Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Silque, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Silque, I'm just translating with the permission of the author.

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EPOV

Coloqué el maletín de Bella en el maletero de mi Mercedes alquilado y lo acomodé junto al mío. A mí parecer se veían bien. Sí, Jasper tenía razón; actuaba como una chica.

Salimos de la ciudad y no llegamos más allá de la autopista de peaje de Nueva Jersey cuando tuve que buscar un área de descanso. Tenía que deshacerme de esta comida. Realmente apreciaba el esfuerzo de Bella al preparar un delicioso almuerzo. Era una lástima que no fuera el tipo adecuado para disfrutarlo. Significó un gran esfuerzo comer tanto como lo hice, aunque desearía haberme obligado a comer el resto. No quería volver a ver esa decepción en el rostro de mi amor nunca más.

Pareció solo un poco nerviosa por la velocidad a la que íbamos. O tal vez no se dio cuenta. Lo mantuve en tres dígitos casi todo el viaje.

En el área de descanso, después de expulsar la comida y enjuagarme bien la boca, me metí en la tienda de conveniencia para comprarle una botella de limonada a pedido de ella. Curiosamente me emocionó que bebiera algo que le habría servido si yo la estuviera cortejando en mi época. Una breve fantasía de ella con un vestido de esa época y el cabello recogido de forma atractiva en la parte superior de la cabeza. Yo, elegantemente vestido, con el pelo peinado hacia abajo con pomada, sosteniendo mi bombín contra mi pecho y entregándole un ramillete. Sentada en su porche en el suave aire de la tarde, con el sombrero en el regazo, bebiendo limonada y conversando bajo la atenta mirada de su acompañante. Robarle un beso cuando su acompañante se quedara dormida...

La visión hizo que me doliera el pecho.

El auto estaba equipado con un E-ZPass, así que, afortunadamente, las únicas paradas que tuvimos que hacer fueron para estar cómodos o para cargar gasolina; llegaríamos a buen tiempo. Cuando regresamos a la autopista, tomé su mano entre las mías, la apoyé en la consola entre nosotros, nuestros dedos entrelazados, y comenzamos de nuevo ese baile de conocernos mejor.

Me habló de sus padres, de su vida en Seattle y luego del accidente que los mató. Me habló de la soledad del internado y de su única buena amiga, Angela. Me dolió el corazón por esa Bella más joven, pero todo lo que pude hacer fue apretar su mano en señal de simpatía. Me habló de los veranos con su abuela; los conciertos, ballets y museos de arte, y cómo había fomentado el amor de Bella por la cocina. Ojalá la hubiera conocido. Parecía una mujer maravillosa y había convertido a mi Bella en la mujer encantadora, inteligente y completa que era hoy.

Me habló de haberme visto en concierto en Filadelfia y de la atracción instantánea que sintió por mi talento. Me sentí completamente halagado, pero todo eso palideció en comparación con cuánto deseaba que ella se sintiera atraída por mí. Deseaba con todas mis fuerzas en ese momento ser solo un hombre. Un hombre humano, que pudiera cortejarla, proponerle matrimonio, casarse con ella, darle hijos, envejecer con ella. Morir con ella. Bueno, todavía podría hacer esa parte.

Le conté una versión editada de mi vida. Le dije que Alice y yo éramos hermanos, y que Emmett era nuestro primo, emparentados con Carlisle, Jasper y Rosalie eran gemelos, emparentados con Esme, todos criados por ellos. Odiaba mentirle. Simplemente no estaba listo para decirle la verdad. No estaba listo para perderla. Esperaba que, con el tiempo, pudiera amarme lo suficiente como para que no importara lo que yo fuera y que me permitiera pasar una parte de mi existencia con ella.

Incluso si todo lo que pudiera hacer es besar sus labios.

―Edward ―comenzó vacilante. Me di cuenta de que no estaba completamente cómoda con lo que estaba a punto de decir. Me sentí instantáneamente lleno de pavor―. No quiero entrometerme, pero... tu piel... ¿por qué está tan fría?

No podía mirarla a los ojos.

―Mala circulación. Tiende a ser hereditario, como el color de nuestros ojos. ―Mentira sobre mentira. Estaba completamente disgustado conmigo mismo, pero no pude evitarlo. Decirle la verdad haría que huyera a gritos. ¡Necesitaba más tiempo con ella!

Entrecerró ligeramente los ojos, pero no dijo más al respecto.

Entonces nos sumimos en un tranquilo silencio. Se inclinó hacia mí y apoyó la cabeza en mi hombro. Apreté su mano y la llevé a mis labios, mi corazón se hinchó. Pensé en su recepción cuando la recogí hoy. Que ella abriera la puerta y se echara a llorar me asustó por completo. Mi primer pensamiento fue revisar en busca de heridas, pero luego se arrojó a mis brazos y mis preocupaciones se dirigieron a quién podría haber herido sus sentimientos tan gravemente.

Al parecer, a ella realmente le encantó el brazalete. Sonreí para mis adentros ante el recuerdo, ahora. Su reacción, su cariño. Era tan voluble y la amaba aún más por eso. Miré el brazalete que colgaba de su delgada muñeca. De hecho, esperaba colgar más dijes en él. Quería mostrarle el mundo. Podía imaginar un pequeño dije de la Torre Eiffel, un dije del Big Ben, ese corazón de diamantes que alguna vez fue de mi madre. Todavía estaba en mi caja de recuerdos, en Forks, pero sería suyo tan pronto como la llevara a casa. Ella ya poseía el que estaba en mi pecho.

Casa. Anhelaba mi hogar y mi familia. Quería mostrarles a todos esta mujer increíble. Sabía que todos la amarían. Especialmente Esme.

Pero primero tendría que hablarle de mí, de nosotros. Alice había dicho dos semanas, así que eso no me dejaba mucho tiempo. Estaba decidido a pasar cada minuto posible con mi Bella, porque cada momento que pasaba mostrándole mi adoración estaba un centímetro más cerca de que ella me amara.

Eso esperaba. Cristo, eso esperaba.

Llegamos a DC justo antes de las cinco, luchando contra el tráfico hacia el centro de la ciudad. Nos detuvimos frente a The Eldon, dejando que el botones tomara nuestras maletas y el valet se llevara el auto. Tomando las tarjetas de nuestra habitación en la recepción, nos dirigimos a la suite y traté de advertir a Bella sobre el asalto frontal que le esperaba; Alice y Jasper estaban en la habitación.

―Alice es... muy... exuberante. Por favor, perdona su emoción. Ha estado esperando durante mucho tiempo que yo... conozca a alguien especial. ―Si pudiera sonrojarme, lo hubiera hecho.

Ella me sonrió.

―¿Soy especial para ti?

La detuve en el lujoso pasillo, obligando al botones a detenerse detrás de nosotros. Con mucho tacto, miró a todos lados menos a nosotros.

―¿Aún no te lo he dejado claro? ―Tracé su mejilla con las yemas de mis dedos―. Te he estado esperando por... lo que parecen cien años.

Sus ojos brillaron y se estiró de puntillas para presionar sus labios contra los míos.

―Eres tan galante, Cullen ―bromeó, su voz ligeramente ronca; me di cuenta de que mis palabras la afectaron. Bien.

Continuamos hacia la suite, y cuando abrí la puerta, nos encontramos con un chillido agudo. Rápidamente le di propina al botones y tomé nuestras maletas para que pudiera irse.

―¡Están aquí, están aquí! ―Allí estaba Alice, saltando sobre las puntas de los pies, con las manos entrelazadas bajo la barbilla.

Suspiré.

―Terminemos con esto. Hola Alice, Jasper. ―Asentí a mi hermano―. ¿Recuerdan a Bella? ―La jalé para que se pusiera a mi lado, envolviendo mi brazo alrededor de su cintura, tratando de protegerla del ataque de Alice. Como si eso fuera posible.

Alice bailó hacia adelante y agarró la mano de Bella entre las suyas.

―¡Hola, Bella! ¡Es maravilloso verte de nuevo!

Jasper se levantó de su posición en el sofá, como era correcto cuando una dama entraba en la habitación. Estaba extremadamente agradecido de que no fuera Emmett. No quería ni pensar en esa introducción. Se acercó a Alice y le tendió la mano a Bella.

―Encantado de verla de nuevo, señorita. ―Esta vez le permití estrecharle la mano. A regañadientes.

―Igualmente ―sonrió Bella―. ¿Eres del sur?

―De Texas, sí. ―Jasper le devolvió la sonrisa.

―Tu acento es encantador. Podría escucharte hablar todo el día. ―El gruñido que surgió en mi pecho solo fue audible para los vampiros en la habitación, gracias a Dios. Jasper me lanzó una sonrisa. Esa rata bastarda.

―Bueno ―logré decir, casi normalmente―, vamos a instalarte. Si le das tu vestido a Alice, ella se encargará de que esté planchado al vapor. ―Guie a Bella por el pasillo hasta el último dormitorio, el principal.

―¡Sí! ¡Nunca voy a ningún lado sin mi vaporizador! ―Alice informó. Duendecillo molesto. Pero era útil. Como cuando me guio hacia mi pareja. Lo que me recordó que todavía tenía que darle el regalo que había comprado en Tiffany's.

―¡Oh, Edward, deberías tomar la habitación principal! ―Bella objetó―. Estaré bien en una de las otras habitaciones.

No estaba a discusión.

―En absoluto. Eres nuestra invitada. Esta es tu habitación, y eso es todo. ―Sí, estaba siendo prepotente, pero ¿no era mejor que ella viera mi verdadero yo? ¿O al menos tanto de mi verdadero yo como pudiera mostrarle sin que se desmayara de terror?

Dejé que Bella se acomodara y regresé a la sala de estar.

―¡Los amo! ―Alice se rio y se arrojó a mis brazos―. ¡Dámelos! ―Sacó la pequeña caja azul de mi bolsillo y se giró hacia Jasper. Sin siquiera abrir la caja, dijo―: ¡Espera hasta que veas los hermosos aretes que Edward me compró! ¡Ah, y le dio a Bella el más bonito brazalete con dijes, con un dije de piano de cola! ¡Es muy inteligente de su parte marcar territorio tan temprano en la relación. ―Me sonrió por encima del hombro. Era imposible sorprender a mi hermana psíquica.

―¡Alice! ¡Shh! ―Miré hacia el pasillo hacia la puerta cerrada de Bella.

Ella simplemente se rio de mí. Mocosa.

―Edward, te hice reservaciones en Campono. Está justo al lado del Centro. ―Me sonrió―. Realmente deberías animarte y decírselo, de esa manera no tendrías que seguir tragando comida humana.

―Y luego regresarla de nuevo. ―Jasper se estremeció―. ¡No sé si podría hacer eso, ni siquiera por Alice!

Ella le dio un golpe en el brazo.

―Sí, lo harías. Pero por suerte para ti, no te obligaré. Esta noche. ―Ella se rió.

―Ustedes dos tomen mi Volvo, yo conduciré el alquilado. Bella tiene problemas de equilibrio, recuerden. Estoy seguro de que usará tacones esta noche. En cualquier caso, planeo quedarme con ella después del concierto. Quiero tener acceso al piano cuando la multitud se haya ido ―dije.

Alice asintió.

―¡Oh, eso suena increíble! Eres un hermano mayor tan romántico. ―Ella suspiró felizmente.

Una vez que estuvimos todos duchados y vestidos, vaporizados y arreglados, nos reunimos en la sala principal de la suite. Eran casi las seis, así que teníamos que partir. Llevaba pantalones de esmoquin, zapatos de vestir y un Oxford blanco, por lo que solo tendría que cambiarme de camisa y luego ponerme el chaleco, la corbata y el frac en el lugar.

Bella estaba deslumbrante con un vestido de cóctel de seda negro hasta la rodilla y zapatos de tacón negros, y tenía en la mano su ridículo y pequeño bolso de mano negro de la noche anterior. Volvió a ponerse sus aretes de oro y su colgante de cisne, así como mi brazalete. Su cabello quedó suelto y largo sobre su espalda, con simples clips dorados que sujetaban los mechones delanteros hacia atrás. Pero lo más hermoso de ella siempre sería su rostro, con un mínimo atisbo de maquillaje. Hermosa.

Salimos de la sala como grupo, rumbo al que sería mi último concierto.