"La necesidad"

Tohru sonríe, arodillada y apoyando sus brazos sobre las sábanas de Kobayashi. Es de noche, las tres de la mañana para ser exactos, el lugar está invadido por un silencio tranquilo y hasta aterrador.

La oscuridad abunda en la habitación, solo iluminada por la tenue luz de la luna, dejando ver las brillantes iris amarillas de la dragona.

Pese a su mirada serena, la mente de la maid está indecisa, hace solo unos momento estaba en blanco, admirando el sueño de su ama, apreciando cada fibra de su rostro, textura y consistencia.

Sin embargo, a surgido una necesidad reciente, una que no la deja tranquila por las noches, y parece untensificarse por cada momento que pasa al lado de Kobayashi.

Ha pasado 1 año desde que se conocieron en el bosque, la gran espada atravesando su espalda, mientras una impulsiva y alcoholizada mujer de pechos planos la salva de su terrible destino.

Ahora vive con ella, adaptándose a las costumbres humanas, aprendiendo de ellos y entendiendo los

Un enfoque que cambió de cierto modo su manera de ver las cosas, alejando la de aquel terrible mundo poblado por la guerra, dominado por las altas tensiones entre facciones.

Una vida tan ordinaria y tranquila fue lo que necesitaba, algo ciertamente nuevo, donde lo único que tiene que hacer es fingir que no existe la magia y actuar normal.

Conociendo personas más allá de las que conocía, humanos agradables, dispuesto hacer que las cosas funcionen, y los dragones se adaptarán a su realidad como deben.

Pero... La cosa es con Kobayashi, una mujer bastante estoica y eficaz, aunque comprensiva y de buen corazón.

La dueña de su corazón, su salvadora y con la que está en deuda.

Eso no quitaba su relación era muy poco profunda, encontraba una mayor dinámica y amor con sus amigas, que entre ellas como parejas –si es que lo eran de alguna forma–.

Un abrazo es, hasta ahora, el único capricho que puede darse únicamente cuando Kobayashi se emborracha, quizás cuando está de buen humor –y sobria– deja que se apoye en su espalda...

«¡Esto es frustrante!».

Un comentario feroz irrumpió el silenció de la subconciencia de la dragona.

Haciendo que apretara sus manos con fuerza, y presionará los dientes, esa necesidad ahora internamente está invadiendo su mente.

«¡Tengo muchísimo más amor que entregarte! No quiero solo abrazarte, quiero más, quiero tus manos, tus labios, tú cuerpo ¡Quiero besar cada maldita parte de ti hasta el amanecer!».

Ella respira hondo, debe reprimir esos pensamientos antes que pueda hacer una locura, debe ser respetuosa y apreciar los límites que imponga Kobayashi.

Si tomará las cosas con prisa, solo se ganaría el odio de sus conocidos, además, lo último que quiere es ser odiada por única persona que puede darle el amor que merece.

«¡Que cursi me he vuelto! Podría solo tomarla, tener lo que quiero y desaparecer. ¿Que son estás restricciones? ¡Soy un dragón del Caos, no debo tener restricciones!».

Harta de su estúpida dualidad mental y hormonal, decide levantarse, no sin antes darle un beso de buenas noches a la ingeniera que duerme como un bebe.

Cierra la puerta con cuidado de no despertar a nadie, dejando dormir en soledad a su ama.

Se acerca al sillón, sentándose, mirando su entorno para distraerse de esa necesidad

La luz de la luna llena le da un toque frío y deprimente al lugar, algo que contrasta con su elevado nivel de calentura.

Puede sentirlo, hay un hormigueo extrañó que recorre cada parte de su ser, no es molestó, es más bien relajante y exaltador, a la vez la hace sentir frustrada.

Se cubre los ojos con ambas manos, presionando sus dedos contra su rostro, bajando los lentamente, dejando unas marcas en su frente y mejillas.

«¡No lo puedo soportar más! ¡Debo toma a esa estúpida humana, hacerla mí esclava sexual! ¡Profana su cuerpo, házlo una, y otra, y otra, y otra y otra vez!, ¡DEBO SACIAR LOS INSTINTOS!».

Respirando con irregularidad, abraza sus piernas, pegando sus rodillas al pecho. Se dejo caer a un lado, quedando acostada en el sillón. Preguntas corren por su mente, procesando todo esos pensamientos salvajes, producto de la propia naturaleza de los dragones.

Está pasando por lo mismo que paso Iruru hace solo dos meses, la pelirroja intentó hacerle algo a Kobayashi y, de no ser por la propia Tohru, nada la hubiera detenido de aprovecharse de la humana.

Cierra fuertemente los ojos, pensado en otra cosa, algo lo suficientemente desconcertante para desviar sus deseos.

¿Elma?, no, ni loca; ¿Lucoa?, tampoco; ¿Iruru?, menos; ¿Kanna?, ni hablar; ¿Fafnir?, raro; ¿Takiya?, simplemente no; ¿Shouta?, no; ¿Take?, más de lo mismo; ¿Kobayashi?

«¡Sí!».

Su voz mental sonó convencida, firme de en su declaración.

Las manos suben rápidamente a sus colas, tirando de ellas, la presión que ejerce en sus dientes parecieran que explotaran en cualquier momento.

El color carmesí corre por sus ojos, queriendo probar una parte de su ama, no lo puede evitar aunque, la idea de lo que pensarán de ella la inmovilizan, el solo hecho de abusar de un humano sin un motivo aparente, es más que suficiente para perder la confianza de hasta los dragones del caos.

Pasado unos minutos, las ansias y emoción son demasiado para sus sentidos, abrumada por su dualidad interna.

Vuelve corriendo a la habitación de Kobayashi, sus zapatos hacen un característico Clack contra el suelo, cierra la puerta y se arrodilla delante de la cama.

Sus mejillas están ruborizadas, soltando exhalaciones de vapor y unos intensos corazones rojos se forman en sus ojos.

Se saca un guante, colocando su palma desnuda sobre la cabeza de su humana mientras, la otra mano libre, levanta su larga falda de sirvienta.

Los magia le permiten dos cosas:

La primera, hacer aparecer un pene en su ingle, reemplazando sus labios vaginales por testículos, haciendo que tenga a mano un medio para satisfacerse, uno bastante estándar y nada destacable.

La segunda, recurrir a una de sus tantas habilidades de Maid, caminar en sueños. Algo que no suele hacer, y que por esa ocasión, será una excepción.

Solo sería por eso noche nada más.

Hacer algo antes de dormir.

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