¡Nuevo capitulo, corazones! Este capitulo en realidad iba a ser subido el día 15 de Marzo, pero ese día la página de presentó problemas y no pude subirlo hasta ahora porque tampoco tuve tiempo antes por mi trabajo (Ayuda XD)


05- Loving Foreplay

Algo que entre ambos había cambiado luego de todos los incidentes desde Ozzie's y caminando hacia la entrega del Cristal de Asmodeus y posteriormente el momento en que ambos escogieron sincerarse con respecto a la posibilidad de darse una oportunidad en el amor, fueron sus instancias de jugueteo previo a cualquier acto sexual.

Era como si de un momento a otro, estos hubiesen comenzado a reducirse hasta convertirse en algo inexistente. O, mejor dicho, distanciarse de lo que eran originalmente.

Pues cuando se trataba del pacto por el Grimorio, Blitz siempre parecía desesperado por terminar cuanto antes cuando comenzaron a ejercer su trato. Si bien todos sus juegos previos sabían complacer los insaciables fetiches masoquistas del búho, Blitz solo se centraba en acabar cuanto antes. Había recurrido a toda clase de juguetes sexuales y hasta había usado sus propias armas en los días en que Stolas parecía desesperado por que su "pequeño imp" le hablara sucio mientras le acariciaba la garganta con el borde de uno de sus cuchillos. Y ese tipo de ejemplo eran apenas la punta del iceberg con respecto a todo lo que habían probado en el dormitorio.

Si bien ahora eso seguía siendo un ejercicio ocasional, ahora resultaba desconcertante que la mayoría del tiempo, Stolas se negara a esas tácticas y optara por algo más aburrido y que a los sentidos de Blitz, lograba alterarlo mucho más que atarle las muñecas a una perra sedienta. Pues el príncipe ahora solía pedirle algo tan simple como querer sentirlo centímetro a centímetro de su cuerpo. Sin usar nada más que sus propias manos y su boca.

Una petición que podía parecer desconcertante para el diablillo en el sentido de experimentar con algo tan predecible y poco emocionante para su vida sexual, pero la verdad… era un poco más dolorosa.

Porque eso significaba anular su única estrategia de no perder el deseo ante sus propias inseguridades.

Porque… desde el primer instante en que Blitz reapareció en la vida de Stolas, siempre lo consideró como alguien ridículamente atractivo

¡Carajo!

El muy bastardo tenía unas piernas de aquí a allá y estilizadas como un actor porno. Un cuerpo que, a pesar de su excesiva delgadez lo hacía lucir demasiado hermoso sin importar lo que usara… o lo que no usara. Y ni hablar del resto. Una cabeza cuyo rostro adquiría la forma de un corazón, dos pares de ojos de oceánico rojizo como los cielos del Anillo del Orgullo, unas manos de manto negro cual noche de tormenta cuyos dedos resultaban tan finos y suaves como la seda…

¡Mierda! ¿Cómo es que una cosa tan ardiente como él se alejaba de los estándares de belleza según otros malditos Goetia? Esas bestias estaban ciegas como un topo si no eran capaces de ver a alguien tan guapo.

Porque Stolas lo era. Era hermoso, guapo, ardiente y sexy.

¿Y en cambio Blitz qué? Solo otro imp más del montón.

Y de paso el poco atractivo que podría haber conservado se había perdido desde el incendio que acabó con la mitad de su vida. Todo lo que quedaba era un simple pedazo de carne recubierto de cicatrices que cada año iban en aumento debido a su labor de asesino. Podía esconder las marcas blanquecinas de sus manos, torso y piernas con ayuda de la ropa y los guantes largos, pero… su rostro seguía siendo otro recordatorio del pedazo de mierda que realmente era. Aquella marca extensiva desde el cuello hasta casi rozando la base de sus cuernos y que cubría la mitad de su rostro.

Un vil recordatorio que él estaba de paso en la vida de los demás y que tarde o temprano todos se irían y moriría solo como un pedazo de basura arrugada y vieja. Porque era lo que merecía.

Esa crudeza de su vida era la razón por la cual cuando Stolas le pidió que sus juegos previos al sexo fuesen un simple intercambio de caricias profundas, Blitz solo pudo acceder a cambio de que todas las luces de la habitación estuvieran totalmente apagadas. El príncipe creyó que esta era una estrategia traviesa de su diablillo para saber complacerlo mejor mediante la anulación de la vista sin recurrir a vendarle los ojos. Pero esa idea comenzó a quedar descartada más temprano que tarde, cuando Stolas observó el curioso patrón de actitud de su amante al momento de tocarle a él recorrerlo de pies a cabeza con sus garras oscuras. Pues al comienzo todo era tranquilo, dulce y excitante mientras lo devoraba a besos, lamidas y caricias y lo escuchaba suspirar en señal de estarse derritiendo en sus brazos. Y todo tomaba un giro desconcertante cuando el búho hacía el gesto de querer encender la luz de la lámpara de su mesa de noche de su lado de la cama para poder ver con más adoración a su querido caballero. Pues el susodicho de inmediato parecía tensarse y buscar la forma de evadir esa opción para proseguir con todo en las tinieblas.

Era demasiado confuso; en especial si se consideraba que cuando era el diablillo quien se hallaba recorriendo el cuerpo del príncipe, no se negaba a la luz tenue de las velas o una lámpara dentro de la habitación. Sus ojos parecían devorarlo con más intensidad al momento de poder verlo con detalle. Aunque manteniendo su propia figura parcialmente oculta en el resto de las sombras de la habitación.

¿Acaso a Blitz… no le gustaba que lo miraran?

Si Stolas rebuscaba en los innumerables momentos previos a su oportunidad amorosa, cuando lo de ambos era una mera transacción de fornicación, y observaba a detalles cada instancia, podía descubrir un mismo patrón; Blitz siempre buscando estar fuera del alcance de la vista del príncipe. En las posturas sexuales, en la luminiscencia de la habitación, en las vendas para los ojos, en los objetos que usaban…

Blitz parecía odiar que lo vieran a detalle.

Y lo comprobaba una vez más en el presente cuando lo que comenzó como una cita de películas había acabado con ambos buscándose con las manos y la lengua en la habitación de Stolas, despojándose de la ropa y en anhelo de otra instancia apasionada.

Y una vez más, Blitz buscaba no ser visto por su amante.

En un acto desesperado por querer arrancarle esa inseguridad o al menos demostrarle que no debía esconderle nada de su esencia, mientras era él quien yacía encima del diablillo acariciando su cuerpo, Stolas chasqueó los dedos y algunas velas de la habitación se encendieron, iluminando tenuemente el espacio sin caer en lo invasivo que resultaba el destello de una lámpara de noche. Suficiente luz como para lograr ver el tenso rostro de su amante, que parecía querer huir en cualquier momento.

- Stolas ¡¿Qué mierda?! – vociferó molesto y con el ceño fruncido – ¡Apaga las putas velas!

- Blitz, por favor – le suplicó el príncipe con una expresión apagada y triste – Quiero verte.

- ¡Maldito insaciable, te dije que no voy a…!

- Está bien, querido – insistió Stolas sabiendo que la violenta reacción de Blitz tenía sus fundamentos en el autodesprecio – No te escondas.

- Yo no estoy…– quiso negarlo el diablillo, pero sus quejas se vieron interrumpidas al sentir las manos de Stolas acunando su rostro.

- No te escondas por favor – pidió una vez más el príncipe – No de mí. Por favor.

- Stolas…

- Te amo.

Lo dijo de una forma simple, como una confesión a puertas cerradas y una declaración digna de oírse en todos los Anillos del infierno al mismo tiempo. Una verdad que no se materializaba en palabras en la boca de ninguno hasta ese instante y que sacudió cada fibra del corazón de Blitz, evidenciado en sus ojos cuyas pupilas se congelaron y posteriormente fueron creciendo y cubriéndose de una fina capa cristalina de lágrimas que se derramaron por la comisura de sus ojos y empapando su rostro, siendo incapaz de pronunciar palabra alguna.

- ¿Blitz? – se consternó el demonio Goetia al verlo llorar – ¿Estás bien? ¿Por qué…?

- ¡Maldición, cállate! – soltó el diablillo mientras alzaba sus brazos para rodear el cuello del Goetia y esconder su cara mojada de lágrimas entre el hombro y el cuello contrario, sollozando entre suspiros entrecortados y enredando sus garras entre las plumas ajenas.

Entendiendo que había tocado una fibra sensible, Stolas suspiró en una sonrisa triste y abrazó con cuidado a su amante y se dejó caer de lado sobre la cama, llevándolo con él. Acarició sus cuernos, su cabeza y su espalda con sus manos finas mientras besaba su hombro buscando calmarlo.

- Lo lamento, Blitzy – musitó con pesar – No debí excederme con…

- No hiciste nada malo, idiota – lo interrumpió Blitz separándose un poco para poder verlo a los ojos, sin soltar sus brazos del cuerpo contrario – Soy yo que… que no puede…

- No te gusta que te vea ¿Verdad?

Blitz solo pudo asentir con vergüenza a las especulaciones de su amante y agachó la cabeza en señal de rendición. Solo para sentir las gentiles manos de Stolas alzando su rostro para volver a conectar sus miradas.

- No es necesario que te escondas de mí – afirmó con la adoración destilando en sus palabras y su sonrisa – Blitz, tú eres el hombre más atractivo que haya conocido.

- No me jodas – se río sin humor el contrario – Solo soy una bolsa de cicatrices.

- Tus cicatrices solo te hacen ver aún más sexy, querido – respondió el príncipe mientras le tocaba la nariz con la punta de su dedo – Me recuerdan lo fuerte y asombroso que puedes ser.

- Eres un rarito – respondió Blitz mientras alzaba una mano para buscar la del contrario y entrelazar sus dedos – Solo tú podrías ayudarme a que no me vea tan asqueroso.

- En ese caso, tal vez no somos tan diferentes, Blitz.

- ¿Y a qué vendría eso?

Stolas le sonrió con una expresión brillante por las lágrimas de sus propios ojos antes de besar sus nudillos y acercarse un poco más.

- Porque nadie más que tú podría hacerme sentir hermoso.

Sus palabras volvieron a sacudir el corazón dañado de Blitz, quien suspiró dejando caer sus últimas lágrimas y se acercaba más en necesidad de un beso correspondido, sanando parcialmente otra herida en su interior.

Buscando en sus escasas fuerzas de vida la voluntad de creer en las palabras de Stolas.

Y también el valor de algún día ser él quien le dijera "Te amo".


Estos dos pueden matarnos de la dulzura en los fanfics, pero en cambio nos matan de angustia en el canon :')