一Entonces, después de lo que te hizo… ¿Qué procede con la chica? 一preguntó Gray jugando despreocupadamente con el cuchillo que Homura había dejado allí.

一¿Qué procede de qué? 一respondió Natsu enarcando una ceja, ya casi había vuelto a estar listo.

一Ya sabes, ¿cómo la harás pagar por lo que te hizo?, ¿le decimos a Homura que le dé una paliza y después la mandamos marcar como ganado? Pagarán bastante bien por una chica así en medio oriente…

一¡¿De qué carajo estás hablando, Gray?! Nadie se va a vengar de nadie ni mucho menos nadie irá a medio oriente. Aún no habló con ella… 一susurró, un poco avergonzado.

Gray lo miró fijamente confundido, seguía sin entender qué era específicamente lo que tenía Lucy Heartfilia a los ojos de su amigo y superior. Era bonita sí, era excitante… también, pero Natsu, con su posición podía tener a muchísimas mujeres mejores que esa cuando él quisiera. Tampoco es que alguna mujer sea indispensable.

一¿Por qué? 一se le escapó de la boca. Natsu se había recargado al filo de la ventana, y miraba el cielo a través de ella para cuando Gray soltó la pregunta sin querer mientras charlaba mentalmente consigo mismo.

一¿Por qué, qué? 一respondió Natsu.

一Quiero decir 一debatió mentalmente si continuar con ese hilo de conversación durante unos instantes, o si era mejor inventar cualquier tontería y redirigir el tema central de la charla. Finalmente, se decidió: 一¿Por qué es tan especial esa tal Lucy Heartfilia? ¿No se suponía que la conocías desde hace poco del café y que habías cruzado con ella dos o tres palabras de atención al cliente?

一Es verdad 一suspiró Natsu一, pero si te digo… No lo entenderías y acabarías burlándote de mí, así como lo hiciste cuando llegué bañado en salsa para camarones . Y, como eres mi amigo, lo más probable es que termine perdonándote.

一Hum… 一asintió Gray一 Tiene sentido, pero aún así, quiero saberlo.

一Es de nuevo el sueño. 一se explicó Natsu después de encender un cigarro y dar una larga y fuerte calada para luego sacar el humo por la ventana. Le gustaba el cigarro a veces, pero detestaba que los lugares apestaran a tabaco.

一¿Otra vez la pintura? 一comprendió Gray.

Natsu asintió y él se quedó en silencio, claro que podría burlarse, y mucho y muy fuerte. Gray Fullbuster no creía en mierdas como las cosas místicas y los sueños premonitorios, o cosas del pasado, pero su superior… Natsu Dragneel que le había salvado el pellejo en varias ocasiones y, que además era su amigo, sí lo hacía. Así que se reiría, pero hasta que estuviera solo y Natsu no pudiera verlo ni oírlo.

一Sigo creyendo… 一no obstante, siguió hablando一 Que ninguna mujer es indispensable.

Natsu lo escuchó, pero no le respondió nada, sabía que Gray no sería capaz de comprenderlo porque él jamás había experimentado lo mismo que él. Así que sólo siguió fumando su cigarrillo, con los perdidos ojos de Gray, ansiosos por comprenderlo, sobre su figura.

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Lucy miró a Homura en silencio.

Homura miró en silencio a Lucy.

La tensión y una potente rivalidad femenina se desató de inmediato, surgiendo de manera natural, casi tan sencillo como lo es respirar. Ninguna de las dos sabía qué era lo que la otra pensaba al verse mutuamente sin hacer nada más que eso, pero era mejor así, porque probablemente si pudieran leerse las mentes las cosas no acabarían de la mejor manera para ninguna de ellas.

Lucy, que había decidido hacer lo posible por ganarse el agrado de sus captores (porque en su situación era lo más conveniente), le sonrió a la japonesa de la manera más agradable y convincente que pudo (en realidad, así como a Homura no le agradaba demasiado ella, a ella no le agradaba demasiado Homura). Quizás de esa manera podría arreglar un poco las cosas.

Homura, al ver esa acción, hizo un gesto de desagrado y tronó la lengua. No se molestó en ocultar ni disimular alguno siquiera, es más, los hizo más notorios adrede y para cuando Lucy borró esa forzada curva de su rostro, comprendiendo que hacer las paces con ella era quizás un caso perdido desde el momento en que había tratado de escapar la primera vez, Homura se hincó en el piso, cerca de toda la porquería, y comenzó a limpiar el desastre que Lucy había hecho.

Ante esa situación, era obvio que todo empeoró y más allá del hecho de Homura que no le cayera bien, un gran sentimiento de culpa la atormentó de inmediato. Kogetsu no tenía por qué limpiar eso, y menos cuando se notaba que ella no estaba allí por placer, sino porque debía hacerlo. Algo que era totalmente desconocido para nuestra protagonista (y en parte también para los lectores), ataba a Homura a permanecer allí y a convencerse a sí misma de que le gustaba obedecer.

Y, sintiendo más que lástima, una real admiración genuina, se acercó a tratar de ayudarle a limpiar, pero ni bien leyó sus intenciones, Homura se interpuso en el camino bloqueando el paso con su cuerpo. ¡Esa orden era para ella! ¡No dejaría que la mosca muerta se apoderara también de eso!

Lucy no captó la importancia que tenía limpiar para Homura a la primera, ella sólo quería solventar un poco de su culpa, así que trató de rodear a la asiática para proseguir con sus planes, pero ni bien rozó con Homura en el intento, ésta la sujetó por el hombro y la hizo girar de nuevo, desatando otro enfrentamiento de miradas, esta vez ligeramente menos tenso. Entonces, Homura decidió decir algo finalmente en toda esta secuencia:

一Un vestido como ese 一inició一, no es para limpiar porquería. Se arruinará y Natsu se va a enojar… No es una buena idea.

Lucy sonrió, esta vez de madera totalmente genuina, porque por un instante creyó que Homura previó por la seguridad de ella. Ambas eran mujeres a fin de cuentas (en realidad, Homura previó por su propia seguridad, si Natsu descubría que Lucy había limpiado algo, tendría problemas). Lucy trató de decir un par de palabras, de hecho, abrió la boca y tomó aliento para hacerlo, pero en ese instante, de la habitación de enfrente… Un espantoso estruendo retumbó tan alto que llegó a los oídos de ambas mujeres.

Se suponía que en esa suite estaban Gray y Natsu, entonces, ¿por qué se había escuchado un disparo?

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Mirajane Strauss aguardó unos segundos a que el jefe se diera vuelta para poder rodar los ojos y hacerle una seña obscena sin que se diera cuenta. Ya le había explicado la situación a detalle (o al menos la situación que ella había inventado para esos casos y que deseaba con todas sus fuerzas que la realidad fuera muchísimo mejor que eso y que Lucy estuviera bien), pero ese viejo sólo la estaba reteniendo allí para acosarla sexualmente. Ella tenía una mano insultándolo y la otra dentro de su delantal, allí tenía su teléfono celular también, lo apretó fuertemente para calmar los nervios y la mala espina que le provocaba el ambiente en que estaba metida.

"Para cuando Lucy regrese…" pensó "Si es que regresa…" tragó saliva "Me va a tener que comprar un juguete nuevo de la tienda del centro por hacerme pasar todo esto… ¡El más caro, además!", el jefe volteó hacia ella con la líbido desbordando de los ojos y Mira sólo atinó a sonreírle nuevamente. Y, por si todavía hay alguna mente sana por allí que esté leyendo esta historia, cabe aclarar que la tienda del centro, es una Sex Shop.

一Entonces, señorita Strauss… 一retomó el viejo, sacando de un folder amarillo lo que parecía ser una carta de despido y la ponía sobre el escritorio一 ¿Podría llevarle esto a la señorita Heartfilia? Usted sabe dónde vive, ¿no es así? Procure traerla firmada para mañana.

一¡Ya se lo dije, jefe! 一perdió la cordura unos momentos, pero luego, volvió a sonreírle, inclinándose hacia adelante para mostrar el inicio de sus pechos y tratar de distraerlo o, al menos, volver a poner las cosas a su favor一 Lucy está muy enferma y su mamá muy preocupada 一hizo un puchero triste para hacer más creíble la historia一. Está internada, ni yo sé mucho pero sé que está grave y despedirla ahora sería una injusticia, ¡es ella la que sostiene su casa después de todo!

一¿Y por qué no ha llamado, entonces?

一¿Acaso les dejan utilizar los teléfonos a los enfermos en el hospital? 一replicó como si fuera la cosa más obvia del mundo一 La madre de Lucy está devastada, no pensará atormentar más a una pobre mujer cuya única familia está en el hospital, ¿verdad? 一silencio一 ¡¿acaso es un monstruo?!

Fingió secarse las lágrimas después de verlo con rencor para infundir culpa en el ambicioso corazón del patrón. Ella sabía que no estaba bien jugar ni apostar con la salud de las personas, y menos para chantajear a la gente, pero Lucy era su amiga y no podía permitir que se quedara sin empleo, y si el cielo existía, ella ya tenía en claro que no entraría allí por el estilo de vida que llevaba, así que qué más daba. No por nada se llamaba a sí misma "demonio".

El hombre se quedó en silencio y tratando de encontrar la manera de poder sacar el mayor provecho posible de toda esa situación. Mirajane Strauss era una mujer estruendosamente sexy y activamente sexual (demasiado, por lo que decían los rumores) y él, un viejo solterón que llevaba años sin acción. ¡Dios! ¡Cómo ambicionaba penetrarla contra el escritorio desde el momento en que ella atravesó esa puerta por primera vez con su solicitud de trabajo llena! Si tanto le interesaba la mojigata Heartfilia, entonces era ahora o nunca.

一Parece bastante preocupada por el futuro de la señorita Heartfilia, señorita Strauss. 一sonrió perversamente.

Mirajane asintió de manera inmediata luego de esa aseveración, aun sabiendo lo que venía a continuación de antemano (¿cuántas veces no había estado en situaciones similares anteriormente?), pero Lucy era la única persona en ese mundo que no era una hipócrita y que en verdad le agradaba. Era su única amiga real, así que afrontaría lo que ocurriera a continuación.

一Bien 一prosiguió el hombre poniéndose de pie tras su escritorio, sujetando la pretina de su ropa一, tal vez usted y yo podamos arreglarnos de cierta manera para que yo haga la vista gorda e ignore el hecho de que Lucy Heartfilia ha faltado dos días al trabajo y ni siquiera se haya reportado… 一entonces quitó la mano y sus pantalones cayeron al suelo.

Mira sabía que llevaban rato desabrochados, de hecho, estaba casi segura de que ya lo estaban desde el momento en que había entrado a ese lugar en cuanto el jefe la había mandado llamar. Ese bruto sólo estaba esperando el momento exacto para anunciar que estaba en celo. Así lo demostró cuando Mirajane tuvo que aguantar el ligero grito de horror que quemó su pecho en cuanto apareció un pene pequeño y regordete con una endeble erección a la vista, y ese hombre llevó la mano hasta él y comenzó a frotarlo en sus narices. No debía mostrar miedo ni debilidad, eso no la ayudaría en esa situación, debía aguardar un poco.

一Imagino que ya sabe el camino… 一anunció aquel hombre.

Ella, en silencio, se puso de pie y caminó hasta rodear el escritorio, cuando se puso de rodillas ante su jefe con el miembro a una corta distancia de su cara, él sonrió con satisfacción y esperó: En cuanto ella lo rodeara con sus labios, la sujetaría del pelo y follaría su boca. Mira se acercó un poco más y un poco más, y cuando sólo hacía falta estirarse un poco para besar la punta… Se atacó de la risa descaradamente.

一¡Qué pequeño! 一exclamó entre risas, descolocando a ese hombre por completo, cuyos colores se le subieron rápidamente a la cara; de entre ellos, el rojo intenso de la furia, pero tampoco pudo hacer nada con ello después de lo que ocurrió: 一¡Sonría, que esto va para las redes sociales! 一exclamó la albina, sacando su celular, para mostrarle la cámara abierta y que se encontraba grabando tan bochornosa escena.

El viejo sólo atinó a cubrirse las miserias con ambas manos y a tratar de agacharse para ocultar su rostro, pero no importaba que lo hiciera, Mira ya tenía toda la evidencia. ¿En serio ese viejo clueco y rabo verde pensó que iba a poder hacerle algo? Repitamos que ella, tristemente, ya había estado en ese tipo de situación varias veces antes.

¡Evidentemente iba a saber qué hacer!

一¡Parece que va a tener que hacerlo mejor si quiere probar un poco de la demonio Strauss! 一se puso de pie con un gesto de victoria, haciéndole una infantil pero deliciosa trompetilla en la cara一 Escuche, "jefe", este trabajo no vale un precio tan alto 一aclaró, y era verdad.

Aún si ambas quedaban despedidas, tanto ella como Lucy merecían algo que fuera mucho mejor y en donde las trataran con dignidad y respeto.

一¡Aguarde, lo siento! 一de pronto, cuando se había dirigido a la salida para largarse de allí, su jefe la había detenido con una voz totalmente distinta a la de hacía unos instantes y que nunca antes había le escuchado.

Era aguda, quebradiza, y por algún motivo veía que estaba aterrado. No era para tanto, si bien ella tenía el video, sólo lo subiría a internet si era estrictamente necesario, pero aún así… Aquel hombre, humillándose, saltó con ambos pies porque aún tenía los pantalones abajo y justo antes, terminó dándose de bruces contra el piso, arrastrándose, implorando perdón. Fue inevitable para Mirajane no sentir un poco de lástima por lo patético que se veía de esa manera.

一¡No se vaya, señorita Strauss! ¡Trabaje! 一rogó, tenía lágrimas en los bordes de los ojos que rodarían en cualquier momento, estaba realmente desesperado一 ¡Prometo no despedir a Lucy Heartfilia y a usted le subiré el sueldo!

Mira lo miró y pensó unos instantes… Un poco de dinero extra no le vendría nada mal, así que esta vez, fue ella quien sonrió complacida.

一No olvide sus palabras, señor… 一asintió burlona, mostrándole el celular como recordatorio de que aún tenía el video一 Debo irme, mi turno empieza en quince minutos.

Después de guiñar un ojo, salió de ese lugar tan campante y radiante que ni siquiera parecía que había recibido una insinuación directa del jefe o un chantaje laboral. Juana De Arco estaría orgullosa de ella.

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Por su parte, el hombre quedó tirado unos instantes más en el suelo, temblando del miedo. Estuvo a punto de perder a su mayor fuente de ingresos de la cafetería. No era ningún secreto para nadie, que Mirajane era la trabajadora más popular de allí y que la mayoría de la clientela diaria iban sólo para verla en ese apretado y pequeño traje de maid. Así quedaba demostrado cuando los ingresos del negocio bajaban hasta un 35% en los días que ella descansaba.

Y, en su situación, donde le urgía el dinero, no era buena idea perderla. No es que fuera un monstruo desalmado (pero sí era un asqueroso acosador), en otras circunstancias, no habría tratado de despedir a Lucy Heartfilia si es que en verdad estaba enferma, pero en su estado actual (que era crítico hasta el extremo), cualquier dinero que pudiera evitar gastar era realmente significativo.

Entonces, el teléfono de su oficina sonó, justo en ese momento. Él cerró los ojos y lloró, pero sólo durante dos segundos antes de pararse a responder, no era buena idea no contestarles a la primera y durante los primeros tres tonos. Ya esperaba su llamada, pero todavía no estaba mentalmente preparado y, con los pantalones todavía en sus tobillos, levantó el auricular y se lo llevó a la oreja para escuchar en silencio.

一N-no… 一susurró con una voz apenas audible en cuanto lo dejaron hablar一 ¡Por favor! Denme a finales de mes… Conseguiré el dinero de una u otra forma.

Y después de una amenaza que pondría a temblar los huesos a cualquiera, colgaron el teléfono del otro lado de la línea y finalmente pudo llorar de verdad.

¡¿Qué había hecho para merecer algo así?!

Por favor, no respondan, es una pregunta sarcástica.

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Del otro lado de la puerta, Mira había escuchado un poco de lo que el jefe había dicho a teléfono, pero nada tenía que ver con ella, así que alzó los hombros con indiferencia y se dirigió a los vestidores.

Además, ella ya tenía otras cosas más importantes que hacer, había recibido su propia llamada. Respiró profundo cuando leyó al remitente antes de contestar, era muy difícil mantener dos mentiras tan complicadas al mismo tiempo, una detrás de la otra.

一Sí, señora Layla 一dijo al responder, era la madre de Lucy一. Ella me llamó esta mañana, dice que el viaje está genial… No, no puede atender sus llamadas, es un viaje de autodescubrimiento después de todo, por eso decidió irse de improviso y sin avisar. No se preocupe, volverá pronto… Es decir, lo sé porque me lo dijo. Sí, yo le contaré todo lo que sepa, pierda cuidado…

Colgó.

Le daba lástima la señora Layla también, pero mentirle era lo mejor que podía hacer, y más le valía el pellejo que Lucy de verdad estuviera bien en serio antes de que la policía acabara involucrada en todo ese asunto. Cuando no llegó a trabajar al día siguiente desde la última vez que la vio antes de irse a bailar con las mellizas Auguria, se emocionó y rió con picardía: Lucy estaba haciendo de las suyas con un galán misterioso en algún hotel de la ciudad.

Sin embargo, la cosa cambió cuando al día siguiente tampoco se presentó a trabajar y durante su media hora de comida, la mamá de Lucy le marcó para preguntarle por el paradero de su hija de quien no tenía noticias desde el viernes… Ok, eso sí era un poco extraño, pero quería creer que Lucy había cometido una locura (pero de las buenas), finalmente disfrutando de la flor de su juventud como siempre debió hacerlo y se había escapado de fin de semana con el hombre incógnita a algún lado. Así que le inventó al jefe que estaba en el hospital y a la señora Layla que había hecho un viaje de autodescubrimiento.

No obstante, si para mañana, martes… Lucy no aparecía, ella misma iría y levantaría la demanda a la policía. Esperaba y pedía con todas sus fuerzas que se presentara, con la misma cara monótona pero divertida, al trabajo y la saludara sólo a ella como era costumbre, sino…

Entonces también sería el momento de hacerle una llamada a ese patético remedo de hombre: Sting Eucliffe. Una llamada muy seria, pero Mirajane estaba segura de que Lucy no había podido ser tan tonta como para salir con ese grandísimo hijo de puta otra vez.

¿O sí?