Nuevo capítulo de esta historia, y parece que a Jill se le están pegando las costumbres de Ciel de fastidiar al jefe de Scotland Yard.
Agradezco muchísimo su apoyo a los que le han dado una oportunidad a esta historia, espero este siendo de su agrado, y no se olviden de dejar un comentario y su voto para seguir apoyando esta historia.
Capítulo 12 - Scotland Yard
Esperaban que con la culminación del caso de los colgados todo volviera a la normalidad y el príncipe y Agni regresaran a la India, pero no había sido así, Soma había decidido permanecerá en Inglaterra para demostrarle a Ciel que se convertiría en un buen hombre y no dependería de sus padres. No tuvieron más remedio que llevarlos con ellos a la mansión del campo hasta que supieran que hacer con ellos.
Pasaron un par de días, como siempre, Ciel tenía el día repleto de actividades como sus clases particulares, revisar los negocios, solo que ese día había una visita poco habitual del comisionado del Scotland Yard, lord Randall.
Sebastian les dio órdenes a los 3 sirvientes para preparar todo en la mansión, incluso Agni se ofreció a ayudar en las actividades.
— Lady Sutcliff, la sala de esgrima estará libre esta tarde, siéntase libre de practicar si lo desea — le indicó
— ¿Estás seguro de dejarme entrenar, Demonio? — le pregunto levantado una ceja — sabes que tenemos un asunto pendiente, y aun así…
— El ejercicio le sentará bien Lady Sutcliff, de lo contrario perderá condición — le respondió con una sonrisa burlona — además afuera está nevando como para salir a montar — agrego mirando por la ventana — si me disculpa, aún hay demasiadas cosas que hacer — finalizo haciendo una reverencia para retirarse.
Jill subió a su habitación para tomar la katana, y ponerse a practicar, Sebastian sabía que ella buscaba la oportunidad de tener un duelo con él, y sin embargo la dejaba seguir entrenando, quizá estaba confiado de poder con ella del mismo modo que le había metido una paliza a su hermano, pero con ella no le resultaría tan fácil, su fuerza y la de Grell no tenían comparación.
El día transcurrió con los problemas normales causados por esos 3, pero la presencia de Agni ayudo para mantener las cosas bajo control sin que destruyeran la casa. Jill por su parte, entrenó arduamente y sin descanso, pequeñas gotas de sudor perlaban su frente y su pecho. Sebastian entro a la sala de esgrima antes de que el sol se ocultara, tomando por sorpresa a la shinigami, la cual ataco instintivamente, parando a escasos centímetros del rostro de Sebastian.
— Mi Lady, lamento interrumpirla, pero es momento de que tome un baño — le dijo educadamente
— ¿Momento? ¿Justo ahora? — pregunto confundida
— Lord Randall, el comisionado del Scotland Yard, vendrá esta noche a cenar con el joven amo, es indispensable que este presentable esta noche para cenar con ellos, después de todo, es la invitada del joven amo
— Es raro que tengamos visitas — suspiro la shinigami enfundando la katana, y saliendo del salón acompañada de Sebastian.
— Me he tomado la libertad de preparar la bañera y la ropa que usara esta noche
— ¿Otro vestido no es así? — pregunto con desgano.
Entro al cuarto de baño, cerrando la puerta tras de sí, la habitación estaba llena de vapor debido al agua caliente de la bañera, y olía bastante bien por las sales minerales y las esencias que le habían agregado, Jill se desvistió rápidamente y soltó su cabello, y lavo su cuerpo antes de entrar a la bañera. El agua aún estaba caliente, pero para su cansado cuerpo, resultaba relajante. Tomo un puño de espuma, aspirando su delicioso aroma a jazmín. Por unos momentos se vio en casa, con su hermano, mientras este cepillaba su cabello, diciéndole cuan largo había crecido.
El sonido de la puerta abrirse la saco de su trance, se trataba del demonio, el cual traía los ojos vendados, Jill se sumergió instintivamente en la bañera hasta el cuello, con las mejillas visiblemente sonrojadas.
— lamento importunarla Lady Sutcliff, solamente le he traído esto — dijo dejando una bata de baño en una percha al lado de la bañera — me tomare la libertad de llevarme sus ropas para lavarlas, y llevarlas a su habitación más tarde — agrego tomando la cesta donde había depositado sus prendas.
El mayordomo se retiró, Jill respiró profundamente tratando de calmarse, estaba alterada por la repentina intromisión, y tenia deseos de golpear a Sebastian en ese momento por impertinente. Salió de la bañera y se secó con una de las toallas antes de ponerse la bata de baño. Se dirigió a su habitación, observando que sobre su cama estaba un vestido lavanda, un poco más sencillo que los anteriores que había usado. Jill suspiro, se colocó las prendas interiores por su cuenta, en ese momento llamaron a la puerta de su habitación. Nuevamente se trataba del demonio.
— He venido a ayudarle con el corseé mi lady — le dijo entrando a la habitación
— Lo hago yo — respondió tomando el corseé y colocándolo en su lugar — procura no apretar las cintas demasiado, aunque sea shinigami, aun necesito respirar
— No vi que tuviera problemas en el palacio de cristal — le respondió con burla, tirando de las cintas
A Jill le pareció extraño que esta vez no se sintiera tan sofocada como veces anteriores. Sebastian le ayudo a ponerse el vestido y a arreglar su cabello y maquillaje.
— Es curioso que su hermano sepa maquillarse perfectamente y usted no, Lady Sutcliff — le dijo con un tono divertido
— ¡Cierra la boca! — gruño apenada
Jill estuvo lista en poco tiempo, los invitados no demorarían en llegar, Sebastian le pidió estar atenta, y sobre todo tener cuidado con Lord Randall, ya que aprovecharía cualquier cosa que dijera fuera de lugar, para usarla en su contra.
El sol había caído ya, cuando llego el carruaje, de el descendió un hombre de edad avanzada, de cabello gris y abundante bigote y patillas, vestido con traje sencillo por debajo de un abrigo de color marrón, además venía acompañado de un joven de cabello rebelde, castaño rojizo y ojos azules, el cual se presentó como Frederick Abberline.
— Bienvenido a la mansión Phantomhive — lo saludo Ciel, bajando la escalera acompañado de Jill.
La shinigami observo que Sebastian estaba al otro extremo del recibidor, sosteniendo una puerta, por un momento le pareció extraño esta actitud. El mayordomo se reunió con ellos para guiarlos al comedor, entraron a un largo pasillo adornado con diversos cuadros, Agni abrió las puertas detrás de ellos. Entonces la shinigami entendió todo, las actitudes que Sebastian estaba mostrando eran para detener al mayordomo del príncipe, debía de sentirse culpable y quería entregarse.
Sebastian llevo su dedo índice a sus labios, pidiéndole que guardara silencio. Siguió caminando al lado de Ciel, procurando que no vieran las raras acciones ocasionales del mayordomo, como cerrar una a una las cortinas del largo pasillo mientras el acompañante de Lord Randall veía los cuadros.
Fue un viaje accidentado hasta el comedor, Agni era persistente, pero Sebastian logro mantenerlo a raya. Tomaron sus lugares en el comedor, Ciel en una de las cabeceras de la mesa, con Jill a su derecha, y Lord Randall en la otra cabecera con Abberline a su derecha respectivamente.
— He notado que tenemos otra invitada, Conde — dijo el inspector con un tono de voz que más bien parecía un gruñido.
— Ella es Jill Sutcliff, ha estado en Londres desde hace un par de meses por cuestiones de trabajo — respondió Ciel tranquilamente, parecía estar disfrutando la visita del comisionado.
— ¿Razones de trabajo? — pregunto alzando una ceja — ¿y dice que ha estado aquí por casi dos meses?
— Así es señor comisionado, llegue con el conde el día 8 de noviembre — respondió Jill amablemente
— ¡Que coincidencia que fue justo después de los ataques del Destripador! — murmuro con seriedad
— Yo lo llamaría suerte, mi Lord — respondió la shinigami con calma — aun así, gracias al conde logro resolverse ese problema ¿no es así? — agrego con tenacidad.
Ciel no pudo ocultar su sonrisa divertida, por la reacción de Lord Randall, podía suponer que aquello había sido un golpe bajo para él. Y el mocoso lo estaba disfrutando.
— Bien, ya que las presentaciones pertinentes fueron hechas, ¿por qué no pasamos al tema principal? — dijo Ciel
El comisionado soltó un gruñido y saco un sobre de su chaqueta, dejándolo sobre una bandeja que Sebastian le ofrecía, después se lo ofreció a Ciel, el cual extrajo un cheque firmado por la familia Real. Abberline lucia sorprendido, pero ya que los Phantomhive actuaban desde las sombras, el pago por sus servicios no podía aparecer en el presupuesto nacional, por lo que era como una especie de soborno, dicho de algún modo.
— Ya que el caso se ha cerrado, ¿por qué no brindamos con una copa de champagne? — sugirió Ciel
— ¡Pero el culpable aún no ha sido arrestado! — protesto Abberline
— ¡Basta! ¡si el conde dice que el caso está cerrado, es por qué el culpable ya no existe! — lo riño Lord Randall.
La puerta del comedor se abrió de golpe dejando entrar a Agni, Sebastian destapo la botella de champagne con tanta fuerza, que el corcho salió volando directamente al mentón del hindú, tal fue la inercia que el corcho rebotó de regreso a las manos de Sebastian y bastó para derribar al sirviente del príncipe.
Jill hubiera esperado que con eso se quitarían de problemas, pero repentinamente el príncipe entró al comedor, diciendo que estaba aburrido y tenía hambre, Jill se dio una palmada en la frente, ya no había manera de ocultarle su presencia a Lord Randall.
— ¿Quiénes son estas personas?! — preguntó Lord Randall, los ropajes de la India no era algo que fuera a pasar por alto tan fácilmente.
— Permítame presentarlos — dijo Sebastian — Este es el vigésimo sexto príncipe de Bengal, Soma Asman Kadar, y su fiel sirviente Agni — los presento — ellos son amigos del joven amo, y están viviendo aquí mientras estudian la cultura inglesa.
Soma se lanzó sobre Ciel para abrazarle, feliz de que lo considerara un amigo. Lord Randall se tragó aquel cuento a regañadientes, y no tuvo más remedio que compartir el brindis con ellos.
Más tarde, Soma riño a Agni por causarle problemas a Ciel, si se hubiera descubierto que el culpable estaba a resguardo en la mansión Phantomhive, eso hubiera puesto en duda la reputación de Ciel. Soma ordeno a Agni no volver a causar esa clase de problemas, y que se olvidara de querer entregarse a las autoridades.
Además de ello, Ciel permitió a Soma quedarse, se encargaría de cuidar y administrar la casa de Londres, y a cambio recibiría un pago, de ese modo comenzaría a no depender de sus padres, ese sería su primer trabajo.
Los días pasaron, Soma había partido a Londres al día siguiente de la visita del comisionado, no había habido mayores incidentes que los habituales en la mansión, pero Ciel lucia más serio que de costumbre.
Un día, durante la cena, revelo el motivo de su seriedad, un nuevo encargo de la reina.
— Regresaremos a Londres temprano — les anunció a todos — esta vez los sirvientes permanecerán aquí en la mansión, solo me acompañarán Sebastian y Jill.
— ¿Regresamos a esa casa? — pregunto Jill confundida
— Tengo otro caso, y puede que necesite de tu ayuda
— ¿Qué clase de caso? — pregunto extrañada, por que requeriría su ayuda
— Es clasificado, pero te lo diré a su debido tiempo — respondió tajantemente
Por la mañana el carruaje estaba listo, Sebastian les dio indicaciones a los sirvientes antes de partir, encargándoles que por favor mantuvieran todo en orden en su ausencia. En carruaje partió en dirección a la ciudad, donde un nuevo caso los esperaba.
