Kylessa

Kylessa había terminado su desayuno y disfrutaba de un libro mientras tomaba su café matutino, llevaba un par de días leyendo "Ojos de Fuego" de Stephen King, no había leído muchas obras del autor, sin embargo hasta ahora ésta era su favorita. El personaje principal, Charlie, era una niña de siete años quien poseía la habilidad de la piroquinesis, y debido a esto había sido forzada a hacer cosas que ningún niño debería sufrir durante la infancia, algo que la misma Kylessa había vivido, y por esto se identificaba con el personaje. El otro personaje principal era el padre de Charlie, quien también poseía habilidades, podía "empujar" a la gente con su mente para hacer que vieran cosas que él deseara o experimentaran una determinada sensación, hipnotizarlos temporalmente.

Se preguntaba cómo sería poseer estas habilidades, y qué haría con ellas, sin duda empujar a Carl cada vez que este la miraba con lujuria para alejarlo de ella, de cualquier manera no era un sujeto muy iluminado en la mente, imaginaba que no se requeriría de un gran esfuerzo para manipularlo.

Quien había mantenido su mente ocupada era uno de los nuevos tipos que habían llegado a Blackwater Park, James, no era exactamente su tipo pero tenía carisma, era todo sonrisas. Sin embargo su intuición en el fondo le decía que no podía confiar plenamente en él por alguna razón, como una voz lejana sonando en la parte trasera de su cabeza, tratando de advertirle.

Decidió que lo mejor sería no darle demasiados pensamientos al asunto y pasó el resto del día practicando su puntería con el rifle de asalto, había mejorado considerablemente los últimos días, especialmente contra los blancos en movimiento, se dio cuenta que si lograba concentrarse mucho, casi podía sentir como si el tiempo transcurriera más lento, lo cual hacía más fácil acertar a sus objetivos, no encontró una explicación para esto más que descargas de adrenalina. Sus compañeros y compañeras habían quedado impresionados con su rápida mejoría.

Aquella tarde no fue la excepción, practicó durante horas derribando la gran mayoría de los blancos, en varias ocasiones recorrió con la mirada a los asistentes del campo ese día, casi esperando ver a James, pero ni él ni su hermano se hicieron presentes. Cuando el reloj de la ciudad anunció las cinco en punto decidió regresar a su departamento. Camino de regreso vio a lo lejos a Carl, así que tomó una vía alterna para evitar encontrarlo.

De vuelta a su departamento tomó una ducha, comió un refrigerio y se dispuso a seguir leyendo, lo hizo hasta entrada la noche mientras llegó la hora de tomar su turno en la torre de vigilancia, preparó sus cosas y se dirigió hacia el lugar. Al llegar notó que compartiría turno con una mujer, lo cual era un alivio, con la peculiaridad de que se trataba de alguien a quien no había visto antes, esto al ver su cabello largo y pelirrojo, ya que no había alguien más con esta característica en la ciudad.

-Buenas noches -dijo Kylessa.

-Buenas noches -le respondió la chica.

-¿Eres nueva en la ciudad eh? No te había visto antes por aquí.

-Llegué hace unos días –dijo esbozando una sonrisa.

-¿Te ha tratado bien el lugar?

-Es mejor que estar afuera por tu cuenta, aunque el lugar podría prescindir de un par de pervertidos con los que me he topado.

Kylessa soltó una risita.

-Sé a lo que te refieres, algunas cosas nunca cambian, supongo, ni siquiera durante tiempos de guerra -Kylessa extendió su mano.- Me llamo Kylessa.

La extraña le devolvió el saludo.

-Soy Melinda –dijo.

-Un placer conocerte Melinda -respondió Kylessa, sintiendo un fuerte apretón de manos de parte de la chica nueva.- Vaya apretón -dijo levantando la ceja izquierda.

Melinda esbozó una leve sonrisa, luego soltó la mano de Kylessa.

-Traje un poco de café, ¿gustas? -dijo Kylessa ofreciendo un termo a Melinda.

-Te lo agradezco, pero no lo necesito -Melinda giró su mirada hacia afuera de las murallas, en lo profundo del bosque cercano.

-¿Viste movimiento? -preguntó Kylessa.

-Me pareció ver algo moviéndose entre los árboles, pudo haber sido un animal.

Kylessa dirigió su mirada hacia donde Melinda estaba viendo, pero no logró divisar algo, con los controles del panel en la torre giró la cámara térmica hacia el lugar, pero en la pantalla solo se veían tonos azules.

-La cámara no muestra que algo vivo esté caminando por ahí.

-Tal vez fue solo mi imaginación -dijo Melinda, mirando nuevamente a Kylessa.- ¿Cúanto tiempo has vivido en Blackwater park?

-Unos cuatro o cinco meses, si mal no recuerdo.

-¿Ha ocurrido algo relacionado a los lycaons o strigois en ese tiempo?

-Nada catastrófico, pero la gente de aquí nunca baja la guardia.

-Ya veo -dijo Melinda asintiendo.- ¿Planeas quedarte aquí mucho tiempo?

-Bueno, ya que el mundo allá afuera es una guerra sin cuartel, realmente no lo he pensado -contestó Kylessa frunciendo el ceño y dando un trago de café a su termo.- No es que haya muchos lugares a dónde ir.

-Escuché de un lugar llamado la Hermandad sin Estandartes.

-La mayoría aquí lo ha escuchado, pero hasta donde sabemos es solo un rumor, además no creo que me sentiría muy en confianza rodeada de las bestias de las que nos protegemos día y noche, ¿sabes? -dijo Kylessa sonriendo.

Melinda le devolvió la sonrisa.

-Entiendo exactamente a qué te refieres.

Giró su cabeza nuevamente hacia la oscuridad de la noche, mientras el viento agitaba su cabellera roja.