Hola a todos. Aquí llega un nuevo episodio.

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Episodio 2. Cadenas eternas

Yuuki miraba maravillado la mano de aquella capitana. Hasta aquel momento, nunca había tenido contacto con una chica, ni siquiera en su instituto.

Como si se tratara de lo más normal del mundo, dirigió su cabeza hacia aquella mano y la besó.

De repente, su cuerpo flotó en el aire y empezaron a aparecer de la nada cadenas luminosas, las cuales fueron hacia él y entraron en su cuerpo. No sintió dolor alguno, más bien era una sensación agradable. A continuación un estallido cegador inundó la zona, provocando que los monstruos retrocedieran.

Cuando Kyouka pudo volver a mirar, quedó sorprendida.

Donde antes había estado Yuuki ahora había una criatura tan alta como los shuukis, pero su aspecto era completamente distinto. Su piel era blanquecina, salvo por unos tatuajes en el pecho y hombros de color rojo brillante, como si estuvieran hechos de fuego. Su cabeza ahora era más alargada y con orejas puntiagudas, como las de un perro, así como los ojos completamente verdes y brillantes. Su vestimenta eran unos pantalones rojos con una capa externa azul, así como varias muñequeras en cada brazo, tan gruesas que parecían cinturones. Un collar de pinchos sujeto a una cadena simbolizaban su condición de esclavo.

CADENAS ETERNAS, "ESCLAVO"

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Kyouka estaba asombrada por el resultado.

–¡Maravilloso! –exclamó con una sonrisa ilusionada–. ¡No esperaba que te hicieras tan fuerte!

Los shuukis, ya recuperados, volvieron a lanzarse al ataque contra ellos.

Kyouka ya sabía lo que hacer. Se subió a las espaldas de la nueva criatura y asió la cadena.

–¡Muy bien! ¡Prueba a usar tu poder, Yuuki! –ordenó.

–¡UOOOOOOOOOOH! –gritó el esclavo.

Con su enorme puño, destrozó a los shuukis atacantes como si estuvieran hechos de barro. Terminó con ellos en cuestión de segundos.

–¡Salta a la derecha! –ordenó ella.

El esclavo se apartó rápidamente para esquivar el ataque de otro shuuki. Kyouka comprobó satisfecha que sus reflejos eran muy superiores.

Sin embargo, los shuukis no se quedaron atrás. Un gran grupo, de más de un centenar, empezaron a juntarse, formándose poco a poco una enorme criatura de más de veinte metros de altura que los miraba con gesto amenazante.

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Yuuki se sentía increíblemente fuerte. Desde que se convirtió en aquella criatura, sintió como su fuerza se incrementó enormemente. No solo eso, también se sentía más ágil, más veloz. Aquella transformación le había hecho verse capaz de logar cualquier cosa. Y aquellos shuukis, que minutos antes le aterraban, ahora le parecían casi inofensivos. En aquel momento, pareció entender por qué la capitana se divertía tanto masacrándolos. Se sentía eufórico.

Esta transformación le pareció alucinante. Y a pesar de su aspecto, seguía manteniendo su conciencia humana. No entendía la lógica que había tras aquella transformación, pero eso no era lo importante en este momento.

Llegó el momento de enfrentarse a aquella amalgama de shuukis. Miró al gigante. Era hora de terminar con aquellas criaturas.

–¡Adelante, Yuuki! –ordenó Kyouka mientras desenfundaba su katana–. ¡Atácale con todo lo que tienes!

–¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH‼! –gritó el aludido, mientras se lanzaba contra el monstruo.

El esclavo, golpeando con el puño, y la capitana, atacando con su katana, lograron terminar con el monstruo, cortándolo por la mitad.

Tras el impacto, el collar se rompió, lo que provocó que Yuuki volviera a su forma humana. Se dio cuenta de ello suspendido en el aire, sin tiempo para prepararse, por lo que terminó cayendo al suelo. Kyouka, mucho más ágil, aterrizó sin problemas.

Empezó a toser. No terminaba de asimilar todo lo que había ocurrido. Estaba casi sin fuerzas.

–Me has sorprendido –le dijo Kyouka–. No esperé que tuvieses tanto poder –ella le miró con una sonrisa siniestra–. Puedes seguir trabajando como mi esclavo.

Yuuki no sabía que pensar. Aun estaba bajo los efectos de la confusión. La capitana comenzó a caminar hacia él.

–Pero para eso –le dijo–. Hay algo que debes saber sobre mi habilidad.

Ella tendió su mano, le sujetó la cabeza, y acto seguido le dio un beso apasionado.

Yuuki quedó muy sorprendido. No entendía a qué venía esto.

–Así que eso era lo que querías, pervertido –le espetó ella, una vez se separaron.

El chico cada vez entendía menos. ¿De qué le estaba hablando? Si era ella la que le había besado.

–La compensación por mi habilidad –explicó Kyouka–. Una vez termina la misión, yo, como la maestra, tengo el deber de darle a mi esclavo una recompensa por su trabajo.

Yuuki estaba perplejo. Una recompensa… ¿la recompensa era un beso?

Pero entonces se fijó en que la chica tenía una cara de incomodidad, como si no hubiera hecho esto por voluntad propia.

–No esperé que llegáramos a esto –le dijo–. Cuando esclavizaba a los shuukis, con darles de comer carne de cerdo era suficiente recompensa. Pero esto… esto no me lo esperaba.

–¡Espera un momento! –le dijo el chico mientras se apartaba–. Está claro que no querías hacer esto. ¿Por qué…?

–¡Mi cuerpo se ha movido solo! –exclamó furiosa–. Yo no puedo controlarlo.

–¿Y a ti te parece bien? –le preguntó–. No me siento cómodo si haces esto de forma forzada.

Ella se puso seria.

–Haré lo que haga falta para cumplir mi misión, incluso si no me gusta –sentenció, mientras se daba la vuelta y se apartaba ligeramente.

Yuuki se sentía contrariado. El beso, su primer beso… nunca esperó que tuviera lugar en Mato. Le había gustado sentir los labios de una chica por primera vez en su vida. Pero el que ella se hubiera sentido obligada a hacerlo, no le pareció correcto. ¿Quizá había alguna manera de que él pudiera cambiar sus deseos para que no tuviera que darle esa clase de recompensa?

Se puso en pie y se unió a la capitana, que en ese momento contemplaba los restos de los shuukis a los que habían vencido.

–Estos shuuki –le dijo ella–. Si uno solo de ellos hubiera escapado a nuestro mundo, podríamos haber tenido docenas de víctimas.

–Desastres de Mato… –observó Yuuki–. Aparecen en las noticias de vez en cuando.

–Mi objetivo es llegar a liderar el Cuerpo Antidemonios, y poner fin a estas criaturas tan pronto como sea posible –aseveró Kyouka–. Nuestra actual líder es demasiado negligente.

Ella le miró.

–Contigo, puedo usar mi poder al máximo, y así podré llegar a ser la líder. Trabaja para mí, Yuuki.

El chico se sorprendió. Se sentía halagado con la propuesta, pero aun así…

–Pero, yo… No soy especialmente inteligente ni bueno en los deportes –objetó–. Como mucho, lo único que se me da bien son las labores domésticas.

Pero la capitana solo sonrió.

–¡Daré la bienvenida con los brazos abiertos a quien sea bueno con el trabajo doméstico! –dijo apretando el puño.

El chico quedó con la boca abierta. Podría aceptar, pero, ¿quería hacerlo?

A su mente vino el recuerdo de horas antes en el instituto. Uno de sus compañeros saliendo con una chica. Esa era una estampa que él siempre había envidiado. Y el tener que viajar todos los días apretujado junto con otros hombres en un vagón de tren. Pensar en todo esto solo le hizo sentir peor.

–En ese caso… En ese caso, yo… ¡quiero convertirme en un héroe aquí!

Apretó los puños con decisión. Si podía hacer una diferencia en este lugar, estaba dispuesto.

La capitana se sorprendió al principio por su reacción. Pero al momento recuperó su sonrisa.

–¡Tenemos un trato! –sentenció.

Yuuki lo tuvo claro. Si regresaba a su mundo, solo le esperaría obtener un trabajo normal, y llenar su vida de días aburridos y tediosos. Pero si se quedaba en Mato, podría exterminar a los shukki, y vengar a su hermana.

Y eso no era todo. Pelear al lado de Kyouka le hizo sentir increíblemente bien. Era preciosa, muy confiada, y tenía un aire de liderazgo. Le parecía atractiva la idea de las recompensas, que significarían que sus esfuerzos daban frutos. Pero iba a intentar que no fuesen besos como el que le dio antes hasta que la conociera mejor.

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Más tarde, ambos llegaron ante un gran edificio, el dormitorio de la Séptima Unidad del Cuerpo Antidemonios. Se hallaba al otro lado de un puente de madera.

–Se ve más normal de lo que esperaba –comentó Yuuki sorprendido–. Se parece más a una posada que a un cuartel.

–Fue construido según los principios del Yin y el Yang de Mato –informó Kyouka–. Está protegido por una potente barrera.

Ella comenzó a caminar hacia el puente, y Yuuki vio como parecía que atravesaba una barrera de agua. La barrera debía estar hecha para impedir que entraran los shuuki. El chico probó, y pudo atravesarla sin problemas.

Una vez hecho esto, ambos cruzaron el puente, y en segundos se encontraron ante la entrada del edificio.

–Siéntete libre de entrar. Este es tu nuevo lugar de trabajo –dijo ella.

–¡Sí‼

Yuuki se sintió animado. Al fin podría convertirse en un miembro del Cuerpo Antidemonios. Ya se veía llevando un uniforme militar tan elegante como el de la capitana que tenía ante él.

Nada más llegar al recibidos se encontró a tres chicas nuevas. Debían ser también miembros de la séptima unidad. Kyouka se las presentó a Yuuki.

La primera de ellas se llamaba Himari Azuma, 18 años. Era la vicecapitana del escuadrón. Tenía el pelo azul, largo hasta la cintura, llevando una parte recogida por atrás con la forma de un lazo, y sus ojos eran amarillos. Su uniforme era idéntico al que usaba Kyouka, salvo que ella llevaba manga corta, y no llevaba guantes. Miraba a Yuuki con una cara de pocos amigos.

–Urgh, de verdad es un hombre –dijo despectivamente.

La segunda era Shushu Suruga, 18 años. Su pelo era rubio y corto, pues solo le llegaba al cuello. Un lazo negro anudado en su cabeza sujetaba su pelo, y sus ojos eran verdes. Su uniforme era como el de las otras dos, pero el suyo no llevaba mangas, además de guantes negros que le llegaban hasta los codos, y sus botas eran más cortas, no llegándole a las rodillas. Ella miraba a Yuuki con curiosidad.

–Vengo de una escuela exclusiva para chicas, así que nunca tuve la oportunidad de conocer un hombre. ¡Esto será divertido! –exclamó animada.

La última era Nei Ookawamura. A diferencia de las otras, era una niña. Su pelo era rosado, y le llegaba hasta casi la cintura, y del que tenía un mechón hacia un lado y dos pequeñas coletas a los lados. Sus ojos eran azul celeste, y el uniforme que llevaba era como el de Kyouka, salvo que la falda era más larga, pasándole las rodillas, además que sus botas solo le llegaban a las rodillas. Ella miraba a Yuuki ilusionada.

–P… Por favor, cuida bien de nosotras, Conserje! –exclamó con una sonrisa.

Yuuki las miró sorprendido.

–Ellas son el resto de miembros de la unidad que viven aquí –explicó Kyouka.

Pero había algo que el chico no terminaba de entender.

–Uh… um, ¿qué ha querido decir con "conserje"? –preguntó señalando a Nei.

–Serás mi esclavo durante las batallas –respondió Kyouka–. Pero en cualquier otro momento, trabajarás aquí como conserje.

–¿¡Huh!? –exclamó Yuuki.

–Estas chicas son bastante fuertes, pero difíciles de manejar –explicó la capitana–. Teniendo en cuenta la presencia de los shuuki, el trabajo de conserje no ha podido ser ocupado por nadie de forma estable. Así que tú, que tienes experiencia en el trabajo doméstico, has llegado en el mejor momento.

Esto le estaba resultando cada vez más confuso al chico. Tenía que aclarar sus dudas.

–Espera, ¿no iba a convertirme en un miembro del Cuerpo Antidemonios?

–Que un hombre se convierta en parte del Cuerpo Antidemonios no es posible –aseguró la capitana con firmeza.

El chico empezó a darse cuenta de donde se había metido. Se estaba sintiendo cada vez más incómodo en esta situación. Sería mejor que escapara ahora que tenía ocasión.

–Estooo… so… solo soy un estudiante de instituto, y tengo que encontrar trabajo –dijo haciendo amago de marcharse–. También tengo que contárselo a mis padres, y hay un montón de cosas que tengo que terminar, así que…

Pero la capitana le agarró por la parte de atrás del cuello de su camisa.

–¡Yo me ocuparé de todos esos trámites! –exclamó con una sonrisa maliciosa.

Yuuki no tenía escapatoria. Entonces Himari habló.

–¡Si el cubo de basura se llena, ve y tírala! –exclamó arrojándole una enorme bolsa de basura.

–Tengo hambre, así que prepara algo para comer –ordenó Shushu, lanzándole utensilios de cocina e ingredientes.

–Aquí tienes mi uniforme, encárgate de lavarlo –dijo Kyouka, tirándole su chaqueta y su gorra.

El chico ya estaba fuera de sí.

–¡Un momento! ¿Por qué tengo que estar haciendo todo esto ya…?

–¡No pasa nada! –dijo una voz amable.

El chico miró. Nei estaba ante él con una sonrisa.

–Nei se unió a la Séptima Unidad no hace mucho. ¡Tranquilo, te daré mi apoyo como tu superior!

Él se sintió un poco mejor con esos ánimos, pero le llamó la atención esta miembro de la unidad.

–G… Gracias. Ahora que pienso, ¿qué edad tienes?

–¡Nei tiene once años!

El chico se quedó muy sorprendido. ¿Esta niña tan pequeña era su superior? Bueno, si formaba parte de la unidad, entonces debía tener un poder importante. Esa amabilidad la hacía ver adorable. Pero alguien vino a recordarle las cosas.

–¡Ella es tu superior en la Séptima Unidad! –le advirtió Himari–. ¡Así que ni te atrevas a desobedecer sus órdenes!

Esta subcapitana sonaba intimidante. Pero lo peor era la perspectiva que tenía ante sí. Iba a estar diariamente recibiendo órdenes de esta gente, probablemente en una situación peor que la que se daría en cualquier empresa de su mundo. Su plan para convertirse en un héroe en Mato y ser muy popular, ¿¡se acababa de esfumar de golpe!?

Iba a ser un esclavo, y un conserje. El chico suspiró cabizbajo. Parece que no tenía escapatoria.

–Dejando eso de lado, Yuuki –le dijo Kyouka, cosa que hizo que el chico levantara la cabeza–, bienvenido a la Séptima Unidad del Cuerpo Antidemonios.

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Hola a todos. Y hasta aquí el capítulo que pone fin al primer número del manga y el episodio uno del anime.

Los nombres de las transformaciones y las técnicas los pondré en inglés, ya que creo que estéticamente se ve mejor.

Gracias por la acogida del anterior episodio. Continuaré esta historia al menos hasta al final del primer tomo.

Nos vemos en el siguiente capítulo. No olvidéis dejar likes y comentarios.