pues gobernar y crear leyes ahora recaía en manos de los miembros del parlamento joviano y del primer ministro (quién debía ser forzosamente Joviano de elektroquinesis); y aunque la familia real seguía viviendo en la opulencia gracias al presupuesto que se les asignaba, lo cierto era que en Júpiter había cinco personas más ricas que el mismísimo Rey Cedrick, entre los que se encontraba Arthur Hansford, quién además de ser el Primer Ministro de Júpiter era también dueño del Banco Hansford Castle Bank, institución que tenía presencia en toda la Liga Interplanetaria y que había financiado la Guerra Civil en Júpiter, lo cual, sobraba decir, colocaba a Andrew Hansford, el único hijo de Arthur Hansford, en uno de los solteros en edad casadera más codiciados en las altas esferas de la nueva y floreciente sociedad joviana.
—¡Entonces tendré que llamar a la modista para que me confeccione un vestido para el jueves!— Comentó Wanda
Tras servir el copioso desayuno, Lita se dio la media vuelta para retirarse, pero su madrastra y Reina consorte la detuvo.
—Lita, aún no has terminado.
Lita entonces recordó que en efecto se había olvidado de que la reina seleccionara un par de alimentos para que los catara, así que se dio la media vuelta.
—¡Oh, le ofrezco una disculpa, su majestad!— Exclamó Lita
Lita se quedó en silencio, mirando los alimentos que acababan de servir para el desayuno, entre los cuales había ensalada de fruta fresca, muffins de mantequilla, bollos,mermelada de ambrosía,mantequilla, patatas, carne de cordero, además de jugo de ambrosía, leche y café.
—Café y patata— Ordenó la Reina, así que Lita tomó una taza y un pequeño plato del carrito de servicios para servirse un poco de lo que la reina había ordenado y después probarlo, demostrándoles que la comida no estaba envenenada.
Ser obligada a preparar los alimentos para cada comida y tener que catar sabía que era algo con lo que la reina buscaba humillarla recordándole su lugar de bastarda; sin embargo, desde que había comido comida envenenada prefería ser ella misma quien preparara sus propios alimentos, aunque explicar los motivos a su padre había acarreado que cocinar fuera su castigo permanente, y como su madrastra disfrutaba quitándole todo lo que amaba, jamás le diría a nadie que se había enamorado del arte culinario.
Ocho años antes…
Aquella mañana al abrir los ojos, la pequeña Lita sintió renovadas sus fuerzas y el estómago le gruñó de hambre, así que de inmediato se puso de pie y se acercó a la mesita de centro para servirse un poco de té que ella misma había preparado recolectando plantas y el cual le había servido mucho más que la medicina que le había recetado el médico de la familia real y que sólo empeoró sus síntomas mientras la estuvo tomando.
Tras beber su té, fue a la cocina antes de que todos se despertaran para prepararse ella misma un desayuno consistente en jugo de naranja que ella misma exprimió, además de un par de huevos acompañados de pan que aunque se le quemaron saciaron su apetito; sin embargo, antes de que terminara de desayunar el personal de servicio se hizo presente, y no tardó en llegar a oídos de los reyes lo que había hecho, por lo que fue llamada a la sala privada del Rey, donde además de él estaba la Reina consorte.
—¡Su majestad!— Saludó haciendo reverencia y absteniéndose de llamarlo "padre" en presencia de la reina.
—Me cuentan que por poco y armas un incendio en la cocina— Dijo el Rey molesto—¿Qué explicación me tienes que dar a eso?
—¡No incendié nada, majestad!— Exclamó Lita sorprendida de que la acusaran de algo que no había hecho— Sólo me preparé desayuno pero no incendié nada.
—¿O sea que además de intentar incendiar el Castillo te atreviste a comer primero que el Rey?—.Cuestionó la Reina indignada— ¡Ni yo que soy la Reina ni Wanda que es su hija legítima nos atrevemos a hacer eso, bastarda!
Lita tembló de miedo al escuchar los gritos de la Reina.
—¡Debes darle un castigo ejemplar, Cedrick!— Exclamó indignada
—¡No me castigue, padre, por favor!— Suplicó Lita
—Dame una razón por la que no debería castigarte— Ordenó el Rey sin siquiera mirarla.
—¡Alguien ha estado envenenando mi comida y por eso había estado enferma, padre!
—¿Qué tontería estás diciendo?— Preguntó burlona la Reina—¡ El médico no dijo nada de eso!
—Pero mi mamá era curandera y sabía mucho de plantas, así que sé que los síntomas que tuve…
—¡Una simple curandera!— La interrumpió la Reina—¿En serio vamos a darle crédito a lo que dice la hija de una ramera, Cedrick?
—¿Y quién se supone que tendría intenciones de envenenarte?— Preguntó el Rey
Si bien Lita no tenía pruebas, intuía que detrás de ello estaba la Reina.
—La Reina y la princesa siempre me dicen cosas feas— Se atrevió a decir.
La Reina, ofendida ante aquella acusación le metió una sonora bofetada, agravio del que su padre no la defendió.
—¡Bastarda insolente!— Refunfuñó—¿Así muerdes la mano de quien te da de comer?— Le gritó—¡Cedrick, esto merece un castigo!
—¡Eso decidelo tú que eres quien debe de educar a Wanda y a Lita!— Exclamó el Rey— Hoy tengo que ir al parlamento así que no tengo tiempo para tonterías.
El Rey se retiró, y Lita recibió como castigo diez latigazos que le propinó la misma reina, además de que por su atrevimiento de comer antes que el Rey se le encomendó que a partir de ese día debía de ayudar con la preparación de cada desayuno, cada cena y cada banquete como hacían las sirvientas, además de tener que catar la comida antes de que comieran los miembros de la familia real, dentro de la cual ella no estaba considerada, pues al ser una hija bastarda no tenía título de princesa.
Fin del flash back
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—¡Enhorabuena, hijo!— Exclamó la señora Hansford cuando aquella mañana en el desayuno su marido le comentó que el parlamento había dado su visto bueno para el matrimonio entre su hijo y la princesa heredera al trono de Júpiter.
—¡Gracias por las felicitaciones, madre!— Exclamó Andrew que estaba feliz ante la noticia— Y a usted, padre. En algún punto pensé que habría mucha oposición por parte del rey o de la cámara de los Jovianos de Cloroquinesis a mi futuro matrimonio con Wanda.
—¡Y por supuesto que de entre los miembros de la cámara de Cloroquinesis hubo algunos que se opusieron!— Comentó Arthur Hansford— Pero les guste o no, los Hansford ocupamos el puesto número tres de las cinco familias más ricas que el Rey, teniendo por delante de nosotros solo al señor Heraldsen que ya es demasiado viejo y tiene puras hijas y nietas; y al Conde Gransberg que es casado y solo tiene un hijo varón que no llega ni a los diez años—Dijo el señor Hansford —Sin hablar de que el resto de los miembros de la Cámara de Jovianos de Cloroquinesis son nobles que no tienen la mitad de la fortuna que tenemos— Comentó orgulloso Arthur Hansford
Tras una pausa, Arthur Hansford siguió hablando.
—Ahora tendremos que comprar un título a la altura de los Hansford
—¿Comprar un título?— Preguntó Andrew desconcertado.
—¡Por supuesto!— Exclamó Arthur— Dentro de poco será de conocimiento público tu compromiso con la princesa, así que debemos de tener un título a la altura.
—Con todo respeto, padre. ¿Para qué queremos títulos?—Cuestionó Andrew— En Júpiter Interior no existieron los títulos y usted no los necesitó para fundar Hansford Castle Bank, y tras la unificación no sirve para nada más que para pavonearse y contraer deudas. Además, ¿Sabe que la vieja nobleza de los Jovianos de Cloroquinesis sigue considerando inferiores a quienes compran un título nobiliario aunque sean de su misma raza? ¡Ni hablar de lo que piensan de los Jovianos de trueno que se compran uno!
—¡Qué se burlen todo lo que quieran!— Bufó Arthur Hansford—Les guste o no los Hansford somos de las familias más poderosas no solo de Júpiter sino de toda la Liga Interplanetaria. Gracias a nosotros muchos nobles pueden seguir manteniendo su estilo de vida, y además, les guste o no un Jovianos de trueno será el Rey de Júpiter en un futuro. ¡Seremos los dueños del planeta!
Andrew se incomodó ante el comentario de su padre. Ciertamente, sabía que casarse con la princesa Wanda significaba convertirse en Rey Consorte a futuro, sin embargo, aunque ese puesto era uno que muchos hombres de la nobleza y plebeyos acaudalados codiciaban y por los que hubieran tomado por esposa a la princesa, en el caso de Andrew, la había elegido como su futura compañera de vida movido por el amor que le profesaba; sin embargo, convertirse en futuro Rey y las obligaciones que conllevaba no le entusiasmaba, y aunque no lo diría, en el fondo había deseado que Wanda abdicara,después de todo, aunque él no tuviera un título de nobleza podía darle a su amada la misma vida de lujos que siempre había llevado, y sin las obligaciones que implicaba cargar con ser miembro de la familia real.
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El ataque de tormenta de arena que le lanzó Haruka aventó con fuerza a Lita, provocando que su cuerpo chocará contra el tronco de un árbol, tras lo cual, refunfuñó molesta consigo misma por no haberlo podido esquivar.
—¡Debo de entrenar más duro!— Refunfuñó mientras se ponía de pie y sacudía su vestido.
—¡No seas tan dura contigo!— Jadeó Haruka mientras se agachaba para levantar su capa—¡Has mejorado bastante! Me costó mucho derribarte a pesar de que llevas puesto ese incómodo vestido.
—¿Incómodo?— Rió Lita— Si ni siquiera sobrefalda debajo del vestido.
—¡Qué extraño tu concepto de comodidad!— Agregó Haruka, quién a pesar de ser una mujer solía ser confundida con un varón, pues solía llevar un corte de cabello popular entre los hombres y vestir como uno, razón por la que había había tenido que exiliarse de su planeta natal pese a ser hija del Sultán, y por tanto una princesa.
—¿Comemos?— Preguntó Lita— Traje té de rosas y un panque con los dátiles que me regalaste.
—¡Me encantará probarlo!— Exclamó Haruka entusiasmada.
Lita entonces se acercó al carruaje de Haruka para bajar las provisiones, pero de pronto, no muy lejos de ahí escucharon pasos, y después la voz de Wanda.
—¡Déjala!— Exclamó Wanda molesta—¡Ni siquiera se han casado! Aún puedes romper el compromiso.
—¡Entiende que no puedo, Wanda!— Respondió una voz masculina en la que se percibía un dejo de molestia — ¡No sería bien visto que rompa el compromiso con la princesa heredera al trono de Marte! Si hago eso el Emperador marciano se lo tomará como una afrenta y tu padre no me daría tu mano para no dañar su relación con Marte. Lo mejor será que sea la princesa Rei quien me deje.
Lita se llevó un dedo a los labios para indicarle a Haruka que guardara silencio, y con pasó sigiloso, se acercaron un poco para ver más de cerca, aunque no tanto que pudieran verlas, para lo cual se ocultaron tras el grueso tronco de un enorme árbol, y entonces descubrieron que aquel hombre era el duque Jaedite Moon, un noble de Terra que en toda la Liga Interplanetaria era sabido estaba comprometido con la princesa Rei Hino.
—¡Llevas mucho tiempo prometiéndome que la princesa de Marte te va a dejar y nunca te deja!— Exclamó la princesa Wanda molesta.
—¡Cariño!— Susurró Jaedite tomándola de los hombros
—¡Cariño nada, Jaedite!— Lo apartó Wanda— ¡En cuatro días Andrew Hansford irá al Castillo a pedir mi mano, así que si no haces algo me perderás para siempre!
Jaedite entonces la tomó de los hombros y rompió la distancia entre ambos para besarla. Un beso al que Wanda no tardó en responder de manera demasiado apasionada para una mujer soltera, que encima de todo era la princesa heredera y tenía una reputación que cuidar.
De pronto, el relincho de un caballo sobresaltó a Lita que por un momento temió que Wanda y Jaedite la descubrieran oculta en medio del bosque y que además supieran de su amistad con Haruka; aunque pronto el miedo se le pasó al ver que Wanda se apartaba asustada de Jaedite, pues viéndolo de manera razonable, era peor considerada una mujer que tuviera encuentros a solas con un varón que no fuera de su familia que una mujer marimacha que entrenaba como si fuera un varón.
—¿Quién anda ahí?— Cuestionó el duque Jaedite en voz alta, en tanto que Wanda, que parecía asustada, se alejó tan rápido como pudo en dirección hacia el castillo Ios, y Jaedite rápidamente fue tras ella.
—¡No lo puedo creer!— Susurró Lita con sorpresa y regocijo en su voz cuando perdió de vista a su hermana y al duque.
—No sé porque pero no me sorprende— Soltó Haruka tras ella.
—¿Qué?— Cuestionó Lita sorprendida— ¿Acaso no te he hablado ya de mi hermana? ¡Es el ejemplo de abnegación y pureza!— Comentó Lita con un tono burlón.
—¿Y acaso tiene opción?— Soltó Haruka— Por muy princesa heredera que sea las mujeres no tenemos muchas opciones. O nos comportamos como se espera de nosotras para ser aceptadas en sociedad o pagamos el precio de ser repudiadas y señaladas.
—¿Y acaso eso no es ser hipócrita?— Cuestionó Lita
—Se trata de sobrevivir, Lita— Le respondió Haruka
—Tú vas contra corriente y te veo perfectamente bien
Haruka entreabrió los labios para decir algo; sin embargo, antes de que alguna palabra saliera de su boca guardó silencio.
—¿Te imaginas si Andrew Hansford supiera que su amada princesa le es infiel?— Preguntó Lita con cierto tono malicioso en su voz—¡Un hombre herido en su orgullo de macho que no haría!— Siguió mientras fantaseaba con lo que podría suceder en caso de que Andrew Hansford se enterara de que su amada princesa lo utilizaba.
¿Acaso retaría a duelo a Jaedite y dañaría la reputación de Wanda? ¡Todo era posible cuando a un hombre le herían su orgullo!, y la idea de imaginar a Andrew Hansford cancelando el compromiso y dañando la reputación de Wanda la hizo regocijarse.
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10 años antes…
La pequeña Lita de nueve años se quedó sorprendida cuando al bajar del carruaje con su madre miró ante sus ojos el imponente castillo Ios, el cual estaba rodeado de inmensas enredaderas, enormes árboles, jardineras repletas de flores, además de guardias que custodiaban la entrada a aquel lugar que parecía de ensueño; sin embargo, pese al lujo que lo rodeaba, Lita quería salir corriendo de ahí y regresar a vivir a su humilde casa en el satélite Calisto.
—¡Quiero regresar a Calisto, mamá!— Suplicó Lita tratando de llevar a su madre en sentido contrario.
Su madre se dio media vuelta, la miró con dulzura y tiernamente acarició su mejilla.
—¡Mi niña, tienes que ser fuerte!— Le suplicó su madre— Estoy muy enferma y mi hora pronto va a…
Una ataque de tos interrumpió a su madre, y Lita rompió en llanto al ver como la salud de su madre se deterioraba cada día más y la vida se le iba de las manos.
—¡No quiero que tú también mueras!— Le dijo desconsolada abrazándose a ella.
—¡Mi pequeña!— Susurró la mujer con voz entrecortada— Siento mucho estar tan enferma y que no podré vivir mucho para verte convertida en una mujer, pero te prometo que mientras tú me recuerdes yo viviré en tu corazón.
Lita negó moviendo la cabeza de un lado a otro. Hacía poco su madre le había confesado que el hombre a quien creía su padre, y quien habia muerto en la guerra no era su verdadero padre, sino que era El Rey Cedrick; pero mucho menos le había gustado saber que también su madre moriría y que tendría que ir a vivir al castillo con aquel hombre que le decían que era su padre.
Su madre entonces se quitó sus zarcillos en forma de rosa. Aquellos que a Lita tanto le gustaban y soñaba con un día ponerse, lo cual la sorprendió, pues su madre nunca se separaba de ellos.
—¿Te haría un poco más feliz si te doy mis zarcillos como regalo?
Lita se quedó sin palabras al escuchar aquella pregunta.
—Mi niña, como perdí el dedo anular de mi mano izquierda cuando era joven nunca pude usar un anillo de compromiso— Le dijo su madre— Y como me gustaban mucho las rosas tu padre Ragnar me regaló este par de zarcillos como símbolo de compromiso. Ahora son tuyos. Úsalos cuando quieras, y si un día necesitas dinero también puedes venderlos o empeñarlos. Valen muchísimo dinero.
La pequeña Lita quiso protestar e insistir en regresar de nuevo a Calisto, sin embargo, al ver que su madre se llevaba de nuevo una mano al pecho asintió y se forzó a sonreír, pues no quería darle preocupaciones, así que con miedo caminó a aquel que le dijo su madre que sería su nuevo hogar a partir de ese día.
Fin del sueño.
El sonido de un ensordecedor trueno despertó a Lita de aquella pesadilla que muchas veces se hacía presente durante las noches, y su querido Thorakar que había estado durmiendo acostado en la alfombra y parecía conocer sus emociones, de inmediato subió a la cama para acariciarla con sus alas en algo que parecía un intento de abrazarla.
—¡Estoy bien!— Exclamó Lita acariciando al dragón
Cuando los latidos de su acelerado corazón se normalizaron, tomó un envejecido libro de cuentos infantiles que se encontraba en la cómoda a un lado de su cama y lo abrazó, pues era el único recuerdo que le quedaba de su querida madre, pues por desgracia, los zarcillos se los había quitado su madrastra hace años y nada había podido hacer para recuperarlos.
Tras revisar que a su lado estuviera la daga y que la puerta estuviera bloqueada por los muebles, intentó dormir de nuevo, sin embargo, esa noche que sería la víspera del cumpleaños de su difunta madre su corazón estaba acongojado, y rompió a llorar en silencio añorando los breves años en que la tuvo a su lado.
Le parecía injusto que la vida le hubiera arrebatado a su madre y al hombre que en su corazón había sido su padre; y que personas como el rey, a quien no consideraba su padre y su cruel madrastra gozaran de una buena vida.
De nuevo, como ocurría en muchas ocasiones, fantaseó con devolverle a su madrastra cada golpe que le había dado, destruir a su padrepor el daño que le había hecho a su madre, porque si de algo estaba segura Lita era de que muy posiblemente ella era producto del derecho de pernada que había estado vigente en Júpiter Exterior hasta antes de la unificación de las dos Júpiter.
Cuando de nuevo se estaba quedando dormida, vino de nuevo a su mente la idea de destruir a su familia, algo que hasta hace poco parecía imposible para ella, pero que sin embargo no lo sería para Andrew Hansford si se enterara del engaño de Wanda.
"¿Le dolería a Wanda que Andrew Hansford termine su compromiso con ella?", se preguntó Lita.
La respuesta era que evidentemente no, pues por lo que había visto en el bosque, Wanda a quien amaba era al duque Moon de Terra, aunque sin duda a los reyes les dolería ver dañada la reputación de su amada hija, y eso por ende le dolería a Wanda, pues el pueblo Jovianos no vería con buenos ojos que la princesa heredera tuviera un comportamiento indecoroso, y el Parlamento Jovianos, que estaba lleno de hombres machistas y con ideas arcaicas en sus dos cámaras, ordenaría que se le quitara de la línea de sucesión.
¿Qué si la idea sonaba demasiado cruel? Visto desde afuera lo parecería, sin embargo, Lita se dijo que merecían recibir un poco del daño que le habían hecho, pues durante diez años no sólo la habían maltratado físicamente, sino que también por culpa de ellos había perdido la capacidad de usar sus poderes de Cloroquinesis, e incluso, a pesar de lo mucho que la despreciaban, se habían encargado de que Nedflyte, el único hombre que había amado la dejara, cuando de no haberse entrometido él podría habérsela llevado lejos de Júpiter.
Continuará…
¿A quién creen que le ha vuelto la inspiración? ¡Pues a mí!, jajaja.
Si bien desde 2021 he estado escribiendo fanfics, a pesar de que amo todos los que he escrito no había ninguno que me motivara y me inspirara tanto como lo hizo EL SECRETO DE SAILOR JUPITER, sin embargo hace una semana me surgió la idea para escribir este fanfic que amenaza con destronar a EL SECRETO DE SAILOR JUPITER para convertirse en mi favorito de los que he escrito, pues estoy tan inspirada que ya llevo cuatro capítulos hechos por adelantado, y posiblemente actualice cada semana. ¡Sí, así de inspirada! Eso sí, no voy a dejar los otros fanfics que tengo pendientes. Lo prometo.
Ahora, pasando a aclaraciones, en este fanfic casi todos los personajes tienen poderes sobrenaturales porque en mi universo todos pertenecen a un grupo racial, y dependiendo de a cual grupo pertenezcan serán los poderes que tengan; así por ejemplo, aparece Haruka que como ya vieron tiene poderes de viento propios de las personas de Urano.
En cuanto a los habitantes de Júpiter, decidí que en este planeta habría dos grupos raciales, los que tienen poderes de cloroquinesis (poderes provenientes de plantas) y los que tienen poderes de trueno; y esto así lo decidí hace días que estaba pensando en lo interesante que hubiera sido que en el manga y anime se hubiera ahondado más en los poderes relacionados con plantas que tenía Sailor Jupiter y no sólo en los de trueno.
En fin, espero que les guste el primer capítulo, y como ya saben, son bienvenidos a dejar review. ¡No muerdo! ¡Lo juro!
Edythe
