Hola a todos. Aquí llega un nuevo episodio.
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Episodio 3. Trabajando con la Séptima Unidad
Era un nuevo día. En el instituto, los amigos de Yuuki caminaban por el pasillo mientras charlaban.
–Hey, ¿es verdad que Yuuki va a trabajar en Mato? –preguntó el rubio.
–Como conserje –respondió el castaño–. Escuché que fue a parar a Mato por accidente, y entonces fue reclutado.
El rubio puso expresión de preocupación.
–Ese tío nunca toma un respiro.
Pero el otro no le contestó. Algo hizo que se detuviera y pusiera gesto de sorpresa.
El otro observó también. Ante ellos estaba una de las capitanas del Cuerpo Antidemonios, luciendo su uniforme militar y mirándolos con mucha seriedad.
–Tengo asuntos que tienen que ver con ese Yuuki –les dijo con firmeza–. ¿Dónde está el despacho del Director?
Ambos enmudecieron por un segundo, deslumbrados ante la belleza de la chica. El castaño fue el primero en romper el silencio.
–¡Ah, está al final de este pasillo‼ –dijo algo nervioso.
–Gracias –saludó la chica mientras se ponía en camino.
Sin embargo, el rubio estaba algo inquieto.
–Uh… tú eres…
Ella les dirigió la mirada con una sonrisa.
–Kyouka Uzen. Soy el ama de Yuuki –afirmó.
Los chicos volvieron a enmudecer mientras la chica se alejaba por el pasillo. Cuando volvieron en sí, ambos pusieron caras serias.
–No estoy celoso, pero ya no voy a preocuparme más por Yuuki –dijo el rubio.
–Yo en realidad estoy irritado gracias a él. No es que esté celoso o algo así –aseguró el castaño.
Pero ambos habían empleado tonos nada convincentes, sin que al mismo tiempo dejaran de preguntarse cómo se se las había ingeniado Yuuki para acabar en esta situación.
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Mientras tanto, en Mato, Yuuki se afanaba en la limpieza del edifico del dormitorio de la Séptima Unidad del Cuerpo Antidemonios. Iba vestido con una simple camiseta blanca de manga corta y unos pantalones negros, y llevaba un pañuelo blanco anudado a la cabeza.
–¡Y listo! –exclamó contemplando la entrada del edificio, que brillaba con intensidad–. ¡Se siente bien hacer un buen trabajo!
La limpieza le había llevado algo de tiempo, ya que según le contó Kyouka, habían pasado varias semanas desde que tuvieron a alguien que se ocupara de esas labores. Pero ahora podía sonreír satisfecho con el trabajo realizado.
Entonces se escucharon unos truenos. El chico volvió su mirada hacia aquel paisaje tan inhóspito. Su expresión se ensombreció de repente.
–Pero considerando el lugar donde estoy, no me siento muy a gusto… –dijo suspirando.
De pronto se escuchó un ruido procedente del suelo. Yuuki miró, y observó un montículo de tierra que empezó a hacerse más grande.
No tardó en emerger del mismo un monstruoso shuuki, sobresaltando al chico, que retrocedió asustado, cayendo al suelo. Ahora no tenía los medios para pelear contra él.
La criatura se lanzó hacia él con la intención de golpearlo, pero al hacerlo, su enorme puño se estrelló contra la barrera, que produjo una corriente eléctrica de tanta intensidad que terminó desintegrando al monstruo.
Yuuki tardó unos segundos en reaccionar. Su corazón latía a mil por hora. Por un segundo creyó que iba a terminar como comida para aquella monstruosidad. Suerte de la barrera, pero…
–¿E… Esas cosas pueden aparecer tan cerca del dormitorio? –preguntó con desconcierto.
–¿Te encuentras bien, conserje? –preguntó Nei, que apareció de repente. Llevaba puesto un uniforme escolar.
–S… Sí, gracias a la barrera –respondió nervioso Yuuki.
–¡La séptima unidad se encuentra en la puerta suroeste de Mato, así que aparecen un montón de monstruos! –explicó la niña con una sonrisa.
–¿Puerta suroeste? –dudó Yuuki, quien no recordaba haber escuchado nunca ese nombre.
–Bien, a ver cómo te lo explico –prosiguió Nei–. En primer lugar, Mato es una dimensión distinta del tamaño aproximado de Tokio. Así que Mato se divide en ocho direcciones, y cada unidad del Cuerpo Antidemonios está asignada a una. No existe una unidad con el número cuatro porque es un mal presagio.
El chico razonó. Así que la dimensión de Mato se dividía por direcciones. Era bueno saberlo.
–Me has sido de gran ayuda, Ookawamura-san –le dijo–. Aún desconozco muchas cosas sobre Mato.
–¡Nei es tu superior, después de todo! –exclamó la niña sonriendo–. ¡Así que es su trabajo enseñarte!
–Hey –dijo de repente una voz.
Ambos miraron. Ante ellos estaba Himari, quien tenía cara de pocos amigos. Iba vestida con pantalones negros y camisa blanca, sobre la que llevaba un jersey azul oscuro de manga larga, por debajo del cual asomaba parte de la camisa.
–¿De qué estáis hablando, Yuuki Wakura? En lugar de perder el tiempo, ve a preparar la comida. Y no olvides preparar también para la capitana, que llegará pronto.
Nei regresó por donde había venido, dejando a los otros dos solos. El chico ya había visto que por alguna razón que no comprendía, no le caía bien a la vicecapitana.
–¿El conserje también está a cargo de preparar la comida? –preguntó.
–En Mato, sí. Y deberías estar agradecido –de pronto su expresión se ensombreció y comenzó a acercarse a él y darle toques con el dedo en el pecho–. Un hombre como tú no debería tener permitido estar en nuestro dormitorio, ni comer con nosotras. ¡Si puedes hacerlo es solo por la generosidad de la capitana!
Yuuki se puso nervioso. De todas las integrantes de la unidad, ella era la que menos amistosa se mostró. Y verla así de enfadada le hizo pensar que era mejor que guardara silencio, ya que aunque no sabía de qué era capaz con su habilidad, estaba seguro que podría terminar destrozándole en un instante si decía algo inadecuado.
Así pues, se rindió y se dirigió a la cocina para preparar la comida. Definitivamente esta vicecapitana era más aterradora que los shuukis.
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Poco después Yuuki estaba en la cocina preparando la comida. Se sentía con energía en el tema del trabajo doméstico, por lo que no le costaba trabajo cocinar, incluso si era para todas las integrantes de aquella unidad.
Sin embargo, se detuvo de repente y miró hacia ambos lados.
Por un momento le había parecido sentir como si alguien le estuviera mirando. Pero no vio nada. Estaba él solo en aquella estancia. Tal vez solo se lo hubiera imaginado.
Suspiró. No llevaba ni un día en aquel trabajo y ya se estaba sintiendo observado. Una razón más para pensar que se había metido en un sitio de locos.
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Llegó la hora de comer. Los cinco se habían reunido en una mesa en el salón comedor de aquel lugar.
Shushu comía con ganas.
–¡Tu comida es reaaaaalmente buena, conserje! –se maravilló.
Estas palabras hicieron sonrojarse al chico. Desde que su hermana desapareció, no había vuelto a tener oportunidad de cocinar para nadie. El elogio le sentó bien.
–No suelo prestar mucha atención a la comida, pero es bueno que hayas tenido en cuenta el calor nutricional –dijo Kyouka con una sonrisa.
–Q… Quiero repetir –gruñó Himari con mala cara mientras le tendía un bol de arroz vacío.
–¡Por favor, enseña también a cocinar a Nei! –exclamó la niña.
Yuuki se sentía feliz. Que reconocieran su valor en un mundo como aquel era algo que le hacía sentir orgulloso.
–Ya que estás, te dejaré también a cargo de lavar los platos y de la limpieza de los baños –dijo la capitana.
–Y también de la limpieza de las habitaciones vacías –añadió Himari.
–¡Recibido! –dijo Yuuki haciendo un saludo militar.
Pero entonces reparó en algo. ¿Qué estaba haciendo? Él quería ser popular, pero a este paso no pasaría de ser un vulgar conserje. Tenía que aclarar los términos con la capitana.
–Mira… ¿Kyouka-san? –ella le miró–. Me dijiste que podría colaborar en la exterminación de los shuuki. Pero me está pareciendo que mi único trabajo es hacer las tareas domésticas.
–Habrá momentos en los que los shuuki aparecerán sin parar durante una hora. Y veces en las que podrá pasar una semana sin que aparezca ninguno –explicó Kyouka–. Así que no me importa si te dedicas a las tareas del hogar hasta el momento del siguiente ataque.
–Espera un momento… ¿¡Whoa!?
Yuuki había estado a punto de replicar, hasta que sintió la fría hoja de una espada en su cuello, cosa que le hizo callarse de golpe.
–¿No estarás quejándote sobre lo que dice la capitana, verdad? –preguntó Himari con una voz furiosa.
Miró la procedencia del arma. Venía de aquella vicecapitana, pero no era una espada que hubiera desenvainado en décimas de segundo, como hubiera sido el caso de Kyouka. La hoja de esta espada venía de su brazo izquierdo. ¿Había convertido su extremidad en un arma? ¿Era este su poder?
No se equivocaba al creer que ella era aterradora. Y esto le hizo ver que ni siquiera tenía derecho a réplica.
Kyouka intervino entonces.
–Este dormitorio está integrado solo por chicas –dijo mientras ponía una mano en el hombro de Himari, cosa que hizo que ella retirara la espada, que volvió a ser un brazo normal–. Sé que a algunas no os gustará que un hombre sea el conserje. Pero es bueno con las tareas domésticas, y le necesito para mi habilidad. Espero que todas entendáis eso.
Las otras tres la escucharon sin réplica. Esa era la autoridad de la capitana de la unidad.
–Si Yuuki se pasa de la raya –dijo endureciendo el gesto–. Yo, como su ama, le cortaré por lo sano. ¿Entendido?
–Sí –respondieron al unísono las otras tres.
Yuuki se sentía nervioso. No tenía claro qué había querido decir con eso de cortarle por lo sano, pero tenía claro, por el tono en que lo había dicho, que no debía hacer enfadar a ninguna de las integrantes. Debería vigilar con cuidado sus palabras y gestos a partir de ese momento.
De pronto, Nei dio un respingo y abrió mucho los ojos, que brillaron con intensidad. Esto sorprendió a Yuuki.
–¿Viste algo, Nei? –preguntó Kyouka, ante la extrañeza del chico.
Shushu vio su desconcierto.
–Nei es una clarividente –le explicó–. ¡Es una habilidad increíble y muy rara!
Eso sorprendió al chico. ¿Una clarividente? Claro, eso explicaba por qué formaba parte del Cuerpo Antidemonios siendo tan joven. Poder predecir de antemano lo que iba a pasar constituía una gran ventaja en el campo de batalla. Quizá fuera así como detectó que él había ido a parar a Mato.
Nei entonces empezó a comportarse de forma muy extraña. Cerró los ojos y se movió de un lado a otro con las manos por delante.
Quizá fuera cosa de su habilidad, pero a Yuuki le estaba pareciendo alguien que buscaba una toalla después de lavarse la cara.
Nei entonces volvió a abrir los ojos.
–¡Ha aparecido una puerta! ¡A cinco kilómetros norte de aquí! –informó.
–¡Hora de irnos! ¡Necesitaremos tres vehículos! –ordenó Kyouka.
–¡Oh, al fin! –exclamó Yuuki muy emocionado. Había llegado el momento de la acción.
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Las integrantes de la unidad no tardaron en ponerse en marcha. Un todoterreno conducido por Himari arrancó a gran velocidad. Nei iba junto a ella en el asiento del copiloto.
Tras ellas dos, arrancó una moto conducida por Shushu.
Yuuki vio alejarse los dos vehículos.
–Así que yo soy el tercer vehículo –dijo algo disgustado.
–¿Estás preparado?
Yuuki se volvió. Kyouka estaba frente a él con la mano extendida.
–Es hora de irnos.
El chico se puso serio. Era el momento en que haría su parte para convertirse en héroe. ¡Y haría lo necesario para ganarse la confianza del resto de chicas de la unidad! Y ganar recompensas, por supuesto. Aunque encontraría la manera de que no duesen tan forzadas.
Besó la mano de la capitana. Una vez más las cadenas vinieron hacia él. Pegó un gritó.
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Himari conducía el todoterreno mientras escudriñaba el horizonte. Shushu iba casi en paralelo con ella en su moto. Iban decididas a cumplir aquella misión.
–¡Nosotros nos adelantamos! –dijo la voz de la capitana.
Himari y Shushu miraron. Kyouka iba a lomos de una criatura. Pero no era como los shuukis. Su aspecto era asimismo imponente, y se movía al galope a cuatro patas, como si fuera un veloz caballo. Su velocidad superaba de largo la de los vehículos, y no tardó en dejarlas atrás.
–Ese es Yuuki-san –dijo Nei maravillada–. Se ve increíble.
–A mí me parece un monstruo –gruñó Himari con desagrado. Nunca había cuestionado las órdenes de la capitana, porque sabía que sus decisiones siempre eran por el bien de la unidad. Sin embargo, no entendió por qué había tomado como esclavo a un hombre. Fue solo echarle un vistazo, y saber que no le simpatizaba. Si esto iba a durar mucho, el trabajo se iba a volver algo incómodo.
Ninguna de las dos se había percatado de que Shushu se quedó mirando al esclavo con una sonrisa en su cara.
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Yuuki estaba impresionado por lo veloz que era. Aunque jamás había ido corriendo a cuatro patas, en esta forma se sentía como algo muy natural para él.
–¡Dónde están esos shuuki‼! –gritó deseando destrozarlos.
–Tranquilízate –ordenó la capitana–. Nuestra misión de hoy es vigilar esa cosa hasta que desaparezca.
Yuuki se detuvo. Kyouka bajó de un salto.
Ambos tenían delante una extraño agujero alrededor del cual flotaban algunas rocas.
–¿¡Un agujero negro!? –preguntó Yuuki.
–Es un tipo de portal que aparece de repente. Uno que conecta nuestro mundo mortal con Mato –explicó Kyouka mientras lo examinaba–. En algunos casos, los civiles podrían cruzarlo accidentalmente, y en otros, los shuuki podrían pasar a través. Debería desaparecer en unas horas. Nuestro trabajo es vigilarlo hasta entonces.
La explicación aclaró las dudas del esclavo. Un fenómeno como este era sumamente peligroso. Estaba claro que no debían permitir que ningún shuuki pasara por aquí. Sin embargo, hubo algo de lo que dijo Kyouka que le dejó pensando.
–Acabas de decir "nuestro mundo mortal" –remarcó–. Lo estás haciendo sonar como si este lugar fuese el inframundo.
–Se siente como un lugar infernal, ¿no te parece? –afirmó la capitana sin dejar de mirar el portal–. ¿Qué es este lugar que apareció hace décadas? ¿Por qué los melocotones solo otorgan poderes a las mujeres? Ninguna de estas preguntas ha tenido respuesta.
Yuuki escuchó algo. En su forma de esclavo, su sentido del oído era mucho más agudo, y podía escuchar los sonidos desde mucha más distancia.
Enfocó su vista. Hacia ellos venía un enorme grupo de shuukis, sin duda dispuestos a cruzar aquel portal para causar estragos al otro lado.
–Su modo de vida es también un misterio –dijo Kyouka mirándolos–. Pero sabemos que son peligrosos para los humanos.
–Vamos, Kyouka-san –dijo Yuuki mientras crujía sus puños.
–…Espera –la capitana lo detuvo–. Himari y Shushu acaban de llegar. Dejemos que ellas se encarguen. Nosotros protegeremos el portal.
Yuuki miró con atención. Los dos vehículos se habían detenido frente a aquellos shuukis, y las dos integrantes bajaron. ¿De verdad podrían ellas dos solas frente a un ejército tan numeroso?
Sin embargo, no tuvo tiempo para relajarse. Tres shuukis emergieron de pronto de la tierra, justo frente a ellos dos.
Solo contemplarlos hizo que el esclavo enfureciera.
–¡Vosotros…! –dijo preparando el puño–. ¡Como si os fuera a dejar entrar en nuestro mundo!
Acto seguido le propinó un terrible puñetazo al que tenía más cerca, que le destrozó la cabeza. Acto seguido, fue por otro, al que le dio otro puñetazo igual de potente que también terminó con él.
–¡Perfecto! ¡Todo cubierto por aquí!
–¡Lo mismo digo! –exclamó Kyouka mientras destrozaba con su katana al shuuki restante–. Justo como había planeado.
Aquellos tres ya estaban eliminados, y no se veían más por las cercanías. Yuuki se preguntó si las chicas estarían bien.
Dirigió su vista. Entonces contempló a Himari, que peleaba contra ellos. Su brazo derecho ahora era una ametralladora que disparaba sin piedad contra aquellas criaturas, destrozándolas en cuestión de segundos.
El esclavo quedó boquiabierto. ¿Podía también convertir sus extremidades en armas de fuego? ¡Era realmente fuerte!
A continuación observó a Shushu. Estaba rodeada por otro grupo de shuukis, pero no se la veía asustada. Entonces, cruzó sus brazos por delante de su cara, y acto seguido, su tamaño aumentó hasta hacerse gigante.
Esto dejó aun más boquiabierto al esclavo.
–¿¡Quéeeeee!?
–Shushu puede controlar a voluntad su tamaño –explicó Kyouka.
Entonces la chica rubia levantó su pierna, y acto seguido, mientras gritaba, pateó el suelo y provocó una gran onda de choque que arrasó con todos los shuukis que hasta hacía un momento la rodeaban.
Yuuki estaba sin palabras. Estas chicas eran realmente fuertes. ¿De verdad le necesitaban a él? No le dio esa impresión tras contemplar aquel espectáculo.
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Nei se encontraba aun subida al todoterreno. Al carecer de habilidades de combate, no tenía permitido pelear con aquellas criaturas. Por eso siempre que salía de misión con las demás se dedicaba a aguardar en el vehículo y avisar por si sentía algo con sus poderes. Siempre llevaba consigo un amuleto que producía una barrera por si se diera el caso de que alguno de los shuukis fuera a atacarla.
Ya que no fue el caso por el momento, se dedicó a contemplar la batalla de sus compañeras. Siempre le impresionaban las habilidades de Himari y Shushu. Y la capitana era sin duda muy superior a ellas en cuanto a habilidad.
Pero esta vez había algo diferente, ya que la capitana había tomado a su servicio a aquel conserje que le parecía simpático a la niña. Era la primera vez que lo veía combatir. No sabía que gracias al poder de la capitana pudiera convertirse en aquella criatura. Y aunque no peleó contra más de dos shuukis, su velocidad y reflejos eran sin duda formidables.
Esperaba que este conserje durara en el cargo. No muchos desearían estar en un trabajo como este.
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Hola a todos. Aquí termina este episodio, que correspondería a parte del episodio 2 del manga y del anime.
Nos vemos en el próximo episodio. No olvidéis dejar vuestros likes y comentarios.
