Advertencia: Alto contenido sexual y temas considerados sensibles, como la violencia de genero, el secuestro, etc. Leer bajo su propio riesgo.

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El faldón del vestido parecía una suave marea roja por la manera en la que se bamboleaba y bailaba en el aire al ritmo de las caderas, orquestadas en un delicioso e íntimo vaivén. La tela caía y se enredaba y desenredaba con libertad. La ansiedad era tanta entre ambos, que ya ni siquiera se molestaron en retirar la prenda por completo, únicamente la habían hecho a un lado.

Natsu ya no tenía sus pantalones puestos, se habían desvanecido en alguna parte del suelo de la habitación en cuanto fueron avanzando. Eso dejó expuesto un gran y extremadamente duro miembro despierto, como una palanca, como si fuera el despertar del dragón que tenía tatuado en el cuerpo y que aún estaba escondido entre las telas de la arrugada camisa. Desde otro ángulo, se podían ver un par de glúteos firmes y unas deliciosas piernas morenas enmarcadas por los músculos, que se contraían cada vez más a cada estocada que daba para entrar hasta el fondo de Lucy y ser aprisionado por sus rugosas paredes en medio de una exquisita y placentera faena.

Estaba de pie a la orilla de la cama, con las piernas de la rubia sobre sus hombros para permitir que la penetración sea lo más profunda posible. Ella, con las caderas en el aire (experiencia que recién probaba) se regocijaba cada que lo sentía abrirse de paso forzosamente en su interior. Era como si en realidad, no estuvieran hechos para amoldar el uno con el otro como románticamente suele describirse en varias historias, pero Natsu insistía hasta poder entrar hasta el fondo por voluntad propia para encajar con ella. Considerando la situación en la que estaban ambos, eso lo volvía algo sumamente erótico y delicioso para los dos, que estaban hechos un desastre de gemidos y fluidos.

Natsu Dragneel pasó sus manos por la espalda baja de Lucy y, nuevamente, exponiendo su fuerza que podría considerarse sobrehumana, la levantó hasta cargarla. Ella entonces rodeó su cadera con las piernas, abrazándose a él para quedar completamente suspendida entre sus brazos mientras continuaba haciéndola suya a ritmo acelerado, hundiendo su rostro en sus pechos nuevamente, como siempre quiso hacerlo desde que la vio en ese traje de maid. Porque simplemente, el bamboleo de sus senos al ritmo de su contacto lo hacían perder la cabeza unos instantes. Durante la transición a esa postura, que era emocionante y le llenaba la sangre y el estómago de adrenalina, Lucy soltó un gritó repentino lleno de puro éxtasis, mismo que reprimió mordiéndose el dorso de la mano izquierda al recordar que otros huéspedes o incluso Gray y Homura podían escucharla y creer que era una puta o algo así.

Después de todo, cada que ella comenzaba a hacer demasiado ruido como le gustaba y como era su costumbre, Sting le tapaba la boca bruscamente pese a que estaban en un motel y la gente iba follar así como ellos. No obstante, en esta ocasión cuando clavó sus dientes sobre su propia piel, Natsu pareció molestarse:

一¡NO! 一le gritó, después soltó un jadeo一 ¡Déjame escucharte! 一pidió apenas, dándole toda la libertad que necesitaba, haciéndola sentir plena, totalmente plena mientras tenía sexo. como siempre debe ser.

Y, es que era un poco vergonzoso, pero Natsu podía jurar que escucharla gemir así, podría hacerlo crecer aún más aunque él juraba que su miembro ya estaba en lo máximo. Lo excitaba, lo excitaba muchísimo y el cosquilleo que sentía alrededor de la cabeza del pene con cada embestida, parecía cada vez más dulce cada que a sus oídos llegaban los suspiros de placer que salían de los labios de Lucy.

Además, desde el primer orgasmo, cuando Natsu sacó su lengua del interior para dar una última y ligera mordida al clítoris, haciéndola explotar, ambos comenzaron a ansiar el momento de la unión. Él se sentó de rodillas sobre el colchón y después se acomodó entre las piernas. Por un segundo, pensó en pedirle permiso una vez más antes de entrar (aunque después se sentiría como un ridículo y cursi perdedor, porque él era yakuza, después de todo), pero no tuvo que hacerlo, la misma Lucy comenzó a moverse tímidamente, rozándose nuevamente, incitándolo pues ella ya no tenía tanta paciencia. Él ya sospechaba que era una chica candente desde que sintió la manera en la que lo miraba cuando visitaba el café y lo estaba comprobando poco a poco, pero por algún motivo, parecía reprimir ese lado suyo y no entendía muy bien por qué, si ese aspecto estaba volviéndolo loco.

Finalmente, cuando la penetró por primera vez, se sintió una especie de distensión en su bajo vientre, justo cuando cayó en cuenta de lo cálida y húmeda que ella estaba. Lucy dejó escapar un pujido erótico por la dificultad que representaba que algo tan grande como Natsu ingresara en algo tan pequeño e insignificante como lo era ella, pero quería que realmente pasara y sólo atinó a sujetarse las piernas por debajo de las rodillas para poder relajarse y abrirse cada vez un poco más a Natsu Dragneel, hasta que finalmente él pudo entrar por completo. Sentía que no podía respirar tan bien y hasta era un poco invasivo, pero también era una sensación irrepetible a la que cedería siempre y cada vez que tuviera la oportunidad. Eso lo tenía muy en claro, y no dudó de ello cuando comenzó a moverse en su interior

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Por su parte, Gray en su propia suite (él mismo se la había adjudicado solo, era lo mínimo que se merecía después de todas las molestias por las que Natsu lo había hecho pasar ese día), se retorcía solitario sobre su colchón. Tontamente, había elegido la que estaba al lado de Lucy, por si pasaba cualquier cosa, claro, no por otros motivos... Sea como sea.

¡Y claro que pasó algo! Comenzó a escucharlos casi desde que habían empezado. No era la mejor sinfonía del mundo a decir verdad, al menos para él, pues le había comenzado a doler la cabeza. Así que tenía las luces apagadas y estaba recostado en la cama para cuando sus pantalones comenzaron a apretar demasiado después de que Lucy gritara y Natsu le pidió que lo dejara escucharla. Se encogió en posición fetal para tratar de calmarse pero cuando menos se dio cuenta, ya tenía una mano debajo de sus pantalones y había comenzado a ocuparse por su cuenta de la erección mientras maldecía por lo bajo.

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Gray se mordió los labios y dejó escapar un suspiro cuando su propio orgasmo le llegó a electrificar todo el cuerpo, haciéndolo tensar los músculos unos instantes. Él ya había terminado un par de veces y estaba un poco cansado. Obviamente una sola vez no iba a ser suficiente, eran jóvenes después de todo pero, aun así, del otro lado de la pared, en la habitación contigua, los gritos y los gemidos aún no cesaban, ¡¿cuánta energía podían tener esos dos?!

一Realmente fue una mala idea tomar la suite de junto… 一dijo después de tronar la lengua, incorporándose a medias sobre el colchón.

Observó su miembro, apenas comenzaba a relajarse pero todavía no podía hacer bajar la erección por completo, frustrandose. Era obvio que necesitaba una mujer para eso y conseguirla era una tarea un tanto complicada. Sintió su ropa interior húmeda y se incómodo un poco, estaba planeando cambiarse cuando de pronto escuchó un ligero golpe en el pasillo, viró la cabeza de inmediato… Con un poco de espanto, vio como la puerta de su suite estaba entreabierta, cuando él recordaba perfectamente que la había cerrado. También, alguien misterioso observaba todas sus acciones desde las sombras

一¡¿Quién eres?! 一rápidamente, tomó el arma que estaba en el cajón de la mesa de noche y apuntó hacia el intruso.

Lentamente, bajó el calibre en cuanto la persona de atrás comenzó a entrar muy despacio a la habitación y, cayó en cuenta de que el intruso en realidad era Homura Kogetsu, con su yukata todavía puesta y las manos entrelazadas en la espalda, con su mirada avergonzada y dirigida hacia el piso, la cara totalmente roja. Gray hizo a un lado el arma y encendió la luz, totalmente confundido.

一No dispares, soy yo… 一aclaró ella, con la voz entrecortada.

一Homura… 一murmuró一 ¿Q-qué haces? 一preguntó nervioso, después de caer en cuenta que ella lo había visto en un momento de total debilidad.

一Yo tampoco puedo dormir… 一respondió con simpleza, haciendo alusión al ruido de la habitación de al lado.

一Hacen mucho escándalo, ¿no? 一trató de bromear.

一¿Quién en el piso no los ha escuchado? 一dijo, rodando los ojos一 En realidad no me molesta el ruido…

一¿Entonces?

一Me molesta lo que me hace sentir… 一aclaró.

Entonces se desató el cinto que ataba su prenda tradicional y la dejó caer al piso, después tomó los bordes de la parte de abajo y comenzó a levantar la tela hasta por encima de la cintura para enseñarle a Gray (tradicionalmente, con ese tipo de vestimenta, no era muy común utilizar ropa interior) que estaba totalmente húmeda…

一Así como a ti 一indicó Homura la entrepierna del aludido.

Pese a que ya se había provocado a sí mismo un par de orgasmos, su miembro se negaba a bajar, se erguía duro y firme, listo para la acción de verdad. No se culpaba a sí mismo, tenía de referencia los gemidos de Lucy Heartfilia a la mano y el beso que le había dado en la tarde.

Homura lentamente comenzó a dar un par de pasos nerviosos hacia él, sin soltar el borde de su yukata, cuando lo alcanzó, lo tomó por los hombros y separó las piernas para ponerse alrededor de él, quien ya estaba sentado en la orilla de la cama, totalmente aturdido por lo que estaba pasando, como si nada de eso fuese real. Kogetsu tomó su miembro, arrancándole un ligero suspiro y comenzó a frotarlo de arriba, hacia abajo, para esparcir el lubricante natural de Gray por todos lados, después lo acomodó en su entrada, pero cuando estuvo a punto de dejarse caer, él la detuvo:

一Homura, no… 一negó con la cabeza一 Yo no quiero que pase esto 一aclaró一, no contigo…

Tal vez, si hubiera sido otra, pero de verdad, cualquier otra, ¡hasta una mucama desconocida! habría aceptado sin pensarlo mucho. Había tenido las piernas de muchas mujeres entre sus manos y se divertía bastante follando, pero ahora que su corazón latía de esa manera, era más complicado. Sobre todo si era Homura de quien se trataba, Homura… Era su amiga, su compañera, parte de la familia. Era alguien a quien debía de respetar y proteger, no una mujer de consuelo que podría usar cada que quisiera. Mucho menos, a sabiendas de cómo se sentía ella respecto a él, porque, no es que fuese tan discreta en ese ámbito.

一¡Pero yo sí! 一exclamó ella, ciertamente, bastante herida y yendo contra todo lo que Gray había estado pensando.

一Es que, no siento lo mismo por ti… 一Homura abrió los ojos con sorpresa, nunca creyó que Gray estuviera tan consciente de sus sentimientos por él, creyó que no tenía ni idea porque nunca había insinuado algo al respecto (o eso pensaba, pero su mala costumbre decir todo lo que pensaba le jugó de mala manera inconscientemente). Mordió su labio inferior para reprimir el llanto.

一No me importa… 一dijo finalmente.

一Pero…

一¡Dije que no me importa! 一gritó.

Dejó caer todo su peso sobre el palpitante miembro, los dos reprimieron un sonoro gemido ahogado. Gray, cediendo porque comenzaba a comprender lo que sentía Homura un poco ahora que se encontraba en una situación similar, ayudó a recorrer las grandes capas de tela del yukata hacia atrás y de a poco comenzó a mover sus caderas de arriba abajo para ayudarla con su propio vaivén. La habitación comenzó a llenarse de sus respiraciones agitadas y de sus suspiros.

Gray terminó de abrir por completo la parte de arriba del yukata y una vez que ese par de pechos blancos estuvieron a su alcance, comenzó a lamer las aureolas de los pezones con la punta de la lengua, haciendo que Homura arqueara su espalda hacia atrás, mientras la intensidad de la penetración aumentaba.

Ambos estaban demasiado sensibles ya, de antemano. Gray por lo que se había hecho a sí mismo y Homura por haberlo espiado, así que ella se deslizaba sobre él con una facilidad impresionante. Él apenas sosteniéndola por la espalda para que ella no cayera hacia atrás debido al ímpetu que ponía, estaba haciendo un gran esfuerzo porque Gray sentía que ya no tenía nada de fuerza en los brazos.

Homura fue la primera en llegar, cuando lo sintió cerca se colgó del cuello de Gray y escondió su rostro en su hombro, mordiendo la tela de la camisa antes de sentir que su cuerpo entero cosquilleaba y su bajo vientre se distendía. Gray fue el siguiente, pocos momentos después, así que detuvo a Homura para que permaneciera en esa posición, poniéndole la mano en la nuca. No quería que ella viera la expresión que haría él al tener el orgasmo, mucho menos que después intentara besarlo o algo así… Lo que menos quería Gray, es que Homura Kogetsu se diera cuenta de que él había logrado terminar porque había volteado a ver hacia la pared que compartía su suite con la de Lucy Heartfilia y había pensado en ella una vez más.

Con Homura escondida en su cuello y una sensación de culpa bajando un poco la intensidad de su orgasmo, finalmente dio un movimiento final y logró liberarse dentro de otra mujer.

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Natsu le dio varios indicios a Lucy de lo que quería que hiciera (moría por ello y la chica era perfectamente capaz de hacerlo), pero aunque ella a veces parecía entenderlo (de por sí es muy difícil pensar en algo coherente cuando el hombre con el que habías fantaseado tantas veces estaba entrando y saliendo de ti, hasta el fondo, sintiéndolo en plenitud y abriéndose paso entre tus pliegues), simplemente no terminaba por tomar la iniciativa.

Él, un poco ansioso por descubrirla por completo y ver que no progresaba con ese asunto, decidió darle una mano: Finalmente se habían deshecho de todas las estorbosas y molestas prendas que les sobraban, estaban completamente desnudos y en un ambiente de total intimidad, tan natural que parecía que ambos estaban acostumbrados a ello desde hacía muchos años, incluso, aunque fuera la primera vez que estaban así.

La tenía recostada sobre la cama y él se apoyaba sobre sus codos, moviendo la cadera cíclica y deliciosamente. Ella estaba totalmente extendida sobre el colchón, entregada y, en señal de ello, tenía los brazos abiertos como si estuviera a punto de hacer un milagro, aferrándose a las sábanas, gimiendo y gritando sin pena ni pudor.

Sus senos bailaban a cada embestida, rebotaban y luchaban contra la gravedad de la postura. La parte baja de ambos ardía cada vez que él llegaba más profundo. Natsu se detuvo unos microsegundos para hacer su movida, metió sus manos bajo su espalda y de un sólo movimiento giró sobre su cuerpo dejándola arriba.

Lucy apenas pudo percibirlo y captarlo. Fue en un sólo parpadeo pues cuando menos se dio cuenta, ya estaba arriba, montándolo y teniendo una perfecta visión de sus pectorales, con el dragón perfecto y cuidadosamente delineado en tinta negra haciendo juego con su piel tostada. Natsu lucía reluciente, fuerte, firme, tan joven y ávido, sin duda alguna era una especie de fruto prohibido. Y ese brillo en su mirada que siempre tenía, sin importar la situación o el ambiente, era especialmente excitante a la hora de tener sexo. La observaba fijamente porque Lucy le era totalmente magnética y no podía quitarle las pupilas de encima. Y, entonces, le sonrió para provocarla.

Esa curvatura… Juguetona, ladeada y sexy, Lucy al verla de inmediato sintió una corriente de fuego subiéndole por la columna hasta casi hacerle perder la cabeza. Recibió un feroz impulso y, para cuando fue consciente otra vez, le estaba pasando la lengua por el pecho, besando lascivamente las escamas del dragón, arrancándole varios suspiros a Natsu… Y, sin embargo, sus caderas estaban totalmente quietas.

Por algún motivo, no hacía movimiento alguno, como si de pronto, esas caderas que se amoldaban y bailaban momentos atrás junto a él, se hubieran petrificado por obra de un maligno hechizo. Ella seguía sintiéndolo dentro, pero parecía que se había desconectado totalmente de ese hecho. Natsu, un poco desesperado por ser cabalgado, comenzó a elevar ligeramente su propio cuerpo para seguir incentivándola, pero cuando hizo eso… Repentinamente, Lucy hizo un gesto de sufrimiento y lanzó un gemido muy distinto a los anteriores, parecía que iba a echarse a llorar en cualquier segundo. Terminó bastante confundido y detuvo cualquier movimiento en seco.

Ella estaba abrazada a su pecho, escondida y asustada. Tímida de pronto, sintiendo como el pecho de Natsu subía y bajaba debido a su agitada respiración. También escuchaba los latidos de su corazón palpitar de forma irregular. Él miró hacia abajo y sólo tuvo la visión de la capa de cabello rubio cubriendo la cabeza y parte de la espalda. También vio su hombro, morado y herido por lo que había pasado horas antes. La sintió tan frágil que de pronto tuvo miedo de seguir por no romperla, pese a que Lucy ya había demostrado que resistía bastante bien su ritmo natural.

La envolvió en sus brazos en un apretado abrazo y la llevó de nuevo a la posición anterior. Así le iba a demostrar que la cuidaría y, lentamente después de permanecer una rato así, la misma Lucy comenzó a moverse de nuevo, despertando el deseo otra vez pero esta vez de manera distinta. Ya no salvaje y bestial, sino, algo más suave, más íntimo y pasional.

Natsu, aún un poco confundido se acompasó a ella, dejando que lo guiara a como mejor lo sintiera y de a poco, el cosquilleo en sus vientres comenzó a arremolinarse hasta crear un nudo de tensión que se apretaba más y más. Sin palabras, sin ruidos, sólo suavidad y una intensa unión representada a través de sus miradas conectadas y casi sin parpadear.

Sonrieron al mismo tiempo porque… ¡Todo eso era una completa locura! Prácticamente, eran desconocidos y apenas y habían intercambiado palabras, pero Lucy jamás estuvo tan segura de querer hacer algo en toda su vida como en ese momento. Y sabía, dentro de sí, que lo que hacía era correcto.

El nudo reventó finalmente y los envió a ambos a un lugar que, jurarían, era bastante parecido al paraíso, sino es que era el cielo mismo.

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A la mañana siguiente, Mirajane estaba en el área de los vestidores a punto de empezar su turno. Faltaban solo un par de minutos para que tuviera que salir a atender a los clientes y apenas se había puesto las medias del uniforme. Estaba sentada en las bancas, completamente en ropa interior y no le importaba porque tenía la mirada fija en el reloj de su celular, observando cómo avanzaba el tiempo y desesperándose un poco cada vez más.

Se suponía que iba a compartir el turno con Lucy y ella ni siquiera había aparecido y al parecer, tampoco tenía intenciones de hacerlo. No tenía absolutamente ninguna noticia y, pese a que quería confiar en que su amiga estaba bien, no sabía por cuánto tiempo más podría seguir manteniendo dos mentiras paralelas como si nada y, debía admitir, que también comenzaba a preocuparse.

Cuando el reloj avanzó un minuto más, decidió intentar llamarlo otra vez… Era el quinto intento que hacía por comunicarse con Sting Eucliffe y éste simplemente no respondía el teléfono, como si hubiera desaparecido de la faz de la Tierra, justo como Lucy, y eso… No sonaba bastante alentador tampoco.

一Si ese imbécil tuvo algo que ver y algo le pasó a Lucy, voy a matarlo con mis propias manos aunque me den cadena perpetúa por ello… 一murmuró entre dientes.