"¿Una oportunidad?"

Ya ha pasado un mes, y las cosas han resultado raras, tanto para Kobayashi como para Tohru, y las personas cercanas a ese círculo.

La espada sagrada a desaparecido durante ese lapso, nadie –a excepción de Tohru– sabe que pasó con el/ella, y no se ha comunicado siquiera por la aspiradora.

Aún qué no es lo único, Iruru y Kanna perciben un ambiente más relajado en la pelirrubia, nada raro, solo que está vez es extremo.

Se toma todo con una calma casi irritante; no molesta, su tono es suave, junto a una serie de acciones lentas, que solo arruinan los días de las dos niñas cuando tienen un mínimo de apuró, además de ir con un pensamiento de "No tengo enemigos" cada que sale de casa.

Mientras que por el lado de Kobayashi es, en palabras simples, un amuleto que solo trae estrés sobre si misma.

Antes una mujer compresiva, la viva imagen de una mujer moderna y responsable, paso a ser una persona insoportable incluso para el mismo diablo.

Se ha vuelto impaciente, más distraída de lo normal, y ciertamente, un ejemplo de mujer volátil, algo de lo que se percata cualquiera.

Dios aguarde a sus compañeros y dragones cercanos, en especial cuando está en su periodo, que es incluso peor; su irritabilidad es sensible, la más pequeña de las molestía y actuará con un sentido de castigó peor que la muerte, la ley del hielo.

Teniendo, como si no fuera poco, un recelo hacia la sirvienta que dice a grito: "¿Qué me has hecho y por qué actúas tan relajada?".

Un ambiente que en cualquier momento se volvería tóxico si la cuatro ojos se molesta a con Tohru, por más insignificante que fuera la cosa.

Todos –incluyendo vecinos, el cobrador, socios infrecuentes, CEOs, y hasta los padres de Kobayashi–, se preguntaban que ocurría con ella y el qué la tiene así.

Había un buen motivo detrás de este comportamiento tan volátil de la asalariada.

Durante días, apenas se levanta no solo debe lidiar con su ropa interior completamente empapada producto de los sueños húmedos ya habituales, la acompañaba un sentimiento particular.

Cada que se despierta, siente un peso sobre las piernas, en especial en su entrepierna, una culposa impotencia, aunado a una insatifacion sexual que solo la hace deseosa de más.

Pero hay personas viviendo con ellas, tres de ellas demasiado inocentes para su gustó, ¿Cómo le explicaría que tiene un vibrador de buen tamaño oculto en su ropa? ¡Sería demasiado vergonzoso!

Incluso con la masturbación que hace antes de bañarse, o tomarse ciertos riesgos públicos –como los bordes duros de la mesa–, no son suficientes, esa necesidad de buscar placer es más profunda de lo que parece.

La sola idea de poder liberarse de su infierno sexual hacia anhelara con fuerzas tener acción.

No solo bastaba con mirar porno, hentai, manga, incluso juegos para adultos con temática Maid, cualquiera de esas cosas no servían.

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Otra vez, el sol ilumina la habitación a través de la ventana, continuando por el sonido de la alarma del reloj. Después de golpearlo, Kobayashi se coloca la anteojos y, con cierto temor, levanta las frazadas, encontrando de nuevo la misma escena.

Su entrepierna esta empapada, con un pequeño charco en la zona, un liquido transparente y elástico es lo que empapa su intimidad, esto solo dice lo tanto que mejorara el día.

Después de un suspiró, maldiciendo en su adentros, se levanta, caminando cruzada de piernas para ocultar su sueño húmedo.

—Buenos días —fueron los saludos de mala gana de las niñas, sin dirigirme la mirada ni hablar muy alto.

El caminar de Kobayashi es torpe, además de obvió, lo que lleva inspirando ciertas teorías de lo que le ocurre.

—¡Buenos días Kobayashi-san! —exclamo la sirvienta, mostrando una tierna sonrisa a su ama.

Las tres se sobresaltan, en especial la cuatro ojos; piso el suelo con fuerza, haciendo un gruñido ahogado.

—Tohru, ¡¿Que te he dicho de gritarme en la mañana?!

El regaño que siguió después del saludo bajo los ánimos de la rubia, quién venía ya irritada por la personalidad de su ama, algo que ocultaba bajo la máscara de ser la mejor sirvienta.

Al entrar la asalariada al baño, un suspiro grupal sonó brevemente, las tres están cansadas, llevan extrañando a esa mujer estoica que fue remplaza por una tan insoportable, la sospecha extrema de que fuera remplaza por un cambia formas resultaban más convincentes que un terrible periodo menstrual.

«Debo controlarme».

Pensó en su adentro Tohru, sintiendo un pequeño arrepentimiento por todo lo que está causando su nueva adicción.

Se volvió algo diario que cada noche fuera a la habitación de Kobayashi, entrara en los sueños de su ama y se masturbara en secreto.

Las consecuencias se volvieron obvias en ese punto, para ella solo por esta vez no ir en la noche podría ser un buen paso, o sencillamente hacerlo en el baño sin nadie que la pueda oír.

Pero una adicción no se puede cortar de la nada y esperar a que deje de actuar, su instinto natural le pida que haga descendencia, esto es más profundo que simplemente fumar cigarrillos.

Debía resisitir la tentación, aunque sea para darle un respiro a tantas noches de libido alto. Tal vez, solo así se podría reducir la inestable personalidad de su ama.

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Otro día pesado está por terminar, para Kobayashi solo estaba a 3 pasos de renunciar y pedir desaparecer del mundo, arta de tantas cosas sencillas que son insoportable por sus hormonas.

El que al final del turno, se acercara Elma, ofreciéndole ir al bar para relajar tanto estrés que lleva encima.

No dudo en aceptar, sintiendo que tendría una sola oportunidad de liberar sus pensamientos y buscar ayuda una vez que pueda desatarse de su imagen civil.

Mientras caminan, Takiya se une a ellas, preocupado por su compañera de trabajo y bebida que ya es evidente un problema mayor al qué intenta ocultar.

Cuando caminan a la par, Kobayashi puede sentirse más ligera, extrañamente necesitada de una compañía masculina que pudiera coincidir con sus pensamientos, al igual que sus gustos.

Esas sensaciones se volvieron usuales desde la mitad que comenzo su problema de los sueños húmedos, se sentía así cada vez que estaba al lado de algún hombre, sin tomar alguna acción por decencia y miedo a que algún hombre tenga pareja.

Takiya no es el caso.

«¿Quién mejor que Makoto?»

Sin dar muchas vueltas ella de apega a él, como una muestra de afecto, comportamiento inusual que no pasa desapercibido, sin recibir un llamado de atención por buenos motivos.

Cuando llegaron al bar su comportamiento no frenó;

Al sentarse, Kobayashi le propuso que se sentada a su lado, el pelinegro cumplió para ahorrar alguna incomodad al resto.

Con la justificación que estaba cansada, apoyó su cabeza sobre el brazo de su compañero, haciendo sentir raro a los otros dos, quienes no pensaban actuar –más aún cuando está consciente con su personalidad actual–.

Cuando las bebidas fueron entregadas, la pelirroja tomó la mitad de golpe, sin esperar un segundo a pudrir su hígado. Se pudo soltar después de procesar el alcohol en unos minutos, tirando su espalda hacia atrás.

El mareo, las leves náuseas, la necesidad de charlar, son cosas que venía esperando, decidiendo que no lo haría por temor a decir alguna locura.

—Uah... —Inicio con una exhalación—. Hacia tiempo que *hipo* no tomaba, olvidaba lo que era bueno.

La charla fue normal, datos y cosas sin importancia, incluso después de una acalorada discusión sobre sirvientas, la cuatro ojos no podía decir sus sospechas, lo intrigante que solo Tohru fuera parte de sus sueños, la principal sospechosa de su extraño libido hacia la rubia.

El trio de compañeros salen del bar, uno más consciente que el otro, dos ayudando a la que camina tambaleando y riéndose contagiosamente de su estupidez.

—Esta fue una gran *hipo* noche, hacia tiempo que no tomaba tanto *hipo*... Gracias *hipo* por invitarme Elma...

La mencionada solo responde que "De nada" luciendo derrotada, sabiendo que tendría que soportar a una persona tan volátil por otros días, quizás estando más relajada después de la cerveza.

Takiya está ayudando a su amiga, cargándola de hombro a hombro, recibiendo de manera inesperada un beso largo de parte de Kobayashi.

Cuando se separa de él, escucharon claramente sus palabras:—Solo tú me haces sentir libre de mis libidos.

Ella casi cae dormida en la vereda, de no por ser la dragona de la armonía, cargando rápidamente a la borracha en su espalda.

Tuvieron un breve intercambio de palabras entre ambos, la tragona cargo a su amiga hacia su departamento.

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Tohru se guardo sus palabras al ver a Elma cargando a Kobayashi, acostumbrada a esto desde casi el principio.

Llevo a la pelirroja en brazos, como si fuera una princesa siendo llevada por un príncipe azul, una imagen fantasiosa que le gustaría vivir a la dragona del caos.

Dejo el cuerpo sobre la casa, contemplando a aquello que más deseaba siendo destruida por ella misma, quisiendo que fuera posible que todos sus sueños se hicieran realidad.

Dio media vuelta, caminando de manera robótica, resistiendo se a los pensamientos perversos que podrían ser empleados en su situación actual.

—Tohru... —su voz sono como un susurró, llamándola con un deseó ahora liberado por el alcohol.

Volteó, solo viendo una mujer borracha que recobra sus sentidos, desnudándose lenta y torpe.

Los botones de su camisa van separándose, terminando con el botón de su jean negro.

Las mejillas sonrojadas, los ojos brillando en un inusual tono rosa, hacia un llamado a la más pura naturaleza.

—Te quiero...

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