Los dos chicos seguían frente al árbol sagrado del templo Higurashi, esos pensamientos y visiones acerca de una posible vida en el pasado en la era Sengoku viviendo juntos en una época tan turbulenta como esa sólo les llenaba la cabeza de preguntas si respuestas.
—Antes de que tomara entre mis manos a colmillo de acero no tenía mi cabello así — dijo Inuyasha —parece cómo si le hubiera echado peróxido de hidrógeno — añadió siendo burlón.
—¡ja, ja ja! Qué gracioso — Aome se rio fuertemente —te ves canoso — le sacó la lengua —además pienso que te ves lindo así.
Inuyasha y Aome se sonrojaron ante esas palabras, por un lado la chica Higurashi no fue capaz de mantener la boca cerrada y el muchacho apenas podía entender lo que pasaba. Aunque siempre pensaba que esa chica era peculiar, le encantaba su aspecto y esos rasgos tan caninos que tenía le resultaba atractivos.
—No llevamos ni tres días conociéndonos y es como si te conociera de toda la vida — mencionó Aome con irritación —¡Es absurdo!
—No soy el único que piensa así — mencionó Inuyasha con seriedad —cada que tengo esos sueños aparece alguien igual que tú.
Las orejas de la chica se movieron hacia arriba.
—¿Alguien como yo? — preguntó tímidamente y sonrojada.
—Sí, además era la única que tenía ropa normal en ese mundo — le dijo algo confundido —si algo me llega a pasar con colmillo de acero ¿Puedo contar contigo?
—Obvio microbio — la hanyō le guiñó el ojo.
Durante esas dos horas previas al mediodía Inuyasha y Aome no se dirigieron la palabra y sólo escribían en sus respectivos cuadernos sus investigaciones acerca de los temas que ellos mismos habían propuesto. El muchacho no pudo pasar desapercibido un dibujo de un hombre de cabello blanco, con dos orejas de perro blancas con el interior rosa, ojos dorados y extraños ropajes de otro tiempo colgado encima del computador de la chica.
Para él era innegable el parecido con el hombre que aparece en sus sueños, él se levantó de la cama y empezó a ver los bocetos que su amiga realizaba, Aome movió sus orejas al escuchar los pasos del invitado.
—¿Te ocurre algo? — preguntó la chica.
—Este hombre — le mostró el primer dibujo que vio —es el mismo que he visto en mis sueños además...
Él le volvió a agarrar de las orejas provocando una mueca de molestia en Aome pero aun así lo dejó pasar porque no es que le desagradaba demasiado si viniera de él, era como si ese cálido tacto del chico le tranquilizara, ella siguió escribuendo en su cuaderno mientras Inuyasha solamente se movía de un lado al otro viendo lo que escribía la chica descubriendo que todo estaba escrito en inglés.
—¡Higurashi! Tiene que estar escrito en español — Inuyasha le corrigió.
—¡Luego lo traduzco! — exclamó la chica mitad demonio —canoso — añadió divertida.
—¡Oye! Lo dice la que tiene orejas de perro — se defendió el muchacho.
—Canoso — ella le sacó la lengua —ya en serio. Es la costumbre en Inglaterra.
Aome volvió a corregir todo en los siguientes cuarenta minutos, luego tomó una cartulina para realizar una cartelera como ayuda en su exposición que se llevaría a cabo la semana siguiente a los exámenes, la mirada del chico era lo más tranquila posible además se notaba bastante intrigado por la forma en que no sólo ella basaba sus dibujos en imágenes del Sakoku.
—Oye... ¿quieres comer algo? — preguntó la hanyō.
—Seguro, ya empieza hacer hambre y calor — murmuró el muchacho —¿qué quieres comer? Te invito un helado, cachorra.
—Oye... — ella movió sus orejas —, pero sí, talvez deberíamos ir por unos helados. Yo invito.
—Me niego. Yo te invito — reclamó el muchacho.
De pronto y entrando como dos sombras fantasmales se les aparecieron Sango y Miroku dejando atónitos a los dos muchachos los cuales andaban discutiendo por nimiedades, ahora el inoportuno amigo de Inuyasha podría salir con algún que otro comentario fuera de lugar.
—¿Qué hacen aquí? Llegaron dos horas tarde — mencionó Aome cruzándose de brazos.
—Dijimos que nos reuniríamos hoy aquí no a qué horas — Miroku se defendió con su habitual tranquilidad.
—Además son las once y cincuenta, no quedamos con una hora acordada — mencionó Sango —pero veo que se llevan bastante bien.
—Sí, Higurashi es una chica bastante agradable — mencionó Inuyasha con calma —además dibuja excelente. De hecho ella ya terminó su trabajo.
"No me digas así" Aome soltó entre dientes.
—Ya es cerca del mediodía — mencionó la hanyō —, quédense a almorzar. Y nosotros les ayudamos con sus tareas.
—Se lo agradezco mucho, señorita Higurashi — Miroku le sonrió —veo que este es un templo yo pensaba que vivía en una mansión.
—Miroku — Sango lo codeó —no se critica dónde viven los demás, además sabes que Inuyasha y su madre han tenido problemas de dinero
—Tampoco andes ventilando las cosas, Sango — Inuyasha le pidió entre dientes —a trabajar.
Con el pasar de los minutos Aome e Inuyasha se dedicaron a ayudarles con la investigación de sus propios proyectos a sus dos amigos, durante ese momento se dio cuenta que Miroku solía ser serio y centrado cuando él mismo se lo proponía.
—El Bakumatsu fue la última etapa del Shogunato Tokugawa — Miroku empezó a leer —se le denomina así a los sucesos que comprenden los últimos años del periodo Edo de la historia de Japón, cuando el shogunato Tokugawa llegaba a su fin. Esta etapa está delimitada por los grandes acontecimientos ocurridos entre los años de 1853 y 1867, cuando Japón terminó su política de aislamiento conocida como sakoku, y se produjo la transición del feudalismo bajo el mando de la figura del Shogun, comenzando el periodo Meiji.
—Entonces en el periodo Meiji fue cuando Japón se abre a occidente gracias a la intervención estadounidense, británica y francesa — añadió Inuyasha tomando nota —y en ese periodo hasta el inicio de la era Taisho se conformó el Imperio Japonés.
—Tengo la mitología japonesa y algo que me llamó la atención: hanyō y Youkai — Sango miró las hojas que tenía escritas —entre algunos hay Kitsune, Inugami y los hanyōs. Estos últimos me parecen muy peculiares.
Aome tragó saliva y desvió la mirada hacia la ventana mientras movía inquieta sus manos. Todos menos ella estaban atendiendo el relato de Sango con total atención y esperaban algun aporte de parte de la chica Higurashi.
—Son hijos de un Youkai con un humano, generalmente tienen rasgos distintivos como orejas, cola, ojos, entre otros. Eso me hace preguntar — la castaña miró a Aome —¿Kagome tú eres un hanyō?
