"El sueño humedo"
—¡Que buen bañó! —exclamo la pelirroja, agitando una lata de Dragonslayer.
Su felicidad es palpable, está sola en el departamento y puede volver hacer locuras como las de antes, beber a la par que toma un bañó, algo impensable con Tohru cerca.
Tiene una sonrisa amplía, mientras el jabón y agua se mezclan en armonía, lavando cada parte de su cuerpo. Los dedos de los pies enjabonados aunado a que a los efectos imaginarios del alcohol, la hacen sentir como una niña.
—¡Esto es tan divertido! —exclamo, riéndose se los resbalosos pies, que no son capaces de mantenerse pegados a la superficie.
Tohru aparece, es un golpe leve, lo suficientemente para romper la puerta y hacerla entrar al mundo de los sueños.
Kobayashi no se inmuta, está dentro de un sueño, cualquier cosa que pase tiene alguna retorcida lógica detrás que la hace indiferente a eso. Está riéndose, impresionada de la fuerza de su sirvienta.
—¡Increíble! —aplaude, como si fuera la gran cosa, derramando cerveza por la bañera—. ¡Eres tan increíble Tohru-chan!
El halagó dejo sonrojada a la dragona, quién no puede evitar llevarse las manos a la mejillas, sonriendo. Solo en un sueño Kobayashi se atrevería a decir algo así, incluso si esta borracha dentro del mismo.
—¡Muchas gracias Kobayashi-san! —respondió, dejando escapar un tono agudo y animado.
—¿Que te trae a este lugar? ¿Vienes a lavarme la espalda? —interrogo, sin dejar de marcar esa sonrisa tonta, el sonrojó aparece en sus mejillas, dándole un aspecto más adorable e indefensa.
Una gota de saliva escapa de su boca, los sentimientos se vuelven fuertes, por un momento son leves y controlables; al otro son fuerte e irresistibles. Ahora estando dentro de un sueño, no tiene por qué contenerse, ni siquiera tiene que obedecer órdenes.
Una sonrisa maliciosa aparece, dejando ver sus dientes afilados como los de un tiburón, un brillo fugaz atraviesa sus ojos, ideas fugaces duran instantes, sabiendo que puede hacer lo que quiera.
Con una mano desata el listón rojo de su cintura, habiendo de su vestido más holgado.
Con dos manos, baja los tirantes con un movimiento suave y ágil, haciendo que su falda caiga al suelo, aplastada por su pesó.
Kobayashi solo observa, sin poder dejar de sonreír y a su vez sonrojarse; le parecía un acto demasiado tierno de parte de su sirvienta, como si fuera una niña.
Cuándo la falda bajo, revelando las caderas hanchas y bien formadas piernas juveniles, sintió algo dentro, envidia. Efecto del sueño o del alcohol poco importaban cuándo su rostro mostró una clara mirada de disgusto.
Tohru se desabrocho la camisa, dejando ver sus pechos cubiertos y flotando gracias a un sostén negro. El rubor en su mirada es imposible de ocultar, extendiéndose por casi toda su cara. Alguien físicamente menor que ella poseía un mejor cuerpo que a sus 25.
Manteniendo esa sonrisa tonta de gatito, se acerca a ella, arodillandose a la altura de su mirada.
—Kobayashi-san —pronuncio en un susurró, uno caliente y seductor, manteniendo sus labios cerca del oídos izquierdo de la humana.
»—, nunca puedo demostrarte cuánto te amó —dando un beso superficial en la sien de la ingeniera.
La cuatro ojos se estremeció, inquieta y avergonzada por el actuar tan picante de su maid.
Líneas rojas aparecen cerca de sus ojos y oídos, desvaneciendo levemente la sensación de mareó. Se atreve a verla directamente a los ojos, con una mueca de incredulidad.
—Te... ¿Te pasa algo? —su tono intenta ser desinteresado, pero suena más de alivió y curiosidad—. ¿Necesitas algo?
—No, tonta —se atrevió a insultar, sin dejar de lado la dulzura, tranquilidad y picardía de su voz—. Necesito nada más...
La mano izquierda de la dragona se sumerge en el agua, acariciando con una excitante suavidad el muslo de Kobayashi, los dedos aprietan, comprobando la carne y grasa fresca de la zona.
—... Solo te necesitó... —se acerca a una velocidad lenta, e inquietante a su vez, mientras la humana intenta alejarse, el espació reducido de la bañera no le da esa posibilidad.
La mano derecho toca el mentón de la peli roja; guiándolo suavemente a la cara de la peli rubia. Sus rostros estan cerca uno del otro, la respiración agitada se mezcla con la tranquila respiración de la cornuda.
—... Quiero mostrarte cuánto te amó... —cierra los ojos cuando la distancia ya no existe entre ambas.
Sus labios hicieron contactos, no se traba de un simple beso, no, eso no es suficiente.
Bajo la mirada intranquila y excitable de su compañera, fue abriendo la comisuras de sus labios contra su voluntad, algo suave que no se sintió hasta que ambas lenguas entraron en contacto.
Kobayashi suelta un gemido ahogado, mientras con los ojos entrecerrados y un posición de defensa cerrada, ve el compañerismo convertirse en pasión.
La absurda lengua de la dragona envuelve la de Kobayashi, probando el sabor de sus papilas, moviéndose como si tratarán de succionar la saliva del miembro muscular.
La punta de la lengua viaja en los sólidos y bien formados dientes de la mujer, buscando probar su firmeza y sabor, golpeando los suavemente por gustó.
El cuerpo humano se retuerce, tanto por aire como excitacion, incapaz de no sucumbir por naturaleza a estímulos tan únicos.
Sus piernas y manos se mueven, inquietos de saber cómo reaccionar, los brazos rodean el cuello de la muchacha con cuernos, mientras las piernas buscan cierta estabilidad en el agua enjabonada.
«¡Lo logré! ¡Al fin lo logré! Estoy besando a Kobayashi, está correspondiendo, hay que dar el siguiente paso».
Los labios se separan, unidos por delgados hilos de saliva y el contacto entre lenguas. La pelirroja tiene la lengua fuera, dando fuertes inspiraciones. Una imagen sumamente sexual.
Entre gemidos, algo se acomoda en la actitud de Kobayashi, olfateando el aire.
—Hay... ¿Hay olor a gas?
—]—
Los ojos de la Maid se abren rápidamente, saca mano de la cabeza de su ama.
Mira abajo, encontrando un río de semen disperso bajo la cama de Kobayashi, la mano libre está cubierta de una mezcla de la dicho líquido y una sustancia transparente pegajosa.
—Eh... ¿Hay olor a gas? —repite la joven, levantando rápidamente la cabeza.
En pánico por ser descubierta y actuando con rapidez, apunta al suelo, haciendo imperceptible el semen en todo sentidos posibles, de pasó se comió su guante, tragando su propia sustancia.
—¿Pasa algo Kobayashi-san? —pregunto Tohru disimulando su culpabilidad y nerviosismo.
—Sí, había olor a gas por un momento —responde, sentandose en el colchón, dándole una rápida olfateada a la habitación, se encoje de hombros—. No pasa nada, supongo que te hiciste cargó.
La humana vuelve acostarse, mirando a la pared. Tohru suspira en silencio, se coloca denuevo el guante y crea otro igual al anterior.
Salió en silencio de habitación, apoyándose contra la puerta, cierra los ojos mientras suda fría, casi descubierta de la locura que hizo.
Alguien tira de su vestido, cuando baja la cabeza encuentra a Kanna e Iruru quienes se levantaron por el olor, con una expresión de desaprobación.
—¿Que estabas haciendo? —musico la albina con sueño—. Había olor a esperma de dragón en la habitación de Kobayashi, y acabas de salir de ahí.
Esa noche descubrieron a Tohru en su primer intentó, y ella descubrió que es precoz fuera de los sueños.
—(Ω)—
Si disfrutan de esta historia, no olviden dar su voto.
