Capítulo 62: La Luz del Final (Parte 1)

En los terrenos del interior de los bosques, que pertenecen a la dimensión donde existe la Academia Youkai. Una chica vestida con el uniforme de la escuela, y de largo cabello blanquecino, de un tono casi platinado. Corría a gran velocidad por el sendero del camino abierto de tierra, en dirección a la entrada del túnel, donde se supone que sentía desarrollarse la gran batalla que hacia estremecer aquella dimensión. Sus altos sentidos y su fino desarrollo y manipulación de su aura demoniaca, la ponían por encima de muchas razas entre la especie de los Youkais. Nada extraño si se tiene en cuenta, la raza a la que ella pertenece, una de las más poderosas del Mundo Humano y sobrenatural: los vampiros.

Esta chica era nadie menos que Akashiya Moka. Mientras corría a gran velocidad, pero tratando de no gastar demasiada energía, ya que el Rosario que limitaba sus poderes y su personalidad interna, aun lo tiene sujeto en su gargantilla. Liberada de forma temporal, gracias a los efectos del espejo de Lilith, pero sabiendo que no durarían mucho; la vampiresa se dirigía a gran velocidad en dirección al lugar donde sabia que se desencadenaba el mayor número de conflagración de energías negativas que circundaban el área. Debía de ir, no importa si la atmosfera se volvería pesada y difícil de respirar, o si las energías oscuras pudieran afectarla. Su uso experto en el aura demoniaca, le permitían sobrepasar esos problemas, como esta rompía la atmósfera que la rodeaba gracias a que la dejaba exteriorizar, pero sin degastar tanta energía. No quería que los efectos del Rosario regresaran por usar mucho Youki, como la última vez.

Sin embargo, la chica no contaba con que los árboles, arbustos y demás objetos que podrían considerarse 'vivos'. Comenzaran a cambiar lentamente a su alrededor. Moka no quería perder el tiempo, por lo que los rodeaba y sobrepasaba, a lo que sea que hayan mutado. Parecían asemejarse a una gran masa de carne viscosa, de color oscuro que emitían un olor nauseabundo, que hizo que los agudos sentidos de olfato de la vampiresa, se restringieran de absorber los olores, más allá de solo obtener la mínima capacidad de respirar aire que fuese limpio, y no contaminado por las energías negativas del lugar.

Una de estas cosas, que debía de medir más de seis metros, de numerosos apéndices parecidos a tentáculos de cefalópodos, aunque su masa estuviese hecha de algo parecido a la carne, pero de color oscuro, y con numerosos ojos con pupilas oscuras, en distintas partes alrededor de su enorme cabeza oscura, una enorme boca en el centro de su masa enorme con largos filos parecidos a dientes o lo que podrían emular como cuchillas de tiburón; se plantaba frente a la chica de cabellera blanca-plateada. Moka no tenia tiempo para esto, no sabía de donde habían salido aquellas cosas sin formas, como de una pesadilla de 'Abominación de Eldritch' según había escuchado. Tenia la sospecha de que esta cosa anteriormente, era un árbol. No era para pensar mucho, si podía observar sobresalir de entre la carne viscosa, aquellas ramas que le sobresalían del cuerpo.

"¡No tengo tiempo para esto!" Moka vociferó como lanzo una poderosa patada con toda su fuerza a la criatura

Solo para que esta fallara y para su sorpresa, la patada suya quedara casi que pegada a la de la carne viscosa, cerca de su enorme boca, que intento aprovechar para atraparla entre sus fauces, pero la vampiresa rápidamente irguió su cuerpo, y con un giro de 180°, logro asestarle una fuerte patada con su pierna libre, en la 'mandíbula' o lo que sea que sostuviera aquella enorme boca de pesadilla, como los dientes de este ser se quebraron en polvo, como este ser emitió un chillido de dolor, momento que aprovechó la vampiresa para zafarse del ser.

Observo con asco lo viscoso que quedo adherido a su pierna, como observaba que estaba siendo rodeada por más criaturas similares a la anterior. Se estaba formando casi como si fuesen un 'ejercito' de estas abominaciones que eran imposibles de describir para la mente humana o mentes débiles. Cuyas imágenes podrían inducir en locura a una persona cuerda. Pero para una vampiresa de tal poder y rango como Moka, aquello difícilmente podían asustarla o hacerla desistir. Su mente estaba a salvo, como mayor resistencia tenia su espíritu, que es bastante fuerte en términos de poder bruto y energía demoniaca. Y que podían seguir creciendo, hasta alcanzar la cúspide de poder de los Youkais. Por lo que Moka solo se quedo estática, dejando que estas criaturas amorfas, la rodeasen, como cerraba sus ojos y permitía-aunque con una mueca de asco en su rostro-que estas cosas la 'absorbiesen' entre sus carnes, fusionándose todas y cada una de ellas en un solo ser amorfo, como solo quedo la cabeza de la chica que sobresalía de entre la enorme cantidad de carne viscosa oscura con los apéndices rodeándola.

No fue hasta que la vampiresa abrió los ojos que, con esa mirada fría de su iris rojizo y un tono de voz mortal, que profirió las siguientes palabras: "pagaran por intentar pensar que podían contra mí, criaturas asquerosas. Uno de los miembros de una de las razas y familias más poderosas de este mundo. ¡Desaparezcan para siempre y regresen a la oscuridad de donde vinieron! ¡Conozcan su lugar!"

Terminando de proferir su eslogan titulado, y haciendo estallar su aura demoniaca de color rojiza, con numerosas imágenes de murciélagos etéreos rodeándola, hizo reventar desde adentro a las abominaciones, desencadenando una explosión en cadena, que les siguieron desde las que se habían unido a las mas cercanas aun separadas. Como la energía demoníaca desintegro a todo lo que hizo contacto con esta, denotando aún más la gran habilidad de manipulación del aura que tenían los vampiros, y cuan grandes podían estas seguir creciendo.

Moka quedo de pie en su lugar, como se alisaba el cabello de una manera elegante, ya no cubierta por nada de aquella viscosidad y no quedando ni rastros de estos seres rodeándola en varios metros a la redonda. Su explosión de aura había barrido con todo en cientos de metros a la redonda, solo quedando en una especie de campo estéril, con rocas y tierras, ya que lo es 'vivo' se había transformado anteriormente. Pero la chica no tenia que preocuparse por eso más. Ella respiraba pausadamente, cómo hacia acopios de descansar un momento, antes de reanudar la marcha.

Sabía que el poder que podía desplegar sin restricción, es solo temporal. Y aun con o sin el espejo de Lilith, sabía que no tardaría mucho para los efectos del Rosario, volviesen a encerrar su personalidad interna y restringir sus poderes. Solo hay alguien, un chico que podía liberarla de este Rosario y estaba mas adelante. Por lo que no podía esperar más y debía de ayudar a detener todo esto. Algo dentro de ella-quizas su otra versión de ella, Omote-le insistía en ir a ayudar al chico que le importaba-aunque ella misma no lo admitiera por dentro-por lo que no debía de perder mas tiempo.

Reanudando la caminata, esta vez de forma más pausada para ahorrar energía y aliento, solo esperaba que el grupo que dejo detrás, se las pudiesen arreglar y escapar de este lugar. Aunque decidió no preocuparse, como sabía que entre ellos tenían suficientes pesos pesados en sus filas, para saber defenderse por si mismos.

.

Los chicos del Club de periódico, junto a lo demás consigo, no podían ver ni creer la escena que presenciaban con sus propios ojos. De entre las mantas blancas que estuvieron tendidas sobre los cuerpos de los anteriores fallecidos padres de la pequeña brujita, Yukari Sendo. Sobresalían largos apéndices que parecían similares a las criaturas cefalópodos que vivían en el mar.

Y de entre estos apéndices que sobresalían, habían salido disparados para atacar a los más cercanos a estos. A saber, una Kyoko inconsciente, junto a su primo Tsukune quien velaba por ella, junto a las dos Súcubos, Kurumu y su madre, Ageha. Nadie podía haber predicho cuando estos apéndices, habían sobresalido de entre las mantas blancas, y atravesado a uno de los mas cercanos, como una gran salpicadura de sangre salió disparada de la víctima, que fue la única que se había dado cuenta a tiempo, y había fundido de escudo para proteger a los demás. En especial a cierta persona, por la cual, las razones del porque lo había hecho, quedaban descartadas.

"¡Madre!" Kurumu grito al finalmente dar voz a sus gritos, después de salir del shock anterior por la vista horrible

Y es que no fue menos para la Súcubo, al ver a su progenitora, ser atravesada por media docena de estos apéndices parecidos a tentáculos de calamar, tan filosos, que le atravesaron las dos piernas, el abdomen, el tórax, los pulmones, el brazo izquierdo y un centímetro debajo de su garganta por poco. Ageha Kurono lo había hecho, se puso en medio de ser atravesada, para salvarle la vida a su única hija.

"Kurumu…" Ageha no podía hablar, al tener su boca llena de sangre, como solo podía escupirla al suelo, como los tentáculos parecían querer cebarse de más en ella, abriéndole más heridas profundas dentro de ella

Fue en ese momento que Gin Morioka, transformado a su versión de licántropo, se movió a una velocidad que supero a la del sonido y con sus poderosas garras, corto los apéndices de tajo, provocando un chillido de aparente dolor en las criaturas que las sostenían, cómo las sabanas blancas se caían de sus cuerpos al levantarse y retraerse del aparente dolor, dejando ver sus verdaderas formas para aun mas horror de los chicos presentes.

Era enormes masas amorfas de carne de un color oscuro, que emitía un olor tan nauseabundo que algunos chicos, con sus super sentidos gracias a su fisionomía Ayashi, solo hacían muecas, tapándose la nariz ante el fétido olor. De entre la mitad de donde debía estar su 'torso', una enorme boca se abría en ambas masas, dejando entrever una hilera de dientes filosos, a la vez que largos apéndices parecidos a tentáculos, sobresalían de las partes superiores de sus cuerpos. Poco o nada quedo de los cuerpos de los difuntos padres de la brujita Sendo, al ser estos mutados debido a la influencia de las energías emitidas de la dimensión de los Primigenios. Aunque fuesen solo brechas pequeñas, como agujeros en una represa, comparadas al enorme poder emitido en el exterior. No eran los únicos seres que hacían este acto de presencia.

Algunos seres que podrían considerarse 'vivos' entre árboles, arbustos y plantas alrededor. Comenzaban a mutar igualmente, cambiando su masa a una similar a los dos anteriores cuerpos que estaban muertos, pero cuya sangre y ADN, aun podrían cambiar y 'regresarlos a la vida'. O algo parecido a eso. Ya que as abominaciones que resurgían en su lugar, podrían considerarse cualquier cosa, excepto vivo.

"¡Madre!" Kurumu se acercó hasta su caída madre, a quien tomo en brazos, como no podía mas que intentar ayudarla a cerrar las heridas, peor los quejidos de dolor de su madre y el desangramiento a sus pies, provocaban que poco a poco Kurumu cayese en la desesperación

Los demás chicos que aún no habían quedado petrificados, debido ante la visión del horror, que no podían describir en sus mentes-mayormente entre los chicos Tsukune, Mizore, Yukari y Kurumu-se movieron deprisa, para ayudar a la madre de su compañera y amiga, y formar un escudo para proteger a los demás. Gin rápidamente, a una señal de Ruby, se movió de forma veloz en su forma de hombre lobo, y logro atajar en tiempo récord, a los inconscientes en el suelo-entre los cuentan Hei, el director Mikogami y Kyoko Aono-y llevarlos un círculo con el resto de chicos, con los inconscientes en el medio, con los demás haciendo un circulo protector.

Ruby usa su magia para invocar sus las metálicas, similares a cuervos a sus espaldas. Como Gin esta a su lado, rugiendo en su forma lobuna, listo con sus garras. Mizore y su madre, Tsurara, tambien transformadas con sus enormes garras de hielo y cabellos tambien. Y una renuente Yukari, al otro lado de Ruby, quien no podía evitar sentir escalofríos al ver las formas transformadas de lo que habían sido los cuerpos sin vida de sus progenitores. A duras penas, la pequeña brujita podía sostener su bastón mágico, como sendas lágrimas surcaban sus mejillas del dolor y horror de ver en lo que se habían transformado sus padres. Kurumu estaba en un estado igual, detrás de los chicos en el círculo protector, tratando de curar las heridas de su madre, con su propia aura demoníaca, pero parecía en vano, ya que ella no tenía los conocimientos suficientes para hacer tal cosa.

"Yukari… ¡Yukari!" Ruby la llamo de forma fuerte, haciendo despabilar a la chica distraída con su dolor y terror

"Escúchame, cálmate. Te necesito que uses tu magia y ayudes a tratar a la madre de Kurumu. Los demás, usaremos este circulo para protegernos, debes de usar todos tus conocimientos en magia sanadora, para al menos salvarle la vida y cerrar sus heridas, al menos hasta que ella misma logre salvarse con su propia fuerza. Debes hacerlo rápido, antes de que se desangre", Ruby la miraba deforma seria a los ojos cómo le instaba a actuar

Yukari quería decir algo, pero Ruby le negó con la cabeza, como le hablo seriamente pero no sin un tono de simpatía en su voz, "escúchame Yukari. Se lo que debes de sentir. Yo tambien perdí a mis padres, y no hay un día que no pase sin que los extrañe. Lamentó que hayas tenido que ver lo que quedo de ellos, reducido a estas abominaciones. Pero no podemos ceder ahora, ni derrumbarnos. Porque otra persona, puede estar a punto de perder a su único pariente ahora mismo. Por favor, no permitamos, que Kurumu experimente el mismo dolor de perdida que nosotras. Como nuestra amiga, debemos ayudar siempre que tengamos el poder de dar una mano. Es lo que nuestra amistad nos permite ser más fuertes, por nuestra empatía y nos permite sobreponernos al dolor. Y es tambien, lo que nos da la fuerza para enfrentar a estas abominaciones, que detestan nuestra luz. Incluso si somos criaturas creadas de la oscuridad, tambien podemos hacer brillar nuestra luz interior, que es lo que nos permite crecer y evolucionar, más allá de lo que estos monstruos nunca harán".

Ruby le dio una sonrisa llena de una especie de 'luz' que hizo detener la respiración de la joven Yukari, por uso segundos. Las palabras de la bruja mayor, Ruby Tojo, no eran de ninguna manera condescendientes. Sin una prueba de lo que aprendió ella, en la experiencia obtenida de la 'Colina de la Bruja', y como sintió muy cerca de ella-estando sujetado de su cintura a un costado de Kay-la gran luz blanca, que emanaba el joven Centinela, que ella conocía como Kay Namura. La llamada "Conciencia Universal"; Como uso esa luz que quemaba, no de una manera maliciosa, sino como una especie de 'bondad' que le permitía sentirla tocar todo su ser interior. Su espíritu. Lo que permitió al chico, enfrentarse al mal más oscuro y abyecto que era la personificación de la oscuridad anterior a este Universo-Y a los otros-existentes. Desde ese día, Ruby sintió un cambio dentro de ella, como la oscuridad que le llenaba desde aquel día que perdió a sus padres, se esfumaba por completo. Y una nueva alegría y dicha entraban dentro de ella, al hacer más amigos y una vida aquí dentro. Incluso, su antigua maestra, consiguió su redención y su espíritu partió hacia nuevos niveles, mucho más allá de lo que cualquier cielo 'controlado' del Mundo Espiritual, podría ofrecer.

Esa especie de 'luz' contagio el espíritu decaído de Yukari, provocando que una feroz determinación llenase su ser. Como rápidamente, y tras un fuerte asentimiento de cabeza. Rápidamente se dirigió hacia donde yacían Kurumu y su madre, en medio del círculo protector de los chicos consientes y con fuerzas de seguir luchando aun tenían. La pequeña bruja, rápidamente se puso a trabajar en usar su magia sanadora para parar el desangrado y hemorragia interna de la Súcubo mayor, como trataba de curar lo mas que podía, el daño interno, aunque sabia que aun así la mujer necesitaba hospitalización, o manos mas expertas en magia curativa. Solo podía hacer mucho, pero esperaba que fuese suficiente, como Kurumu la miraba con expectación con sus ojos, cubiertos de lágrimas. Y un Tsukune igual muy cerca de ellas, pero aun velando por su prima inconsciente.

"Cómo hubiera preferido que Kurama estuviese en estos momentos cerca. No debimos permitir que se hubiera ido, tampoco Moka", Ruby hablaba mas para si misma, pero cerca del oído de todos los presentes, dejando entrever su frustración con la situación, "los dos serian de gran ayuda ahora mismo. Si no tenemos a dos ayudas posibles con nosotros tambien, que estan en este mismo momento inconscientes y, por tanto, inútiles".

Los dos a los que se referían Ruby, eran Hei y el director Mikogami, ambos aun inconscientes por distintas causas, y que hubiesen sido de gran ayuda para poder atravesar este mar de criaturas abominables sin forma nítida alguna. Contando que muchos aún tenían heridas que necesitaban sanar, y estaban exhaustos de las batallas anteriores, las probabilidades no surcaban en su favor.

"No importa, como estos se acerquen más…" Gin hablo de forma valiente, siendo empoderado en su forma lobuna, listo para arrojarse y atacar esas cosas, pero detenido al hablar la chica de las nieves

"No creo que sea prudente acercarnos a esas cosas. No sabemos si estan hechos de 'carne' o lo que sean. Recuerdo lo sucedido en la 'Colina de la bruja', y cómo aquellos enormes tentáculos, parecen hechos de la misma materia que estas cosas. Y no olvidar lo que sucedió a esos dos pilotos de aquellos aviones de caza de las Fuerzas de Defensa Japonesa. Mejor no repetir los mismos errores y entrar en contacto con esas cosas", Ruby hablo con una voz ensayada y calmada, que podría esconder el profundo tono de nerviosismo y miedo subyacente en este

"Ella tiene razón. No debemos acercarnos, debemos mantenerlas alejadas lo mas posible, al menos hasta que…" Mizore fue interrumpida ante un frustrado hombre lobo

"Aggh...Dudo que Kurama regrese a tiempo, y menos Moka que se ha ido a ayudar a Namura… Debemos aprender a arreglárnoslas nosotros mismos, sin esperar que los 'pesos pesados' de nosotros, hagan todo el trabajo…" Gin hablaba en un tono molesto, dado su orgullo como licántropo, perteneciente a una de las razas de Ayashi más fuertes en el mundo

Ruby iba a replicar, cuando fue interrumpida por Mizore, "puede que el lobo pervertido tenga razón. Pero no podremos mantenerlos mucho tiempo aparte, al menos no sin ayuda. Si queremos deshacernos de esas cosas, necesitamos no dejar espacio a que se recuperen, como esto…"

Mizore ataco, lanzando estacas y lanzas de hielo, no bien termino de hablar, a un par de estas criaturas, las cuales, si bien terminaron lastimándolas al cortar partes de sus tentáculos y carne, provocando que estas emitiesen sendos chillidos de dolor. Para que después de unos segundos, la carne que fue picada, se volviese a juntar y los apéndices cercenados, volviesen a crecer. Incluso algunas estacas de hielo que aun atravesaban a estas criaturas, eran engullidas dentro de la enorme masa oscura de 'carne' nauseabunda para nunca sobresalir de nuevo.

"De eso me refiero, parecen curarse casi al instante en que son atacados", Mizore hablaba en un tono frio y calculador, como exhalaba aire frio al hablar y respirar

"Entonces", Tsurara, fue su turno para hablar en un tono similar al de su hija, "necesitamos algo que los inhabilite al instante. Algo que no les de oportunidad de recuperarse y sean eliminados en un solo golpe. 'Desintegración' es la palabra que busco".

"Y solo conozco a dos de ellos que podrían tener el poder de hacerlo. Pero, contrariamente a nuestros deseos, estan inconscientes, por quien sabe cuánto tiempo", Ruby hablo con una mueca, observando por la esquina de sus ojos, a los dos mencionados detrás en su forma inconsciente, Hei y el director Mikogami

"No necesariamente", Mizore fue la que hablo esta vez, en un tono pausado y frio, tratando de ocultar muy bien su nerviosismo y miedo, "Hei cayo inconsciente, después de haber consumido las flamas oscuras del Mundo Demoníaco. Necesita un par de horas para descansar, pero si logramos despertarlo. Entonces, estas cosas no serán rivales para el poder del Dragón de la Llama Oscura".

Tsurara tembló ante la implicación, no quería despertar a Hei, quería dejarlo descansar, tras haberlo visto casi que ser desintegrado y creerlo perdido un tiempo, pero incluso ella sabia que entre todos no podrían ser rivales para estas cosas, no como se encontraban tan exhaustos y heridos todos, y menos ella se arriesgaría a perder a sus dos chicos, "bien. Tienes razón. Yo lo hare…"

"No, madre. Yo lo hare. Tu procura esta atenta y defender el perímetro, que no pasen del círculo", Mizore hablo en un tono fuerte y decidido, que sorprendió a su madre-Y en parte a los otros chicos alrededor-conociéndola la mayor parte de su vida, solo por su usual actitud fría que no es nada inusual en su raza

Mizore rápidamente se movió hacia la parte detrás del círculo, como tomo entre sus brazos a un inconsciente Hei, y aunque tuvo la duda de primero zarandearlo, negó con su cabeza, como sabría que eso no funcionaria, para alguien tan exhausto tras haber consumido semejante poder, que podría consumir en llamas el mundo entero. En cambio, ella coloco suavemente la cabeza de Hei en su regazo, como procedió a susurrarle al oído de forma suave.

"Hei, escúchame, soy yo. Se que debes de estar cansado, y no quiero despertarte. Pero, en este momento, necesitamos un poco de tu ayuda… Algunas llamas oscuras no estarían mal…"

Mientras sucedía esto, algunas de las criaturas con múltiples ojos y tentáculos, procedieron al ataque, como el grupo de chicos en círculo, procedían a defenderse. La única adulta del grupo, Tsurara, lanzaba lanzas, estacas y shurikens de hielo creadas a partir de sus enormes garras, a las criaturas que se atrevieran a acercarse más, como invocaba una pequeña corriente de aire frio, que congelaba casi al instante a las criaturas mas cercanas.

Ruby, usaba sus alas de cuervo negras convertidas en metal en su espalda, para proceder a alargarlos y cortar y destrozar a las criaturas cercanas, con sus espaldas casi unidas detrás de la mujer de hielo. El hombre lobo Gin, como no podía acercarse a cortar y entrar en contacto directo con las criaturas. Usaba corrientes de aire cortantes, creadas a partir del vació que invocaba en el aire al 'cortarlo' con sus poderosas garras, que podía repeler a una buena mayoría de estas criaturas, que caían al suelo cercenadas por la corriente de aire cortante. Los tres defensores, usaban lo que podían, como el resto detrás en el círculo, hacían lo posible para curar y despertar a los demás, para que pudieran unirse a la batalla. Ya que los tres defensores no durarían mucho, debido a los exhaustos que ya se encontraban.

Mientras Mizore trataba de seguir despertando a Hei, pero parecía inútil, como este se encontraba profundo y cansado tras haber absorbido la llama oscura del Mundo Demoníaco. Mientras un poco más apartados, Yukari seguía tratando de usar su magua curativa, mientras detenía el sangrado de las heridas abiertas de Ageha Kurono, y aunque lograba hacerlo y cerrar las heridas, el daño interno a los órganos importantes aún se mantenía, ya que se necesitaba una magia más fuerte y una precisión milimétrica de los lugares exactos a curar, que no es posible ahora para la joven bruja, ya que su poder demoníaco que sustenta su magia, estaba en un nivel bajo tras toda la anterior batalla, por lo que poco puede imprimir de su propia magia para una curación completa.

La madre de Kurumu, parecía conocer de esto, como mantenía una expresión casi que ida, pero que sus ojos viraban para todos lados, observando todo. Podría ver y sentir la desesperación que se podía sentir en toda el área. Como el olor del miedo y horror, se mezclaba con el de la sangre, sudor y lágrimas de todos los presentes, cada uno haciendo su parte, exhaustos hasta la muerte, pero tratando de dar lo mejor de sí. Pero que aun lo 'mejor' de si, serian insuficientes para detener la vorágine de terror que amenazaba por sobrepasarlos en cualquier instante, y fue cuando la Súcubo mayor, viro su vista para observar a su hija que se recostaba contra el pecho de Tsukune-sin dejar de sostener su mano-a lo que el chico peli marrón trataba de confortar a su hija y de proteger a su prima inconsciente, haciendo las dos cosas a la vez, que ella no pudo mas que sentirse orgullosa de su hija, por haber encontrado a su Único Destinado. Un chico que, pese a sus obvias deficiencias, debido a su vulnerabilidad como ser humano, tenía un gran corazón como para aceptar a su hija y confortarla, aun pese a tener responsabilidad de su pariente y tenerla aun cerca, aun con toda la marea de este horror sin nombre.

Fue en ese mismo momento que Ageha Kurono se decidió. Con su mano libre, ella detuvo una de las manos de la joven bruja-que terminaba de usar su magia para cerrar sus heridas parcialmente-y el tomo por sorpresa:

"Es suficiente, cariño. Ya has hecho mucho, usaste todo lo que te quedaba para vengar a tus padres, no desgastes tu propia fuerza vital y desperdicies el regalo de la vida que te otorgaron tus padres y que querían para ti", Ageha hablo con una mezcla débil de convicción, como hacia acopios de levantarse

"¡Mamá!" Kurumu se sobresalto por ver a su madre herida, tratar de levantarse, no sabiendo que decir y soltando la mano de su madre inadvertidamente

"¡Deténgase señora! ¡Sus heridas no han cerrado por completo! ¡Y aun tiene daños internos, solo necesito un poco de tiempo y que use su propia firma de energía demoniaca, para que usted se cure…!" Yukari trato de continuar, pero fue interrumpida, al observar a la Súcubo mayor el ponerse de pie con mucha dificultad

"Pequeña brujita, agradezco mucho tu ayuda. Pero guardare mis fuerzas y poder, para algo mejor que curarme. Ya hiciste mucho, y todos lo hicieron tambien, y es hora de que yo tambien lo haga…" Ageha hablo, como ella misma despertó su propia firma de energía demoníaca

Los iris de los ojos de Ageha se tornaron una combinación entre rosado y fucsia, como sus alas en forma de murciélagos sobresalían de su espalda, lo mismo que su cola con punta y orejas tambien. Sus uñas crecieron hasta convertirse en poderosas garras que podrían cortar cualquier cosa a su paso. La verdadera forma de Súcubo de Ageha Kurono se ha manifestado.

"Kurumu…" Ageha pasó a mirar a su hija con esa mirada decidida, que hacía por esconder el gran dolor interno que le llevaba sostener su cuerpo moribundo, "vive bien a partir de ahora. Vive una vida sana y llena de felicidad junto a tu Único Destinado. Es el destino de todas las Súcubos, así que no te salgas de ese camino impuesto, si quieres encontrar tu verdadera felicidad. Es algo que yo no pude encontrar en mi vida y que me arrepiento mucho. Pero no me arrepiento de haberte tenido. Ya que, de todas las cosas que me pasaron en vida, tú fuiste lo mejor que saque de eso. Nunca lo olvides, hija mía".

"Madre…" Kurumu no sabia como responder a esto, ya que aun estaba bastante entumecida, ya que no quería imaginar lo que su madre piensa hacer

"Tsukune…" Ageha luego poso su mirada encendida en el joven, que trago saliva, pero no aparto su mirada, de quien fuese una Súcubo en su estado natural y 'encendido'

"Cuida de mi hija bien, te lo encargo, por favor", Ageha suavizo su mirada, tomando por sorpresa a Tsukune, que no se esperaba esto, "mi hija vio algo en ti. Y creo verlo tambien. Por favor, ella tiene un buen corazón y amable, aun si trata de ocultarlo. Así que dale felicidad cada vez que puedas. Protégela como puedas lograr hacerlo. Se que los demás amigos que ella ha hecho, estarán ahí para ella, pero te lo pido específicamente a ti. Ya que eres el que ella eligió. Se que tu tambien tienes un noble corazón, y juntos serán fuertes. Te lo encargo, joven. No me decepciones".

Tsukune no sabia que decir, peor antes de que pudiera o que incluso Kurumu, recuperara sus sentidos, Ageha se dirigió hacia donde se encontraba la otra mujer mayor del grupo, Tsurara. Colocándose detrás de ella, mientras esta intentaba mantener la línea contra las criaturas, fue que el Súcubo hablo:

"Fue un placer conocerte, Tsurara-san. Una pena que no pudimos hacerlo antes, pero me alegra haberlo hecho, ya que no soy de tener muchos amigos. Nuestras hijas son sorprendentes, ¿no crees? Nos han superado a las dos, e incluso consiguieron lo que nosotras no pudimos, que es el amor. Veo que como miras a ese chico como tu propio hijo, y se lo que esperas que ocurra entre ambos. Te felicito por eso. Lo hemos hecho bien, ¿no piensas lo mismo?" Ageha hablaba con un tono pausado, para ahorrar energías, debido a su dolor debido al daño interno

Tsurara no hablo, ni pronunció sonido alguno, más allá de desviar su mirada unos segundos, para darle a la otra mujer detrás de ella, una sonrisa triste y un brillo en sus ojos, que delataban su confirmación de sus palabras. No necesitaba decir o hacer más, las Yuki-Onnas no son la raza más expresiva en emociones, después de todo.

Ageha no necesito más, como con un asentimiento, ella alzo vuelo, elevándose por encima del grupo del círculo de los chicos, y paso a la ofensiva, quemando su propia fuerza vital, para darle sustento a su energía demoniaca, y sobrevolando a una velocidad mayor a la del sonido, la hilera de criaturas abominables sin forma definida. Con sus poderosas garras, la mujer mayor, corto y despedazo a cuanta de estas abominaciones de atreviera a cruzarse en su camino. Incluso voló tan rápido, aprovechando los fuertes vientos provocados debido a la atmosfera cambiante del lugar debido a las energías negativas y oscuras exudadas dentro del área, provocando una especie de tornado, que arrastro a las criaturas más cercanas al círculo del grupo, mandándolas a volar lejos.

El grupo reunido del círculo, estaba sorprendidos por la valentía y altruismo que denotaba la Súcubo, ya que, a pesar de conocerla bien, que ella hiciera esto, mayormente en favor de su hija, hablaban de una manera que nunca han visto en una mujer de esa raza.

"¡Madre…!" Kurumu intenta ir hacia su madre, ya habiendo recuperado de la impresión, pero es detenida por Tsukune, quien, a pesar de todo, saca fuerzas que no sabia que tenia y aprisiona entre sus brazos a una Kurumu temblando de miedo

"Tsukune… Por favor…"

"Lo siento Kurumu-chan. Pero tu madre me dejo a cargo de ti… Y yo no puedo… No puedo dejarte ir. Te ruego que me perdones por esto…" Tsukune no pudo mas hablar en un tono tembloroso, como sus ojos estaban brillantes de lagrimas por derramar y una expresión lastimera en su rostro

Esa vista fue suficiente para romper la represa emocional, que guardaba la Súcubo mas joven, como sendas lágrimas surcaron su bello rostro, como se deshacía emocionalmente, apegándose al joven y colocando su rostro en su pecho, para no ver lo que ya sabía que sucedería con su progenitora. Tsukune no pudo más consolarla, como con sus brazos acariciaban su espalda y cabello, dándole palabras de aliento, como el hacia todo lo posible por guardar su dolor y tristeza para después, ya que ahora necesitaba ser fuerte para Kurumu. La chica por quien, desde hace poco, comenzaba a generar sentimientos profundos, que aun no lograba discernir.

Ageha solo procedió a generar más vientos huracanados, que hacían volar a las abominaciones lejos del circulo del grupo, pero un rápido vistazo hacia dentro del círculo, para observar a su hija ser consolada por el joven chico que ella eligió como su Único Destinado, provoco que una sonrisa se formara en los labios de la Súcubo mayor. Aunque fue una distracción de unos pocos segundos, fue suficiente, para que las criaturas contratacaran. Una de estas criaturas, en pleno aire por los vientos huracanados, con uno de sus tentáculos, logro aprisionar una de las piernas de la Ayashi voladora, tomándola por sorpresa y generando un estallido de viento, al detener su avance, provocando que los vientos huracanados cesaran y las criaturas que volaban en al aire, cayeran duramente al suelo.

Entre estas que cayeron pesadamente al suelo, se encontraba Ageha Kurono, la cual, al sentir el impacto de frente en el duro suelo, sintió un espasmo recorrerla debido al gran dolor que sentía, debido al daño dentro de su cuerpo. La Súcubo mayor, vomito sangre mientras sentía su cuerpo convulsionar de dolor. Todo lo que podía pensar, es en lo lamentable de que su raza no fue una guerrera. Ya que las Súcubos, y sus contrapartes masculinas, Íncubos, eran creados como criaturas hechas para el 'amor'. Aunque la definición difería con la noción que tienen los seres humanos. Lo cierto, es que no son una raza guerrera, y mucho menos ella que pocas veces ha tenido combates y batallas en su vida, y por lo general no eran a muerte. Estaba fuera de su elemento, pero n iba a desistir, como hacia acopios de levantarse. Raza guerrera o no, lo cierto, es que los Youkais son naturalmente, más resistentes que los seres humanos. Por lo que daños internos, como los que sufría Ageha Kurono, pueden ser resistidos con la pura fuerza de su aura demoníaca. Entre mayor sean sus emociones, mayor podrá seguir creciendo su poder.

Es lo que Ageha hizo, como se levantaba y comenzaba a destazar a cuanta de esas abominaciones Eldritch, se atrevieran a cruzarse en su camino. Una enorme criatura con carne viscosa oscura, de múltiples hojas y tentáculos, y una enrome boca con numerosos dientes filosos de puntas, intento acercarse detrás de ella, como la Súcubo logro evadir el agarre de sus tentáculos, y cortarlos antes de que lograran atajarla. Ageha se dirigió hacia la enorme abominación, y con un par de tajos, cerceno y dejo ciega a la criatura de la decena de ojos que portaba, haciéndola emitir un chillido de dolor. Pero lo que no sabía la Súcubo, es que al hacer contacto con esas especies de 'carne' viscosa, ya sea al cortarlas con sus garras o que la 'sangre' que filtraban productos de sus cortes, le rozaran.

Pero provocaban que la carne de la Ayashi, al hacer contacto con esta sustancia, provocaban un elemento similar a la corrosión que hacia que la Ayashi emitiera chillidos de dolor bastantes fuertes. Tambien sentía que las uñas afiladas que conformaban sus garras, comenzaban a decaer, producto de que la carne que rodeaba sus dedos, se corroía y producía que perdiera la movilidad de sus dedos, al perder los ligamentos y tendones que los sostenían. En un momento, su cola se había desprendido de ella, debido al ser filtrada por el líquido corrosivo que emitían estas criaturas. Una de estas abominaciones, aprovecho el momento de distracción de dolor de la Ayashi, para con su enorme boca repleta de dientes filosos, atajar sus alas en su espalda en su enorme boca de un mordisco, logrando morderlas y con una gran fuerza, arrancarles de tajo las alas, quitándole la oportunidad de escapar al Súcubo. No se demoro mucho, cuando el resto de esas cosas, se abalanzaron sobre la ya derrotada Ayashi, para proceder a 'devorarla' de una manera que parecía ser asimilada entre las carnes viscosas de las criaturas sin formas, mientras esta daba sus últimos alaridos de dolor y horror.

Todo el resto del grupo de los chicos, observaban desarrollándose esta escena con una mezcla de incredulidad, horror y shock. Pero ninguno era mayor, que el de la Súcubo menor, al ver a su progenitora tener un desenlace tan horrendo, anulando de sus mentes la escena de sacrificio como algo noble, para transformarse en una autentica pesadilla. Kurumu se encontraba tan en shock, que no podía ni parpadear ni apartar su vista de la escena, aun cuando Tsukune le tapo los ojos con la mano, en un vano intento de borrar la imagen, que quedaría grabada en su mente para siempre.

Ruby se desvió del círculo, para abrazar a Yukari y esconder su visión de la espantosa escena. Como la pequeña brujita, solo escondía sus ojos llorosos, en el pecho de Ruby, como la bruja mayor hacia intentos de calmar los espasmos que recorrían el cuerpo de la pequeña brujita. Tsurara desvió su mirada de la escena tambien, y dándole una mirada a Mizore, su hija entro en acción con Hei, aun entre sus brazos.

"Hei, por favor. Una de nosotros ya esta muriendo. Necesitamos tu ayuda… O todos nosotros seremos lo próximos. Por favor… Te lo pido…"

Tsurara no pudo aguantar más, y moviéndose fuera del círculo protector, corrió hasta donde su hija y Hei, para agacharse y abrazarlos a ambos, en un vano intento de estar juntos, hasta el final de sus vidas. Gin Morioka no hizo nada más, sino resoplar, ante la obvia muestra de derrotismo que invadía todo el grupo, tras lo que acababan de ver. El hombre lobo solo pudo dirigirse para estar cerca de sus compañeros y amigos, ya que, si iba a morir, prefería hacerlo juntos.

Fue en eso mismo, que antes de un par de estas abominaciones se acercaran hasta el grupo, fueron detenidas, por una lluvia de pétalos de cerezos cortantes, que cercenaron a las dos criaturas, en alaridos de dolor. Fue en eso, que la mayoría del grupo reunido, alzo la vista hacia el cielo para reconocer a la figura que los había salvado:

"¡Kurama!" Gritaron la mayoría de quienes lo reconocieron

Kurama sobrevolaba los cielos oscuros y enojados, con un par de alas hechas a partir de plantas, a sus espaldas. Esto se trataba de su técnica de 'hojas flotantes del Makai'. Esta planta aparece como 'alas' similares a las de una mariposa, en la parte posterior de Kurama y que se doblan como un planeador. Kurama se lamentaba haber llegado tarde, y más aún el haber ido en primer lugar. Pero al tener sentidos agudos, pudo sentir el cambio en la atmosfera en el aire, que proyectaba el enorme poder de un ser de Rango S. quizas Yakumo, el antiguo Rey del Mundo Infernal, volvió a alcanzar su anterior nivel, con ayuda de la gema que debe de tener en su poder. Justo casi, como la vez pasada cuando lo combatieron.

Debía de agradecer al director Mikogami, que tuvo la previsión de esto, y retiro la restricción de la barrera, para que incluso contuviera a seres tan poderosos como los de Rango A y S, sin afectar el mundo exterior. La presión de alguien tan poderoso como un ser de Rango S, supondría una enorme presión al mundo entero, que podría provocar que el Mundo Humano colapse, debido a su incapacidad para resistir y sostener tales muestras de poderes titánicos.

Por supuesto, eso no evito que quisiera ir a investigar el lugar donde se originaba tal poder, pese a lo lejano que se sentía. Pensó que quizas Kay, o incluso Moka, necesitaban ayuda para combatir a tal muestra de poder del enemigo. Nunca tuvo la previsión de que las cosas hechas de materia viva, que lo rodeaban y que se haya dentro de esta dimensión apartada, comenzaran a mutar y transformarse en abominaciones sin formas ni rostros definidos. Recordando de su experiencia en la 'Colina de la bruja', rápidamente emprendió vuelo con sus alas hechas a partir de plantas de carácter demoniaco, para alejarse lo más posible de esas cosas. Podría ser lo suficientemente poderoso para destruirlas, pero no era tan estúpido en acercárseles, si no tenía una técnica lo suficientemente poderosa para tal fin. No era como la vampiresa, que tenia tal experiencia en el control absoluto de su aura demoníaca. Y sus técnicas, la mayoría consistían en usar plantas como armas, y considerando que el cambio en materia viva, incluían plantas y seres orgánicos, prefería no arriesgarse a que eso le afectara.

Fue en ese pensamiento, que decidió regresarse hacia donde se encontraban el resto de chicos, preocupado por ellos, por lo que alzo vuelo rápido de regreso en su dirección. Lamentaba el haber ido en primer lugar, cuando observo a lo lejos como la madre de Kurumu, era destazada y asimilada de una manera grotesca por las criaturas sin forma que la rodeaban, que lo hizo que apártese la mirada por unos segundos ante tal horrenda escena. No quería gastar tiempo culpándose por eso, por lo que rápidamente se dirigió a los chicos, y usando su técnica de Fuka enjibun, o 'Viento circular de pétalos danzantes', que uso para destazar a los mas cercanos a los chicos, avisándoles de su presencia.

Kurama no dijo nada, más que asentimiento hacia el grupo, como invocando de nuevo los pétalos danzantes, la uso para transformarla en una especie de barrera, que rodeo al grupo desde todos los ángulos, mientras mantenía lejos a las criaturas. Como solo esperaba el momento, sabiendo lo que tenia que hacer. Como invoco mas pétalos danzantes para destazar las grandes y enormes filas por cientos de las abominaciones, que se contaban por kilómetros que los rodeaban.

Dentro de la barrera de pétalos danzantes, aunque la mayoría se sentía mas protegido ahora con el regreso de Kurama, sabiéndole peligroso. Eso no alivio las penas y sentimientos de impotencia, al saberse rodeado de aquellas cosas, que podrían dar una muerte tan horrenda, como la que quedara grabada para siempre en sus mentes, con lo que sucedió con Ageha Kurono. Aun así, Tsurara y Mizore, se mantenían abrazadas la una a la otra, con Hei en el medio. Mientras sendas lar4imas, surcaban las mejillas de ambas mujeres, que caían sobre el rostro de Hei, provocando que este tuviese una reacción, al sentir su cuerpo moverse, lo que provoco que ambas mujeres de las nieves, se miraran mutuamente como asintieron con decisión.

"Hei, por favor…" Tsurara hablaba esta vez, "Ya hemos perdido a una de los nuestros. Te lo pido, despierta y desata tus llamas oscuras en estos engendros. Tenemos mucho frio y necesitamos un poco de tu fuego… Por favor, Hei".

Tras decir esas palabras y agacharse para besar una de las mejillas de Hei, provoco una reacción al abrir de sorpresa sus ojos de iris azules oscuros, provocando que ambas mujeres de hielo se sorprendieran por unos segundos, cosa que no duro demasiado, cuando Hei con una fuerza aparentemente renovada, se erguía en sus dos pies y de sus brazos que elevo hacia los cielos, flamas de color negruzco se desataron como crecían en intensidad, llegando a consumir todo su cuerpo, provocando que las dos Yuki-Onnas se apartaran debido al intenso calor. Una enorme corriente de fuego salió disparada de él, consumiendo los pétalos danzantes que les servían de barrera, consumiendo todo a su paso, entre ellas a las abominaciones de Eldritch que no eran rival ante el nuevo poder elevado de Hei, que podría consumir a todo un continente o medio mundo si lo quisiera.

Todo fue incinerado, alrededor del circulo de los chicos donde se protegían de las intensas llamas, aunque estas no los tocasen, demostrando que Hei esta vez, tenia un control completo del fuego y de la técnica del dragón negro, como observaban que una enorme figura de llamas negras, que tomaba la forma de un dragón negro, se movía alrededor, arrasando todo, consumiendo los restos de los escombros de la vieja escuela, e incinerando todo en un radio de varios kilómetros a la redonda. Nada escapaba a las llamas oscuras, que representaban la flama de la vida del Mundo Demoníaco. Kurama se elevó aún más, prefiriendo arriesgarse con los fuertes vientos y relámpagos del cielo oscurecido que, con esas llamas tan potentes, que eran mucho más calientes que cualquier fuego que pudiera iniciarse en el Mundo Humano. A pesar de su poder mayor, no era tan tonto de enfrentarse a ese tipo de fuego, que podría provocarle serias heridas de quemaduras, que quizás no pudiera sanar. Según lo que recuerda de lo que, hacia su viejo amigo Hiei, con esas mismas llamas.

Después de un par de minutos, tras haber desatado aquellas llamas oscuras. Y de cerciorarse que cada chillido de esas abominaciones se hubiese silenciado, poniendo fin a toda existencia de estas criaturas dentro de esta dimensión. Hei ceso y apagó las llamas, como estas se disolvieron no quedando nada vivo, excepto un páramo estéril hecho a partir de cenizas, en un radio de varios kilómetros a la redonda. Hei solo suspiro cansado, como cayo de rodillas al suelo, el único sitio donde la tierra aun no había sido quemada. Fue rápidamente detenido de caer, por las dos mujeres de hielo, quienes cada una lo abrazo a su lado, no inmutándose por lo caliente que debe de estar su cuerpo, tras expulsar aquellas llamas oscuras. Ellas solo le sonrieron, felices con él y de haber sobrevivido, como el procedió a darles con reciprocidad el mismo sentimiento, sonriéndoles tambien.

El resto de chicos que habían sobrevivido dentro del círculo, solo suspiraron, sintiéndose inmensamente aliviados por esto. Aunque había algunos que no pudieron encontrar tal sentimiento, por lo mucho que habían visto, experimentado y perdido. Como los llantos de Kurumu y Yukari se hacían escuchar ante aquel panorama, solo silenciadas de vez en cuando por el sonido de los fuertes truenos de los cielos que rodeaban el lugar. Solo podían algunos, más que intentar consolarlas, como Kurama bajaba a tierra para unirse al grupo. El antiguo Youkai de naturaleza de zorro, viraba su vista hacia la dirección donde sentía fluctuar la presencia poderosa que podía afectar ese mundo y el exterior, y se preguntó que podría hacer para ayudar, ya que la batalla aun no había terminado.

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Santiago de Chile, América del Sur

En ese mismo instante, Media Noche.

Templo Votivo de Maipú.

Santuario Nacional de Maipú o Basílica de Nuestra Señora del Carmen es un templo católico ubicado en la comuna chilena de Maipú. Es un templo católico consagrado a la Virgen del Carmen (Virgen del mar) y también acoge la figura de San Juan Bautista proveniente de la antigua iglesia situada donde está el Arco Visigótico, también conocido como iglesia parroquial de San Juan de Panjón.

El gran templo, es considerado un monumento histórico e importante de la historia chilena. Es una basílica donde se reúnen una gran cantidad de feligreses católicos, donde vienen a reunirse en búsqueda de refugio, para adorar y explayar su fe devota. Ahora en estos tiempos tumultuosos, tambien sirve como principal refugio, contra las hordas de enfermos mentales, causados por el ataque psíquico, producto del surgimiento de una imagen proyectada desde otra dimensión de otra realidad lejana a esta, de un Gran Antiguo, el mas poderosos de estos y Sumo Sacerdote de los Otros Dioses. Esto había causado que, desde su aparición en el océano pacífico, enormes masas de personas, que consistían entre seres humanos, y Youkais de mentes y niveles de poderes bajos, cayeran presas del enorme influjo psíquico, que penetraba en sus mentes y espíritus vulnerables y los torcía a su conveniencia. Provocando una sed de locura, que llevaba a las personas a desencadenar los actos más bajos posibles, a plena vista sin ningún tapujo.

Los pocos que podían resistirse-Y estos era un numero muy, muy bajo-sea por tener una resistencia mental admirable, un espíritu devoto fuerte o simple y pura casualidad; hacia todo lo posible por sobrevivir, valiéndose de cualquier medio necesario, dónde no importaban si comprometían su moralidad, todo valía para sobrevivir, ahora que la ley y el orden se habían perdido. Unos pocos feligreses, se habían razonado y preocupado lo suficiente, para buscar refugio en su fe, lo que los llevaba a donde pensaban que estarían refugiados, que en la Casa de Dios. Es lo que su mas devoto pensamiento les exigía, quizas en su intento de resistir el unirse a las hordas de desviados mentales, que cometían cuantos actos aberrantes se pudieran ver por las calles de las principales ciudades, y en zonas urbanas y rurales tambien.

Mas de una docena de feligreses, habían buscado refugio en la Basílica de Nuestra Señora del Carmen, y habían cerrado las enormes puertas, dejando detrás de ellos, a las enormes hordas de enfermos y desviados mentales-Y algunos Ayashi tambien-que querían buscar penetrar adentro, para cometer sus actos barbáricos con quienes no habían caído infectados, por la honda psíquica.

Un viejo sacerdote, de cabeza calva, se encontraba al frente del altar del templo. Donde una vista de una imagen grande de la Virgen del Carmen en el Altar Mayor del Templo, rodeada por más de una docena de banderas a los costados de la imagen, de la mayoría de países de habla hispana. El sacerdote de edad avanzada, se encontraba de rodillas frente al altar y con los brazos elevados, recitando oraciones fuertes al Padre Altísimo y a la Madre tambien. De las cuales, la mayoría, provenían del lenguaje en latín, aprendido los estudios de Gramática y latín en la formación sacerdotal.

A espaldas del sacerdote, se encontraban más de una docena de refugiados, que habían escapado de las hordas de dementes y monstruos de afuera. Entre estos, se encontraban una joven pareja, recién comprometida, que incluso vestían con sus ropas para matrimonio, debido a un anterior ensayo de las nupcias, ya que la fecha iba a venir pronto en un par de semanas. El joven chico blanco de cabello castaño y ojos del mismo color, vestía su esmoquin y atuendo, y la chica, de cabello negro y tez mulata, vestida en su largo vestido de novia de color blanco.

Había una señora mayor de sesenta años, de rodillas en una de las bancas del lugar, con un rosario entre sus manos, y rezando a Dios, y cuanto podía por su bienestar y el de sus seres queridos de afuera. Rogando porque las muestras de maldad del exterior cesaran y los monstruos fuesen erradicados. Había más personas, todas comunes y corrientes, que habían escapado de la horda de psicosis y locura de afuera.

El sacerdote seguía profiriendo oraciones en latín, como el resto de refugiados, estaban cada uno en lo suyo, algunos rezando, otros con los que estaban mas cerca, como la pareja comprometida, o un padre de familia en su treintena de edad, junto a su esposa y dos hijos.

"Todo estará bien, Amanda, saldremos de esta. Seguro que el ejecito ayudara y parara esto", el hombre joven, vestido de 'novio', trataba de calmar a su novia que lucia muy asustada, y se aferraba a él. Ambos estaban sentados en los bancos de madera del lugar, muy juntos

"Tengo miedo, Daniel. Vi al propio ejército, hasta la policía caer en todo esa… Locura. Hay monstruos incluso entre ellos, y no se donde salieron. Todo esto… Quizás ocurra en todo el mundo, no hay líneas telefónicas y el Internet ha caído… quizás sea el fin del mundo", Hablaba la mujer joven de nombre Amanda y de tez mulata

"No digas eso, amor. Ya verás que todo saldrá bien", el novio de nombre Daniel, intentaba calmar a su novia, lo que solo podía hacer como un hombre, fingiendo que 'todo estaba bien' ya que no tenía garantías de sus propias palabras

El padre de familia, de tez clara de cabello castaño y ojos oscuros, trataba de consolar a sus dos hijos menores, quien, junto a su esposa, de tez trigueña, cabello castaño y ojos marrones, instaba a sus hijos a dormir, cantándoles canciones, tratando de distraerlos del bullicio de las hordas de afuera que intentaban entrar. Aunque el sacerdote a cargo, había asegurado que las pesadas puertas-que pesaban varias toneladas y que se abrían y cerraban automáticamente-los protegerían, aunque el hombre dudaba. Si es que, a los policías lunáticos, o miembros del ejército no decidían usar sus armas pesadas para hacer volar las enormes puertas. O aquellos monstruos que alcanzo a ver, no decidían derribarlas de cualquier manera.

Fue en ese momento, que el eco de las oraciones del sacerdote, comenzaron a cambiar, como el ruido exterior parecía disminuir hasta detenerse. Esto tomó por sorpresa a varios, que creyeron que finalmente las hordas de dementes se habían retirado. Pero el matiz de la atmósfera se volvió aún más pesada y oscura, como un olor nauseabundo comenzó a filtrarse dentro del lugar. Muchos creyeron que alguien se había hechos en los pantalones, pero este hedor era aun peor. Como algo en descomposición.

Las oraciones del sacerdote mayor, comenzaron a cambiar de idioma, o al menos los pocos que ya habían ido a las iglesias y escuchaban los sermones y oficiaban las misas en latín. Muchos no conocían de la lengua en sí, pero si lo suficiente para conocer que esta había cambiado durante la marcha; además del obvio comportamiento del sacerdote que parecía irracional, como se llevaba sus manos a su cabeza calva y comenzaba a arañarse tan fuerte, que se podía ver sangre filtrándose de su cabeza.

"Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn…" El sacerdote seguía recitando esta especie de oración o salmo en una lengua inentendible para la mayoría, una y otra vez

"Oiga, Padre…" el hombre que es padre de familia, se acerco hasta el sacerdote, subiendo el altar y ponerse detrás de él, aunque este aun ocultaba su rostro, como seguía recitando aquella extraña oración en idioma inentendible y seguía arañándose la cabeza, provocando que se filtrara mas sangre

"¿Se encuentra bien? Mire que esta asustando a todo el mundo… ¿Qué demonios esta diciendo? No se le entiende nada… Oiga, escúcheme…" El hombre hizo el ademan de tocarle el hombro, solo para que el sacerdote se levantara de improviso y se volviese a verlo de frente

"En su hogar en R'lyeh, el difunto Cthulhu espera soñando… Es lo que significa la oración…"

Las palabras del sacerdote no fueron lo que trajeron horror a todos los reunidos, sino su aspecto cambiado, que podría traer pesadillas al resto durante todas sus siguientes noches. La sotana negra del sacerdote, estaba rasgada, dejando entrever su pecho, o lo que debería haber sido la 'carne' de su pecho. Pero todo lo que se podía ver, era una enorme masa amorfa y viscosa, que parecía similar a la 'carne' pero de apariencia pútrida, de un gris ceniza y que era de donde emitían un hedor tan pútrido que provocaba arcadas y deseos de vomitar ante el olor y la vista de todos.

Sus brazos parecían haberse alargado de formas antinaturales, como estos no parecían tener huesos, y se movían tal cual caucho o plástico en el aire. Pero era su rostro lo que parecía ser el mayor cambio, que provocaron un miedo y terror tan primigenios, que el padre de familia se alejo sin dejar de apartar su vista de la repugnante criatura, en la que se había transformado el sacerdote. Sus ojos brotados, la mitad inferior de su rostro hecho tentáculos, que parecía la parte inferior de algún pulpo, con alguna cosa de carne viscosa y escamas de reptil, como un olor hediendo brotaban de él, sus orejas estaban hundidas como si fuesen agujeros en su carne, no tenía boca, pero aun así se podía escuchar su risa grotesca de alguna forma, lo que solo aumentaba el material de pesadillas que estaban viendo.

De inmediato, el padre de familia, corrió hacia su esposa e hijos, cómo el resto de las personas intentaba dispersarse, el novio intento ayudar a su novia, pero esta no se movía, y parecía extremadamente pesada, que cuando volteo a mirarla, la novia tenia su cabeza observándolo, pero su cuerpo estaba torcido en la dirección puesta. El novio dio un respingo tan fuerte, que soltó a su novia que se fue al suelo y chocó con la otra banca. El chico de nombre Daniel, intento apartar su vista de aquella visión de pesadilla, pero fue cuando salió al pasillo, que escucho a su novia, llamándolo.

"Daniel… ¿Por qué fuiste tan brusco?" La novia del chico decía de una manera que sonaba 'normal'

"Amanda… ¿Eres tú?" Daniel intento borrar de su memoria lo que vio, ya que quizas solo se estaba imaginando cosas debido a la visión de pesadilla del sacerdote, que seguía en su lugar y que Daniel no quería ni ver

"Si, mi amor… Eso que hiciste, me dolió. Pero esta bien… Puedo perdonarte", Amanda viraba su cabeza muy cercana al suelo, ocultando el resto de su cuerpo, detrás de la banca de madera, como le sonreía de una manera tierna y amorosa

Daniel ya se creía las palabras que salían de labios de su prometida, creyendo que solo imaginaba cosas, cuando Amanda, salió mostrando el resto de su cuerpo de entre las bancas. Una horrible forma torcida, con su cabeza girando 180° grados, caminando a cuatro patas de espaldas hacia el suelo, como su cabeza estaba elevada hacia el frente, con su cuello torcido e invertido a la posición del cuerpo. Podía escucharse el crujido de los huesos y músculos, como este ser, que antes fue una persona, caminaba de una manera ruidosa resonando, como se reía de forma gutural, con una risa que no parecía humana.

Daniel no pudo más que gritar, como quería sacarse los ojos del horror, al ver lo que fue la antigua forma de la mujer que amaba, como profería gritos tan fuertes que le hacían desangrar la laringe y reventar sus cuerdas vocales. Como el ser que ocupaba el cuerpo de Amanda, se reía mientras caminaba hacia su antiguo prometido.

El padre de familia corrió hacia su esposa e hijos, para intentar sacarlos de allí, solo para encontrarse con la horrible imagen ante sus ojos, que le hicieron volar el cerebro directo a la locura. Su esposa, parecía haberse fusionado con sus hijos. Es lo que podía alcanzar a describir, como veía que las pieles de los tres miembros de su amada familia, parecían derretirse tal cual fuese solo pedazos de piel y carne a la parrilla, que parecían caer entre mezclarse o asimilarse los unos a los otros. Quedando una imagen de una gran envoltura de carne donde sobresalían huesos, músculos, piel y carne. Con los ojos de quienes habían sido su esposa e hijos, en diferentes partes de aquel 'cuerpo' tan nefasto, con sus bocas repartidas en distintas partes de esa envoltura, como proferían gritos cargados de dolor. El hombre de familia, solo pudo más que caer de rodillas, como su mente se había ido, perdiéndose en los rincones más oscuros de su mente racional, como la irracionalidad daba paso, con su cuerpo convulsionándose a causa de una risa compulsiva.

El resto de gente, intentaba salir, tratando de abrir las enormes puertas pesadas, pero era inútil. Como uno a uno, iban sucumbiendo si no sea a la locura, a la mutación con que sus cuerpos se degeneraban y se transformaban en algo inenarrable, que no podían describirse con palabras humanas.

La señora mayor de sesenta años, solo pudo más que pegarse de espaldas a una columna del templo, como de rodillas seguía rezando, tratando de vano de mantener su fe, como sentía su mente ya frágil por la edad, desgastarse hasta intentar borrar su 'racionalidad'. El sacerdote cuya forma grotesca estaba transformada en algo degenerado, se acerco hasta la anciana, como su sombra iba cubriéndola, mientras esta intentaba en vano seguir rezando, creyendo que con eso podría buscar su salvación.

"Dios… Santo… Sálvenos de este infierno… Por favor. Este es un castigo a los pecadores… Yo soy una fiel devota tuya…"

El sacerdote se burla de la anciana con una risa gutural, tan inhumana, que provocaban que los oídos de la anciana dolieran por escucharlo, como este le hablaba, aún sin su boca, a través de esa masa de carne viscosa y llena de tentáculos que cubrían su mitad inferior de su cabeza y rostro.

"Dios no existe… Y nuestro señor Cthulhu, nos ha dado esta bendición…"

Fue lo último que escuchó la anciana en esta vida, antes de su débil corazón se detuviera ante la realización.

Fueron los gritos que se escuchaban dentro del templo histórico, minutos antes de un miembro de la Fuerza de Defensa del Mundo Espiritual se diera cuenta de esto, debido al seguir las firmas débiles de energía espirituales de seres humanos, que iban desapareciendo y falto solo observar a través de unos de los vidríales de imágenes religiosas de una de los muros del templo, para remover la vista y dar la orden de ataque. Unos minutos después, aquel templo histórico, bajo el embate de descargas de energía espiritual, disparadas por más de una docena de un escuadrón de las Fuerzas de Defensa, como arrasaron todo el templo histórico hasta abajo, no quedando ni escombros, solo nada más que cenizas que se esparcieron hacia en el aire hacia el cielo nocturno.

Ya se habían dado la orden de ataque para encontrar y destruir, a todas esas cosas que mutaran, no importara cual fuese, si persona, animal, planta o Youkai, nada de esas cosas deben quedar intactas, en el momento de transformación. Ya que no había más salvación que la propia desintegración. Fue una orden del Rey del Mundo de los Espíritus, y es una orden que ningún miembro de las fuerzas estaba dispuesto a desacatar, no después del horror que estaban presenciando.

Ya las mutaciones estaban empezando, las abominaciones de Eldritch estaban siendo a duras penas contenidas, y la expansión de la ola primigenia al resto del mundo podría finalizar pronto. El tiempo estaba acabándose.

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En el templo creado a partir del propio poder demoniaco, del antiguo Rey del Mundo Infernal, y que parecía desafiar las leyes físicas, al flotar en el cielo oscuro que de vez en cuando, se iluminaba por los relámpagos, que tornaban tan fuerte como si la tierra se abriera. Los fuertes vientos, que se convertían en huracanes que arrasaban casi todo a su paso en la superficie. El poder oscuro mas abyecto, que expedía su influencia en el exterior, pero que una pequeña parte se filtraba dentro, debido a pequeñas hendiduras en la barrera que rodeaba y protegía aquella dimensión, agotada tras haber sido drenada casi en su totalidad.

Dentro del templo demoníaco de origen infernal. El Dios del Meikai, tenía en su mano derecha la gema con que había logrado poner en jaque a todo el mundo en el exterior, y que pronto se extendería a toda la realidad de este Universo. Su poder orbitaba por los terrenos 'divinos' si es que se le podía llamar a alguien de origen infernal. Los rangos de clases S, ostentaba el mayor poder y ahora, si no fuese por la previsión del director de este lugar, el Señor Oscuro, Tenmei Mikogami. El solo poder expedido del aura demoníaca de Yakumo, seria suficiente para destruir el planeta entero.

Kay Namura, se levantaba con mucha dificultad, como sentía bastante dolor dentro de sí. Casi toda su ropa se había chamuscado y explotado, sus pantalones cafés tenían algunos agujeros y la parte de su pierna izquierda hasta la rodilla, estaba rasgada, lo mismo que sus zapatos que estaban en la misma condición. Y solo vestía en su parte superior, lo que quedaba de su franelilla blanca sin mangas, pero que estaba bastante sucia debido al polvo y cenizas de las explosiones, y tenia algunos agujeros, donde daban a la vista, la carne quemada y cortada del joven chico. Sus brazos y piernas no estaban mejor, y una quemadura no tan grande, pero si bastante nítida en el costado izquierdo de su cuello, se dejaba ver con la carne oscura, roja y amarilla en una mezcla horrorosa.

Como el joven Centinela, procedía a caminar casi que tambaleándose hacia donde se encontraba Yakumo, quien posaba orgullosos sin ninguna herida o muestra alguna de que había luchado anteriormente. Como sostenía con su mano derecha, la gema oscura con que iba a proceder a eliminar este mundo y todos los demás que le siguieran, hasta haber acabado con este Universo. A pesar de esta en obvia desventaja, el joven peli castaño rojizo, procedió a elevar su cosmos blanquecino, hasta hacerlo arder al límite, adquiriendo una apariencia dorada. Mientras se acercaba hasta el Dios Meikai, quien lo observaba con una mezcla de desdén y expectación.

No sabia porque, pero para Yakumo, esta escena le era familiar, y le recordaba a otra, que ocurrió hace tiempo, "los seres humanos son criaturas sin sentido. Creen que pueden vencerme. Como tú ahora, lo piensas".

Kay solo le devolvió su mirada determinada y acerada hacia su burla y espectó, "no peleo contigo, exactamente por eso. No soy de este mundo, de todos modos".

"¿Entonces es por algún sentido de justicia o deber cómo Centinela que deseas proteger al Mundo Humanos y todos los demás de la influencia Primordial?" Yakumo se burló, pero algo dentro de sí, le hacía recordar que sostuvo un tipo de conversación similar, con otro chico terco en la batalla de hace más de una década

Kay solo sonrío de una forma como si fuese algún tipo de burla interna, como le respondió de una forma determinada, "No, tampoco es eso. Diría que soy alguien bastante egoísta, y que solo deseo proteger a las personas con las que me hice bastante cercanas, en mi tiempo en este mundo. No quiero que el mundo de esas personas termine. Por eso, me esforzare hasta donde no puedas más y sobrepasare mis límites. Haciendo arder mi cosmos hasta el infinito":

Kay no terminaba de hablar, como hacia arder su cosmos, alcanzado el séptimo sentido y haciéndole estallar más allá de eso; incluso si no era aconsejable y que el poder del anillo espiritual no podría soportar tanto poder, y que el aura demoníaca podría filtrarse debido a la corrupción de su cuerpo, debido a la sangre de la vampiresa. Pero nada de eso importaba. Sus antecesores, sus antiguos maestros y familiares, habían logrado lo imposible yendo más allá de sus límites. Incluso si sus cuerpos estaban deshechos, incluso si estaban agonizando y a un palmo de la muerte, aun así, sus espíritus y fuerza de voluntades siguieron siendo indomables, levantándose una y otra vez, y haciendo estallar su aura más allá de sus límites. Para vencer a enemigos que les sobrepasaban, incluso a primordiales y sus aliados. Él no iba a quedarse atrás. Nunca tuvo la oportunidad de poner a prueba sus límites de la misma manera que sus antecesores, pero ahora es cuando tenía la oportunidad de hacerlo. Por este mundo y las personas que viven en él.

Yakumo observaba al joven chico, con una mezcla de incredulidad y desdén. Podría recordar a otro joven chico con el mismo ímpetu y fuerza de voluntad que este. Yusuke Urameshi. Si es que recordaba bien su nombre. Ya que nunca volteo a mirar ni por un segundo, a todos aquellos chicos que se le opusieron, tras haber sellado el Mundo Espiritual. Pero no los tomo en serio, y esa fue su perdición. La anterior conversación, parecía una reminiscencia que la que sostuvo contra el joven Urameshi en ese tiempo. Y sabía lo que seguiría después. No. No lo permitiría. No esta vez. No de nuevo. No tendría más oportunidad otra vez. Los primordiales, no aceptarían otra derrota. Lo sabia por las fuerzas oscuras y negativas que le embutían de más fuerza y poder que antes, que le hacían entender en pequeños mensajes psíquicos y telepáticos, que le sucedería si volvía a perder. No seria el alimento de nadie, el no es la presa de nadie.

Por ende, es que reaccionó al hablar en tono fuerte y elevado, "¡entonces desaparece en la oscuridad primigenia que te consumirá a ti, a tus seres queridos y a este mundo de una vez!"

"¡Otra Dimensión!" Kay vocifero como hizo estallar su cosmos dorado al límite, provocando que todo alrededor comenzara a deformarse y cambiar

Esto tomo por sorpresa a Yakumo, al verse rodeado por una especie de túnel, muy distinto a donde se encontraban, en el interior del templo. Una especie de línea simétrica de cuadrados transparentes unidos se deja vislumbrar en la parte superior e inferior de ambos, como una especie de corriente o túnel hecho de cosmos de distintos colores se deja entrever rodeándolos. Algunos objetos alrededor parecen objetos celestes que se pueden encontrar en el espacio exterior, como planetas, lunas, cometas, asteroides, etc. Tambien sendas imágenes de distintos momentos de la historia del planeta se dejan ver como pantallas alrededor, en un punto perdido de todo el espacio y tiempo.

"¿Pero que es… esto? ¡¿Dónde estamos?!" Yakumo vocifera entre sorprendido no solo por el lugar, sino por algo más que sintió o más bien, no podía sentir

"Esta es otro lugar, un puente de un punto perdido que conecta el espacio y tiempo de otra dimensión. En este lugar, las energías negativas expedidas de la dimensión de los primigenios por la gema, que se alimentaban de la Gran Barrera para ello, no pueden penetrar aquí. Por tanto, no puedes usarla para destruir el Mundo Humano, ni amenazar el resto de la realidad de aquel universo", Kay comentaba con sorna, como su cosmos se elevaba a la vez que unas especies de columnas de humo, parecían salir expedidas de su figura

"¡Estúpido! ¡¿No sabes con quién te enfrentas?! ¡Esto no significa nada! ¡Yo soy el Rey del Mundo Infernal y ahora soy prácticamente un Dios! ¡Pasar de un mundo a otro u de otra dimensión a otra, nunca fue un problema para mí! ¡Puedo hacer volar todo este lugar y regresar a la dimensión donde nos encontrábamos!" Yakumo vociferaba con tanta ira, que parecía escupir sus palabras, como las venas se podían ver en su rostro, cuellos y partes de sus brazos; solo una muestra de la enorme ira que se contenía de explotar

Pero Kay no dio una respuesta a sus palabras, más allá de la frase de un nuevo ataque que estaba por hacer:

"¡Tenkūhaja Chimimōryō! (Dominio Celestial sobre los espíritus malignos de los ríos y montañas)" Kay vocifera el nombre de su técnica, una enseñada por su antiguo maestro, Shaka de Virgo

Esta técnica le permite el invocar seres menores y espíritus celestes y diabólicos de la tierra y el agua, que envía para atacar a su objetivo para devorar su alma o espíritu. Es una técnica ofensiva, enseñada por su antiguo maestro, y aunque es más débil que las otras técnicas que aprendió del antiguo caballero de virgo. Su efecto podía ser devastador, y esta tenía un efecto en especial que quería lograr con esto. Estos espíritus maléficos menores de las montañas y los ríos, elementales de agua y tierra del folclore japonés que atacan a los vivos y los muertos para devorar sus almas, pequeños espíritus de la naturaleza (generalmente aves, insectos y otros animales pequeños) que han olvidado su verdadera forma y han adquirido un aspecto extraño-son comunes en la mitología china, cuyo deber es entregar la retribución divina sobre los malhechores-venidos de otro mundo y los induce para atacar a grupos de enemigos, los utiliza como si fueran armas. Un numero casi mayor de estos espíritus, en formas de espectros fantasmagóricos con apariencias casi 'humanas', salieron disparados desde el 'humo' que había expedido Kay anteriormente, en dirección hacia Yakumo.

Que estaba un poco sorprendido por esto, pero no lo bastante inquieto, pues conociendo su verdadera naturaleza, le parecía hasta ofensivo que alguien como este joven Centinela, que debía de pecar de inexperto e ignorante, si creía que un número mayor de espíritus de seres menores, lograrían abatir al que fue antaño, el antiguo dirigente del Mundo Infernal, donde las almas de numerosos Youkais, hasta los mas fuertes que nunca habían existido, llegaban hasta sus dominios tras sus muertes. Estaba enojado con ese Centinela, tanto, que permitió que el ataque de esos espíritus de seres inferiores, llegase hasta el, y tras un impacto de estas criaturas en el ahora Dios Meikai, que pareció brillar intensamente por todos lugares y resonar haciendo eco por todo aquel túnel.

Kay solo se quedo en su lugar, observando de brazos cruzados, como el aparente humo tras el impacto y desintegración de esos espíritus, habían hecho en el lugar, remeciendo todos los objetos celestes alrededor de la zona de impacto. Solo para que estos fueran desapareciendo como daban paso a una figura en la humareda. Era Yakumo, quien lucía incólume, todavía sosteniendo la gema en su mano derecha, como le sonreía de forma socarrona y maquiavélica al joven Centinela.

"¿Eso fue todo? ¿Creíste por un momento que algunos espíritus menores traídos de montañas o ríos o de la naturaleza del propio planeta podrían abatirme? No por algo yo fui el dirigente del Inframundo de los demonios, una vez. Sus espíritus cuando morían tras largo tiempo de causas naturales o en batallas sanguinarias como es nuestra naturaleza. ¡Venían a morar en mis dominios y eran subyugados por mí solo poder! ¡Todos ellos desde incluso algunos de Rango S menores que morían tras su tiempo de vida y yo que sostenía un Rango hasta mucho más elevado que ellos! ¡Realmente debes de ser un ignorante, Centinela! ¡Ni siquiera los que vinieron antes que tú, eran tan despistados e ingenuos!" Yakumo vociferaba como procedía a querer eliminarla, usando la gema, cuando se dio cuenta de algo al observarla en la palma de su mano, esta ya no brillaba ni expedía las antiguas energías oscuras de antes

"El ingenuo eres tú, 'Oh, su majestad'", Kay le respondía con burla, ante la mirada de muerte de Yakumo, "sabía que esa técnica no iba a hacerte ni costillas. Lo supuse, ya que es una técnica débil, comparada con las otras que me enseño mí maestro. Pero tiene una propiedad muy interesante, que me llevo a usarla. Y es su propiedad de acabar de devorar la carne de sus enemigos y arrastrar su alma al infierno. Sus propiedades espirituales, tambien son infalibles. Ya que son espíritus menores invocados de las rocas, árboles y ríos. Tambien de las montañas y pantanos. Y son la fuerza vital de la naturaleza".

"En otras palabras, su ataque de naturaleza espiritual, puede que no muy bien te afecte a ti. Pero siendo una parte de la fuerza vital del planeta, de la naturaleza que conforma el mundo que intentas sumir en el caos y la oscuridad primordial. Solo tuve que invocarlos, para que estos cortaran la conexión que sostenías con la esfera de poder y que afectaba al mundo exterior. Si este lugar corta cualquier nueva entrada de 'energía', proveniente del primordio para que no te abastezcas de esta ni puedas usarla para destruir el mundo. El anterior ataque de los espíritus, sirvieron para que cortaran la conexión psíquica y 'espiritual' tuya con la gema y que usabas junto con tu poder, para expedirla al mundo exterior. En otras palabras, ya no puedes hacer uso de esta en su totalidad. Y solo queda como una baratija desechable, además de que la influencia del primordio en el mundo exterior, ha sido cortada. Lo que significa…"

Yakumo lo miraba con una enorme furia, como sendas marcas de protuberancias, que eran sus venas, se podían ver manifestarse por casi todo su cuerpo, conteniendo la enorme furia homicida. Kay solo le dirigió una mirada altiva, como le hablo en un tono condescendiente:

"Que toda manifestación causada por alguna ilusión de algún ente primigenio, cesara hasta desaparecer. Cualquier ataque de onda psíquica será cortado en su totalidad, liberando la mente de las personas. Cualquier mutación que comenzará a brotar, a causa de la transformación de las personas en abominaciones sin nombre se detendrá, y en algunos casos no tan graves y reversibles, se revertirá a su antigua forma. Como quien dice, todo cesara y el daño que tu y los primordiales, pretendían en este y los demás mundos, se detendrá. Ustedes no conseguirán este mundo, eso es una promesa", Kay prometió como su cosmos ardía mucho más intensamente, elevándolo hasta el séptimo sentido y mucho más allá

.

En el exterior. Las palabras de Kay resultaban ciertas. Como la figura del gran ente primigenio, en el océano pacifico, profería un enorme chillido al sentir su poder comenzar a desaparecer, lo mismo que su figura, regresando a la normalidad el océano a su anterior estado sin nubes relampagueantes o cielos oscuros, despareciendo junto con las enormes montañas de formación rocosa, que daban entrada a la ciudad de R'lyeh, lugar donde moraba el durmiente, hasta incontables eones. Y es hora de que este volviese a dormir, por quizas, otros eones más. Hasta que la muerte misma pudiese morir…

El avance de la ola psíquica no había llegado aún al medio mundo, no penetrando más aun en el territorio más adentro de los seis continentes. Las personas que habían sido afectadas por esta onda, comenzaron a recuperar todos sus sentidos, aunque muchas recordaban sus acciones durante su frenesí psicótico y salvaje, y muchas no podrían vivir con el enorme trauma durante el resto de sus vidas. Algunas optarían por el suicidio, y otras por las drogas y el alcohol. Algunas terminarían viviendo en indigencia y otras en manicomios o sanatorios mentales.

Las interrupciones de los aparatos eléctricos y electrónicos, tardarían días en recuperarse. Por lo que no habría pruebas de los orígenes, para miles de personas, del cómo y porque se habían dado esto. Muchas vivirían sin respuestas por mucho tiempo.

Las mutaciones causadas por el poder del primigenio, comenzaban a morir en casos más graves y estados más avanzados. Como los que no eran tan extremos, podrían volver a la normalidad antes de su transformación. Aunque las secuelas tantas físicas como psicológicas, los llevarían como una carga por el resto de sus vidas. Los más graves casos de transformaciones en abominaciones de Eldritch, eran eliminados por el contingente de las fuerzas especiales de defensa del mundo espiritual. Para eliminar toda evidencia, como fue ordenado, y usar habilidades mentales u espirituales, para eliminar de la memoria de su presencia y de estas pesadillas, a aquellos que pudieran recordar toda aquella hecatombe sacada de una pesadilla infernal. Algo que solo haría para sumarle a la ansiedad de las personas, al no tener respuestas por todo lo que origino esto.

Algo que debería ser bueno y que debería contarse como una victoria… no se sentía para nada cómo eso. Ni siquiera para quien más se había esforzado en detener esto.

En el Centinela. Que justo ahora… continúa su lucha para detener esto.

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Los cuerpos celestes, similares a planetas, lunas, asteroides, cometas, estrellas e incluso algunos en formas de pequeñas galaxias, se movía rodeando a ambos sujetos, en aquel túnel perdido en el espacio y tiempo. Yakumo solo podía observar con una mezcla de fascinación y pequeña muestra de temor, como aquellas manifestaciones cósmicas parecían empequeñecerlos, como parecían moverse al compás de los movimientos del joven Centinela, para su consternación.

Kay concentra y canaliza energía entre sus manos para hacer arder su cosmos y crear un universo en miniatura, cruza los antebrazos en forma de X con las palmas abiertas en frente de él; Yakumo estaba tan anonadado por la vista ante sus ojos, que no reparaba en el estado exhausto del chico, que parecía costarle, ya que podía sentir que el anillo espiritual que estaba usando, que ayudaba a filtrar su energía demoniaca, se rompía en pedazos, poco a poco. Sentía que el candado tambien, se iba haciendo pedazos, poco a poco. Y después de eso, nada detendría que la sangre demoniaca, corrompiera su cuerpo en su totalidad, degenerándolo en un monstruo necrófago. Pero nada de eso importaba, había logrado detener la influencia del primordio en el exterior, muy a duras penas. Y nada detenía que Yakumo usara todo su poder para escapar de la otra dimensión, y regresar al Mundo Humano para terminar el trabajo. Iba a detenerlo aquí y ahora, y usaría su técnica mas poderosa para terminar con todo.

"En vísperas de que esto será nuestro ultimo encuentro, no se cual es la historia tuya anterior con mis antecesores, pero será algo que averiguare después; pero para evitarte que seas consumido por los Primordiales por tu nuevo fracaso, el siguiente ataque tiene el suficiente poder como para destruir tu cuerpo, junto con lo que queda de tu alma corrompida. Quizás, la nada sea mejor que ser servido en bandeja de plata a esas abominaciones", Kay decía como levantaba sus brazos cruzados, por encima de su cabeza, en la pose clásica de la siguiente técnica, con la cual aprendió de su antiguo maestro, el caballero de Géminis, Saga

"Tu… eres un…" Yakumo solo masculló iracundo, cómo intento hacer explotar su aura demoniaca para destruir todo aquel lugar, pero Kay fue mucho mas rápido, con su cosmos elevado al séptimo sentido, fue tan rápido como la luz

"¡Desaparece con la destrucción de hermosas galaxias!" Kay vocifera como libera energía equivalente a la explosión de varias galaxias auténticas

"¡Explosión de Galaxia!"

Hermosos planetas de distintos colores y tamaños lo rodean, con un movimiento esos planetas son atraídos hacia el centro de una de las muchas galaxias, comenzando a chocar entre sí y estallan creando una onda expansiva a su alrededor. La energía liberada destruye todo a su paso, todo el túnel de la Otra Dimensión es arrasado por completo, una explosión masiva de energía de Cosmos, con efectos devastadores. Es un ataque cuya potencia de impacto es a una escala galáctica, generando una explosión cuyos efectos son semejantes a los de una supernova. Un estallido de cientos de planetas y objetos celestes que explotan a la vez. La gigantesca onda de choque explosiva que es capaz de aniquilar casi cualquier cosa en su camino, que toma la imagen de un centenar de galaxias, planetas y sistemas estelares que se concentran y coliden contra su enemigo. La explosión titánica es lo suficientemente fuerte como para igualar el interior de una supernova.

Yakumo, Dios Meikai y antiguo Rey del Mundo Infernal, nunca tuvo una oportunidad de evadir o sostener el poder de tal técnica. Quizás si contase con el poder de la gema pudiera resistirlo, junto con su aura demoniaca aumentada hasta la clase de Rango S. Pero sin esa ventaja, no pudo hacer nada más que observar atónito, como una enorme luz blanca, que se asemejaba a las explosiones de supernovas en el universo infinito, se lo tragaba y desaparecía sin más.

Kay solo no pudo más que observar con una sonrisa, como la luz blanca de la explosión tambien pareciera querer legar hasta el, como sentía que el anillo espiritual se hacia añicos por completo, y la cadena del candado se rompía a más de la mitad, liberando un poco de su aura demoniaca, y quizas que la sangre demoniaca continuase arremetiendo dentro de su cuerpo. Pero quizás, no tenía que preocuparse por eso, como sintió que la luz lo consumía, junto a toda aquella dimensión. Quizás fuese mejor tener un final así, que el destino que le esperaba si se degeneraba de nuevo. Es lo último que pensó el joven Centinela, antes de desaparecer igualmente. La explosión de escala cósmica no quedo solo ahí, esta tambien logro traspasar al mundo exterior en el lugar donde se había abierto la Otra Dimensión y habían desaparecido ambos contendientes. En el templo demoniaco, que increíblemente no había desaparecido con la anterior perdida de conexión que sostenía con la esfera de poder y con el Dios Meikai; pero los últimos rastros de poder demoníaco que sostenían la forma del templo, fueron desintegrados con la fuerza de la explosión de cientos de galaxias, que desintegró todo el templo y creo un enorme punto de luz, que hizo brillar al cielo oscuro, deshaciéndolo y disipando las nubes con relámpagos junto a todo rastro de las energías negativas extraídas del primordio. Tal punto de luz, ilumino por varios minutos toda la dimensión donde se encontraba la Academia Youkai.

Muchos que se quedaron atrás, como los chicos sobrevivientes del Club de periodismo y sus aliados, fueron testigos de aquella magnífica manifestación lumínica por varios minutos. Lo mismo que una vampiresa, que al notar aquel gran punto de luz que ilumino el cielo y disipo las tinieblas de aquella dimensión, quedo embelesada por un par de minutos, antes de reanudar su maratón hacia la dirección donde sabía que se encontraba el chico que le importaba, y que creía que tenia algo que ver con aquella manifestación en el cielo. Solo esperaba encontrarlo bien y a salvo. Tanto para ella como para la otra Moka.

Fin del Capítulo.