Hola a todos. Aquí llega un nuevo episodio.
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Episodio 5. Un problema muy grande
Shushu se encontraba en su habitación del dormitorio de la séptima unidad. Se hallaba tendida boca abajo sobre su cama, revisando su teléfono. Parecía aburrida.
–Estos mangas de romance no me excitan mucho –murmuró–. ¡Pero las películas de superhéroes son lo más! ¿No piensas igual, conserje?
Volvió la cabeza. Las palabras iban dirigidas a Yuuki, el cual se hallaba también en aquella habitación, la cual estaba totalmente desordenada. El chico estaba en ese momento recogiendo libros y colocándolos en una estantería.
Miró a Shushu con un gesto de fastidio.
–Lo mínimo que podrías hacer es limpiar tu habitación –protestó.
–No tienes derecho a quejarte –replicó ella con una sonrisa traviesa–. Ahora eres mi esclavo.
Le mostró la pantalla de su teléfono, en la cual se veía la foto que le tomó mirando a Himari.
–Mira esta foto. No querrás que la difunda, ¿verdad? ¡Los métodos correctivos de la capitana son aterradores!
Yuuki comenzó a sudar. No quería imaginarse lo que podría hacerle Kyouka si veía esa foto. Y eso si Himari no se encargaba de él primero.
Suspiró. Shushu le estaba volviendo loco desde que le sacó esa foto. Él ya no podía soportarlo más.
Entonces su mirada se fijó en algo que había en el suelo, que hizo que su cara se pusiera totalmente roja. Era la ropa interior de Shushu.
–Huyhuyhuy… Tu cara está muy colorada, conseeeerje –dijo la chica con un tono juguetón mientras ponía su cabeza sobre el hombro del chico.
Este se separó rápido con bastante nerviosismo.
–¿De… de verdad te parece bien que recoja eso? –preguntó mientras señalaba la ropa interior.
–Eres un hombre que hace las labores del hogar –le respondió despreocupadamente guiñándole el ojo–. Seguro que puedes pensar en la ropa interior como si fuera cualquier otra prenda tirada en el suelo.
El chico enmudeció por un segundo. En el poco tiempo desde que la conocía, había comprobado que Shushu podía ser algo exasperante, pero parecía comprender sus inquietudes.
Se rindió. Seguro que si no hacía lo que le pedía, le volvería a amenazar con difundir aquella foto.
–De acuerdo, me ocuparé de esto.
Se agachó para recogerla.
Al segundo siguiente, se escuchó el inconfundible sonido de una cámara.
Miró con nerviosismo. Shushu estaba de nuevo con el teléfono en la mano.
–¡Creo que utilizaré esto también como "evidencia"! –sonrió la chica.
–¡Eh, deja ya de tomarme fotos! –se quejó Yuuki.
Ya no podía aguantarlo. Si no se libraba de aquellas evidencias, tenía el presentimiento de que su vida se iba a acortar drásticamente.
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Cuando por fin le dejó ir, el chico caminó por los pasillos del edificio, totalmente abatido. Tenía que pensar en algo para salir de esta situación.
La foto incriminatoria había ocurrido por accidente. Igual si le contaba a la capitana lo que había ocurrido en realidad, esta lo comprendería, y podría hacer que Shushu dejara de molestarle, tal como había hecho con Himari.
Unos sonidos de pelea interrumpieron sus pensamientos. La curiosidad hizo que fuera a ver.
Vio sorprendido como Himari y Kyouka se encontraban en el exterior, intercambiando golpes. Y lo hacían a gran velocidad.
–¡Más rápido y más preciso, Himari! –ordenó la capitana, atacando con fiereza.
–¡Sí!
–¡No debes darle oportunidad al enemigo para que contraataque!
Yuuki estaba impresionado. Aun sin utilizar armas, las capacidades de combate cuerpo a cuerpo de ambas eran formidables.
La tierra cerca de la barrera se movió de repente. Del suelo emergió una de aquellas monstruosas criaturas.
–¡Un shuuki! –exclamó Himari, alarmada.
Pero la capitana estaba más tranquila.
–¿Solo uno? Perfecto, entonces. Observa.
La capitana echó a correr hacia la criatura, saliendo de la barrera. A gran velocidad, le propinó un terrible puñetazo a la altura del pecho, cosa que sobresaltó a su oponente, quien no se esperaba ese golpe. No contenta con eso, la capitana siguió propinándole más puñetazos a gran velocidad, acciones que terminaron destrozando al shuuki.
–Así es como debes hacer un combo, Himari –afirmó la capitana.
–¡Ni siquiera has tenido que usar tu habilidad! ¡Eres increíble! –gritó maravillada la vicecapitana, a la cual le brillaban los ojos.
Sin embargo, Yuuki, quien también lo había visto todo, estaba asustado. No terminaba de creerse que Kyouka se hubiera sido capaz de cargarse a un shuuki con las manos desnudas.
Gruesas gotas de sudor la caían por la cara. Sería mejor que no dijera nada. No quería que Kyouka le destrozara si había algún malentendido.
Sus pensamientos quedaron interrumpidos cuando sintió que alguien le tiraba de la manga.
Volvió la cabeza. La integrante más joven de la unidad estaba frente a él.
–Ah, Nei-chan –dijo.
–Tengo algo de lo que informarte como tu superior –dijo sonriente mientras hacía el saludo militar.
–¡Sí, señora! –respondió Yuuki arrodillándose. Tenía que dejar claro que respetaba la cadena de mando, por si Kyouka o alguna de las otras estaba mirando.
–Dentro de poco, la capitana, Himari-san y yo nos iremos a una reunión importante –informó Nei mientras miraba a las otras dos que seguían luchando–. Os dejaremos a Shushu-chan y a ti a cargo de la seguridad del dormitorio.
Estas palabras provocaron una gran incomodidad en el chico.
–¿¡Shushu-chan y yo!? –preguntó con una expresión de desagrado.
–¿Ocurre algo? –preguntó preocupada Nei.
–Ah… no, no es nada –titubeó Yuuki. Era mejor que Nei tampoco se enterara de todo aquello.
–Shushu-chan es una muy buena persona –afirmó la niña sonriendo–. Esta podría ser una buena oportunidad para que hables mucho con ella.
Yuuki miró detrás de Nei. Allí estaba Shushu, escondida tras un árbol y escuchándolo todo. No se molestó en ocultar su presencia, mientras le hacía señas para que se acercara con una sonrisa traviesa.
Esto puso al chico de peor humor. Nei era demasiado inocente. Definitivamente aquella sonrisa no era la que una buena persona haría.
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Más tarde, y tal y como dijo Nei, Yuuki y Shushu se quedaron solos en el edificio. Ambos se encontraban en ese momento en la habitación de Shushu de nuevo. Yuuki le estaba dando un masaje en la zona del cuello y los hombros.
–Ah –gimió ella con un leve sonrojo en las mejillas–. Esto es estupendo⁓. Este masaje viene de maravilla después de hacer ejercicio.
Pero Yuuki estaba molesto. Él quería ser popular entre las chicas. No quería esta relación maestro-sirviente.
Tenía que terminar con esto. Dejarle las cosas claras a Shushu de una vez.
El chico se detuvo. Desde donde estaba mirando, podía apreciar la atractiva figura de Shushu. Esto le hizo sentirse incómodo.
Su cara se puso ligeramente colorada. Por suerte para él, Shushu no miraba en su dirección en ese momento. Quizá lo mejor fuera que continuara el masaje y pospusiera para después lo de dejarle las cosas claras.
–¿Por qué eres tan bueno dando masajes? –le preguntó la rubia.
–Solía dárselos a mi hermana.
–Así que tú también tienes hermana, eh –dijo ella.
–¿Tienes hermanos? –preguntó Yuuki con curiosidad.
–Tengo dos hermanas, y yo soy la más pequeña –dijo orgullosamente–. No tuvimos padre, y siempre asistí a una escuela solo para chicas, así que nunca tuve la oportunidad de hablar con un chico.
Esto dejó pensativo a Yuuki. Así que ella se había criado sin una figura paterna. Pudo notar cierto tono de tristeza en las palabras de la rubia.
–Así que esa es la razón por la que yo era tan inusual para ti –dedujo.
–Estuve observándote muuucho tiempo –explicó Shushu–. Y entonces, como me resultaste interesante, te hice mi esclavo.
–¿¡Qué lógica tiene eso que has dicho!? –exclamó desconcertado el chico.
–Pienso que divertirse es lo más importante –dijo Shushu–. He estado buscando algo de diversión desde que llegué a Mato.
El chico empezó a ponerse nervioso. No tenía idea de qué clase de cosas le obligaría a hacer esta chica siendo su esclavo. Conociendo su personalidad, estaba seguro que nada bueno.
El masaje terminó. Shushu se puso de pie, estirándose.
–¡Mis hombros se sienten mucho más relajados! –dijo alegremente–. ¡Vamos a jugar a algún videojuego, conserje!
–Cla… claro.
Él vio que en la habitación había varias videoconsolas de diferentes generaciones.
–¡Y vamos a poner una penalización! –añadió Shushu con una sonrisa traviesa–. El que pierda, tiene que quitarse una prenda de ropa.
–¿¡Qué!? –chilló Yuuki, totalmente perplejo. ¿Qué clase de pervertida tenía delante de sus narices?
–¡Por supuesto, un esclavo no puede negarse! –dijo mientras le tendía un mando.
Yuuki estaba nervioso. En condiciones normales se negaría completamente a una propuesta así. Pero por culpa de aquellas evidencias estaba obligado a obedecer. Se equivocó al pensar que ya no podía caer más bajo.
Pero mientras tomaba el mando, una sonrisa diabólica se formó en su cara. Si era capaz de derrotarla, la humillaría haciendo que le pidiera disculpas. Solo tenía que ganarle. Y él no era malo jugando a videojuegos. Había llegado la hora de la venganza.
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El combate en el videojuego de peleas terminó con la victoria del personaje femenino. Al otro lado de la pantalla estaban Shushu, que seguía conservando toda su ropa, y Yuuki, el cual estaba en calzoncillos. El chico estaba perplejo.
–Jejeje. Eres taaaaan débil, conserje –dijo Shushu con una risa traviesa.
Yuuki era incapaz de explicarse lo que estaba ocurriendo. Shushu le había permitido utilizar un personaje con el que siempre ganaba a sus amigos, hasta tal punto que le prohibían utilizarlo en las partidas que echaban. Y pese a ello, había perdido todos los combates contra la chica.
–Y con eso, te quedas desnudo –le dijo Shushu.
Yuuki se puso nervioso.
–Pero… quitarme esto en tu presencia sería un delito, ¿sabes?
–Oh, estamos en Mato. No pasa nada, ¡no te preocupes! –respondió ella despreocupada con una sonrisa traviesa mientras le brillaban los ojos–. Nunca he visto un chico desnudo antes, así que estoy bastante interesada.
Yuuki se asustó.
–¡Pe… pero, soy un hombre! –retrocedió cauteloso–. ¡Si se me cruzan los cables, estarías en peligro, e incluso podrías salir herida!
Puso su mano por delante, para que ella no se acercara más.
–Deberías pensar un poco sobre los posibles peligros –le advirtió con un gesto serio.
Shushu quedó con la boca abierta. Durante unos segundos no dijo una palabra.
–Je… jejeje. ¡Jajajaja! –rio a carcajadas ante la incomprensión del chico–. ¿¡Eso era lo que te preocupaba!? –Shushu puso su mano en el hombro de Yuuki–. ¡Qué caballero eres!
De pronto, Shushu creció al doble de su tamaño.
–No hay nada de qué preocuparse –dijo sin perder la sonrisa–. Jamás perdería ante un hombre.
Yuuki se asustó. Había olvidado que ella tenía su habilidad.
–¡Tú serías el atacado en mi lugar! –dijo mientras le agarraba por los brazos.
–¿¡Qué!? –gritó el chico desconcertado.
Se escucharon sonidos de lucha en el cuarto.
–¡Pa… Para! ¡Detente! –suplicó el chico.
–Noooo –dijo con un tono juguetón.
Poco después, Yuuki estaba tumbado en el suelo, con Shushu sentada sobre su abdomen. Volvía a repetirse la misma escena que tuvo con Kyouka el día en que se convirtió en su esclavo, pero en este caso, ella estaba dándole la espalda, mientras sostenía las piernas del chico con sus manos.
–Inmovilización completada.
Yuuki trató de liberarse, pero era inútil. No solo porque le estuviera agarrando las piernas, sino porque al ser el doble de grande, Shushu también pesaba el doble, haciéndole imposible moverse. Estaba atrapado.
–¡Y ahora, como penalización, vamos a verlo todo! –dijo volviéndose para guiñarle el ojo.
Yuuki quedó desquiciado. Estaba a punto de ser desnudado por una chica. No era que no le pareciera atractiva, pero él no quería hacerlo. Y lo peor era que incluso podría aprovecharse más y sacarle más fotos comprometedoras. Tenía que hacer algo.
Un repentino temblor sacudió el edificio, sobresaltando a ambos.
Los dos echaron a correr poco después en dirección al exterior. A Yuuki no le dio tiempo a ponerse más ropa encima.
Entonces lo vieron. Un shuuki gigante, compuesto por una amalgama de ellos, se alzaba imponente ante el edificio, con las peores intenciones.
–Un ataque –dijo Yuuki preocupado–. ¡Y en el peor momento posible, con Kyouka-san y las otras fuera de aquí!
Pero Shushu no estaba preocupada. Sin dudarlo, echó a correr en dirección al monstruo.
–¡Espera ahí, conserje! –gritó.
–¡Hey! –exclamó el chico, sorprendido por aquella reacción.
–¡Los chicos son débiles, así que quédate donde estás! –le dijo.
Yuuki apretó los dientes. Por mucho que la detestara, tenía razón. Sin Kyouka no tenía poder alguno, por lo que estar por medio le convertiría en un estorbo más que en una ayuda.
Mientras Yuuki gruñía, Shushu corría hacia su enemigo, el cual parecía querer ganar a través de su tamaño. No era mala estrategia en opinión de la chica, pero por fortuna, ella podía hacerse aún más grande.
Era el momento de usar el poder que obtuvo del melocotón.
Se alzó firme con el puño en alto, como si fuera una superheroína.
Liberación Imperial – Cambio de Paradigma
La chica empezó a crecer, hasta hacerse tan grande como el monstruo en cuestión de segundos. Un combate de titanes estaba a punto de empezar.
Sin embargo, Shushu no se percató de la presencia de un enorme grupo de shuukis, ocultos tras una zona montañosa y que no perdían detalle de lo que estaba aconteciendo.
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Hola a todos. Y con esto se termina el capítulo que correspondería al episodio 3 del manga y el 2 del anime.
Nos veremos en el siguiente episodio. No olvidéis dejar vuestros likes y comentarios.
