Al rato Aome y Sango salieron del salón hacia el salón de arte, rápidamente la hanyō fue a buscar algo en un casillero pero sin querer su gorro de lana gris cayó al suelo dejando ver sus orejas de perro.

Sango levantó el gorro y le pareció algo curiosa la apariencia de su nueva amiga, discretamente le puso el gorro sin hacerle ningún comentario.

—Aquí está — dijo la hanyō sacando un estuche de un violín —el día que papá me trajo a matricularme dejé este violín en el salón de arte.

—¿Sabes tocar el violín? sí que eres talentosa — Sango felicitó —¿puedo hacerte otra pregunta, Kagome?

Aome sacó su violín, era acústico y se mostraba bastante caro, al momento de que la hanyō tomó el arco de violín a Sango se le vino la imagen de una muchacha más joven que ella tocando el violín. No veía su rostro pero sí podía reconocer que era ese instrumento.

—Sango — Aome la miró y la ayudó a sentarse—¿estás bien? pareces un papel de lo pálida.

—Es que no desayuné... mi padre sufrió un accidente en auto y mi madre está hospitalizada, tuve que hacerle el desayuno a Kohaku y por eso se me hizo tarde para venir — murmuró la castaña.

—Espera — hanyō sacó su almuerzo —, son casi las doce y media, deberíamos almorzar. Te comparto del mío.

—Gracias, Kagome, eres muy gentil y... no sabía que tenías orejas de perro — musitó Sango

—Oh — Aome bajó la cabeza —te diste cuenta ¿eh?

—No me parece algo feo, de hecho es inusual — Takahashi mencionó —exótico diría yo. Mantendré tu secreto si me muestras tu talento con el violín.

Aome esbozó una sonrisa cálida y se levantó del suelo con el violín en sus manos, cuando pasó suavemente las verdad del arco por las cuerdas y movió sus dedos por el diapasón del instrumento era fácil para la hanyō recordar a una extraña silueta de un hombre de cabello largo y notables orejas en su cabeza. Un pozo y un grupo de amigos en el cual una de ellas era idéntica a Sango, la castaña sonrió viendo la pasión con la que Higurashi tocaba el instrumento tanto así que llamó la atención de Inuyasha y Miroku.

—Vaya sí que es talentosa esa chica — murmuró Inuyasha —¿dónde la habré visto antes? no sé por qué se me hace familiar.

Al acabar la pieza Aome miró a los invitados no deseados allí frente a la puerta del salón de artes.

—Oye — Inuyasha la miró con calma mientras aplaudía —eso fue asombroso ¿cuando aprendiste a tocar así?

—Señorita Higurashi — Miroku le pasó un brazo por los hombros —, es usted muy talentosa ¿de casualidad no le gustaría que yo le dé un tour por la escuela?

—Déjala en paz, Miroku — masculló Inuyasha molesto empujándolo.

—Se ve que se llevan muy bien — mencionó sarcástica la Higurashi —parecen agua y aceite. Y personalmente no me gusta el contacto físico, Miroku.

Aome tomó el violín salió del salón de artes dejando desconcertado a Inuyasha por la forma en que habló, no sé mordía la lengua para decir lo que no le gustaba.

—¿Ya ves lo que hiciste, Miroku? Higurashi estaba tranquila y llegas a molestarla — masculló el muchacho de cabello largo empezando a alejarse.

—Oye ¿adónde vas?

—A buscarla, se va a perder — respondió el muchacho y salió cojeando.

—Vaya, parece que se enojó — murmuró el chico.

—Kagome dejó su almuerzo — Sango miró el porta.

Inuyasha caminó lo más rápido que le era posible por su accidente de la mañana, vio a todos sus compañeros jugando desde fútbol hasta voleybol con las muchachas pero no vio a Aome. Cuando giró su cabeza la vio escribiendo algo en un cuaderno y sintió la imperiosa necesidad de acercarse a ella.

—Higurashi — llamó Inuyasha.

—Eres el que se cayó en la bici en la mañana — murmuró Aome sin dejar de ver el papel —lamento si te lastimaste.

—Como le dije a Miroku, he salido de peores — el pelinegro se sentó junto a ella —. ¿Te llamas Kagome, no?

—Es una forma demasiado... protocolario... dime Aome nada más — mencionó la chica.

—Entonces, Aome Higurashi... — el muchacho sonrió levemente —¿necesitas los apuntes para ponerte al día? la próxima semana son exámenes.

—¡¿tan pronto?! — la chica gritó aturdiendo al joven.

—¡Sí! es mayo... se hace cada dos meses y son una semana entera — mencionó el joven tapándose la oreja izquierda.

—No suelo entrar en confianza rápido — Aome se abrazó a sus rodillas —, algo en mi instinto me decía que tú y esa chica Sango son de confiar. ¿Qué perfume usas? huele bastante bien.

—Bueno, es uno genérico que mi madre me compró — él le respondió —es bastante barato.

—Nah, es el mismo perfume que usa papá — Aome se burló.

—Oye, es una copia... mi madre me crió desde muy pequeño. Jamás conocí a mi padre — mencionó Inuyasha algo afligido —¡pero qué tonterías estoy diciendo! tienes un no sé qué hace que todas las personas te hablen — Aome le sonrió muy feliz.

Inuyasha sacó sus cuadernos de su bolso y empezó a repasar algo de matemáticas, una de sus materias menos fuertes. Por curiosidad volteó discretamente a ver lo que escribía su nueva amiga, pero no era un escrito sino un dibujo. Era un hombre de pelo blanco, ojos amarillos que empuñaba una prominente espada de gran tamaño, hasta ahí llegaron las similitudes con sus sueños pues el traje que tenía era más parecido al de los vikingos que a los antiguos japoneses.

—¿Y eso? dibujas muy bien, Kag... Aome — la elogió Inuyasha.

—Oh... ¿esto? es un hobby que tengo. Me gusta escribir y dibujar historias — Aome respondió —, tengo un blog en internet donde las subo... mejor dicho es una página de Facebook.

—Vaya, me gustaría saber qué has escrito — el chico empezó a hacer ecuaciones en su cuaderno.

—Tengo una historia terminada en la era victoriana de Inglaterra y empezaré otra en la época de los vikingos con base en unos sueños que he tenido — mencionó Aome —, una chica en la Noruega actual viaja a la época vikinga y tiene que ayudar a este personaje — señaló su dibujo —, a buscar a su madre en la Europa continental.

—¿Te parece que él sea un semidios? ¿que tal hijo de Njord con una humana que le rogó ser salvada de un naufragio? — propuso el joven.

—Oye pero que creativo, Inuyasha — ella le sonrió.

De pronto el balón de voleybol iba a golpear a Aome pero rebotó en la pared y cayó al pasto, rápidamente una chica conocida como Kikyo corrió hacia el balón solamente para recogerlo. La mirada de Aome se volvió en incomodidad hacia Inuyasha, no sabía cómo reaccionar pero fue aún más incómodo al ver la cara de molestia en esa tal Kikyo cuando la vio sentada al lado del chico.

"Trágame Tierra" Pensó Aome ocultándose tras su diario.

—¿Quién es ella? — Kikyo miró seriamente a Inuyasha.

—Es una compañera nueva de mi salón — Inuyasha se mantuvo tranquilo.

—¿Sólo eso? — la joven arqueó la ceja —a decir verdad... no te creo.

Kikyo miró a Aome con una expresión fría y bastante llena de molestia, la Higurashi mantuvo rostro oculto tras su diario y al momento de ver a la recién llegada sintió miedo.

—¿En serio? no habla esta niña, pero que patética — dijo Kikyo riéndose —, Inuyasha ¿podemos ir a almorzar juntos? — luego vio al chico con una sonrisa tierna.

—Bueeno — Inuyasha rodó los ojos mientras Kikyo lo levantaba con sus manos —luego nos vemos Higurashi.

Inuyasha y Kikyo se marcharon dejando sola a Aome que no entendía por qué se llevaban tan bien ellos, el primer pensamiento que llegó a su mente fue que ambos eran novios y esa teoría se quedaría en su cabeza hasta que alguien se lo desmienta.