Frente al espejo del baño Sango calentaba su voz haciendo escalas desde las notas más graves hasta las más agudas, sintió que su garganta picaba así que tosió y vio luego a Kirara sentada en la tapa del inodoro. La pequeña felina ladeó su cabeza al ver a su ama así de molesta, luego la castaña continuó haciendo calentamientos vocales alternando con ejercicios de respiración como la "respiración de fuego" proceso en el que el cantante siente su diafragma quemarse al realizar continuas respiraciones haciendo mover el músculo diafragmático.
—Cielos hace tiempo no canto — murmuró la chica y miró su flauta traversa plateada colgada al lado de su bumerang —. No me siento lista y el concurso es en tres semanas. Imagino que Miroku e Inuyasha están trabajando duro.
Para Sango el estar en calma no era del todo fácil, conocía perfectamente que su hermano Kohaku sufría de asma, aunque no era tan grave porque normalmente siempre llevaba su medicamento. Pronto vio a Kirara ponerse en la ventana para vigilar la calle fijamente, Sango se asomó al cristal sintiéndose observada por una extraña silueta femenina fuera de la casa en mitad de una lluvia.
Sango se frotó los ojos y la silueta desapareció sin dejar rastro, luego ella de acercó a su bumerang pasando suavemente su mano con delicadeza sintiendo la dureza sutil de aquella arma tan inusual que compró en el templo Higurashi.
(...)
Reunidos los cuatro integrantes de "La división fantasma" en una de las tantas oficinas dentro del edificio de Hashira Corp en Tokio planeando una forma de conseguir atrapar a los implicados en los asesinatos.
—En tres semanas se llevará a cabo ese dichoso concurso pero hay algo que no me cuadra — Nikola investigaba a la promotora que hacía el evento —. Esta empresa no está legalmente constituida. Es una trampa.
—¿Qué carajo? — Joakim quitó al hombre frente al computador —. Es verdad la compañía llamada "Shikon no Tama productions" no existe.
—Algo huele mal — murmuró Zero —, hasta hace no mucho esa dizque compañía de eventos no es vieja. Es muy nueva. Es mejor desconfiar de ella. Fue fundada el 20 de agosto de 2019... Eso fue hace dos semanas...
—El nombre "Shikon no Tama" pienso que se refiere al incidente de la perla de Shikon hace quinientos años, y estoy seguro que si quieren atraer a las reencarnaciones de aquellos que pelearon en esa época es una buena idea — Sayuri habló con calma —. Mierda, Aome...
Sayuri estaba preocupada por su hermana menor sabiendo que con lo entusiasta que era al momento de tocar el violín, aborrecía la idea de ver a su querida hermanita meterse en un lío tan grande como en el que empezaba a surgir en las calles de Japón. Joakim puso su mano sobre el hombro de su amiga, ella lo miró de soslayo preocupado y entonces quisieron irse de allí para prevenir a Aome.
—Alto ustedes dos — Kirinmaru los detuvo en pasillo —. ¿Qué demonios pretenden hacer? — cuestionó el youkai —el caso de esa empresa llamada Shikon no Tama ha llegado a oídos de la Policía. Y nos han dado este caso a nosotros.
—Sí, estamos al tanto señor Kirinmaru — Joakim movió sus orejas —. No sé si me entienda, pero como hermano mayor es nuestro deber cuidar y velar por nuestros hermanos pequeños.
—Ya lo sé pero ustedes son más importantes aquí — exclamó el pelirrojo —. Es un caso de clase alfa, es decir de máxima seguridad. Sé que quieres proteger a tu hermana y Sesshomaru también quiere mantener alejado a Inuyasha del riesgo.
El aludido le mostró el dedo medio de la mano a Kirinmaru y aunque a este no le importó sí que conocía bien que su hermana mayor no era ninguna mujer débil que se deje mangonear de cuánto aparecido haya por allí, solamente estaba seguro que la manera de que unos adolescentes curiosos se metan en líos es callar sobre aquel suceso, evitando así que Aome, Inuyasha y sus amigos se involucren en algo tan riesgoso no correrían ningún peligro.
—Pues que trabajen aquí una vez salgan del colegio — voceó Joakim —. Así hice con mi hermano menor, Nikola.
(...)
Inuyasha se encontraba revisando su teléfono por si tenía alguna llamada de su madre pero no, al parecer se la había tragado la tierra hasta que mediadas las dos de la tarde recibió un mensaje el cual en
Izayoi: No llegaré a casa temprano, estoy en una reunión de trabajo muy importante.
Frustrado dejó su teléfono en su bolsillo y siguió viendo la televisión por si hallaba algo en que distraer la mente, aunque fuera hanyō también era un adolescente y que amaba la adrenalina; mientras pensaba en algo qué hacer. Ya había escampado y la verdad él se aburría si no había nada que hacer.
—Oye Inuyasha — Sota lo llamó —. ¿Puedes ayudarme con mi tarea de ciencias?
—Claro — el mayor sonrió tranquilamente.
Durante un rato más Inuyasha se encargó de ayudarle con la tarea a Sota, era curioso para él cuando este niño escribía porque lo hacía de una forma extraña y aunque por su parte fuera raro ver a alguien que escribiera con la mano izquierda no era precisamente eso lo que le llamaba la atención sino más bien su letra. Escribía en japonés fluido pero tenía una caligrafía impecable para un niño de ocho años, Sota miró a Inuyasha confundido por un punto.
Con calma el hanyō mayor le explico cómo debía hacerlo de la manera correcta. Durante otro rato más él se sentía algo aburrido y abrumado porque otra vez estaría solo en casa, por otro lado le agradaba estar con la familia de su prometida repentinamente vio en la televisión un reportaje sobre los skaters y su presencia en los juegos olímpicos a realizarse en Tokio al año siguiente. Durante ese reportaje el periodista hablaba también del ciclomontañismo y el BMX y otros deportes extremos.
—Oye Aome — Inuyasha llamó a su anfitriona —, ¿tienes patineta?
—¿Para qué o qué? — preguntó Aome dejando de dibujar.
—No respondas a una pregunta con otra pregunta — le corrigió Inuyasha —. Me preguntaba si podíamos salir a rodar.
—Bueno, sí tengo una patineta pero hace tiempo no la uso — la hanyō se encogió de hombros —además las calles están mojadas por la lluvia y así se dañan los rodachines.
El hanyō albino quedó más confundido que Fabián con Adrián y terminó por ladear la cabeza lleno de más dudas que respuestas.
—¿Ro- qué?
—Las rueditas — Aome se inclinó para sacar algo debajo de su cama.
Aturdido por la manera tan confianzuda que tenía Aome de mantener su cuarto abierto a la vista de todos los invitados por más desordenado que este estuviera, tanto así que parecía como si un terremoto haya tenido sin duda su epicentro en su habitación. Colgada en la pared yacía la bandera del Reino Unido, un póster de alguna de las tantas bandas de pop de ese país, pero lo que más destacaba era una estantería de libros desorganizada a más no poder y uno de ellos de un escritor británico.
—Charles Dickens... Historia de dos ciudades — mencionó Inuyasha leyendo la portada —. Se ve interesante.
—Es un libro de la secundaria de Sayuri — mencionó la chica sacando la patineta —. Jamás me gustó la literatura, hasta que lo leí y siempre leo uno que otro al año. Te lo puedo prestar si quieres y lo lees y ya luego me cuentas qué te pareció.
—Claro, realmente me gusta la literatura por mi tío Shizen, él siempre me compraba libros y siempre que pasaba tiempo con él, él me leía historias — murmuró dejando escapar una sigilosa lágrima —lastimosamente murió hace dos años a consecuencia de una bronco neumonía y agravada por su enfermedad.
Aome se sentó en la cama preocupada por el repentino cambio de estado de ánimo en su invitado, no le gustaba ver a nadie triste y menos a alguien que apreciaba mucho como era el caso de Inuyasha.
"No te quiero ver llorar" pensó Aome.
—¿Su enfermedad?
—Tenía... SIDA — respondió con seriedad el albino —. Digamos que siempre fue diferente. Era extravagante ¿sabes? Y siempre decía algo "buenas obras, buenas palabras eso es a lo que debes aspirar".
Sin siquiera pedir permiso Aome abrazó a Inuyasha con fuerza brindándole el calor que un abrazo podría brindar, entonces ambos tuvieron una visión de aquellos sueños en los que siempre se veían, ella siendo aquel violento hombre medio demonio y él siendo la dulce chica que viajó en el tiempo.
—Él siempre creyó en la reencarnación y dijo que si nacía en otra era, no dejaría su esencia de ser extravagante — mencionó el hanyō con calma —. He pensado mucho y creo yo que... tal parece que tú y yo somos las reencarnaciones de dos personas que se amaron con tal locura que trascendieron más allá del tiempo y el espacio.
—¿Tú crees? — Aome no se separó de él.
—El pozo, la marca en el árbol sagrado del templo del señor Higurashi, tú y yo teniendo visiones raras... yo con flechas purificadoras... en fin, son tantas cosas que lo ponen a pensar a uno — dijo el hanyō con serenidad —. Son demasiadas coincidencias para que sean simples disparates lo que está pasando — él añadió y luego se levantó —¡Vamos a rodar!
Aome sonrió tranquilamente y se levantó de la cama corriendo junto a él por los pasillos del edificio, Inuyasha al llegar a la primera planta tomó su bicicleta subiéndose en ella y comenzando a pedalear tras su amiga.
"Es verdad, Inuyasha y yo siempre tenemos esos sueños. Quizá sí vengamos de ese periodo antiguo. Me gusta pasar tiempo con él y realmente no quiero separarme de él, somos tal para cual aunque a veces seamos como agua y aceite siempre estamos el uno para el otro" eran los pensamientos de Aome.
"Aome es hermosa, desde el primer día que la vi siempre me atrajo su forma de ser tan tímida en público pero tan divertida en privado. En Yokimura era estaba como pez en el agua. Verla tan feliz me agrada, es como un sol que no debe dejar de brillar. Quisiera poderla proteger siempre con colmillo de acero" pensaba Inuyasha para sus adentros.
