¡Hola bandiiita! Como ya es primavera (desde hace años) ya este arco invernal está por llegar a su fin. Vendrán cosas más y más interesantes ¡Gracias por leerme!
Capítulo 35: Pródromos de la muerte
Destrucción indescriptible, eso era lo que el contingente de la AIP vio al llegar al centro de la ciudad; de donde habían rastreado la ubicación de Clemont. Drew avanza unos metros, mirando con escrutinio a su alrededor. Los pedazos de concreto estaban cubiertos de nieve ensangrentada, y un olor a gas, de origen desconocido, llenaba el aire; poniendo en grave peligro a todos, una chispa en el lugar incorrecto y todos volarían en mil pedazos.
Alain avanza de entre el grupo de entrenadores, que esperaba órdenes con bastante impaciencia. Dirige la vista hacia Drew. "Y… ¿Qué se supone que hagamos?"
El peliverde contesta de inmediato. "Vamos a dividirnos, un grupo de nosotros irá al cielo a rastrear a los demás, a las bestias que seguramente los están atacando y si es posible hay que rescatar a aquellos atrapados en el cristal; y el otro contingente buscará supervivientes y los guiará a un lugar seguro, obviamente si cualquier bestia se opone a este intento de rescate debe ser eliminada a la brevedad." Se da la vuelta hacia los agentes nuevos y los pocos veteranos. Ve a Alain de reojo, había oído cosas grandiosas de este hombre, seguro será de gran ayuda, voltea hacia él. "Alain ¿Verdad? Te dejo a cargo del grupo que volará." Drew toma un pequeño dispositivo transmitir de ondas de radio, para comunicación y se lo da. "Mantenme al tanto de cualquier cosa."
Alain asiente. "Entendido."
"Bien, los que tengan Pokémon voladores y se sientan seguros de volar sobre ellos, váyanse con él; los demás síganme." Indica Drew, caminando hacia el centro de la ciudad.
Úrsula mira con envidia a Alain, ¿¡Por qué ponen a cargo a este imbécil insignificante!? En fin, su trabajo aquí es asegurarse que las dos putas mugrosas de Serena y Dawn salgan con vida y nada más; no importa cuántos de estos imbéciles se mueran. Pero por ahora debe seguir ordenes, aun molesta, la vil chica se va con el grupo dirigido por Alain.
Había varios entrenadores listos para volar por los cielos grisáceos de la ciudad, alrededor de treinta personas; pero a ojos de Úrsula, solo unos pocos le destacaban: Primero estaba una chica rubia de aspecto adorable, llamada Honey; ya se encontraba sobre las esponjadas alas de un Altaria. Otra chica, de cabello anaranjado peinado en trenzas, de nombre Ahiru ya había sacado a su Swanna de la Pokebola, el cuál era bastante grande en relación a los de su especie. Un hombre llamado Akira, de expresión salvaje y cuerpo muy bien tonificado, ya estaba sobre el lomo de su gigantesco Salamence. Ya en los cielos, Úrsula ve a más entrenadores patéticos que llaman su atención, una chica llamada Madoka volaba sobre las hermosas alas de su Togekiss y finalmente una chica bastante joven llamada Chihiru se encontraba sobre un elegante Dragonair.
Ugg, bola de buenos para nada ¡Eran el fondo del barril!
Úrsula volaba en la espalda de su fiero Garchomp e intenta mantenerse muy cerca del Mega Charizard de Alain ¡Debería conseguirse una de esas dichosas mega piedras o lo que sean! ¡Alguien divina como ella merece algo así! "Hey, no creo que quede nada allá abajo, ¿Por qué no vamos directo al cristal?" Sugiere, sin empatía alguna.
Alain gira la vista hacia la chica, apenas le pregunto una sola cosa y ya siente que no la soporta. "No, primero hay que buscar a los otros."
La chica tuerce los ojos, pero ¡No es como si tuviera que obedecerlo! ¡Muy pronto se escabulliría! Pero ese tren de pensamientos es inmediatamente interrumpido al ver la forma monstruosa de Obvibos y las otras tres arpías que continuaban en vuelo. Genuinas atrocidades que iban en contra de las leyes naturales, encarnaciones de odio y locura. No iba a ocultarlo, ver tanto poder destructivo, le dibujaba una sonrisilla cruel en el rostro.
El pobre Kiawe había hecho un buen trabajo manteniéndolas a raya pero nadie le estaba ayudando y pronto su Charizard colapsaría de cansancio. ¡Qué magnifica fue la llegada de Alain, Úrsula y los nuevos reclutas! El Mega Charizard de Alain, tuvo un lanzallamas con un poder suficiente para quemar algunas de las plumas de las roñosas aves, haciéndoles perder la estabilidad de vuelo; permitiendo a varios de los nuevos pokémon, como el Altaria de Honey y el Swanna de Ahiru arremetiendo con los mejores ataques de los que disponían.
Úrsula ordena a su Garchomp usar hiperrayo sobre Obvibos, el Salamence de Akira y el Dragonair de Chihiro hacen los mismo; ¡Que destructivos ataques! Varios entrenadores se les unen con los ataques de sus feroces Pokémon, algunos con rayo de hielo, lanzallamas y corte aéreo; eso sí, todos de lejos, precavidos de lo que estas monstruosas criaturas pudieran hacer.
Obvibos deja su camino de destrucción para dar la vuelta y ver al enjambre asqueroso de humanos y sus mascotas detrás de ella. En su cabeza no queda mucho raciocinio, mero instinto; aquella ráfaga había dolido y mucho, su grueso pelaje le había permitido resistirlos pero no del todo bien. Sólo le interesa destruir, pero en estas circunstancias debe deshacerse de esos imbéciles. Su horripilante forma comienza a correr en dirección a sus atacantes.
Kiawe estaba relativamente cerca de la bestia, tratando de quemarle el lomo todo este tiempo para frenarla, en vano. Apenas y alcanza a quitarse, evitando ser golpeado por esa cabeza con cuernos y aplastado por esos cascos pesados como el acero. La bestia se molesta, todos estaban en el aire y no tenía forma de alcanzarlos, se les queda viendo, en cualquier momento bajarían y podría hacerlo puré.
La situación era realmente complicada ¿Cómo es que este pobre hombre había logrado mantenerse vivo todo este tiempo? Alain suspira y se dirige a Kiawe. "¿Oye, has identificado algún punto débil o algo así?"
Kiawe niega. "No, para nada, sólo corre como demonio; pisando lo que se encuentre en su camino, mientras las otras tres, antes cuatro, intentaban tirarme desde el aire. Y luego esa maldita explosión que casi me mata."
Úrsula siente la imperiosa necesidad de intervenir. "¡Sólo hay que impedir que siga corriendo! ¡Hay que deshacernos de sus patas!"
Eso era difícil, pero los chicos sobretodo Kiawe que había peleado tanto contra Obvibos, no veía otra salida; pero a esta cosa se le habían caído edificios enteros y estaba cómo si nada. "¡¿Cómo demonios lo haremos!?
La joven sonríe con arrogancia. "Tengo un plan magnífico en mente ¡Simplemente síganme!" La chica se dirige a los entrenadores tras ella. "¡Vamos a hacer un camino de fuego y lava! ¡Si tanto quiere avanzar, haremos que cada maldito paso sea agónico!"
"¡Oye pero no creo que sea tan tonta como para seguir ese camino!" Exclama Kiawe
La chica bufa. "Sólo prendamos en fuego toda el área, será fácil…., sólo debemos incendiarlo todo. No será difícil con todas las tuberías de gas dañadas ¿Qué no nuestros ataques estuvieron a punto de hacer reventar todo?"
Alain replica de inmediato. ¿¡P-pero que hay de los supervivientes!?
Úrsula suelta una risita. "Oh, como se nota que nunca has peleado contra una bestia. Lo importante es acabar con ellas. No importa el precio ¿Has visto a alguien por aquí? ¡Dudo mucho que haya gente viva! Además, si la paramos, menos gente morirá. Tan simple como eso."
Alain se rasca la nuca ¿Así piensa toda la AIP? Bueno eso era poco probable…pero esta mujer rayaba en la psicopatía.
Kiawe niega con la cabeza, odiaba las medidas tan extremas, esto ponía en riesgo a potencialmente cientos de personas. ¡¿Cómo iban a controlar un incendio de esa magnitud!? ¡Se extendería por la ciudad…! Aunque…quizá eso sea algo de lo que deberían preocuparse después.
Úrsula toma las riendas del asunto, sintiéndose tan feliz de haber derrotado al chico del Mega Charizard, o eso se imaginaba en su cabeza. "¡Los que tengan pokémon que sepan ataques de fuego comiencen a causar explosiones, revienten tuberías de gas, calienten el concreto hasta que sea frágil! ¡QUE TODO ARDA!"
La chica es rápidamente silenciada por Alain. "Escuchen, vamos a causar un incendio controlado, tenemos que atraer a la bestia hacia él, no sólo a la del suelo, sino también a las voladoras. ¿Entendido?" El chico señala una zona derrumbada en particular, relativamente aislada del resto. "¡Llevémoslas allá! ¡Rápido!"
Los entrenadores asienten al mucho más elocuente plan de Alain, se evitarían más problemas para la ciudad si todo era manejado con cuidado. Siguen al joven sin chistar, y más aquellos que tenían pokemon con ataques de fuego.
Pero el resto no iba a quedarse a obedecer a esa loca piromaníaca. Aquellos como Ahiru y Madoka, cuyos pokémon no conocían ataques de fuego; deciden volar frente a Obvibos en señal burlona, poniéndose como aparentes blancos. La bestia no tarda en empezar en azotar su caso derecho contra el suelo y aventarse a correr. Otra parte del equipo del cielo, buscaba atraer a las arpías, quienes se lanzaban sin reparo a ellos; frustrándose al no poder desgarrarlos. Pero en ese estado primitivo, poco se preocupaban por la precisión.
¡Era más fácil obedecerla a ella! ¡Bola de idiotas! ¡Complicándose la existencia! Úrsula muerde la uña de su pulgar, molestísima. "Diviértanse imbéciles, yo iré a hacer algo más interesante." Piensa la coordinadora, indicando a su Garchomp que se dirija al gigantesco cristal. No ayudaría en absoluto este grupillo, sólo se aseguraría que los hermosos planes que tenía en mente se hicieran realidad.
Mientras tanto, el grupo que buscaba supervivientes, no veía un panorama más alentador. Era difícil moverse por los escombros, ¿habría alguien vivo por aquí? Drew pide silencio, tanto como fuera posible, sus voces podrían ahogar a la de alguien pidiendo ayuda.
Y así se hace, el grupo avanza totalmente callados, sólo el sonido del aire soplándoles ¿Cómo no hacer ruido entre tanto escombro? ¡Hasta caían pedazos de varillas y concreto cerca de ellos! Drew analiza a su grupo, varios entrenadores llaman su atención, quizá por lo variopinto de sus Pokémon. Primero una chica de aspecto algo aterrador, bella como una muñeca, su nombre era Enma y a su lado caminaba un Absol. Estaba seguro que ella nunca haría ni el más mínimo ruido, después ve a una persona llamada Sayo, era difícil discernir su género y sería extremadamente grosero e inoportuno preguntar; eso sí, iba acompañado de dos Indeedee, un macho y uno hembra. Una mujer de aproximadamente treinta años, llamada Miyoko, caminaba junto a su Ninetales, sus parpados estaban ligeramente caídos; dándole una mirada difícil de leer. La presencia de una adolescente de quince años, cuyo nombre era Himari, seguida por tres Piplup es muy curiosa, ¿Cómo fue que logró entrar? ¿No acaso Paul había sacado a los que no tuvieran Pokémon evolucionados? Bueno seguramente tenía más Pokémon sin evolucionar, que nunca mostró en ese mini torneo de batallas para entrar a la AIP; engañando a Paul. Y finalmente ve a un hombre de poco más de treinta años, con alopecia, y un cuerpo extremadamente delgado, su pokémon era un enorme Greedent, pero no parecía que se agradaran mucho, el nombre del sujeto era Zack.
Sus pensamientos se detienen al momento que ve a alguien totalmente conocido, tirado en el suelo, siendo ferozmente protegido por un Luxray que de primera impresión, les gruñó con furia, mostrándoles los colmillos. Se trataba de Clemont, quién tenía un golpe terrible en la frente, se notaba que había estado sangrando ya por un buen rato, de hecho al chico se le veía pálido. Drew se acerca con cuidado mientras el grupo se acerca para ver, el Luxray solo da unos pasos atrás, claramente exacerbado por lo ocurrido al rubio.
"Oh Dios." Drew ve la herida de Clemont, sería raro que el chico no tuviera un traumatismo cráneo-encefálico. Al menos respiraba, pero había que llevarlo a un lugar seguro de inmediato.
La mujer llamada Miyoko se acerca, una sonrisa rara en su rostro. "Oh déjamelo a mí, soy enfermera ¿Sabías? Puedo cuidar de él, tengo todo aquí, solo pido que algunos me ayuden a llevarlo de regreso."
"Claro" Drew no iba a complicarse la vida, si tenían una enfermera capacitada aquí eso era absolutamente perfecto. "Pero si encontramos a más gente…"
"No tengo problemas en curarlos a todos." Comenta aun sonriente.
El peliverde suspira y pide a los demás comenzar a buscar entre los escombros. Es imposible que no encuentren más gente ¡Esta ciudad está habitada por millones de personas! El equipo de rescate así lo hace, primero ubicándose en edificios destruidos, y empezando a mover los escombros. Drew usa a su poderoso Flygon para a ayudarle a mover escombros. Lo que encuentran no es muy alentador, primero un brazo que yacía inmóvil, aferrándose a una varilla de metal. Drew suspira, sacar los cuerpos sin vida es igual de importante. Mueve el concreto, muy cuidadosamente para no quedar aplastado y logra descubrir por completo el cadáver, aunque no del todo, puesto que se encontraba partido a la mitad, las vísceras fuera del torso. El chico se tapa la boca, siente unas nauseas intensas pero logra ponerlas bajo control y sacar el cuerpo de ahí; no dice nada más al respecto y empieza a buscar más personas.
Era aterrador que nadie pidiera auxilio, pero al menos, poco después y conforme se adentran a la zona del desastre; escuchan ayes y voces suplicando por ayuda, cualquier cosa a cambio de ser rescatadas de donde se encontraban. ¿Qué deberían hacer? Sería mejor sacar gente una por una, pero ¿Cómo saber quiénes necesitan más ayuda? Bueno, seguro se les ocurriría algo; comienzan a acercarse a los sitios donde hay heridos y hacen preguntas simples.
"¿Cómo se encuentran? ¿Pueden respirar?"
"¡Si, hay un agujero por el que se cuela el aire, somos cuatro aquí; aguantamos pero sólo tráiganos agua!" Exclama uno de los jóvenes atrapados.
No hay necesidad de esperar, Drew de inmediato indica que le ayuden a mover escombros, con mucho cuidado, sería catastrófico causar otro derrumbe. Esperaba que las cosas no empeoraran.
Siempre empeoran.
Unos rugidos terribles y violentos resuenan con fuerza en el cristal celestial; causando que cientos de bestias presentes se tapen los oídos, estaban de rodillas y temblando. Pero lo peor ciertamente los estaba sufriendo Crow Tengu; su cuerpo estaba siendo flagelado con vehemencia. Sus plumas negras caían y estaban manchadas de rojo. Las lágrimas de la bestia no paraban, respiraba con rapidez, ahora sí deseaba pedirle a la Gran Monarca detenerse, pero sabe que es vano; si alguna palabra sale de su boca, Macherie se la cosería personalmente. Su hermoso kimono ceremonial estaba hecho pedazos, por lo que su delicado cuerpo estaba totalmente expuesto.
"¡ERES UNA IMBÉCIL! ¡¿DONDE ESTÁ!? ¿¡DONDE ESTÁ DAWN!?" Macherie levanta la arpía del cuello nuevamente, aplastando su garganta con esas enormes garras. Era imposible que recibiera una respuesta si la estaba asfixiando así. Además los gritos de la bestia, fuertes como un violento huracán, estaban comprometiendo la integridad del cristal; pedazos pequeños de él comenzaban a desprenderse de las paredes.
Las bestias se miran entre sí, aterradas, buscando a alguien que pudiera dar respuestas. Las gemelas Lupus se acercan, sus suaves orejitas agachadas y sus colitas peludas metidas entre sus patas. Lupine es la primera en hablar. "Gra-gan Macherie, había humanos aquí dentro…s-seguro la rescataron"
Macherie se muerde los labios y deja caer a la pobre Tengu, quien se sujeta la garganta, absolutamente aterrada. La vil mirada de la Bestia Monarca se dirige a sus súbditas. "¡¿Y NO LOS DETUVIERON!? ¡¿ NO SE LES OCURRIÓ MATARLOS!? ¡¿PARA QUÉ TIENEN COLMILLOS!? ¡PAR DE DESCEREBRADAS!" Los gritos de Macherie ahora si estaban causando que la enorme estructura temblara como gelatina, los pedazos que se desprendían de esta eran cada vez más grandes, angustiando a todas las bestias.
Lupineé contesta, sus ojitos humedeciéndose, si decía la verdad, iban a meter a muchas bestias en problemas; y con el humor actual de la Reina, con toda su seguridad no quedaría nada de ellas. "Umm, es que…s-se escabulleron…y….y…."
Macherie se ríe con crueldad, azotando su látigo a los pies de las gemelas, lanzándoles una mirada hostil. "¿No tienen olfato perfecto? ¿Acaso no tienen un oído extremadamente fino? ¡No tienen una SOLA MALDITA EXCUSA PAR DE INÚTILES!" Los gritos dañaban más y más este lugar, las fieras miraban para todos lados, escapar sin una orden previa solo haría reventar más a su líder; de hecho muchas veteranas se acercan a las nuevas, intentando calmarla; diciéndoles que esto no era normal y que pasó solo por culpa de esos hediondos humanos, nada así ocurría con frecuencia y todo estaría bien.
La reina no era ajena a la destrucción que su voz causaba, pero le encantaban esas miradas llenas de miedo. "Parece que muchas de ustedes no hicieron bien las cosas hoy. Incluso si los humanos escaparon por los aires, las centinelas los habrían hecho pedazos y claro, yo tendría MI PREMIO. Esta idiota de aquí..."Macherie levanta a la pobre arpía de una de sus patas, poniéndola de cabeza. "...se supone que ella debió asegurarse que no faltara ni una chica, es su labor que este sagrado ritual se lleve a cabo de forma perfecta y magnífica; ¡PERO CLARAMENTE ES UNA INCOMPETENTE!"
Tengu quiere deshacerse en llanto al oír esas palabras, ella ha dirigido en este ritual incontables veces, y un solo error bastó para recibir una brutal paliza y ser denigrada de esta forma ¡No era justo!
Las bestias saltan de terror cuando una enorme columna cae, al menos sus agiles cuerpos les permiten esquivarla. Macherie sonríe, aun sosteniendo a la pobre Tengu entre sus garras. "Oh mis queridas y amadas bestias, ¡Qué horrible ha resultado este ritual! ¡El más importante de todos! Oh…yo sé que solo unas pocas aquí son culpables de que se arruinara, y les juro que ellas pagarán. Pero si cumplieron con lo esperado, no deberían angustiarse. Ahora huyan estrellitas mías, pónganse a salvo en nuestro divino territorio, les aseguro que la culpables serán disciplinadas."
Tan pronto y esas órdenes son dichas, las bestias utilizan sus adornos de rosas doradas, para abrir un sin número de portales para escapar de la estructura. No se iban tranquilas, muchas saben que las compañeras que se queden dentro sufrirán la terrible ira de la Reina. Las más ingenuas pensaban que el castigo era solo aquella brutal paliza, pero las veteranas sabían que podrían pasar tantas cosas más.
Las gemelas Lupus no osan escapar, y es obvio que para Tengu la huida es totalmente imposible.
"¿Oh, así que solo ustedes tres están metidas en esto?" Pregunta la reina, mirándolas con esos ojos amarillos que parecían escurrir veneno.
No hay ni un solo movimiento, ni una palabra. Esto incrementa la ira de Macherie.
"¿Saben gemelas? Mentirme es un grave pecado, y los pecados se expían. Sino hablan, voy a estrellar la cabeza de Crow Tengu contra el suelo cósmico, una y otra vez, hasta que digan lo que deseo escuchar: la verdad."
Las gemelas se observan y Lupineé toma la palabra. "La Señorita Crow Tengu nos pidió ir por los humanos y destruirlos. Pero…pero luego…"
Lupine habla ahora. "Nectura y Lapin aparecieron y nos dijeron que ellas matarían a los humanos y traerían a la que usted buscaba….y Lupineé y yo nos regresamos al banquete."
Macherie, mueve la cabeza para un lado, ah era muy probable que este par dijeran la verdad, o al menos lo que ellas sabían. "Bien, bien. Buenas niñas." La reina les dice con rencor, mientras chasquea los dedos. "¡Largo de aquí!"
Las gemelas asienten y con los adornos de rosa dorada en sus collares, abren un portal que les permite escapar directo al territorio bestial.
Tras la retirada de las gemelas. Macherie azota a Tengu una vez más contra el piso, y acerca su rostro diabólico al de su súbdita. "¿Hay alguna más involucrada? Puedo leerte Tengu, ni se te ocurra mentirme o te voy a despellejar, te arrancaré la lengua y te meteré un gancho en la maldita vagina para colgarte frente a una bola de humanos." Las bellas paredes muestran grietas más evidentes, no aguantarán mucho más las palabras de Macherie.
Tengu traga saliva, no quiere siquiera pensar en ese horripilante escenario. "Yo le pedí a Brachyura que investigara como es que los humanos se habían colado, fue a hablar con las centinelas…pero desconozco que…que pasó después."
Macherie la mira un momento y parece satisfecha con la respuesta ¡Ya sabía a quienes más castigar! "¿Recuerdas ese ritual del que te hable? ¿En el que necesitaba tu ayuda? Bueno, vamos a hacerlo antes de que este maldito lugar se haga pedazos." El cuello de la harpía es apretado nuevamente por la Reina ; pronto ambas están en esa bella habitación estelar, el recinto personal de Macherie en esta humilde estructura. Tengu ya estaba por desmayarse, al faltarle el oxígeno, pero nota que están frente a una cruz vacía, y un charco lleno de sangre. Se alegra brevemente cuando la Reina la deja caer, puede tomar aire, por un efímero momento.
La gran bestia aprieta sus enormes garras con fuerza, haciéndolas reventar, llenándose de su propia sangre, negra como el carbón. También se muerde el labio con fuerza tal que, un chorro de ese líquido se desliza por su barbilla.
Tengu retrocede varios metros, jamás en todos sus años en Menagerie había visto a la Reina tan furiosa ¡Que ganas de huir de ahí! Además no puede quitarse el presentimiento de que ella será la victima de su terrible ira, la pelota anti estrés.
"Ja…Jajajajaja. JAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJA" La reina suelta una carcajada, a Tengu se le erizan las plumas obsidiana. "No sé quien arruinó más las cosas, si tú o….Skadi." Comenta, relamiéndose la sangre. "Es obvio que esa quimera estúpida se fue para evitar mi ira, pero regresará con lo que me corresponde. Tu harás lo mismo."
Tengu mueve ligeramente la cabeza, no es capaz de hablar.
Macherie comienza a rugir endemoniada. "¡LÁRGATE! ¡NO QUIERO VERTE EN LO ABSOLUTO! ¡NO HASTA QUE TRAIGAS LO QUE ME PERTENECE, ¡HASTA QUE ME TRAIGAS A DAWN! ¡SI, A ESA BOBA DE LA AIP, A ELLA! ¡FUERAAAAA!" El grito de la Reina despedaza las paredes de su propio recinto, dejando que una ventisca de aire helado entre. Macherie no tenía problemas en resistir la corriente, es más; esta apenas mueve los cabellos rojizos de su cabeza. Tengu tampoco tendría mucho problema, si no fuera por el hecho de que su monarca la toma del cabello y la lanza directo al abismo, como si no valiera nada.
Tarda en reaccionar, ¿Se le puede culpar? En un momento estaba siendo flagelada sin misericordia, al otro está cayendo al vacío. Su cuerpo está muy herido pero logra extender sus alas; evitando quedar hecha pedazos en el suelo sucio. No se le ocurre simplemente usar su magia para ponerse a salvo en alguna superficie cercana, está total y absolutamente abrumada; fue efectivamente exiliada de Menagerie…al menos hasta que trajera a esa apestosa chica, viva. Pronto se posa en uno de los edificios de la ciudad destrozada y observa la gran estructura colapsarse, la belleza de la ingeniería de Menagerie cayendo como si fuese basura construida por humanos. ¿Seguirá ahí la dichosa Dawn? Si muere, Tengu no podrá regresar a Menagerie nunca más. Por más que desease que todos esos humanos murieran aplastados como las asquerosas criaturas que son, sabe que debe hacer lo que sea para evitar que esa mugrosa joven se muera, incluso si eso significa salvar a otros humanos ¡Que absolutamente miserable! Además no se siente con la energía y fuerza suficiente como para simplemente volar y capturarla, las cosas no le iban a ser tan fáciles; en lo absoluto.
La bestia está en harapos, poco quedó de su bellísimo kimono ceremonial. La máscara dorada que cubre su rostro estaba tan dañada que no tenía sentido seguirla portando; pronto la remueve de su cara llena de heridas. Toma el broche en forma de rosa dorada que colgaba de lo que quedaba de su ropa, y el corazón se le hunde; ante sus ojos está la prueba irrefutable de que ha sido exiliada de lo que más ama.
"¡NO! ¡NO! ¡POR FAVOR, ESTO NO PUEDE SER REAL! ¡NO!" Aquel bello broche que resplandecía como el oro, pierde todo su brillo; tornándose como una piedra tan frágil, que pronto se llena de grietas. La bestia lo toma entre sus garras, teme que se parta en mil pedazos. Gruesas lagrimas caen sobre el broche roto, las garras de la harpía tiemblan, siente su corazón hundirse; su boca está seca. Se rehúsa a aceptar una verdad tan horrible e incómoda. Cae de rodillas, poniendo el broche contra su pecho e irrumpe en un llanto ruidoso y descontrolado. No es capaz de detenerse, tampoco tiene la compostura para analizar su situación. Es una bestia herida que solo está posada en los restos de un edificio, es un blanco fácil para la AIP, incluso su enorme poder mágico le sería inútil contra ellos ¿Podría siquiera utilizar alguno de sus hechizos más básicos? Ni siquiera tiene cabeza para temer su por su vida, desea sólo recostarse en posición fetal y llorar hasta quedarse dormida.
Mientras tanto, aquellos atrapados en el cristal estaban prácticamente destinados a morir de forma horrible, a menos que se apuraran. Kumiho, con gruesas lágrimas en los ojos y voz entrecortada por el llanto, daba instrucciones a Paul de como detener la estructura. De cuando en cuando miraba a Zoey, aferrándose con fuerza de su brazo. La pelirroja ya no podía resistirse, y acaricia suavemente el cabello de la bestia, con ternura casi sororal. Esperaba que Paul estuviera tan distraído que una vez cumplida la misión, ella la pudiese dejar escapar; es sólo una niña, seguramente no sabe ni siquiera del lado vil y obscuro de Menagerie. Las bestias que deben sufrir son las insidiosas asesinas que han estado atacando y causando caos, no esta pobre niña… "Aunque seguro ella se volverá una amenaza como las otras, pero eso podría tomar mucho tiempo."
Zoey se arrodilla y le murmura a la pequeña bestia, en voz muy bajita. "Tranquila, te…te dejare ir."
Paul mira de reojo a esas dos y solo suspira con enojo. Conoce esa mirada, una de cachorrito inofensivo que va a disuadir a la más grande imbécil que ha conocido jamás. Independientemente de la edad de esa bestia pigmea, es mejor darle cuello, antes de que se vuelva una amenaza. No debía haber mayor problema; Frosslass y Gastrodon la tenían bien vigilada y si Zoey o la bestia hacían una pendejada, al menos tenía apoyo inmediato para impedirlo.
Repentinamente, el lugar se sacude con muchísima fuerza, tomando a todos por sorpresa. No sólo a los humanos en la parte central, sino también a las chicas que estaban en los pasillos, sirviendo de centinelas. Nectura y Lapin estaban agachadas, demasiado aterradas para moverse, oyeron perfectamente los gritos de Macherie, y por ende quedaron paralizadas. No hay de otra deben escapar, ninguna de las dos sobreviviría a el colapso de esta belleza; pero al menos ellas tienen una salida inmediata y fácil.
"¡¿Qué…qué carajos fue eso!?" Grita Paul, viendo las paredes agrietarse, Zoey se pone pálida.
Kumiho piensa por un segundo, rápidamente se da cuenta que ha pasado y ríe. "Oh, planeaba hacer que tiraras el cristal gigante al suelo tú mismo; pero parece que se destruirá por orden divina."
"¡Frosslass, bola de sombras contra esa patética!" Paul se truena los nudillos, se lanza como un depredador iracundo a golpearla hasta que nadie la reconociera; estaba absolutamente furioso. La ira llevaba a uno a tomar decisiones impulsivas e idiotas. "¿¡De que hablas tarada!? ¡Contesta!"
La bestia se libera fácilmente del firme agarre de Zoey y su cuerpo empieza a cambiar, avanzando en edad; tomando una forma más similar a las de sus compañeras. Su cola cubierta de pelaje crece pero se divide rápidamente; dando un resultado de nueve enormes colas. Su vestimenta cambia a la de un exuberante kimono, atascado de adornos florales, tejidos con oro y seda fina. Durante su transformación, la bestia esquiva los ataques de la pokémon fantasma y salta sobre la cabeza de Paul mientras lo hace tropezar.
Kumiho se voltea con una sonrisa demoniaca. "¡Qué tristeza que no pude humillarlos, habría amado ver sus caras!"
Paul se pone rojo, e intenta atacarla de nuevo pero Kumiho lo golpea con una de sus colas, como si de un insecto se tratase.
Zoey no va a mentir, eso fue hilarante, pero ahora debe enfocarse a la nueva amenaza frente a ella. La bestia repentinamente se acerca peligrosamente a ella, arrinconándola contra la frágil pared; tan rápido fue el momento que no tuvo tiempo de ordenarle a Gastrodon atacar.
"Eres una mujer muy dulce, demasiado dulce…. ¡Estabas dispuesta a perdonarme la vida! ¿Verdad?.. Aunque tú misma sabías que corrías un riesgo terrible al hacerlo."
La pelirroja estaba por abrir la boca, pero la bestia coloca su índice sobre sus labios, silenciándola y haciéndola sonrojar. "No olvidaré tu ternura, yo soy una bestia con un corazón tan lleno de gratitud…como de rencor." Comenta mientras observa a Paul en el suelo.
"Algún día, corresponderé a tu gesto, pero por lo mientras; algo para la buena suerte." Kumiho junta sus labios con los de Zoey, la pelirroja está completamente en shock. El beso fue breve y bastante dulce. Zoey no tiene idea de que hacer ahora, claramente enfrentar a esta bestia, sería imposible ahora; era peligrosa y además el lugar se derrumbaría en cualquier momento.
Kumiho levanta del cuello a Paul con su garra derecha, y con la izquierda genera un anillo de fuego mágico, iluminando sus colas de un color azul. De este sale un rayo en ese mismo tono celeste, que destroza la pared cristalina que ya estaba muy dañada, dejando un boquete enorme del cual inmediatamente entra un vendaval; todo se estaba despedazando.
Zoey apenas alcanza a sujetarse de una de las adornadas columnas, pero Paul ni siquiera tenía oportunidad de salvarse; había sufrido una fuerte contusión. La bestia le sonríe cruelmente. "Saludos al suelo." Comenta con desprecio, antes de lanzar al chico directo al abismo. Tras mandarle un besito a Zoey con la mano, Kumiho salta fuera de la estructura; y con elegancia se transforma en una nube de formas vulpinas azules, que se dispersan en el cielo.
"¡M-maldita sea!" Para Zoey es imposible procesar lo ocurrido, pero necesita actuar pronto. Debe salir pronto de ahí o se mataría. Regresa a gastrodon a la pokébola, le gustaría hacer lo mismo por la Frosslass de Paul, pero la Pokémon elige lanzarse para intentar salvar a su entrenador. Zoey estaba preparada para sacar a su braviary y salir lo más pronto posible de ahí; otro temblor la hace perder el equilibrio y cae, casi suelta la pokébola que sería su salvación, ya que un trozo enorme de suelo se desprende. Pero aún puede escapar y ponerse a salvo.
Sin embargo, empieza a considerar las circunstancias actuales, las de su vida… ¿Enserio deseaba salvarse? Quizá morir aquí no estaría tan mal, el descanso eterno y la inexistencia serían por fin su liberación. Vivir le pesa, la voz en su cabeza; las pesadillas infernales, memorias dantescas y el amor no correspondido ¿Qué caso tiene vivir así?
Razona que en realidad, su vida acabó hace mucho tiempo; sabe el día, la hora e incluso el minuto. No quiere seguir mirando atrás pero está atrapada con grilletes al pasado. Siempre se enorgullecía en el hecho de que ella tenía sus ojos en el futuro, era absolutamente inútil quedarse en lo que pasó. Y ahora ella una prisionera patética de sus memorias y por eso le aterraba pensar en la eternidad, deseaba que no hubiera nada tras la muerte, sólo quiere paz, que nada del pasado la persiga. Su mente va a aquel momento, el punto de inflexión: Cuando su prometedora vida fue hecha pedazos, sin misericordia alguna. Entra en pánico al recordar esa miserable ocasión, de inmediato le duele la cabeza e hiperventila, siente que su corazón va a explotar. Tristemente ya tenía la memoria en frente: Las cadenas que impedían su escape, los pilares tan altos que parecían infinitos, canticos aterradores que no podía entender y tanto su cuerpo como su mente indefensos, siendo profanados sin misericordia.
Incluso si ya decidió que seguir no vale la pena, no desea irse con esos recuerdos asqueantes como última visión. Quiere ver a alguien por última vez, la única persona que podría darle una semblanza de calma antes de que todo acabe: Dawn. Además ella seguro necesitaba de su ayuda. Se levanta poco a poco con lo que le queda de fuerza y se dirige hacia el pasillo, deseando con locura que al menos pudiera encontrarse a su amada peliazul.
Las cosas no pintaban mejor para Dawn y Serena, ambas se sujetaban con fuerza una de la otra, para evitar perder el equilibrio. ¿Pero de que serviría? Todo a su alrededor se despedazaba, como un mazapán al abrirlo. Apenas y escucharon unos gritos aterradores que hacían retumbar todo, seguro estos habían causado este desastre. Sus corazoneslatían con rapidez tal que podían percibir como retumbaban contra su pecho. Ya no había lugar seguro, un agujero se abre a los pies de Serena, quien alcanza a zafarse de Dawn para no arrastrarla al mismo crudo destino. Dawn no pierde un segundo y libera a su Togekiss de la pokébola. "¡Rápido! ¡Ayuda a Serena!" Le ordena y el Pokémon de inmediato vuela en picada, para salvar a la chica.
Dawn casi se desmaya. ¿Ahora como escaparía ella? Maldita sea. Ahora si puede darse por muerta. Regresa a sus Pokémon a las pokébolas, posiblemente ellos si la libraban. Aunque en teoría estaba acompañada, Dawn no podía quitarse la sensación de que moriría sola.
Serena grita horrorizada mientras cae, es impresionante como se mantiene consciente mientras ve como se acerca cada vez más rápido a las ruinas de la ciudad. El Togekiss de Dawn hacia lo imposible por acercarse y salvar la vida de la castaña, pero esos enormes fragmentos cristalinos impedían el intento de rescate; era casi imposible esquivarlos, y ahora ni siquiera era factible que pudiera regresar a ayudar a su propia entrenadora.
La chica cierra los ojos. Siente que pasa una eternidad, ¿Esto es lo que significa morir? Al menos puede reflexionar un poco, aunque sabe que sus pensamientos acabaran en meros segundos. ¿Habrá algo después? Y si es así ¿Se va con algún arrepentimiento? No con uno, con muchos. Lamenta profundamente no haber podido evitar la destrucción de la ciudad, incluso si eso no estaba totalmente en sus manos. Tampoco logró nada con Ash, ni siquiera sabe si el sigue con vida…quizá ya se fue, pero si hay algo más tras este último momento horripilante; espera encontrarse con él. Le decepciona no tener visiones que los supervivientes de grandes catástrofes han tenido antes de morir, hermosas imágenes de paraísos y toda la gente que uno ama en ellos ¿Vendrían pronto? ¿O ya era muy tarde?
Abre los ojos repentinamente, no siente que se mueve. ¿Ya…ya murió?
Úrsula ríe con arrogancia. "¡Vaya, que suerte tuviste que yo anduviera por aquí!" Le dice, su Garchomp sujetando a la chica con sus garras; estaban peligrosamente cerca del suelo. "Pobre de ti, podrás darme las gracias después y bañarme en pétalos de rosas, como deberías. Pero creo que es mejor que te lleve a la AIP."
Serena permanece en silencio, para ella el tiempo se había detenido en aquel momento; tardaría mucho en reaccionar, aún más en volver al contexto de la situación actual.
Dawn no puede ver a su Togekiss regresar, así que ni siquiera tiene la certeza de que al menos pudo salvar a Serena. Traga saliva mientras se queda de pie, mirando al abismo. Cuando la muerte viene por ti, es ineludible; aunque sobrevivió a ser usada en el ritual de las bestias, y quedó con vida tras el feroz ataque de esas fieras gemelas ahora estaba aquí parada, a punto de destrozarse contra el suelo. Niega con la cabeza ante ese pensamiento, no quiere imaginar a su ser totalmente irreconocible en las ruinas de la ciudad ¡Quizá y nunca la encuentren! Sí que le gustaría que su cuerpo, al menos tuviera un lugar digno de reposo. Pero…eso no es la verdadera eternidad, algún día, dentro de mucho tiempo su cuerpo se haría polvo. A donde iría su alma es el verdadero motivo de preocupación. La vida tras la muerte, según las creencias de la chica, se divide en tres posibles sitios: El infierno, el purgatorio y el paraíso. Esto la hace reflexionar, no ha vivido una existencia que se pueda llamar pura. Poco le ha importado su comportamiento en años recientes, y no es como si eso fuera a cambiar de un momento a otro. Imagina los paisajes tortuosos del hades, donde le harían pagar por sus pecados por toda la eternidad, o quizá tenga oportunidad de expiarlos en el purgatorio; pero en definitiva al cielo no llega. Sin embargo, no es como si sus creencias la detuvieran, pocas veces pensó en consecuencias de sus actos, a corto y a largo plazo; la vida es para divertirse al final del día y se debe vivir al máximo, ya después podrá poner en paz su alma. Alguien de su edad no debería preocuparse por esas cosas.
Oye una voz totalmente conocida llamar su nombre con suavidad, y la sorpresa del momento la hace saltar. Se da la vuelta y ve que se trata de Zoey. "¡ZOOEY! ¡ESTAS VIVA!" Exclama la peliazul, sintiendo una combinación de alivio al ver a su amiga pero también una angustia terrible al ser arrastrada poco a poco por los inclementes vientos. "¡TE-TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ Y YA!".
Zoey sonríe levemente y mira a Dawn, con los ojos extremadamente llorosos y la toma suavemente del rostro, en lo que ella percibe como última vez. "Mi braviary te llevará a un lugar seguro, no tienes de que preocuparte."
Dawn la mira confundida. "¿Pe-pero qué hay de ti?"
La chica muerde su labio y mira ligeramente a la izquierda. "Yo…estaré bien, pero quiero que sepas…" Zoey libera a su braviary y el Pokémon se queda aleteando cerca; la estructura no estaba estática, caía a pedazos. "… que te amo con el alma Dawn." Zoey la abraza con fuerza, una verdadera despedida, quiere llorar hasta morir "Cuídate mucho".
Dawn entra en pánico, más cuando Zoey la empuja hacia el lomo de su poderoso Pokémon, que sin duda podría llevarlas a ambas con toda facilidad. Es en este momento de locura que Dawn, lanza palabras de gran peso, con la ligereza de una pluma. "¡Yo…yo también te amo!" Exclama, viendo como la expresión lúgubre de la pelirroja cambia al instante. Dawn cae sobre el lomo de Braviary, a salvo.
Zoey se queda en estado de absoluto shock, obviamente no puede hacer nada cuando el piso debajo de sus pies colapsa y cae. Ni siquiera grita al verse cada vez más cerca del fin. Simplemente es incapaz de procesar las palabras que Dawn le dijo, la han golpeado como un tren. Pronto siente las garras de su braviary enterrarse en sus hombros, ¡Como si fueran a dejarla caer! La peliazul suspira, muy aliviada de poder cambiar el curso de las cosas; aunque aún no piensa en lo que dijo, aquellas palabras dulces que pueden herir más que nada. Pero en estos momentos la razón es efímera; no se piensa.
Mientras tanto, era certero decir que la situación de la Ciudad sólo iba volverse absolutamente dantesca. Los pedazos gigantes de aquel cristal, que con arrogancia veía a la ciudad desde los cielos; se precipitan violentamente a tierra firme, a velocidad inhumana. Si había alguna posibilidad de salvar las vidas de aquellos atrapados entre los escombros, claramente se había desvanecido. La mirada de aquellos que estaban en tierra firme, reflejaba el horror puro de una situación claramente apocalíptica.
Dios se rehúsa escuchar, no vendrá.
