La rubia estaba en shock. No esperaba experimentar aquello, y sin embargo, ahora mismo su mente estaba sumergida en un interminable hoyo sin fondo, dando vueltas a incontables preguntas tormentosas respecto a lo que estaba sucediéndole. Era alguien joven, ¿Por qué a alguien joven, que apenas comenzaba a vivir, le daban semejante noticia? Eli siempre pensó que ese tipo de cosas le pasaban a los adultos mayores o a cualquiera más, jamás a ella o a alguien cercano.

Pero estaba sucediendo y eso no era todo… lo peor estaba por venir.

-¿Pu… puede repetir lo que acaba de decirme?- preguntó aun incrédula sobre lo que su médico acababa de informarle.

-Según los resultados de sus estudios de laboratorio, ese es el diagnóstico. Vera señorita Ayase, la leucemia es una enfermedad que se desarrolla en la sangre, se produce una cantidad anormal de linfocitos defectuosos que sustituyen a los normales y esto provoca que la función de dichas células sea errónea, dasatando infinidad de síndromes- El hombre revisaba el historial clínico de la joven meticulosamente, tratando de darle el mensaje de la mejor manera posible a la chica.

-¡Eso ya lo sé! Esa maldita enfermedad ya la tuve, creí que… me había librado de ella hace años, entonces ¿Por qué?- No lo entendía… hace un par de años atrás creía haberse curado de aquel mal, pero aparecía nuevamente… estaba asustada.

-La leucemia mieloide tiene la característica de resurgir en los pacientes que la padecieron, lamento mucho que sea su caso señorita Ayase, de verdad lamento mucho tener que darle esta noticia- El hombre expresaba pena por la joven sentada frente a su escritorio, aún más con lo que los estudios que le había realizado a la chica, no estaba seguro de cómo reaccionaría.

Un breve silencio se colocó entre ambos, para la chica parecieron eternos aquellos segundos. Tiempo en el que esperó con toda su alma que aquello fuera una broma o algún mal entendido, pero las manecillas del reloj de aquella oficina resonaban, indicándole que no había mentira en las palabras de aquel hombre.

Finalmente, tomo una bocanada de aire y procedió a romper con el silencio.

-Dígame algo… ¿Estoy a tiempo?- con una última esperanza, trataba de encontrar alivio en su pecho, pero la mirada del hombre solo terminó por inquietarla aún más. Si su corazón pudiera salir de su pecho, ya lo habría hecho.

El médico con mirada seria, le señalaba a Eli un par de radiografías. La joven miro lo que el hombre le señaló para prestar atención a lo que él iba a decirle.

-Esta es una de las radiografías que le hemos realizado entre todos los estudios, lo que aparece aquí, es una proliferación de células malignas en su pulmón derecho… el cáncer en su sangre ha hecho metástasis- indicaba el hombre a lo que Eli confusa y atemorizada lo miró, buscando una explicación que pudiera entender mejor.

-En pocas palabras, el cáncer de su sangre viajo a sus pulmones también… Señorita Ayase, la supervivencia de su padecimiento es del 26%, aun apegándose al tratamiento, no hay garantía de formar parte de aquel porcentaje. Lo siento mucho- el hombre soltaba un entristecido y cansado suspiro.

Entonces todo era real, para Ayase Eli aquello había sido su sentencia definitiva de la cual ya no había retorno. Su pecho dolía progresivo a un dolor en su garganta, producto de la contención de sus lágrimas y la desesperanza que comenzaba a inundarla.

-Estoy desahuciada… voy a morir- Susurró débilmente.

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Era injusto, tenía tan solo 28 años ¿Por qué la vida era tan cruel? Soñó con un gran futuro, poder viajar y conocer el mundo, convertirse en una artista de talla internacional y de repente, sin previo aviso todo se caía a pedazos.

Ahora, sentada bajo la sombra de un árbol, Eli pensaba en tantas cosas. Todas finalizaban con el amor de su vida en su mente y con aquella bella niña a la que ambas habían adoptado como su hija.

Tenía un trabajo donde ganaba bien, sus dibujos y pinturas eran codiciados entre los coleccionistas nacionales. Su madre y su padre la apoyaban y la amaban, tenía un hogar al cual llegar, donde estaba la mujer que amaba, esa hermosa japonesa de cabello rojo y su igual de hermosa hija.

¿Cómo darle aquella noticia a su amada? ¿Cómo decirle que simplemente un día ya no volverían a verla?

La rubia simplemente agacho la cabeza y cubrió su rostro con sus manos, sollozando en silencio.

-Voy a morir pronto, voy a dejar a Maki y Dia solas… ¿Qué diablos va a pasar con ellas? Con un demonio, es tan frustrante que no pueda hacer nada- hablaba consigo misma, mientras dejaba que sus lágrimas continuaran saliendo de sus ojos azules.

Maki, su amada Maki era la persona más dulce y buena que había conocido en toda su vida. Jamás pensó que alguien como Maki aceptara compartir su vida con ella. Siempre la cuido y la protegió, como si de un precioso cristal se tratara, impidiendo que alguien o algo le hiciera daño. Ver a Maki era como ver a la belleza misma encarnada, supo hasta entonces lo que era ser afortunada y amada.

Cuando Dia llegó a la vida de ambas, entonces se sintió el doble de amada y afortunada, la niña pelinegra era todo un amor. Era agradecida y devota a los sentimientos de quienes la adoptaron.

Todo era perfecto en su vida, hasta que comenzó a sentirse cansada, comenzó a enfermarse repentinamente de cualquier enfermedad común y eso por supuesto no era normal, a sentir dolor en todo su cuerpo y uno muy especial en el pecho que acompañaba a una tos que en la última ocasión fue sanguinolenta, eso fue lo que la llevo a hacerse estudios y descubrir tal desgracia.

Ayase Eli estaba desahuciada e iba a morir pronto.

"-Voy a morir, voy a morir y mi familia se quedara sola…-" aquel pensamiento corría por la cabeza de la rusa una y otra vez, la atormentaba peor que la muerte misma. El cómo reaccionaría Maki y su pequeña, no podría soportar verlas sufrir por un futuro incierto…

El dinero era la menor de sus preocupaciones, pues Maki era una exitosa abogada que podía darle una vida más que digna a Dia, además de que aun conservaban las costosas y numerosas regalías de los trabajos de Eli. Tenían auto y casa propia, así como una escuela prestigiosa que daba muy buena educación a la menor del hogar. Pero lo más importante, seguridad y amor… eso ni todo el dinero del mundo podría cubrirlo.

Ahora su mente trataba de llegar a una conclusión favorable, si su inminente muerte no tenía remedio alguno, entonces debía dejar en las mejores condiciones a su familia, pero ¿Cómo?

Eli paso un par de horas caminando por las calles de Akibahara, tratando de encontrar alguna respuesta, pero lamentablemente no llegaba a nada favorable, nada que pudiera darle una solución que la tuviera satisfecha.

El viento soplando aquella tarde la estremeció y como si fuera una premonición, un folleto golpeando su rostro la hizo sobresaltarse. Con prisa lo quito de un tirón, molesta sosteniéndolo en su mano, mirando que acababa de golpearla a la cara. El adornado de aquel folleto capto su atención por fin y leyó el contenido.

-BiBi… "Un trozo del cielo para ti, porque lo mereces"- leyó aquellas letras en rojo carmín y miro más detenidamente el contenido de aquel folleto, había velas de colores entre rojo, rosa y purpura y la figura de unos labios… aquello era propaganda para damas de compañía…

Lo pensó detenidamente y, así como aquel folleto llego a sus manos, una descabellada idea cruzo su mente. Quizá no era la mejor solución, pero si podía llegar a funcionar, estaría más que agradecida…

-¿Estás tan desesperada que te atreverías a hacer esto?- se preguntó a sí misma mientras analizaba nuevamente la idea que su cabeza le había dicho, sin duda alguna era descabellado- Por otro lado no tienes tiempo que perder… Estás en una carrera de tiempo contra la muerte después de todo- finalizó.

Y sin esperar más, marco el teléfono que venía en aquel folleto.

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Eran aproximadamente las 8:00 de la noche cuando Eli ingresó al escondido gran local, se encontraba en un sofá de cuero negro, nerviosa. El lugar estaba forrado de un color crema muy suave, el suelo era de madera en tonos oscuros que le hacían ver elegante y la tenue iluminación de color rojo ayudaba a poner ambiente en aquel local.

Eli se preguntaba constantemente si eso era lo correcto, después de todo estaba pensando en la cosa más descabellada que jamás se le hubiera ocurrido antes. Pero Maki valía riesgos descabellados, para Eli, Maki valía eso y el universo entero. Su nerviosismo fue en aumento cuando miró a una mujer que recién cruzaba la puerta interna del local, con una computadora portátil en sus manos y dedicándole una recatada pero amigable sonrisa.

-Buenas noches, es poco común recibir la visita de una mujer en nuestro club, pero no estamos cerrados a ello. Un gusto señorita, soy Minami Kotori, la dueña de BiBi- la chica de cabello gris y lacio ofrecía una sonrisa de oreja a oreja a la joven rubia, quien aún tímida, estrecho su mano. – Espero que nuestro servicio sea de su agrado y le agradecemos su preferencia, ahora ¿Qué tipo de mujer busca? Tenemos un catálogo variado que quizá le gustaría mirar- Kotori, aun manteniendo aquella sonrisa, colocaba la computadora en la mesa entre ambas y mostraba la página principal, con el catálogo de chicas, contenían nombre, edad, perfil y por supuesto, una foto de la joven.

Eli trago pesado, mirando detenidamente aquella pantalla, observando cuidadosamente la descripción de cada chica y también la foto en la que le daban rostro a cada una.

-Esta chica, Ohara Mari ¿Cree que esté disponible? - pregunto tímidamente a la peligris, quien miro la foto en la pantalla y rápidamente soltó una pequeña risa nerviosa.

-Lamento informarle que no todas nuestras damas están dispuestas para… ummm otra dama, Mari-chan es una de ellas, así que, si me permite explicarle mejor, puede escoger entre las chicas que tienen el corazón color purpura, todas la que lo tengan, están disponibles para atenderla- explico mejor Kotori a lo que Eli volvió a mirar la pantalla buscando adecuadamente esta vez.

Sabía que era algo tonto creer totalmente en el perfil de cada chica, después de todo estaban predispuestas a comportarse como el cliente lo prefiriera, pero era lo que había a la mano, por lo que dio al menos dos vueltas por cada mujer en ese catálogo. La afortunada seleccionada debería ser alguien que pudiera llenar ese hueco especial que buscaba, una persona carismática y llena de buenas emociones, eso es lo que necesitaba, así que miró y miró hasta convencerse por una de ellas. Muchas decían ser mujeres amables y cariñosas, pero por alguna razón, mirar aquellas fotos no le convencían en su totalidad, excepto por una joven en especial.

-28 años, amable, cariñosa y juguetona. Dispuesta a hacer sentir cálido a su acompañante, una compañía como ninguna otra…- Leía aquel perfil y miraba la foto de la chica, sin duda alguna era una mujer muy hermosa, con una sonrisa singular y contagiosa. Por alguna razón, le transmitió una vibra agradable, una que destaco del resto.

-Esta chica, Yazawa Nico, me gustaría que me hablara un poco más de ella - pregunto un poco más segura, a lo que Kotori le ofreció otra sonrisa amable y asintió.

-Nico-chan es una mujer que contagia alegría a cualquiera que la mire, si su preferencia radica en una personalidad refrescante y enérgica, creo que es una opción ideal- Kotori daba un detalle tan simple y breve que no terminaba de convencerla, pero no podía pedir más especificaciones, ya que la dueña probablemente sospecharía algo raro, no quería ser descubierta.

-Entiendo, y ¿Ella está disponible? Me interesa su servicio- pregunto con voz más tranquila a Kotori, quien tomo de vuelta la computadora y cliqueaba un par de cosas que Eli no pudo ver.

-Por supuesto, agendaremos su cita de inmediato. ¿Cuál día es de su preferencia? - preguntaba a Eli quien rápidamente respondió.

-Lo antes posible, realmente es algo un poco urgente- contestó, mostrando aun su nerviosismo.

Kotori observó a Eli un momento antes de volver a sonreírle y asentir ante la petición.

-Por supuesto, ¿Mañana a la misma hora le parece bien? Es lo más pronto que podemos ofrecerle- la peligris cerraba la computadora. -Nuestra dama le enviará un mensaje de texto al número que nos proporcionó para confirmar el lugar del encuentro-

-Me parece bien, agradezco su servicio. Hasta mañana- Eli se ponía de pie y tras un amable apretón de manos, salía del local, con cuidado de que las personas que pasaban por ahí no la vieran, pues se sentía algo avergonzada.

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Llego a su hogar, una amplia casa, digna de alguien como su amada Maki. Antes de ingresar, escondió bajo su asiento los estudios que se realizó días atrás para evitar que Maki y Dia pudieran verlos. Una vez que lo hizo, por fin abandonaba el auto e ingresaba a la casa.

Al abrir la puerta fue recibida por esa hermosa niña que tanto amaba, sonriéndole con mucho cariño y corriendo a abrazarla para darle la bienvenida.

-¡Mama Eli! Tardaste en regresar el día de hoy, Maki estaba preocupada por ti- le decía Dia separándose del abrazo y dedicándole una sonrisa cálida. Eli no pudo evitar sentir como sus ojos picaban, amenazando con soltar lágrimas, pero parpadeo numerosas veces, logrando contenerlo.

-La… lamento llegar tan tarde, tuve que detenerme más tiempo en el trabajo- contestaba tratando de guardar compostura mientras acariciaba la cabeza de la niña. -¿Dónde está mamá Maki?- La niña señalo hacia la sala.

Eli caminó hasta ahí en compañía de Dia y se topó con una desalineada y dormida Maki en el sofá, aun usaba un elegante pantalón formal de color negro y una camisa a juego color blanca. Inmediatamente Eli sonrió y caminó hasta su amada japonesa.

Retiro un par de cabellos rojos de su rostro y después acaricio, con cuidado de no despertar a la menor, el rostro de Maki, apreciando cada detalle de esa piel blanca que tanto amaba besar. Aun sonriendo, sus ojos comenzaron a picar nuevamente, amenazando con comenzar a llorar en cualquier momento.

-Maki, estoy en casa- susurro débilmente mientras poco a poco se inclinaba para depositar un delicado beso en la mejilla de la japonesa.

Poco a poco la peliroja se removía en el sofá ante el contacto y abría lentamente los ojos, encontrándose con una mirada muy familiar y por la que esperaba desde que llego del trabajo.

-Eli… volviste tarde ¿Cómo te fue en el médico? - fue lo primero que pregunto Maki, sin percatarse de la ligera mueca que se formó en el rostro de la rusa. Talló sus ojos en busca de despabilar la pesadez en ellos producto del sueño, eso ayudo a la mayor a que Maki no notara la dolorosa mueca que había hecho ante la mención del médico.

-Bien… solo fue una bronquitis, me dieron algunos antivirales y analgésicos para controlarla, quizá sea momento de abrigarme mejor y tomar algunas vitaminas- daba una excusa rápida y que Maki le creyó sin problemas.

-Me alegro que solo sea eso. Ordené algo para cenar ¿Quieres que comamos juntas? - La expresión en el rostro de Maki era hermoso, el más hermoso de todos. Su pecho dolía, tenía tantas ganas de llorar, pero no podía hacerlo debía ser fuerte y resistir. Simplemente trago el nudo en su garganta y dedicándole una gran sonrisa a la japonesa, respondió un:

-Claro, muero de hambre-

Con completa normalidad la pequeña familia se sentó a la mesa para tomar su cena, conversaban tranquilamente, Maki les contaba cómo es que la audiencia a la que había asistido aquel día la hizo rabiar, un hombre irresponsable había evitado a toda costa dar pensión alimenticia a su hijo. Y Maki inflo el pecho orgullosa al contar como logró hacer que ese irresponsable hombre pagara su pensión y una remuneración por su falta. Dia estaba orgullosa de sus dos madres, miraba a Maki con asombro y cuando giró su rostro para ver la reacción de Eli, la rubia estaba dispersa, mirando con una expresión incierta en su rostro su plato de comida que disminuía lentamente.

Dia entonces se preguntó ¿Qué pasaba por la mente de su madre rusa? ¿por qué aquella expresión que reflejaba aflicción?

Eli trataba de prestar atención, pero su mente simplemente volvía a su dolorosa realidad ¿Cuánto tiempo más sería capaz de estar junto a ellas, de escuchar su voz? No lo sabía. Estaba llena de incertidumbre. Repentinamente el celular de la rusa sonó en notificación de un mensaje, con cuidado tomo su teléfono y vio un numero desconocido. Por inercia lo abrió y se sobresaltó un poco al ver el contenido.

"- Saludos cordiales, contrataste mis servicios en BiBi, te veo a la hora acordada 8:00 pm, en la siguiente dirección, usaré un suéter blanco de rayas negras para que puedas reconocerme. Gracias por tu preferencia-"

Aquello era el contenido del mensaje, Eli simplemente volvió a bloquear su teléfono y comenzó a comer apresuradamente el resto de su cena, todo ante los ojos curiosos de Maki y Dia.

Más tarde, después de la cena, estaba terminando de tomar una ducha. Con su cuerpo cansado y húmedo, se miraba al espejo, su piel se veía más pálida de lo habitual, miró la palma de su mano y la cerró y abrió repetidas veces, mirando como la sangre tardaba en colorar su palma más tiempo del habitual, esto a causa de la posible anemia que experimentaba, originada por la leucemia. Soltó un suspiro doloso, sintiendo la dificultad de su pecho. Necesitaba tomar los medicamentos que el médico había recetado.

-Eli...- el susurro de su amada la hizo sobresaltar, intento girarse, sin embargo, un par de brazos rodeando su cintura por detrás la irrumpieron, y un par de labios besando su hombro desnudo la hizo estremecer.

Se trataba de Maki, estando realmente cerca de ella, pretendiendo obtener un poco de su calor y quizá algo más que eso aquella noche.

Eli posó sus manos sobre las de Maki y las acariciaba tiernamente, disfrutando del ligero contacto.

"-… la supervivencia de su padecimiento es del 26%, aun apegándose al tratamiento, no hay garantía de formar parte de aquel porcentaje. Lo siento mucho-"

Las palabras de su médico resonaron en su cabeza nuevamente y en consecuencia se separó de golpe de Maki, desconcertando a la joven japonesa, quien mostraba su confusión en su rostro. Eli miraba ese bello rostro desconcertado, esperando por una respuesta a su repentino rechazo. Claro, Eli no quería rechazar a Maki, jamás lo desearía, pero la situación era muy complicada, además… tenía una meta que cumplir antes de morir y estar más cerca de la japonesa le resultaba más difícil para llegar a su objetivo.

-¿Estas bien? ¿No quieres que te toque? - preguntó algo confusa la peliroja, aun mirando a la mayor frente a ella.

-Lo-lo siento, Maki. Realmente no me siento muy bien el día de hoy, necesito dormir- rápidamente daba una respuesta a la menor, quien hizo una ligera mueca decepcionada y tan pronto como pudo, le mostro una amable sonrisa a la rubia.

-Entiendo, entonces ¿Me dejas ayudarte a secar tu cabello?- propuso Maki, manteniendo la sonrisa en su rostro.

Eli sintió el creciente nudo en su garganta estar por ceder, desde que supo su trágico destino, no había dejado de sentir ganas de llorar. Pero no era momento de eso, no aun, por lo que simplemente trago una vez más aquel nudo y le devolvió la sonrisa a su amada.

-Me encanta cuando secas mi cabello-

Y así, ambas amantes fueron a su habitación para hacer dicha labor y después procedieron a dormir, momento en el que, por fin, después de un día terrible, Eli lloraba en silencio mientras Maki la abrazaba por la espalda, ajena a las lágrimas de la rubia.

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Ahí estaba, fuera de aquel café mirando por la ventana a la chica que estaba ahí, dispuesta a brindarle sus mejores servicios. Era aún más hermosa de lo que las fotos dejaban ver, por un momento se sintió sumamente celosa y pensó en marcharse, pero su plan era más importante, era su último deseo realmente, por lo que, acomodando adecuadamente su ropa formal, se adentró por fin al interior de aquella cafetería, completamente nerviosa de reunirse con aquella joven de nombre Nico.

Se acercó lo suficiente para poder ser notada por la mujer, se veía realmente jovial y refrescante, por un momento olvido que la mujer era de su edad, ya que se veia cuatro años menor que ella, al ver la cálida sonrisa que le dedicó.

-Tú debes ser Ayase09, el nickname que dejaste registrado en el local- la joven se levantó de su asiento e hizo una ligera reverencia en forma de saludo a la mayor para después ofrecerle un asiento en su mesa – Encantada de conocerte, soy Nico- aun con su cálida sonrisa, se presentaba con la rusa y se ponía cómoda.

Eli observaba a la mujer, de verdad que era hermosa y tan pronto como la recibió, la hizo sentir cálida. Sus ojos no se habían equivocado al elegirla.

-Un gusto Nico, mi nombre real es Eli. Realmente estoy muy nerviosa- confesaba la rubia a aquella joven de cabello lacio y negro, el flequillo y las doletas que llevaba la hacía ver aún más adorable.

-No te preocupes, es normal. ¿Te gustaría ordenar algo aquí, o prefieres ir a otro lado? - preguntó amablemente Nico a lo que Eli simplemente tomó la carta en la mesa y busco un café de su preferencia.

-Aquí está bien, beberé café… realmente me gustaría que me hablaras un poco más sobre ti- Eli hacía su petición, notando como Nico parecía algo desconcertada, sin embargo, accedió a su petición y comenzó una breve platica.

-Bueno, tengo 28 años, me gustan las cosas lindas y femeninas. Estoy abierta a alguna petición que tengas sobre nuestra cita. Prometo hacer mi mayor esfuerzo por que estés cómoda- contesto con simpleza, cosa que no le fue suficiente a Eli, pues ella deseaba que la pelinegra le hablara un poco más de ella, necesitaba conocerla un poco, aunque fuera para tomar una importante decisión.

La conversación entre ambas no era del todo cómoda, Eli en su afán de tomar una buena decisión, hacía demasiadas preguntas a Nico, quien comenzaba a demostrar su incomodidad en sus facciones. Pasaron diez, veinte, cuarenta minutos y la mayor no lograba sentirse convencida de ninguna de las respuestas de Nico, por lo que, irrumpiendo de golpe su actual platica, fue al grano.

-Gracias por responder a todo lo que te he preguntado, me has dado algo de seguridad, pero… realmente… estoy interesada en un servicio un poco más… privado- Eli soltó aquello a lo que Nico, quien había mantenido su mejor sonrisa, puso una expresión seria de golpe y soltó un cansado suspiro.

-BiBi es un sitio seguro para contratar damas de compañía… no somos prostitutas Eli. Así que da por terminado nuestro encuentro y recibirás tu devolución lo antes posible- Con su rostro molesto, Nico se ponía de pie, dispuesta a abandonar aquel lugar, sin embargo, Eli rápidamente la retuvo.

-¡No te vayas! Discúlpame Nico, no es lo que estás pensando- Rápidamente se disculpaba por el mal entendido y ponía una expresión suplicante a la más baja.

-Si lo es, entendí muy bien el mensaje, así que, por favor, te pido que me sueltes- Nico aún se mostraba enojada.

-Por favor… te lo ruego, no te vayas, necesito de alguien que me escuche…- Comenzó a rogarle a la pelinegra, Nico estuvo a punto de soltarse del agarre, pero al ver el rostro de Eli lleno de lágrimas, se detuvo y posterior a ello, ver aquellos ojos azules llenos de preocupación y sufrimiento, la hicieron doblegarse y que aflojara su agarre, permaneciendo con la chica frente a ella.

-Estoy desesperada… yo, voy a morirme pronto y necesito tu ayuda… Nico, por favor…-

Las palabras de Eli hicieron que la sorpresa comenzara a expresarse en el rostro de la mas baja, ¿acaso hablo de morir?

Mil preguntas pasaron por su mente. Que una mujer de ojos tristes contratara sus servicios de compañía comenzaba a resultarle en un presentimiento inquietante.

-De acuerdo, cálmate y salgamos de aquí a un lugar más privado… creo que necesitas desahogarte- Nico rápidamente saco de aquel café a Eli, pues la mirada de los demás visitantes estaba puesta sobre ellas.

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Ambas chicas se habían movido a la seguridad de un parque, iluminado por el alumbrado público, ambas sentadas una al lado de la otra con una sensación incomoda entre ellas. Nico estaba realmente desconcertada pues, era la primera vez que le tocaba una clienta que rogaba por ser escuchada. Esa expresión de dolor en el rostro de Eli hizo que Nico cediera ante su petición de ser escuchada.

-Lamento mucho si te incomodé Nico, realmente… necesito relajarme, estoy pasando por algo muy fuerte y tan solo…- no pudo ordenar sus ideas y transmitírselas a la menor, al final suspiró y llevo su mano a su nuca, acariciándola en un intento de auto-consolarse.

La japonesa no estaba segura de preguntar, pero había algo rondando su mente desde hace un largo rato. Tomo un poco de aire, como si este la llenara de valor e hizo la pregunta:

-Eli, acabamos de conocernos, deseas un servicio más "privado" porque literalmente dijiste que ibas a morir… quiero saber qué es lo que pretendes conmigo- La duda en la voz de Nico hizo que el nerviosismo volviera.

Había contratado aquel servicio para hacerle una oferta a Nico, una que no pudiera rechazar la joven, pero aun así era muy riesgoso y estaba asustada.

-Lamento haber pedido tus servicios, no tienes por qué estar soportando a una inútil desahuciada como yo…- comenzó a hablar la rubia mientras limpiaba con la manga de su camisa sus lágrimas. La sorpresa en el rostro de la Nico iba en aumento. – Todo era perfecto, tenía el trabajo de mis sueños, la casa de mis sueños, una hija maravillosa y una esposa igual de perfecta. Ellas son mi mundo, las adoro con todo mi corazón…- comenzaba a hablar mientras las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos y su voz poco a poco se volvía a quebrar.

-No entiendo. Si tanto las amas ¿Qué haces buscando los servicios de una dama de compañía?- Cada vez, Nico entendía menos.

-En resumen, tengo cáncer en la sangre y cáncer pulmonar… El médico dijo que las probabilidades de que viva son muy bajas. Voy a morir Nico, y mi hija y mi esposa van a quedarse solas. Yo no puedo permitir eso, por ello es que te busqué- con lo último declarado por Eli, Nico rápidamente armo el rompecabezas y comenzó a alarmarse.

-Oh no, ni se te ocurra pedirme lo que creo que harás- la pelinegra comenzaba a inquietarse por la mirada afligida y dolorosa de Eli, no era posible que ella estuviera dispuesta a algo así.

-Nici, por favor… es mi último deseo, quiero asegurarme de que ellas estarán bien. Te necesito de verdad. Estoy tan desesperada que recurrí a un ridículo lugar donde pagas por compañía- La rubia era insistente y su voz era suplicante. -Quiero que enamores a mi esposa, quiero que comience a olvidar su amor por mí y comience a sentir por alguien más. No tengo futuro Nico, voy a morir y necesito de alguien que sea capaz de cuidar de lo más preciado que tengo-

Nico estaba en shock, aquello debía tratarse de una broma, pero cada vez que miraba esos atormentados ojos, se convencía cada vez más de que Eli hablaba muy en serio. Entonces la japonesa debía huir de ahí, aquel era problema de la rubia, no de ella. Eso era demasiado. ¿Una esposa y una hija? Por más que adorara a los niños, no podía aceptar.

-¡Estas loca! No puedo echarme encima a una mujer y una hija por un simple servicio, es descabellado- Nico comenzaba a tomar sus cosas, dispuesta a marcharse, pero Eli la retuvo nuevamente.

-Al menos inténtalo, te pagaré el triple de lo que ganas en ese local al mes. Si logras enamorarla, dejare la mitad de mis bienes a tu nombre, jamás tendrías que trabajar otra vez…- La desesperación hacía que Eli recurriera a sus riquezas para convencer a la menor.

Nico entonces se detuvo ¿El triple de lo que ganaba en su empleo? Eso era muchísimo dinero… la cantidad era tal que podría ponerse al corriente con las mensualidades atrasadas que debía de renta en el departamento en el que vivía, podría incluso mudarse a uno mejor. Incluso podría pagarse la carrera que siempre deseo estudiar… y si lograba completar su servicio… se haría de mucho más dinero aún. Era una oportunidad única… a un precio igual de único y complicado.

-No puedo creerlo…- Nico miraba en varias direcciones, como si intentara huir, pero la realidad era que se encontraba pensando, tratando de tomar una decisión.

Eli, ante la obvia indecisión de Nico, Sacó de su abrigo un papel que doblo cuidadosamente y lo extendió al frente de la pelinegra, para que ella pudiera verlo. Dicho papel era un cheque completamente válido, con la cantidad mensual que menciono la más joven y al final, estaba firmado por la artista… La japones parpadeo varias veces antes de soltar un suspiro vencido.

-¿Solo debo intentar enamorarla?- preguntó, dando una cortina de esperanza a Eli que por primera vez en aquel día, sonrió genuinamente.

-¡Si, solo debes intentarlo! Y si después de conocerlas no te sientes segura o convencida, prometo no buscarte más- la rubia sujetaba la mano de la menor, llena de esperanza y depositaba aquel cheque en esta, como prueba de que estaba dispuesta a todo.

-Bien, intentaré hacerlo, pero deberás pagarme lo que prometiste mensualmente, realmente necesito ese dinero- finalizaba Nico, aceptando la loca propuesta de aquella desconocida y mirando una vez más aquel cheque en sus manos.

Fue entonces que el destino decidió poner algunas cartas sobre la mesa para esas tres chicas, sus caminos acababan de cruzarse.

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Bueno, espero que este primer capitulo les haya gustado. realmente nos espera un largo camino que recorrer.

Eli quiere que Nico enamore a Maki ¿sera tan facil como lo planea?

Sin más por el momento, me despido y gracias por leer.

Banzai~