¡Hey! ¿Qué tal? Puesto que esta semana y sinceramente casi todo el mes estaré a full (quien me manda a estudiar universidad xD), difícilmente podre subir continuación en Julio, y de hecho aun no he tenido tiempo (ni un ánimo congruente) para terminar el capítulo 16, pero entonces decidí escribir un capítulo especial, para dejarles algo jugosito en lo que regresamos a la historia.

Los protagonistas de este capítulo especial son May y Drew, y toma lugar en las primeras semanas de existencia de la Agencia de Investigación Pokémon. No es relleno puesto que a partir de este se tocaran temas del origen de la AIP y de Menagerie (y por consiguiente las Bestias)¡Ojalá les guste y nos vemos pronto!

Capítulo especial: Canción cosmogónica I

Una camioneta negra viajaba a través de un denso bosque, el día parecía ser perfectamente normal, muchos Pokémon voladores como Starly y Staravia surcaban los cielos en busca de alimento. De haber sido posible, a los que iban abordo les habría encantado enfocarse en la fauna que vivía tranquila en tierra firme, pero el ambiente dentro del vehículo era cualquier otra cosa menos tranquilo.

"…Si alguien decidiera estudiar a todas esas bestias, una por una, muy probablemente la vida no le alcanzaría, no sólo por la inmensa cantidad de secretos que ellas guardan, sino porque en primera instancia, ellas jamás permitirían que seres indignos los supieran jamás." Drew había estado escribiendo casi todo el trayecto, se le hacía esencial mantener notas precisas de lo que pasaba, así como sus propios pensamientos.

"¿Me quieres recordar por qué tenemos que investigarlas?" Pregunta la castaña, ligeramente irritada, tomando del brazo al peliverde mientras lee lo que el anota.

Drew tuerce los ojos ligeramente, y con su mano mueve su flequillo. "Es obvio May, entre más sepamos de ellas, más armas tendremos para detenerlas."

"No, a lo que me refiero ¿Por qué tu y yo? No creo ser la más indicada para un trabajo de investigación tan arduo…" Murmura la chica, torciendo su labio.

"Recuerda que lo decidimos al azar, a veces siento que esta organización no tiene pies ni cabeza, pero bueno, por el bien de todos más nos vale no arruinarlo todo."

"Heh, ¿Los jefes de nuestra operación ya están hablando así? Al parecer si estamos perdidos después de todo." Comenta una joven de cabellos negros como la noche, que estaba sentada detrás de May y Drew. Era hermosa, de tez blanca y ojos verdes, con un lunar bajo su ojo izquierdo, lucía una blusa blanca, adornada con un moño negro y pantalones de ese mismo tono obscuro.

"Odille, no hagas las cosas peores de lo que ya son, aunque conociéndote creo que eso es imposible." Comenta un joven de cabellos caoba muy desordenados, de aspecto fuerte, se podía decir que era lo contrario a la dama sentado a su lado. El lucía una simple chaqueta negra, pantalón de mezclilla con algunos agujeros visibles y gruesas botas ideales para el campo.

"¡No te hagas Ross, se que A-D-O-R-A-S el toque especial que traigo siempre!" Exclama, pestañeándole al joven, el chico se da la media vuelta, sonrojado.

"¡Silencio!" Exclama un joven de cabellos rojos y lentes, quien estaba en el asiento del copiloto, con una computadora ente sus manos. En ella había un mapa, con una geoposición en tiempo real que brillaba en color rojo. "Estamos muy cerca…, probablemente a 1km de ella."

El chico que iba al volante frena de repente. Antes de que todos pudieran insultar a su progenitora, el anuncia. "Parece que está detrás de esos arbustos, vi algo moverse."

Drew arquea una ceja. "¿Puedes estar seguro de ello? Si la perdemos…"

"Si, es ella." Confirma el chico de la computadora. "Su posición ha dejado de moverse. Parece que no se ha percatado que tiene el rastreador con lo que se robó."

El silencio se apodera ahora si del vehículo, todos sabían lo que debía hacerse, pero nadie tenía el valor de decirlo. Ese intervalo de tiempo parecía durar una eternidad, hasta que Drew lo quebró. "Vamos entonces, si se detuvo es por algo, no perdamos más tiempo aquí."

Los seis bajan del vehículo, Pokébolas en mano, el chico del volante deja salir a un Mightyena, el de la laptop a un Stoutland, Odille saca a un Weavile, Ross hace lo suyo con un enorme Tropius de nombre Sauro, finalmente May y Drew eligen a Glaceon y a Flygon respectivamente.

"Ahora, recuerden el plan, nos separamos en parejas y le impedimos el escape, ustedes dos por tierra con sus Pokémon, ellas dos con los ataques de hielo y Ross y yo por el aire." Recuerda el peliverde, subiéndose a su Flygon.

De inmediato el grupo se moviliza, May le indica a Odille que la siga, mientras Ross sigue el liderazgo de Drew, los otros dos chicos se mueven directo hacia donde el mapa les indicaba que estaba la que cazaban.

Esto era lo más cerca que humanos y Pokémon habían llegado al corazón del Territorio de Menagerie, pero eso ellos no lo sabían. Cerca de ellos, una bestia tomaba una siesta, apoyando su cabeza en unos hongos enormes como si almohadas fueran. Era obvio que su aspecto era fuera de lo común, incluso para los estándares de Menagerie, lo más evidente era que el tamaño de su cuerpo y sus facciones indicaban que esta fiera no podía tener más de 14 años, era pequeña y se veía frágil. Dos orejas redondas salían de su cabeza, decoradas con listones, su cabello era corto y rubio. Sus ojos eran de color azul, y estaban rodeados por maquillaje facial de color anaranjado, formando una especie de antifaz, de sus labios se asomaban sus blancos y largos incisivos. Usaba ropa anaranjada de estilo oriental, mucho más modesta que la de sus compañeras en la organización, y una larga cola delgada, decorada con un moñito anaranjado, salía de su cóccix. Sus piernas eran las de una bestia, cubiertas de suave pelaje. De su hombro colgaba un bolso amarillo que parecía estar repleto. Pero quizá lo más distintivo es que un símbolo brillaba en su frente, de forma tenue, pero notable, el símbolo leía: 鼠

Las orejas de la fiera se mueven ligeramente, despertando de inmediato, como si jamás hubiese caído en ese breve pero profundo sueño. Ella dirige su atención hacia unos arbustos, de los que salta un par de Pokémon: un Mightyena y un Stoutland, mostrándole sus afilados dientes y gruñéndole viciosamente, detrás de ellos estaban sus entrenadores, tan alerta como aquel ser. "Al fin te tenemos, bestia asquerosa."

La pequeña bestia se permite estirarse y bostezar, recibiéndolos con una mirada curiosa de esos enormes ojos azules. "¡Holi! ¡Me llamo Myscus! ¿Y quienes son ustedes?" Pregunta, saludando a quienes la insultaban con una señal de V, moviendo su colita lentamente.

"¡Somos de la Agencia de Investigación Pokémon!" Responde el entrenador de lentes, sonriendo confiado, esta bestia es pequeña y dulce, es un blanco demasiado sencillo. Su compañero no parecía tan confiado, estando a varios metros

"¡Oh…! ¿Enserio? Jiji, nunca había oído hablar de ustedes." Comenta sonriente, con la ternura de una niña inocente.

"Para que te lo sepas, nosotros vamos a destruir a todas y cada una de ustedes, así que, si yo fuera tú, me rendiría de inmediato y pediría por mi vida."

"¿Ah sí? Mira que interesante, ¿Y cómo piensan hacer eso?" Pregunta, ladeando su cabecita ligeramente hacia la izquierda, sin dejar su expresión dulce.

"¡Justo Así! ¡Mightyena, hazla pedazos!" Exclama el entrenador de lentes, más confiado imposible, su agresivo Pokémon se lanza hacia su objetivo, listo para hundir sus afilados colmillos.

Myscus, tan frágil como se le ve, le mete un único golpe con esa colita delgada, usándola como si esta fuera un látigo. El impacto causado no sólo manda a Mightyena varios metros hacia atrás, si no que le había dado una horrible herida que atravesaba la cara al Pokémon, y era bastante profunda, de inmediato provocándole un dolor inmenso. El pobre suelta un aullido agónico que le pone la piel de punta a los entrenadores, mientras un enorme charco de sangre se formaba a los pies del Pokémon.

"¡No!" Exclama su entrenador, acercándose a su compañero, para examinar el daño. Se queda horrorizado al ver que el ojo de su Pokémon había sido totalmente destruido, además de que podía ver partes de hueso expuesto. Mightyena sólo atina a frotar su pata contra el área herida, gimiendo adolorido, no puede ver así que se siente profundamente aterrado.

"Jijijijiji, se me pasó la patita, sorry." Dice la bestia entre crueles risitas, sus labios retorciéndose en una expresión vil.

"Pu-puta miserable! ¿Cómo pudiste?" Exclama el entrenador del Stoutland, incapaz de enviar a su querido amigo a un destino similar.

"La gran Macherie siempre dice que el miedo es la cosa más hermosa de este mundo…" Comenta la bestia, avanzando hacia los atacantes, quien se quedan inmóviles, ese despliegue de poder había sido demasiado. "Veo que ya se cansaron de jugar, ahora es mi turno." Comenta, haciendo un corazoncito con las manos, el símbolo de su frente brillando con tanta fuerza que deja casi ciegos a los presentes. "¡Vengan amiguitos, la cena está servida!" Exclama, sus manos brillando en una dorada intensa, igual que el símbolo de su frente.

Los otros cuatro entrenadores, que estaban ubicados fuera de la vista de la bestia, sólo ven esa parte del bosque iluminarse, y se ven forzados a dar la vuelta, como si hubiesen querido ver directamente al Sol.

"¿¡Que rayos pasó ahí abajo!?" Exclama Drew, sabiendo bien que ya cualquier cosa que tenían planeada se había esfumado.

De inmediato se oyen unos ruidos raros, como chirridos horrendos que anunciaban la aparición de decenas de criaturas pequeñas, con orejas redondas, colas delgadas vermiformes, incisivos largos y cuerpos redondos y peludos, todas brillando en la misma luz que la fiera que las había invocado. Estas criaturas corren hacia los dos entrenadores y sus Pokémon, saltando sobre de ellos y comenzando a morderles ferozmente.

"¡AAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡QUITAMELOS!"

Los gritos y aullidos son horrorosos, pero la visión de lo que pasa difícilmente puede ser superada por esos alaridos. Las víctimas van desapareciendo lentamente, siendo reducidas a una pila de carne irreconocible y muy pronto de esos cuatro no quedan más que huesos perfectamente limpios, así como trozos de la ropa que utilizaban los entrenadores.

La bestia aplaude, genuinamente encantada, y los esbirros que invoco simplemente se desvanecen como si no hubieran existido jamás. Se acerca al cráneo de uno de los entrenadores y lo toma entre sus delicadas manos. "Jijijii, ¿No es tu día verdad?" Ríe, dejando caer el cráneo para darle una patada, como si fuera un balón. Myscus toma el otro cráneo humano, y esta vez sale corriendo a toda velocidad, perdiéndose en el bosque mientras lo sujeta.

Tan pronto la fiera se fue, los cuatro entrenadores llegaron al punto en donde sus compañeros habían sido devorados, incapaces de procesar lo que había pasado.

"N-no se qué les hizo, pero… esa bestia es una amenaza, ¡tenemos que acabarla!" Comenta May, evitando ver los huesos que quedaban en el suelo.

"¿Cómo? ¡Vamos a terminar igual que estos dos!" Exclama Odille, ella sí, mirando detenidamente los cadáveres, sin poder quitar los ojos de encima.

"Vayamos por el aire…e-es nuestra mejor opción." Comenta Ross, colocando su mano en el hombro de Odille, para alejarla de aquella terrible escena.

"Si, la única verdad es que, independientemente de esto… no podemos darnos el lujo de dejarla suelta, no ahora que sabemos que no sólo es una sucia ladrona."

May y Drew suben a bordo de Flygon, mientras que Ross y Odille montan a Tropius. Los Pokemon rápidamente emprenden vuelo y sus entrenadores se disponen a seguirle la huella a Myscus, utilizando un GPS.

Naturalmente no tardan mucho en encontrarla, la podían ver corriendo bajo a ellos, a una velocidad sinceramente impresionante, pero no tanto como el cambio drástico que sufría el ecosistema, el cual se volvía mucho más surreal, las copas de los árboles (que se hacían más escasos) tomaban coloraciones purpureas que irradiaban una luz extraña y el suelo se convertía en una especie de superficie similar a una piedra preciosa blanca. Para la bestia seguro ese cambio no era nada fuera del otro mundo, pero ellos difícilmente podían quitarle la vista de encima.

La velocidad vertiginosa de Myscus hace parecer el trayecto mucho más simple, pero en realidad los caminos se dividían una y otra vez, formando complicados laberintos, pero ella parecía saberse el camino de memoria, ni siquiera dudaba en que punto dar una vuelta o no, como si fuera ciegamente guiada por su instinto, era obvio que cualquier otro ser estaría condenado a vagar ese laberinto hasta el fin de sus fuerzas. Por eso mismo era muy bueno que los chicos de la AIP pudieran seguir a la bestia con relativa facilidad por el aire, al menos aquí el bosque era mucho menos tupido. Sólo debían esperar el momento perfecto para atacarla, ya que ahora sus ataques fallarían y podían arriesgarse a sufrir aquel terrible destino que les helaba sangre, incluso considerando que no vieron todo lo que aconteció.

Myscus sonríe, ya estaba ansiosa por llegar a su madriguera, platicar con sus compañeras bestia acerca de su travesía y descansar rodeada de los suaves peluches que tanto adoraban (todos regalos de otras bestias, quienes gustaban mucho de consentirla). Habría sido más fácil simplemente teletransportarse, pero a ella le agradaba mucho más recorrer ese inmenso camino, no se le hacía difícil, era muy veloz y además podía disfrutar del hermoso bosque cristalino que rodeaba el territorio de Menagerie. Esos pensamientos la distraían del hecho de que era seguida por los aires, su oído era bastante fino, pero no tanto como para detectar a dos Pokémon en los cielos que apenas y hacían ruido.

Ya estaba cada vez más cerca, ¡Simplemente no podía esperar! Ya sólo faltaba cruzar aquel hermoso lago de aguas cristalinas, cuyo fondo irradia esa misma luz extraña que el resto del ecosistema. Pero una figura elegante e imponente, que ciertamente ella no esperaba encontrarse ahí, detiene de inmediato su marcha. "¡Gran Señorita Macherie!" Exclama la criaturita, arrodillándose ante la Reina bestia.

Macherie parecía casi hundida en sus pensamientos, pero al oír la voz de su seguidora voltea, su rostro esforzándose por esbozar una sonrisa, pero sus ojos no reflejan absolutamente nada. "Pequeña Myscus, que coincidencia, asumo que ibas a verme en el palacio." Comenta tranquilamente.

"¡Sí! así es…" Myscus abre su bolso amarillo, sacando de él unos pergaminos. "Le traje la información que me pidió y algo más…, aunque me imagino que usted ya debe saberlo."

Macherie extiende su mano, y Myscus le da los pergaminos, los cuales comienzan a flotar al posarse en la palma de su garra. Estos danzan brevemente alrededor de ella, se detienen y se abren, los sellos que los mantenían cerrados cayendo al suelo, permitiéndole a la reina bestia leer su contenido, claro ningún humano podría leerlos, estaban escritos en un idioma desconocido para cualquier ser viviente que no jurará lealtad a Menagerie.

Los ojos amarillos de Macherie miran ligeramente hacia arriba, posándose casualmente en dos puntitos, apenas visibles. "Pequeña Myscus, te han seguido." Su expresión estoica no cambia, a pesar del error de su seguidora, quien voltea para todos lados, incapaz de ver quien demonios se había atrevido a perseguirla.

Macherie hace un ligero movimiento con su mano izquierda, señalando el suelo con su índice. De inmediato, Flygon y Tropius son jalados con fuerza brutal hacia el piso. De inmediato se escuchan los gritos de los pobres entrenadores que estaban encima de sus Pokémon, quienes eran incapaces de detener esa caída. Quizá la bestia no iba a querer quedar cubierta en sangre y viseras, así que se detiene, justo cuando los Pokémon estaban por estrellarse contra el suelo, los entrenadores caen de los Pokémon, exhaustos.

Myscus se espanta, no esperaba que vinieran de arriba, y procede a esconderse detrás de Macherie, mirando con odio absoluto a esos cuatro.

"Ni los humanos ni mucho menos sus apestosos Pokémon son bienvenidos aquí." Dice la terrible fiera, su voz huracanada arrastra a May y los demás varios metros hacia atrás, y claro, helándolos tanto que son incapaces de moverse ni un centímetro.

"H-había más humanos? S-sólo vi dos…" murmura Myscus tímidamente, mirando el cráneo que había estado sujetando con bastante rabia, hasta ella se había asustado con tal vozarrón. "¿Desea que los elimine, mi reina?" Comenta, dejando caer el cráneo y evitando contacto visual con su líder.

Macherie mueve su cola de izquierda a derecha, sus alas moviéndose ligeramente, se notaba que la idea estaba emocionándola, pero a pesar de ello mantiene su expresión seria de siempre, incapaz de soltar aquella sonrisa vil. "No, tengo algo más apropiado en mente. Ya que estos cuatro han decidido estropear este lugar con su presencia, merecen un castigo mucho más inmisericorde que ser consumidos por tu poder." La bestia acaricia la cabeza de Myscus. "Ahora ve a descansar, de esto me encargo yo. Ya después hablaremos."

La pequeña bestia traga saliva y asiente con la cabeza, hubiera preferido ser regañada en ese momento por su falta de cuidado…pero bueno al menos sabía que esos tarados sufrirían inmensamente por lo que hicieron y eso la dejaba satisfecha, por ello antes de salir corriendo a toda velocidad, les saca la lengua a los entrenadores, como si fuera señal de victoria.

"D-Drew… ¿Quién es ella?" Pregunta May de repente, sujetando del brazo al chico, asustada.

"Debe ser la líder de todos esos fenómenos…" El chico apenas y puede hablar, siente que el corazón se le sale del pecho y solo por haber escuchado hablar a esa criatura de aspecto tan demoniaco.

Macherie acaricia los pequeños cuernos de su cabeza, aun pensativa, haciendo desaparecer los pergaminos que habían permanecido flotando a su alrededor. Después coloca su garra en su cintura, y esboza algo parecido a una sonrisa, clavando sus ojos como dagas en los chicos, silenciado cualquier murmullo.

"Ustedes deben ser bufones de la Agencia de la Investigación Pokémon."

"¡¿B-bufones!?" Ross alza una ceja, molesto con ese comentario, pero una mala mirada de Macherie es más que suficiente para evitar que continuara hablando.

"Ya sabía de ustedes, aunque honestamente no creo que sean de importancia. Pero alégrense, podrán servir de buen entretenimiento el día de hoy." Los labios de Macherie ahora si se permiten enroscarse en una pequeña mueca cruel. "Ando de buen humor, así que les permitiré vivir…. sólo sí escapan del laberinto ¿Fácil verdad? Bueno, eso si logran evitar ser cazados por dos de mis bestias." La sonrisa de Macherie se hace ligeramente más grande. "Tienen 10 minutos de ventaja, así que recomiendo que empiecen a correr."

"…Ah y no se preocupen, sus Pokémon voladores estarán bien…siempre y cuando salgan de aquí."

Antes que los chicos pudiesen reaccionar, ven con genuino terror como Flygon y Tropius son atrapados por ese suelo cristalino, el cual se vuelve brevemente como una masa gelatinosa que los envuelve totalmente y los arrastra a su interior, sin dejar nada atrás.

"¡F-Flygon!" exclama Drew, sin comprender lo que estaba ocurriendo.

"¡¿Qué mierda le hiciste a SAURO!?" Ruge Ross, apunto de lanzarse sobre las reina bestia para molerla a unos bien merecidos golpes, ella sólo los mira con esos ojos vacíos.

Odille lo detiene con la mano. "¡Tenemos que salir de aquí! ¡Si la atacas, puedes darnos a todos aquí por muertos! ¡Vamos!"

Ross suspira, intentando desesperadamente calmarse, jura que algún día hará pagar a esta desgraciada por meterse con su amadísimo Pokémon, pero ese día no era hoy. Así que junto con Odille empieza a correr, pero voltea, dándose cuenta de que Drew y May aún no han partido. "¡Muévanse! ¿Qué esperan?" Les grita, exasperado.

"¡Drew vámonos de aquí!" May, jala al chico del brazo, quien está paralizado, no sólo por su pobre Pokémon, ciertamente era por el giro horrible que habían tomado las cosas ¿Enserio podría lidiar con una situación así?