Hola a todos. Con vosotros un nuevo episodio.

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Episodio 4. Utilidad y chantaje

Más tarde, y tal como había dicho Kyouka, el portal se cerró. Gracias a Yuuki y ella, que lo vigilaron, y a Himari y Shushu, que pelearon contra los shuukis, no hubo que lamentar incidentes.

La misión terminó, por lo que Kyouka deshizo su habilidad, permitiendo a Yuuki recuperar su forma humana.

El chico se sentía algo cansado. Aquella forma le hacía gastar mucha energía, y él no estaba acostumbrado al ejercicio intenso, por lo que terminó consumiendo buena parte de sus fuerzas.

Pero eso no era lo importante en aquel momento. Era el momento de la recompensa. Se preguntó qué pasaría esta vez. Por si acaso, intentó imaginarse una situación no tan atrevida como la que vivió el día que llegó a Mato.

Kyouka se le acercó.

–Yuuki.

–¡Sí! –replicó él.

Ella sonrió, cosa que hizo que el chico se sonrojara ligeramente.

–Buen trabajo –dijo ella mientras le acariciaba la cabeza, como si de un perro obediente se tratara.

Yuuki por inercia bajó la cabeza y cerró los ojos. Pero cuando se percató de lo que estaba sucediente, quedó perplejo.

Kyouka entonces le puso algo en la mano.

–Sigue esforzándote.

La capitana entonces se alejó de allí, ante la incomprensión del chico.

Este abrió la mano para ver qué le había entregado. Y quedó aun más perplejo cuando vio que se trataba de un caramelo.

Se puso a reflexionar. Según la habilidad de Kyouka, él debía ser recompensado por cada misión en que se convertía en esclavo. La primera vez que lo hizo, tuvo que derrotar a un gran número de shuukis, lo que hizo que ella le diera un beso apasionado. Pero esta vez tuvo que derrotar a un número muy reducido, lo que condujo a esta recompensa. Aunque puede que en parte se debiera a que en esta ocasión no quiso que la capitana se viera obligada a besarle si no quería. Lo mejor sería hacer más experimentos en futuras misiones.

No tenía sentido darle más vueltas por el momento, así que decidió regresar al edificio del dormitorio. No se veía a ninguna de las integrantes de la unidad a la vista, así que debía regresar a pie.

Nada más dar los primeros pasos, empezó a notar el cansancio que le produjo el transformarse. Sí, se volvía muy fuerte, pero el precio a pagar era alto.

Un rato más tarde, consiguió regresar al edificio. Por suerte logró encontrar una enorme rama que le sirvió como bastón para ayudarse a caminar.

Lo primero que se encontró al llegar fue a la vicecapitana Himari, que se encontraba bebiendo de una botella de agua. Ella le miró con algo de desprecio.

–¿Estás agotado solo por eso? –le preguntó con un tono despectivo.

Yuuki no podía dejarse amedrentar por esta chica. Trató de verse fuerte.

–N-Nada de eso. ¡Estoy perfectamente! –exclamó luciendo músculo–. ¡Soy más resistente de lo que imaginas!

–¿De verdad? –preguntó ella sin mucho interés–. Pues entonces ocúpate de la limpieza y de sacar la basura.

Acto seguido le puso en la mano la botella de agua vacía. Yuuki quedó perplejo. Esta chica le odiaba profundamente. Y lo peor era que no recordaba haber hecho nada para ganarse ese desprecio.

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Yuuki llevaba un buen rato limpiando. En ese momento se hallaba fregando el suelo del garaje donde guardaban los vehículos. Estaba harto de aquello. A este paso, nunca pasaría de ser un conserje.

Al menos le puso muy contento el ver la estancia limpia y reluciente. Un trabajo bien hecho le hacía sentirse satisfecho.

No tardó en percatarse. Con algo de ofuscación, tiró al suelo la fregona. No era este el momento de sentirse orgulloso. Ya había visto en acción a aquellas chicas. Eran increíblemente fuertes contra los shuukis. ¿De verdad él era necesario?

Como terminó su trabajo, decidió dar una vuelta mientras reflexionaba. Si no era necesaria su ayuda, quizá debería renunciar a esto y regresar a su mundo, aunque puede que aquella capitana no se lo pusiera tan fácil.

En determinado momento, observó a Kyouka, quien se hallaba reunida con Himari. Él se escondió ligeramente tras una columna, escuchando su conversación.

–Tu cambio de arma durante la última batalla fue demasiado lento, Himari –afirmó la capitana–. Deberías ser capaz de hacerlo al menos 0,2 segundos más rápido. Inténtalo.

–¡Sí! –gritó Himari, quien acto seguido hizo uso de su habilidad para convertir su brazo derecho en un arma de fuego.

Esta vista hizo reflexionar a Yuuki. No es que mientras él estaba limpiando, ellas se dedicaran a hacer el vago. Tenían duros entrenamientos, como cabía de esperarse de las integrantes del Cuerpo Antidemonios.

Un enorme temblor de tierra sacó al chico de sus pensamientos. ¿Qué estaba ocurriendo?

Miró a su alrededor. Un enorme contingente de shuukis estaba rodeando el edificio.

A su mente vinieron las palabras de Nei.

–¡La séptima unidad se encuentra en la puerta suroeste de Mato, así que aparecen un montón de monstruos!

No se equivocaba. Había aparecido una enorme cantidad de ellos. ¿Resistiría la barrera?

–¡Yuuki! –gritó una voz.

El chico se volvió. No podía esconderse como un cobarde. Una vez más había llegado el momento de la acción.

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Shushu se hizo gigante dentro de la barrera. Himari iba sobre su hombro. Ambas divisaron a los shuukis.

–¡Hay muchísimos! –exclamó la vicecapitana con preocupación.

–¡Esto va a ser una fiesta! –dijo Shushu riendo.

Pero Himari no era tan optimista. Esta forma gigante de su compañera era poderosa contra estas criaturas, pero no duraría por mucho tiempo, y había un límite en la forma en que ella misma podía atacar. La cantidad de enemigos era enorme, muchos más que los que tuvieron que derrotar en la anterior misión, e incluso teniendo una barrera en el edificio, podrían estar en peligro. ¿Deberían pedir apoyo a otras unidades?

Una silueta moviéndose en la cercanía captó tanto su atención como la de Shushu. Ambas vieron a la capitana a lomos de Yuuki en su forma de esclavo. Este había pegado un enorme salto para estar a la altura de ellas dos.

–¡Nos dividiremos para detenerlos! –ordenó Kyouka–. ¡Separémoslos en cuatro grupos, y encargaros vosotras dos de un grupo cada una! ¡Los dos restantes los detendremos Yuuki y yo!

El esclavo empezó a descender. Kyouka preparó su katana.

–¡Adelante, Yuuki! –ordenó.

–¡UOOOOOOOOOOOH!

Tanto Shushu como Himari miraron impresionadas como aquellos dos trabajaban sincronizados para eliminar a aquel gran grupo de shuukis. Himari no podía creerse lo que estaba viendo.

–¡Es increíble! –rio Shushu.

Himari no tenía palabras. No imaginaba que Yuuki Wakura pudiera ser así de fuerte. Nadie mejor que él para ser el esclavo de la capitana. ¿Quién era en realidad?

Sacudió la cabeza. No podía detenerse a admirar aquello. Tenía la orden de eliminar a los shuukis, e iba a cumplirla.

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Un buen rato más tarde, los alrededores del edificio estaban sembrados de restos de shuukis. La batalla había terminado.

Las otras dos integrantes del Cuerpo Antidemonios regresaban al interior del edificio.

–¿Te encuentras bien, Shushu? –preguntó Himari con preocupación.

–Estoy agotada… –murmuró la pelinaranja, que se tambaleaba ligeramente al caminar.

Por otro lado, estaba Yuuki. Nuevamente, al terminar la misión recuperó su forma humana. Pero estaba mucho más cansado que antes. Ante él se encontraba la capitana.

–Buen trabajo, Yuuki –le dijo nuevamente.

Ella se acercó a él. Yuuki sabía lo que venía ahora. La distancia entre ambos se acortó, y ella volvió a besarle. Aunque esta vez el beso fue algo menos intenso que el día en que se conocieron.

La cara de la capitana estaba roja como un tomate. Y ella gruñía. Nuevamente no quería hacer esto.

Yuuki había tratado de contener sus deseos. Le habían enseñado bien que había que respetar el consentimiento de la otra persona. Y por lo que parece, había tenido algo de éxito, ya que si no lo hubiera hecho, puede que la recompensa hubiese sido tanto o incluso más intensa que la primera vez.

Tras poder volver a moverse, Kyouka le dio la espalda y suspiró.

–Puedo ver que te has estado conteniendo –le dijo–. Gracias. El coste de mi habilidad puede hacerme hacer cosas vergonzosas.

El chico reflexionó.

–Kyouka-san –dijo–. Sé que ya te pregunté esto, pero, ¿de verdad estás de acuerdo?

–¿Con qué?

–Bueno… –el chico apartó ligeramente la mirada–. Incluso si tu deber es darme una recompensa, si tienes que llegar a esto… apenas me conoces. ¿No es incómodo?

–Ya te lo dije –respondió sin mirarle–. Debo hacer esto para eliminar a los shuuki.

El chico estaba sorprendido. ¿De verdad quería rebajarse a esto solo para eliminar a aquellos monstruos?

–Yo también fui una victima de un desastre de Mato.

–¿Huh? –Yuuki se sorprendió.

–¿Alguna vez escuchaste sobre el incidente de Gassan Oisawa? Yo fui la única superviviente.

Yuuki quedó aun más sorprendido que antes. Recordaba el Incidente de Gassan Oisawa. Todos los periódicos se hicieron eco de la noticia en aquel entonces. Fue una catástrofe donde aquellos monstruos acabaron con casi toda la población de una aldea. ¿De verdad se encontraba ante la única superviviente de aquello?

–Hay algunos que dicen que los melocotones y los shuuki son objetos de estudio. Pero yo no soy igual. No tengo intención de dejar que la gente sufra por estas criaturas –se volvió hacia él y apretó con fuerza su katana, que en ese momento estaba envainada–. Pienso borrarlos de la existencia cuanto antes. Y para hacer eso realidad, necesito poder.

El chico vio la determinación en los ojos de la capitana. Así que esta era su misión. No dejar que otros pasaran por los mismos horrores que vivió ella.

–Y además… –prosiguió mirándole con una tenue sonrisa–. No me disgustas demasiado. Podemos extraer una gran cantidad de poder, lo que debe significar que nuestra compatibilidad es buena.

–Kyouka-san… –el chico la miró con una sonrisa.

La capitana también sonrió.

–Claro, he dicho eso, pero ¿quién se avergonzaría de bañarse con su gato o perro? Es la misma situación.

A Yuuki se le borró la sonrisa de la cara. ¿Le estaba comparando con un perro? Vale, tenía que llevar un collar sujeto a una cadena, pero…

–Si hago algo así con un esclavo –afirmó dándose la vuelta–, no debería escandalizarme en absoluto.

El chico sonrió de nuevo. Aunque no estaba del todo de acuerdo, se sintió feliz de trabajar junto a aquella capitana.

–Ah, por cierto –dijo volviendo la cabeza para mirarle–. Parece que Himari te ha estado ordenando muchas cosas sin que yo lo supiera. Me ocuparé de solucionar eso. Si no haces más que trabajar, estarás agotado cuanto me hagas falta.

Esto alegró mucho a Yuuki.

–¡Muchas gracias! –exclamó con entusiasmo.

Yuuki se sintió con las fuerzas renovadas. Ahora sabía que la capitana de verdad le necesitaba.

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El haber recibido tan buenas noticias hizo que Yuuki decidiera trabajar más duro. Gracias a su nueva determinación, ahora podía barrer sin sentirse ofuscado.

Una vez terminó, suspiró de alivio. El lugar estaba todo lo limpio que pudiera estar. Se preguntó qué más podría hacer.

Un leve murmullo le sacó de sus pensamientos. Le pareció escuchar la voz de Himari. Fue a ver si necesitaba algo, y entonces…

Vio a Himari de espaldas en dirección a donde estaban los baños. Iba vestida solo con una toalla, lo cual resaltaba su atractivo cuerpo.

El chico se escondió a toda velocidad, mientras su corazón no dejaba de latir por el miedo. Si la vicecapitana le sorprendía y creía que le estaba espiando, probablemente le cortaría en trozos después de acribillarle a balazos.

Pero Yuuki no tuvo tiempo de recobrar el aliento.

–¡Te he visto⁓!

Yuuki se puso nervioso. Pero no vio a nadie. ¿Lo había imaginado?

Entonces vio algo que le hacía señas en el suelo. Al enfocar su vista, vio que se trataba de Shushu, pero no medía ni veinte centímetros de altura. En su mano llevaba un teléfono.

–¡Al fin has mostrado tu verdadera cara, conserje! –dijo con una voz juguetona mientras recuperaba su tamaño original.

–¿¡Shushu-chan!? –preguntó él desconcertado.

–¿Sorprendido? ¡Mi habilidad también me permite encogerme de tamaño!

A la mente del chico vino la sensación que tuvo anteriormente ese día de sentirse vigilado. ¿Habría sido ella usando su poder? Pero eso no era lo importante en ese momento.

–¿Qué… qué estás haciendo aquí…?

–Te he estado observando –dijo con una sonrisa maliciosa–. Quería ver como son los hombres en realidad. ¡Y fíjate en esto! En el momento perfecto, ¿verdad?

Acto seguido le mostró la pantalla del teléfono. En ella se veía una foto en la que él estaba mirando hacia Himari, quien solo iba tapada con una toalla. Se veía como si él la estuviese espiando.

Esto hizo que Yuuki se pusiese mucho más nervioso.

–¡No… eso solo ha sido un accidente! –gritó.

–Me pregunto qué pensará la capitana cuando vea esto. ¡Apuesto a que te cortará en trozos!

–¿Me… me estás chantajeando? –preguntó muy asustado–. ¿¡Qué quieres, dinero!?

–No, nada de eso. No sería divertido –dijo ella sonriendo–. ¡Si no quieres que difunda esta foto, entonces conviértete en mi esclavo, conserje!

Yuuki se puso pálido como la cera. ¿Iba a convertirse en un esclavo… de nuevo?

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Hola a todos. Y con esto termina un nuevo episodio.

Nos vemos en el siguiente. No olvidéis dejar vuestros likes y comentarios.