"Sueño hecho realidad"

Cuándo el último botón fue desprendido, más aún con el "Te amó". Fue como una inyección de droga directa a las venas.

Una oportunidad única, Kobayashi esta dispuesta a abrirse por primera vez, entregar su cuerpo en las manos de Tohru, las consecuencias podrían ser variadas, sin embargo...

Kanna e Iruru se fueron a dormir a casa de Saikawa, una actividad común desde que la personalidad de la cuatro ojos se hizo inestable.

Un departamento, dos mujeres y una noche, ¿Faltaría algo para hacer de la situación menos arriesgada?

Para la pelirroja, la mirada indecisa de su sirvienta cambió a determinación absoluta en menos de unos segundos.

La dragona corrió, lanzando se hacía su ama, el suelo tembló por unos instante por lo repentino del salto, aunque para la borracha no fue la gran cosa.

—No sabes cuánto estuve esperando por este momento —hablo Tohru.

El cabello rubio cuelga, con una mirada tierna y tímida de la sirvienta, acercándose poco a poco a su más preciado deseó.

Primero, los respiros cercanos; el aire caliente acompañado a un olor a cebada y menta.

Segundo, los besos;toques suaves en el cuello, dejando marcas imperceptible o temporales.

Tercero, el manoseó; manos torpes que bailan por encima de la espalda de Tohru, buscando los nudos y límites en la ropa.

La imagen está cargada, como un cuadró qué intenta representar el más puro acto animal.

Una mujer semidesnuda, acostada sobre una cama, buscando sacarle la ropa a su compañera, una adolescente, en cuatro sobre la mujer, demostrando afecto pese a lo casual qué intenta ser su contraría.

La sirvienta parece un bebe, casi acostada sobre el pecho de su ama, con sus labios y lengua disfrutando de la piel suave.

Ella puede olerlo, perfume y alcohol se mezclan, sujetando la ropa de su "pareja" para que permanezca ese olor. Prolongando lo solo por el gustó de disfrutar de la experiencia única.

Puede sentir las manos poco a poco deslizar su traje negro, el aire fresco de la noche y manos frías tocando su piel, acariciándola suavemente.

Tohru no puedo creerlo, genuinamente esta acariciándola, esta tocando la piel de Kobayashi y a la vez Kobayashi toca su piel.

Suelta la ropa de su ama, metiendo los dedos por debajo de la tela, revelando su torso poco entrenado y poco desarrollado, ese que solo parecía que tocaría únicamente para ayudarla a bañarse.

Ambas están ruborizadas, sin embargo no piensan detenerse, la propuesta y el aceptarla no tienen remedio para detenerse, ni estan tan lúcidas para pensar en ello.

Los chupones van marcando se en los pechos de la asalariada, la piel forma círculos morados a cada que se succiona la piel, produce cosquilla y excitacion a la par.

El delantal cae por un costado de la cama, mientras el vestido negro cae sobre el cuerpo de la borracha, como una suave sábana que la cubre.

La figura femenina, desarrollada y joven se alza en la cama, vestida únicamente con un conjunto rojo de ropa interior. Los ojos brillan con intensidad, mordiéndose el labio inferior a la vez que saca el traje de la cama.

La ingeniera reposa, observando con fervor lo que va ocurrir, su camisa blanca está bajo los hombros abierta de par en par, chupones en el pecho y uno en el cuello, los pantalones medio abajo, dejando ver su tanga rosada con un pequeño moño.

Comparten un suspiró antes de continuar.

Tohru cae sobre su salvadora, apretando su pecho contre los suyos, uniéndose en un beso largo y profundo; las lenguas se enrollando, en especial la más larga, que no deja de moverse entre dientes y lengua para saborearla.

Se separan por decisión de Kobayashi, con largos hilos de salivas entre ellas, que se rompen para seguir por más adelante.

Las uñas se entierran en la espalda de la sirvienta, una manera de controlar las ansías envolviendo se en un abrazo mutuo, mientras los besos continúan, tanto o más largos que antes. Las piernas de la humana se elevan, rodeando la cintura del ser mágico.

La humana sonríe extasiado, el alcohol simplemente la hacía actuar por sus sentimientos, por ser aquello que fue creada.

—Tohru-chan... Hazme tuya —palabras valientes que sorprendieron a la mencionada—. No te detengas, no quiero sufrir más, líbrame de este maldito libido que sufro desde hace un mes... Haz realidad mis sueños, hazme una mujer.

El corazón bombea fuerte con palabras tan directas, al fin tantas noches de buscar sueños húmedos, su gran oportunidad está presente.

Rápidamente le saca los pantalones a Kobayashi, solo dejando un trozo de tela protegiéndose su intimidad, misma ropa interior que esta mojada de la emoción.

El conjuró hace para lo que fue creado, apareciendo debajo de la tanga roja un pene de 18 centímetros, con cuatro centímetro de diámetro, sin contar un par de testículos bastante grandes, está noche, no le daría menos a su ama.

Las piernas de la pelirroja se abren, con los pulgares inquietando la por los cerca que están de sus sensibles labios vaginales.

Soltando un par de gemidos, compara el tamaño de esa cosa con el que tuvo y el de su padre, hay mucho que envidiar de ese dotado trozo de carne.

—Solo- se gentil Tohru-chan, ¿De acuerdo? —pregunto la cuatro ojos, mirando con temor la experiencia—. E-es mí primera vez...

—No te preocupes Kobayashi-chan, estoy dispuesta a hacer realidad tus sueños.

La ropa interior es destruida fácilmente, dejando ver la meta, la entrada al placer, la vagina luce un vivo color rosado, deseando por alguien que pueda saciar la carnalidad.

La sábana es sujetada con fuerza, mientras la cintura se mueve suavemente hacia adelante. El espació se abre, se adapta a las medidas siendo más grande lo que se esperaba.

La respiración se cortaba, conteniendose para no gemir por el dolor y placer a partes iguales. Ella jadea cuando el pene se introduce por completó, siente la cabeza tocando incómodamente su cervix.

Necesita más que una simple penetración, su cuerpo lo anhela después de muchas noches húmedas.

—*Jadeó* ¿Qué esperas? —el pecho de Kobayashi sube y baja, siendo una novata en la acción— Muéstrame que tienes tantos años Tohru-chan.

Entonces comenzó lo que para la ingeniera, se describiría como magia.

Cada esquina de su ser se retuerce, sintiendo cada centímetro abrirla, deseosa de que vuelva a cubrir su carnalidad cada que se inicia una embestida, dejando fluir una energía contagiosa, difícil de describir.

Lejos de rechazar la idea al momento que comenzará la acción, fue deseando más. Sus piernas acomenzaban a pegarse a la cintura de la adolescente, volviendo las embestidas más consecutivas.

En el aire se respira el sudor y el vapor, mezclado con el alcohol, siendo un aroma más amigable, que las encierra poco a poco en su acto puro de amor y pasión.

Los gemidos son invariables, murmuros bajos pero audibles, que cambian por exclamaciones o respiraciones fuertes, viniendo acompañados de una embestida tras otra.

La posición tan incómoda de ser la que recibe hace que las manos humanas se muevan inquietas, incapaces de comprender el sexo. Aprietan las sábanas y la almohada, antes de llegar a extender en el aire, queriendo algo que abrazar.

Tohru solo se concentra en cumplir su deseó y propósito en la vida, embarazar a Kobayashi. Un objetivo que creyó tomaría años en llegar a cumplirse, se hace realidad, y solo puede disfrutarlo.

Sus uñas se entierras levemente en la piel de su ama, conteniendo cualquier gemido para gozar de la experiencia, segundo por segundo, grabar en su memoria casa detalle como si su vida dependiera de ello.

Puede sentir como el cuello vaginal aprieta su miembro, salpicando, permitiéndole moverse con libertad aún cuando las medidas no eran las esperadas. La cabeza golpea el cuello uterino, eso la llena de orgullo, fue inteligente haber optado por medidas fuera de lo estándar para los japoneses.

Sigue penetrando, con una fluidez y movimientos veloces que no creyó posible en su forma humana, en especial con lo específicas que son más poses.

Ninguna cayó en cuenta, que solo pensaban y actuaban por naturaleza, no pensaban en el amor sino en hacerlo, hacer que cada una sintiera el mismo placer, no son palabras sino con actos.

El pene siguió resbalando, tapando y experimentando. La vagina solo se deja estar, produciendo líquido y besando de forma extraña con palmada dentro suyo al recibir todo hasta la pelvis.

La rubia se fue inclinando, recibiendo un abrazo cuando dejó caer su peso sobre la humana. Ambas sudan, mientras las caderas dejan de moverse, para Tohru solo una carga, para Kobayashi es una noche de placer más que sastifactoria.

Con un movimiento rápido, sacó su miembro, soltando una más que notable carga de semen, que fue manchando el trasero de la ingeniera, y la cama.

—Es- eso fue asombroso, Tohru-chan —solto, acompañado de un gran suspiro de alivió, sintiendo desvanecer por completo aquello que tanto la insquieto—. No sabía que solo estar acostada fuera tan agotador.

—Esa fue la mejor parte, verte acostada Kobayashi-chan, fue una imagen gloriosa —atino a decir la sirvienta, separándose.

Las dos están acostada, suspirando y respirando hondo, recuperándose del coito. Sintieron demasiadas cosas como para volver a dirigirse la palabra. Fue aún más agradable cuando la pelirroja se durmió, agotada física y mentalmente, habiendo dado tanto de sí en todo un día.

Aunque para Tohru, significó algo más que solo que se durmiera, se daría el gustó de darle otro sueño húmedo hecho realidad.

Se fuera acercando a ella, girando en círculos sus dedos sobre la intimidad de su ama, el sentimiento de continuar y domar a alguien mientras duerme es arriesgado, pero demasiado excitante, en especial cuando sobran energías.

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